Partida Rol por web

Todos:

Otra noche comienza. Hay muchos jóvenes congregados en las proximidades de las estación central que aúna autobuses y trenes de media y larga distancia. Otros con más edad han preferido el viaje en coches que han dejado en grandes aparcamientos habilitados en distintos puntos del extra radio de la ciudad y se disponen a tomar los autobuses urbanos o el metro. Otros tantos llevan desde medía y están cenando o preparándose para salir de marcha. No una marcha cualquiera, será una marcha friki a cuya celebración se han apuntado incluso algunas de las salas más selectas.

Dumas:

Acudes al Eliseo a escuchar noticias frescas sobre el incidente de la noche anterior; un accidente múltiple en la Nacional III justo a la entrada de Encrucijada Vieja. ¿Tuvo algo que ver con vampiros? Pronto te enteras que así es. Lawrence, el Principe, desairado porque un vástago  afincado en Picos Desolados y que todo el mundo piensa que es Gangrel, acabase con los acólitos encargados de reclamar el Diezmo, se dedicó a enviar sicarios que asustaran a los okupas de los poblados para forzar al Gangrel a asomar la cabeza y entonces darle caza. Las operaciones siempre se llevaban a cabo próximas al amanecer para tener ventaja. Los vampiros que piensan que Lawrence es un incompetente se muestran escandalizados por el mero hecho de dar palizas a los okupas ya que algo tan visible compromete la mascarada. El Gangrel no solo se enfrentó a los sicarios, humanos la mayoría pero también varios ghouls, sino que además los condujo por la Nacional III hasta la misma entrada de Encrucijada Vieja donde, probablemente con ayuda, provocó un accidente múltiple. Los que piensan que la acción del Gangrel fue un desafío premeditado están inquietos ante la posibilidad de una rebelión de anarquistas e insatisfechos. Los que no tragan al príncipe lo ven como una invitación a la revolución.

En estas aparece el Príncipe con su traje de alta costura y flanqueado por sus dos guardaespaldas principales. Su discurso es breve y sin adornos: -Algunos ven la desaparición de los antiguos como una oportunidad para atacar la Mascarada. Creen que los nuevos Príncipes son débiles y que pueden ser desafiados. Puede que otros sean débiles, pero no deberían cometer el error de subestimar mi poder. Me encargaré de que se cumplan las tradiciones. Y para ayudarme en esta tarea, a partir de esta noche contamos entre nosotros con Ethan y Boris. Dad la bienvenida a los nuevos miembros de la Camarilla. - Entonces los dos guardaespaldas se adelantan. Eran ghouls viejos dedicados a la protección del Principe. Lawrence ha hecho uso de su privilegio de crear progenie y los ha convertido en Vampiros. Puedes ver una mueca de repulsa en algunos de los asistentes, y también de miedo.

Cucaracha:

Tienes un mensaje de audio de Deal:- Hola Cucaracha. Te cuento lo que he averiguado, Oderdan alquiló un coche a mi sobrino* hace 10 días. Inicialmente lo alquiló por 20 días, pero lo devolvió esta tarde, bastante antes de lo previsto. Pregunté a mi sobrino si le notó algo raro y me dijo que nada más allá de lo normal. Ya sabes como es Oderdan, más seco que una empanada de polvorones y con la cabeza en sus asuntos. Puedes estar tranquilo, nadie ha secuestrado a tu socio. Si no te coge el teléfono es porque no lo lleva encima... o porque no quiere hablar contigo. ¿Yo qué sé? En cualquier caso, aún sigue de una pieza.

* Cuando necesitáis un coche, se lo alquiláis al sobrino de Deal, que os lo da con todos los papeles en "regla" a nombre de terceros. Máxima discreción. Si tenéis un accidente no llamáis al seguro, le llamáis a él y él se encarga de que aparezca una grúa que no hace preguntas.

Circe

Un lujoso coche con chofer te recoge a primera hora de la noche en el lugar que le indicas. En el asiento de atrás hay una joven que juega tímidamente con la gargantilla de su cuello. Un aperitivo obsequio de Johan Brost para hacer más agradable el viaje.

