Partida Rol por web

Ladeó la cabeza levemente observando a Quincy. Luego, sin mediar más palabra, señaló con su dedo indice, con guantes a medio dedo y dejando a la luz una manicura bien cuidada y fina, la pared que se encontraba a la espalda de los cadetes. El que se girara de todos ellos vería con total claridad todos los emblemas de los escuadrones. 

Todos los emblemas se encontraban plasmados en bajorelieve. En la parte superior indicaba el escuadrón que se trataba y el ala a la que pertenecía, y, en la parte inferior, el nombre del escuadrón. Siguiendo la linea de distintivos los cadetes que miraron pudieron ver como un servidor subido a una plataforma de color amarillo estaba retirando el viejo emblema que ellos deberían ocupar, el del escuadrón Delta.

Como adivinando sus pensamientos, Shachia comentó algo - Ese escuadrón fue completamente eliminado en Balhaut, y el resto de escuadrones sufrieron muchísimas bajas. - no había pesar alguno en sus palabras.

Solomon sonrió ante la posibilidad de apostar por él mismo y ganar un dinero. El canas decía que le haría rico- Bueno, si muero no tendré forma de pagar nada, pero si gano, gano. Ahora, si pierdo y no muero me toca pringar, pero así es la vida, un riesgo, ¿no? -y no pudo contener la sonrisa amplia que apareció en su rostro cuando se metió con el noble.

La tipa que entró y que resultó ser su capitana era dura, pero dura de verdad, de esas que sabes que si la tocas las narices acabarías con unos cuantos miembros menos.

Tragó saliva al enterarse de que todo el escuadrón había sido abatido, eso complicaba las cosas.

-Pues nada, tenemos deberes. No empecéis con las tonterías que luego tendremos que llevarlo en el uniforme -apuntó a los demás- y no creo que ninguno quiera ser el tonto del que se ríen todos porque una panda de gilipollas votó sí a un emblema y nombre ridículo, ¿vale? -en realidad el único que le daba miedo era la propuesta que pudiera poner el noble o como se pusiera en plan "este porque lo digo yo" habría pelea fijo.

...

"¡Eso fue ciertamente grosero!"

E innecesario, teniendo en cuenta que su superior había preguntado. La clase de odio que en aquel lugar parecían sentir por la nobleza era fascinante en un sentido a-dos-meses-de-una-purga de fascinante. Qué maleducado hombrecillo, honestamente. Qué pasó con el buen y sano odiar y conspirar en privado. Plebeyos, lo juraba, ni una mera gota de corrección política en sus venas: y aún pretendían ocupar puestos de prestigio. ¡Miren, miren lo que sucede! Cumple uno sus órdenes y le insultan por hacerlo, y se codean con los Solomon del mundo que ni siquiera se han presentado según la instrucción militar. Cosas así hacen llorar al niño sanguinius.

Con suerte, su oficial sí era alguien de categoría. Se cuadró y saludó formalmente ante su presencia, e ignoró educadamente el hecho de que fueran a tirarle por la esclusa si algo ocurría: aquel era un castigo correcto, y además poseían un cachorrillo de arma auxiliar por si alguien necesitaba darse muerte por su mano antes de que el vacío lo hiciese. Todo con todo era una amenzaza muy razonable y muy bien expuesta: ¡de verdad de verdad que acababa de esquivar una bala!

"¿El emblema y el nombre deben ser de algún tipo temático concreto?"

-Ciertamente un águila bicéfala o rampante. Mantengámonos clásicos, algo en azur o en gules, con los distintivos de nuestra asociación y un icono reflejando las glorias de Hidraphur...

"Pues nada, tenemos deberes. No empecéis con las tonterías que luego tendremos que llevarlo en el uniforme y no creo que ninguno quiera ser el tonto del que se ríen todos porque una panda de gilipollas votó sí a un emblema y nombre ridículo, ¿vale?"

Suspiró.

-Solomon, estamos hablando sobre nuestro cometido. Por favor vaya a ser rudo a otra parte, querido, ¿sí?

