Partida Rol por web

Año 2030. En estos últimos diez años la humanidad no ha cesado en su empeño en destruir el hábitat y todas las especies animales con las que comparten planeta. Debido al alarmante número de especies desaparecidas nació el proyecto "Regénesis", una iniciativa a nivel mundial que pretendía recolectar el ADN de los seres vivos par clonarlos y devolverlos a sus habitats.

BASE SARKWEATHER, POLO NORTE.

El grupo descendió del helicóptero con rapidez para meterse dentro de uno de los edificios principales de la base. Aquel punto era el más lejano al que podía accederse de forma civilizada.  Los cuatro miembros del equipo de reemplazo saludaron a la gente de la base Sarkweather. Comparada con su destino aquellas casetas en medio de la nieve eran casi una metrópolis de lujo. Tenían incluso internet. Pero ellos iban hacia la estación científica Moore, que se encontraba a siete días de distancia en trineos de perro.

La estación científica Moore se encontraba en el centro del Polo Norte, donde todavía el frío imperaba y el hielo era cruel y despiadado. Dicha estación realizaba una comunicación por radio cada cuatro días aprovechando el paso de un satélite militar cercano por la zona pero últimamente parecía tener problemas técnicos, porque hacía dos semanas que no se tenía comunicación con ella. Aun así, en la última comunicación se les avisó de que el relevo estaba de camino. Es muy probable que la radio se hubiera estropeado y ese era el motivo de que un experto en radiocomunicaciones se uniese al grupo. Pese a su aislamiento la base Moore es la más moderna de las estaciones científicas, construida a unos 100km de la antigua Base 31 de exploración científica.

La estancia en Sarkweather iba a ser breve. Lo mínimo necesario para equiparse con provisiones y preparar los trineos para el largo viaje hasta el centro de aquella desolada zona de la tierra.

Durante el viaje en helicóptero habían permanecido en silencio la mayor parte del tiempo porque era casi imposible entenderse con el ruido de las aspas y el viento, pero ahora tenían un pequeño momento para ponerse al día. Formaban un grupo peculiar, cada uno de los mejores en su campo. Lástima que hubiera tantas rencillas entre ellos que solo esperasen una chispa para aflorar.

Nunca le había gustado volar en helicóptero. Todo aquel estruendo para mantener a flote sobre un mar de aire a uno de los medios aéreos más vulnerables inventados por el hombre. Sin embargo, era la forma de transporte más flexible de la que disponían. No era posible arribar a Sarkweather de manera más eficiente, y, como ingeniera militar, este era un mérito no menor.

Durante todo el trayecto mantuvo su mirada, fría y distante, en Macready. Aún no le perdonaba su desaire, y tener que trabajar junto a el en uno de los sitios más apartados de la civilización se le antojaba una pesadilla. No estaba preparada para ello, aún no había superado el pasado.

Al descender de la nave, se acercó a la otra mujer del equipo científico.

- Keith Bennings, Ingeniera Militar. Usted es la Doctora Copper, ¿verdad? - su mano extendida aguardaba ser correspondida.

- ¿Sabes? No es la primera vez que frecuento el ártico. Desde la inversión en los patrones del clima, he estado en Svaldbard al menos en dos ocasiones, trabajando para el proyecto del Banco Mundial de Semillas. A decir verdad, Regénesis es bastante similar en su naturaleza.

Pese a ser ingeniera, nunca se había sentido completamente comóda respecto a sus conocimientos científicos, más allá de las bases fundamentales. Si algo le había enseñado Svalbard era que la mejor manera de entablar conversación con un científico consistía en mantener el diálogo centrado en su campo de conocimiento.

Inmediatamente despues de bajar del helicóptero, Macready se alejó un momento del grupo. No se trataba de tener cerca a su anterior interés amoroso y al actual. Más bien la inmensidad del polo norte lo atraia de manera significativa y no se cansaba de contemplar aquella inmensa e imponente blancura. El frío no le molestaba a pesar de haber pasado gran tiempo en las cálurosas selvas de Sudamerica, realizando inventarios de fauna que eran cada vez menos diversos. Sin embargo, el frío no se le daba mal, siempre decía que los biólogos deben ser a prueba de todo.

