Partida Rol por web

++ El pueblo no era plano, de este hecho se dierón cuenta nuestros aventureros, cada calle parecía más alta o descender depronto, los nativos del lugar se podía decir que era gente sana y con piernas robustas.

La humedad y el frío de sus calles contrastaba con el humo y el olor a leña que salía de las casas.

Unos en el mercado, otros en la herrería, otros en las pequeñas tiendas. Todos nuestros aventureros habían descubierto algo nuevo.

La reunión iba a ser en la Taberna Babali y la Abeja. 

De las primeras fue la maga Laurel que estaba en una mesa comiendo una manzana, parecía saborearla. Mientras el posadero os veía ir entrando ilusionado de su extra de faena. 

La Taberna estaba llena, olía a asado, la chimenea encendida calentaba el lugar, un juglar al fondo y una bailarina calentaba los corazones, junto las jarras de cervezas.

" _{En el norte, hay una ciudad en medio del hielo, llamadaCiudad Gris (cantaba el juglar)}

_{y un grupo de aventureros llamados la Hermandad se enfrento contra un ejercito de seres} 

_{con la piel tan dura coma la de los Trolls, dragones, magos oscuros, una batalla sin igual (bailaba la danzarina)}

_{ejercitos de enanos, umlis, elfos y humanos, seres diferentes, pero con corazones unidos por un fin..}."

Continuaba el Juglar cantando y relatando la historia, las bebidas abundaban, en las mesas del fondo había gente apostando en juegos de dados y otros con los dardos. Risas y alcohol, la gente parecía despreocuparse en el lugar tras una mañada dura de trabajo, era bien entrada la hora de comer y la gente tenía ganas de saciarse de comida, música y bebida.

Tarandil abrió la puerta de la taberna y contempló el interior con cierto asombró que procuró que no se reflejase en sus normalmente imperturbable rostro. Se quedó parado escuchando al juglar mientras este relataba en forma de cántico acerca de una Ciudad Gris que se había alzado en los hielos imperecederos del norte. Intentó sin éxito encontrar a sus compañeros. Poco a poco sus ojos se acostumbraron a la luz del local y logró ver a alguien en una mesa. Laurel.

Avanzó hacia su compañera elfa con una ligera sonrisa, apartó un taburete de madera de debajo de la mesa y se sentó en él. Saludó a su amiga con una ligera inclinación de cabeza y se refugió en su silencio mientras miraba a los que parecían ser habituales del lugar. Todo un grupo variopinto de personas y profesiones que se podían adivinar por las ropas que llevaban y los utensilios que colgaban de los cintos de algunos.

Permaneció intentando disfrutar del ambiente de festejo del sitio mientras aguardaba al resto de su Compañía.

La puerta de la taberna se abrió de par en par golpeando con estruendo la pared. En el umbral estaba la enorme figura de Aldtyr, quien se encogió de hombros al oír el ruido que, por un momento, se superpuso al jolgorio y a la música festiva.

-¡Bien hallados seáis todos! -exclamó abriendo los brazos en toda su enorme longitud a modo de saludo. No. La discreción no parecía ser una virtud de Aldtyr.

-¡Muchacha! -bramó haciéndole gestos a una jovencita camarera que servía jarras de cerveza, al tiempo que esquivaba con habilidad algunas manos largas- Ven, ven aquí, por favor. ¡Vaya! Tus ojos me recuerdan al bosque otoñal de los campos Pelennor. Mira, estamos buscando a ... ¡Ahhh! Si ahí están, ¿ves esa mesa? Sí, donde se sienta la espigada y risueña elfa. ¿No te habías dado cuenta? Hummmm... Esos ojazos tuyos deberían saber mirar más y mejor. Sí, ahí está mi amiga del pueblo hermoso. Al lado de ese taciturno y serio montaraz pero no creas, sabe apreciar la amabilidad. Una sonrisa bien entregada y dejará alguna moneda de más para que te compres algo a juego con tus ojos.

¿Nos tienes localizados, no? Pues, este robusto enano y yo nos aposentaremos con nuestros amigos, así que no dejes de traernos el mejor brebaje que tengas... -toma una de las jarras que lleva en la bandeja, sujetándola con la otra manaza para que no se caiga- ...Hummm... de esto no. No, no, no. Algo mejor, ¿de acuerdo? Y... mmmm... ¿es caldereta de setas lo que huelo, con salvia, tomillo, gengibre...nabos y zanahorias? De eso para los cuatro. Hala, mujercita, ponte en marcha.

