Partida Rol por web

Wrugger entró en la estancia y observó detenidamente al elfo, no pudiendo disimular su atención. Era la primera vez que veía a uno de su raza y no quería perder detalle.

Dejó interactuar a Grimwald, pero no pudo reprimir un gesto de sorpresa cuando puso en duda la existencia de la raza.

¡Pero si ÉL es un elfo!

Y casi da un respingo cuando oyó tintinear la bolsa pues no parecía que Eli'r fuera de los que necesitan mucho dinero para vivir feliz, por lo que se veía en la sala. Wrugger esperaba que no se ofendiera por la insinuación de su compañero.

Ometar sonreía. Tras largos años deambulando por los bosques por fin veía un elfo. Siempre pensó que si alguna vez veía uno sería una visión furtiva en el bosque, algo de lo que alardear junto a unos amigos y unas cervezas en cualquier posada. Pero no, había sido muy sencillo... "sí, aquí vive un elfo..." y ya estaba.

Cuando Grimwald preguntó acerca de la existencia de los elfos, Ometar tuvo que aguantar una carcajada. "Espero que te responda que no, que no es más que un fábula solo por ver qué cara se te queda". Los panecillos parecieron una buena idea, pero el curtido explorador tenía sus dudas acerca del ofrecimiento del dinero.

Su compañero era el que tenía la voz cantante, así que le dejó hacer mientras contemplaba el anciano rostro con curiosidad, no pensaba que los elfos envejecerían pero ante él se hallaba la prueba que sí.

Ya suponía que muchas cosas que daba por sentado acerca de los mismos seguro que eran falsas. Tenía mucha curiosidad y esperaba la respuesta de elfo.

Ojalá tuvieran suerte y además pudiera darles alguna dirección o pista para encontrar a sus congéneres.

Eli´r miró a Grimwald primero y luego al resto de la compañía. 

- Siéntense ustedes si lo desean también - Dijo refiriéndose a los que todavía estaban de pie. El elfo por su parte retiró la silla lentamente, arrastrándola por el suelo y al igual que quien así lo quisiera tomó asiento. 

- Verá - Comenzó hablando ahora si a Grimmwald. - Sobre la existencia de los elfos, me temo que tendrá que descubrirlo usted mismo. Es algo que un anciano como yo no puede decirle. Ha de verlo por sus propios ojos - Alargó la mano hacia la bolsa de pan, haciendo caso omiso a la bolsa de monedas de oro a la que había golpeado el hombre. - ¿Puedo? - Dijo mientras cogía una pieza sin esperar confirmación.

- Respecto a las historias de los elfos. Puedo contarles lo poco que recuerdo - Dijo después de tragar uno de los pedazos. - Verán, como podrán apreciar, o bien soy un elfo... o bien me hago pasar por uno. Eso ya lo dejo a la discreción de cada uno. Para la historia proseguiré como si realmente fuera uno de ellos. - 

El hombre se levantó y se acercó a la cocina. Cogió varios vasos de barro, una bolsita cerrada y una gran jarra y las acercó a la mesa en silencio, dejando que este fuera acrecentando la tensión de esperar la historia. Luego la sirvió. Cada vaso lo llenó hasta un poco más de la mitad. El líquido era verde claro, con una ligera capa de espuma en la parte superior. - Es té - Dijo finalmente sirviéndose en su copa. Dio un largo trago y dejó el vaso en la mesa de nuevo mientras volvía a sentarse. Dejó la bolsita que todavía no había abierto a un lado.

- Bien, no es que sea una historia muy larga. Así que no se preocupen por que les pueda robar mucho tiempo. - Se aclaró la garganta y carraspeó u poco. - Hace aproximadamente setenta u ochenta años yo era un elfo ya adulto y maduro. Vivía con el resto de mis hermanos y probablemente con mi familia. Era un elfo algo atípico, pues el secretismo reinante que regía nuestra sociedad para con los humanos no era algo que fuera demasiado conmigo. Era más de la opinión que debíamos abrirnos a los humanos, que si les contábamos nuestra misión secreta quizá ellos incluso podrían ayudarnos. - El anciano sonrío.

- Bien, fui al gran consejo a pedir permiso para desvelarme al mundo y revelar nuestra existencia. En función de como fuera la reacción de los hombres, podría decidir si realmente merecería la pena o no conducirlos hasta nuestro hogar. - Los ojos del anciano se humedecieron un poco, y dio otro sorbo a la bebida, esta vez algo más corto.