 El coche entra en un aparcamiento subterráneo bajo el Dawn Jones y el chofer te acompaña hasta un ascensor que se acciona con tarjeta. Al llegar al piso de destino, las puertas se abren a una amplia sala rectangular de techo alto. En las paredes hay cuadros de arte abstracto alargados que llegan casi al techo . Al fondo de la sala hay una mesa de diseño ejecutivo. Apoyado en una esquina de la mesa te espera Johan, que levanta la vista de su tablet en cuanto te ve aparecer. - Bienvenida querida. Gracias por acudir.

Después de los saludos y formalidades, te cuenta lo que quiere de tí:

- Verás, esta noche y la que viene Encrucijada Vieja se va a llenar de visitantes y yo estoy buscando un perfil de personas muy concreto, no un perfil único sino varios. Sé que eres una mujer con gran capacidad de observación y con tu destreza social no te será difícil llevar a los elegidos hasta mis hombres. Del resto me encargo yo. En unas horas estarán de vuelta con sus amigos sin sospechar qué les ha pasado.

Johan te muestra un listado de las características que busca. Son cosas sutiles, imperceptibles para el ojo no entrenado. A veces es una forma concreta del cráneo, de los cartílagos, o una particular tonalidad de piel o de ojos. Nada en lo que alguien se fijaría, pero cuando los buscas específicamente, son rasgos sumamente infrecuentes. 

Devin y Jack

Despertáis. Estáis en vuestro refugio de emergencia. Apenas tenéis espacio para moveros. Tenéis unas camisetas y unos vaqueros de emergencia para cambiaros, pero os convendría asearos y quizá conseguir ropa nueva.  

Todos:

¿Qué hacéis?

Tengo programada una noche muy ajetreada, pero ante todo tengo que visitar a mi chica favorita, Judy. No la puedo ver tanto como quisiera, y ella no me ve en absoluto, pero tengo un traje nuevo y eso es importante. Visitar a Judy es importante.

Es un elegante conjunto, cosido a mano con montones y montones de pliegues y detalles de un magnífico y espeso terciopelo azul medianoche, pantalones amplios y pinzas impecables.

Estoy en mi guarida,  y mi enorme cama es una democracia de cucarachas y ciempiés. Por herméticamente que selle las puertas, me encuentran y me suben por la piel mientras duermo durante el día. Una ducha solo consigue hacerlas retroceder. Hace unas cuantas décadas empecé a intentarlo con insecticida, collares antipulgas, pesticidas. Se vendían como de uso doméstico, pero para mí son de inutilidad doméstica. Sin embargo, hay que hacer un esfuerzo. Es importante.

Con una ducha me quito los piojos y gusanos, me seco con una toalla de rizo que saco de una bolsa de la tintorería cerrada herméticamente, me pongo mi nueva ropa de fiesta y me encamino escaleras arriba. Otra bonita noche y a la residencia de Judy se puede ir andando. Dumas se encarga de que todo esté bien con ella, y eso me alegra.

Llego a la planta de Judy y allí está ella tumbada. Un viejo cascarón sin atractivo, ni que decir tiene, pero a mis ojos todavía hermosa. Cierro la puerta y es como si me quitara un peso de encima, es como cuando en El mago de Oz las imágenes empiezan a ser en color, me convierto en algo cercano. Dejo que mi yo salga a la luz.

—Judy. Hola cariño ¿qué tal estás?.

Vuelve la cabeza hacia mí, toda ella arrugas cenicientas. Se llevó tal disgusto cuando su pelo comenzó a encanecer... Y todavía fue peor cuando empezó a caérsele. Tiene los ojos vidriosos por las cataratas, así que para ella se acabó el mirarse al espejo. Pero ahora yo ya no tengo que esconderme tampoco. Alguna ventaja tenía que tener, ¿verdad?

—Te he traído bombones —le digo—. Tus favoritos, los rellenos de menta.

Su boca se mueve un poco. Pongo la caja en la mesilla de la cama, le quito el papel a uno y se lo pongo en los labios. Mueve la boca como un pequeño bebé, empujando la golosina hacia dentro.

Yo tengo los dedos de un cadáver, podridos, agujereados, putrefactos. Las uñas como la madera que flota a la deriva. El terciopelo azul ya está sucio, oscurecido por lo que tiene debajo. Ya ha empezado a caerse a pedazos. Cuando llegue el amanecer, su aspecto será el que hubiera tenido si me hubieran enterrado con él hace diez años.

