Partida Rol por web

Herman, viendo el temor que comenzaba a ensombrecer la valentía de Don Nicasio, accedió a darle la lámpara. 

- Aquí teneis. Trratad de no rezagaos pues, y alumbrrad mis pasos. Un consejo, bien harreis en temer a los fifos en lugarr de a los muerrtos- siendo consciente de que ciertas palabras las solía pronunciar peor que otras, rectificó: - a los "vivos" querría decir - y mostró su tranquilidad y confianza con una amplia sonrisa.

Tras esto comenzó a avanzar, intentando que su cuerpo no crease demasiada sombra y avanzando un par de pasos por delante de su compañero, pero escorado a un lado, para así permitir que la luz bañase la sala. Empezó Herman a mirar entonces al suelo, pues podría ser que quien hubiese entrado antes que ellos hubiese dejado sus huellas y pudieran estas marcar lo que aquí se hizo.

Nicasio escucho a medias las palabras de Herman.
Todos eran valientes, hasta que pasaban las cosas, y era ahí en donde en verdad se descubría realmente, quien tenia madera de valiente y quien no.
Tampoco llamaría miedo a lo que sentía, (o por lo menos no lo aceptaría), en cambio le gustaba denominar a esa sensación de angustia como “respeto reverencial”, por aquello que lo rodeaba.
Tratando de sacarse de la mente aquellas cuestiones el joven muchacho comenzó a buscar algo que pudiese llamar su atención, después de todo, no habían bajado allí para apreciar el entorno.
Busque mas y hable menos mi buen señor, le dijo molesto por las palabras del otro y sin mirarlo.

No, todo fue repentino, señor Jimeno, como bien dice usted -dijo Jonás. Lo cierto es que lo más frecuente fueron las fiebres, aunque también se le veía que las fuerzas se le desvanecían, como si su espíritu cada vez estuviera más cerca del altísimo. Subir una escalera o portar un saco de legumbres era ya demasiado...

En esos momentos llegó el hermano Jacinto, muy mayor ya él, y se acercó al grupo con cierta prisa...

Hermano -dijo a Jonás-, ayuda a este pobre viejo con la azada y los surcos de la huerta, mi espalda ya me cruje.

Claro, vayamos. -le dijo-. Señores, si me disculpan, he de ir a las huertas. Si necesitan cualquier cosa díganmelo. Luego les veo.

Y se marchó con Jacinto a las trabajar a la huerta.

Son la 11.00 de la mañana*

Buscásteis entre las tumbas, sobre todo Nicasio, pero parecía un joven muy vivaz en esos términos, aún con una antorcha y poca luz. Notásteis que algunas de las tumbas eran de los conquistadores de antaño que habían luchado por el monasterio, aunque no encontrásteis nada de valor. Sin embargo, Nicasio se acercó a la tumba de sobremanera, la central y su cara se iluminó por un instante.

Son la 11.00 de la mañana*

Aquella amalgama de símbolos cristianos de la tumba tan elaborada por ornamentos contenía gran cantidad de cruces. Pero, al palpar una de ellas, notaste una especie de mecanismo de apertura... ¡Era la apertura de la propia tumba! No obstante, mirando bien, se podía deducir claramente que tan sólo una pieza, a modo de llave, podía encajar allí. La verdad es que poco más se podía hacer.

El cambista, desposeído de la única luz que portaba debía ir pegando la nariz a cada lápida para poder leer. En esto estaba buando notó que Nicasio se acercaba al nicho central y decidió ir tras él. Cuando su compañero llegó, preguntó: -¿Quién es el difunto?

-Claro, más tarde seguiremos hablando hermano Jonás- Dijo Rodrigo despidiéndose del monje. Se lamentó de que otro se le escapara antes de que pudiera preguntarle todo lo que tenía en mente. Pero tampoco le extrañaba al ver lo alto que estaba ya el Sol, realmente se le había pasado el tiempo volando.

-Deberíamos buscar al señor Juvenal y al judío, con el tiempo que ha pasado ya deberían haber terminado de ojear en las catacumbas.- Dijo a Jimeno. Le preocupaba que no se hubieran dejado ver sus dos compañeros todavía por el monasterio.

Creo que yo me quedaré por aquí. Dando un paseo. Jimeno demostró de nuevo su alergía a las catacumbas y demás subterraneos. Pero no pierda la gana señor. Vaya usted y averigué que les ha sucedido a aquellos dos. Nos veremos si Dios quiere a las una, en el comedor.

Rodrigo se despidió de Jimeno y fue a buscar a sus otros dos compañeros, primero buscaría por el monasterio y después, si no los encontraba, se dirigiría a las catacumbas.

En esos momentos baja a las catacumbas Rodrigo.

Percatasteis de numerosas lápidas, cuyas tumbas son túneles excavados en la roca y con el suelo cubierto de arena. Se puede ver a lo largo del pasillos diversas inscripciones. En la mitad del recorrido, veis una tumba de piedra, no excavada en la roca, sino como si fuera un altar, justo en medio de la sala. Tiene tallados varios relieves que representan figuras cristianas, en su mayoría santos. Tus dos compañeros, acompañados de una lámpara, parecen examinar esa tumba.

Son las 11.15 de la mañana.

Te quedaste en el pasillo mientras tu compañero desaparecía.

Son las 11.15 de la mañana.

Saludos señor Lara, le dijo Nicasio con cortesía al recién llegado.
Como os ha ido en vuestra investigación, nosotros hemos encontrado algo en verdad interesante a decir verdad.

Mirad, le dijo a Lara y también a Rothstein a quien no le hubiera todavía comunicado su hallazgo.
He aquí una falsa tumba, mirad aquí y aquí, y esta cerradura hábilmente escondida.
Estoy convencido de que lo que paso aquí, al menos, tiene su origen debajo de esta tumba.

Termino sus palabras mirando a ambos con un gesto de suficiencia.
 

-Saludos- Dijo Rodrigo con tono moderado, casi susurrando. Le imponía bastante respeto aquel oscuro lugar donde yacían tantos cuerpos en el descanso eterno de la muerte.

 Escuchó con atención lo que decía el joven Nicasio, y se acercó con cautela para comprobar por sí mismo las sospechas del joven.

-Mi mañana no ha dado demasiados frutos. Lo único interesante que he podido conocer, tras hablar con el hermano Jonás, es que el cuerpo del curandero... Damián, desapareció del acantilado por donde cayó... sin dejar rastro.- Dijo de nuevo en susurros. 

Meditando las palabras de Rodrigo, Nicasio sumaba dudas al conjunto de sospechas, espero a que este terminara de hablar para decir; Bien mis amigos, dijo con decisión, propongo que abramos la tumba y veamos que secretos nos depara.