- No fue bien aceptada mi propuesta. De hecho fue temida. Todavía no recuerdo demasiado bien los siguientes días la verdad. Solo se que se decidió que mi pensamiento era demasiado peligroso para la comunidad y que si quería ir con los humanos sería sin información acerca de mi propia raza. - Eli´r abrió las manos mostrando su pequeño hogar y aprovechó para dar otro bocado antes de proseguir.

- La magia de los elfos es poderosa y extraña para los hombres, pues emana de un lugar diferente al que usáis vosotros para extraerla. Por ello pueden hacer cosas que los humanos ni siquiera pueden pensar. Entre otras cosas son capaces de borrar de forma selectiva recuerdos de aquellos que tengan tal deseo. - Su rostro se volvió algo triste. - No se porque lo haría, solo puedo suponer, y sin llegar a tener la certeza de que sea correcto mi pensamiento. - Imagino que aceptarían con la condición de borrarme todo lo que sabía de mi propia raza, como regresar, como encontrar a mi familia. Imagino que la reacción de los humanos no habrá sido la esperada, pues quiero creer que si hubiera sido acertada, mis hermanos se hubieran mostrado ante todos - 

El elfo guardó silencio, recuperando un poco el semblante, mirando uno por uno a todos hasta terminar en Grimwald. - No se si es la historia que estaban buscando, pero es la que humildemente puedo ofrecerles -

Tras el relato del elfo, Ometar se había quedado bastante serio.

- Hay algo que coincide tanto en la canción de Ariel como en el relato de Eli´r y es que esos elfos, si existen, tienen una capacidad realmente impresionante para borrar los recuerdos.

Observó el diario de Grimwald.

- Sería bueno que reflejases todo lo que pase en ese diario, pero también que lo mantengas en la medida de lo posible oculto de la vista de los elfos si es que llegamos a encontrarlos. Describe todo lo que nos pase, pero hazlo sigilosamente. Si nos borran las memorias podría servirnos como base para recuperarlas.

El experimentado montaraz sabía que las personas que han perdido parte de su memoria a veces consiguen recordar si encuentran "un punto de apoyo", algo que despierta de nuevo sus recuerdos. El diario podría serlo.

- Y que no quieren que los encontremos. Lo cual es un problema.

Con calma se dirigió a Eli'r

- Está claro que no tuviste suerte. Y eso te privó de tu familia, lo cual debió ser muy duro, no sólo para ti si no también para ellos. Es posible que incluso se hayan puesto en contacto discretamente contigo, te observen al menos o hayan intentado ayudarte en estos 80 años. ¿Has notado algo así? Quizá podrías darnos alguna pista de algún mecanismo para dejarles un mensaje, algo que vean y escuchen aunque no se nos muestren.

Al finalizar pareció acordarse de otra cosa, aunque dudó si preguntarla al final no pudo reprimirse.

- Has mencionado la misión secreta de los elfos, luego eres conocedor de que tienen una, pero ¿la recuerdas?

Harald vio al anciano elfo asombrado por sus orejas picudas, cuando le ofreció que se sentaran Harald así lo hizo abrió también sus panecillos de la bolsa y los ofreció. Bebió del té que les dio el anciano y tomó uno de sus panes comiéndolo mientras escuchaba la historia del elfo. - Asombroso, dijo para después escuchar la opinión de los demás, después él también habló: - señor he visto que en su jardín tiene numerosas plantas, algunas conozco y otras no, por tanto veo que usted es un entendido al cultivarlas en su jardín, como herbolario que es, ¿no podría diseñar alguna mezcla de plantas para recuperar sus recuerdos? Dijo Harald curioso por el tema y por la magia de los elfos.

- Tu no encuentras a los elfos me temo - Dijo Eli´r - Ellos serán quien os encuentren si así les interesa. - 

Negó con la cabeza ante la pregunta de Wrugger. - Me temo que no, con el paso del tiempo vienen fugaces recuerdos, pedazos de memoria que regresan, aunque no tengo la certeza de que sean reales o no. - 

- Entonces. ¿Tenéis intención de ir en su busca? - Prosiguió al escucharos hablar del diario y de que lo mantuvieran escondido. - Si es así quizá si que pueda ayudaros de alguna forma. - Miró la bolsa que había dejado sobre la mesa. - Esto son polvos de Alfinca. Una planta que cultivo yo mismo en mi jardín - 