La capitana esperó lo suficiente, y al no escuchar más preguntas por parte de ellos se marchó. Mientras ella y su copiloto se iban por la izquierda, el servidor, en cambio, se fue por la derecha sin esperar a los cadetes, asumiendo este, por sus subrutinas de servidumbre, que estos le seguirían después de las ordenes recibidas. 

El paseo duro bastante, cerca de veinte minutos. Ascendieron varios niveles después de dejar atrás el enorme hangar y enseguida llegaron a la zona de camarotes, donde se hospedaban los pilotos. Los camarotes esta vez eran individuales, había uno para cada cadete, separando así las parejas pre asignadas en la academia. El servidor emitió un extraño chirrido y se marchó con sus torpes andares por donde habían llegado. 

Fijándose en las señales de los pasillos, pudieron ver las indicaciones que conducían hacía la sala común de los pilotos. Había un trabajo que realizar si querían volar ¿lograrían ponerse de acuerdo?

Sumiye quedó impresionada por la dualidad de la Capitana Shachia, y se prometió a sí misma que algún día aprendería a comportarse así, pero no hoy. Su superior les dejó claro su cometido, así que ella no tenía ninguna pregunta, y esperó pacientemente a que los demás dijeran algo o simplemente, pudieran ir a cumplir su cometido. 

Como siempre, el "noble" se lió a hablar y a dar ideas de....de "noble", pero Sumiye no le prestó demasiada atención. Al llegar a su destino tras un largo paseo, se puso inmediatamente a trabajar en lo que les habían ordenado, primero en solitario, y luego prestando atención a lo que Quincy proponía. El emblema era bonito y le gustaba, pero quería aportar algo y mostrarse colaborativa, pues tenía la intuición de que estaban siendo vigilados y valorados en todo momento. 

- Me gusta Quincy, ¿qué te parece el mío? - mostró su pad con un escudo heraldo todo azul, con una calavera blanca con dos alas angelicales a ambos lados, y dos llamaradas de fuego en las cuencas de los ojos. Abajo se podía leer el lema "Brightest Death". - Simple pero efectivo. La idea es transmitir un mensaje visual conciso. - No creyó necesario tener que decir el mensaje, aquellos hombres eran lo suficientemente inteligentes para captarlo...o al menos deberían serlo si estaban allí. 

Quincy siguió al resto por los pasillos de la nave, mirando aquí y allá, prestando atención a los diversos recodos y giros de los pasillos, empezando a quedarse con las rutas por la misma. Por supuesto, este esfuerzo aún requeriría semanas, si no meses, pero cuanto antes empezara, antes acabaría.

Una vez en destino, era el momento de empezar a diseñar. Durante el trayecto, ya había tenido alguna idea en la cabeza, y con un poco de trabajo y unos lápices, consiguió plasmarla sobre una hoja de papel, enseñándosela al resto. No tardó en ganarse la aprobación de Sumiye, lo que le sorprendió en cierto modo y trajo una sonrisa a sus labios. Quizás estaba más dispuesta a colaborar de lo que pensaba.

-No está mal tampoco. Aunque seré sincero, me gusta más el mío-dijo riéndose.

Mac miró las propuestas. Tenía claro como haría él su emblema, pero esa panda de estirados nunca iban a entender su estilo. - Esta bien este- comentó, señalando el emblema de Quincy. Se encogió de hombros. ¿Que más daba eso? Solo importaba matar tanto como fuera posible, no el dibujito que pintaran en los aviones. ¿Acaso se había apuntado al club de plástica?

El escuadrón, tras unas horas de deliberación muy civilizadas, se decidió por un emblema y un nombre. A algunos les gustó la decisión final, a otros les resultó ridícula, pero sin duda, a nadie le resultó motivadora, los ánimos estaban un poco por los suelos después del accidentado viaje hasta la Tenebrae Venandi.

El día pasó sin pena ni gloria, los cadetes poco pudieron hacer, y la instructora ni apareció, cualquiera podría llegar a pensar que los estaba esquivando por algún extraño motivo. 