Oigo la puerta. Ni siquiera pienso en esfumarme. Tan solo desaparezco.

El enfermero es un tipo bajo, robusto, con la cara colorada. Entra sin decir una palabra, y se limita a examinar el gráfico, examinar a Judy con más o menos el mismo interés y suspirar. La cambia de postura para evitar las úlceras y me entran ganas de partirle su puto cuello por la forma en que la trata. Como si estuviera moviendo un mueble, como si estuviera levantando una caja llena de tostadoras. Sin delicadeza alguna.

Y que me quede ciego si no prueba uno de los bombones de menta, y a continuación se echa al bolsillo toda la caja. Muy bien gilipollas, hasta aquí hemos llegado.

Lleva una placa de identidad, así que tengo su nombre. Cal Cromwell. Salgo y me dirijo a la recepción, y ahí hay un horario. Acaba de empezar su turno y ya se muestra impaciente. No me gustaría verle a las... ¿cuatro? Sí, este es el turno de noche.

Probablemente no quieren que este miserable ande por aquí cuando las visitas puedan encontrárselo.

Hasta luego, Cal. Ya me encargaré de ti.

Me encamino al garaje en busca del coche. Es hora de patear un poco, llamar a unas cuantas y hacer algunas preguntas. Tengo que encontrar a Oderdan y rápido. El aire esta caldeado y enrarecido esta noche. Soplan vientos de cambio...

Las muecas de consternación del público eran evidentes incluso para el chiquillo Dumas. Él estaba sorprendido por aquellas reacciones:

—¿Cuál es el problema? —Se preguntó una y otra vez mientras miraba en derredor confiando en que un idiota necio alzara la voz desvelando aquello. Pero nadie lo era. Entonces miró a su sire quién mantenía una mirada glacial en dirección al escenario.

No tardó el príncipe en dar aquella reunión por finalizada. Había exhibido su músculo y no había más que hablar, y por el camino había lanzado un desafío abierto a aquellos que osaran desafiarle. El callejón trasero por el que la mayoría salieron del elíseo estaba atestado y muchos estaban susurrando. 

—Sire... —Comenzó el Ventrue mientras se sujetaba el nudo de su corbata, pero pronto lo comprendió. Aquí no. Entonces rectificó:

—Vamos a alimentarnos, esto me ha dado hambre. Debo tener el envío listo a estas horas.

Esta vez se trataba de una joven de gafas grandes, la moda de entre la carne andante: gafas grandes de borde dorado para dar más suavidad a la expresión. Sin embargo no era su expresión ni su rostro maquillado lo que la atraía. Era el néctar que hacía que la carótida de aquella joven palpitase con delicadeza, eso y su aura de ambición. Ambicionaban dominar el mundo y sin embargo tan sólo se trataban de su forma de comenzar el día. Hormigas bajo sus nuevos zapatos.

—Me he dado cuenta de que a los más antiguos no les ha gustado eso. ¿Qué opinas de eso? ¿Piensas igual?

- Fue raro... - Dijo Devin mientras se cambiaba de ropa.

Vestir como un pordiosero le gustaba, o más bien ni le gustaba ni le dejaba de gustar, pero en la montaña estaba cómodo. Sin embargo, en la ciudad era mejor no llamar la atención y a veces pasar por un vagabundo traía problemas. Problemas con los agentes de la ley, problemas con vagabundos de verdad y problemas con gente a la que no le gustaban los vagabundos. Vestir algo menos llamativo siempre estaba bien.

- Han estado desapareciendo mis presas. - Le contó a Jack. - Los pueblos hippies se están vaciando y creo... - Gruñó. - Sé que tiene que ver algo el príncipe. Los matones que envió a por mi estaban desalojando esos pueblos. Estaban sacando a los hippies de allí. Y me buscaban a mi también... - Se encogió de hombros mientras una expresión de hastió invadía su rostro. - ¡Me están jodiendo Jack! ¿Por qué se meten con mi forma de pasar la jodida eternidad? ¡Yo no le hago las cuentas a nadie, joder! ¿Por qué me las hacen a mi?

