Partida Rol por web

Cuando las cosas van mal siempre hay margen para que empeoren.

Esto era un dicho que repetía continuamente Pack, vuestro mentor y anterior dueño del Escurridizo, y la verdad es algo que se suele cumplir.

En estos momentos es más que probable que todos los sistemas policiales estén ahora bloqueando las salidas de Signus para identificar a los que asesinaron a varios policías planetarios. Intentar una huida en caliente puede ser peligroso, así que habéis decidido buscar algún lugar donde refugiaros hasta que la cosa se enfríe. Incluso es posible que si averiguaseis algo más sobre vuestro encargo puedas minimizar los daños personales en vuestra reputación legal. Hasta puede que llegaseis a salir del paso.

Pensando en todo esto os dirigís hacia la periferia de la ciudad, un lugar donde las fuerzas del orden no están tan presentes y probablemente tengáis más posibilidades de ocultaros.

La periferia es como una especie de carnaval de cromo y suciedad. Edificios de placas de metal, conglomerados prefabricados, incluso viejas naves que ya jamás volarán reconvertidas como improvisadas viviendas, tiendas o bares. Por el aire, entre los cables que cuelgan de forma precaria entre todos estros constructos deformes garantizando energía y conexión, vuelan pequeños drones de publicidad u oferta, que se detienen a proyectar hologramas para aquellos interesados en satisfacer algún vicio o necesidad: sígueme para tomar una birra, cambiar alguna pieza, hacer negocios... Nada corporativo. En la Periferia ni siquiera las corporaciones actúan abiertamente. No es que cada uno sea dueño de su destino sino más bien que todos intentan no acabar sirviendo a algo peor que una corporación. El barro del suelo sin asfaltar os recuerda que los negocios en este lugar son siempre desesperados y peligrosos como una cuchilla bajo las estrellas. Y hablando del cielo estrellado: está anocheciendo. Aunque eso no marca ninguna diferencia en las abarrotadas callejas que forman este lugar de nadie. Simplemente hay más luces de neón y una conveniente oscuridad para los trapicheos que tienen lugar en todos lados.

“Esto no me gusta. No me gusta una mierda”

Camino nervioso por la habitación en la que nos hemos refugiado mientras me enciendo un cigarro y exhalo con fuerza intentando inundar mis pulmones de nicotina. No es suficiente. Pateo con fuerza una plancha metálica y aunque el dolor es intenso, más lo es la mala hostia que tengo ahora mismo.

- “¿Qué coño ha pasado ahí dentro? ¿No se suponía que era una entrega fácil, Joder? –

Me aproximo a la claraboya que da al exterior y me asomo nervioso. Cada sombra que se mueve pone en alerta y joder, con tantas putas luces son muchas las sombras que puedo ver. Pero es lo que tiene esta incertidumbre ¿Nos habrán seguido? ¿Nos habrán identificado? ¿Y qué había salido mal en la entrega?

- ¿De quien fue la idea de hacer esta entrega? Porque fue una MA-RA-VI-LLO-SA idea ¡Vamos que si lo ha sido! –

Reviso mi querida “Stacy”, la única que hoy no ha fallado y me ha librado de terminar con el culo en alguna prisión o peor, en alguna fosa común. Mi querida arma es la única en la que parece que puedo contar ahora. Sobre todo desde que…

- He perdido la conexión con “El Escurridizo”, no se si solo han localizado a mi pequeña y la han desconectado de la red o peor, si me han identificado y han cortado las conexiones directas. Como sea, de momento estamos atrapados en este puto agujero ¿Qué coño hacemos ahora? –

Estoy hablando en serio, la situación no es nada bonita. Cualquier solución que se me ocurre termina con mi culo agujereado por unos policías cabreados.

Abro la puerta de un rodillazo y tres caras se tensan antes de reconocerme. Las manos se detienen de camino a las armas. 

-Soy yo-digo desde debajo de la capucha-Traigo la comida.

Dejo encima de la mesa un par de bolsas grasientas y humeantes con el logo de un cerdo sonriente. Después saco de mi pernera un enorme machete para dejarlo junto a la comida. No me gusta salir por ahí  sin la artillería pero un tipo con un cañón llamaría mucho la atención.

