Partida Rol por web

No recuerdas que estas escaleras tuvieran tantos peldaños, o al menos no parecían tan largas de subida.

La única forma que tienes para guiarte es la barandilla pues a tu alrededor todo lo envuelve esa densa niebla infernal.

La barandilla termina y por fin llegas a tocar el suelo de la primera planta con los pies. La textura del mismo te sorprende pues no es firme como las losas de gres, si no más bien arenosa. Como si caminaras por una playa incipiente.

Al darte la vuelta, no ves a tus compañeros. Si tratas de llamarlos, se pierde tu voz pero no llega ninguna respuesta des del vacío.

No recuerdas que estas escaleras tuvieran tantos peldaños, o al menos no parecían tan largas de subida.

La única forma que tienes para guiarte es la barandilla pues a tu alrededor todo lo envuelve esa densa niebla infernal.

Notas como la barandilla llega a su final y te debe quedar solo un peldaño más para llegar a la primera planta cuando oyes un sonido distinto a los ecos fantasmales del lugar, es el sonido nítido de algo metálico rebotando por las escaleras. Como si a alguien se le hubiera caído un centavo o una llave, que ha ido a parar a tus pies.

Cuando instintivamente te giras para ver a cuál de tus compañeros se le ha caído eso, sea lo que sea, no ves a nadie más contigo. Si tratas de llamarlos, no obtienes respuesta.

No recuerdas que estas escaleras tuvieran tantos peldaños, o al menos no parecían tan largas de subida.

La única forma que tienes para guiarte es la barandilla pues a tu alrededor todo lo envuelve esa densa niebla infernal.

La barandilla termina y por fin llegas a tocar el suelo de la primera planta con los pies. La textura del mismo te sorprende pues no es firme como las losas de gres, si no más bien arenosa. Como si caminaras por una playa incipiente.

Al darte la vuelta, no ves a tus compañeros. Si tratas de llamarlos, se pierde tu voz pero no llega ninguna respuesta des del vacío.

Por un momento piensas que te has quedado completamente solo, pero divisas una presencia a a tu alrededor. Una sombra se difumina en frente tuyo, te resulta vagamente familiar.

No recuerdas que estas escaleras tuvieran tantos peldaños, o al menos no parecían tan largas de subida.

La única forma que tienes para guiarte es la barandilla pues a tu alrededor todo lo envuelve esa densa niebla infernal.

La barandilla termina y por fin llegas a tocar el suelo de la primera planta con los pies. La textura del mismo te sorprende pues no es firme como las losas de gres, si no más bien arenosa. Como si caminaras por una playa incipiente.

Al darte la vuelta, no ves a tus compañeros. Si tratas de llamarlos, se pierde tu voz pero no llega ninguna respuesta des del vacío.

Es real. O irreal. Angelica se da cuenta de que está sola, entre tinieblas. En cierta manera, no se sorprende; desde que salieron del laboratorio todo es anómalo, insólito. Cuenta con sus conocimientos. Sospecha que sigue en el Inframundo. Sabe que aquí las leyes de la Realidad no sirven. Supone que a sus compañeros les puede haber pasado lo mismo. Salir de aquí, encontrar a los demás no será fácil. Una extraña calma se apodera de ella. Por un momento piensa en sentarse en el suelo. Es consciente de que en cualquier momento puede acercarse una entidad desconocida e intentar dañarla. Quizá por eso, permanece de pie, mirando a su alrededor, con sus sentidos potenciados. Sin referencia, se encamina despacio hacia donde recuerda que debería estar la entrada del sanatorio. Está preparada, recuerda que aquí los fantasmas pueden matar, pero también morir. De hecho, ella está muerta, o viva, o en un estado intermedio, como el espacio en el que se encuentra.

 Obviamente he llegado a mi destino, aunque solo sea  en una mi estación en mi camino.

 -Sin duda, voy a ser testigo de una iluminación que me marque los siguientes pasos que tengo que dar.

 Avanzo decidido, casi podría decirse que feliz de haber encontrado algo con lo que avanzar hacia mi siguiente estado de existencia, superando ya el estado de vampiro corriente que desde el mismo momento de mi conversión he tenido costo que no era una forma más que transitoria, necesaria sin embargo para poder ascender.

Aquello no daba buena espina, pero quedarse arriba esperando ver algún fantasma tampoco parecía la mejor opción.

Aquella niebla no dejaba ver más allá de apenas la extensión de sus brazos, las escaleras parecían haberle llevado al mismísimo inframundo y el suelo parecía viscoso a su paso.

Conrard camino lentamente sintiendo una presencia a su lado que debía ser Neil quien bajo junto a él,  Conrad intento no perder aquella figura y mantener una referencia sobre la dirección tomada

- me cuesta reconocerlo pero a mi me daba miedo lo desconocido

Distingues los rasgos de la figura que se acerca a ti entre la niebla

- el miedo es bueno, pero también nos limita. Igual que nos limita el conocimiento que elige transmitirnos la pirámide.

La chica menuda con ropas de otra época se agacha frente a ti y coge algo a tus pies mientras sigue con su soliloquio.

- si hubiera creído las palabras de mi sire, y las del sire de mi sire; nunca habría roto los vínculos con la casa Tremere. No era posible sin enfrentarse a lo desconocido.

Al levantarse la mujer te tiende algo con la mano: tu anillo. El que lanzaste al hombre de la gasolinera y que juraste recuperar.

- Pero hacerlo tiene un precio.

A medida que la mujer se sitúa frente a ti te das cuenta de que ella realmente no está allí. No sabrías distinguir con exactitud qué es lo que te habla frente a ti: un espiríritu impostor, una proyección, un eco del abismo... lo que tienes claro es que no es algo material, a diferencia del anillo que te tiende. Éste último si es tangible.

