Partida Rol por web

En un tiempo lejano, en aquella época en que los grandes y poderosos dragones surcaban los cielos, en aquella época en que princesas atrapadas en sus torres añoraban el rescate proporcionado por galantes caballeros vestidos en sus armaduras mágicas, en un lugar lejano y diferente a este, había un claro encantado, en el cual vivía una alegre y hermosa bruja, conocedora de grandes secretos, practicante de poderes desconocidos incluso para los que claman ser conocedores del tema. Dicha bruja no disfrutaba de la compañía de otros humanos, pues era demasiado inocente para su propio bien, por lo que decidió retirarse hasta aquel santuario para vivir en compañía de los animales del bosque, quienes pasarían a ser sus humildes familiares. 

Pero por supuesto, las cosas no pueden permanecer en paz, porque la gente odia la paz y la tranquilidad, pues, un día a la hora de almuerzo, cuando nadie lo esperaba apareció aquella persona, en el umbral de la pequeña cabaña en donde solían vivir, armado con una ballesta le disparo por la espalda a la querida bruja y luego con una maza termino el trabajo. Si, así es, la bruja murió gracias a un ataque cobarde y a traición, sin ninguna explicación y aparentemente sin ni un motivo que los animales pudiesen comprender, pues ni siquiera se la comió, simplemente la mato por matar. Luego de eso se llevo su cabeza dentro de una bolsa y se fue saltando y celebrando feliz de la vida, aparentemente había sido un gran logro para el. 

¿Y que paso con los animales? 

Caos, pánico, desesperación, rabia. Algunos huyeron por sus vidas hacia las montañas, otros se perdieron en el bosque y nunca mas fueron vistos por ojos mortales, otros sin embargo, decidieron quedarse y luchar por la vida perdida de la amada bruja que los alimentaba todos los días, ahora ella necesitaba venganza contra aquel cobarde cazador que se las había arrebatado, ¿Y como no habrían de hacerlo? después de todo, animales unidos, jamás serán vencidos. 

O quizás si... 

Esta es la historia de unos valientes animales que se encontraron con la terrible situación de estar ante el cadáver de su maestra y una venganza que debía ser tomada, y una terrible persona que debía ser exterminada. 

¿Por donde empezar? 

Cuando la amada bruja aún estaba con vida, les contaba historias de su lugar de origen, una pequeña aldea que queda cruzando el bosque, siempre mencionaba que no habían mas asentamientos humanos cerca, por lo que ese sería probablemente el destino de vuestra presa. 

Ninguno podíamos creernos que alguien hubiera matado a la bruja de esa manera, sobretodo, porque encontramos su cadáver sin cabeza dejando claro que no se la habían comido. 

- ¿Por qué ha venido a matar a la bruja? 

Era una mujer buena, al menos con nosotros lo había sido y teníamos que vengar su muerte. 

Me posé en una rama baja del árbol y me ahuequé un poco las plumas con el pico, hasta que estuve lo suficientemente cómoda como para poder bajar mis enormes ojos y observar al resto de animalillos, pues los que quedábamos teníamos que hablar sobre cómo actuar. 

- El único lugar al que ha podido ir ese hombre es al asentamiento humano, así que yo voto por ir a buscarlo y darle su merecido. ¿Alguien más se apunta? 

Abrí una de mis alas y señalé en la dirección en la que estaba el lugar que acababa de mencionar, como queriendo darle más énfasis a mis palabras. 

El rumor había corrido como la pólvora por el bosque.

Pérez se resistía a creerlo porque...

Porque nadie en su sano juicio mataría a aquella mujer. Y por varias razones. La primera por su hermosura. Sí, cierto, carecía de unos bonitos incisivos con los que roer, pero aún así, había algo en ella, un je ne sais quoi que, de algún modo, la hacía irresistible. La segunda, por su poder. Quien hubiera hecho aquello solo podía haberla matado de un modo. Cobardemente, por la espalda, algo que ya habían declarado varios animalillos testigos del horrible crimen.

Y ahora, en pie sobre sus patas traseras, los bigotillos vibrando nerviosamente y apoyado contra un tocón, sentía que su estómago se revolvía ante el terrible espectáculo. Ver el cuerpo decapitado, el cuello goteando aún sangre, el olor ferroso de la misma. Tomó aire para controlarse y no vomitar. Por el rabillo del ojo había visto llegar al búho y no se iba a permitir el lujo de dejarle ver su debilidad. Y entonces, abrió el pico.