Devin estaba realmente enfadado. Trataba de pasar los años a su manera. Aislado y sin problemas con el resto de la civilización. Llevaba mucho tiempo así y así quería seguir. Sabía que cada cierto tiempo necesitaba adaptarse, pues las épocas cambiaban y con ello su estilo de vida también debería cambiar. Pero en ésta ocasión era el Príncipe quien le estaba jodiendo y lo más triste es que no tenía ni la más remota idea de porque.

- Creo que lo voy a quitar del medio. - Confesó. - No se como, pero voy a acabar con él. ¿Lo entiendes? ¡Va a pagar por tocar los huevos a un puto grangrel! ¿Es así o no es así? - Le preguntó a Jack.

Circe alzó una ceja antes todas aquellas "peticiones". La verdad es que una sola cosa no era nada del otro mundo. Sin embargo su juntabas todo aquello obtenías una sopa bastante curiosa. Y por curiosa quería decir más rara que un perro verde.

Esperó unos segundos antes de contestar, le gustaba dotar de cierto dramatismo a todo aquello. Con rostro completamente pétreo y una voz más fría que el hielo contestó a Johan. -Lo que me pides es raro, muy raro. Miró directamente a los ojos de Johan. -Y me da que no va a ser nada para nada bueno.

Se levantó lentamente de la silla, dejando relucir su escultural cuerpo, y empezó a caminar hacia la salida. Parecía que había rechazado de plano la propuesto del "empresario", sin embargo sin ni siquiera girarse habló.

-Lo haré. Giró levemente el cuello para mirar de reojo a Johan. -Solo espero que no me explote en el culo.

Una vez salió a la calle cogió su móvil y miró a sus contactos. ¿A quien coño iba a llamar?

—Así empiezan los líderes a convertirse en tiranos. Y cuando se ponen así las cosas, no es posible hacer negocios. —Contestó calmadamente como si estuviera hablando con un crío. Tras frotarse levemente las manos las separó dejando una separación de medio metro entre ellas.

—Podemos oponernos o podemos apoyar al tirano y crecer bajo su sombra. Y ya he decidido por los dos. —Agregó tras un par de segundos de silencio—. Lo veía venir y por eso te escogí, fuiste lo suficientemente ambicioso e idiota para oponerte al líder de tu partido. Confío en que sigas teniendo la misma ambición para aprovechar esta oportunidad que tenemos ahora. Sin embargo esto que ha pasado por sí solo no basta. Necesitamos algo más y es lo que llevo pensando todo este maldito tiempo... Esto ha sido un puto golpe de suerte pero...

Algo en el interior de Dumas hervía, sabía que no era nada orgánico porque su interior murió el día que recibió el abrazo. Era el maldito hambre que tenía toda su vida y que ahora mismo seguía sintiendo. La joven no le había saciado lo suficiente porque el tipo de hambre que sentía era otro tipo de hambre.

—Esos chiquillos, podríamos hacerles caer en desgracia. Eso mancharía la imagen de su sire... El maldito Príncipe. Joder sí, esa es buena. Debo contactar con alguien para seguirlos un maldito ghoul o alguien de confianza.

- ¡Es así, joder! – aseveró Jack mientras le chocaba el puño – Esos gilipollas de arriba, siempre diciéndonos lo que tenemos que hacer, lo que podemos o no. – continuó gruñendo – Creyéndose con el derecho a decirnos cuando saltar.

Fue cambiándose a la par que Devin.

- Pero sabes, ¿qué? Esos gilipollas no saben ni sujetarse la polla. Sin tipos como tú y como yo que hagan el trabajo de verdad, y sin esas putas ratas que van corriendo a contarles lo que los demás han hecho, no serían nadie. – continuó con su diatriba.

>> ¿Y sabes quién es la mayor jodida rata de esas? Esa puta cucaracha. – apretó el puño en el aire y si hubiera tenido algo lo habría hecho papilla con el gesto, pero en aquel cuchitril en el que apenas sí tenían espacio para moverse no había ni un triste colchón, total, cuando durante el día estás muerto no notas si tienes un colchón debajo de ti o no.

>> Así que te voy a decir lo que vamos a hacer. Vamos a salir ahí fuera – señalando con el dedo – y vamos a aprovechar este puto fin de semana lleno de piraos frikis para reventarle la cabeza a esa jodida cucaracha, para que no nos pueda encontrar y para que ese gilipollas de Lawrence tenga que salir a sacar su puta cabeza y cuando lo haga, ¡se la vamos a arrancar también! – fue aumentando en un crescendo.

