Partida Rol por web

- Mi nombre es Eiji, del clan Takahashi. Esta es mi historia. - 

La guerra apenas acaba de comenzar nada más llegar la primavera. Los cerezos están en flor, tiñendo de rosa el paisaje japonés. 

-Mi nombre es Yukimura Ishida, del clan Ichimaru. Esta es mi historia.

Nos encontramos en el sótano de aquella vieja casa de apuestas ilegales. Sobre las zonas de juego se podían ver los dados y cubiletes desparramados y silenciosos. Las pocas personas que quedaban en la habitación se había quedado pegadas a la pared, como si las quisieran atravesar para escapar de esa situación.

Nuestras miradas estaban fijadas, clavadas en nuestro rival desde extremos opuestos de la sala.

Esta es una historia de Respeto (Rei)

Eiji había recogido su cabello para que no le molestase. Su mirada estaba fija en su rival, preparado para usar su espada en cualquier momento. Los azares del destino los habían llevado hasta allí, cara a cara, dispuestos a enfrentarse en un último combate del que sólo uno podrá salir con vida. Durante incontables generaciones ambos clanes han estado intentando luchar por el poder sólo para un enfrentamiento como aquel, el cuál decidirá qué apellido prevalece indemne.

* * *

Hubo una época, antes de que estallase la guerra, en la que parecía que ambos clanes podían dejar a un lado sus diferencias. Tanto tiempo luchando la una con la otra, perdiendo guerreros y dejando muchas cosas atrás provocó que una tregua pareciese la mejor opción. El líder del clan Takahashi había visto como sus predecesores perdieron territorios por las arduas batallas, poblados incendiados en el fragor del combate.

Había citado en su castillo a varios miembros del clan Ichimaru para lograr cambiar el futuro que les auguraba su rivalidad. Tanto él como su hijo, Eiji, se encontraban en el suelo colocando incienso y una pluma en un santuario dedicado al abuelo del joven sucesor Takahashi. Había muerto en una de esas batallas, y el dolor de la pérdida todavía estaba en el corazón de cada miembro del clan.

No tardaron en llegar aquellos a los que habían invitado, haciendo que se levantasen e hicieran una reverencia para mostrar respeto. Intentaban tratar aquella situación con delicadeza. Aún así, a Eiji no le terminaba de convencer ese plan. Aún era joven, inexperto, y apenas comprendía los entresijos de algo como aquello. En el fondo esperaba que fuese lo mejor posible, pero algo le decía que no acabaría del todo bien...

El castillo Takahasi se alzaba imponente, y no paraba de crecer a media que los miembros del clan Ichimaru se aproximaban con sus caballos. Una comitiva de cuatro samuráis destinados a traer estabilidad en el conflicto, que se había prolongado en el tiempo demasiado.

El líder de la comitiva era uno de los hijos de Ichimaru Toshiro, líder del clan. Junto a él, dos guerreros veteranos más y Yukimura Ishida, un guerrero al que el clan consideraba una joven promesa. Aún así, no era una pieza lo suficientemente importante y si las negociaciones iban mal y moría, era una pieza prescindible.

Los miembros del clan Ichimaru fueron escoltados hasta la sala principal dónde se llevaría a cabo la reunión. Ishida tenía los sentidos a flor de piel, claramente nervioso veía amenazas por doquier. Había nacido en la guerra y el concepto de la tregua le parecía algo ajeno. Solo veía rostros de asesinos que habían matado a familia y amigos. Cuando se disponían a entrar finalmente en la estancia, otro de los escoltas más veteranos le dio un codazo a Ishida para que volviese en si.

Tras encontrarse en la presencia de líder del clan Takahashi, los cuatro emisarios se arrodillaron y se inclinaron hasta que sus frentes tocaron el suelo en señal de respeto por el señor del castillo. Tras el protocolo el joven Ichimaru tomo la palabra.

-Mi padre no ha podido acudir al encuentro, confío en que toméis mi presencia aquí como una deshonra para el acuerdo. -hablaba con solemnidad y calma, se notaba que era una persona culta y acostumbrada a la dialéctica.- Mi voluntad y la de mi padre son una, y sus palabras fluirán a través de mis labios para que los dos clanes convivan en paz.