-¿Buscarle y darle su merecido? ¿Y eso en qué consiste? ¿En ulularle al oído por la noche? ¿En comernos todo su queso? -comentó sarcástico. Luego miró nuevamente a lo que quedaba de la bruja. Se le encendió la sangre. Sí, aquello clamaba venganza. Por mal que le sentara la rapaz tenía razón. Tenían que hacer algo, hacerle pagar por su crimen-. Está bien -dijo más remolón de lo que le hubiera gustado-. Cuenta conmigo. Pero que ni se te ocurra mirarme como si fuera tu cena o te arrancaré las plumas del culo y te las meteré por el ojete -afirmó envalentonado y sacando pecho, algo que el ligero temblor de sus rodillas parecía negar. Se puso sobre sus cuatro patas y miró alrededor-. ¿Pero solo nosotros dos? ¿No hay ningún otro con lo que hay que tener para acompañarnos?

Al otro lado del bosque, estaba posado en mi rama favorita, pensando que visitaria a mi amiga la bruja por la mañana, cuando escucha pasar a una ardilla gritando que la bruja esta muerta, no lo pense dos veces cuando a toda velocidad fue a la casa de la bruja, por el camino iba un hombre con una bolsa, no le preste mucha atencion.

Al llegar y verla, alli en el suelo sin su cabeza, tendria que ser obra de ese humano, una lechuza se puso a hablar de perseguir al humano, una idea algo ridicula sin mucha ayuda, luego un raton se le unio a la causa, UNA LECHUZA Y UN RATON, que grupo tan anormal, mientras mas vueltas le doy a la idea de ir con ellos mas descabellado me parece ir, pero recuerdo todo lo que hizo la bruja por mi, y ahora debo devolverselo. Hey lechuza, voy con ustedes.

Mi expresión se tornó la de alguien a quien estaban vacilando, porque aquella cosa diminuta que bien podía ser mi próxima cena, estaba diciendo eso de robarle el queso. 

- No tengo del todo claro si el apetitoso ratón está hablando en serio. 

Giré la cabeza de forma que mi cuerpo se quedó totalmente quieto y miré después al cuervo. 

- Bú-ho - Respondí despacito para que el animal pudiera comprenderlo. Esperaba que su diminuto cerebro comprendiera dos sílabas. 

Dejé a un lado toda aquella palabrería y me centré en la idea. 

- Por el camino podemos trazar un plan para deshacernos de él. - Moví mi ala y la pasé por mi cuello, para que no tuvieran duda de que mi idea era liquidarlo. Aquel crimen no iba a quedar sin su correspondiente venganza. 

No abundaron las palabras entre los animales, pero aclarado lo que debía hacerse y especialmente aclarada la confusión sobre la raza de Hontza, las tres criaturas decidieron tomar cartas en el asunto y vengar la muerte de su querida maestra, la cual ahora yacía tirada en su cabaña sin cabeza. 

Pero hablando en serio... ¿Quien podría confundir una lechuza y un búho? En fin...

La situación era bastante extraña e incluso parecía mentira, la bruja estaba muerta y para empeorar las cosas, el día de hoy se celebraba el banquete en la cual ella les alimentaba a todos con sus comidas favoritas, por lo que el crimen era el doble de terrible, sin embargo, la situación parece ser también bastante simple, solamente hay que castigar al malhechor, para ello se debe seguir el camino que lleva a donde habitan los humanos, camino por el cual Raven vio transitar a aquella persona curiosa que llevaba la bolsa en sus manos. 

...

...

...

Haciendo un poco de memoria...

Mucho mucho tiempo atrás _{(Hace dos días)}

- Mis queridos amigos - Exclamo la bruja, era de noche pero el interior de su cabaña estaba cálido como de costumbre, iluminado por una agradable lumbre de una llama que no quemaba al contacto - Deben mantenerse alejados del camino, por el transitan los humanos que podrían hacerles daño ya que lleva directamente a su aldea, la última vez que revise habían trampas... y el puente estaba en mal estado, si deben acercarse a aquel lugar es mejor tomar la ruta larga e ir por el interior del bosque... ¡pero no se internen demasiado o los lobos podrían atraparlos! 

...

Fin de la memoria. 

Aparentemente para llegar a vuestro objetivo simplemente hay dos caminos, la ruta mas larga por el bosque, atravesando la espesura, la quebrada del estero y los pastizales hasta llegar a la aldea, o tomar el camino largo, por donde circulan otros humanos y existe la posibilidad de encontrar trampas. 

-Lechuza, Jijijijijiji -rió por lo bajini Pérez, como si se tratara de un chiste privado ajeno a los oídos de los otros. 