>> ¿Estas conmigo, socio? – el ansia de cumplir con lo que ha dicho se reflejaba en el fuego de sus ojos. Estaba claro que iba a hacer lo que había dicho con o sin ayuda. Era la mirada de quien ha decidido que está harto de comer mierda y lo manda todo al carajo, una única apuesta al todo o nada. El tipo de mirada que era capaz de iniciar el incendio que arrasase una ciudad entera y luego bailar mientras la ve arder hasta los cimientos.

Cucaracha:

Sabiendo que Oderdan está de nuevo en la ciudad, decides ir de ruta para localizarlo. Antes incluso de hablar con el sobrino del Dr Deal, te pasas a hablar con el "pinche" para ver si tiene novedades. Lo encuentras a punto de salir de viaje, metiendo bultos en el maletero. Tiene una barba y peinado hipster y unas gafas con reflejo metálizado a pesar de ser de noche, probablemente ha tomado anfetas. Cuando le preguntas te dice:

- Sí, vi a Oderdan. Me dijo que había perdido el móvil y por eso estaba ilocalizable. Ha estado de viaje, ¿sabes?. No me ha dicho qué tiene en la cabeza pero estaba muy metido en algo... muy absorto. Tanto que no me ha dado su nuevo número y cuando se ha ido he caído en que yo tampoco se lo he pedido. Me ha dicho que no me va a necesitar por ahora, que me tome unos días de descanso y vaya a ver a mi hermana que ha dado a luz hace poco. ¡A que es genial! Si salgo ahora, llegaré cuando esté desayunando y le daré la sorpresa. Vive tan lejos que hace 6 meses que no la veo. Pero, oh, ¡Qué estúpido soy! Olvidé decirle que le habías llamado.

Ah, vino a coger un traje. Nuestro hombre quiere estar elegante.

Circe:

Johan parece tan desconcertado como interesado por tu rechazo inicial. Deja que avances un tramo y antes de levantarse el también y dar un paso hacia tí. La única salida es el ascensor y aunque la puerta está abierta, estás segura de que Johan puede cerrarlas a voluntad antes de que cubras la distancia que te separa de ellas. Ahora te das cuenta de que la estancia está diseñada para transmitir la sensación de que sus invitados son también sus prisioneros.

Cuando giras el cuello ves que está a punto de decir algo, seguramente para negociar. Al escuchar que harás el trabajo, asiente con media reverencia y una sonrisa traviesa. - Mis hombres tendrán una furgoneta cerca de tí, cada vez que localices en los locales que frecuentas a alguien que reúna las características y lo conduzcas hasta ellos, lo sedarán y lo llevarán al punto de entrega para luego devolverlo en unas horas. Es un placer hacer tratos con una dama como tú. Si puedo hacer algo por tí, estaré encantado de servirte.

- Estoy contigo. - Respondió sonriente Devin.

Le gustaba ese tipo. Tenía la determinación necesaria. Tenía los cojones bien puestos. Era lo que necesitaban esa maldita región. Un tío con cojones. Estaba cansado de ese jodido príncipe. Estaba cansado de sus tonterías. ¿Es que no podían pasar la eternidad tranquilamente y sin meterse con nadie? ¿Qué mal le había hecho él para que tuviera que enviar a sus matones a dar por culo en sus jodidas montañas? ¡Allí no había nada que pudiera interesarle!

- Vamos a darle caña a ese mojón del principito. - Dijo con determinación. - Se arrepentirá de haberse metido con un gangrel. 

—A ver, puto gilipollas —le espeto— me importa una mierda el puto bebé de tu hermana.

Lo agarro con fuerza por el cuello de la camisa.

—Tenemos un negocio. ¿entiendes? —lo zarandéo— ¿Acaso creéis que os podéis salir cuando os salga de las pelotas, así, sin más?.

Te voy a demostrar lo equivocado que estás.

Respiro profundamente, y me concentro en pensar en las trincheras, en el gas venenoso. Pienso en la luz del sol brillando en los puntiagudos cascos alemanes, en las implacables hordas austriacas y en el infierno de la tierra de nadie. Mis ojos se clavan en los suyos y le transmiten todo ese horror.

