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[DM 02/20] Los forasteros

[Partida] El mexicano

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02/02/2020, 20:46
Narrador

Joaquín Vélez era un mexicano de los del sur, no pongáis esa cara porque es uno de los protagonistas de la historia que les voy a contar tal cual me la contaron hace ya varios años. Fue en un viejo Saloon donde lo hicieron y me juró el tipo, por la Santísima Trinidad que esa historia que me contó, y que les voy a contar era cierta, así que ahí va:

El mexicano del que les hablaba, Joaquín, acababa de llegar a Cotton Moore, California. Llevaba varias semanas deambulando de aquí a allá pero nadie le quería dar trabajo así que no le quedaba más que ir adentrándose más y más en el oeste. Así fue como llegó a donde les hablo, Cotton Moore. Al adentrarse en aquel pueblo dejó atrás verdes pastos y grandes extensiones de cultivo para acabar por adentrarse en un camino que daba a una larga calle polvorienta en la que hace tiempo dejó de brotar una brizna de vegetación, los caballos y las carretas tenían buena culpa de aquello. 

El forastero avanzó por la calle lentamente, al llegar a la altura de la iglesia hizo amago de dirigirse allí pero el páter escupió un sonoro gorgojo dejando clara su opinión y sin esperar respuesta alguna se metió en la casa de Dios para cerrar tras él. Aquella situación era bastante familiar y prácticamente una réplica de sus últimos días más el hambre y la sed empezaba a hacer mella en su ánimo y no estaban los ánimos como para forrajear en plena naturaleza.

El sol del mediodía era inclemente y ante el recién llegado, se abría una calle con varias construcciones a ambos lados, todas ellas de madera y con altura variable. Apenas se veía un alma por las calles con la salvedad de un par de personas que cruzaban la calle de un lado a otro y que no parecían haber reparado en el mexicano.

Notas de juego

¡Y empezamos la partida!

Tienes el mapa en reglas, dime por dónde te apetece ir probando. Por cierto, lo sabes de otras partidas pero por si acaso lo recuerdo: intenta narrar en tercera persona, y sin usar negritas. Se me olvidó mencionároslo en el Off-topic.

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03/02/2020, 07:37
Joaquín Vélez

Los malditos yankies eran unos bastardos. Que no le gustaban los mejicanos era algo que ya sabía cuando se marchó hacia el norte en busca de una vida mejor, pero sobre todo para escapar del canalla de Diego Cuadrado, ese terrateniente hijo de la putísima madre, se la tenía jurada desde el incidente de Santa Bárbara. Fuera por lo que fuera, parecía que había logrado despistar a sus secuaces bastantes millas atrás y esperaba que ya se hubieran olvidado de él.

Necesitaba un afeitado. Le quedaban algunos miserables céntimos de dolar y pese a que no sería prudente gastarlo en una limpieza de cara, sabía a ciencia cierta, que si quería encontrar trabajo, tenía que mostrar la mejor presencia posible. Comprar algo que llevarse a la boca con ello sería una buena inversión a corto plazo, pero una terrible a medio o largo. Por ello, se dirigió hacia la barbería con la esperanza de que aceptaran sus monedas y no le inflaran demasiado el precio por su condición racial.

Sin más, un cansado, hambriento y sucio Joaquín, apostó con todo lo que tenía por aquella carta y esperaba que completara una buena mano, pues de lo contrario, tendría que dedicarse a algunas actividades mucho menos legales, pues lo que no iba a hacer era mendigar o morirse de hambre por unos cabrones blancos que no querían darle un mísero empleo a un hombre que iba a cumplir como el que más si le daban una oportunidad.

Nada más llegar a la barbería abrió la puerta y accedió al interior. Se quitó el polvoriento sombrero y saludó con la cabeza. Allí se encontraba el barbero, un hombre alto y grueso, el cual estaba apurando el afeitado a otro hombre. Un yankie calvo con cara de espabilado, que lucía un retorcido bigote a la última moda del oeste. Los dos le miraron de forma inmediata y se quedaron en silencio. Joaquín notó que no era bienvenido por como le miraron, pero aún así lo intentó.

- Muy buenas. - Dijo en un inglés con acento tejano. - Necesito un afeitado. 

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03/02/2020, 23:51
Benjamin Taylor

El barbero miró al recién llegado de hito en hito, no tardó su cliente en levantar la mirada. 