-En el puesto de comida comentaban el incidente. De momento, éste sector aún no ha sido peinado -digo sacando una hamburguesa envuelta en papel-Cuatro muertos, al menos. Los pies planos andan tras la pista de los responsables... creo que han pedido refuerzos a la Armada. Me huele a que hemos mordido más de lo que podemos masticar. 

Subrayo mis palabras con un enorme bocado de carne sintética grasienta. Mastico un rato antes de tragar. Miro a  Madigan con cierto reproche :

-Dinero fácil, ¿eh?

Me muevo por la sala como una gata encerrada, cada pocos segundos estoy a punto de chocarme con alguno de ellos, o sencillamente darme de bruces con las cajas de percebes que había amontonadas, y que a pesar de estar vacías, seguían teniendo un hedor muy desagradable.

En la periferia, donde casi terminaba el antiguo puerto espacial. Una zona echa mierda, que seguía “viva”, porque nadie se quería gastar un duro en destrozarla. Allí nos habíamos escondido.

A pesar de que querer salir corriendo y volver a su confortable vida de especialista facilitadora de diversión, no estoy del todo desesperada por salir.

Lo que hace mi mente es dibujar como colgar el muerto a alguien, y salir cagando hostias del planeta para nunca más volver.

Cuando entra la comida, sonrió. Hay cosas que nunca cambian, y comer, cagar, y follar son cadenas que atan a todos por igual. Ya seas un tirado, que vive entre despojos en un vertedero, o el mismísimo rey de Ultraprusia.

Mastico rutinariamente algo de comida, pero sigo con una idea en la cabeza. Muchas veces me tienta comentarla con mis compañeros, pero descubrí hace tiempo que aquellos majaderos montan en cólera si el plan no es poco mas que a prueba de fallos.

.- Ja, ja, ja-. Se rio con ganas de su propia idea, pillando a los demás por sorpresa. Aquello centro la atención en ella, y no le quedo más remedio que decir algo, antes de que se encabronaran mas.

.- Se me ocurre, que están buscando a cuatro, pero no a que cuatro. Si nos enteramos de los detalles, podemos buscar a unos pringados, y cargarles el muerto.

Los polis son como maquinas automatizadas. Si les das algo a lo que disparar, pegar, y humillar, lo demás no les importa. Creo que nos interesa colgar el mochuelo rápido a algún grupo de tarados y salir de esta lo antes posible-.

Ya la había cagado, en cuanto termino la frase, supe que habría polemica, porque no dije a quien o como, y sobre todo, cuando. Y estaba claro que sin esas respuestas, mi plan les parecería un mojón muy grande. Ahora preferirían hacer la primera “machada” que se les ocurriera.

Cómo ir a buscar la nave de marras, a punta de pistola, y montar un tiroteo, del que quizás, esta vez, no salieran enteros.

Mientras me inclino de nuevo sobre la hamburguesa, mi chapa de identificación se sale de debajo de mi camiseta. Hay otras dos junto a la mía, dos compañeros de los marines perdidos a cuyas familias nunca pude avisar. 

-No es un mal plan-digo lentamente-Me gusta más que enfrentarme a toda la fuerza policial. Claro que...

Muerdo. Mastico. Trago. Un zumbido se enciende y se apaga en mi nuca.

Miro de nuevo las chapas de identificación. Alzo una ceja:

-¿Y si encuentran nuestros cadáveres? 

Sigo nervioso, pero al menos la comida aplaca un poco la fiera mientras devoro los trozos de… mira, lo mejor y más sensato es ni plantearse que se está comiendo. La noche se ha echado sobre nosotros y aunque aun no hayan peinado la zona, no me gusta permanecer tanto tiempo quieto en aquel lugar. Mi mirada se gira hacia el cuerpo inconsciente que hay apoyado en unas cajas al fondo. Parece que sigue “dormido”.

- Sea lo que sea, hay que hacer algo rápido, ese mierdecilla no tardará en despertar y seguramente se pondrá a dar gritos y de todos modos miradle, es una piltrafa, dudo mucho que tan poca cosa pueda disponer de un almacén como este… Aunque esté tan lleno de mierda –

Recuerdo momentáneamente como, en nuestra huida, vimos a este pobre desgraciado diciendo en voz alta a unos como se iba al almacén y como tras seguirlo, ni lo pensamos, le noqueamos, le metimos dentro y nos encerramos. Y ahora estamos atrapados cual ratones. La rubia da una idea de qué hacer.

