Partida Rol por web

-Y... ya ha tenido que salir el gafe hablando de cazas derribados. Dijo Brianon llevándose la diestra a la frente mientras negaba girando el cuello de lado a lado. -Cpt. Solomon, creo que hasta la Almirante coincidirá conmigo en que es preferible que alguno de los comisarios de la nave te meta un tiro en la sien ahora mismo a que se pierda uno solo de los cazas o bombarderos del emperador por lo que acabas de decir. Dijo con una sonrisa burlona, pues obviamente no iba en serio, mientras se encogía de hombros y mostraba las palmas de sus manos como gesto de resignación o suplica para complementar su humorístico comentario a su vez que en su interior pensaba "En especial si en ese navío voy yo"

-No digas esas cosas, ten más fe y confía en tus compañeros le replicó con media sonrisa -Eso si, en algo si que tienes razón, ¿Cuando salimos Almirante? "Que no sea pronto que no sea pronto" pensaba.

Solomon miró al barbudo de los bombarderos y abrió mucho los ojos para después poner la boca como si fuera a pronunciar una "u" y mover las manos a los lados como si intentara asustar a un niño o, en este caso, reírse de las supersticiones de algunos.

-Claro, porque los comisarios no tienen otra cosa que hacer que atender a peticiones supersticiosas populares. Pfff -y con un gesto de mano terminó la conversación con él tan rápido como la había empezado.

En un día saldremos del espacio disforme, y en cuanto salgamos, despegaran en doce horas, que es cuando llegaremos al punto de patrulla - se encogió de hombros - así que un día y medio... por lo que, a trabajar, vamos - recogió su pistola, la enfundó y se marchó sabedora de que ese "a trabajar" era la mejor despedida que se merecían, los preparativos no se hacían solos y comprobar todos los sistemas de un solo aparato costaba practicamente un día completo. Iban contra reloj. 

La sala se empezó a vaciar con dificultad, pero el bullicio se hizo ensordecedor. Cada tripulación hablaba y hablaba sin parar, subiendo el tono para poder hacerse oír atestando las salidas que se volvieron extenuantemente pequeñas. Poco a poco fueron pudiendo salir y todos y cada uno se dirigieron directos hacía los hangares donde sus aparatos los esperaban.

El trayecto hacía el hangar de babor, donde estaban varios escuadrones completos, incluyendo "Rotten Mond" y "Fénix".

Aquel lugar era un autentico caos, docenas de chusqueros, moviéndose en cuadrillas, iban de un lado para otro. Tecnoadeptos seguían las ordenes de sus maestros mientras estos lo supervisaban todo. El estruendo de los pequeños vehículos trasportando cargas de un almacén a otro, herramientas cayéndose al suelo, gritos de todo tipo, ya sea en bajo gótico como en esa cacofonía llamada Ticna lingua. Era un guirigai en toda regla.

En un lado del hangar reposaban los interceptores Fury y justo enfrente, los cuatro StarHawk de "Rotten Mond".

Zanjada la sesión informativa, la Almirante y el resto de oficiales salieron de la sala, mientras los pilotos hacían lo mismo para dirigirse hacia los hangares donde estaban sus respectivas aeronaves. Con un día y medio debería darles tiempo de sobra para preparar los escuadrones para el vuelo, siempre que no surgiera alguna complicación imprevista. Esperaba que ese tiempo fuera suficiente como para que al piloto que les faltaba a los "Rotten Mord" le dieran el alta en la enfermería.

Ver el hangar de babor en un estado tan animado, cuando ya se había acostumbrado a la calma de las misiones rutinarias y esporádicas, lo sorprendió al principio, pero luego sonrió para sí mientras se dirigía hacia los bombarderos. La estrecha franja de tiempo que les habían dado para estar listos parecía haber devuelto la vida a la nave, y él solo podía alegrarse por ello.

Combustible, munición, calibrar los cogitadores de navegación y armamento... había una docena de cosas por comprobar antes de poder tener luz verde, y eso si los tecnosacerdotes no encontraban alguna pieza suelta, un fallo en el fuselaje o tenían que hacer alguno de sus ritos para apaciguar a los espíritus máquina. Se paró frente a su propio StarHawk y se giró hacia los dos pilotos que tenía bajo su mando ahora mismo, cada uno con sus tripulaciones detrás — Muy bien, sabéis lo que tenemos que hacer — dijo — Estos pájaros tienen que estar impecables para volar en el tiempo previsto cueste lo que cueste. Puede que por una vez nos encontremos algo de acción y no quiero ver que estos años nos han vuelto unos blandos.