—Cagendió no ves que estoy yo. Hay que ver estos putos forasteros mexicas que no respetan nada —saltó rápidamente el calvo de fieros mostachos.

—Calma Ronnie, calma. Puedo encargarme yo —contestó el barbero dándole un par de palmadas en el hombro. Entonces con toda la calma del mundo tomó una pipa de la misma mesa en la que depositó su navaja de afeitar. Tras aspirar un par de veces con fruición exhaló el humo mientras su cliente volvía a echar la cabeza atrás al tiempo que la meneaba.

—Vuelve en un rato —extrajo su reloj del bolsillo y tras estudiar la hora frunció el ceño—. Descansaré un rato para visitar el Saloon de Adam, en una hora estaré libre de nuevo. Eso sí, la pasta por delante que no quiero sorpresas cuando tenga una navaja en la mano.

Aquella última apreciación hizo que el de los mostachos enhiestos pegase un bufido.

—Eres forastero y no conozco a nadie que pueda responder por ti... En cuanto a mí, soy Benjamin Taylor. Puedes preguntar al que quieras de Cotton Moore, lo mismo le corto los pelos que le hago alguna cura. ¿Te hace entonces, en una hora? —preguntó ignorando el bufido de su cliente.

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04/02/2020, 07:29
Joaquín Vélez

No le gustó la actitud de aquel paleto. Aquel calvo de hirustos bigotes comenzó a maldecir, pues aunque no entendió prácticamente nada de lo que decía debido a su acento cerrado, si supo por el tono que a ese cretino no le gustaban los de su clase. En aquellas tierras norteamericanas, había demasiados prejuicios contra los suyos, demasiado odio. ¿El porqué? Joaquín no lo sabía, pero así era.

Miró con cierto desprecio a aquel hombre. Ya le habían insultado demasiadas veces desde que llegara a aquellos parajes. A la mínima saltaría, pero en aquella ocasión, el no entender bien lo que aquel payaso le decía y la providencial intervención del barbero, salvaron al calvo de una buena paliza y a él de acabar entre rejas. Ante la propuesta del barbero asintió con la cabeza. Le parecía un trato justo. Siempre pagaba por adelantado, era lo normal.

- Así quedamos entonces, amigo... - Le respondió finalmente antes de salir del establecimiento, no sin antes dedicarle una última mirada un tanto desafiante al calvo.

Joaquín tan solo había visto la entrada del pueblo, por lo que decidió seguir visitándolo. Atrás había dejado el local del enterrador y por delante se encontró con el saloon, un edificio enorme, quizás el más grande de todo Cotton Moore. A su izquierda había un hotel y más adelante descubrió la oficina del sheriff y una sucursal bancaria. Finalmente se detuvo frente a una tienda de suministros. Pero no era allí a donde iba, sino a la iglesia. 

Vélez era su apellido y aunque su padre era un rufián de poca monta que no creía en Dios, su madre, Manuela, era una ferviente seguidora de la palabra de Jesucristo. De su padre heredó la canallería y de su madre su férrea fe en Cristo. Por ello, decidió introducirse en aquel lugar santo y rezar unas oraciones. Al fin y al cabo, no sabía cual sería su último día sobre aquella tierra yerma y sería mejor marcharse al otro mundo habiendo confesado sus pecados. 

- ¿Buenos días? - Preguntó el forastero en busca de una respuesta por parte del párroco. - ¿Podría confesarme?

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04/02/2020, 22:21
Narrador

 No decayó el ánimo de Joaquín, aquella promesa de un futuro rasurado era un buen primer paso para su estancia por aquellos lares. Ello le recompuso y volvió a dirigir sus pasos hacia la única iglesia que había visto en todo el lugar1. La iglesia era una construcción modesta de madera, como debería ser la casa de un Dios cuyo hijo había sido criado por un carpintero, con una cubierta a dos aguas, campanario a los pies de la misma, un porche de entrada y algunos ventanales a ambos lados de la entrada.

El interior era igualmente austero pero muy luminoso y con una capacidad mayor de la que aparentaba a primera vista desde el exterior. No obstante de un rápido vistazo pudo dar fe el forastero de que más de la mitad del pueblo tendría que estar de pie quedando los bancos para los más privilegiados.