Ishida por su parte observaba la sala, como si esperase que en cualquier momento alguno de los presentes fuera a desenfundar y abalanzarse sobre ellos, era joven e impulsivo. Todo aquello le parecía inecesário, ¿para que pactar si la victoria estaba a su alcance?

El líder del clan Takahashi observó a sus invitados antes de hablar. - No es una deshonra. El hecho de que hayáis aceptado venir es una prueba y esperanza de que podamos construír un futuro mejor. - Estaba claro que no esperaría viniese el propio cabecilla a la reunión por si se trataba de una trampa, pero que uno de sus hijos fuese como voz de su padre era suficiente, al menos para un primer contacto. No sería fácil poder redimir lo que tantas generaciones habían causado. No sólo el dolor de los afectados, sino también el odio que ahondaba en sus corazones. Un sentimiento inculcado desde pequeños. Como fuese, Daisuke Takahashi era uno de las víctimas de aquellos enfrentamientos constantes, habiendo perdido a su padre por ello. Al menos no parecía que lo que le importasen fuesen los vienes materiales, o quizá no entendía por qué tenía que mantener una guerra que había acabado con su propia familia.

- ¿Puedo ofreceros un té mientras nos reunimos? - Preguntó con cortesía, tratando de mostrar el máximo respeto posible. No quería que aquello pareciese una audiencia de él cómo gobernante de aquellas tierras, como la máxima autoridad del castillo, sino como algo en lo que ambos clanes estaban a pares. Aún así esperaba que no confundiesen aquello con debilidad. Para Daisuke, al igual que le había enseñado a su hijo, el respeto y el honor son dos virtudes que se deberían de ensalzar más de lo que muchos piensan.

Eiji mantuvo silencio en aquello. Su padre era el más adecuado para una tarea diplomática, mientras que él estaba aprendiendo de sus labores para, algún día, ocupar su puesto. Tenía dos hermanas menores, como era común para alguien de su categoría tener más de un hermana o hermano, pero él era el primogénito. El único varón con su apellido. 

Por otro lado, en aquella sala se podían observar a dos hombres armados con katanas, seguramente samurais del clan Takahashi, para proteger a su líder. Nada exagerado, por supuesto, pero acorde con los riesgos que podían haber en una negociación semejante. Aún así estaban a una distancia prudencial; ni muy cerca ni muy lejos. Sólo observarían por si algo se torcía.

El joven Ichimaru Hideki volvió a hacer una reverencia. -Sería un honor compartir el te con Takahashi-sama.

Tras aquellas palabras, el heredero se puso en pie y avanzo hasta la mesa dónde se encontraba el líder del clan. Los tres samurais que lo habían escoltado hasta allí permanecieron impasibles, sin moverse de su puesto. 

La mesa sobre la que se desarrollaba la negociación era lo suficientemente amplia para albergar un mapa de la región y que ambos pudieran tomar la bebida cómodamente.

Las deliberaciones se fueron extendiendo y finalmente parecían que llegaban a su compás final.

-...en ese caso, recuperaremos las tierras de este lado de las colinas, -el joven diplomático señaló en el mapa.-  que pertenecieron a nuestro clan, antes del anterior conflicto. También nos quedaremos con los derechos de peaje del puente del este. Y a cambio tomaré la mano de una de vuestras hijas y como garantía el tiempo que duren los preparativos para la boda viviré bajo vuestro techo con mis escoltas. Esto dará paso a una gran época de prosperidad para ambos clanes.

Ishida que no había podido escuchar parte de la conversación, maldijo para sus adentros. Solo pensar que tendría que pasar, dios sabe cuanto tiempo en el hogar de sus rivales le revolvía el estomago, pero intento que ningún gesto externo lo desvelara.

Daisuke Takahashi escuchó lo que proponía el hijo del líder del otro clan, aunque sabía que no estaba en la mejor posición para negociar. A pesar de que, en parte, le parecían muchas pérdidas finalmente optó por aceptar. - De acuerdo. - No tenía mucho más que decir pues, en cualquier caso, acabaría por perder más si seguían con aquella disputa que si cerraba el acuerdo en ese instante. Aparte de que, si había un matrimonio entre ambos, sus familias se unirían y, en cierta medida, las riquezas también. Los territorios serían de ambos una vez fallezcan los líderes y, con ellos, las rivalidades.

