Partida Rol por web

Al ver aquella escena dantesca, Marius reaccionó de la única manera que sabía, de forma violenta. Agarró su mangual y cargó contra aquel zombie. Ahora que estaba todavía incrustado en el árbol sería más fácil asestarle un buen golpe.

- ¡Por Sigmar! - Gritó con fuerza mientras lanzaba un golpe demoledor contra aquella bestia no muerta.

Esperaba que con aquel impacto fuera suficiente para devolver a aquel cuerpo a la tierra. Deberían quemarlo. No sé fiaba ni un pelo de que volviera a alzarse.

Se volvió al escuchar los gritos de Vasile. ¿Que pasaba? ¡El mercenario! ¡Había vuelto a la vida convertido en un zombie! ¡La magia del Caos! Marius cargó entonces y Hans le siguió presto a acabar con el engendro. 

el cadaver se había levantado y atacado a Vasile, por lo que rapidamente desenvaino mi estoque y corro a apoyarlo.

Con los dientes apretados el estirlandés contempló con rabia cómo aquel cadaver reanimado era vapuleado someramente por sus compañeros, al grito de Eldillor volvió a apuntar contra el zombie pero temiendo fallar y herir a uno de los suyo la volvió a ajustar bajo su papada.

- Dadle, dadle, dadle... -gruñó cada vez más ronco en la voz mientras su mano libre se resbalaba del cuello de su camisa y armadura para caer laxa a su lado. Sus ojos pasaron a mirar su brazo caído para verla empapada en su propia sangre, lo que le llevó a respirar de manera más pesada, alcanzando grados de entendimiento de su situación que bien pudiera haberse parecido a la de aquel mercenario muerto al ser marcado por el Caos -Morr... Morr, escúchame como escuchaste a mi padre, por favor- rogó con voz queda obligando a su mano débil a alzarse para buscar el símbolo sagrado- Por favor, no dejes que se lleven mi alma, te lo ruego... Me encomendaré a ti, dejaré de beber, lo que pidas.

Temiendo no ser atendido en sus plegarias Vasile amartiló la pistola con un sonoro <Ka-clack>

El elfo se apresuró a donde su amigo, caminando con zancadas grandes y pensando -Pero sera... este le ha dado con hacer puras tonterias en un momento como este- 

Tomó la pistola con una mano, evitando que haga una locura y le dijo -Estimado, no son horas de circo, enfocate por favor y dejame ayudarte-

Luego de revisar la mordida, le puso la mano en el hombro y dijo -Lo lamento mucho, pero creo que sobrevivirás a un día mas... te ataco pero no penetro la carne- 

-Ahora, querido compañero, con todo el aprecio que te tengo, por favor... párate y vamos por esos malditos- sabia que estaba siendo frio, pero cada momento era preciado. 

El golpe de Marius casi le arranca la pelvis por completo y el mangual de Hans terminó la faena incrustado en el pecho del zombi. Cuando parecía que había terminado, el zombi giró la cabeza e inmediatamente fue ensartada por el estoque del estaliano atravesando su cerebro. Ahora si estaba muerto de verdad.

Tras limpiar la sangre del cuello de Vasile comprobáis que tan solo tiene un arañazo y os asombráis de la cantidad de sangre que es capaz de generar el estirlandés. Continuáis caminando, pues quién sabe cuanto tiempo os queda para poder salvarlos a todos. A todos menos al pobre que acabáis de masacrar. Sin más reparos, volvéis al camino.

Han pasado tres horas adentrándoos cada vez más en la montaña. Los árboles comienzan a cambiar. Los robles de altitud y árboles de hoja perenne como pinos y abetos comienzan a dominar el paisaje apreciándose cada vez más espacio entre ellos. Los matorrales se hacen más densos y las rocas más abundantes. Las huellas se pierden entre rocas y arbustos. Os veis obligados a avanzar y retroceder varias veces para encontrar un rastro fiable. 
El aire cada vez es más frío y aunque el calor del verano ha calentado la tierra, se nota como llega a su fin.