Notas de juego

1Rescato mención en primer post por si no lo recordabas:

El forastero avanzó por la calle lentamente, al llegar a la altura de la iglesia hizo amago de dirigirse allí pero el páter escupió un sonoro gorgojo dejando clara su opinión y sin esperar respuesta alguna se metió en la casa de Dios para cerrar tras él. Aquella situación era bastante familiar y prácticamente una réplica de sus últimos días más el hambre y la sed empezaba a hacer mella en su ánimo y no estaban los ánimos como para forrajear en plena naturaleza.

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04/02/2020, 22:29
Scott

- ¿Buenos días? - Preguntó el forastero en busca de una respuesta por parte del párroco. - ¿Podría confesarme?

—No tentaría al páter si no quieres acabar excomulgado —dijo de improviso una oscura figura en la que el mexicano no se había fijado. Estaba de espaldas a la entrada, a un lado del conjunto de bancos y mirando al altar en el que descansaba una sencilla cruz de madera de roble.

—Hará un rato entró maldiciendo y cagándose en tó, en la casa de Dios hay que ver —dijo girándose finalmente con una sonrisa irónica—. Venga amigo, salgamos que justo llegas en el mejor momento. Por cierto soy Scott, y bueno... como te habrás dado cuenta, por aquí se me conoce más por mi oficio.

Las ropas eran de negro de luto, además llevaba en su mano un sombrero de copa del mismo color fúnebre. 

—¿Buscas trabajo? —le preguntó en un tono susurrante al verle dubitativo, estaba a un palmo de Joaquín y pudo éste último embriagarse del nauseabundo olor que desprendía su aliento—. Tengo una oferta para ti que nos hará ganar unos cuantos verdes, pero no es bueno hablar de eso aquí dentro, así que sígueme si te interesa.

Sin esperar respuesta echó a andar hacia el exterior, sujetando la puerta con una mano mientras que su silueta se recortaba por el contorno luminoso, esta vez tocada por un elegante sombrero de copa.

—¿Cómo te llamas por cierto?

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05/02/2020, 12:41
Joaquín Vélez

Con la muerte había topado o más bien con su representante en la tierra. Joaquín era mexicano por lo tanto no lo tenía demasiado miedo a los cadáveres. Sus padres como gran parte de sus convecinos habían hablado siempre a la Santa Muerte, ademas de a Cristo.

Desde pequeño había rendido culto a la Santa Muerte. Por lo tanto veía a la muerte como algo innegable en la vida, una ley natural y algoque se tiene que aceptar. La muerte no era otra cosa que un ser sufriente que se encarga de un trabajo penoso, que se le dio un gran poder pero una carga aún más grande. Recibe su poder de Dios, a quien obedece, al ser la muerte un elemento indispensable para la vida. Por lo tanto veía a la Muerte más como un ángel que como cualquier otra cosa.

"La muerte es justa y pareja para todos pues todos vamos a morir". - Pensó de forma inmediata.

Siendo el señor Scott un enterrador,  Joaquín estaba convencido de que el trabajo que le ofrecía iría en ese sentido. Ya habían entrado a otra gente en pasado y aunque no siendo su oficio predilecto, tampoco le causaba una molestia demasiado grande como para rechazar unos cuantos dolares.

Yo al final explota el exterior del templo. Quería saber exactamente qué era lo que estaba ofreciendo, tampoco iba a aceptar un trabajo excesivo por una menudencia. Aunque realmente lo que representaba un buen precioen ese momento era una menudencia. Sin un centavo en el bolsillo siga ver abocado a aceptar casi cualquier cosa.

- Dígame buen señor, que se ofrece. Sin rodeos por favor. - Dijo educada pero de forma seca. - Ya le habían tratado de tomar el pelo en muchas ocasiones esos condenados Yankees. - Joaquín Vélez. - Se presentó entonces. Estaba ansioso por escuchar su oferta y había olvidado decir su nombre.

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05/02/2020, 21:59
Scott

—Sígueme que te voy contando, amos pa la oficina. También vivo allá—aclaró mientras comprobó con satisfacción que no se había equivocado.

—Por aquí está la cosa movía pero pará. Demasiado... —miró en derredor para confirmar que no había ojos ni oídos indiscretos—. Vino un hijo de ingleses allá varios años con varios colonos y se quedo por aquí, con el tiempo se hizo con toas las tierras y puso su nombre al pueblo, Moore es su apellío —quiso aclarar antes de seguir—, algunos años después vino un vecino suyo, un irlandés de los McDouglas y descubrió una veta de plata allá arriba.