No había más que decir, pero sí mucho que hacer. Con un gesto de la cabeza indicó al resto que le siguieran camino al hangar, pues había que asegurarse de que los aparatos estuvieran a punto. No se le olvidaba aquel fallo que casi le costó estamparse en aquel primer vuelo, y no estaba dispuesto a que algo así volviera a repetirse. 

-Más vale que estemos atentos ahí fuera. La falta de información no me gusta nada, ni el hecho de que todo parezca tan sencillo-comentó a sus compañeros mientras caminaba a paso ligero por los pasillos en dirección a los hangares. Sí, sin duda iban a encontrar más de lo que esperaban. Estaba convencido de ello. Pero por eso les habían dado esas insignias brillantes y esos cazas, así que más les valía prepararse para lo peor. 

Finalmente llegaron al hangar, que estaba manga por hombro, algo perfectamente normal. Gente corriendo, revisando los aparatos y aprovisionándolos para su próxima misión.

-¡Muy bien! ¡Control de encendido y de auspex! Vamos a asegurarnos de que todo funciona como debe. 

El tiempo de las palabras termina, y con la marcha de la Almirante, es tiempo de comprobar nuestros aparatos. Caminamos casi a la vez, como si intentásemos llegar al hangar antes que cualquiera de los otros pilotos, siempre sería así entre nosotros. El ajetreo era la tónica general, todo el mundo corría de un lado para otro, los pocos que no, era porque estaban discutiendo por una u otra razón y jurando de mil y una manera diferentes, solo unas notas de color rojo se permitían ir lentas y sin prisas ... los sacerdotes de Marte ... loadas sean sus bendiciones.

Atravesamos el bullicio inicial y llegamos a nuestros aparatos, las tripulaciones recorrían una y otra vez el casco buscando imperfecciones, los servidores de ataque eran cargados con municiones, en la cabina, los segundos al mando ya hacían comprobaciones finales o al menos eso esperaba que estuviesen haciendo en mi nave. 

Mientras aun observo las lineas de mi propia StarHawk y el nuevo emblema de nuestra unidad, respondo a Damián. - Con suerte, si el Emperador quiere, podremos borrar de los recuerdos nuestras deficiencias pasadas.  

-Empiezo a pensar que el Servicio de Inteligencia no hace honor a su nombre -comentó divertido Solomon a Quincy cuando les pidió estar atentos- nunca nada es sencillo, pero eso lo hace un poco más emocionante, ¿verdad? -dio un codazo al servidor que se movía tras él- vamos, Chat, no pongas esa cara.

Cuando llegaron al hangar, Solomon caminaba resuelto y desgarbado, no como algunos de sus compañeros que parecían estar de forma continua en un desfile, sino que era más bien como si estuviera de servicio o fuera de camino a algún local a beber algo.

-Y ahí está mi churri -dijo acercándose a su interceptor- ¿me has echado de menos?. Espero que no te hayan metido mano -palmeó un costado de su nave mientras miraba alrededor. No le gustaba que enredaran en su nave y él había aprendido lo suficiente como para mantenerlo ligeramente a punto, pero el problema eran los tecnobobos que si no eras de los suyos decían que no eras digno de blablablabla. En fin, que ellos pensaran lo que quisieran, él seguiría estando pendiente de qué hacer y qué no hacer delante de los sacerdotes chatarra.

Entró en la cabina y se dejó caer en la silla mientras encendía el aparato. Se conectó por medio de su implante de forma directa a la nave y luego cerró los ojos mientras activaba el diagnóstico de sistemas, buscando alguna variación o intento de modificación que no le hubieran informado. Nadie le metía mano a su churri.

-Eso nunca. Respondió a Damián -Voy a ver como esta mi hijo, si la cena le ha sentado como a mi me imagino que tendrá mala cara. Mintió con naturalidad pues camuflaba a la perfección su temor con la actitud de un padre preocupado.

Brianson se despidió formalmente y dejó el grupo de oficiales con paso firme hacia su nave¹ con paso firme.