- Me temo que no podrán hacer que mis recuerdos sean recuperados, o los de nadie - Negó dirigiendo su mirada a Harald y abrió la bolsa y cogió un pellizco, echándolo en el interior de su taza de té y tomando todo el contenido del mismo. - Sin embargo, si os encontráis con los elfos y su magia, esto os servirá para poder identificarlos con mayor facilidad e incluso os ayude a resistiros a ella, o puede que no os afecte tanto como ellos quieran. Tratarán de ocultarse usando sus habilidades. Si estáis lo suficientemente cerca quizá veáis algo. Una extra vibración, un árbol que pierde color y se vuelve traslúcido... Si eso ocurre os encontraréis muy cerca de ellos. Es muy probable que incluso os estén viendo, y escuchando. - 

- Gracias, señor. Ha sido de gran ayuda, pues no sabemos nada de su raza.

Wrugger no estaba decepcionado, tenían información muy valiosa y quizá algo de ayuda. Se levantó, ajustó sus ropas y se acercó al elfo.

- Y ahora debemos partir, los elfos nos encontrarán si lo desean, así que lo mejor es que puedan hacerlo cuanto antes. Si tiene algún último consejo...

Esperó la respuesta del anciano y después hizo un marcial saludo y se dirigió a la puerta de la cabaña

Ometar imitó la acción del elfo y tomo un pellizco de aquellos polvos y los diluyó en su té antes de tomarlo. Tenía un extraño regusto pero no era del todo desagradable.

Habían terminado allí. Ometar se levantó siguiendo a Wrugger e hizo una pequeña reverencia ante el elfo.

- Muchas gracias por su tiempo y sus atenciones. Me conformaría si al encontramos con sus congéneres sean la cuarta parte de hospitalarios que usted.

Sin más siguió a su compañero. Una vez salieron de la propiedad, Ometar observó el bosque que prácticamente circundaba el pequeño pueblo.

- Sin más guía será ciertamente difícil encontrar algo ahí, y si los elfos existen no creo que sean de los que dejan rastros. Quizás resulte arriesgado, pero hasta ahora se han limitado simplemente a borrar la memoria de los que les encuentran. Personalmente me gustaría que nos internáramos en lo más profundo del bosque y acampáramos en el primer sitio que encontremos que sea cómodo y con agua.

- Eli´r tiene razón, no los encontraremos, ellos lo harán con nosotros si quieren. Si acampamos en su territorio no creo que lo dejen pasar. Por otra parte, seamos muy respetuosos con el bosque. De hecho, no cazaremos si no es necesario, hoy tenemos comida de sobra. Me gustaría que no nos vieran como una amenaza.

- ¿Qué os parece?

Ometar estaba listo para la marcha, mochila al hombro y con una sonrisa en la cara, a fin de cuentas regresaba a sus amados bosques.

Harald también invitó al elfo a que echara un pellizco de aquella planta en su té y se lo bebió hasta la última gota. Después se limpió con la manga, ya que en su hogar no había aprendido nada de los formalismos y modales de la nobleza como así hacia notar en sus rudas costumbres. - Muy bueno señor, gracias por su hospitalidad, ahora debemos de partir... podría decirme como se dice amigo en élfico, quizás sea una majadería mía pero si por si acaso nos atacan sería bueno saber una palabra para decirle que venimos en son de paz. 

- Mellon - Dijo Eli´r sonriendo y haciendo un gesto con la cabeza mientras recogía los vasos. Todos a excepción de Wrugger habían bebido, pero el elfo no insistió para que este lo tomara. Tampoco os acompañó a la puerta, quedándose en el interior de la casa.

El siguiente paso era internarse en el bosque...

Sin más plan que adentrarse en el bosque por ahora los cuatro pusisteis rumbo al bosque. Nada más adentraros en él la luz descendió un poco, no era demasiado, pero lo suficiente para que el paseo fuera agradable en lugar de bajo un sol de castigo. El sonido de los animales y el viento os rodeó desde casi el mismo momento en que entrasteis. 

Poco a poco, conforme avanzabais, notasteis como la temperatura bajaba un poco y la luz escaseaba cada vez más. Además, el bosque comenzaba a hacerse más frondoso y los lugares que podríais identificar donde acampar cada vez eran más escasos. Quizá sería buen momento para encontrar un buen lugar para ello...

Según iban avanzando hacia la profundidad del bosque, éste se iba cerrando y hacía más difícil el continuar el camino, incluso para Ometar que estaba acostumbrado a ello.