Después, se recompuso y dio unos pasos nerviosos alrededor del cuerpo de la bruja, agitando sus bigotillos y olisqueando aquí y allá, procurando no mancharse las patas con la sangre de la bruja. En un momento dado, se detuvo, se sentó sobre sus cuartos traseros y se quedó mirando la casa. En su interior se hallarían las ricas viandas que ella siempre les tenía reservadas y que hoy hubiera repartido de no haber perdido la cabeza.

-Ya es mala suerte. Estos humanos son de lo más cruel -y era difícil determinar si tal crueldad se refería a la decapitación o a haberse quedado sin su ración de Brie-. Tal vez, antes de marcharnos deberíamos entrar dentro de la casa. Quizá encontremos algo que nos ayude en el viaje. Además, ¿recordáis cómo la bruja mencionó que habían dos caminos para alcanzar el pueblo de los dos patas? No sé si eso os influirá. A fin de cuentas, podéis volar a donde queráis y ni las trampas, ni un puente en mal estado ni los lobos os afectarán gran cosa. En mi caso, la historia es distinta. Aunque no me guste reconocerlo, soy paticorto y voy a tardar un huevo y parte del otro en llegar. Salvo que... -los ojitos de Pérez parecieron dilatarse anormalmente, dándole un aspecto encantador y mimoso-... salvo que, uno de vosotros acceda a llevarme con él. He pensado que dentro de la casa quizá haya algún cestillo en el que colarme y que vosotros podríais transportar.

No se lo pensó dos veces y trotó hacia la puerta de la casa, formulando un hechizo de apertura que hizo que esta se abriera de par en par a su paso. Se detuvo un solo instante, se volvió hacia los dos pájaros y les habló antes de volverse y entrar en la casa.

-¿Venís?

- Pero los humanos tienen escopetas y cuando un ave no les gusta... ¡Pum! - Silbé haciendo el sonido de algo al caer, haciendo el gesto con mi ala de algo cayendo sin control. Vale que los lobos no sabían volar, pero aún así, había cosas preocupantes para cualquiera, sobretodo, para un pájaro de mi tamaño. 

Abrí el pico a modo de sonrisa cuando dijo aquello de que alguien lo llevara, pues sabía que mi siguiente propuesta no le iba a gustar. 

- Yo puedo llevarte. Total, estoy acostumbrada a llevar ratoncillos como tú entre las patas. 

Me ahuequé de nuevo el ala, pues era un gesto que hacía a menudo y luego volé al interior de la casa, apoyándome en una balda donde la bruja tenía sus botes con hierbas y de ahí pasé a la mesa. La idea era buscar algo para llevar a un ratón. Pensarlo me sonaba hasta raro, pero todo fuera por vengar a la bruja. 

-¿Escopeta? ¿Y eso qué es? -entendía que era algún tipo de arma pero jamás había oído hablar de ellas, algo normal teniendo en cuenta que nunca había salido del bosque ni se había relacionado con humanos. Entonces, llegó el comentario del búho, hecho en un tono casual pero con muy mala intención.

Entrecerró los ojos, molesto.

-Eso ha sido poco elegante y del mismo modo que no te gusta que te confundan con una lechuza no me confundas con un ratón. Soy una rata. Ra-Ta -silabeó al igual que el búho lo había hecho para el cuervo-. Y no una rata cualquiera. Soy Pérez -se peinó los bigotes con orgullo-. Pero bueno, busquemos lo que sea que pueda ayudarnos. Y dime, esas escopetas de los humanos. ¿Las manejan también de noche? Siempre se ha dicho que los dos patas no ven bien en la oscuridad. Quizá podríamos viajar de noche. 

Era normal que al ratoncillo no le preocuparan aquellas escopetas que tenían, a fin de cuentas, nunca había escuchado que un cazador matara a un ratón con una. 

- Es un arma. La usan para matar animales. - Se me erizaron hasta las plumas al pensar en ella. - Son capaces de matar hasta a lobos usándolas. - Sí, los búhos puede que no fuéramos los animales más agresivos del bosque, vale, pero sabíamos muchas cosas. 

Volví a poner el pico en esa postura rara que decía que me estaba riendo. Jamás había pensado que se me podría cabrear algo que me podía comer sin mucho esfuerzo. Era gracioso. De todas maneras, cuando tenía razón, tenía razón. 

- Está bien, Pérez. - Dije su nombre como queriéndole asegurar que a partir de entonces lo llamaría así. 