Eiji, por el contrario, no parecía del todo contento por aquella decisión. Estaban hablando de una de sus hermanas, ¿qué pensaría ella? ¿Y por qué él era el único al que parecía importarle? No dijo nada por temor a meter la pata ante un tema tan delicado, sobretodo cuando su padre había confiado en él lo suficiente como para permitirle estar allí en ese instante. Tampoco le parecía del todo bien tener que convivir con los que habían matado a su abuelo y arrasado con las tierras de su familia, pero también era consciente de que la diplomacia era más molesta que la guerra y por ello pocos la escogían a pesar de todo.

- Os casaréis con mi hija Sakura, la mayor, quien ya está en la edad adecuada para ello. Si os parece bien, por supuesto. - 

El joven heredero del clan ya sabía que sería ella la que tendría que hacerlo, simplemente por su edad. Entonces sus ojos repararon en uno de los hombres que acompañaban a Ichimaru Hideku. Uno que parecía joven, e incluso notaba algo de incomodidad en él. La misma que poseía Eiji mismamente, aunque quizá por eso mismo fue capaz de reconocerlo incluso si no era tan obvio.

Una vez ambos bandos estuvieron satisfechos, se mandaron emisario para informar de los hechos, y que la paz fuese efectiva. Se prepararon aposentos para los nuevos huéspedes y se celebro una cena digna del evento.

Todo el mundo se fue retirando a sus aposentos a descansar. Pero pese a que había sido un día muy largo, Ishida no conseguía conciliar el sueño entre aquellas paredes. El joven samurai preparo su Kisuru^[1] y algunas hierbas y salio a los jardines en busca de paz y tranquilidad.

Ishida camino en la oscuridad, solo iluminado por la luz celeste y la que emitía su Kisuru cuando aspiraba. De pronto, el samurai se sorprendió de ver otra figura allí. Se trataba de Takahashi Eiji aunque Ishida desconocía quién era, lo había reconocido de la reunión de antes.

-Que noche tan agradable, veo que no soy la única alma que no encuentra descanso. -saludó mientras se aproximaba.- Me llamo Yukimura Ishida. -añadió con una inclinación de cabeza.- Os he visto en la reunión y en la mesa principal del banquete. Sin duda no sois un guerrero más ¿puedo preguntar quién sois?

El muchacho era un buen guerrero, pero estaba lejos de ser un erudito y no supo reconocer al hijo mayor del clan Takahashi.

"Otra gloriosa perdida para el clan Takahashi" pensaba, sentado en un banco de piedra del jardin. El odio podria fluir por sus venas pero ya no era tiempo para ello, desde que sus enemigos cruzaron las puertas del castillo ya no valia la pena. Su padre era un ser sin voluntad, desde que el abuelo habia caido en combate y su padre lo habia sucedido la gloria del clan nunca habia vuelto a brillar.

Las palabras y el olor del kisuru lo sacaron de aquellos turbios pensamientos, se levanto al ver a uno de los hombres de Ichimaru, su presencia podria haberle fastidiado la noche, pero haberlo visto en la misma situacion que el, le despertó curiosidad- sois perspicaz para ser un soldado- resaltó - mi nombre es Takahashi Eiji, heredero del clan Takahashi - pronunció solemne. Aunque cada vez que lo repetia en su cabeza la solemnidad se diluia en vergüenza. Se inclinó levemente para responder al saludo.

- Es dificil dormir tras una reunión tan intensa- con un movimiento da manos señaló el banco donde habia estado meditando segundos antes- Acompañadme en esta noche, la primera de un futuro de paz- las ultimas palabras fueron duras de pronunciar. Con la margura de saber que habia perdido cualquier esperanza de engrandecer nuevamente el nombre de su clan.

- Imagino que estar encerrado entre los muros de vuestro enemigo, antiguo enemigo - corrigió -es lo que os ponia tan incomodo en la reunión. no he podido evitar observarlo- las palabras sonaban neutras, como si de una fria y fragil cordialidad las envolviera.

Ishida se aproximo, para poder ver mejor a su interlocutor. Exhalando lentamente el humo mientras valoraba si las primeras palabras de Eiji eran un cumplido o un insulto.