Se estaba haciendo tarde y los buenos sitios para acampar escaseaban cada vez más, al final el explorador encontró un pequeño claro alrededor de un tocón, posiblemente un árbol caído en alguna tormenta tiempo atrás, que, sin ser nada del otro mundo, les permitiría descansar.

- No es un gran sitio, pero realmente es complicado pasar la noche en este bosque. Sería bueno evitar hacer fuego, llevamos los panes que hizo Ariel que podemos comer sin necesidad de calentarlo o bien hacemos una pequeña lumbre y lo tostamos un poco. Prefiero la segunda opción, si hay elfos ya saben que estamos aquí. Un fuego pequeño no es algo alarmante en este pequeño claro y, de alguna manera, hará ver que no somos enemigos que vamos ocultándonos.

- Pero decidimos entras todos.

Raban descargó su mochila y sacó su manta dejándola preparada. Inmediatamente después empezó a buscar un poco de leña por los alrededores. El bosque era tan frondoso fuera del claro que no suponía ningún problema.

- Me gusta este bosque es grande y frondoso... su temperatura baja, y se está muy a gusto, ¿los elfos ven en la oscuridad total? Argumentó a los demás compañeros.

Escuchó hablar a Ometar, - No sé no creo que sea buena idea el fuego no es buen amigo del bosque, y si los elfos viven en el bosque no creo que les guste que se haga fuego aquí, además somos visitantes, no deberíamos trastocar su fauna sin su permiso, podemos aguardar hasta mañana no necesitamos fuego con arroparnos bien basta, yo también soy explorador y sé lo que digo. Dijo Harald dando su punto de opinión pues aunque era analfabeto sabía de los bosques. 

- Hacer un fuego para pasar la noche no va a ofender a nadie. Ellos seguro que lo hacen también. No estamos violentando ni siendo descuidados.

Una vez decidido el lugar, Wrugger ayudó a recoger algo de leña y rodeo el improvisado campamento varias veces, cada una con un poco más de radio que la anterior, explorando los alrededores y detectando las zonas que podrían ser problemáticas y buscando las posibles estrategias defensivas.

- Supongo que haremos guardias. Haré la que mejor queráis. - extendió su capa en la zona sur, en diagonal a la hoguera, la cabeza más cerca que los pies. Colocó su petate junto a la cabeza preparando el lugar para descansar y colocó sus armas a un costado.

Grimmwald finalmente se posicionó del lado de Ometar y Wrugger. El fuego, aunque pequeño fue suficiente para calentaros; y el lugar que habíais encontrado resultó ser bastante cómodo y confortable, y las guardias fueron tranquilas y sin altercados.

A la mañana siguiente fueron los rayos del sol que se abrían paso entre el ramaje y las hojas de los árboles lo que os despertó. El rocío de la mañana había dejado ligeramente mojada la hierba y las plantas de vuestro al rededor. Recogisteis y os pusisteis de nuevo en marcha hacia ningún sitio en concreto, pero con un objetivo bien definido.

No fue hasta justo antes de la hora de comer que encontrasteis en el camino un árbol caído. No parecía que hubiese caído de forma natural. No parecía que estuviese cortado de forma natural, pues pudisteis apreciar que la base no se había partido, sino que había sido talado.

- No sois bienvenidos a las tierras de los elfos - Escuchasteis de algún lado que de primeras no supisteis identificar...

Al final el sitio fue incluso cómodo y el pequeño fuego no causó ningún alboroto. Haciendo caso de su compañero, Ometar se cuidó muy mucho de mantener el fuego a un nivel muy bajo. A la mañana siguiente, bien descansado, enterró los restos de la fogata tras asegurarse de que estaban bien apagados.

El día parecía tranquilo hasta que un obstáculo en el camino bloqueaba el paso y una voz recriminaba su presencia... ¿elfos? Quizás habían llegado a su destino.

Con mucha cautela y movimientos lentos dejando siempre que se vieran sus manos libres Ometar se giró sobre sí mismo mientras observaba con profundidad cada árbol y rama de los alrededores.

- Somos amigos - respondió - Solo queremos entregar un mensaje.

Wrugger se giró de inmediato hacia donde creyó que provenía la voz.

- No estaremos mucho tiempo si nos permitís entregarlo con celeridad...

Y sobre sí mismo, tratando de controlar el entorno.

- ...y asegurarnos de que habéis leído y entendido las palabras de nuestro señor

Y de nuevo hacia aquel lado donde parecía ocultarse el ser que había hablado. El hacha seguía en su funda, pero Wrugger estaba preparado para usarla.