- Parece que nadie presta atención coño, escúchame “Kat”, sabes que inconveniente en tu plan no tengo ninguno ¡Demonios! ¡Técnicamente, ya dispondríamos de un desgraciado para ello! – Señalo en bulto que descansa plácidamente sin imaginar el futuro que imaginamos para él y su cuerpo. – Pero como he dicho, es probable que nos hayan identificado a algunos y de todos modos ¡No estarás sugiriendo que dejemos “El Escurridizo” aquí! ¿Verdad? No nado en la abundancia precisamente como para permitirme dejar a mi pequeña en este mugroso lugar. ¡Que no solo de nuestras “escapadas” se alimenta uno hostia! –

La comida sabe a culo, pero termino con mi ración antes de soltar un sonoro eructo y terminar. Entonces Drexler sugiere que encuentren nuestros cadáveres. Puto loco, si no resuelve el problema matando a alguien revienta.

- Eso queda muy bonito colega, pero no todos vamos con chapitas coleccionables que poder ir dejando en cuerpos calcinados. Como identificarán el mío. Centrémonos. Antes deberíamos averiguar si tienen el nombre de alguno de nosotros. Porque si la respuesta es que si, no solo estamos jodidos, alguien nos ha vendido. – Cargo la escopeta - Y eso bien merecería nuestra atención. –

Entonces un nombre aparece en mi mente y como me jugué el culo por él sin recibir una compensación real. Señalo entonces al exterior – Conozco a un desgraciado que me debe un favor, tal vez pueda darnos información, como mínimo de donde poder obtener los datos que necesitamos –

Quedo a la espera de que mis compañeros tengan el sentido común para hacerme caso.

Esto no me hubiese pasado si me hubiera centrado en la vida y me hubiera dedicado a lo que mejor se me daba, a mostrar mi cara bonita por la tele, hacer de modelo y esas cosas, pero lo que tengo ahora es que estoy metido en un almacén mohoso con mis tres compañeros en "El Escurridizo", los cuatro en busca y captura después del alboroto que se ha montado tras nuestra última entrega fallida.

Mis compañeros no son los adalides de la finura y el recato, y sus propuestas son bastante directas y pragmáticas, no lo puedo negar, así que mientras como con tranquilidad la hamburguesa que ha traído Drexler y observo la cantidad de cosas que hay en el pequeño almacén donde hemos acabado, con un hombre inconsciente, escucho atentamente a los planes que tienen.

- ¿Y después de averiguar quien nos la ha jugado, qué hacemos? - les pregunto - No me parece mala idea el buscar a quien cargarle el muerto, claro que, si no logramos averiguar quien nos ha vendido, lo que tendremos que hacer es salir de aquí por patas, con o sin "El Escurridizo" - digo con algo de pena -. Lo siento es la única manera, si nos tienen en el foco, probablemente ya lo hayan confiscado y si no somos más que meros títeres que no importamos para nada, "El Escurridizo" seguirá ahí cuando volvamos una vez las cosas se calmen.

Mientras hablo voy jugando con el papel que envolvía la hamburguesa, finalmente lo lanzo en dirección a una caja de las muchas que hay dispersas por el almacén, rebota en el borde y cae hacia afuera.

- ¿Y bien? ¿Dónde está ese contacto tuyo? - pregunto a Roy.

-No seas idiota, Gobston: ni siquiera los pies planos se creerían que unos fiambres con etiquetas somos nosotros. Unos cuerpos calcinados con algunos trozos de ciberware funcionarían mucho mejor. Al fin y al cabo, no tienen nuestro registro dental aquí.

Mientras mastico lo que queda de la hamburguesa, reviso en mi escáner los sensores de movimiento que he instalado alrededor del edificio. Son poco más que chatarra pero nos pondrán sobre aviso si algún listillo intenta subir por las escaleras.
De momento, todo en orden pero puede que no dure. Hay que ponerse en marcha y cualquier dirección es mejor que ninguna.