En unos larguísimos trancos, que hacen trotar a Thodak para mantenerse a su altura, se llega a la mesa.

-¡Compañeros, tengo nuevas que contaros!

Sucintamente, Aldtyr les refiere que lo que les ha contado el herrero (*)

Laurel presta atención a las palabras de Aldtyr, saber que los pequeños llegaron a la posada resulta tranquilizador.

Hay una jaula con un osezno en el mercado, tiene una mancha blanca característica, seguro que es hermano del que hemos visto ésta mañana. La jaula tiene una estrella con una H en el centro, es el símbolo de los hermanos Hanstom. Parece ser que lo están guardando para el circo - al decir esto rechina los dientes - quería comprarlo y me dijeron que el menor de los hermanos, Gdom Hanstom, estaba aquí en la posada dándole al bebercio y que lo negociara con él, su casa está en las afueras, no habrá problema en localizarla después.

Por la descripción tiene que ser el que está en la esquina de la barra, el del sombrero verde con una pluma, prefiero no ser yo la que hable con él -  y mira suplicante a Aldtyr, pese a su calma aparente aquellos que la conocen bien notan que al mirar al cazador sus ojos se entrecierran como cuando va a disparar a una presa.

Además sabemos que pasaron por aquí, seguro que el posadero sabe algo - y mira a Thodak con descaro - ¿No ibas a por unas cervezas?

Si me disculpáis, tengo una necesidad élfica - dice de forma enigmática, y se levanta y se pierde en las sombras del fondo del local.

Vuelve a los pocos minutos encapuchada y con una expresión indescifrable.

Thodak aceptó la sugerencia de Laurel de ir a preguntar por los hobbits al posadero, petición probablemente motivada para alejarle de la tarea de entrevistar al trampero, con quien de seguro intercambiaria escasas palabras antes de pasar a los puños. Compensaba, sin embargo, postergar los tortazos a cambio de probar cuanto antes la cerveza. Demasiado tiempo sin beber le habían dado una sed atroz. Se acercó a la barra sin quitar ojo a sus compañeros, presto a la menor señal para entrar en buena trifulca.

- Saludos, buen posadero. Cuatro jarras de vuestra mejor cerveza para mis amigos y yo, que hemos recorrido largo trecho hasta llegar hasta este lugar y requerimos el merecido descanso - demandó el enano, sus ojos sumergidos ya en la espuma espiritosa de la que disfrutaban los locales.

El posadero se aprestó a complacer al ansioso visitante, presentándole cuatro enormes jarras de las que sabía, por su ojo experto, que no tardarían en dar cuenta.

- Unos amigos nuestros, pequeños y alegres hobbits, han pasado por aquí hace poco. Estoy seguro de que les recordaréis, pues les habrán amenizado la jornada con sus notables canciones de dicha y emoción. Estamos buscándoles para reunirles con su anciano tío. El pobre está preocupado por su destino, pues son jóvenes de cabeza loca y teme que puedan haberse metido en alguna aventura demasiado grande para sus ligeros pies. ¿Recordáis cuándo pasaron por aquí? ¿Dijeron por casualidad adónde se dirigían y cuales eran sus planes de gloria? - bebió un buen trago de una de las jarras, incapaz de esperar la respuesta con sobriedad. - ¡Oh, esta cerveza es excelente! ¡Amargo y amado elixir, la mejor compañía que un enano puede desear! - hipó satisfecho.

Durante los breves instantes en los que pudo intervenir, Tarandil contó su experiencia con la mujer.

—Según parece, los Hermanos Hanstom le pidieron a la anciana Curandera que escribiese una nota que decía: «Continuad vosotros el viaje, yo me reuniré más tarde». Eso ocurrió la semana en la que aparecieron nuestros amiguitos por aquí. No aclaró la relación entre ambas cosas, pero ella parecía encontrarla. Me dijo que aquí podríamos encontrar a los Hanstom.

El montaraz guardó silencio de nuevo mientras observaba de hito en hito a sus compañeros y escuchaba las informaciones que ellos tenían. Le resulto curiosa la desaparición momentánea de la elfa, que en los bosques solía ser para aliviar el cuerpo de las necesidades fisiológicas, pero que en un elfo podrían ser otras más propias de su curiosa e inteligente raza.

En caso de que nadie encontrase algo más importante, pensó en acercarse a la barra a preguntar al tabernero por esas personas que habían escrito la nota, pero no lo haría inmediatamente.

El posadero te mira, tus ojos parecen sinceros mira hacía un lado y hacía el otro antes de contestar, mira hacia la mesa de Gdom, y se te acerca para hablarte más bajito.