Pese a que podía acortar e ir directo a la cabina pero a Brianson le gustaba revisar que todo fuese como siempre y procuraba acceder de vez en cuando por la bodega de carga. "Demasiado tiempo parados" escuchó hablar al Sr. Frimm, el viejo oficial de logística, quejándose como siempre con uno de los cañoneros de la nave,  "demasiado poco" pensaba cuando lo saludó con una sonrisa y un gesto de la mano.

-¿Y Bien?. Escuchó a su espalda mientras avanzaba por uno de los corredores hacia su cabina.  La voz casi robótica de Kali, la tecnosacerdotisa de la nave era molesta como siempre a oidos de Brianson así que este ni se giró cuando le contestó -¿Y bien que? Dijo con desdén. -Que será esta vez, un relé o otro servidor ardiendo por culpa de nuestro valiente capitán y su hijo Contestó la tecno-sacerdotisa con rencor en su voz, la mujer si se le podía seguir llamando así siempre estaba molesta y perder a uno de su séquito en el ultimo vuelo tras unos aceleraciones imprevistos para huir de la bestia voladora con la que se toparon en su ultima patrulla planetaria la había puesto de mal humor. -Será lo que tenga que ser. le contestó tras girarse y golpear con su dedo la clavícula metálica de la mujer -"Y yo de ti vigilaría lo que dices ya sabes que tienes más que perder que yo si hablo" Le susurró acercándose a su oído mejorado antes de volver a girarse y seguir su camino.

Kali había descubierto hacia tiempo la personalidad oculta de la familia Bell, pero para cuando lo hizo y lo enfrentó Brianson pudo contenerla lo suficiente con un ardid hasta que supo suficientes trapos sucios de la tecnosacerdotisa como para asegurarse su silencio. Desde entonces la relación siempre era desagradable para ambos pero Brianson prefería tenerla en la nave donde pudiese controlarla a buscarse otro tecnosacerdote.

"Bruja mecánica folla servidores volarás junto a uno de tus queridos relés el día que menos te lo esperes" pensó al alejarse. Minutos mas tarde finalmente alcanzó la cabina y sacó a su hijo de su estado de pánico al levantar la manta -JUNIOR! Gritó para enderezarlo mientras le metió en la boca una de las pastillas para el falso dolor de estómago compartido -Varnias Bel Stroff reacciona que hay que hablar con la tripulación dijo soltando la placa de datos sobre su regazo.

Luego abrió el viejo sistema de audio de la nave que hizo un leve pitido -Señoritas en unas horas... empezó a hablar repitiendo parte de los datos con su entrenado tono de aburrimiento ...mi hijo les esta haciendo llegar ahora los detalles... acabó de decir antes de coger un tono más energético -...pero que ninguno se equivoque quiero las bendiciones a los espíritu maquina completadas para ayer y que todos estén listos desde antes que dejemos la seguridad del Tenebrae Venandi. Prepárense como si el enemigo estuviese justo en nuestras puertas, por la gloria del emperador no debe quedar ni un átomo de esos herejes. Finalizó su discurso antes de cortar el canal. sus palabras sonarían tópicas pero Brianson había tenido que dar discursos similares desde hacía años y sabía bien como estimular a su tripulación, además su hijo siempre se había animado cuando le escuchaba hablar. -Mejor le dijo ya en privado -Si padre contestó mientras introducía los datos de la placa pertinentes en los distintos sistemas de la nave.

Empiezo a pensar que el Servicio de Inteligencia no hace honor a su nombre

 - ¿Alguna vez lo hacen? - comentó divertida. Aquello era un chascarrillo que llevaba eones circulando por la flota, y seguiría por cientos de años, fuera quien fuera el soldado de primera línea que lo dijera.

El camino hasta el hangar lo hicieron el formación desordenada, como diría alguno, pero dentro del desorden, ellos tenían un plan. Brillar más que el resto y dar por culo al enemigo, y no necesariamente en éste orden.

Ahora tenían que hacer de canguros de los bombarderos. No envidiaba a aquellos pilotos, sus aparatos solían ser mucho más lentos y menos maniobrables que los cazas, de hecho, eran sus presas favoritas. Pero sabía reconocer la importancia de varios buenos misiles metidos por el culo. Eran capaces de tumbar a una nave mucho más grande que ellos, y por eso les estaba también agradecida.

Subió a su nave y se concetó a la misma a través de la conexión espinal que llevaba. 

-¡Muy bien! ¡Control de encendido y de auspex! Vamos a asegurarnos de que todo funciona como debe. 

