Partida Rol por web

Solomon estaba sopesando las posibilidades. Una parte de él quería destrozar naves enemigas y otra parte no quería morir, y al ver que todos optaban por obedecer las órdenes no iba a ser un suicida y a lanzarse él solo, por muy bien que se le diera eso de pilotar. Inspiró profundamente preparándose mentalmente para lo que iba a hacer y lanzó un barrido del auspex de la nave para detectar todo lo posible. La cantidad de datos no fue tan abrumadora como esperaba, pero sí lo suficiente como para forzarle una mueca en el rostro.

-Chicos, detecto multitud de naves pequeñas por el sector. Tened cuidado y mantener los ojos bien abiertos por si nos atacan en nuestro regreso a la nave.

Bah, volver volver. Sus compañeros eran unos aburridos.

- El enemigo a las puertas y os volvéis, vergüenza de escuadrón- masculló, con la radio abierta.- Atención, Barón, ojo al radar y vuelta a la base- indicó, virando el morro en un gran arco.

¡Me cago en la puta! - bramó el Barón viendo como su piloto hacía virar el aparato en dirección opuesta al enemigo - ¡Sois una panda de ratas cobardes! ¡Niñatos! - gritó a todos, el dementado veterano estaba rememorando sus años pasados y, mientras su labio inferior temblaba por el cabreo, seguía vociferando por la radio - ¡Es la primera puta norma del piloto! ¡Uno siempre contra el enemigo! - golpeó el techo de donde estaba y varías runas parpadearon momentaneamente - ¡me cago en la divina mierda del emperador! - barbotó para luego darle un largo trago de la petaca y serenarse mirando a la nada. 

Rini no se giró para mirar a Sumiye, le acababan de quitar la oportunidad de ser una heroína y jamás se lo podría perdonar. No quiso hablar mucho, no encontró las fuerzas por lo tremendo de su decepción, así que se limitó a decir lo poco que se atrevió dada la situación - tiene razón - expresó con notable dolor y timidez.

Las palabras del Barón resonaron en la mente de Orrin - joder viejo, ¡callate! - le espetó por radio. Tenía una serie de sentimientos encontrados y las palabras del copilito de McKnife habían sido muy certeras. Orrin se sintió como si su grupo de amigos lo sujetara y se lo llevará lejos del bastardo que acababa de ofender a su madre.

Ashley torció el gesto pero no dijo nada, sus manos temblaban de puro nerviosismo. Sentía que estaban haciendo lo correcto por obedecer, pero algo más fuerte en su interior le decía que estaban errando. No se veía capaz de describirlo por ello optó por callarse y mirar sus instrumentos, vigilando la formación enemiga como se abría paso hacía el planeta desprotegido. 

Baldrick, lejos de la cabina y del mangoneo de Fitzroy, se reclinó en su asiento y perdió su mirada en el infinito vacío. Nadie escuchó su tranquilo susurro donde se decía así mismo que se tranquilizara, que volvían a casa. Le costó interiorizar eso, no por ser idiota, sino por ser un hombre de procesos lentos. Se acarició las muñecas con aire ausente y se relajó.

El ceño de Quincy se fue frunciendo conforme escuchaba las réplicas. El hecho de que Solomon hubiera detectado múltiples puntos no solo confirmaba sus suposiciones sobre la escolta que debían llevar aquellas cosas (y, por tanto, el suicidio que habría sido lanzarse en solitario a por ellos), si no que escocía por no haber caído ninguno en consultar sus propios aparatos. Y, por si fuera poco, ahora una retahíla de insultos.

-Orrin, mantente atento a los aparatos y al auspex. Quiero saber de inmediato cualquier cosa que pueda echarse encima nuestra-le dijo, antes de volver al canal de comunicación.

-McKnife, barón... No me jodáis. Hemos recibido órdenes de replegarnos. Y las órdenes hay que cumplirlas, si no os gusta, haberos quedado en casa. No hemos pasado por un puto entrenamiento para que ahora tiréis todo por la borda a la primera de cambio, cretinos. 