Se detuvo y pivotó sobre sí mismo hasta que enfiló en la dirección de las montañas hacia las que señaló.

—Allá tiene el rancho. Desde entonces ha estado la cosa tensa, uno se hizo con toas las tierras pero otro le ganó la partía con la plata. Estoy seguro de que Arthur Moore piensa que las tierras de las minas son suyas, pero el gobierno no. Así que lleva semanas y meses protestando porque el río está muy sucio y no pueden aprovecharlo para los pastos y toca hacer pozos (que tampoco es una mentira)... Sin embargo, nadie hace ná de ná.

Tras recorrer toda la calle principal, finalmente llegaron ante la entrada de la oficina del enterrador, de la misma madera que el resto del pueblo, el único detalle característico era el porche negro y un par de ataúdes que se estaban estropeando por el paso del tiempo a un costado. Abrió entonces Scott la puerta y le invitó a pasar dentro.

—El negocio va mal, metí dinero esperando tiempos mejores por todo esto que te he contado y sin embargo no tengo ningún cliente —sin dejar de hablar fue retirándose el abrigo y su sombrero para finalmente tomar asiento al tiempo que le ofrecía otro al mexicano.

—Nadie piensa en nosotros, ya has visto cómo te tratan. He visto saludar a pieles rojas con más respeto del que te ha dao el páter. Hay que darle un meneo a esto para que afloren las pepitas, como en los ríos... Yo te señalo a uno y por una buena paga, lo matas. El dinero llegará entonces y todos ganamos. Te puedo ofrecer empleo como ayudante y cuando lleves un par de años tendrán que aceptarte. Es tu mejor oportunidad, ¿qué me dices?

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06/02/2020, 09:31
Joaquín Vélez

Sinceramente el nos esperaba aquella propuesta. Una cosa era enterrar muertos otra cosa era matarlos para enterrarlos. Pues sí Joaquín no lo había entendido mal lo que pretendía aquel hombre, era que el matase a algunas personas para que luego él pudiera cobrar la tasa del entrenamiento.

Lo cierto era que no le parecía algo ni demasiado legal, ni demasiado moral. No le hacía ninguna gracia tener que cuidar a alguien para hacer unos cuantos dolares. Sobre todo si ese alguien no habían hecho nada merecérselo.

Joaquín le miro de reojo y con mala cara. Aquel hombre Scott, no tenía escrúpulos. No obstante ahora que había destapado su plan, el propio Joan podía estar en peligro. Aceptar le convertiría en un asesino, no hacerlo le convertiría en un futuro cadáver. ¿Qué opciones tenía ahora realmente?

Pensó en ir a la oficina del sheriff. Le contaría todo lo que Scott tenía planeado con él. Sin embargo muy pronto descarto esa idea. Él era un extranjero y mexicano y el señor Scott, posiblemente fuera un miembro muy respetable de aquella villa. ¿Quién le creería? Posiblemente nadie y menos el sheriff.

Pensó entonces en simplemente largarse hasta el próximo pueblo. Sin embargo, esa no era una opción viable no tenía dinero no tenía provisiones y moriría en el camino. Tenía que pensar algo y tenía que pensarlo rápido. De hecho, el enterrador estaba esperando una respuesta suya.

- Lo haré. - Mintió el forastero. - ¿Cuáles serán mis emolumentos? 

Realmente le daba igual la respuesta; por muy elevada que fuera cantidad no iba a hacerlo. Él no era un asesino y no se va a manchar sus manos con sangre de un inocente. Tampoco era un santo. Había matado a otra gente antes pero siempre se lo habían merecido. 

- ¿Quién  es el afortunado? - Le preguntó para reforzar su mentira.

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06/02/2020, 12:13
Scott

–Sólo será un pájaro al que hay que cazar –apostilló el enterrador–. El hijo de McDouglas, Roland jr. Eso hará que el siguiente sea uno de los Moore, pero ninguno de nosotros dos empuñará el arma esa vez. Y luego… Bueno quién sabe.

Tras ello rompió a reír con malicia durante un par de segundos hasta que resopló intentando recuperar la respiración.