La hora de la cena llegó, y todos se congregaron en el comedor auxiliar del nivel donde los pilotos de combate se reunían, una cantina de gran tamaño, repleta de mesas y sillas; mesas y sillas patas para albergar a diez personas, osease, un escuadrón completo, con pilotos y copilotos. Por el final, había varios sofas y sillones con mesas pequeñas para poder tomar alguna copa en los momentos de asueto. La decoración no era muy buena, y realmente lo poco que había eran los emblemas de los escuadrones, un tablón de anuncios propagandísticos del Imperio, normas escritas en papel y la lista de tripulaciones de cada caza y bombardero; los pilotos de transporte no gozaban de ese privilegio.

Los cadetes fueron los últimos en poder sentarse y degustar la rica cena; por decir algo. Una especie de gachas ricas en proteínas, huevos cocidos de a saber de que ave, tortas de trigo a modo de pan y de postre gelatina de color rosado. El aspecto era horrible, pero los que quisieron comer o atreverse, descubrieron que no estaba tan mal.

Cuando todos ya estaban con el postre o cerca de él, llego un ordenanza que, no supo exactamente a quien dirigirse. El joven, que ni se cuadró ni saludó dejó un papel sobre la mesa y se marchó. En el mensaje se podía leer claramente que al día siguiente, al toque de diana, Domochevsky los convocaba a todos en el hangar, instrucción de vuelo. 

Cada uno descansó lo que quiso, cuando quiso y como quiso. El  caso, es que todos, en común, tuvieron pesadillas, pesadillas en las que todos ellos eran protagonistas, muriendo asfixiados y congelados en el vacío sin trajes, una pesadilla que se repitió de manera agobiante exactamente 6.2831853071799586476925286766559 veces.

+++++ Día 1 - Instrucción +++++

La instructora los esperó a todos en el lugar citado, con los cazas listos y el personal de tierra preparándolo todo. Varios tecnosacerdotes paseaban delante de los interceptores agitando sus enormes botafumeiros, mientras otros engrasaban con ungüentos sagrados algunas partes. Su canto en ticna lingua tenía una cadencia muy estéril, sin ritmo ni gracia, un chorro constante que era imposible determinar donde empezaba y donde acababa.

Su rostro era poco amigable, y las ojeras dominaban sus ojos - Formamos parte de una pequeña flota de transporte, estamos en el crucero de escolta principal, después de Balhaut, nuestra armada esta diseminada por todo el sector persiguiendo - la instructora estaba dando un briefing, sin esperar a nada, sin saludar, sin formalismos - a los elementos del archienemigo que huyen hacía los mundos interiores. Nuestra flota... - consultó la placa de datos que llevaba en la muñeca - ...va directa hacía el mundo maderero conocido como Tanith, un tal Gaunt, un coronel comisario va en la búsqueda de su regimiento; así que se trata de una misión ideal, no habrá "bandidos" volando y podrán realizar su primer vuelo real en estos aparatos. Quiero que todos se suban a sus cabinas, se familiaricen con los controles y pongan todo apunto, tienen dos horas para ello, para ese momento, serán catapultados al exterior y realizaran el plan de vuelo que tienen en sus cogitadores. ¿Preguntas?

+++++ Día 1 - Instrucción +++++

Su noche había sido un infierno.

Sin duda había despertado más de mil veces, y más de ellas había encontrado que no era el único, descubriendo que los ruidos, los jadeos y los movimientos en la cabina eran demasiado sincronizados como para poder hacer nada. Y la culpa no había sido de la (sorprendentemente palatable) cena, ni de cualquier otra cosa, pues los purgantes no funcionaban, y ni siquiera tratar de mantenerse despierto había servido: más tarde o más temprano llegaba el sueño, una vez, y otra vez y otra vez yotravezyotravezyotravezyotrav

-...

Mirándose en el espejuelo que usaba mientras usaba el colorete y la sombra de ojos para disimular las ojeras, d´Eleuthere descubrió que no quería estar ahí. Nada era como había imaginado: no había gloria, lo que era esperable, pero es que no había ni siquiera un conato de esfuerzo en mostrar dignidad. ¿Qué había de la disciplina? ¿Del deber imperial? ¿De las insignias? Ni siquiera para un individuo tan muelle y tan frívolo como él aquello era ni por sopas tolerable, y su corazón de leal ardía con desprecio por todo lo que veía a su alrededor mientras trataba de buscar la mejor combinación de puce pascal, #32 o #124, que añadir a su polvero para que le ayudara a camuflar sus lagrimales irritados.