El suelo se vuelve ingrávido a tu paso y sabes que mientras haya una fina capa de arena, te mantendrás firme sobre tus pies.

La figura que camina a tu lado de repente se detiene y cuando acercas la antorcha ves a un chico joven con una capucha puesta y un rostro inexpresivo. Sobre sus dos ojos, un tercero también te mira fijamente. 

"Si sigues luchando contra tu sombra, nunca estarás en paz"

Has oído su voz alta y clara, pero ¿ha movido los labios? tienes la extraña sensación de que no ha sido así.

Una voz de mujer. Se acerca. Angelica se detiene. La figura que aparece no se muestra amenazante. Menciona la Pirámide. Se agacha frente a la muchacha y coge algo que cayó al suelo, algo que Angelica había oído sin prestar interés. La mujer continúa hablando. Habla de que ha roto los vínculos con la casa Tremere. ¿Carna? Angelica no lo sabe. Sigue los preceptos de Carna, pero no la conoce. Es una posibilidad que la desconcierta. La recién aparecida entrega algo a Angelica: su anillo de oro. Percibe el metal, pero no la mano que lo entrega. Angelica mira a la mujer. Los recuerdos se agolpan en su cabeza. Baja la mirada y se pone el anillo.

—¿Quién e... —La pregunta se corta por una última frase amenazadora.

—Todo tiene un precio. No hacerlo también —Angelica no se amedrenta. Al contrario, se muestra firme con el espíritu. Está preparada. Para lo que sea.

Las pisadas de Conrad se volvieron ligeras como el aire y apenas el suelo notaba ya su contacto, tras unos pasos la figura que creyo que era Neil apareció a su lado y a jurar por el tercer ojo que asomaba en su frente no sabía si estaba soñando o era algún tipo de espíritu.

Aquella figura no parecía ser una amenaza directa aunque si inquietante, Conrard se fijo en las palabras de aquella aparición intentando descifrar si tenían un mensaje oculto.  Sombra... sin luz no había sombra, quizá no fuera nada pero el brujah pareció seguir su instinto, depositó la antorcha en el suelo y camino a oscuras alejandose de ella unos pasos.

Una voz familiar aparece de entre las sombras

- Te veo contento.

Su rostro, las facciones, la barba, la ropa que lleva... todo es idéntico a tu propia persona.

Es como si estuvieras mirándote en un espejo que por alguna razón ha decidido dejar de copiar el compás de tus movimientos.

Las escaleras habían conducido al limbo; niebla y soledad. El muchacho estaba tan sorprendido y asustado que se puso a gritar  el nombre de sus compañeros, de Helen, e incluso a Nikolay. Pero algo instintivo le hizo comenzar a caminar, sentía que quedarse quieto en ese lugar podía ser muy peligroso.

 Solo tardo unos instantes en relacionar mi reflejo con una consciencia superior, o tal vez debería decir mi inconsciente superior. Esa parte de nuestra mente que funciona sin que nos demos cuenta y almacena un poder muy superior al propio.

 -Creo que estoy llegando a una nueva etapa en nuestro viaje ¿Por qué no debería estar satisfecho?

- Diferente no siempre significa mejor.

Una extraña sonrisa que no identificas como propia se dibuja en el rostro de aquel reflejo

La mujer sonríe ante tu perspicaz elección de palabras. Sus ojos sin embargo siguen turbios, como si algo la perturbara.

Cuando percibe tu estado de alerta la mujer vuelve a hablarte.

- He venido a mostrarte el camino, solo si es eso lo que buscas.

Su voz firme y pausada parece disponer de todo el tiempo del mundo.

Unos anteojos rojos brillan entre la densa niebla y una figura de tez oscura vestida con ropa de cuero se acerca hasta ponerse a una distancia donde te resulta más o menos reconocible.

- Me entristece de cojones ver a un guerrero de la causa a las órdenes de... ¿quién?

Su voz es como un trueno y cada una de sus palabras suena armoniosa e inspiradora.

- Estamos luchando por nuestras vidas, pero los ventrue y los tremere siguen meándose en los zapatos del otro a cada oportunidad que tienen, mientras lo único que quieren hacer los toreador es criticar el color del chorro.

recita el apasionado soliloquio antes de girarse de nuevo hacia ti

- y vosotros que sois la esperanza del movimiento, le dais la espalda ¿Qué nos queda entonces?

Mira a su alrededor teatralmente, hacia un lado y el otro: niebla por todos lados.

"El camino..." Sí, Angelica lo busca, no de manera desesperada. La calma extraña continúa en todo su ser. Solo los ojos del ente que le habla la inquietan. Le recuerdan los del cadáver reanimado en el laboratorio. Los recuerdos traen más recuerdos: "el olvido". Helen lo mencionó en la macabra escena. Angelica trata de recordar sus lecturas. ¿No es el lugar de no retorno? ¿Allí donde las almas, sin lazos con el mundo real, ni siquiera son evocadas por los vivos? El tiempo se detiene para ambas. ¿Qué hay de malo en eso?, se pregunta como filósofa que debió ser. Hay que elegir. Es muy tentador este estado de quietud. El Ansia cesa aquí.

Mira a la mujer. Ahora casi está segura de que es una imagen de Carna. Decide aferrarse a la no-vida. Aún hay mucho que hacer, mucho por lo que luchar.

—Te sigo. Desde que tu Sangre alimentó mi primer tránsito. Lo sabes. Un segundo no será más difícil.

Angelica no está segura de su última afirmación. No está segura de las verdaderas intenciones de la aparición. No baja la guardia.