 - Entendido. Procedemos. - contestó Sumiye. Aún estaba dolida porque le hubieran elegido a él, pero mientras siguiera siendo el jefe, ella obedecería. Cortó la comunicación exterior para centrarse en los rutinarios pasos de inspección.

- No vamos a acojonarnos ésta vez, ¿verdad? - le dijo Rini-Au por el canal interno del aparato. En momentos como éste, en los que podían hablar sin que nadie escuchara, era cuando se decían las verdades a la cara. 

- ¿Quién se acojonó, lista? Sólo seguimos órdenes, y no me recuerdes aquello, que ya me jodió bastante llevarme el mismo castigo que los demás cuando lo que me pedía el cuerpo era girar y enfrentar a esas naves... - contestó Sumiye, ligeramente molesta por retornar a la conversación de siempre.

- Bueno, sólo quería asegurarme. Hace mucho que no salimos en una misión de verdad y... - replicó Rini.

- A ver, que te quede claro, si nos dan una órden, o lo vemos tan claro que no haya dudas, o vamos a seguir esa órden. Está muy bien ése rollo de heroína que tanto te gusta, pero quien manda dentro de ésta nave soy yo. ¿Ha quedado claro? Otra cosa es que se me vaya la olla o algo similar, pero nada de tomar el control si yo no lo indico, o habrán funestas consecuencias si sobrevivimos. ¿Estamos? Y si tanto te gusta el rollo desobedecer y hacer la heroína, te vas con Sólomon, seríais como gemelos... - le constestó Sumiye. Aquella pánfila había estado durante todo el año aprovechando cualquier excusa para meter el dedo en la llaga y Sumiye comenzaba a estar harta de lo mismo una y otra vez. - Menos mal que pronto saldremos de nuevo en misión real y podremos dejar eso atrás. -

- No, para nada. No me gusta y lo sabes, pero sí, tienes razón, mandas tú. Confío en tí, Sumiye. - reconoció Rini.

- Así me gusta, eso es otra cosa. ¿Quién te ha dicho que a mí no me apetece reventar herejes? Tendré que darte más caña en privado, porque aún me conoces poco... - dijo con cierta malicia a su segunda. 

- Bueno, ¿cómo serán las nuevas? ¿Lo sabes ya? - le preguntó Rini, cambiando de tercio.

- No, ni idea, pero me han asegurado que son buenas en lo suyo. Tienen que estar al caer, o lo que les va a caer va a ser un buen rapapolvo. No...de los que te gusta que te de a tí, no. - añadió, con una gran sonrisa en su cara.

Rini no dijo nada, simplemente se sonrojó. - Com...comprando sistemas de armas... - susurró en el micro.

Sumiye abrió el micro con las otras naves y confirmó a su jefe de ala, Quincy - Señor, las lecturas van bien, seguimos chequeando. -

Como era su privilegio, Fitzroy caminaba a la derecha por detrás de Quincy que era el superior designado y que merecía un respeto nada más que por eso. Por eso e, imaginaba, ser lo más parecido a la clase pudiente dentro del grupo que se le había asignado, la prueba viviente de que la literatura que idealizaba las capacidades de la plebe era eso, idealizante. Si tuvieran alguna cualidad especial no necesitarían historias contándolo, pero, tch. El condestable de Txuries y su dinastía necesitaban seguir viviendo de algo, y la venta de folletos y datoides era tan buena como cualquier otra cosa. Nada de lo que reírse. A la cara al menos.

"¿me has echado de menos?. Espero que no te hayan metido mano"

-Templanza, querido -comentó ante la actuación de Solomon tras un tut-tut bienhumorado- Los reverendos habrán sido más que atentos.

Las costumbres se pierden mal, y por eso el marqués, nacido en un mundo forja después de todo, trazó levemente el símbolo del corazón con el pañolito de tafetán que sacó del bolsillo, volviendo a meterlo casi de inmediato, sólo deteniéndose para darse dos pequeños, casi sin contacto, toquecitos en el labio y dos justo debajo de la nariz. Con respecto a sus compañeros, no dijo nada: el Marqués prefería tener criados que compañeros, y eso era lo que había hecho, y no necesitaba decirles palabra alguna para que hicieran su trabajo. Ante las palabras de Quincy subió a la nave, dio la autorización y dejó que sus siete puertos estándar fueran penetrados por el cableado para iniciar la sagrada conexión.

sistemas listos
mas stos 574823
primer contacto
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Dejó por unos momentos que el doblemensar permease sus cuerpos antes de integrar tras unos segundos la unificación completa, subsumiendo el espíritu huésped a su personalidad y convirtiéndose en la nave. Con un suspiro satisfecho, comenzó a comprobar los sistemas de auspex, los cogitadores y los retroperceptores.