-Pese a mi juventud, no soy un soldado cualquiera. -Corrigió rápidamente sin tener en cuenta protocolos, no iba a permitir que le hicieran de menos.- Soy un samurai y escolta personal de Ichimaru-sama.

Solo era escolta desde hoy, pero eso no era información relevante en la conversación. Cuando el heredero del clan Takahashi descubrió su identidad, Ishida se puso firme y se inclino en señal de respeto. Durante los segundos que estuvo inclinado sopeso si era buena idea desenfundar el tanto que llevaba oculto y acabar con el heredero. Sin duda un asesinato nada honorable, ¿pero esa muerte no traería gran honor a su clan? ¿era más valioso su honor como samurai o el de su clan? El momento paso, alargar de más la inclinación habría sido sospechoso.

No es algo que tenga que decidir en este instante.

El joven samurai se aproximo al banco y tomo asiento.

-Es un honor compartir banco, con el heredero del clan Takahashi. -Tras escuchar que se había fijado en mi incomodidad, no pudo evitar sonreir.- ¿Tan transparente soy? Me temo que he convivido y crecido con está guerra, me es complicado ver más allá... Pero no pretendía deshonrar el acuerdo de ningún modo.

Volví a inhalar del kisuro, tras lo cual se lo tendió a su compañero de velada.

-No os ponía rostro, pero sin duda he oído hablar de Takahashi Eiji. -Se tomo un segundo, para pensar las palabras adecuadas.- Dicen que habéis heredado el don para la estrategia de vuestro abuelo. Y que pese al resultado final, la campaña que comandabais fue un éxito. Me alegra haber luchado en el frente del norte.

CONTEO:

-La reunión ha sido en el palacio Takahashi: Marcador para Ishida.

-La guerra la va perdiendo el clan Takahashi: Marcador para Eiji.

-El líder del clan Takahashi acepto las condiciones de paz de derrota: Marcador para Eiji.

-Eiji hizo de menos a Ishida: Marcador para Ishida.

-Ishida lleva un arma oculta: Marcador para Eiji.

Eiji: 3 marcadores.   Ishida: 2 marcadores  Marcadores restantes: 2

Si Eiji acepta como cierto que es un gran estratega, sería otro marcador para Ishida.

Eiji esperó a que el humo se disipase para volver a mirar a su interlocutor - je.. os recuerdo, he visto a muchos samurais en el campo de batalla, pero a ninguno acabar con una escolta como la de mi padre tan rapido, lo obligase a retroceder de la linea de batalla- tomo unos segundos de silencio para observar la reaccion de sus palabras- en la batalla del vado de kamikochi, o como la conoce vuestra gente la batalla del vado carmesi- aquello le subio la moral de pronto, su ultima gran batalla, donde salvó la vida de su padre y propició aquella reunión, aunque no con el final que esperaba.

- Yo mismo recoloque la linea de yumis para cortar el avance de vuestra infanteria, movi a los yaris de posicion haciendo peligrar el flanco izquierdo pero impidiendo la entrada de vuestros norikuzushi y salvando la retirada de mi padre. Iba a descender la colina yo mismo para salir en vuestro encuentro, pero.. ¿quien habria terminado de dar las ordenes para destrozar vuestra linea principal? - recordar aquella batalla, ver como su padre salia en retirada y todos los ojos se fijaban en el

- si las tropas de Ichimaru Hasada hubiesen sido mas numerosas en Norikura, no habria llegado a tiempo a aquella batalla y probablemente esta negociacion se hubiese llevado en la fortaleza de vuestro señor.. con unas condiciones muy diferentes- se inclinó levemente para volver a saludar- vuestro acero se habria encontrado con el de mi padre- es un honor teneros ante mi en unas condiciones mas amigables-

La noche seguía avanzando entre historias de campos de batalla. Los dos samurais fueron contando sus vivencias en campos de batallas, entre sus clanes y con otros. Y a medida que compartían aquellas historias, la tensión inicial fue convirtiéndose en camaradería.

Y a pesar de que dentro de sus respectivos clanes pertenecían a clases sociales muy diferentes, y que uno tenía el espíritu de un estratega y el otro de un guerrero en su interior, supieron ver que eran iguales, pues los dos comprendían el arte de la guerra.