El mensaje de Quincy no hizo más que reforzar a Sumiye de que la decisión tomada era la correcta, a pesar de las tendencias suicidas de su otro "yo". El comentario de Rini le dolió más de lo que pudo admitir, así que muteó las transmisiones salientes (no las entrantes) y le dijo por el canal interno a su segunda - ¡Eh, sabes que tengo razón! Siempre hemos obedecido las órdenes, y no íbamos a tirar todo el puto esfuerzo de tantos años por la borda por un calentón, ¿estamos? Yo les tengo tantas ganas como tú o más, así que no me toques los ovarios. Luego te daré lo tuyo. ¡Y revisa ése Auspex que me jode en lo más hondo que el cabrón chulo ése de Solomon sea quien se haya fijado en eso primero! No quiero más sorpresas. - 

Al poco, la transmisión de ella volvió a la normalidad, pero no dijo nada más. Estaba todo dicho y sólo quedaba volver a la base con vida, para pelear en otro momento. 

- Eso es más falso que un billete de tres libras- respondió McKnife.- Las órdenes que hemos recibido no valen una puta mierda. Tenemos las comunicaciones intervenidas y fueron dadas sin tener ni puta idea de la que se nos venía encima- añadió.- Si queréis engañaros a vosotros mismos vale, pero al viejo McKnife no le coláis esa trola- insistió, sin apartar el ojo del auspex.- Barón menos llorar y estate atento, puede que tengamos que disparar. Volar esos transportes ahora o dos klicks más abajo no cambiará mucho las cosas.

Solomon simplemente suspiró. 

-Esto es sencillo, hemos optado por seguir las órdenes y ya está. Si alguien más a parte de McKnife tiene algo que decir que lo diga ahora, pero no vamos a estar haciendo el imbécil sin decidir nada. Sea lo que sea lo hacemos todos, ¿no era algo así lo que decían en la academia?. Aunque el plan sea una tontería es mejor hacerlo en conjunto que cada uno por su lado, pues eso. 

Suspiró y se dejó invadir por todos los datos que había en su interior. Sí, él era el primero que quería derribar a esos cabrones, pero no sería tan idiota de ir solo. ¿Y si iban a disparar un cañón Nova en esa zona o algo así?. Los atomizaría a todos. No, tenían que saber que pasaba.

-Eh, Sparky, intenta ver si puedes recuperar las comunicaciones de alguna forma. Me da igual que sea con el Tenebrae Venandi o con otro escuadrón cualquiera.

Mientras todos se gritaban y se insultaban como críos sobre si en una ocasión así importaban más el protocolo o la seguridad, el De Eleuthère se limitó a repantingarse en su asiento estirando las piernas, sonriente y satisfecho ante un trabajo bien hecho. Ya habían tomado la decisión, todo lo demás era una incógnita y el que ladrasen solo era señal de que cabalgaban: la gente de la plebe gritando (salvo honorable excepción de sangre caliente como correspondía a una sangre noble, que no era lo mismo en absoluto) apenas se registraba en sus oídos, una habilidad refinada por milenios de almibarada sangre azul.

-Mmmmm-mmm-mmmh-mhhhhhhhh...

Se replegó satisfecho mientras mantenía un ojo mental en el auspex y conducía la nave hasta su posición original, tarareando una clásica tonadilla.

El escuadrón decidió y este volvió al crucero. 

La ruta fue trazada con facilidad, y pronto aparecieron a plena vista la pequeña flotilla que estaba realizando una maniobra evasiva para alejarse lo máximo posible de Tanith y de la enorme flota del caos que se acercaba al mundo. Los transportes de tropas estaban por despegar desde la superficie del planeta como se les hizo saber conforme iniciaban la maniobra de aterrizaje.

Los vectores aparecieron en pantalla indicando los rumbos a seguir, y, uno a uno, fueron entrando en los enormes hangares del crucero clase Dictator. No hubo ningún recibiendo especial, unicamente la recepción de la instructora que os dedicó un asentimiento de cabeza antes de marcharse y una miriada de servidores y tecnoadeptos que iban conduciendo los aparatos a sus posiciones. No fue muy difícil darse cuenta de que los hangares estaban vacíos, no quedaba ni un solo interceptor calixis ni bombardero starhawk, todos estaban fuera, en misión. Quizás alguno de los novatos sintió una punzada de remordimiento, y la respuesta del Barón no se hizo tardar, aunque fue más escueta de lo que uno podría esperar.

 - Cobardes - dijo el Barón marchándose airadamente hacía saber donde.