-¡Todos los sistemas funcionan a la perfección!

Dijo Baldrick, tras ver cómo Fitzroy, que ya se había ajustado la máscara, levantaba un dedo índice para llamar su atención e indicarle que ya podía hablar por él.

Muy poco tiempo para comprobar los aparatos, muy poco tiempo para prepararse mentalmente para la misión y muy poco tiempo para absolutamente nada. Muchas tripulaciones comieron en sus naves o cercas de ellas mientras iban pasando los diferentes tests de operatividad. Comprobando aviónica, mecánica, instrumentación, armas, la propia estructura de la nave... No había suficiente personal para una preparación de este calibre para todas las naves de ataque y bombarderos abordo de la "Tenebrae Venandi". Pero el esfuerzo que se hizo fue, sobre humano. 

La atmósfera del hangar que se hizo densa y la mezcla de olores realmente problemática, sobre todo para los que poseían pituitarias de lo más delicadas. Ungüentos, aceites, inciensos, sudor, comida en descomposición, incluso ese agrío olor a vomito tras comer algo en mal estado. Todos desearon tener una semana como mínimo, pero no iba a ser de ese modo. Se vieron obligados a hacer que cada minuto contara, que cada hora fuera como un día de trabajo... y eso, a la larga, fue pesando con fuerza, todos los turnos trabajando al unisono no daba pie a que hubiera uno de reserva.

Finalmente, el día pasó, la salida del inmaterium y, listos o no, la misión empezaba en cuanto salieran al espacio real. Así que todas y cada una de las tripulaciones ya estaban en sus puestos, dentro de sus cabinas, con los accionares en encendido, los motores ronroneando con calma, a la espera. Todos los corazones de la "Tenebrae Venandi" latieron al mismo tiempo cuando la realidad los recibió tras ser escupidos por la odiosa disformidad. El punto de salida iba a ser cerca del cinturón de asteroides donde se presuponía que estarían los incursores traidores.

Las luces de aviso pasaron de rojo a verde y las naves fueron catapultadas al espacio. No fue una sensación alegre, ningún despegue de combate lo era. Se alcanzaban rapidamente más de diez ges y eso machacaba a más de uno. Sin embargo, el duro entrenamiento al que eran sometidos en la armada imperial, todos lo soportaron con entereza. Poco a poco los jefes de escuadrón fueron dando el aviso de que estaban operativos y en rumbo hacía sus posiciones, dos escuadrones por zona, uno de interceptores y otro de bombarderos.

El trío de fragatas se puso con velocidad en cuña frente al crucero, dibujando una temible linea de batalla a pesar de ser tan solo una nave pesada y tres de escolta, podrían dar buena cuenta de muchos navíos enemigos, pero poco a poco las fueron perdiendo de vista hasta que llegaron a sus posiciones. La radio estaba en calma, actualizaciones de estado cada tres minutos mientras en el radar, se iban perdiendo de vista al resto de escuadrones, quedando solo el Fénix en cabeza y el Rotten Mond por detrás, siguiendo con pesadez a los ágiles interceptores...

Y por fin llegó el momento de despegar. Aquello había sido agotador. Habían trabajado más de lo que era saludable, pero no quedaba otra, tenían que tener todo listo para la misión. Y se alegraba de haber hecho todo lo posible. Orrin, Marcel y Klovir habían respondido bien, aunque a este último a veces hubiera que darle algún capón para que espabilara. Cada uno estaba en su puesto a la hora convenida. Orrin de copiloto, Marcel de artillero, y Klovir de ingeniero de a bordo, por llamarle de algún modo. Al menos tenía el extintor a mano si la cosa iba mal. 

-Muy bien, todo listo. Atentos, despegue inminente-dijo por el canal interno de la nave, para sentir la aceleración de la salida unos segundos después. Aquello era algo a lo que jamás se acostumbraba nadie, pero con permanecer más o menos enteros, valía. 