Para cuando llegó, ofrecía el mismo aspecto que el día anterior. Saludó (sin ningún efecto) y recibió el briefing en el que se les asignaron posiciones y destino en un pintoresco mundo maderero, donde podrían disfrutar de hermosas vistas naturales que les escudasen de la rural endogamia que tendría lugar ahí abajo. Oh. En fin, al menos la idea de que habría aire fresco y natural y él no tendría que soportar ni una brizna de ello aislado en su cabina le animaba un tanto.

-...

No tenía ninguna pregunta en aquel momento, tratando sobre todo de mantener el tipo y no acusar la noche que había pasado.
 

Habían pasado su primera prueba como grupo, o al menos ésa era la sensación que a Sumiye le daba pese a no recibir ningún indicio de ello.Eso fue lo que pensaba ella mientras se sentaba en el comedor de pilotos y degustaba la nutritiva cena, es más, hasta tenía buen sabor, no sabía si era el entusiasmo, el hambre o que realmente estaba buena. Pronto les llegaron órdenes y tuvieron que retirarse a descansar...o al menos era lo que ella había pretendido, pero nada más lejos de la realidad. Dio vueltas, se despertó y trató de disimular los escalofríos que recorrían su cuerpo - no..no son temblores, pa...para nada. - mientras las horas iban pasando, y la pesadilla recurrente seguía volviendo una y otra vez.

El despertar fue como tener un zumbador en la cabeza y tratar de desconectarlo a golpes. Una vez en el lugar de reunión su cuerpo y su mente parecieron volver a funcionar al unísono, quizás por la adrenalina del momento, pues les acababan de asignar su primera patrulla aérea. Se sintió algo decepcionada, pero casi que sería mejor idea realizar al menos un vuelo de prueba con aquellos pájaros antes de enfrentarse en combate al archienemigo....- ¡Ah, calla ya Sumiye, ¿a quién quieres engañar? Te mueres por poder disparar a un puto enemigo. Lastima que no habrá nadie para un poco de diversión. - pensó terminando de escuchar las instrucciones.

Cuando la instructora pidió preguntas, se abstuvo de decir nada.

La satisfacción de haber conseguido que su lema fuera el elegido fue palpable en Quincy, que pareció incluso más grande de lo que era durante las siguientes horas, hinchado por el orgullo. Y durante ese día, quedó poco más que hacer, más allá de alguna partidita de cartas, entrenar o dar paseos por las áreas no restringidas de la nave. Esa noche, el hombretón durmió a pierna suelta. Tras decidir que su "victoria" bien lo valía, había comido como un león, echado mano de toda bebida alcohólica que pudo localizar, y posteriormente acostado para dormir el sueño de los justos... Y de los ebrios, probablemente, a juzgar por lo que se veía.

Y cuando llegó la hora, amaneció en un estado bastante aceptable, a decir verdad. Con ese ordenanza llegaron órdenes, y con órdenes el movimiento. Así es como acabaron ante su instructora, que les expuso su siguiente tarea. 

-No, señora-replicó Quincy ante la pregunta de la instructora, pues realmente no tenía ninguna duda, al menos ninguna que se le ocurriera en aquel momento. 

Mientras el barón hacia sus cosas, que a Mac le importaban entre cero y medio pimiento, este se dedicó a dormir, gandulear y en general perder el tiempo en su nuevo camarote.  Cuando les llamaron a filas, no se molestó en reprimir un ostensible bostezo. Bueno, al menos por fin se ponían en acción. No tenía preguntas, quería ver la nave.

Uno a uno fueron introduciéndose en sus nuevos aparatos aún por nombrar. No eran nuevos, tenían cientos de parches y remaches, pero su operatividad no podía ponerse en duda. Los arreglos eran firmes, y los miembros del Adeptus Mechanicum hacían bien su trabajo, replicar y conservar; innovar ya, era otra historia. 

El aparato era bastante grande, aunque para ir accediendo a los diferentes puestos era algo más complicado ya, no había mucho espacio para poder moverse con libertad por dentro del interceptor, pero si que había espacio para hasta cinco o seis tripulantes. Por ahora solo lo manejarían dos, piloto y copiloto, lo que era más que suficiente.

