Partida Rol por web

El lugar para ver los diversos combates y justas que componen el torneo es un graderío de madera adornado con ricas telas y cubierto del sol con un intrincado techo de lonas y vigas. En otros torneos solía haber uno a cada lado del carril donde se disputan las justas pero en este caso solo hay uno, pero forma una "L".

En la sección larga se puede ver la justa de los caballeros y en la sección corta, hay un espacio circular para observar las contiendas. 

El palco especial del rey Robert y su esposa se encuentra en una posición privilegiada en la zona esquinera para que los reyes puedan ver ambas pruebas a la vez. El resto de los espectadores tienen que moverse de un lado a otro de la "L" para ver los diferentes encuentros mientras se van desarrollando.

Antes de empezar y al acabar las rondas, todos os vais encontrando por aquí, hay otra gente que os acompaña, como los siervos que os sirvieron la cena de la noche anterior.

-​​​​​​-¡Maldito seas Ned! ¡Más te hubiera valido traer a la niña Stark para que combatieron por ti! Estás tan viejo como yo. Sube al caballo y demuestra a ese traidor de que pasta estás hecho o tendré que buscarme otra Mano.- grita el Rey enojado desde su palco, habiéndose puesto de pie para gritarle al señor de Invernalia.

-​​​​​​-Tu mano ha quedado descalificado porque su incompetencia con las justas sólo rivaliza con la tuya, Robert.-  comenta Cercei, recostada en su sillón con expresión aburrida, pero sin perder detalle de lo que ocurre en el campo ni de su copa de vino- para ganar en este juego hace falta algo más que músculo y parece que el traidor Mormont lo tiene. Se ve que le ha sentado bien el exilio.

Cuando tuve un rato libre, me pasé por la tribuna, acompañada de mi escudero. Logramos encontrar un hueco casi al final, ya que estaba atestado de gente que quería estar lo más cerca posible de los reyes. El duelo era entre las dos personalidades del Norte: Eddar Stark y Jorah Mormont. No conocía bien a ninguno de los dos, pero me caía mejor Jorah, ya que había departido algo con él durante la cena. Los pronósticos eran favorables a Mormont y cuando este derribó a la Mano del rey en la primera pasada, los asistentes corearon su nombre asombrados. El rey, íntimo amigo del Stark, prorrumpió en gritos hacia su colega.

Ríe de forma sonora al ver como su hermano había derrotado con asombrosa facilidad a la mula de Tarth.

-Lastima de mujer, no vale para nada ni en el mundo de los hombres ni en el de las mujeres. No valdría ni para puta de las cloacas de Desembarco del Rey.

Tenía dolorido todo el cuerpo, pero aún así, me quedé para ver las otras dos justas que había. La gente me miraba y se reía a mis espaldas. Ser Jaime me había descabalgado fácilmente y había caído del corcel como si fuera un saco de patatas. Mi presencia en la tribuna era más por protocolo que porque me apeteciera, ya que prefería estar entrenando o descansando en mi tienda. Tendría que aguantar por decoro.

La justa de Lord Renly vs Ser Barristan se suspendió, ya que el Baratheon no había hecho acto de presencia en todo el torneo. Así que Ser Barristan pasó de ronda sin ni siquiera despeinarse. La justa que quedaba estuvo bastante bien, siendo el Caballero de las Flores quien abatió al Príncipe Oberyn. El duelo estuvo igualado y cruzaron un par de lanzadas. El público coreó a su favorito del torneo, sobre todo las mujeres...

Ser Barristan, tras vencer en la contienda, se acercó a la dama de Tarth.

Espero que no hayais sufrido ninguna herida de gravedad durante la justa señora. Dijo con voz severa. Y espero que ahora por fin recapaciteis sobre las limitaciones de vuestro género y opteis por una vida más mesurada. Con un carraspeo remató Como Lord Comandante de la Guardia Real os informo que podreis rescatar sin coste vuestras armas y armaduras del hermano juramentado Lanister si prometeis no volver a vestirlas.