-Si "El Escurridizo" no es una opción, oí al capullo del puesto de comida decir que la carne para estas porquerías se la traían en cargueros de línea interplanetaria. Puede valer la pena intentar largarnos en un container si las cosas se ponen muy peludas aquí. 

Roy sacó su comunicador para conectar con la línea de su contacto en Signus. Mientras lo hacía pensaba en cuánto le iba a costar este favor.

Kat seguía paseando por el almacén. Parecía que la idea no era tan mala, puesto que todos la aceptaron de buen grado. Era eso, o que estaban tan jodidos, que todo valía.

Sé para un segundo y parece que quiere decir algo. Luego vuelve a andar. Los chicos hablar sobre tirar de contactos. Buena idea.

Antes de que la cosa fuera a más se termino parando. Se sentó sobre una caja destartalada, y los miro mordiéndose el labio inferior.

En momentos como aquellos casi parecía una joven a la que cuidar, una de esas chicas guapas y tontas. Menos mal que todos sabían que era la zorra más lista de todo el corral, y no una muñequita tonta a la que llevar a pasear.

.- El caso es que…joder. Tengo un grupo de contactos aquí. Si os encargáis de averiguar el estado del escurridizo, saber que pruebas tienen contra nosotros y quién nos la ha jugado-. No le gustaba lo que iba a decir, porque su contacto era un jodido tarado-. Tengo unos conocidos que nos pueden suministrar los cuerpos para dar el cambiazo.

Tienen un espectáculo de luces, drogas, y peleas a muerte en el extra radio de esta luna. Pero ya os aviso que el lider..., Cesar es, como decirlo de una manera sutil.

El mayor sadico que jamás haya visto el universo. Y no solo para su vida privada o sus vicios, sino también para sus negocios-.

Cruzo las piernas unas sobre otra, y se espero a ver que hace su conductor favorito.

-Mira...-me incorporo y clavo el machete en la mesa-... ¡como yo!

Saco medio puro del bolsillo. Lo enciendo con el mechero que Roy  ha dejado sobre la mesa. A continuación, aparto los cartones de una esquina para descubrir una enorme caja metálica: la artillería pesada. La abro apoyando la yema del pulgar contra un lector de huellas dactilares. Ni la caja ni la huella dactilar eran mías originalmente. 

Mordiendo el puro humeante saco un rifle de asalto compacto FTW-600 y me lo cuelgo del hombro. Dejo los cañones grandes para una ocasión especial. 

-Voy a comprobar el perímetro. Quiero asegurarme de que la zona es segura. Si nos movemos de aquí, ya sabéis cómo avisarme .

Chasqueé la lengua en disgusto.

- Me la suda como lo hagamos Drexler, por mi como si queréis que hagamos como en Rygel IX y nos disfracemos de reinonas drags. – Tomo el comunicador para hacer una llamada – Pero ni puta gracia me hace que sigamos viendo factible abandonar MI NAVE –

Entonces escucho la sugerencia de “Kat”. Parece curioso que precisamente ella considere una sádico a nadie. Debe ser un personaje cuanto menos interesante.

- Si es tan sádico en los negocios ¿Cuánto nos puede costar su ayuda? Esta puta misión me está costando ya demasiada pasta. Tal vez alguno de vosotros, melones, os metierais en esto por la emoción y la adrenalina, pero yo lo hice por el dinero. Y no me gusta ver como no solo esta misión no me va a reportar beneficio, sino que me va a costar dinero. –

Intento relajarme, la situación está bastante jodida pero ¿Qué puedo hacer? Cuando volvamos de la misión sigue habiendo facturas que pagar y una ex muy zorra que sigue sangrándome. Y “El Escurridizo” es más que un medio de transporte, es mi estilo de vida.

¿Por qué me he dejado empujar a esta situación?

Entonces miro al grupo y lo recuerdo. Son unos hijos de puta, están locos y dudo que conozcan el significado de la palabra escrúpulo, pero al final, siempre eran de fiar. Ya eran muchos años haciendo misiones juntos. Debo relajarme. Seguro que al final no salgo palmando tanto dinero.