Si algo le molestaba era la frialdad que Bennings le habia mostrado durante el viaje, a pesar de que las relaciones con otras personas no eran sus favoritas, siempre consideraba agradable convivir con ex colegas del instituto, especialmente tan atractivas como la ingeniera. Esta sería una buena oportunidad para estrechar lazos con ella y de ser posible algo más. Por otro lado, la relación con Cooper podría tornarse complicada, pero esperaba poder manejarlo en beneficio del proyecto, ya que la ayuda de su ex-esposa era invaluable. En cuanto al otro sujeto, un tal Vance, no lo conocia tambien, solo sabía que era especialista en telecomunicaciones y arreglaría el problema que tenían entre manos. No tenía nada en su contra, solo esperaba que pudiera realizar su trabajo de la mejor manera.

Pasando sus cavilaciones decidió reunirse con el grupo dentro de la base. Lo único que le molestaba del polo norte era el silencio, no se referia al bullicio de la ciudad, lo que le gustaba de verdad era el ruido de la naturaleza.  Sin embargo, a pesar de que el ártico siempre ha sido muy poco diverso, ahora gracias al cambio climático parecia un desierto blanco y frío.

-Lo que daría por escuchar vocalizar aunque sea a un gorrión común- Pensaba para sus adentros el biólogo que era gran aficionado a la observación de aves. 

Sin más, se acercó al grupo, saludando especialmente a ambas mujeres, sonriendole de forma más notoria a Bennings.

El ruido del helicóptero incomodaba a casi todos, pero a Cooper le parecía un bálsamo. No pasaron ni 20 segundos y ya habían empezado a hablar, a la gente le gustaba escuchar su propia voz, y el aislamiento solo empeoraba esa costumbre tan incómoda. Los laboratorios eran silenciosos, y ser una eminencia en su campo le permitía trabajar sola la mayor parte del tiempo. Los equipos no eran lo suyo, un equipo con su ex marido, no lo mejoraba, al menos tenía a Vance cerca para distraerse, aun no sabía si era mucho más que una distracción.

Le devolvió el saludo formalmente a la chica mona, -encantada, señorita Bennings, la Doctora Cooper si, especialista en genética, un placer. Para mí es la primera vez en el ártico, cuando estemos en la estación me encantaría que me explicara como se relaciona una Ingeniera Militar con un Banco de Semillas- esto último lo dijo sin esconder su suspicacia, pero antes de poder continuar allí estaba él, como un pavo real, por dios. No había tenido tiempo ni de mear y ya estaba haciendo su danza del cortejo, debería estudiarse así mismo.

De todos modos, si se entretenía con ella le dejaría tranquila, lo que le preocupaba realmente era que fuera igual de engreído como profesional, no hay nada más peligroso que un biólogo endiosado, y precisamente por eso estaba ella en este infierno helado, gente como él ya le había hecho bastante daño al planeta.

Supongo que debemos movernos- dijo mirando a Vance directamente, lo cuál sería la mayor muestra de afecto que podía esperar de ella en público.

George no notó ni el sonido de las aspas del helicóptero, concentrado en su música cañera y en masticar chicle todo el rato mientras miraba con fijeza a la ingeniera militar. Le había dejado colgado en el mejor momento de su vida cuando iba a crear algo propio. Algo que le iba a ascender como nunca, y cuando sus esperanzas estaban depositadas en ese proyecto, ella lo dejó por otra causa. Ahora una vez más estaban juntos, pero era más por su labor como ingeniero de telecomunicaciones, necesitaban al mejor en este hemisferio, y el mejor era Vance, si no llega a ser porque tenía que lamer el culo a los altos cargos hasta recuperarse de la pérdida de su sueño... iban a costarles muy caro haber trabajado otra vez con Keith. La miraba ahora y no vió en ella ningún atisbo de arrepentimiento, ni de duda, era una mujer fría y le daba igual que todo su proyecto se hubiera ido al garete por su culpa. Le miró el culo cuando salieron del helicóptero era lo único firme y tierno que tenía.

