Partida Rol por web

La recién formada escuadrilla voló en formación tanto como uno cabría esperar de un grupo de novatos con un nivel de hormonas disparado y un sentido del orgullo exacerbado que los impulsaba a poder realizar todo tipo de movimientos con aquellos aparatos. La instructora no se quejó, al menos no a ellos, pues era notorio que esos comportamientos eran muy típicos en los primeros vuelos.

El escuadrón tomó el rumbo indicado, acercándose hacía el cúmulo de polvo que la instructora les había indicado. Se trataba de un vuelo relativamente largo, pero así tendrían tiempo suficiente como para familiarizarse con los controles y el armamento. 

La voz de la instructora dominó todas las cabinas - Preparen armas, no tienen luz verde para fuego, carguen el armamento y preparen para poder disparar a unos pequeños asteroides que se encuentran poco antes de las nubes de polvo - seguramente la matriz augur del "Tenebrae Venandi", que tenía más potencia, le daba cierta ventaja a Domochevsky, pues, en el instante que se cortó la comunicación en los auspex de cada interceptor aparecieron las lecturas de los asteroides que había indicado. Los cadetes podrían hacer tiro al blanco por una vez.

El escuadrón se movió directo ajenos a que las enormes naves de embarque estaban ya en órbita sobre Tanith, esperando, glotonas, a los cientos de guardias imperiales de aquel mundo maderero. 

-Orrin, ya has oído a la instructora-dijo Quincy cuando llegaron las instrucciones. Su copiloto era el encargado de asegurarse de que las armas estuvieran a punto, y no tardó demasiado en comprobar que todo estaba cargado y listo. Aunque aún no habían recibido permiso para abrir fuego, así que debían mantenerse a la espera, volando hacia esos asteroides como uno volaría hacia las naves enemigas, manteniendo un ángulo de disparo y evitando el de colisión.

-Archer listo-añadió por el comunicador cuando todo estuvo preparado. 

El largo vuelo hacia las coordenadas indicadas le dio tiempo de sobra para familiarizarse con los controles más básicos, realizando ejercicios imaginarios en su mente para no tener que pensar y sólo tener que reaccionar. Se trataba de volverse uno con la nave, algo que a través de los conectores ya se conseguía en gran medida, pero con la práctica se intensificaba esa sensación. Pronto ni siquiera pensaría voluntariamente en realizar una acción y simplemente la haría, ése era el camino de los grandes pilotos.

Durante unos momentos le pareció sentir como los motores respondían a sus sensaciones, rectificando con pequeños impulsos el vector de acercamiento hacia los asteroides como haría ella misma con su cuerpo de forma inconsciente al equilibrarse tras una inestabilidad. El cosmos la rodeaba y era una con el espacio.

- Rini-Kun, repase y active armamento de la nave, en breve visualizaremos los objetivos. - transmitió a su segundo de abordo nada más recibir la orden de la instructora. Sumiye pasaba a un tono y modo de conversación más formal en cuanto empezaba la misión, acostumbrada a tratar cada uno de los vuelos de la forma más profesional posible...aunque pudiera ser que de vez en cuando se permitiera un exabrupto de emoción.

Apenas unos instantes después los cogitadores arrojaron los datos a través de los conectores que Sumiye llevaba como si fueran una parte más de su cuerpo. - ¡Todo verde!  - fue la respuesta entusiasta. La piloto asintió imperceptiblemente, mostrando una sonrisa en su cara.

Unos pocos miles de kilómetros más tarde, es decir, apenas unos suspiros después dada la velocidad que llevaban, aparecieron las señales de los asteroides.

Sumiye frunció el ceño ligeramente mientras observaba dichos asteroides. Había algo en ellos que no terminaba de convencerla.*

- Masaru lista - transmitió, respondiendo a Archer.

Esa maldita máquina se movía genial y respondía perfectamente, a pesar de que seguro tendría más años que sus compañeros juntos y habría sido reparada infinidad de veces, pero respondía bastante bien, al menos por el momento. Escuchó la voz de la instructora y frunció el ceño un instante antes de que aparecieran los asteroides en su pantalla, ante lo que suspiró aliviado.