—Vas a ayudarme a encontrar a Oderdan o seré yo quien vaya a darle una sorpresita a tu hermana.

El pinche intenta hablar, balbucea y luego se calla. Está algo desconcertado. Esta nervioso, aterrorizado, y no sabe muy bien por qué. Está intentando decirse a si mismo que no hay ningún motivo. No lo consigue...

Circe dejó ir un pequeño suspiro.

-Tan solo déjame trabajar a mi manera y todo irá bien. Sin embargo si que había algo que podía hacer. Bueno, más bien decir. Se retiró el pelo de la cara y habló con una cadencia que derretiría al más frío de los hombres.

-Los dos sabemos que una mierda bien grande está apunto de explotar en esta ciudad. Sacó un cigarrillo y lo paseó por entre sus dedos. -También los dos sabemos que podemos sacar tajada. Quizás tengas éxito pero ¿No querrías tener más? ¿No querrías no tener que pedir nada?

Fijó sus ojos claramente sobre los de su interlocutor. -Porque yo sí. Así pues ¿Quieres que está ciudad sea nuestra o prefieres continuar con un relativo éxito? Ahora sería el mejor momento.

La verdad es que aunque hablaba en plural Circe siempre pensaba en singular.

—¡Rach! —Exclamó para sus adentros Dumas, tras valorar brevemente los candidatos que tenía más a mano. 

Raquel se llamaba realmente pero insistía en que la llamara Rach como sus amigos lo hacían. Estaba emperrada en que la tratase como su amiga y eso que no quería serlo, en realidad era una solución de emergencia. Un día cucaracha se retrasó, la verdad es que el maldito desgraciado se fue de viaje y su maldita putilla que tenía que haberse encargado de que no pasara hambre la cagó. Lo mataron al muy idiota, sin embargo Dumas desconocedor de eso tuvo que acabar saliendo de caza a la desesperada, le llevó una semana quitarse aquel mal sabor que se le quedó en la boca. 

Así conoció a Rach, la siguiente presa que le trajo Cucaracha, sólo que esta vez optó por ghouilizarla con la promesa de enseñarla un producto muy bueno. Si un día la cosa se retrasaba, sólo tenía que llamarla... Su solución de emergencia.

Tardó una hora en llegar, apenas unas pocas palabras fueron intercambiadas. Debía seguir a uno de aquellos malditos desgraciados para ver en qué ambientes se movería, tarde o temprano se alimentaría. Y un maldito smartphone identificándolo le delataría como un maldito idiota que violaba las propias reglas como el príncipe.

—Eso azuzaría la rebelión. —Resolvió Dumas con una sonrisa.

Cucaracha:

Al agarrarlo por el cuello de la camisa las gafas del "pinche" (Thomas a partir de ahora) se ladean quedando un cristal sobre su frente y el otro sobre el pómulo, por lo que ve todo lo que expresas con tus ojos sin el menor filtro. También tú ves lo que expresan los suyos y ¿Sabes qué? Es posible que Thomas se haya cagado en los pantalones. Su mirada es la de alguien que se ha cagado en los pantalones, el olor, bueno con lo cabreado que estás es probable que el olor que emana de tí lo enmascare todo, así que el olor no es un dato significativo. Reconoces que quizá no lo ha hecho, pero su mirada es la de alguien que se acaba de jiñar por las patas abajo.

Después de unos momentos sin poder hablar, arranca a balbucir como puede- Sísísísí.... o sea nonononono, vamos que no me voy hasta encontrar a Oderdan nonononono , esto, que no me voy. Y que te ayudo a buscarlo ... o ... a lo que tú digas. Que yo hago lo que tu digas o sea que sísísísí. O sea... que ... ¡Oye! ¿Por qué no entramos dentro y buscamos en sus cosas que se ha dejado a ver que encontramos. ¿Sí? o sea ¿por favor? o sea... 

Te lleva a una maleta de Oderdan que pidió prestada a Thomas antes de salir de viaje. Allí hay algo de ropa usada que con las prisas no se ha molestado en recoger, algunos bárturos y lo único que significativo es una bolsa de deporte con revistas y artículos científicos recientes que tratan de Parálisis Cerebral* y Terapias génicas, en concreto de CRISPR. Miras a Thomas en busca de una explicación y el se encoge de hombros, no tiene ni idea del interés que puedan tener esos papeles.