-​​​​​​-Hay que ser muy vil y cobarde para proponer eso a un guerrero, Ser Barristan. Tal vez debería quitaros el título de Ser cuando recupere mi Trono. Pero seré magnánima si os disculpais con la mujer caballero.- detrás de Selmy y Brienne se haya sentada una mujer con cabellos blancos como la nieve. Su cara es pálida y dulce pero su tono es autoritario, frío y serio.- yo pagaré el precio del rescate de los enseres de Lady Brienne, pero espero su disculpa.

Otra enajenada. Esto empezaba a ser una plaga.

Refrena tu lengua moza hablas sin saber ni entender.  E hizo un gesto a un par de guardias para que echaran a esa pordiosera del palco, seguramente se había colado para putañear o robar bolsas. Aunque su aspecto le recordó a alguien de su pasado ¿Quien podía ser? Demasiados rostros y demasiados años.

Tras de la mujer había dos hombres con largas trenzas de color negro, iban medio vestidos con cuero basto y portaban unas extrañas armas como un híbrido entre una espada y una gran hoz. Sin duda eran guerreros extranjeros que nunca se han visto en poniente. Ambos tensan sus brazos descubiertos cuando ven que Ser Barristan hace señas a los guardias.

Sin embargo los guardas miran al grupo, se encogen de hombros y vuelven a su labor que en este momento, es seguir comentando los combates.

La chica del pelo blanco no muta su gesto en absoluto:

-Yo si se quién sois vos, ser Barristan. Servisteis a mi padre antes que al Usurpador. Puedo perdonar esa ofensa pero no agoteis mi paciencia.

Estando viendo las justas, Ser Barristan se me acercó por un lateral. Su dorada armadura brillaba por el sol y me hacía daño a los ojos al mirarle; así que tuve que entornarlos.

-"Solamente arañazos y moratones por la caída, Ser. Nada grave que no se cure con un buen descanso."

Cuando empezó otra vez con sus monsergas, le miré directamente a los ojos.

-"Creo recordar que anoche ya le dejé claro lo que pienso de las limitaciones de mi sexo y de la gente como vos. Me temo que su oferta va a tener que ..."

Justo en ese momento, intercedió por mi una joven extraña, con el pelo blanco. Su voz autoritaria me extrañó en una chica tan joven y desconocida. Pero, ¿había dicho "cuando recupere mi Trono"? La observé con detenimiento y algo de ella me sonaba... sería el color del pelo, sus ojos...

-"Gracias señora, pero debo declinar su oferta de pagar mi rescate. No tengo problemas monetarios, ya que mi padre es Selwyn Tarth, de la llamada Isla Zafiro, famosa en todo Poniente. Pero agradezco su ayuda."

Iba a seguir con el caballero la plática, pero la cosa se tensó entre la joven y el viejo chocho. Por lo que al final terminé de espectadora de esa confrontación, en vez de ver las justas. Sería divertido ver cómo la muchacha le daba un correctivo al abuelo.

Durante un solo instante la grada entera enmudece al oírse el tremendo golpe que Brienne ha propinado en la armadura del MataReyes. Incluso es posible que algunos pensaran que debía haberlo matado, pero tras esos angustiosos instantes, se escucha un ensordecedor aplauso y muchos gritos de ánimo enloquecidos sobretodo provenientes de mujeres jóvenes hijas de casas humildes.

-¡ha tumbado al MataReyes!

- ¡Es Brienne de Tarth!

-¡Impresionante!

Dicen varias voces entre asombradas y confusas, pero todas incrédulas.

El príncipe de Dorne se había mantenido en silencio viendo el aburrido espectáculo como marcaban las normas de protocolo desde su asiento privilegiado y cuando los desenlaces le sorprendieron, ofreció sus pensamientos a algunas de sus hijas que estaban peldaños más abajo que él.

- Obara, aprende de esa mujer de Tarth cómo ha de moverse alguien a la hora de enfrentar a un caballero. - Se dirigió a su hija tras ver la victoria de Lady Brienne contra el Lannister. - Muchas veces es mejor un buen golpe que atraviese a tu adversario antes que buscar los recovecos de su armadura con la punta de tu lanza, pues corres el riesgo de que se quiebre y perder la ventaja del alcance. 