–Como ves es una cosa sencilla. ¿Qué te parecen 200 machacantes? Si trabajases conmigo como ayudante después, te podría pagar otros 10 dólares por cada inhumación. Yo me encargaría de los ataúdes y tú de los enterramientos. Es la quinta parte, un buen trato creo yo.

Se levantó entonces para dirigirse a una cajonera que tenía en una esquina y sacó de ahí un par de vasos y una botella.

–Para celebrar el trato –aclaró antes de volver con la explicación:

–Como te venía diciendo, de momento el ayudante del Sheriff no sabe que has llegado, siempre pide las armas al entrar para evitar problemas. Los únicos que se saltan la prohibición son los McDouglas y los Moore, le pagan generosamente a cambio de “estar preparados”. El sheriff no sabe nada de esto, pero es lo que tiene cuando estás en otra ciudad más grande. Jim estaba en el Saloon, así que convendría que en cuanto salgas de aquí, vayas para su oficina para darle lo que llevas.

Depositó el par de vasos en la mesa y los regó con un líquido amarillento que parecía bastante fuerte.

–Si tienes algún arma que puedas esconder guárdala, si no, habrá que conseguirte una. 

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06/02/2020, 14:57
Joaquín Vélez

Doscientos dólares era una muy buena cantidad. Con aquello podía cambiar su vida, al menos de buenas a primeras. Si invertía bien ese capital y las cosas le salía medianamente bien, podía pasar de ser casi un vagabundo a un señor. Pocas veces había tenido tanto dinero entre sus manos, por lo que era realmente tentador aceptar el trato.

- Lo cierto, señor... - Tomó aire. - Es que no pensaba aceptar el trato. Matar a alguien sin tener un motivo, no es algo que me guste. Aunque, doscientos dólares, si que son un buen motivo. - Miró al suelo mientras resoplaba algo angustiado. - Dígame... ¿Quíen ese ese Roland Jr. McDouglas? ¿Qué le ha hecho? ¿Está enfrentada su familia con...?

Ya lo entendía. Si mataba a ese joven, los Moore podrían pensar que el asesino no había sido otro que un McDouglas. Debían tener alguna rencilla familiar y eso podía ser el detonante de una guerra entre familias. Y una guerra siempre trae consecuencias y sobre todo muertos. Muertos era lo que necesitaba Scott para reflotar su negocio. Todo encajaba a la perfección.

- Respóndame a eso e iré a hablar con el sherrif... - Le insistió.

Tenía un cuchillo y una Colt Peacemaker del cuarenta y cinco. Quizás aquellas armas las pudiera ocultar, lo que no podría hacer con su carabina Spencer. Quizás le dejara su revolver a Scott para que se lo guardara mientras iba a hablar con el tal Jim. Ninguna de sus armas estaba registrada a su nombre, por lo que podía fácilmente usarlas para el propósito que tenía entre manos.

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06/02/2020, 22:14
Scott

—Es el hijo del dueño de la mayor mina de plata que hay por los alrededores, pelirrojo, perilla... El pelo algo largo. No hay nadie más aquí con esas señas —decidió pegarse él el trago sin esperar a brindar con su, ¿compañero?. La desconfianza había hecho mella en su entusiasmo

—Ha tenido algunos encuentros con los Moore —concluyó finalmente.

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07/02/2020, 15:21
Joaquín Vélez

- Bien, entonces iré a ver a ese tal Jim. - Le dijo al enterrador. - Tengo que declarar mis armas. ¿No es verdad? - Le preguntó al tal Scott. 

A decir verdad, no le hacía mucha gracia tener que mostrarle sus armas al sheriff, como tampoco le gustaba demasiado la idea de dejarle la colt al enterrador. Le había dicho que ya buscarían un arma para acabar con el McDouglas, por lo que finalmente decidió ir al encuentro del sherrif sin artimañas.

Se despidió de Scott y salió del establecimiento con dirección al saloon, que era donde Scott le había dicho que encontraría al sheriff. Por el camino fue pensando. Doscientos dólares era una gran suma, pero seguía siendo por cometer un asesinato contra un inocente. No acababa de convencerle la idea, aunque lo cierto era que seguía sin un céntimo en el bolsillo. 

¿Y si se presentaba en el rancho de los McDouglas y les confesaba todo? Igual de aquella forma conseguía que esa gente le mirara mejor y hasta podían darle un empleo. Jugaba de nuevo en su contra el ser mejicano y el ser forastero. ¿Le iban a creer? ¿O por contra creerían a Scott, un respetable (o no, pues no lo sabía), vecino de Cotton Moore?