- Los hombrecillos vinieron en dos ocasiones, de mes en mes; comentaban que habían perdido no se que del última día del mes y tenían que esperar otros tantos días, antes de volver a intentarlo, no preste mucha intención ya sabe, uno de ellos se ganaba el alojamiento cantando en la taberna, no se que paso que un día hablo con el hermano mayor de los  Hanstom, pues tras hablar con Rance, no se que paso, uno de los medianos, el que cantaba no se unio con los otros dos hombrecillos, estos tras leer una nota, un mensaje corto partieron, así que en esta ocasión partieron dos de los tres hobbite, del tercero el que cantaba, el mism o que hablo con Rance Hanstom, no se supo más de él.

17

La muchacha ve al hombre corpulento, esta acostumbrada a ver hombres normales o enanos se queda impresionada al ver a Aldtyr, enseguida termina de atender una mesa a tres puestos de la vuestra, y la muchacha os trae bebidas y  algo caliente de la caldereta para el resto coge la moneda del hombretón y le dedica una sensual sonrisa. Para entonces  Thodak ya había llevado a la mesa unas jarras de cerveza que el posadero le había llenado hasta arriba.

Luego los compañeros continúan  explicando sus experiencias.

El enano continuaba con el posadero, vuestro compañero habría interesado toda la información que estaba dando el hombre.

¿Qué será?

Tarandil también os cuenta lo descubierto y no se que de una nota que los Hanstom le habían dicho que escribiera.

El enano continuaba interesado en la información del posadero. La joven volvió de nuevo con una bandeja de enea llena de chuscos de pan del día.

Al para por la mesa de Gdom Hanstom le pego una palmada en el culo y se echo a reír maliciosamente.

Vuestra conjuradora por unos instantes desapareció, para volver a aparecer.

Aldtyr apura su jarra, la deja con un golpe en la mesa, se limpia la barba y apoya las manos, la mesa tiembla ligeramente.

-Bueno, ¿vamos a tener una conversación con ese mozalbete o esperamos a que esté completamente borracho?

Laurel continua completamente embozada, mira hacia abajo haciendo que su cara quede en completa oscuridad...susurra quedamente, sólo pueden oírla sus amigos - ¿ Qué os parece si lo invitáis a beber con vosotros ?  Lo emborracháis y le sacáis toda la información que se pueda.

Mientras lo distraéis yo podría registrar sus pertenencias y si ha venido en caballo podría salir a mirar sus alforjas, si conseguimos que se coja una buena incluso podríamos acompañarlo a su casa y ver que hay allí.

Lo importante es que no sospeche nada, hacer que se ria, que disfrute de una buena compañía, contarle chistes como :

"¿Sabes por qué los enanos tienen tan mala hostia? Porque hasta la hierba les toca los huevos!"

O este otro : " Esto es un hombre que se sentó en el hacha de Thodak. Seguramente no os hará gracia, pero él se partió el culo..."

Es mejor que yo no esté cuando lo emborrachéis, antes cuando me he levantado he hecho una inspección de la planta baja y de los accesos, podría salir sin que me vieran si hiciera falta, de momento me voy a sentar sola en la esquina más oscura del local, me mantendré alerta viéndoos desde la sombra por lo que pueda pasar.

Y así hizo, se levantó y se sentó en la esquina más oscura, con la capa de caza y la capucha era muy difícil distinguirla, de paso se distanció del bullicio que tanto molestaba a Laurel y controlaba todos los accesos y la mesa de sus amigos.

A Tarandil, la idea de emborrachar a uno de los hermanos Hanstom le pareció tan clásica como medio de obtener información como absolutamente efectiva. Escucha las ocurrencias de Laurel, una elfa tan hábil como graciosa en ocasiones, y no puede evitar sonreír ligeramente ante los finales graciosos de cada uno de los chistes que pone como ejemplo. Naturalmente procura que no se le note demasiado o la gente podría comenzar a pensar que es feliz.

—Traigamos al hermano a nuestra mesa y pidamos generosas consumiciones de líquidos susceptibles de embriagar —dijo, quizá expresándose con más palabras que las que acostumbraba a pronunciar de manera habitual—. Seremos muy amistosos con él... y eso te incluye a ti, Thodak, amigo mío.

Se le pasó por la cabeza que quizá debería preguntarle por paradero de su hermano, pero esa era una pregunta para otro momento en el que la guardia de Gdom estuviese más relajada. Ante desconocidos no hablaría con estera libertad salvo que su estómago estuviese bien lleno de cerveza.