Su auspex no estaba roto.

-Bien, Sparky, te toca, obedezcamos por el momento -esperaba que al menos pudiera esperarse a tener un tiro claro antes de disparar a los asteroides, los cuales se harían miles de fragmentos que tendrían que evitar de alguna forma.

¡Oh! ¡Prácticas de tiro!

Hubiera sido un ndetalle lanzar unos cuantos traidores o mutantes atados para que pudieran reventarlos antes de que se ahogasen por el vacío, pero imaginaba que aquella clase de ejercicios que podían oler mínimamente a diversión estarían prohibidos por la Academia: lo más parecido a diversión autorizable era lo que simplones como Solomon estaban haciendo ahora mismo en la esperanza de que impresionara a hembras que le pudieran dar una cuota de vástagos robustos que poder devorar para sobrevivir el invierno. Sonaba como una vida bajocolmenar apacible y casi enviable, si eras partidario del locus amoenus.

-No estoy recibiendo señales de los armamentos, Baldrick...

Dijo, lo que fue la señal para que este dejara de abstraerse con la belleza que los auspex mostraban y empezase a cargar la armada. Así, fue él el que empezó a abstraerse con la belleza: después de todo su compañero no podría disfrutarla a tantos niveles como él.

Con un gesto impaciente, Mac levantó el capuchón del disparador de sus mandos. Tecnicamente, aquello era sólo un arma láser de corto alcance para fuego de maniobra y el armamento pesado lo manejaba el barón, pero aun así, en su cabeza aquello era lo autentico. Perseguir a alguien y llenarlo de agujeros.

- McKnife listo- anunció, en cuanto el piloto de comprobación se encendió. El barón era muchas cosas, pero su eficiencia en el pilotaje era impecable. Además era capaz de destilar cualquier cosa.

El escuadrón estaba en posición y los objetivos enfilados. La flota esperaba a varios cliks de distancia y los transportes y estaban listos para recibir a las tropas según fueran los acontecimientos en órbita. Las ordenes eran claras, destruir los asteroides de gran tamaño que vagaban frente a sus cabinas. 

¿Quién haría el primer blanco?

Quincy observó los grandes blancos, decidiéndose finalmente por uno de ellos, mientras la nave continuaba su vuelo.

-Muy bien Orrin, ese que tenemos delante, a aproximadamente 30 clicks... Manda un regalito y demuestra que tienes algo más que bravatas-ordenó a su copiloto, encargado de los misiles, mientras él ajustaba la consola de disparo sobre el objetivo. Y el misil salió, bien dirigido, directo al objetivo designado. 

Ahora le quedaba controlar a aquel potro, aunque no se lo iba a poner fácil. Los motores estaban ansiosos por correr y, a pesar de sus esfuerzos, finalmente no fue capaz de reducir suficiente el impulso. Aquello quería decir una única cosa: tendría que abrirse para evitar colisiones.

-Equipo, me abro a la derecha para continuar aproximación.

Dejando que sus compañros se adelantaran, Mac se lo tomó con calma.

- Vamos, Barón, vamos a enseñarles como se hace.- El irlandiano aceleró saliendo de su vuelo indiferente, esperando a que los demás eligieran sus objetivos para fijar la última roca que quedara. No era cuestión de disparar deprisa, era cuestión de hacerlo bien. Fijó el objetivo sin prisa. Había esperado demasiado tiempo para aquello como para no disfrutar de la destrucción.

Sumiye siguió su rumbo en dirección hacia los asteroides y apuntó con cuidado, era su primer disparo en misión oficial y no quería cagarla. Transmitió por el canal - Saldré a la izquierda en s-6, giro de 45º, tenlo en cuenta Fitzroy - para que sus compañeros estuvieran al tanto de sus maniobras. Aún no tenían experiencia como ala de combate y tenían que aprender a coordinarse.

Tras decelerar con decisión y realizar suavemente el giro, dejó que el enorme asteroide se colocara con suavidad en la retícula de disparo y apretó el botón apenas medio segundo después. - Fuego sobre mi objetivo. - le dijo a su co-piloto. 