El gladiador era un hombre muy limitado en muchas cosas. No era un rastreador, eso lo tenía claro, pero le ponía empeño a todas las cosas que se proponía. Concentrado empezó a evaluar el terreno, las pisadas, todo signo de que alguien hubiera pasado por ahí y estaba bastante claro, al menos para él.

- He encontrado el rastro. - Dijo entonces señalando una seríe de pisadas que se alejaban del lugar. - Démonos prisa. No hay tiempo que perder.

Y sin más dilación y sin esperar respuesta por parte de sus compañeros, se puso en marcha y comenzó a caminar a paso ligero hacia el lugar que señalaban las huellas impresas en suelo.

El estirlandés consintió que Eldillor le arrebatase la pistola y le miró como quien mira a un ser angelical cuando le dijo qie se trataba solo de un rasguño. Con presteza empapó un trapo limpio en tónico del estuche y se lo ató al cuello al estilo urbanita, cuando cuando comprobó que un mínimo de presión detuvo la hemorragia no dio crédito a su fortuna, casi le dieron ganas de reír hasta que recordó sus propias palabras, su compromiso para con Morr. Entonces volvió a tener la cara de malas pulgas y persiguió al resto.

- Gracias por el pronto rescate, ¿Cuántos trucos más van a tener los poderes ruinosos? -gruñó pese a estar genuinamente agradecido a sus colegas.

El pulso todavía le temblaba por lo ocurrido pero abrió su mano para estrechársela al elfo y, tras apretársela como caballeros, se la tendió de nuevo para armarse de nuevo con la pistola. Con los ojos puestos de nuevo en árboles, arbustos y demás recovecos, no deseaba otra emboscada sin plomo que meterles en el pecho a esos monstruos.

La luna comienza su descenso. La media noche ha pasado hace rato. Continuáis caminando preguntándoos hasta dónde piensan llegar cuando un barranco se abre ante vosotros. Al otro lado, entre la copa de los árboles dispersos puede verse cómo una gran hoguera ilumina el cielo nocturno. Sin duda el campamento de los Hombres Bestia.
Abajo, en el fondo del barranco de veinte metros de profundidad puede verse un río poco caudaloso circulando entre las rocas. Si la caída no te mata, lo harían las rocas de abajo.

Un gran tronco cortado a la mitad verticalmente hace las veces de puente entre un lado y otro de los siete metros que separan ambos lados del barranco. La mitad cortada del improvisado puente concede una base solida y plana contra el suelo evitando que rote y haga caer a quien lo cruce. Pero la parte superior del tronco sí está curvada y poco trabajada. La tosca superficie ha sido pisada muchas veces y pueden verse las marcas de pezuñas recientes levantando la madera. Sin duda han pasado por allí.
Al otro lado podéis ver tres siluetas agazapadas sobre un pequeño fuego, comiendo carne humana y prestando poco interés al puente.

No pienso pasar por ahí señaló el tronco que hacía de puente y luego se acercó al precipicio cautelosamente y observó las rocas de abajo. Hay muchas posibilidades de que alguno de nosotros caigamos y si lo conseguimos, si pasamos, hay muchas mas opciones de alertar a los Hombres Bestia. Quizás deberíamos buscar otro camino o pensar en otra posibilidad. Hans oteó el horizonte en busca de otro paso

Delante de ellos, el vacío y una muerte segura. Detrás, gente con miedo de cruzar el puente.

- Yo no es que no quiera, es que no puedo. El equilibrio no es lo mío. Quien quiera intentarlo puede usar mi cuerda, pero no da para cruzar.

Cerró los ojos mirando hacia la hoguera, tratando de escrudiñar los vientos de la magia.