-Muy bien, aquí jefe Fénix a Tenebrae, todo parece en orden. Empezamos la misión, cambio-dijo, para después pasar a hablar con los suyos-muy bien chicos, ya sabéis. Ojos abiertos y oídos atentos, que no se nos cuele ningún hereje convertido en piloto. 

Después de tantos meses de calma, tenerlo todo a punto en tan poco tiempo se convirtió en una odisea. La euforia inicial por volver a la acción pronto se convirtió en el nerviosismo de una carrera contrareloj por comprobarcada sistema. A pesar de las prisas, Damián esperaba con ansia que llegara el momento de sentarse de nuevo a los mandos de su bombardero y surcar el espacio. Y ese día finalmente llegó.

Los escuadrones salieron de los muelles de lanzamiento de Venandi, los Calixis de "Fénix" y los StarHawk de "Rotten Mond"". la fuerza del despegue casi los aplastó contra los asientos después de tanto tiempo desacostumbrados a ella, pero no duró demasiado. Pasó lista a Anya, Cortez y el resto de la tripulación para comprobar que todos estaban correctamente y en sus puestos, y luego abrió la frecuencia de largo alcance para informar a la nave madre y al otro escuadrón de patrulla.

— Venandi, aquí jefe Rotten. Bombarderos en el aire y todos los indicadores en verde. Jefe Fénix, seguimos su estela — cerró aquella comunicación y abrió otra únicamente para los miembros de su escuadrón — Sienta bien volver a los mandos, ¿Verdad? No os relajéis, esos herejes pueden salirnos por cualquier lado.

Sobre la cubierta de vuelo, en relación a nuestra misión, no había mucho mas que decir. Me despido de mi unidad de vuelo, con un saludo poco mas que una mueca del saludo del águila imperial, mi nave me esperaba. Era reconfortante el sonido metálico que causaban mis botas sobre la escalerilla del StarHawk, cruzo el pasillo que une el cuerpo de la nave a la cabina, saludando a los hombres y mujeres de la tripulación. - Hoy es día de trabajo, servimos al Emperador y a la flota ... no mancillemos nuestro honor fracasando. El desgastado asiento de cuero de la cabina de mando, se unía perfectamente a mi cuerpo, un pequeño conector haría que mis movimientos y los del aparato fuesen mucho mas fluidos ... la conexión siempre era algo extraño.

Las pantallas pasan de negro a llenarse de símbolos en verde que van cambiando mientras el espíritu de la nave se va despertando, los botones de toda la cabina pasan a lucir de manera parpadeante terminando finalmente fijándose en una única posición, en unos momentos las máquinas empezarían su misión de encender los motores. Los servos de las alas hacen un par de movimientos para preparar el despegue, y cuando los motores empiezan con el encendido, un ligero temblor cruza todo el aparato ... estábamos preparados para el vuelo. 

En el exterior, las mangueras de combustible son retiradas y los diferentes siervos de máquina, tecnosacerdotes y personal de cubierta abandonan el hangar. Una vez solas, las máquinas de guerra terminan sus preparativos para el vuelo, los motores rugen, vaharadas de vapor y humo llenan el espacio antes ocupado por los humanos. Las grandes puertas del hangar se abren dejando ver el frío espacio remarcado por las estrellas del sector ... una tras otra las naves son colocadas en su punto de salto, y una vez allí son lanzadas. - Es hora de ganarse el sueldo.  

Solomon se había pasado el tiempo haciendo lo que mejor se le daba, revisando su nave e incordiar a los demás. Al final cuando salieron al espacio real, el piloto soltó un grito de júbilo y dejó la trastada que estaba pensando en hacer a alguien en general para ir corriendo a su nave para ponerse listo para el combate. La presión el incrustó contra su asiento y salió disparado con sus compañeros mientras activaba los auspex de la nave.

-Vamos, Chat, no pongas esa cara -dijo de nuevo con su broma recurrente y quemada que parecía que solo a él le hacía gracia- vamos, jefe -contestó a Quincy- si no se cuela ninguno no les dejaremos diversión a las fragatas, ¿no? -echó una mirada hacia un lateral, como si pudiera discernir algo o alguien en el vacío del espacio- veamos que nos cae encima, aburrimiento o acción.

Los preparativos en la Onwa Inyanga, fueron con retraso, la falta de personal y el año de castigo no había sentado tan bien a la tripulación como a la familia Bell. Por suerte el viejo Frimm llevaba toda una vida disciplinando y organizando naves como la de Brianson y unos minutos antes de la salida finalmente lograron asegurar la ultima carga de misiles a la nave.