¿Qué estará tramando Oderdan? Y sobre todo ¿Qué haces?

Circe:

Johan deja entrever la sorpresa que le produce tu propuesta. Su expresión dura solo un instante, imperceptible para el ojo humano, pero tus sentidos están más despiertos. Con habilidad torna su sorpresa en una expresión de complacencia alargando levemente la sonrisa que tenía dibujada.

-No sé si comprendo lo que me pides. Yo soy el Señor de este pequeño castillo-  dice extendiendo los brazos con las palmas hacia arriba y acompañándose de un pequeño movimiento circular para hacer referencia al lugar al que estáis y al Daw Jones por extensión- puede que sea un lugar diminuto en el mundo, pero es suficientemente grande para mí. En mi castillo, soy una especie de rey. Y tú también lo eres a tu manera, todo el mundo sabe que Circe reina en las noches de Encrucijada Vieja. No hay otra igual como tú, más sublime, más misteriosa y seductora. No tienes rival y por eso he acudido a tí. Y sin embargo quieres más. ¿Qué es lo que quieres?¿Quieres ser quien suceda a Lawrence?¿Quieres ser el príncipe de la ciudad?

Vuelves a ver esa expresión divertida en su rostro y esa entonación que deja el final del discurso a mitad de camino entre una pregunta y una oferta.

¿Qué haces?

Dumas:

¿Quién puede negarte un favor? Y menos aún tu ghoul, Rach, atada a tí tan sin remedio a pesar de tu desdén. Se hace un poco la dura- Me debes una, Dumas- Te dice, ¿pero cómo va a pedirte algo a cambio si está como loca por que le demandes algo y así poder complacerte? 

Se despide de ti con las instrucciones claras. Seguir a los dos recién abrazados, esperar a que tengan hambre o algo haga asomar sus bestias, entonces espolearlos y grabar. Rach es una aprendiz de halcón de la política, sabe asumir los riesgos adecuados, sabe mancharse las manos justo lo necesario, tiene un instinto que le dice cuando actuar para que un pequeño golpe provoque un alud. Es eficiente, eso lo sabes. Será fácil como tomar un desayuno. - No te fallaré- Te dice al despedirse.

Ya has echado la bola a rodar y a su debido tiempo derribará los bolos; mientras tanto ¿qué haces?

- ¡Sí, joder! – afirmé poniéndome en pie.

- Pues vamos con lo primero, esa puta Cucaracha. Creo que el estirao de Dumas tiene tratos con él y me debe una. Le llamaré para que organice una reunión y luego no se presente. Cuando lo hayamos quitado de en medio verás como sale el cabrón de Lawrence para hacer el numerito de power príncipe. – dije sonriendo con el teléfono en la mano listo para llamar al ventrue.

—Ya lo creo que no me fallarás... Rach. —Agregó rápidamente, casi vomitando las palabras con la única intención de decirle a su ghoul lo que estaba deseando escuchar. Y alguien motivado haría su tarea con más ahínco aunque fuese por unas razones diferentes a las que el Ventrue necesitaba. 

Dumas sonreía para sus adentros mientras veía a la joven alejarse en la oscuridad.

Habían sido sembradas las semillas de la discordia, ahora tan sólo quedaba esperar para cosechar los frutos. Dumas era especialmente nervioso y no gustaba demasiado de ese tipo de tareas, sin embargo afortunadamente siempre tenía algunos asuntos entre manos que lograban tenerle entretenido toda la noche y que evitaban que pensara en demasía en aquella pelota que había dejado en tejados de extraños.

Sería un buen momento para llamar a Cucaracha, aún se sentía en deuda con ese feo Ghoul, cierto era que le suministraba alimento, pero el Ventrue prefería invertir las tornas y que fuese el propio Cucaracha el que le suministrase su comida por estar en deuda con él. Siendo como acostumbraba, alguien tan importante en el submundo... Seguramente estaría en medio de algo.