Aquella noche, fue el inicio de una amistad, que por desgracia estaría marcada por la tragedia. Pero lejos estaban de comprender aquel final aún.

Cuando los samurais quisieron darse cuenta, la oscuridad comenzaba a disiparse, aunque aún faltaba algunos minutos para que el Sol despuntase.

Para Ishida, había sido duro reconocerse en un, hasta ahora, enemigo, el ego y el alma habían sido fustigados al reconocer tales virtudes en un rival había roto los esquemas del simple bien y mal, del muchacho. Pero de alguna forma el golpe de humildad le enriqueció y se planto la semilla de la amistad.

Para Eiji había sido un poco distinto, le atormentaba pensar que si los kamis hubiesen sido un poco más generosos, ese encuentro se habría producido igual y se habrían encontrado del mismo modo, pero su clan no habría perdido territorios, y serían ellos quienes pondrían las condiciones. La amistad empezaba a forjarse, pero esa sombra quedaba en los cimientos de la misma.

Para colmo:

-Esta noche, ha sido realmente iluminadora para mi. -Dijo Ishida, alzando una mano para que Eiji no se sorprendiera de lo siguiente. Un momento después, el muchacho desenfundo el tanto y se corto la palma de la mano.- Por esta revelación que me ha hecho mejor samurai y por la sangre que ahora derramo, os juro que me haré todo lo que esté en mi mano para proteger de todo mal a vuestra hermana una vez la boda se haya celebrado, espero que esta garantía de seguridad alivie la carga de su perdida cuando ya no conviva entre estas paredes.

Aquello aumento más aquel sentimiento tormentoso en Eiji, el hombre que hasta hace unas horas era un enemigo. Juraba ahora, sin pedir nada a cambio, proteger a su hermana. Sin duda un hombre de honor. Un honor que le podría haber correspondido a él, si el azar les hubiera sonreído solo un poco más.

Al primer rayo del alba, los dos samurais se despidieron, pero no sería la última vez que se verían.

CAPÍTULO 2

Recuerdo aquellos momentos, cuando aún confiaban el uno en el otro....

Habían pasado 4 años, la boda entre Ichimaru Hideki y Sakura, ya hacía años que se había llevado a cabo y ahora está última ya formaba parte del clan Ichimaru, como mandaba la tradición e incluso había traído al mundo a una preciosa niña.

Nos encontramos en Kento, un prospero pueblo que había pasado a manos del clan Ichimaru tras el acuerdo de paz. Su población y riqueza había aumentando en los últimos años. Hoy era la inauguración de un nuevo distrito en la población, un distrito para adultos comúnmente reconocido como distrito rojo.

Ichimaru Hideki había mandando llamar a representantes del clan Takahaki a la inauguración. Así a la entrada de la población, la honorable pareja, su guardaespaldas; Yukimura Ishida y una comitiva de siervos, esperaban la llegada de sus vecinos del clan Takahaki.

El Heredero del clan Takahashi llegó a la ciudad con una comitiva bastante austera, le acompañaban tan solo dos samurais, un pequeño grupo de soldados que apenas llegaba a la decena, siervos y un carro con regalos y presentes para honrar a sus vecinos y aliados, aunque en este se podia observar que habia poco mas que algo de las ultimas cosechas, pieles y telas.

Al recorrer llegar a la entrada no pudo evitar que sus pensamientos se nublasen de nuevo " miralos, tan felices, tan despreocupados de todo " hombres mayores con el kimono desabrochado, enseñando su panza llena, niños jugando en la calle, riendo, mujeres paseando bajo el wagasa mirando de reojo a los soldados.

- Mis bien hallados vecinos- pronuncio desde el caballo, y cuando uno de los siervos se situo al lado procedio a desmontar- es un honor estar aqui- se preparó para la ronda de saludos, una reverencia ante la pareja, y otra mas corta ante Ishida - debeis perdonarme, me encuentro algo cansado del camino- se giro hacia el carro para señalarlo, y un par de sirvientes trajeron una muestra del grano y la tela- son presentes de las tierras del clan Takahashi, para honrar el acuerdo y bendecir el crecimiento de vuestro pueblo- las ultimas palabras sonaron tan forzadas que habrian saltado chispas si su boca fuera de metal- las gentes de mi clan las han conseguido con el sudor y la sangre de sus manos para poder compartirlas-

Tras los saludos protocolarios a la pareja, le llego el tuno a Ishida, el cual saludo al ahora diplomático del clan Takahashi.