Para cuando llegó la hora de salir del hangar de la Tenebrae Venandi Brianson estaba acabando de ajustarse su traje de vacío. Tenía claro que no lo protegería de un disparo directo a la cabina o de una explosión si alcanzaban la bodega con los explosivos, pero llevarlo era mejor que nada.

-Aquí la Bulan Inyanga... Empezó a hablar Bell Junior que temblaba mientras seguía los protocolos de salida del hangar con el control de la Tenebrae Venadi mientras Brianson empezaba las maniobras de despliegue pálido como de cosumbre.

-..Que el emperador los bendiga y buena caza. Autorizó finalmente el oficial de comunicaciones que habían asignado a los procedimientos de la Bulan mientras esta dejaba el hangar para unirse a la formación liderada por de Castro.

"Auspex escaneando, gravedad artificial conectada y las armas en funcionamiento" iba pensando Brianson mientras operaba la nave para una ultima comprobación de los sistemas hasta que finalmente pasó el mando de la nave a su hijo y rebuscó en su taquilla su termo de recafeinado para servirse una taza.

No le gustaba cederle el control a nadie, ni a su propio hijo, pero sabía que el trabajo lo centraría además tenía que dirigirse a la tripulación y tenía la garganta seca como después de cada despegue.. Tras un par de sorbos que del caliente y amargo líquido encendió el canal interno y empezó a hablar -Tripulantes de la Buran hemos despegado y todos los sistemas están operativos, los auspex muestran un vació tranquilo, pero manténganse alerta mientras cumplen sus funciones. Sirvan al emperador y sirvan a la humanidad con diligencia y fé pues espero que esta noche haya lluvia de restos de herejes en el planeta de ahí abajo para que las tropas de tierra sepan que ahora y siempre la galaxia pertenece y pertenecerá al trono dorado... empezó a hablar mientras por dentro rogaba porque fuesen otros los que se topasen con los refuerzos enemigos ya que aunque solo eran parodias corrompidas por la disformidad Brianson sabía bien que las naves de los herejes no tenían nada que envidiar a las del imperio.

-...Nada que no esté previamente calcinado debe llegar al planeta ni a la Tenebrae Venandi. Finalizó su discurso para la tripulación antes de cortar el canal justo a tiempo para incorporarse a la formación y retomar los mandos de la nave antes de que su hijo hiciese una locura tras escuchar las salvajes palabras que habían hecho ganar a su padre esa reputación que les había mantenido con vida durante el último medio siglo.

Las horas fueron pasando más rápido de lo que nunca le habían pasado, con la presión y tensión extra de tenerlo todo listo para la hora del despegue. Pronto llegaron sus dos nuevas tripulantes y se metieron en faena, una silenciosa y eficiente, la otra sin parar de hacer comentarios que pronto tuvieron a las otras tres mujeres en un tris de tirarla por el eyector al exterior más cercano. Y eso que una de ellas era su propia hermana. Las gemelas. 

Apenas habían podido repasar casi todos los sistemas de la nave cuando les llegó el aviso de despegue inminente. Tocó cambiarse de ropas, ponerse los trajes de vacío y acoplarse a sus puestos, sin apenas descanso. Sumiye aprovechó para dar un par de horas de cabezada mientras el resto se ocupaban de los últimos retoques, pues un poco de descanso mental no le vendría mal. 

Con las sirenas, se despertó y la nave volvió a la vida coincidiendo con las órdenes mentales que ella iba transmitiendo, y pronto estuvo ronroneando como un gatito. - Buen trabajo chicas. - les dijo a las otras tres. 

Alzando el dedo pulgar, hizo un gesto a sus compañeros y al poco rato, estaban en el espacio. 

La tensión y la adrenalina les mantenían despiertas, esperaba que aquello no tardara mucho en explotar en una lluvia de disparos y maniobras porque si no, las pillarían durmiendo. - ¿Alguien a traído estimulantes? Mataría por un recaf... - transmitió. 

La nave de Sumiye iba en uno de los extremos del ala, al retrantán del resto. Se fijó en la pantalla del auspex y estaba más vacía que su estómago. Manipulando varios controles, trató de averiguar si habían emisiones extrañas de energía, flujos de movimientos de ondas o algo similar. 

Nada. 

Vacío.