- Esperad para cruzar, crearé una distracción, una luz detrás de esos monstruos. Ballestazo y flechas a los de atrás del todo. Os parece bien?

habáimos llegado a un acantilado que nos separaba del capamento de los hombre bestias, pero el unico camino era un tronco mas o menos grande y me preguntaba como había aguantado algo tan rudimentario, pero si esos bichos los utilizaban, era por algo, "lo que vuestrad merced dice es, si podemos encontrar otra ruta, sera mejor que lo hagamos" digo ante las palabras del fanatico, pero al ver como el mago ha pasado, voy yo detras llendo con cuidado de no caerme "pero si me lo permiten, yo me quedo junto a Albert, es mejor que nadie se quede solo".

Vasile miró a Luís cruzar con suma preocupación, al haber cruzado aquella pobre excusa de puente completamente solo.

- Rediós, qué arrestos tiene el muy perro -gruñó sorprendido antes de pisar un par de veces el árbol, palmearse el tripón y negar con la cabeza-; esto es una prueba de fe y me está costando.

Examinó las piezas de equipo que tenía y las que podía combinar con la cuerda de Albert:

• Unas esposas
• Una manta

Se devanó mucho los sesos tratando de encontrar alguna manera de montar alguna especie de arreglo que les permitiese cruzar sin miedo a caer al vacío pero, pese a haber escuchado con atención las mil y una moderneces aprendidas por su hija Saskia en la universidad de Nuln, lo cierto es que nada le venía a la cabeza.

- ¿Qué hacemos? Pensad, que Luís ya está al otro lado -desesperado miró al cielo, buscando una señal.

Luis de Alcocer hace gala de su fe en Myrmidia encomendándose a la diosa de la guerra y las tácticas.

Con cuidado sus botas palpan la superficie angulosa del tronco a medida que van abanzando. Durante un breve momento la luna ilumina el barranco y vuestro corazón se para. Si los hombres bestia giraran la cabeza verian a Luis de lleno. Pero el estaliano está sumido en otros pensamientos más apremiantes, pues veinte metros más abajo, estrellados contra las rocas, varios cuerpos de lo que parecen ser hombres bestia reposan en posturas antinaturales y grotescas. Durante un breve momento la imagen de lo que debieron sufrir hace perder pie al espadachín que rápidamente se recupera y continúa camino.

Cierras los ojos y te concentras. Los vientos son faborables aquí y más allá, donde el campamento ilumina los árboles, hay mucha más. Las corrientes fluyen hacia ese lugar, un lugar de magia... oscura.

- Maldición, que no tema Luís, me encargaré de esto -explicó a los demás-; puedo correr hacia allá donde no se girarán en dirección al puente y tentar a Bärchen con un trozo de cecina para que me ladre un poco, seguro que eso distraerá a las bestias pero no tanto como para que vengan ¿lo hago o cruzo con Luís? -se santiguó con el símbolo del dios de la muerte sobre su pecho- Morrslieb está en lo alto y tengo fe en que podré llegar al otro lado, cof cof, más aún si me ato la cuerda a la cintura y os guardáis este extremo vosotros.

- Es una jodida locura... - Dice el gladiador. - ¿Pasar por ahí? - Negó con la cabeza. - Es una jodida locura.

Decía aquello, pero ya estaba cruzando. A mitad del puente le dio por mirar abajo y vio a todos aquellos cadáveres caprino humanos retorcidos y dudó un instante. Realizó el signo de Sigmar sobre su pecho y continuó hasta el otro lado.

- Es una verdadera locura. ¿Quién me mandaba a mi... - Pensaba mientras hacía un gran esfuerzo por no caer a las rocas del fondo.

Maldita sea. dijo al ver como Luis y Marius pasaban al otro lado  ¡Qué Sigmar me de su fuerza! Hans se consignó a los dioses y siguió al mercenario. No pensaba dejar solos a sus camaradas.

Era casi un insulto que los humanos se atrevieran a cruzar mientras que alguien de su raza, con una agilidad superior, no lo hiciera. Eldillor levantó la cabeza altivo y utilizando la lanza de contrapeso comenzó a cruzar el improvisado puente.