Busco el contacto en mi banco de memoria y lo conecto con el comunicador. Mientras se establece la conexión, me viene a la memoria aquel día hace casi 3 años. Apenas había empezado a realizar estos “trabajitos” y un supuesto pez gordo de no se que mierda de corporación al que buscaban por haber desfalcado nosecuantos millones me contrató para que lo sacara del planeta. No fue fácil y tras romper un bloqueo y dar esquinazo a un caza-recompensas, conseguí dejarle a salvo en este espacio puerto de mierda… ¡Para descubrir que ya no disponía de un duro! Casi estuvo tentado de reventarle las piernas y entregarle yo mismo, pero algo me dijo que era mejor dejarle marchar debiéndome una.

Ahora, mientras resuena ese característico pitido que indica que se ha establecido un canal seguro y se está intentando que responda, espero que ese mierdecilla se acuerde de aquello y me pueda dar algo de información.

“Vamos joder, cógelo”

Drexler está ansioso por entrar en acción. Tanto que sube a la azotea para asegurarse de que no llegan visitas indeseadas. Con lo que se encuentra ahí arriba es con un par de drones publicitarios que le ofrecen drogas de diseño y un masaje con varios tipos de finales, según un menú desplegable. Si no fuera porque llamaría demasiado la atención seguramente les daría una buena ración de plomo anti-spam, pero se contiene¹. No hay mucho que hacer, así que baja las escaleras para encontrarse que Roy por fin está comunicándose con su contacto. ¡Avances!²

Mis compañeros se han puesto en marcha a todo correr a tirar de sus contactos mientras discuten el plan de acción.

- Roy, si tu vas a intentar adivinar quien nos ha metido en todo este embrollo y Kat ya está buscando a quien pueda ayudarnos a encontrar a algunos cabezas de turco, voy a ver si puedo hacer algo con "El Escurridizo" - declaro -. Resulta que conozco a alguien que trabaja en la seguridad del espaciopuerto, quizá no sea alguien muy importante, pero puede que nos sirva para conocer el estado y ver si podemos abordar la huida en nuestro preciado transporte.

Saco mi comunicador y me pongo a buscar el contacto. La cabrona de Regine estaba hecha más para el crimen que para lo que en realidad se dedicaba, además bebía como una cosaca, era habitual cerrar algún negocio que otro con ella en un bar bebiendo hasta altas horas de la noche y quizá la emoción de la criminalidad y una cara bonita frente a ella ayudasen a que la noche acabase con una "última copa" en su apartamento. Había trabajado con ella en Signus para varios encargos con anterioridad, era eficiente y, con una buena compensación económica, era capaz de ayudar a quien fuera con cualquier trámite burocrático (o no) relacionado con temas del espaciopuerto.

Quizá ella sepa como está la nave que se encuentra en el hangar X234-B y nos ayude a averiguar si la están vigilando con mucho ahínco y si hay alguna posibilidad de moverla de donde está. Mientras tanto voy revisando mis créditos, Regine no hace las cosas gratis, y no creo que me haga el favor por mi cara bonita, aunque luego también se lo quiera cobrar en carne.

Katerina hizo lo propio al ver a Roy llamar. Se acerco a los ventanales del almacén, y desde allí comprobó algo que temía. La mierda de la ventana no dejaba ver nada fuera.

Y tampoco dentro. No podría quejarse demasiado, al menos esta vez.

Luego saco su comunicador. Estuvo como 10 o 12 segundos dudando si marcar. Y finalmente le dio al botón verde.

Un tono, dos tonos, tres, diez tonos. Allí no respondía nadie. Acaso se había equivocado, era posible que no estuvieran montando su circo de sangre y dolor en aquel lugar en estos momentos.

Miro atrás, y vio cómo los chicos estaban tirando de sus contactos. Y ella no tenia nada. No sabia si era mejor así o no.

Los comunicadores emiten un pitido por la frecuencia privada de la banda:

-Aquí Señor T. No hay tiburones en torno al barco. La mierda no salpica a esta hora. 

Empleo jerga de marines. No es un código irrompible pero al menos evita que cualquier mamón que intercepte el mensaje venga directamente a tu cuello con una declaración por escrito de tus intenciones.

Los comunicadores son un souvenir de Drantis-4, una entrega a los neosoviéticos que salió relativamente bien. Al final, nadie notó que faltaba un estuche de microtransmisores de honda corta, frecuencia encriptada y adaptables a multitud de dispositivos. Cosa fina.