Los cadetes se sentaron en sus posiciones y cuando se sintieron a gusto o con ganas comenzaron a familiarizarse con la cabina y el cuadro de mandos con sus cientos de runas y pantallas. Era exactamente igual que las pictografias que estudiaron en la academia, lo que facilitó mucho las cosas. Flaps por allí, control de energía por allá, amortiguadores de inercia en la parte inferior del control de daños. Disparador en los mandos de vuelo, donde van los pulgares. Probaron la guiñada, alabeo y cabeceo, comprobando que los alerones externos se movían de manera correcta y docenas de chequeos previos al vuelo.

Las dos horas pasaron demasiado rápido y ya estaban siendo conducidos hacía las catapultas. Por cada interceptor había una dotación de tierra de treinta individuos, entre servidores, adeptos y personal de la nave. Unas enormes grúas asieron con fuerza la nave por la zona ventral y trasladaron las naves hacía las catapultas. Aquella era la primera vez para todos ellos, pero realmente, en ese momento, un piloto poco tenía que hacer más allá de dar al motor tres cuartos de potencia. El resto lo hacían los sacerdotes.

Los cinco pilotos estuvieron en formación escalonada con una enorme luz roja iluminando toda la zona por la que saldrían. Las compuertas se abrieron y los interceptores fueron introducidos por un remolcador, comprobaron los enganches y cada catapulta fue abandonada con la compuerta cerrada tras ellos y despresurizando todo el túnel. Cada oficial de despegue contactó con su piloto cadete e iniciaron las comprobaciones final.

- Energía. Ok. Motor. Ok. Armas. Ok. Alerones. Ok. Flaps. Ok. Aviónica. Ok. Presurización. Ok. Niveles de oxigeno. Ok. Sistemas de seguridad. Ok. - para los oficiales aquello era una rutina más que anodina y les salía de manera tan mecánica que era como recitar el salmo dieciséis del Lectio Divinitatus - Comunicaciones. Ok. Todo listo para vuelo. Por favor, haga ignición al 75% de potencia. Siga con el freno activado y los flaps a 26º.

Los motores comenzaron a ronronear pero pronto pasó a un silbido estridente mientras el interceptor retemblaba con intensidad. El túnel se iluminó por completo con una luz roja que pasó a ámbar cuando las lecturas recogieron la lectura de calor del motor lo que le indicó que acababa de llegar a la potencia indicada 

- Buen vuelo y buena caza - dijeron los distintos oficiales - El Emperador protege. Fuego - presión una runa de gran tamaño y tres eventos se dieron al mismo tiempo.

El primero fue que las luces del túnel pasaron a un tono verdoso. El segundo que la nave salio disparada recorriendo el largo túnel en segundos y el tercero fue un tremendo cabezazo que se dieron todos los cadetes contra el reposa cabezas de sus asientos; pero ahí estaban, surcando el letal vacío. 

La voz de la instructora resonó por las cabinas.

- Bien, plan de vuelo estándar, formación en cuña invertida. Den dos vueltas a la flota para familiarizarse con la sensibilidad de los mandos. Después pasen a máxima potencia y vayan directos al cúmulo de polvo que hay a tres cliks al noreste de la flota tomando como norte el rumbo actual. -

A través de los cristales blindados los cadetes pudieron ver la pequeña flota. El potente "Tenebrae Venandi" dominando la retaguardia de la flotilla, apoyada por varios trios de corbetas auxiliares. Siguiendo la proa del crucero estaban los transportes de tropas y suministros, los cuales estaban acelerando pues, Tanith, se podía ver ya. Un planeta brillante, de color verde salpicado de azul por sus masas de agua. 

- El Tenebrae mantendrá posición, el resto de transportes se colocaran en órbita alta esperando el embarque de tropas. Buen vuelo, los tendré monitorizados, así que estupideces las justas. Osea, ninguna

La elección de logo y de nombre no era algo que importara a Solomon, pero el briefing improvisado en lo que sería su primer vuelo real junto a una flota de combate sí. Había sido rápida y concisa y en ese momento no tenía ninguna duda, pues tampoco tenían ninguna misión más allá de familiarizarse con todos los aparatos de su nave.

