Partida Rol por web

Uno a uno los bandidos fueron cayendo. Grimwald fue el que acabó más perjudicado, sentándose en el suelo después de aquel combate para tomar aire y recuperar el aliento. El fragor del combate había terminado, y el sudor comenzó a entremezclarse con la sangre de quienes estaban heridos. 

Estaba claro que aquellos asaltantes no eran elfos. En sus bolsas encontrasteis algunas monedas de oro y a no más de doscientos metros un pequeño campamento con comida para varios días más. Había una pequeña hoguera apagada y tenían espadas y arcos tirados en un lateral de una tienda.

Podríais pasar allí la tarde y la noche, comer y  recuperaros. O quizá no había tiempo que perder, y seguiríais vuestro camino de inmediato, cogiendo de aquel campamento solo lo necesario y esencial.

Wrugger dio una patada en el pecho al hombre que se arrodillaba ante él para lanzarlo al suelo y una vez allí clavó el hacha en el pecho en un golpe seco que partió varias costillas*.

- Acabemos con esto. - después se dirigió a Grimald - Esa herida tiene mala pinta, pero yo no puedo ayudarte más allá de limpiar la herida. ¿Alguien sabe de ungüentos o brebajes curativos? Quizá podría echarle un vistazo.

Una vez llegaron al campamento se aseguró de que el fuego estuviera bien apagado, amontonó los cuerpos y los cubrió con piedras y restos vegetales, a falta de utensilios para hacer un hoyo; recogió las pertenencias de los bandidos y las amontonó junto a la tienda.

Con todo recogido, cogió el petate con la comida, una espada y un arco.

- Si queréis alguna de estas armas, sobre todo los arcos sabréis usarlos mejor que yo, pero si van a quedar aquí me llevaré alguna, aunque sea para venderla en el pueblo. Y ahora, si el herido está en condiciones, creo que deberíamos continuar.

Harald miró la herida de Grimwald por si podía hacer algo para mejorarlo, - yo sé algo de curación puedo intentarlo... 

Después tomó su parte de comida, - creo que podemos distribuirnos las raciones de manera equitativa, yo sé utilizar el arco cogeré uno para ver si es mejor que el mío. 

Ayudó a Wrugger con los muertos... - deberíamos vender todos estos objetos cuando volvamos, estoy de acuerdo. 

Cuando Wrugger dijo de seguir... - Me parece bien estos truhanes si han acampado aquí y no han visto a los elfos quiere decir que deben de estar más adentro del bosque.

Ometar observó el campamento y reaprovisionó provisiones, así no tendría que preocuparse por la comida mientras estuviera en el bosque. El dinero vendría bien y ya no le hacía ninguna falta a los muertos.

Contempló las armas, calibrando si alguna era mejor que lo que portaba sin decidirse a tomar alguna.

- Hay que ver esa herida - Harald no parecía que se aclarase mucho - Déjame ver.

El curtido explorador no era médico, pero al menos le limpió un poco la herida a su compañero para que no se infectara.

- Tu dirás si seguimos o volvemos al pueblo a que te curen bien. - No iba a exponer a un compañero herido a una exploración en mitad del bosque. Subió el tono de su voz, no demasiado ya que si habían elfos estaba claro que ya estarían más que enterados de lo que había pasado.

- Si me escucháis, elfos, venimos en son de paz y mi amigo necesita ayuda. No venimos a hacer daño ni a vosotros ni al bosque.

Se sentía un poco ridículo alzando la voz en mitad de la nada, pero ¿y si....?

- Sigamos - Dijo Grimwald después de recuperarse un poco y descansar unos minutos. Un poco de agua y algunos cuidados poco hicieron, aunque reconfortaron a vuestro compañero, que decidió seguir. No era el momento de volver. No tenían tiempo que perder. Todavía quedaban algunas horas para la noche, y el bosque aguardaba vuestro camino.

Poco a poco el bosque se fue haciendo más y más denso, hasta que en un momento dado, casi sin daros cuenta estabais en una zona bastante oscura. Las copas de los árboles dejaban pasar escasos rayos de sol que dibujaban sus doradas líneas en el polvo ambiental, y aunque vuestros ojos se acostumbraron en poco tiempo hacía falta forzarlos para poder ver más allá de diez o doce metros.

Un leve sonido, un susurro en aquella oscuridad llegó a vuestros oídos. Era algo incomprensible, quizá incluso no era ni siquiera una forma de comunicarse. El suelo parecía reblandecerse ligeramente, aunque no parecía que hubiese agua o barro que lo produjeran...

Poco a poco fueron profundizando en el bosque... hasta que escucharon algo que no podían catalogar como sonido o voz, pero el suelo se resblandeció sin haber agua ni charcos. Era un fenómeno muy raro en un momento en que los árboles copaban el cielo no dejando ver su exterior.