Al otro lado de la línea Vincent Farrel está colaborativo mientras charla con Roy. Después de aquel suceso recuperó cierta información que le ayudó a restablecer su posición en la Corporación Nokama y cobrarse algunas venganzas. Y aunque nunca te puedes fiar de un corporativo el caso es que ahora mismo parecía sentirse en deuda con el piloto.

—Los de Midas llevan todo tipo de asuntos pero sobre todo trabajan con sintéticos e IAs avanzadas. Así que sois vosotros... has tenido suerte de llamarme a mí colega. Te debo una y yo nunca olvido. La Policía Planetaria todavía no os tiene identificados. Parece ser que el androide ese que os hizo de enlace pertenece a una hermandad de cromados llamados los 'Libertadores del Futuro'. Son una panda formada por IAs salvajes¹ y algunos humanos pirados que claman que es una mala idea limitar los procesos evolutivos de las máquinas. Según ellos si dejamos que los tornillos² dominen el universo todo será mejor y más equilibrado. Tarados. Pero han hecho bien su trabajo: la Policía Planetaria no tiene grabaciones del Astropuerto porque les han hackeado todo el sistema. No aplaudas todavía: están buscando a alguien aunque todavía no saben quienes sois vosotros. Eso quiere decir que tenéis algo de tiempo. Y una cosa más: mis contactos dicen también que ha llegado una unidad de Formateadores³ al planeta. No es que me sorprenda dado el origen de vuestro problema. No sé como podéis lidiar con eso: igual os pueden ayudar o igual piensan que sois parte de la banda de los Libertadores. El caso es que seguro que también quieren hablar con vosotros. No sé lo que le disteis a ese jodido cacho-lata pero debe ser algo chungo porque los Formateadores no han venido por el tiroteo, estaban ya en camino⁴ y simplemente han llegado a tiempo de unirse a la fiesta. Vaya... tengo que dejarte. Oye: cuando salgas de ésta y no estés pereseguido tenemos que quedar para tomar algo. Quizás tenga algún trabajo para ti. Te acabo de dejar un anexo en la comunicación. Es un regalito que igual te viene bien.

La comunicación se cortó. Roy revisó el anexo y sonrió: al final aquel capullo había pagado parte de la deuda⁵.

—Alden, cariño, así que el cacharro bloqueado es tuyo.— Regine estaba en su puesto de trabajo pero el arreglador pudo ver a través de su holograma como se levantaba para ir a un sitio más discreto —Vuestra nave está retenida por la Policía Planetaria. No es nada personal de momento: acaban de bloquear todas las naves que han entrado en Signus en las últimas veinticuatro horas. ¿Tienes algo que ver con lo del tiroteo? Hum... mejor no me lo digas. Prefiero no saberlo. Así te podré echar un cable. Escucha: ahora mismo esto es un hervidero de policías y seguridad corporativa. Ninguna de esas naves tiene permiso de despegue y si alguien viene a por ellas se va a encontrar con un montón de preguntas. Pero puedo echarte un cable: voy a desamarrar por accidente el cepo electromagnético. Si lográis llegar hasta ella tendréis la oportunidad de hacerla despegar. Luego ya lo que suceda una vez estéis en el aire es cosa vuestra. Pero llegar hasta aquí por la puerta grande no es buena idea... espero que tengas algún plan cariño¹. Suerte.

La comunicación se cortó.

Aquello era bueno. Tenían al menos una oportunidad de hacer despegar el Escurridizo.
 

El comunicador de Kat se encendió. ¡Cesar estaba devolviendo la llamada!

—Hoooooola corazón... ¿Así que eres tú? ¿Tienes algún problemilla quizás? Siempre me llamas cuando tienes problemas. Déjame adivinar... ¿el tiroteo del astropuerto? Es muy de vueeeestroooo estiloooo.— Cesar tenía la costumbre de arrastrar mucho las palabras —Así que la Policía Planetaria nos aprieta las tuercas a nosotros pero vosotros, briboooooneees, habéis sido los culpables. A mí no me puedes mentir. Fui una pitonisa en una vida pasada y todavía guardo algo de eso en mi reencarnacióooon.