Una vez abajo las intelectuales se reunieron entre ellas para conversar, George se dirigió entonces al otro hombre y se presentó: - Ge-or-ge Van-ce, in-ge-niero de tele-comuni-caciones - dijo tiritando, vaya allí hacia un frío de cojones, y empezó a frotarse los guantes, y a calentar sus brazos esperando la respuesta del hombre más como gesto de educación que por curiosidad mientras miraba por el hombro de aquel hombre un edificio para guarecerse.  

El científico a cargo de la base Sarkweather, William Dyer, les dio la bienvenida y los condujo a uno de los habitáculos mientras su personal preparaba los trineos de los perros. Tenía un aire a estrella de rock, a lo Jim Morrison, pero resultó ser un tipo bastante serio. Parecía preocupado por el viaje que aguardaba a los recién llegados.

—Sonny os está preparando los trineos. Llevaréis todo lo necesario para realizar el reemplazo. Es un viaje complicado de casi una semana a través de la llanura helada. Es posible que os encontréis con algún poblado de esquimales en tránsito. No os recomiendo que intentéis tratar con ellos. Nos culpan del deshielo y de haber jodido sus hogares. Hogares... la madre que los parió. No sé como pueden llamar hogar a este infierno. El caso es que si los veis mejor desviaros un poco. No son agresivos pero ya tendréis bastante con aguantar el frío.

Desplegó un mapa con algunas marcas. Lo que se podía ver era un montón de hielo, pero mostraba la ubicación de la base Moore y de la abandonada Base 31.

—Con el GPS no deberíais tener problemas pero a veces se ve afectado por el magnetismo del polo. De cualquier forma cada dos kilómetros encontraréis banderines de señalización. Puede que alguno se lo haya llevado la tormenta pero la mayoría están puestos a conciencia. Ya que pasáis por favor si veis alguno flojo aseguradlo bien. Esto lo hacemos entre todos. Los de la Moore deben estar bastante agobiados. Seguramente se les habrá estropeado la radio y aunque en la última comunicación les dijimos que estabais de camino el quedarse aislado totalmente en este sitio es... jodido. Para los que estéis aquí por primera vez el único consejo que os puedo dar es que intentéis estar entretenidos. Nada que no os hayan contado en las misiones de entrenamiento.

Perdone, disculpe. No sé si le he entendido bien. ¿No va a llevarnos nadie?, ¿vamos por nuestra cuenta en un viaje de una semana en… trineos de perros?, ¿me quiere usted decir que en el año 2030 no tenemos nada mejor que perros para trasportar material científico? -La Doctora Cooper no podía o no quería creer lo que estaba oyendo. Realmente le aterraba una situación sobe la que tenia tan poco control.

Intentó calmarse ocupando todo el tiempo que les quedaba antes de salir asegurando y comprobando cada pieza de su equipo, una y otra vez. Preguntó por allí dónde podía fumarse un cigarro, no sería la única que tuviera sus vicios y siempre había un lugar, hasta en los hospitales. Ya más calmada se acercó a Keith, de momento tendría que confiar en ella- ¿entonces tienes experiencia en expediciones similares?, ¿crees que vamos bien preparados? te confieso que todo esto me impresiona un poco.

Después se acercó a Vance con un gesto de complicidad- ey chicarrón, puedes mirarle el culo si quieres, pero no te alejes demasiado. Ya sabes que no llevo nada bien el frio.

Pasado su despliegue de cortejo (en términos ornitológicos) con Bennings se le acercó Vance para presentarse con él.

-Claro, Vance, sabía que podía recordar tu apellido, tendrás que disculparme con tu nombre. Sufro del mal del biólogo, podemos memorizar cientos de nombre científicos, pero en cuanto a los nombre propios, ahí si me cuesta trabajo recordarlos. Debe ser por que los seres humanos somos todos tan iguales y aburridos.- Saludó secamente. Tampoco pudo notar que el ingeniero tiritaba de frío y lo invitó a entrar a la base. 

-Vamos hombre, entremos antes de que perdamos los dedos de los pies, en otra oportunidad te invitaré un trago de buen Vodka. Solo no le digas a nadie más, estos mentecatos no ven bien el alcohol dentro de las instalaciones, pero nadie dice nada de tomar fuera ¿cierto?- Le dice con una sonrisa de complicidad mientras le da una fuerte palmada el hombro.

