Partida Rol por web

En cuanto os recomponéis de la sorpresa inicial comenzáis a responder al ataque, pero los enemigos no parecen teneros miedo y siguen atacando.

El gladiador, apostado cerca de la entrada lanza la bola del mangual que golpea con destreza contra la pierna izquierda de uno de los hombres bestia, sin embargo la armadura que le protege parece recibir parte del daño que de otra forma hubiera reventado huesos y músculo por igual. Con el hacha preparada, el Gor ataca a Marius mientras se recupera de la pérdida de equilibrio del ataque.  

El elfo Eldillor comienza una serie de ataques rápidos. La afilada cuchilla de su lanza se clava unos centímetros en el pecho de una de esas criaturas que no le presta más atención. Aunque parece que si le ha enfurecido y ataca con contundencia.

No muy lejos de la puerta Hans golpea las costillas de un Gor que se tambalea por el impacto. Y aunque gracias a su armadura puede seguir luchando, el ataque del fanático le deja demasiado lejos para un contraataque.

Luis de Alcocer, se disponía a ir al cambio de guardia cuando surgió el ataque. Casi en primera línea, cerca de Marius y Eldillor, lanza su estoque contra la cabeza de una bestia que se aparta lo justo para que la fina hoja no le atraviese el globo ocular. La sangre mana del profundo corte en su fea cara. Lanzando golpes con una tremenda fuerza que Luis puede evitar, el Ungor parece cada vez más y más furioso.

Vasile, mientras todo arde y lucha a su alrededor, se concentra en el disparo. Apunta cuidadosamente pero falla. La bala se pierde en el cielo del anochecer y recibe la carga de uno de los ungors. 

- ¡Hacedme caso! - Gritó Marius. - ¡Tenemos que formar una línea defensiva! ¡No podemos pelear a lo loco!

Por una u otra razón, sus palabras parecía que no eran oídas. Lo cierto era que los balidos de los hombres bestia, el ruido de sus pisadas a la carrera y del choque de metales, hacía casi inaudible sus palabras.

Entonces vio como uno de aquellos seres se acercaba a su lado y lanzó un nuevo ataque contra él. El mangual pasó rozando su cabezota pero golpeó únicamente contra su cornamenta sin causarle daño alguno.

- ¡Juntaos! - Gritó de nuevo con fuerza, pero sin demasiado éxito.

Eldillor vio lo resistente del temible enemigo y procedió a atacar varias veces con la lanza, fallando en ambos intentos, pero dejando el escudo frente a el para evitar posibles envestidas.

A punto de liberar su arma Vasile no tuvo tiempo de esquivar el ataque del ungor, que le cargaba derecho hacia el pecho, sin posibilidad alguna de echarse a un lado. En ese preciso momento el perro se le cruzó entre las piernas al estirlandés, trastablillándole de tal manera que el acero enemigo le pasó de largo.

- ¡Ranald bendito, qué suerte!- vociferó para escucharse a sí mismo todavía con vida, empuñar su fiel alabarda de asta nueva y soltarle una buena sacudida al monstruo- No se admite ganado en el campamento ¡Fuera de aquí!

¿Todavía no has muerto? se preguntó Hans sorprendido porque la bestia siguiera en pie después de su golpe anterior. Se giró sobre si mismo y alargó el brazo describiendo una parábola. La cadena del mangual se estiró y la bola impactó en la pierna derecha del hombre bestia. Si hubiera tenido otro arma, no hubiera alcanzado su objetivo...

continuo mi ataque sobre el gord

El combate en el campamento se encarnizaba. Los hombres bestia ganaban poco a poco más terreno. Hans consiguió quebrarle la pierna al Gor con el que luchaba, cayendo este al suelo, aunque vivo.

Cerca de la puerta una figura más grande cuyos cuernos sobresalían por encima de los demás hombres bestia manejaba un hacha a dos manos con especial destreza. Su fuerza se demostraba a cada golpe que daba, pues partía piernas, cabezas y cuerpos como si fueran fruta madura.

Mientras tanto el resto de vosotros seguíais en combate intentando repeler la amenaza.

Cerca de la puerta una figura más grande cuyos cuernos sobresalían por encima de los demás hombres bestia manejaba un hacha a dos manos con especial destreza. Su fuerza se demostraba a cada golpe que daba, pues partía piernas, cabezas y cuerpos como si fueran fruta madura.

Acabar con ese berserker os daría un soplo de esperanza y minaría la moral de los hombres bestia. Si lo conseguís todos los hombres bestia atacarían con un -5% a su habilidad.