El camino continuaba, y para cuando os disteis cuenta comenzasteis a sentir como los pies se pegaban al suelo, costando cada vez más despegarlos del mismo. En un momento dado puede que incluso pensarais en daros la vuelta, pero para cuando eso ocurrió a vuestro al rededor solo pudisteis contemplar que estabais rodeados por aquella pegajosa sustancia.

Poco a poco comenzasteis a escuchar más alto aquel sonido, ahora podíais identificar que quizá pudiera ser de patas o pies, puede que incluso de algo que se arrastra por el suelo. Seguía siendo realmente incierto. Unos blanquecinos filamentos comenzaron a aparecer a vuestro alrededor. Bajaban desde las ramas y los troncos al suelo, desde las piedras y entre los propios árboles. 

Si no fuera por su excepcional grosor y tamaño, dirías que se trataba de algún tipo de tela de araña...

En un momento dado, durante el camino y antes de que empezaran a aparecer aquellos filamentos blanquecinos algo llamó tu atención. Fue entre una sensación, una corazonada y lo que te pareció un lejano destello, que quizá pudo ser el último rayo de un sol que se estaba terminando de ocultar, una antorcha o una mera alucinación de aquel extraño lugar.

_ ¡ Quietos ! - Estaban rodeados por aquellos hilos - No moverse mucho, hay que retroceder lentamente y no tocar las fibras.

Posiblemente ya sea tarde para retroceder pero al menos intentaría hacer frente a lo que viviera. Tenía la ballesta en la mano, cargada y lista para disparar.

- Arriba, hay ruido por arriba.

Intentaba buscar el origen de ese ruído.

- ¡Mierda! ¡Parecemos reclutas! - somos reclutas novatos en realidad en este bosque, pensó Wrugger.

 - Hemos caido en la trampa de alguna criatura y no le dejaré convertirme en su comida facilmente.

Sacó la daga y trató de retroceder con cuidado mirando hacia arriba cada poco, navaja en mano por si tenía que cortar aquellas cuerdas... sin perder su arma si aquello también era pegajoso.

Tanto Wrugger como Ometar lograron detenerse a tiempo, sin embargo, para Grimwald y Harald fue demasiado tarde. Para cuando se quisieron dar cuenta sus brazos se habían hecho un lío y se encontraban enredados en aquellos filamentos. Contra más se movían se volvían más pegajosos y más costaba moverse.[1][2]

Fue entonces cuando aquel sonido que llevabais escuchando un tiempo quedo claramente identificado. Ante vosotros apareció una araña de más de dos metros de alto por casi cinco de largo. Sus grandes patas se movían a toda velocidad entre las telas y obviando a sus dos presas enredadas las dejó a un lado y se detuvo frente a Wrugger y Ometar.

Pudisteis ver como movía sus dientes y sus múltiples ojos analizaban cada movimiento que hacíais.

Grimmwald, herido trataba de liberarse de aquellas telas de araña, pero no parecía que fuera a ser una tarea sencilla.

De repente emitió un fuerte sonido, como una especie de grito... y se abalanzó sobre vosotros.

Harald intentó liberarse pero le era imposible... los hilos de la araña estaban demasiado bien entretejidos para poder salir de su trampa.

Ometar disparó con su ballesta, pero el disparo salió muy desviado sin hacerle el más mínimo daño a su oponente.

Pero el virote había dado en alguno de los múltiples ojos. Un tiro afortunado que, aunque apenas había hecho mella en el gigantesco monstruo, al menos había parado su acometida.

Wrugger siguió moviéndose con cuidado, esperando a que aquel monstruo estuviera al alcance de su hacha...

- Tenemos que salir de aquí despacio, pero todos. No podemos dejar a nadie atrás. 

Pensaba en sus compañeros Grimward y Harald, queria permanecer cerca de ellos pero no quedarse atrapado él también. 

La araña se hecho un poco para atrás ante el golpe de Ometar, pero no pareció que le hubiera herido lo más mínimo. De nuevo profirió otra especie de chillido; aunque esta vez fue mucho más ruidoso y desagradable. Dos o tres segundos después comenzasteis a ver como de el suelo cubierto de telas de araña, comenzaban a brotar nuevas arañas. Más pequeñas que la parecía ser su madre, pero aun así de un tamaño considerable[1]. 

La araña grande comenzó a retroceder, dirigiéndose hacia Harald y Grimwald, mientras cuatro de sus hijas ya habían logrado romper la tela de araña que las retenía bajo vuestros pies y comenzaban a acercarse contra vosotros...[2]

Grimwald por su parte trataba de librarse de las ataduras de la tela, pero cada vez tenía menos fuerzas y aquellas fibras ofrecían cada vez más resistencia...