Entrando son recibidos por el encargado, para Macready un sujeto con aspecto más cool de lo que es realmente. Mientras el hombre les da las indicaciones no puede evitar notar la preocupación de su ex-esposa.

-Vamos Cooper, relajate, no es tan complicado como parece. Supongo que los perros han hecho el viaje muchas veces, deben saber el camino de memoria, uno solo debe dar las órdenes "mush", significa adelante o algo así. Será divertido ¿no es así William?- Pregunta sonriente a Dyer tratando de aparentar tener la situación bajo control, aunque más para impresionar a Bennings que para tranquilizar Copper.

A Keith tampoco le habían gustado las palabras del apuesto científico, pero no quería mostrar preocupación en frente de Macready.

- Divertidísimo. - interrumpió Keith con una sonrisa de perfectos dientes blancos, tan gélida como el lugar donde se encontraban. Luego agregó, dándole la espalda al hombre.

- Tiene razón, Doctora Cooper. Desde la introducción de las motos y camiones de nieve, no suele ser frecuente la utilización de perros de trineo para motivos que no sean recreacionales. Sólo si se percibe algun tipo de dificultad, como un terreno traicionero, podrían ser necesarios - miró de reojo a Dyer con una encantadora e inquistiva sonrisa. Luego agregó de manera casual.

- Sin embargo tribus enteras de inuits han sobrevivido gracias a ellos, en condiciones extremas. No creo que existan motivos para preocuparse. - sentenció con coquetería dirigida a ninguno de los hombres que habrían de acompañarla en la expedición.

- Wo-ola - le respondió al científico, George estaba helado allí hacía un frío de mil demonios. Cuando los llevó a uno de los habítáculos del interior vio las estrellas, el firmamento, la luz. Quería quedarse allí y dormir durante toda la noche no viajar hasta un lugar remoto donde además la comunicación no funcionaba. - ¿Hay que partir tan pronto? - Preguntó echándole cara al asunto... mientras se calentaba en su interior.

Mientras les iban explicando George puso cara de asombro es como si hubieran retrocedido a la edad media al menos. Escuchó a la doctora y él respondió: - Estoy con la doctora, esto es... es demasiado. Comentó para después explicar: - Necesitaré un buen abrigo, botas de nieve, gafas para la ventisca, gorra y orejeras, equipo de radio incluyendo walky de larga distancia unos cuantos, material electrónico y eléctrico para las reparaciones, y linterna con aceite al menos una semana, comida enlatada, uff no sé qué más. Bebidas y algunas golosinas, manta y tienda para dormir. "Sabiendo que se le estaba yendo el asunto del equipo de las manos se fue hacia afuera siguiendo a la doctora, esta aprovechó para hablar con él" - Doctora soy George Vance, creo que no nos han presentado formalmente, "comentó y luego sonrió a la doctora" - Me gustan simpáticas - dijo y le guiñó un ojo mientras le sonreía.

William sonrió al contestar. Seguramente no tenía muchas oportunidades de tratar con novatos en aquel lugar:

—Mi padre me contaba que de pequeño esperaba llegar al año 2000 para ver coches voladores. El pobre murió sin ver uno y me da que lo mismo me sucederá a mí. De todos modos no servirían de mucho con las tormentas que se desatan en esta zona. Ni tampoco un camión o un jeep. El problema es la distancia y el frío. La gasolina del vehículo se les habría congelado antes de cubrir el primer tramo. Eso sin contar con el terreno. ¿No pensarán que tenemos una carretera asfaltada que une ambas bases no? No sé si se han dado cuenta del detalle de que estamos en el Polo Norte. Concretamente en la zona más próxima al centro geográfico del mismo. Créanme: no hay nada más eficiente que los trineos de perros.

Se giró hacia Vance:

—Seguro que tenemos todo lo que necesita. Lo revisaremos de todos modos antes de que partan... hoy. Entiendo que usted quiera descansar pero debe pensar en que el equipo científico de la Base Moore lleva allí dos meses. Cuando le toque el momento de recibir el relevo se acordará de lo que acaba de pedir ahora. Ustedes vienen del mundo real, frescos como lechugas. Les toca apurar para el relevo.