No tenía las cosas claras, pero de momento iría por partes y empezaría por lo primero, que no era otra cosa que presentarse al sheriff y declarar sus armas. Luego ya decidiría que era lo que más le convenía.

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10/02/2020, 16:47
Narrador

Desanduvo unos cuantos pasos hasta que se plantó frente a la edificación que venía identificada como el lugar de trabajo del Ayudante del Sheriff.

A diferencia de otras construcciones de función similar, ésta no contaba con un gran cartel que proclamaba a los cuatro vientos su función de ejecutora de la ley. En su lugar había únicamente un pequeño cartel claveteado a un lado del edificio, en forma de bandera. Rezaba: “Ayudante del Sheriff”.

Tras éste se abría un porche y en su interior una puerta cerrada desde la que no parecía asomar un atisbo de luz.

–¡Randall! –gritó entonces una voz, era un tipo que parecía recién salido del saloon y estaba asomando su cabeza sobre las puertas bamboleantes–. ¡Tienes visita, otro forastero!

Dándose por satisfecho como recadero, el hombre empezó a alejarse mientras se cubría la cabeza, iba en dirección de otro de los edificios cuya función no recordaba pues no se había fijado en la ida.

–Supongo que vienes a dejar las armas –dijo el representante de la ley en cuanto se acercó al mexicano. Se detuvo al dar cuenta de su nacionalidad y lo escrutó brevemente como si buscase memorizar sus rasgos.

–Dame las armas, yo te las guardaré hasta que decidas abandonar Cotton Moore. Ahora dime, ¿cuál es tu nombre joven? –preguntó mientras abría la puerta. En cuanto le cedió el paso pudo fijarse en que su cara estaba picada por la viruela, el pelo empezaba a clarear y un mostacho adusto ocultaba su labio superior.

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10/02/2020, 17:44
Joaquín Vélez

- Joaquín Velez. - Dijo el mejicano. - Ese es mi nombre. - Confirmó.

Acababa de entender que no estaba allí para mostrar declarar sus armas, sino para dejarlas en depósito. Eso no le gustaba ni un pelo. Sabía como se las gastaban esos malditos yankees y si les dejaba sus armas, podrían utilizarlas para inculparle de algo o bien simplemente se las quedarían para ellos o las venderían. ¿Qué probabilidad había de que un norteamericano cumpliera su palabra? Ninguna o muy pocas.

- Tengo una carabina spencer y un revolver colt peacemaker. - Declaró. - Dejó sobre la mesa la carabina y sacó el revolver mostrándolo pero sin entregarlo. - ¿Me puedo marchar ya? - Peguntó, aunque conocía de sobra la respuesta.

 

Notas de juego

Si no quiero entregar las armas y me cargo al ayudante, estaré trastocando mucho tus planes?

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10/02/2020, 22:17
Narrador

—Todos los forasteros han de dejar las armas. Es una medida de seguridad del estado y es lo que nos diferencia a nosotros los Estados Unidos de América de esos malditos salvajes que pululan por el exterior —en ese entonces consideró que podía haber ofendido a su interlocutor y no quería jugarse el tipo—. Quiero decir a los apaches, cheyenes, indios.

—No sé cuál es la diferencia entre ellos pero da igual, la verdad sea dicha, el mejor indio es el indio muerto.

Se asentó un silencio incómodo que aprovechó el agente para encenderse un cigarrillo que se llevó a los labios, tras expirar una calada se dispuso a aclarar:

—Los ciudadanos también las tienen en resguardo salvo que tengan permisos concedidos por el Sheriff. Y no, todos lo preguntáis, lleva tiempo su concesión entre que lo llevan, se estudian antecedentes, lo traen de vuelta etc. Ni me molesto salvo que llevéis un tiempo viviendo por aquí. Así que, caballero... Por favor entregue las armas —volvió a insistir esta vez aguardando la respuesta bajando la mano. 

No era la primera vez que algún idiota quería protagonizar una de las innumerables historias que corrían como la pólvora en el Oeste Americano y se ponía farruco. Sin embargo aquel gesto tendía a enfriar el asunto.

Notas de juego

Puedes hacerlo, jaja esto es un desafío así que sabes que esto tiene caducidad. Si te la quieres jugar, ¡ok!