Aquel enorme ser de cuernos igualmente enormes era la calve. Si derribaban al berseker, sin duda alguna su tropa se desmoralizaría. Era la principal opción que tenían para vencer en aquel asedio que les había pillado del todo por sorpresa. - ¡Debemos eliminar al berseker! - Gritó con fuerza. - ¡En cuanto tengamos ocasión hay que rodearle! Aquel carnero que tenía enfrente y trataba de acabar con él era el principal escollo que tenía por delante por tal de acabar con enrome hombre cabra. Por ello agarró con fuerza su mangual y de nuevo lanzó un ataque contra este con la clara intención de acabar con él.

El Gor levanta el hacha para detener tu ataque. Hábilmente dejas que la cadena sea detenida por el arma enemiga mientras la cabeza con pinchos prosigue su camino golpeando el antebrazo del hombre bestia, que, con un chasquido, parte el hueso que atraviesa la carne hasta sobresalir por encima de ella. Con un chillido de dolor el Gor retrocede. La lanza de un miliciano le atraviesa de parte a parte asomando la punta de la lanza directamente hacia tu cara. 

Ves como aquél hombre, joven, sonríe mientras el cuerpo del Gor cae al suelo. Un hacha de doble filo tan alta como él le parte en dos hasta la altura de la cintura. El berserker Gor resopla y en sus negros ojos solo aparece tu cara.    

Continuó combatiendo contra el hombre bestias pero no consigo darle.

- ¡Te oigo, Faustus! -vociferó hacia el cafre de pelo corto que segaba hombres bestias como un campeón. Qué pena que Vasile y él no hubiesen coincidido lo suficiente como para que se acordase bien de su nombre- En cuanto termine contigo, claro está- gruñó en dirección al ungor, sacudiéndole sendos tajos con su alabarda.

Mientras tanto el perrazo ladraba y se movía alrededor del estirlandés, lo cual parecía ser un incordio para el monstruo y hacía mella en la resistencia que Vasile mantenía a encariñarse con la fiera.

Angustiado por el cambio en la dinámica en el campamento, en griterío de los humanos que le daban de comer restos de su comida y la aparición de animales enormes y feroces el perrazo ladró con toda su fuerza de carácter para hacerles saber que aquí es donde él tenía marcado su territorio - Estaban traspasando y lo pagarían caro.

El elfo volvió a efectuar su ritual de ataques rápidos por encima del escudo acosando al enemigo, tal y como se lo enseñaron desde pequeño. Uno de los lances impactó directamente en el pecho de la bestia, hundiéndose varios centímetros.

Los hombres bestia eran temido por todo el imperio con razón. Eran resistentes, solo los más fuertes sobrevivían y además luchaban con rabia e ira.

Por cada golpe que les dábais recibíais contestación. Solamente quedaba rezar para que un arma Gor no os rebanara la cabeza.

De pronto unas explosiones junto con el gritar de órdenes se oían en alguna parte. Armas de fuego atacaban a los hombres bestia. Una voz mandaba y ordenaba. Desde un pequeño círculo tanto picas como alabardas se erizaban para repeler a los atacantes hasta que las armas de fuego volvían a sonar causando bajas a los hombres bestia.

Alguien había asumido el mando creando una línea de defensa. Poco a poco cada vez más mercenarios se unían al grupo repeliendo ataques y ayudando a los que intentaban unirse a ellos. Los hombres bestia por fin comenzaban a ser rechazados.

Aquella criatura no era un skaven ni mucho menos, era un monstruo al que le estaba costando herir demasiado y ya notaba el sudor en la frente, Vasile pronto empezaría a resentirse por el cansancio.

Trató de pillar al ungor con un pase rápido contra las piernas pero no fue a ningún lado.

- Morr, no mires- se dijo a sí mismo mientras buscaba con la mirada quien le echase un cable.

No se le estaba respetando su legítimo derecho de marcado de postes y árboles claramente definiendo las fronteras de su territorio a compartir con los humanos, era hora de soltar una buena dentellada en esa pata de carnero desproporcionada.

- ¡Groaaaf! ¡Groaaaf! -ladró antes de abalanzarse e hincar los dientes- Grrrr...

Miró hacia atrás. Se había formado una sólida línea defensiva allí. Picas y pólvora dirigidas por alguien con dote para el mando. Los hombres bestia retrocedían. Hans pensó en ir hacia allí. Reforzar ese punto. Pero vio a ese mercenario, Marius. Se las veía con un berserker gor. ¡No podía dejarlo solo! Avanzó hacia allí. ¡Matar! ¡Matar! ¡Matar! ¿Acaso importaba otra cosa?

Aquel berseker gor era realmente intimidante, pero no podía, ni iba a achantarse. Hacerlo solo le proporcionaría la muerte a él y al resto de su unidad. Ahora que se había iniciado la contienda, solo tenía una opción. Seguir atacando hasta matar o morir.

- ¡Aaaaahh! - Gritó con furia mientras descargaba un poderoso golpe de mangual contra aquella criatura endemoniada.