Se dirigió hacia la puerta:

—Voy a ver si está todo listo. Pueden revisarlo si quieren y asegurarse de que no les falta nada. Quiero verles en camino hacia el relevo antes de una hora. Recuerden: trataré con la misma hospitalidad a su relevo cuando llegue y entonces, tras dos meses en la Moore, me agradecerán este momento. La actitud de McReady es la correcta, créanme. Piensen en esto como en una aventura y cuando estén de vuelta en Nueva York, París o donde quiera que tienen su casa podrán contar las mejores historias de la mesa. Y si encima dan con ese oso blanco serán héroes.

Dicho lo cual salió del habitáculo para cruzar el espacio nevado que los separaba de los almacenes principales, dejando en el local de descanso a la nueva expedición.

-Que tal unas cuerdas de escalada Dyer? Pueden ser muy útiles para rescatar a alguien en caso de un accidente.- Le explicó a su anfitrión.

-Y otro tema que nadie ha tocado pero creo que es importante es el de la protección. No quiero ser alarmista, pero creo que deberiamos llevar algo para protegernos de los osos polares. Probablemente no queden muchos pero no me gustaria toparme con alguno y no tener nada para echar al menos unos tiros al aire.-

Antes de partir y ultimando con sus compañeros los preparativos daba gracias por que ellos tuvieran más claro todo acerca de las cuestiones logísticas. Prefirió no contestar al Macready, defenderse de los osos, decía, cuando si con suerte encontraban uno vivo tendrían que conservarlo con más celo que su propia vida, como el último tesoro de la tierra.

Señor Dyer, solo unas últimas preguntas, antes de que se cortara la comunicación con la base, ¿habían hecho algún avance significativo?, ¿habían estado siquiera cerca de poder demostrar que seguía quedando algo vivo allí?, y… ¿habían reportado algún tipo de problema, de otro tipo que no fuera de comunicaciones?,¿las comunicaciones se interrumpieron repentinamente o hubo informes previos de que el sistema empezaba a fallar? -tenía la sensación de que aquel tipo no les contaba todo lo que le preocupaba. Quizás solo fuera algo de paranoia.

Las preguntas de sus compañeros le parecían adecuadas. Por alguna razón se sentía inquieta, y ni la presencia de Macready procurando atraer su atención, ni las miradas resentidas de George o el tono despreocupado de Dyer contribuían a aplacar su instinto. A las pertinetes preguntas de la Doctora Cooper, añadió las siguientes.

- ¿Cuándo se estableció la última comunicación con la estación Moore? ¿Hubo algo particular acerca del contenido de la misma? Confío en que, de no escuchar nada de nosotros tras los siete días en trineo, tendréis otro equipo de reemplazo preparado - se pasó una mano de dedos largos y prolijos por el pelo, y luego añadió - También necesitaremos armas, al menos una para cada uno, con suficiente munición. No, no para los osos, por supuesto - dijo poniendo los ojos en blanco - Pero si los esquimales se ponen agresivos, necesitamos alguna forma de disuadirlos.

Su tono decidido no dejaba duda alguna. Si algun esquimal suponía un riesgo para el equipo sería rápida y eficazmente acribillado.

Al final cuando el científico habló de osos polares todas las alarmas mentales se dispararon... Aquellos que habían salido entraron y todos se reunieron otra vez entorno a él. George escuchó, le asombraba todo aquello pero le disgustó la opinión de Keith: - Perdone pero ahí tengo que intervenir, yo tengo pasado militar, y Keith es ingeniera militar, está bien que ella o si ella quiere que también vaya con armas, pero una doctora y un biólogo a no ser que hayan sido militares no veo bien que lleven armas, el uso de armas debe de estar limitado a personal militar. "Comentó George que sabía que Keith le daba igual que todo el mundo llevase armas, pero para George cuanto menos armas llevaran mejor, sabía que en un sitio que estaba en el otro lado, no era buena idea tener que lidiar con las paranoias de otras personas y de miedos invisibles.

Observó a George con cierta curiosidad y tal vez un dejo de nostalgia. No sabía si le negaba las armas a los científicos en virtud de su propia seguridad, como pretendía justificar, o por un afán de control.

Asintió levemente y permaneció callada. A fin de cuentas, aquel era el trabajo de George, y, después de todo, no había rechazado su propia solicitud. Sabia que se sentiría más tranquila con un arma a su alcance.