-Es un honor recibiros Takahashi-sa... ma. -dudo un momento, a lo largo de estos últimos años en diferentes visitas habían establecido una buena amistad. Pero aquello era una reunión formal y el descuido podría haber sido imperdonable.

Ishida notó la mirada de Sakura, que se había percatado del casi desliz. Por suerte Ichimaru Hideki tomo la palabra.

-Gracias por vuestros presentes y vuestras palabras ¿quién iba a imaginar que estos terrenos serían tan prósperos en tan poco tiempo? -añadió con una sonrisa sibilina, mientras con un gesto de su mano la comitiva al completo comenzó a movilizarse hacía el interior.- Seréis escoltados a vuestros aposentos para que podáis refrescaros y descansar. ¡Y esta noche celebraremos! -añadió con entusiasmo, aunque luego añadió con algo de condescendencia.- Me consta que vuestro clan trabaja duramente, también merecéis disfrutar de otros placeres.

Cuando el grupo fue avanzando, Ishida se coloco al lado de Eiji, para conversar con él más disimuladamente.

-No pareces de muy buen humor, Eiji-san. -dijo ahora con más familiaridad.- Puedo recomendarte algunos locales con mujeres tan hermosas que harán que olvides todos tus problemas... -no puede evitar sonreír.- Al menos por unos minutos.

Asintió con una sonrisa falsa a su anfitrion aunque no respondio a las claras burlas del final, ni siquiera miró a su hermana o a Ishida, con un movimiento de mano ordenó que el carro fuese dejado alli para que los hombres del clan Ichimaru pudiesen dar cuenta de el y llevarlo al almacen.

Continuo detras escuchando las idas y venidas de Hideki mientras solo pensaba en poder descansar. La habitacion que le habian preparado era bastante austera, algo que tampoco le molesto. Habria sido peor engalanarla con todo tipo de lujos inecesarios. Habia preparado un baño y ropas de seda comodas para la cena, cuando se acerco a comprobar la temperatura del agua aun estaba bastante caliente asi que se desvistio listo para poder descansar del largo viaje y hacer una pausa en el tormento que le esperaba aquellos dias. Realmente queria hablar con su hermana, ver como iba todo, hablar con Ishida sobre la guerra y el arte de la espada, en definitiva desconectar un poco de la carga del poder y ver que todo estaba bien.

A los pocos minutos sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes en la puerta. Alguien llamaba. sin importarle su estado y ya acostumbrado a encontrarse en situaciones peores en su propio hogar dio permiso para entrar.

Una preciosa jovencita entro por la puerta, vestida tan solo con un kimono practicamente desabrochado ya. Roja y vergonzosa. Miraba al suelo sin saber muy bien que hacer o que decir. Eiji se levanto rapidamente con cara de enfado- Todo esto no es necesario, tapate y vuelve con tu señor, dile que Eiji estaba tan cansado que aunque agradece el regalo, dijo que no podria disfrutarlo-

La joven permanecio en silencio, sin moverse, sin poder mirar al joven señor.

- Salid de aqui!- gritó un poco mas fuerte, lo que ya hizo reaccionar a la joven para que se marchase corriendo.

El baño ya no tenia sentido, se secó de malas maneras y se puso las ropas dispuestas para el. Al bajar al salon habia decenas de invitados, gentes de todas partes del clan Ichimaru, parte de su escolta, hombres de armas y samurais, e Ishida. Aunque por protocolo tuvo que sentarse al lado de Hideki y seguir aguantando improperios con toda la calma que podia reunir. con que clase de hombres habia dejado a su hermana irse? poco tenia que ver con la boda que se habia celebrado cuatro años atras.

tras la cena poco mas tuvo que decir, Ishida se habia marchado escoltando a Sakura hacia sus aposentos, asi que tampoco tuvo oportunidad de hablar con ellos.. y aunque podia ser un detalle sin mas, aquello le molesto mas aun.