Disparó con los cañones láser gemelos mientras el misil salía guiado hacia el asteroide. Su disparo no llegaría, pero tenía ganas de apretar el gatillo.

Siguió el rumbo de los disparos con la mirada y contuvo la respiración porque tanto el misil como los láser parecían haber salido desviados, rápidamente tomó control del arma de Rini y un segundo misil siguió al primero. La rotación del asteroide y su enorme tamaño hicieron parte del trabajo. - Impacto! - contestó Rini-Au.

- No gracias a usted. - contestó Sumiye.

Recibida la orden, y la luz verde, Fitzroy disfrutó del agradable zumbido de muerte de las armas cargadas y listas para disparar, mientras se desplazaba para tener vista sobre el primer asteroide.

-Baldrick, prepara las armas, a mi señal.

-¿Pulsará el botón el señor?

-Por supuesto que pulsaré el botón una vez hayas preparado el tiro, Baldrick. ¡Qué pregunta! Qué pregunta...

Y en efecto, una vez le habían ahorrado la tediosa necesidad del cálculo parsecal, de gravitaciones en desplazamiento, de nudos de vacío y la triangulación de sistemas (trabajos para los que su fiel y denso criado compañero estaba más que cualificado) pudo disfrutar de una experiencia que sólo necesitaba un temple cerrado y un buen pulso, y no demasiado esfuerzo.

Como era de esperar, pues así es la efectividad de la nobleza, su falta de esfuerzo se tradujo en éxito, descargando sobre el asteroide el salario de quince obreros durante diez años.

Solomon aprovechó ese momento de tranquilidad yendo en línea recta para conectar su Unidad de Impulso Mental a la nave y así poder recibir todos los datos de forma más inmediata que cualquier otra forma, como si los sintiera él casi.

-Te cubro Q -dijo antes de replicar la maniobra y moverse hacia la derecha, menos y más hacia abajo para evitar posibles colisiones.

-Apuntando a asteroide en J/11. Revientalo Spark -instó a su compañera, la cual disparó el misil y este salió directo hacia su objetivo. Con suerte daría al blanco.

El escuadrón rompió la formación en cuanto recibieron la luz verde. Completamente ajenos a lo que ocurría por la zona, se lanzaron al "combate". El primero fue Solomon, el de peor calaña de todos fue el que inició la maniobra de ataque desviándose del resto y adelantando a sus compañeros de ala. Fijo el objetivo después de realizar varios giros y uno de sus misiles salió de las salas del aparato e impactó en uno de los asteroides de gran tamaño. Los datos arrojados por los sensores indicaron que necesitaría otro impacto para destrozarlo.

Quincy siguió un poco de cerca a Solomon hasta que se desvió del rumbo de su compañero alejándose de este. Quincy ordenó a su copiloto que preparara un misil y en cuanto tuvo la guía de tiro en luz verde disparó. Logró impactar y le pasó lo mismo que a Solomon, los asteroides grandes necesitaban dos impactos directos.

El noble voló recto, sin girar ni nada, el poderoso y veloz aparato aceleró a velocidad de combate y se encontró de bruces con un asteroide que fue destruido por un disparo de sus cañones láser gemelos. Fitzroy se apuntó un tanto de pequeño tamaño que Baldrick celebró con un cutre y patético "¡yuju!" Mcknife, sin embargo, solo se movió en linea recta, preparó la guía de disparo pero no logró a dar la orden de disparo ni apretó la runa de disparo de su mando.

Finalmente, Sumiye, fue la única que se atrevió a decelerar dada la proximidad de los objetivos. Maniobro un poco y trató de abrir fuego con los cañones láser gemelos pero no hizo caso de la runa que le indicaba fuera de alcance y el disparo se disipó en el vacío sin pena ni gloría. Rini, su copiloto, llegó a disparar un misil logrando un impacto directo.