-Claro Georgie, estoy totalmente de acuerdo contigo. Mi experiencia con armas no vas a allá del uso de rifles tranquilizantes para derribar grandes mamíferos. Pero confío que tu y Bennings nos podrán proteger si hace falta. Como mencioné, esos animales deben estar tan mermados en sus poblaciones que bastarán un par de tiros al aire para asustarlos, pero también te puedo decir que hay pocas cosas más peligrosas que una hembra con cachorros. Así que creo que las armas son algo que no debería descartarse para la tranquilidad de todos.-

Estaba claro que el concepto de tranquilidad era muy diferente para cada persona según sus experiencias. Ahora esto empezaba a parecer una caravana de aquellos viejos cowboys del oeste, preparándose para cruzar las llanuras. Y toda había quién se preguntase como había llegado la tierra a esta situación.

Dyer se quedó un momento mirando al grupo.

—Claro. Rifles. Pero si os topáis con un oso no deberíais jugárosla. Será mejor que pida un bazooka. Creo que nos queda uno, es cuestión de buscarlo entre los tanques... ¿queréis una ojiva nuclear, ya puestos,  para disuadir a los esquimales? El concepto de guerra fría sería un mal chiste en este sitio ¿no?

Meneó la cabeza:

—Cuando acabéis de decir estupideces ¿podéis volver al mundo real? No, no tenemos armas de fuego aquí. Es una puñetera estación científica y vais hacia otra. Precisamente estamos aquí porque no hay putos osos polares y si encontramos uno prefiero mil veces a que os zampe a cualquiera de vosotros, de cuyo ADN tenemos reservas de sobra, a perder al animal. Sí, podríamos obtener el ADN de un oso polar muerto pero no voy a ser yo quien se lo explique a la gente que ha pagado toda esta investigación. Señor...

Luego se volvió hacia la doctora Cooper:

—Hablaron de un posible avistamiento de un oso polar pero no lo habían podido confirmar. Había un animal y si era blanco y grande no hay muchas posibilidades de error, pero se desató una tormenta y regresaron a la base. Así que soy optimista. Justo después de eso perdimos la comunicación, así que me temo que fue una avería provocada por dicha tormenta. Normalmente la situación de paranoia se dispara después de estar aquí unos meses pero veo que ustedes la traen elevada de casa. Espero que no hayan visto películas viejas como The Thing antes de venirse aquí. Pero le prometo una cosa: si dentro de veinte días no tengo señales de ustedes yo mismo iré a ver que pasa. ¿Les tranquiliza eso o prefieren regresar a su helicóptero?

Revisó los trineos comprobando que estaba todo lo pedido excepto, por supuesto, las armas.

—Todo lo que ha pedido Vance. Cuerdas también McReady. Material médico, provisiones, unos cuchillos militares por si quieren jugar a Rambo con los esquimales...— se dio cuenta de que igual se estaba pasando —Escuchen. En serio: los esquimales son pacíficos. Tiene motivos para culparnos de todos sus males pero es gente que tiene familias. No somos vaqueros en el lejano Oeste. Evítenlos para no tener situaciones desagradables... para ellos.

Luego se acercó a la puerta.

—Tienen un tiempo excelente para salir cuanto antes. No demoraría la partida.

Los recién llegados vieron como un viento desolador azotaba la estepa blanca. Aquello debía ser el equivalente de la  primavera en Brooklyn para el ártico.

Se mordió los labios, pero no dijo nada. No entendía porqué no podían disponer de un par de rifles en medio de una zona inhóspita donde los únicos vestigios de civilización eran tribus de esquimales que desde hacía ya décadas conservaban rifles de caza y escopetas con las cuales cazar a sus presas. La naturaleza de la misión no importaba, y tampoco importaba que estuvieran justificadamente enfadados. Pero así eran los científicos. Suspiró. Si tan sólo un militar estuviera a cargo, las cosas serían diferentes. En cambio tenían una mala copia de hippie a la Jim Morrison a cargo.

Si alguien debía presionar por armas, ese era su ex, George. No pretendía aumentar la tensión entre ellos, por lo que guardó silencio, esperando que Vance tomara las riendas del asunto.