Partida Rol por web

Saliste por la puerta trasera y llegaste a parar a una zona de bancos de piedra al aire libre, tras la iglesia. Cerca de allí (justo al lado), había un pequeño pasillo en una de la paredes laterales tras la igleasia que descendía a lo que eran las catacumbas subterráneas del monasterio. Se podía ver que a medida que se bajaba se hacía cada vez más y más oscuro el descenso.

Dichas catacumbas se encargaban de guardar los restos de los conquistadores tiempo ha del monasterio, además de los monjes más importantes que fueron pasando por él a lo largo de su historia.

Cuando entrastes allí tan sólo había oscuridad. De momenton no ves nada a no ser que lleves algo de luz.

Creo que comenzar por las catacumbas seria lo apropiado señores – dijo Nicasio con aires de suficiencia -, dado que es allí donde comenzó todo.
Esperad Herman voy con vos, esperad, esperad – gritaba el muchacho al hombre al cual le entendía un de cada cinco palabras que decía -.

-Jimeno, sois libre de partir si así lo deseais. A mi parecer no es decente hacer caso omiso de las peticiones de quienes nos auxiliaron en momento de necesidad.- Dijo Rodrigo con dureza y la pose más señorial de su repertorio.

Rodrigo se despidió de sus dos compañeros que se dirigían hacia las catacumbas, él tenía pensado buscar al tal hermano Jonás en la misa y esperar a que terminara para hablar con él en privado, puede que le consiguiera sacar algo útil sobre el curandero despeñado.

Rodrigo siguió hablando con Jimeno, ahora con menor dureza.

-En cualquier caso, si no encontraramos ninguna pista bien podríamos partir mañana mismo, habiendo cumplido con nuestra cortés obligación. Además, ya sabéis que ir por los caminos sólo es siempre peligroso.-Hizo una breve pausa pensativo- Ahora tenía pensado ir a la misa e intentar hablar con el hermano Jonás. Puede que ese aprendiz de curandero sepa algo sobre el difunto Damián, o sobre las razones que tuvo el abad para encerrarle y asesinarle.

Al hallarse en plena oscuridad, Herman remontó parte de lo ya descendido hasta ver a Don Nicasio que comenzaba a bajar.

- Señor, trraiga una lámparra de la celda antes de empezar a bajar, que está oscurro.

Aguardó paciente algo de luz para seguir avanzando.

Quizás tengais razón respondió a Rodrigo. Quizás sea descortés por nuestra parte no ayudar a los que nos ayudaron. en realidad Jimeno no pensaba así. Ni mucho menos. Si por el fuera se hubiera marchado en ese mismo instante. Pero claro viajar solo en mitad de la noche no estaba en sus planes. Mejor sería hacer el paripé aquella noche y partir al día siguiente.

Rodrigo asintió a las palabras de Jimeno y miró hacia el lugar por donde se había marchado el hermano Cosme- Me voy a la misa entonces, podéis acompañarme si gustáis de hacerlo.

-Señorr, vamos, no se quede ahí pasmado

Volviendo sobre sus pasos el joven Nicasio fue en busca de lo que el otro le pidiera.
Se había quedado pasmado por dos cosas que lo turbaban y lo hacían pensar a la vez.
La primera de ellas era el acento de Herman el cual entendía a medias, y el segundo la oscuridad de las catacumbas que se le hacían mas oscuras que las sombras normales.
 

Aquí tiene la lamparra…digo lámpara Herman, - le dijo al otro y comenzó a bajar las angostas escaleras.

Con la lámpara de aceite ya en sus manos, terminó Herman de bajar la escalinata y se internó en lo que antes no era más que oscuridad. Andaba con cuidado, pues era un lugar sagrado por albergar cuerpos de cristianos y lo último que necesitaba era mancillar ese lugar con alguna torpeza.

Andásteis hasta las estancias de la capilla, y entrásteis los últimos, aunque aún no había empezado la celebración (aunque por muy poco). En esos momentos, comenzó la misa, oficiándola el don Cosme.

Algunos monjes se percataron de vuestras presencia al principio, hasta que por fin todos notaron vuestra presencia en uno de los bancos. Incluso Cosme se alegró que hombres honrosos y piadosos de Dios oficiaran con ellos la puesta en escena de su Palabra.

Tras el rito de apertura y tras una introducción, el Gloria y una oración colectiva, se pasó a la liturgia de la palabra, con sus correspondientes lecturas bíblicas, cantos interleccionales, la homilia, y una profesión de fe. Acto seguido llegó la liturgia eucarística, con sus pertinentes preparaciones de Dones, plegarias eucarísticas, acción de gracias y paz, comunión, etc. Finalmente, la bendición de marcha se posó sobre los presentes, y los monjes comenzaron a levantarse para irse a sus oficios de mañana. Estaban todos presentes. Eran las 7.00

Os internásteis en las catacumbas, provistos de un buen candil. Nada más entrar os percatasteis de numerosas lápidas, cuyas tumbas son túneles excavados en la roca y con el suelo cubierto de arena. Se puede ver a lo largo del pasillos diversas inscripciones. En la mitad del recorrido, veis una tumba de piedra, no excavada en la roca, sino como si fuera un altar, justo en medio de la sala. Tiene tallados varios relieves que representan figuras cristianas, en su mayoría santos.

Horrorizado ante lo que lo rodeaba, el joven Nicasio miraba con los ojos desorbitados los oscuros nichos, y las sombras, donde seguramente morarían los fantasmas mas crueles que pudiera imaginar.
Lugares como estos, eran donde siempre – y en los cuentos que su abuelo y luego su madre le relatasen – moraban las criaturas alejadas de la luz de dios.
 

Claro, estos habían sido curas y por lo tanto Nicasio debió asociar que en vida, habían sido servidores director del buen dios, mas dado que era propenso a las supersticiones de toda clase.
La oscuridad como referente primero de todos los cuentos y tradiciones oscuras, le aterro en lo mas hondo de su ser.
 

Ermmm…creo que debería dejarme llevar la lumbre a mi Herrman…no sea cosa que se le caiga mi buen, - dijo el joven con un ligero temblor en la voz, y con los ojos desorbitados por el miedo -.

Rodrigo se acercó al hermano Jonás.

-Vos, si no recuerdo mal, sois el hermano Jonás, ¿verdad?–Dijo con una sonrisa- Me preguntaba si podríamos restaros un poco de vuestro tiempo para hablar de un asunto que me tiene intrigado -fijándose en la reacción del curandero- Uno de los hermanos me contó la tragedia que tuvo lugar hace unas semanas… supongo que es muy duro perder a un mentor de forma tan brusca y repentina, ¿por los menos pudisteis recuperar el cuerpo de don Damián para darle un entierro digno?

No se preocupe, lo cierto es que ahora ayudo un poco al hermano que lo necesita, pues don Lucas... no está -dijo-, y como vos decís, su repentina desparición, que todos lo dan por muerto, es muy dura.

Luego levantó sus cejas cuando le preguntó por don Damián.

No señor, el cuerpo de Don Damián no apareció por donde cayó, en el acantilado. Un misterio, sin duda.

Permitid que os interrumpa un instante Jimeno se entrometió dando un paso adelante.

Hermano Jonás, vos cuidaste de Don Lucas tras su repentina enfermedad ¿Verdad? ¿Os importaría relatarme cuales eran los sintomas? Según tengo entendido áquel no tenía enfermedad conocida hasta ese momento ¿no? para ser sinceros Jimeno no había escuchado con demasiada atención la historia de los acontecimientos. Sin embargo aquel detalle si que se le grabó en algún lugar de su recuerdo.