No tenía más que elogios para la mujer que había derrotado al matarreyes, más después de haber sido ampliamente infravalorada. Por desgracia para la muchacha, Ser Barristan seguía empeñado en ridiculizarla y para sorpresa del príncipe también había acudido al campeonato alguien que la mayoría de los presentes no conocería, pero él sí, pues se había encontrado con ella y con su hermano siendo niños en Braavos. No esperaba que la joven le reconociera en aquel lugar rodeados de tanta gente, así que el príncipe siguió con su teatrillo mientras esperaba que el rey Robert no detectase la presencia de la pequeña dragona o él y todos sus vasallos deberían alzar sus armas para defender su supervivencia. 

Jorah aplaudió la actuación de Brienne como ninguno, sin duda aquel golpe habría despachado a cualquier oponente.

Pero hubo algo en el palco que le llamo aún más la atención y fue Ser Barristan insultando a su benefactora.  Jorah se levantó de su asiento encarando al viejo.

Aquí el único que no sabe ni entiende eres tú pues ni tan siquiera conoces a quien tienes delante y ante la que algún día te arrodillaras si es que no mueres antes entre tus propios meados de viejo.

Un rato después de mis sendas derrotas que representaban mi eliminación de las dos modalidades del torneo me acerco a la tribuna y me doy cuenta que hay de nuevo discusiones. Esta vez esta implicada una joven con un color de pelo y de ojos que ya he visto antes.

Niego con la cabeza. – No puede ser Ned, Robert también se daría cuenta. Nunca se le ha escapado nada de lo que acontece a su alrededor, sobre todo de las mujeres. Tiene que ser lo que te han hecho tomar los maestres para aliviar el dolor que entela la muerte.

Busco a Ser Jaime, ya que Ser Barristan es uno de los implicados en la discusión.

Ser Barristan miró de reojo al bandido que se hacía llamar "Ser" Jorah conocido esclavista y prófugo de la justicia.

Cuidad vuestra lengua forajido. Aquí no teneis ningun barco al que huir ni mujer a la que vender. 

Miró de arriba abajo a la muchacha y lentamente reconoció la peculiar complexión y muy especialmente el brillo enajenado de su mirada. No podía ser, la niña había muerto en Oriente hacía años y ¿donde estaba su hermano? ¿y quienes eran esos salvajes? Un escalofrío le recorrió la espalda recordando los sombríos días del Rey Loco, por instinto apoyó la mano en el pomo de la espada.

Si sois quienes dais a entender señora declarad y probad claramente vuestro linaje y derechos. Dijo mirando de reojo hacía donde Jaime y los otros miembros de la Guardia Real se encontraban quizás fueran los únicos cuyas lealtades estuvieran claras en todo este asunto.

Sin tomar mucha importancia a los acontecimientos suscitados en el torneo en aquel momento Jaime bebe de su copa recargado en la silla que amablemente le han hecho llegar después de haber librado la batalla con Brienne.

Una voz de mujer le llama la atención, aquella cabellera blanca le remonta a varios años atrás donde se hizo de su más famoso renombre "El Matarreyes".

Aunque nunca antes había visto a aquella mujer, Jaime no puede más que remembrar a su espada en la espalda de Aerys II luego de enterarse que el rey loco había planeado hacer volar a todo Desembarco del Rey con fuego Valiryo, además de haberle pedido la cabeza de su propio padre, convencido de que había hecho lo correcto una vez más.

Siguiendo con la mirada los movimiento de aquella enigmática mujer no pudo mas que preguntarse si la locura que identificaba sobremanera a la casa Targaryen se haría presente en aquella última generación de dragones.

Al localizarlo me acerco hasta él llevando conmigo dos jarras de cerveza norteña fresca.

– ¿Queréis un poco de cerveza Ser Jaime? – Le alargo la jarra de mi mano izquierda aprovechado para susurrarle mientras observo a la mujer que ha despertado mi curiosidad. – Creéis que puede ser realmente alguien con la sangre de los Targaryen. Yo solamente los vi una vez en el torneo del que hablamos anoche, pero vos convivisteis años con ellos.

Mientras le hablo y aguardo su respuesta no puedo dejar de observarla, así como a sus extraños acompañantes.

-Soy Daenerys de la Tormenta. De la Casa Targaryen.-responde con total tranquilidad, elevando una pierna para cruzarla sobre la que permanece inmóvil al tiempo que posa sus manos en el regazo, tranquila e impertérrita con la calma de quién se sabe intocable.