Me moví por las superficies altas a ver si veía algo en lo que se pudiera llevar una rata y no fuera un estómago. 

- Suelen venir a cazar de día. Yo también creo que de noche no deben ver bien.  

Pérez asintió vehementemente. Tanto a la explicaciones sobre las escopetas, que le provocaron un escalofrío haciendo que el vello que recorría la columna se erizara y que se jurara a sí mismo que cuanto más lejos de ellas, mejor, como al hecho de que le llamara Pérez, todo un reconocimiento por parte de quien, sin duda, le veía como un agradable bocado.

-¿Hasta a lobos? Glup -acertó a decir, tragando saliva-. Gracias por llamarme por mi nombre. Y a todo esto. Tú, ¿cómo te llamas? ¿Y sabes cómo se llama el negro? -señaló con la cabeza hacia el exterior de la casa, donde aún permanecía el cuervo, sin duda, vigilando-. No parece cuervo de muchas palabras.

- Mi nombre es Raven, yo también los acompaño, también me dan miedo esos palos que escupen fuego de los humanos, pero de noche no debería haber problema. 

Cada animal que la bruja había aceptado como familiar había sido obsequiado con algún hechizo mágico. Aunque solamente uno fue concedido con un hechizo realmente poderoso, esto no volvió a ocurrir desde que ese alguien exploto producto del fuego que causo, desde entonces solo se les concede hechizos domésticos a los animales. 

En este caso, Pérez fue envuelto en un halo de luz que usualmente sería algo bastante vistoso, pero como no había nadie que los viera no había ni un problema. La puerta se abrió de par en par dejando el acceso libre para que ustedes puedan entrar. 

Para describir el hogar de la bruja, podría decirse que es ciertamente minimalista, aunque no es algo que ustedes podrían entender debido a que esos son complejos temas humanos, para ponerlo simple, su hogar constaba de una instancia, con una bañera de madera, una cama, un par de libros apilados en el suelo y una mesa en donde preparaba sus productos, nada mas... excepto... un cuenco bajo la cama, un cuenco de madera* no muy grande ni muy pesado que quizás Hontza pueda mover para transportar a Pérez. 

Pérez correteó de un lado a otro, curioso, aspirando todos los olores, fijándose en todo, lo cual quería decir en muy poco porque la bruja desde luego no era alguien muy dada a almacenar o guardar cosas. Parecía que su vida era bastante frugal y que el principio de menos es más regía su vida. Curiosamente no disponía de una silla siquiera. O pasaba todo el tiempo en pie o se sentaba en el suelo. Tampoco era algo que preocupara a Pérez. No sabía nada de utillaje doméstico humano y que alguien aposentara sus reales posaderas en el suelo le parecía de lo más normal. 

Olisqueó la bañera de madera, que olía a jabón, un aroma que reconoció como el que envolvía a la bruja cuando esta le rascaba el cogote. Una oleada de tristeza invadió a la rata, consciente de que momentos así no volverían a darse. Y a la tristeza siguió la rabia y la incomprensión. ¿Qué había hecho aquella buena mujer para merecerse una muerte tan atroz? ¿Quién se creía en el derecho de matarla? Sí, la muerte no era algo extraño a Pérez. La conocía y muchos miembros de su familia y amigos habían muerto. A manos de búhos, gatos salvajes, zorros... pero no eran muertes gratuitas. Era la ley del bosque y unos alimentaban a otros, de un modo u otro, antes o después. Pero ningún animal mataba por diversión o para recibir algo a cambio.

Y en aquellas reflexiones andaba cuando escurriéndose bajo la cama vio lo que podría servirles a su objetivo.

-Ehhhh, aquí hay un cubo de madera -se esforzó en empujarlo a la vista de todos-. Mmmmppppffffff -jadeó-. Cómo pesa. Mmmmmpppppfffff. PRRRRRRRRR -siguió un silencio más o menos largo hasta que la cabeza de Pérez asomó bajo la cama, con una mirada a medio camino entre la risa y la vergüenza-. Del esfuerzo me he peío -dijo antes de romper en carcajadas. 

La rata, que no ratón, encontró aquel cubo aunque viendo lo bien que se lo estaba pasando con él, casi hasta esperé un poco para acercarme. 

- ¿Cómo tener a una rata entretenida? - Sí, el chiste se hacía por sí sólo. 

Me acerqué volando y cogí el asa con las patas y lo levanté. 

- Puedo llevarte en esto. - Calculé que no sería demasiado trabajoso, aunque desde luego, lo de pasar desapercibidos había pasado a la historia. - Quizás lo de viajar de noche sea una buena idea. Todo el mundo va a ver un cubo volando y va a ser un poco raro. 