—Aldtyr, confío en ti para ello.

Thodak, tras agradecer y saludar al posadero con una propina, volvió a la mesa cargado de cervezas y de información sustanciosa que compartió con sus compañeros.

- Los hombrecillos vinieron en dos ocasiones, de mes en mes; comentaban que habían perdido no se que del última día del mes y tenían que esperar otros tantos días, antes de volver a intentarlo, no preste mucha intención ya sabe, uno de ellos se ganaba el alojamiento cantando en la taberna, no se que paso que un día hablo con el hermano mayor de los  Hanstom, pues tras hablar con Rance, no se que paso, uno de los medianos, el que cantaba no se unio con los otros dos hombrecillos, estos tras leer una nota, un mensaje corto partieron, así que en esta ocasión partieron dos de los tres hobbite, del tercero el que cantaba, el mism o que hablo con Rance Hanstom, no se supo más de él.

El enano soltó una carcajada ante los chistes de Laurel, brindando con su cerveza y bebiendo copiosamente. La elfa se burlaba mucho de los enanos con sus disparates, pero lo hacía con tal gracia que no conducía a ofensa.

Observó asqueado como el odiado trampero palmeaba las posaderas de la tabernera y a punto estuvo de levantarse y corregir su comportamiento a su manera. Solo el buen humor del momento le permitió contenerse, consciente de que aguaria la fiesta y el plan a sus amigos.

- Escuchad, mi buen amigo Tarandil, compadrear y lisonjear a gañanes despreciables es algo que nunca he hecho y nunca haré como si tal cosa. No pienso bailarle el agua, y desde luego no respondo de mis actos si ese petimetre me toca las barbas - advirtió, dándole otro poderoso trago a la jarra.

-No te preocupes, Thodak, a mí no me llega a la barba. ¡JAJAJAJAJA! -Aldtyr, de pie, se palmea el pecho grande y ancho como la popa de un barco.

Se aleja un par de pasos de la mesa, situándose en el centro de la taberna, su enorme vozarrón se impone al ruido de fondo:

-¡Si los mejores tramperos son los hermanos Hanstom...ES LO QUE NECESITAMOS!

-A ver, mocita -interpela a la risueña muchacha de antes, ahora algo apagada. A nadie le gustan las manos largas-, me dicen que para por aquí uno de esos excelentes cazadores. ¿Podrías indicar a este sencillo leñador quién de estos compadres es uno de los Hanstom?

La muchacha señala a Gdom, Aldtyr palmea cariñosamente la cabeza de la chica y le guiña un ojo:

-Acuérdate de sonreír a mi amigo de ahí. Si no da una buena propina, me lo cuentas, que ya lo arreglo yo.

Con grandes aspavientos, sonrisa enorme y todo su gigantesco cuerpo exudando campechanía, se dirige hacia el hermano Hanstom.

-Aldtyr Bosqueviejo a tu servicio. Mis camaradas y yo no hemos dejado de oír las excelencias de vuestro arte. Y nos hemos dicho: he aquí alguien que tiene que escuchar nuestra propuesta. Le he indicado a esa jovencita, casi una niña a mis ojos, que ya debería estar en cama ¡pero quién soy yo para juzgar!

Como decía, le he indicado que ponga otra jarra en nuestra mesa y no de deje de servirnos. Hablar de negocios me da sed.

¿Me acompañas, caballero?

La maga se aparta y dejando el sitio libre la joven os trae una  jarra de cerveza, lo deja sobre la mesa ( para que Gdom se anime.)

No le recuerdo, alguien como usted lo recordaría es tan … grande, Hace una pausa se queda mirando su jarra.  Seguramente sabe que pertenezco a los hermanos Hanstom, nos dedicamos a suministrar a los circos locales de animales, son buenos clientes y mis hermanos no creo que quieran cambiar sus costumbres.  Pero bueno puedo escuchar sus propuestas.

Me levanto y voy hacía el grupo…

Como es la hora d ela comida el lugar esta lleno se escuchan risas, apuestas, unos haciendo pulsos, otros con los dardos, los juglares cambian de música a petición de los aventureros.

Hay un ambiente despreocupado.

Thodak siguió bebiendo y comiendo con fruición, disfrutando de las viandas antes de que la mala compañía les aguara el momento. Podía beber tanto cuanto quisiera, aunque también se incrementaba su espíritu camorrista. Si el trampero se sentara a la mesa con ellos, podría ser la última mesa en que pusiera a descansar sus nalgas después de la tunda.que ya tenía ganas de darle.