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10/02/2020, 22:32
Joaquín Vélez

Evidentemente que a Joaquín aquella explicación le supo a patraña. Ningún jodidos yankee iba a quitarle sus armas y menos sin sudar sangre para conseguirlo. No, en una sociedad en la que se respiraba odio hacia toda persona que no fuera descendiente de un criminal europeo, ir desarmado ers sinónimo de ser un suicida y Joaquín apreciaba mucho su vida.

- Está bien,  yankee huevón, dejaré el arma quieta.  - Le dijo, pero acto seguido disparó tratando de arrebatarle la vida a ese payaso blanquito.

Falló.  Lo supo al instante de apretar el gatillo. Por ello trató de lanzarse a un lado y parapetarse. Había iniciado una guerra de la manera más estúpida posible y ahora iba a pagar las jodidas consecuencias. La había liado y muy gorda.

- ¿Pero que hiciste, Joaquín?  - Se preguntó a si mismo en su mente.  - ¡Eres un jodidos pinche idiota!  ¿Y ahora qué?

- Tiradas (1)
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10/02/2020, 23:41
Narrador

El disparo fue a traición, una cosa era amagar con encararse y otra era ver venir aquel atraque a traición. La desconfianza del yanki estaba justificada más al querer el mexicano desenfundar rápido, disparó demasiado pronto y la bala se perdió en algún lugar del suelo levantando astillas. No se detuvo a mucho más optando en su lugar por tirarse en plancha para parapetarse. Otra nube de astillas proveniente de la mesa salió disparada salpicando la ropa del mexicano de manera desigual.

El fallo de Joaquín fue estrepitoso y auguraba consecuencias nada halagüeñas para el forastero más alguien en algún lado velaba por él porque el ayudante del Sheriff había fallado lo indecible. En ese momento se escucharon pasos y el chirrido de la puerta1.

—¡Maldito sureño hijo de puta! Venís a levantarnos el puto curro y no contento con ello has querido asesinar a un agente de los Estados Unidos— gritó mientras asomaba su cabeza por un lado de la puerta.

- Tiradas (1)

Notas de juego

1Su acción sería similar a la tuya, disparar al tiempo que se mueve hacia el exterior (creo que eran 6 m lo que se pueden mover durante el combate, me parece mucho pero la salida estará a 2 o 3 así que no habría problemas).

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11/02/2020, 08:52
Joaquín Vélez

El disparo en respuesta no tardó en llegar. Por otra parte muy previsible aquella reacción. Por suerte, la puntería de aquel tipo fue incluso peor que la de Joaquín. Al mejicano se le planteaban dos camino, huir abandonando su carabina y sin nada que llevarse a la boca, o quedarse, matar a aquel tipo, recuperar su carabina y robar todo lo que pudiera antes de huir. 

Desde luego, Joaquín Velez lo tenía muy claro. Agarró con firmeza la empuñadura de su arma y cerró los ojos un instante. 

- Virgencita, cuidame. - Dijo en voz baja.

Agarró su sombrero y lo lanzó al interior de la oficina tratando de causar una distracción. Acto seguido, si escuchaba detonaciones entraría de nuevo disparando contra aquel huevón y confiando en la virgen y en todos los santos para que le dieran suerte y le permitieran vivir un día más. 

- Tiradas (3)
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11/02/2020, 10:50
Narrador

Los nervios estaban a flor de piel, no en vano se la estaban jugando como dos jaques en aquel espacio reducido con la salvedad de que en aquel momento el ayudante del Sheriff tenía la ventaja y posiblemente pronto llegaría ayuda, o al menos curiosos alentados por el ruido de los disparos. Aquello hizo que Joaquín hilase rápidamente un plan obligándose a mantener la mente fría y sin mediar aviso alguno lanzó su sombrero que rápidamente fue agujereado por el nervioso agente.

Para cuando comprendió su error, una bala le había impactado arrojándole hacia atrás sin ningún tipo de piedad1. Intentó levantarse, pero optó en su lugar por rodar sobre sí mismo para ponerse a cubierto.

–Maldito cabrón –le insultó desde la seguridad que ofrecía el saberse parapetado–. Ríndete, no tienes ningún lugar al que ir maldito mexicano de mierda.

El tiempo apremiaba.

- Tiradas (1)

Notas de juego

1Aturdido, tira por espíritu y se recupera.