Partida Rol por web

Entráis por un pequeño pasadizo escaleras abajo. Es estrecho y apenas cabéis de uno en uno. La humedad, el ambiente cargado y el fétido olor a excremento de rata se hace patente en el ambiente. Notáis como vuestras botas resbalan ligeramente durante el descenso, debido a una mucosa que se ha formado a base de moho y hongos en la piedra. Detrás de vosotros se cierra la puerta mientras Jilda os da indicaciones recordándoos de nuevo que golpeéis el madero tres veces desde el otro lado cuando queráis salir.

Vuestros ojos se hacen al lugar, y os adaptáis rápidamente al ambiente pese al fétido olor. Se escucha movimiento, pero no sois capaces en primera instancia de diferenciar si es por los animales que supuestamente viven ahí abajo o por el movimiento del agua en el subsuelo.

Bargoth esperó unos segundos a que sus ojos cambiaran a infravisión. Cuando finalmente se produjo el cambio, el fiero enano podía ver perfectamente, sólo que en blanco y negro. Detectó tres posible puertas, así que optó por la que estaba al Norte (AK). Normalmente se hubiera preocupado por trampas pero ¿Quien iba a ponerlas ahí abajo? Así que, tratande de hacer el mínimo ruido, abrió la puerta.

Borzos se había encaminada hacia la puerta norte, que era tan buena como cualquiera. En realidad no sabían muy bien lo que estaban buscando así que seguramente tendrían que explorar todo el area. Toril le siguió, hachas en mano, tan sigilosamente como pudo y con cuidado de no resbalar en la piedra mohosa.

El olor, desde luego, no era precisamente el del aire puro de la montaña al que estaba acostumbrado, pero se guardo bien de decir nada a sus compañeros, no quería convertirse en el protangonista de todas sus futuras chanzas de taberna.

—Norrmal que con esta peste se haya envenenado el agua. Te sigo Borrzos.

Al abrir las puertas, podéis ver una sala semicircular que se encuentra en un estado bastante deteriorado, muy probablemente por las obras previas que se habían realizado con el objetivo de solucionar el problema antes de dar con los roedores.

A un lado de la habitación divisáis un grupo de tres ratas de un tamaño superior al normal. Podéis discernir que sus ojos brillan en la oscuridad con un fulgor que no era de este mundo. Una de ellas, la que se encontraba en medio de las otras dos destacaba por su tamaño superior, pero también por sus múltiples calvas y los tumores que asomaban por todo su cuerpo. Tal vez estos animales estuvieran dando problemas, pero a simple vista diríais que ellos mismos los tenían del mismo modo, ya que parecían enfermos.

Kroggar fue detrás de Borzos, pero el enano ni siquiera se dio cuenta de  este se estaba esforzando en hacer el mínimo ruido posible. Posiblemente el sacerdote estaba acostumbrado al tintineo de su cota de mallas y no pensaba en ese tipo de movimientos. O a lo mejor es que era sencillamente torpe.

Sólo había una cosa clara. Kroggar no era el rey de la sutileza.

El movimiento del pesado Kroggar rompió el silencio y el grupo fue detectado. Los animales levantaron la cabeza y se posaron sobre sus patas traseras mirándoos mientras olisqueaban el aire. Emitían pequeños sonidos similares a chasquidos propios de los de su especie. De pronto tu pelo empezó a erizarse, estaba claro que estaban en una posición defensiva y preparadas para el ataque.

El sonido a badajo de buey retumbando por la cueva que produce la cota de malla de Kroggar saca de su concentración a Toril dejándolo una vez más a merced de los enemigos.

Kroggar vio a las ratas e instintivamente se puso en guardia. Era hora de exterminar alimañas.

Borzos entró como un ciclón y, usando el bastón con ambas manos, le arreó un guarrazo a la primera rata. Después, como una centella, le soltó una patada casi de fútbol que amenazaba con mandarla al techo de la caverna.

Borzos entra en la pequeña sala hecho una fiera. En cuestión de segundos como si de un baile se tratara arrea un bastonazo a una de las ratas, para después lanzar por los aires con fuerza a una rata enorme del tamaño de un gato contra el techo. La primera quedó hecha trizas, y la segunda quedó la mitad pegada contra la piedra del techo debido al gran impacto, de forma que en el suelo sólo quedó la mitad inerte del animal destrozado.

La sangre desparramada es de un color oscuro, como si alguna clase de ponzoña se hubiera adueñado del animal.

Kroggar siguió el ejemplo de Borzos y no dudo en dirigirse en acabar con la apestosa rata que quedaba en pie. El enano dio dos hachazos potentes, el primero alcanzó a la rata, mientras que el segundo golpeó en el suelo. El enano miró su arma enfadado porque ese tipo de golpes podía mellar el hacha.

—¡Mierrda de caballo!—maldijo.

Decapitada la última rata, el silencio se hizo tras el pequeño combate que había tenido lugar. En ese instante erais conscientes de lo que ahí abajo había. Un sonido extraño proveniente de salas adyacentes hacía acto de presencia. Un sonido de pequeñas garras que rascaban la roca con su movimiento, que sonaban al unisono, y que en conjunto se asemejaba al de una corriente de agua que se arremolinaba en un río. Era ciertamente inquietante.

Entro en la sala ya más por curiosidad de ver el destrozo que han dejado mis compañeros, nada mal. Parece que han atacado uno de esos puestos de higadillos y tripas de un mercado. Todos esparcido por las paredes. Veo la puerta que hay en la sala,- ya que hemos empezado por aqui sigamos hasta el final, ya habrá tiempo de voler atras si no damos con nada. -Abro la puerta y me dispongo a entrar sigilosamente, haciéndole un gesto a Kroggar para ver is esta vez puede manejarse con la cota de malla, aunque me temo que sea inutil intentarlo. Todo en la caverna resuena, es dificil distinguir de donde vienen los sonidos, aun así pongo todos mis sentidos en ello.

Para Borzos, enardecido por la furia, ya era tarde para el sigilo. El bárbaro rugía por lo bajo de pura rabia y entró en la habitación como un tifón, dispuesto a matar ratas a mordiscos si era necesario.

Toril se adelanta al grupo abriendo la puerta de par en par. No divisa ni escucha nada fuera de lo normal hasta que su compañero Borzos le sobre pasa, metiéndose de forma atropellada en la sala presa de su estado de furia. Para cuando quiere darse cuenta, dos manadas de ratas que se remueven entre ellas, pisándose las cabezas las unas a las otras como si fueran un único super organismo se abalanzan sobre el bárbaro ya preparadas para el combate. Su estado de alerta activo muy probablemente se debe a los ruidos provocados en la sala anterior.

De pronto el bárbaro se encuentra rodeado de ratas que le mordisquean las piernas y los tobillos de manera cruel haciendo que empiece a sangrar de manera grave.

Borzo sintió cómo aquellas criaturas inmundas le mordisqueaban las piernas. Si no hubiera sido por su estado alterado de furia, podrían haberle seccionado una arteria. Aquello debía acabar RÁPIDO. El bastón se abatió sobre un enjambre, mientras que el mismo Borzos se lanzaba de culo sobre el otro enjambre.

-MALDITAS ALIMAÑAS!

El bárbaro enano se ceba a dar mamporros contra el suelo contra los dos enjambres. Una amalgama de golpes, de ratas despachurradas y de ratas moviéndose alteradas unas sobre las otras mientras tiran de sí mismas debido a que poseen muchas de ellas las colas atadas entre sí hace acto de presencia en frente de la atónita mirada de Toril.