Lo coloqué en el suelo y lo incliné para que Pérez pudiera meterse dentro. 

- Vamos, monta. Te doy una vuelta de prueba a ver qué tal vas ahí dentro. - Estaba viendo rata mareada en menos de una hora. 

-Chachi -dijo subiéndose al cubo y dejándose caer dentro. Era lo suficientemente pequeño como para que puesto en pie, los ojillos y el hocico asomaran por arriba. No iba a poder ver gran cosa, pero menos daba una piedra-. Oye, ¿cómo es eso de volar? No negaré que me dais envidia -reconoció, aunque lo tener dos alas en la espalda como que no lo veía-. Y no te hagas el remolón con lo que tu nombre. Llamarte búho queda un tanto desapegado y cutre. Raven, Pérez y... 

Pesé a que no había nada de valor en la casa, al menos no de manera aparente, aún quedaban los recuerdos de las experiencias vividas aún frescas. Aunque pronto se inundó también con el olor del pedo de Pérez.

Por otra parte, Hontza logró despegar sin esfuerzo con el cubo y la rata montada en ella, un pequeño paso para los animales y un insignificante paso para el mundo, pero venga que al menos tienen un método de transporte. 

No me había dado cuenta que no había respondido a cómo me llamaba. La verdad era que había estado pensando en otras cosas y buscando algo para llevar a la rata y no me había percatado. 

- Me llamo Hontza. - Respondí, aunque también iba a aclarar que era una hembra, pero me pareció que eso tampoco es que fuera demasiado relevante así que lo omití. 

A eso de volar no le podía responder, pues tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. 

- Está bien, aunque esconderse es más complicado que cuando eres como tú. 

De todas maneras, nunca me había puesto a filosofar sobre si era mejor volar o no hacerlo. Claramente, con mis patas, lo de ir dando saltitos por el suelo era demasiado cansado y me convertía en una presa demasiado fácil. 

Pérez miró a Hontza dubitativo. Lo que decía no era del todo cierto. Era verdad que él como roedor podía esconderse casi en cualquier resquicio, pero eso era debido a su tamaño. El búho, por contra, podía permanecer horas en un árbol y gracias a su plumaje pasar prácticamente desapercibido. Y sus alas, al volar, no sacaban ruido alguno. Un búho era la muerte que te llegaba desde arriba sin aviso. Un momento antes, eras un alegre y despreocupado ratoncillo. Un momento después, una triste y regurgitada egagrópila.

-Supongo que cada uno tiene cosas que suman y cosas que restan -sentenció-. Quizá nos vengan bien para lo que está por venir.

Echó un vistazo en dirección al cuervo. Era más callado que una bellota y no parecía tener un especial interés en conversar con ellos.

-Un tipo introvertido. O un elitista para el que no valemos nada -pensó para sí encogiendo sus estrechos hombros.

Luego rememoró el vuelo.

-Oye, ha sido fantástico ese paseo en cubo. Me lo he pasado genial y todo se veía tan pequeño. Y el viento me hacía cosquillas en los bigotes. Tengo ganas de repetir -asintió vehementemente con su cabeza-. Y siempre es mejor hacerlo de este modo que entre unas garras clavadas en tus tripas o en un pico -era toda una prueba de fuego aquella extraña relación entre depredador y presa. Pérez no podía dejar de sentir cierta aprensión en la boca de su estómago cada vez que la penetrante mirada de Hontza se clavaba en él. Pero hasta el momento le había respetado y quizá, aquel fuera el comienzo de una extraañ amistad.

Pérez no estaba demasiado convencido de eso de que fuera mejor ser un ratón, pero claro, a él no le atacaban el resto de mamíferos siempre que no fueran a querer comérselo y yo cuando me descuidaba tenía que andar quitándome al resto de aves de encima porque les caía mal a todas. Siempre andaban viniendo a por gresca. ¡Qué mala era la envidia! 

Me hizo "reír" de nuevo con eso de las garras y sonreí. 

- Tranquilo. No te voy a comer. - Quería que lo tuviera claro. - Vamos a ir a vengar a la bruja y además, yo puedo comer cualquier cosa y si viajamos de noche pues mejor para mí. - Al fin y al cabo, era un ave nocturna. 

Giré mi cabeza de forma que quedó al lado contrario que "mi pecho", mirando al cuervo que estaba todo callado y después volví a mirar al ratón como diciendo que ese "pollo" era de lo más reservado.