El Barón, más asustado que otra cosa, miraba repetidamente y de reojo a su piloto, McKnife. Lentamente alzó su dedo indice y apuntó con él a los asteroides que se acercaban peligrosamente (realmente se acercaban ellos) sin que su piloto se dignara a abrir fuego - si quieres matarte avísame antes de estampar la nave y salto, que yo aún aprecio el alcohol - le dijo con un tono de voz pausado y supuestamente calmado, pero realmente solo disfrazaba el pánico que empezaba a sentir. 

El cometa se acercaba de forma ominosa, aunque aún tenía algo de espacio para maniobrar. Sin embargo, decidió intentar una jugada. Un disparo difícil, sin duda, pero bueno... No era imposible. Estaba lejos de ser imposible. Con cierta ansiedad, acarició el botón del cañón láser antes de abrir fuego. 

Y aunque no era imposible, sí era muy difícil. No apuntó bien y el haz láser se perdió en el vacío, valiéndole una maldición entre dientes. Luchó de nuevo por decelerar aquella bestia mecánica, que seguía resistiéndose aunque logró arrancarle algo de frenada. Insuficiente, de todos modos. 

-Atento Solomon, vuelvo unas 4 UA al centro. No debería molestarte, de todos modos-informó, antes de maniobrar para evitar el rumbo de colisión con el gran cometa dañado. 

-Orrin, remata la faena-le dijo a su copiloto, mandando a través de él otro misil de vacío que hizo blanco. 

Aquello había sido, en positivo, mucho menos satisfactorio de lo que esperaba, así que dejó en manos de Baldrick en un futuro también el disparo, tras haber lanzado él la exitosa salva inicial. Pestañeó unas cuantas veces para asegurarse de que los postizos estaban en su sitio y siguió enfocándose en la conexión neural con el espíritu-máquina de a bordo, servicial y eficiente, como tenía que ser. Debería cambiar a su compañero por uno de aquellos. Oh bien, pensó, todos tenemos una penitencia que pasar por esta vida, y la mía es tener que tolerar sirvientes deficientes.

Decidió probar la nave, empezando a desplazarse por todo el campo de batalla que no estaba inundado de disparos antiasteroide en aquellos momentos, bailando por el vacío del espacio y en general siendo una interferencia en todos los posibles planes de vuelo que otras personas pudieran estar causando en aquellos momentos mientras probaba a fondo sus sistemas, tratando de ver si podía conseguir una deceleración progresiva en una estancia breve y fallando estrepitosamente en el intento, pero dejándose llevar después de ello: Fitzroy era la clase de hombre que podía vivir con el fracaso.

-Dirigiéndome hasta Ene Siete, repetimos, Ene Siete, caballeroooossss...

Realizó lo que dijo y empezó a preparar los cañones para disparar sobre el enorme asteroide que tenía a su distancia en aquellos momentos, traas haberlos rodeado y encontrándose de forma jugosa en la mejor posición. Jugosa y peligrosa, pero ¡ah la emoción de la caza!

Con aparente despreocupación, Mac seguía con el pie hasta el fondo del acelerador moviendose a velocidad táctica sin maniobrar. Un campo de asteroides como aquel, con poca densidad de rocas, no suponia un gran reto para una nave como aquella. Se fijó en una pequeña piedra al otro lado, cruzaría el campo y le dispararía. Suavemente, levantó el morro de la nave corrigiendo el rumbo en 0.00087266 grados hacia arriba sin abandonar su velocidad. Le pasaría justo por encima y descargaría algo de fuego. ¿Cuando podrían combatir de verdad? Aquello era un desperdicio de láser.

- Atento barón, vamos a descargar fuego- adviritió, con el dedo acariciando el gatillo. El cañón láser se reposicionó para apuntar al objetivo fijado. Pasarían muy muy cerca, a menos de cien metros, así que era prácticamente imposible fallar. La descarga del cañón dió en mitad de la roca voladora, pero Mac no tuvo tiempo de ver las consecuencias, porque la nave pasó de largo. La ventana ópitma de disparo era muy, muy pequeña.- ¡Recarga!- dijo, por el comunicador interno, antes de cambiar a la radio de la unidad.- Aquí Mac, objetivo alcanzado.