Cuando se subió a su nave lo primero que hizo fue asegurarse de que el asiento era cómodo, pues no quería estar sentado en una mierda que se le clavara por todas partes mientras luchaba por no salir disparado ni volando por ningún lado. Eso podía ser una pesadilla y al menos tenía que dar gracias porque todos los controles estuvieran dentro de su alcance y no tuviera que inclinarse ni moverse para alcanzar los importantes.

Cuando la nave se encabritó y se pegó al asiento, Solomon no pudo evitar soltar un grito de júbilo mientras que daba gracias por haberse acomodado bien en el asiento antes de salir disparado. Estaba en el jodido vacío y ahora tenía una ligera sensación de vértigo. El arriba y el abajo ya no tenían ningún tipo de sentido y algo en su cabeza se desorientó por completo, pero para eso tenía los sistemas augures de su nave.

-Sí, señora -dijo con una sonrisa mientras luchaba por mantener la formación con sus compañeros mientras se hacía con los controles y daba las vueltas a la flota. Esas naves eran jodidamente grandes vistas desde fuera, pues desde dentro te olvidabas que estabas en una nave si te habías criado en los túneles de un mundo Forja.

No pudo esperar.

Cuando hubieron terminado su primera vuelta a la Flota, Solomon aceleró hasta velocidad máxima para probar la capacidad de respuesta de su nave en esas situaciones, giraba normal y luego frenó para hacer el giro más cerrado posible, apreciando cuanto tardaba en hacer ese giro e intentando hacerse una imagen mental de cuanto espacio necesitaba en un lugar donde las referencias se perdían junto con la orientación. Hizo todos los movimientos bruscos que pudo, aunque se calmó un poco cuando una alarma de inestabilidad se activó y notó como mientras tiraba del mando para estabilizar a la nave, ésta parecía luchar contra sus órdenes de nuevo.

Al subir a su primer interceptor real sintió que la piel se le ponía de gallina, y trató de disfrutar del momento todo lo posible observando todo a su alrededor, concentrándose en las sensaciones y emociones pues sabía que éste sentimiento no se volvería a repetir nunca. Hasta ahora todo habían sido holovídeos, emuladores, simuladores, y alguna nave retirada del servicio que servía como naves de prácticas para los cadetes, robustas pero capadas en su mayoría de sistemas, donde habían cogido sus primeras horas de vuelo. Por fin estaba allí, un escalón más en su camino a su destino. Los años precedentes, penurias, humillaciones y largas horas de estudio tenían éste resultado - Te lo dije, Rini-Chan, te prometí que subiríamos a un interceptor. Y sabes que ésto no es todo. - le dijo a su compañera, sonriendo y mirándola directamente, solas en medio de una multitud atareada en mil cosas. Durante unos segundos compartieron el sentimiento, sabiendo las muchas cosas que ambas habían hablado sobre su futuro y percatándose que éste era realmente el primer paso serio que habían conseguido dar. 

Pasado el momento, tocaba trabajar, y tenía muchísimas ganas de comenzar a coger experiencia con aquellos pájaros. Era consciente de que para llegar a su siguiente escalón, antes tenía que hacerlo muy bien en éste. Y si una cosa era Sumiye, era ser aplicada y persistente. - Bien, vamos a ver si tantas clases nos han valido de algo. Casco, presurización, y al lío. Empezemos por... - dijo Sumiye. - ...el de la derecha. - terminó Rini-Au. Era una broma que ambas compartían desde el inicio de la academia y venía a significar para ellas que se empezaba por el principio. Metódicamente y acelerando para llegar al final lo antes posible. 

Probablemente fueron las dos mejores horas, en mucho tiempo, que Sumiye tuvo el placer de disfrutar dentro de una cabina totalmente equipada. Pero como suele pasar cuando estás disfrutando, el tiempo pasó en un parpadeo. El repaso de los sistemas lo siguió con fruición y entusiasmo, consciente del tono monótono y aburrido de los controladores pero indiferente al desánimo, era su primera vez y nadie se la iba a fastidiar. No pudo comprobarlo todo porque en la nave faltaban 4 tripulantes más, pero al menos los sistemas más importantes y los controles de vuelo estaban a su alcance, aunque debería ajustar el asiento medio palmo más adelante para estar del todo cómoda. Probablemente el piloto que había volado en esa nave antes que ella fuera un poco más alto que Sumiye. 