El dia siguiente paso rapido a caballo recorriendo las tierras y observando las mejores que sus antiguos enemigos habian hecho alli. Mejoras en tierras del clan takashashi pagadas con el dinero del clan Takashashi, cuando el sol caia un soldado llego a trote rapidamente hasta la posicion donde los dos señores se encontraban, entre los campos de arroz a las afueras del pueblo.

- Mi señor! mi señor! es Sakura.. ha ha desaparecido!- el hombre parecia bastante apurado, y justo detras de el un caballo paso raudo sin detenerse, era Ishida, que parecia estar haciendo honor a su promesa. Eiji no se quedo a ver que clase de sermon tenia pensado dar Hideki, y volteo su corcel para seguir de cerca a Ishida. No iba a dejarlo solo en aquello, no mientra se tratase de la vida de su hermana, no mientras la espada que lucharia por era era la de su unico amigo en aquel nido de viboras.

Ishida seguía la única pista que tenía sobre el secuestro, tan fervientemente que ni se inmuto que paso junto al grupo de su señor y Eiji, hasta que este le alcanzó. El caballo, de Ishida era de color gris, con algunas machas más oscuras, llevaba un par de alforjas y un carcaj con varías flechas. El propio Ishida llevaba a la espalda un arco corto.

-Tu caballo debe ser veloz, si ha sido capaz de alcanzar a Taifū. -dijo, el jinete claramente sorprendido. Por la velocidad de respuesta supuso que ya estaría al día.- Dicen que se la han llevado a un campamento de montaña a las afueras. Está prácticamente en la frontera que separa los territorios...

No pudo evitar pronunciar aquella frase con cierto desdén, mirando a su amigo directamente a la cara para calibrar su reacción.

-Los secuestradores, han venido haciéndose pasar por miembros de la comitiva Takahashi y se podría pensar que ha sido un movimiento organizado por el propio clan. -No quería pensar que Eiji hubiese tenido nada que ver en aquello, pero al mismo tiempo, sabía el odio que tenía su amigo por aquella situación.- Espero que entiendas que tengo que proteger a Sakura-san de todo daño incluso si este viene de su antiguo clan...

Ya llegaban a la falda de la montaña, el camino comenzaba a inclinarse hacía arriba.

O de ti mismo, Eiji, si llega el caso. Los dioses no lo quieran.

- mi corcel conoce bien estas tierras - Fue la unica respuesta que pudo dar sin intentar ofender a su compañero- No se bien quien habra orquestado todo esto... pero te aseguro que si alguna vez pertenecio a mi clan, ya no- Detuvo su caballo a la falda de la montaña, junto a un pequeño riachuelo que descendia directamente de ella, entre los arboles a pocos metros del camino.

- Sakura - corrigio - me alegra que tu promesa siga en pie - aunque no le habia gustado nada como hablaba de ella, era su amigo, pero tambien era parte del enemigo, debia cambiar aquella manera de pensar, ya no eran el enemigo - deberiamos subir por fuera del camino, buscar rastros y acercarnos al campamento por donde menos lo esperen.

No dejo que su compañero tuviese tiempo de reaccion, se dispuso a ascender por una escarpada pared de piedras, para sortear parte del camino y tener una mejor vision de la ladera.

Cuando localizó el campamento, no muy lejos, entre un saliente de la montaña y donde el rio separaba la vegetacion del abrupto terreno que empezaba a ascender habia unas pocas tiendas mal montadas, un fuego apagado hacia unas horas pero que aun humeaba y un par de guardias que vigilaban unicamente al camino. Descendió de su posicion para informar a su amigo- no seran un problema, sus caballos estan atados, por lo que no tienen pensado moverse pronto. Deben estar cansados tambien por el viaje, no hay estandartes ni nada que reivindique su alineamiento con ninguno de los clanes, parecen un grupo pequeño- señaló a la izquierda del camino- tu ve por alli, yo ire por aqui, nos encontraremos en el campamento y les asaltaremos desde los dos flancos, espera mi señal para atacar- de entre los pliegues de la ropa sacó un pequeño silvato con forma de pajaro. Despues asintio esperando lo mismo de su compañero para poder iniciar el plan.