Dumas descolgó su móvil y llamó: un tono, dos, tres... Es posible que no lo cogiera. De pronto se escuchó una voz al otro lado de la línea:

—Cucaracha... Estaba tranquilo esta noche y te llamaba para ver si podía pasarme por allí, estoy seguro de que estarás en medio de algún negocio interesante.¹

Devin volvió a pensar en aquello. No tenía nada en contra de Cucaracha, pero si era el escollo que tenía que salvar para acabar con el Príncipe y por ende con sus problemas, aplastaría a esa cucharacha con la suela de su bota. A veces algún inocente debía caer en pos de un beneficio mayor. Y que Devin Morrow pudiera vagabundear en paz por sus jodidas montañas, era para él un tremendo beneficio.

- Tú me guias, Jack. - Le dijo entonces a su camarada. - Yo me muevo mejor entre rocas y árboles. Detesto este sucio estercolero lleno de necios que van de un lado para otro persiguiendo lo que creen que es la felicidad. 

Si, Devin odiaba estar en Encrucijada Vieja. Hacía más de tres años que no ponía un pie en sus calles y todo había cambiado bastante más de lo que la gente de a pie había percibido. Incluso olía diferente. Olía a cambio y eso a Devin le motivaba, pues sabía que no podía perder la oportunidad de lograr su objetivo.

- Oye... - Le detuvo antes de salir. - ¿Tú y yo solos? - Preguntó. - Igual necesitamos a alguien que nos introduzca. Algo me dice que la zorra asiática estaría muy contenta de derrocar al príncipe. - Sonrió. - Circe sabe moverse y tiene contactos. Es ambiciosa. Sin duda le gustaría asumir el trono de Lawrence... - Dejó caer esa idea. Puede que a Jack le convenciera o puede que no. Él decidía. Al fin y al cabo, le había pedido que fuera su guía y respetaría su opinión. Jugaban en su campo.

Todos: 

De algún modo u otro os enteráis del parón en la línea 5 de metro, el hecho de que haya ocurrido precisamente la noche de mayor afluencia de personas ha generado un enfado colectivo y que la noticia se extienda con rapidez. Por lo visto una mujer se ha arrojado a las vías cuando el metro estaba entrando en la estación. La mujer era una joven promesa de la política llamada Raquel Valdeluz y ha muerto en el acto. El frenazo de emergencia ha provocado decenas de contusionados aunque ningún herido. Podía haber sido una verdadera tragedia, pero por fortuna solo hay heridos leves.

Varios testigos oculares afirman que la mujer que vestía un traje ejecutiva estaba sola y parecía serena, aunque taciturna. Al aproximarse la cabeza del metro, avanzó hacia la vía sin que nadie reaccionase debido a lo inesperado de la situación.  

El servicio de metro se ha restablecido con normalidad y las autoridades han abierto una investigación para esclarecer los hechos. John, ¿Nos encontramos ante una epidemia de suicidios?¿Qué lleva a alguien con la vida por delante a tomar una decisión tan drástica? No contestes todavía, antes unos consejos publicitarios...

Tras ojear por encima las revistas las tiro al suelo con desdén. Se de que va el tema; el despojo del hijo del cocinero está interfiriendo con su estúpida parálisis cerebral. La próxima parada será una visita a la familia de Oderdan. Sonrío, pero la vibración del móvil en el bolsillo interrumpe mi momento.

Miro la pantalla. Es Dumas.

—Estoy metido en algo, pero no es un negocio y dista mucho de ser algo interesante —respondo con especial desgana—. ¿Qué necesitas?. Ve al grano, no me jodas. Un tío como tu no hace visitas de cortesía.

Por el rabillo del ojo veo a Thomas. Está ahí de pie junto a la bolsa de viaje, y estoy seguro que está deseando salir corriendo con todas sus fuerzas, aunque es incapaz.

Coño, ¿tenía cera en los oídos el peludo? ¿Pues no le había dicho ya de llamar a Dumas?

- ¿Qué Circe? – pregunté enarcando una ceja – Nah, ella no se relacionaría con una rata como Cucaracha, en cambio Dumas… puede que vista mejor, pero es otra rata… - dije con una mirada cargada de intención - Mejor dejamos a Circe tranquila… Seguro que la necesitaremos para salir de aquí y conoce a un montón de gente – fui hablando mientras buscaba el contacto de Dumas en el móvil y marcaba – Pero no esperes que ninguno de esos dos se manche las manos…