Un sentimiento creciente nació en el interior de su pecho al verse en el túnel de lanzamiento y comenzar la cuenta atrás. Fue casi como un orgasmo, y justo antes de salir, apagó el comunicador externo para soltar todo su júbilo en un grito que dejó salir toda la rabia, la impotencia y las frustraciones sentidas hasta haber llegado ahí, secundado, como siempre, por su compañera Rini. El golpe contra el asiento le recordó que la cabeza se debía dejar apoyada contra el respaldo, sobretodo en las salidas, no lo volvería a olvidar. 

Apenas unos segundos después se encontraron en el vacío, pudiendo contemplar la formación de la flota sin ningún obstáculo que se lo impidiera y de fondo, el planeta, Tanith, al que habían ido a recoger los soldados del Coronel-Comisario Gaunt. - Sí instructora. - contestó Sumiye - Por cierto, ¿coronel? Ahora que caigo...¿un comisario no es un cargo político? No sabía que se podían mezclar rangos militares y políticos a la vez. Curioso. - comentó por el canal interno a sus compañeros. Le había venido a la cabeza y no pudo evitar comentarlo, pero realmente era curioso. Normalmente los políticos no cogían rangos militares, y viceversa. 

Atendiendo al plan de vuelo y a las instrucciones de Domochevsky, ocupó su posición en la formación de cuña invertida y comenzó a revisar los sistemas, monitorizar cualquier incongruencia y disfrutar del vuelo. Probó algunos controles, dando un par de vueltas sobre sí misma y comprobando que todo funcionaba bien, pero manteniendo la formación conforme instruido. Al terminar la primera vuelta, alguien rompió la formación y salió disparado, comenzando a realizar cabriolas y forzando la nave.  - Maldita sea Solomon, vuelve a tu posición, nos estás dejando en mal lugar. - 

Seguramente les caería alguna medida disciplinaria a todos por culpa de su compañero.

Al terminar la segunda vuelta, y manteniendo la formación con el resto, inició de motu propio una pequeña cuenta atrás para poner la máxima potencia y encaró al cúmulo. - Vamos allá chicos...en tres....dos...uno. Impulso. - 

Qué gozada. 

A diferencia de todo lo que había pasado, era estupendo volar.

Como noble que era, el Marquis estaba mucho mejor preparado para ceremonias atrozmente aburridas y prolongadas en el tiempo siempre que se les pudiera buscar alguna excusa de significancia y no requirieran un trabajo manual repetitivo, con lo que estaba mejor preparado que los demás en aquel particular: estaba cómodamente plantado en su asiento, con las agujas subdermales penetrando las diversas inserciones de su vehículo y llevándole a una gozosa despersonalización, y el despegue no suposo más que un fascinante despliegue de colores y una ligera presión cervical, que en aquellos momentos de comunión se sentía de la forma ajena que lo hace tocar una pierna dormida.

"Ahhhhhhh"

No presentó ninguna resistencia a la orientación dado que dejó que su nave, que ahora era una extensión suya, hiciera todo el trabajo por él. Su cuerpo en aquellos momentos sólo era una pieza más del conjunto, una de cierto valor estético pero una pieza más. Empezó a mover su la nave dentro de los patrones adecuados, deslizándosela de un lado a otro e integrándose dentro de la unidad.

"Por cierto, ¿coronel? Ahora que caigo...¿un comisario no es un cargo político? No sabía que se podían mezclar rangos militares y políticos a la vez. Curioso"

-¿Desde cuando es un Comisario un cargo político, querida? -preguntó el hombre quizá más versado en políticas irrelevantes de apariencias en aquella nave- Pero sí, no suele ser habitual... existen registros de que pase pero no es exactamente usual.

"Maldita sea Solomon, vuelve a tu posición, nos estás dejando en mal lugar"

-Como se esperaba -dijo aún en el mismo tono de jovialidad- Limitémonos a mantener la formación y ser eficientes para compensar, ¿no creen mis estimadosss?

Por su parte, él se mantuvo en la formación en cuña mientras mantenía los sistemas activos, dejando que el leal pero más bien denso Baldrick llevase la cogitación de las mediciones mientras él se mantenía centrado en la comunión y pilotaje del ala.
 

Mac asistió estóico a la charla que les dieron. La mayoría de tonterías no le importaban un carajo, pero al menos al final les dirigieron a las naves. Eran viejas y con montones de parches, pero seguían siendo una belleza. Su nave en particular tenía una modificación a las entradas de aire delanteras para el vuelo atmosferico. En vez de las tradicionales toberas rectangulares con rejilla cuadrada habían puesto unas entradas de aire redondas con carena de persiana. Parecía una pieza sobrante del viejo modelo 23. Hacían que el morro de la nave pareciera una cara enfadada. Muy apropiada.

Mac sacó su navaja y, en el borde biselado de la cabina, rayó la pintura en un movimiento rápido y certero.

"Rale Bastard"

No le importaban las ceremonias y los bautizos, para él lo importante era eso.

- Vamos Barón, a ver como se comporta esta chica- animó, ayudando al anciano a subir a bordo. Se sentó en la silla del piloto y,una por una, fue conectando todas las pantallas e iluminando todos los indicadores. La nave fue cobrando vida a medida que activaba interruptores. El motor de fusión ronroneó suavemente inundando el casco con una leve vibración. Estaba viva, temblando bajo la cárcel del freno. Espero a que la luz se pusiera verde y aceleró.

Despegó sin un quejido y rugió cuando Mac empujó la palanca de la poténcia hasta el indicador de tres cuartos, frustrada.- Lo sé, lo sé- asintió este, comprensivo con la frustración de la nave. Quería galopar salvaje, no ejecutar una ridicula maniobra de entrenamiento.- Un poco de paciencia, chica- susurró, ignorando a sus compañeros. Estaba en un vuelo indiferente, en uno de los extremos de la formación, perparado para acelerar a la que uno de sus compañeros intentara rebasar su linea.

Llegaba el momento de la verdad. El momento de volar. Quincy estaba preparado, o eso creía, así que trató de mantenerse sereno y ocultar su nerviosismo, lanzando de vez en cuando una mirada cargada de significado a su copiloto. Una mirada que venía a decir algo así como "atrévete a cagarla o hacerte el gallito y te juro que te arrojo por la exclusa de vacío". Se sentó en la cabina, poniéndose todo lo cómodo que le fue posible, procurando ajustar su cuerpo a la silla mientras las conexiones se iban cerrando, un dolor familiar, breve y, en cierto modo, bienvenido.

Las diversas comprobaciones fueron sucediéndose, con los ojos de Quincy fijos en cada uno de los medidores del salpicadero de la nave, y sus oídos atentos a las indicaciones y palabras del personal de vuelo. Puede que fuera tedioso, pero que le aspen si no iba a concentrarse en aquello. Mejor algo aburrido y monótono que salir al espacio con una avería por un descuido y convertirse en una bola de gas ardiente. 

Finalmente, el momento llegó. El despegue. Con una leve sonrisa, apoyó la cabeza en el asiento y sintió la súbita aceleración, saliendo de la nave para ocupar su lugar en la formación. No estaba interesado en los movimientos bruscos. Desde su punto de vista, aquello eran chapuzas. Una nave debía moverse de forma suave, como uno se mueve en uno de esos bailes refinados. Cada movimiento debía ser ejecutado con gracia y naturalidad, o al menos toda la que podía tener un aparato de ese tamaño y potencia. 

La brusquedad solo tenía sentido cuando te pillaban con el pie cambiado. Y eso no debía suceder nunca. Si mantenías el control de la situación, tu vuelo sería natural y fluido, ya fuera en maniobras o en combate. Y desde luego él tenía la intención de mantener siempre un firme dominio de su situación. Por ello ocupó disciplinadamente su lugar en la formación, sin tonterías, escuchando de fondo los comentarios de sus compañeros pero sin dar respuesta a ellos de momento. 

Cuando llegó el momento de acelerar, sonrió levemente. Era hora de comprobar como se movía aquella hermosa máquina cuando se le exigía más.