Lejos de saber que hacer, sin las indicaciones de nadie, los cadetes se quedaron cerca de sus aparatos, observando todo aquello con atención y devoción hasta que un coro de voces reclamó la atención de muchos. Un pequeño grupo de chusqueros estaban reunidos al rededor de un vox de dudosa procedencia. Llegaban ecos de transmisiones, voces intensas, presurosas que se entremezclaban unas con otros. Vítores de algunos a cada derribado que se escuchaba, hasta que se escuchó aquel típico "¡no puedo quitarmelo de encima!" seguido de estática y un "¡No! ¡Joder!". Acababan de derribar a uno de los pilotos imperiales, y el toque de retirada no tardó en darse.

Los cadetes fueron testigos de como todos los interceptores fueron aterrizando en aquella sección de la nave, hasta que los dos lideres de escuadrón que conocían bajaron de las cabinas de sus aparatos. Ella, la capitana Shachia, os miró a todos con vergüenza, el otro, el mal encarado del capitán Campbell se os acercó tirando su casco al suelo con tal violencia que lo partió en dos. Su copilto se fue tras escupir al suelo.

¿Donde cojones estabais? malnacidos, ratas de mierda - a cada palabra que decía, disparaba salivazos a un lado y a otro, mirando alternativamente a todos los allí reunidos - ¿donde mierda os creéis que estáis? ¡¿eh?! ¡esto es la puta guerra! ¡y os habéis retirado cuando se echaban encima de este jodido mundo las fuerzas del caos! ¿sabéis cuantos hemos perdido ahí fuera? - estaba completamente fuera de si, y estaba dispuesto a golpear a más de uno de los cadetes, de no ser por el brazo de Shachia, que lo frenó y lo apartó. 

Ambos se miraron y este señaló a todos y a ninguno - No sois dignos de llevar las alas, sois basura - y escupió a los pies del improvisado coro que formaban los cadetes antes de marcharse. 

Shachia, mucho más serena, se limitó a mirar durante un largo minuto hasta que llegó a negar con la cabeza - De todos nosotros se espera mucho más - empezó con voz pausada aunque conteniendo su ira - somos la élite de la élite, encarnamos lo mejor de lo mejor dentro del Imperio y la Armada. Se espera que estemos fuera siempre, y desobedecemos ordenes siempre que la situación lo requiera, siempre hasta el limite, siempre hasta la ultima gota de promethium, hasta el ultimo misil y bomba. Se espera que tengamos juicio propio y sepamos valorar la situación... y antes de que digáis que la orden era retirarse, todos nosotros, todos los capitanes recibimos esa orden también... pero despegamos, dejamos nuestras patrullas y fuimos a contener al enemigo para que pudieran salvarse todas las vidas posibles - puso los brazos en jarra y suspiró - me importa una mierda de Groxx vuestras notas, vuestras familias y todo lo que hayáis conseguido fuera de esta nave. A partir de ahora sois miembros de mi ala, y os juro por el sagrado emperador de que la próxima decepción, la próxima vez que huyáis una pelea con el rabo entre las piernas, yo misma os expulsaré, y os degradaré sin honores y finalmente, os pondré contra un mamparo y acabaré con vuestras vidas, porque me habréis echo perder el tiempo y porque no sois dignos de estar en una cabina - sus ojos se entornaron en una mueca agresiva - hoy hemos perdido a cuatro buenos pilotos, si hubierais presentado batalla como era de esperar, seguramente estaríamos todos celebrándolo en la cantina en lugar de brindar por los muertos. Ahora, quitaos de mi vista.

Al aterrizar en Tenebrae ya se percató de que algo iba mal. No había nadie. Estaban ellos solos y eso sólo podía significar una cosa.

La instructora les recibió y sin decir nada, les asintió en pretendida conformidad por haber acatado las órdenes y se marchó. Se quedaron solos rodeados de adeptos y tecnosacerdotes, que deambulaban por el hangar realizando sus tareas o preparando los puestos para el recibimiento de los que habían salido. Durante unos minutos se quedó sin habla mirando a su alrededor y viendo la magnificiencia del lugar, pero un sentimiento dentro de ella le decía que todo ésto estaba mal, no tenían que estar allí. El barón se largó tras insultarles una vez más, y Sumiye apretó los dientes, empezando a pensar que tenía razón. 

Efectivamente, un transmisor Vox en medio de un grupo de chusqueros llamó la atención del grupo y se acercaron a escuchar, y cada una de las transmisiones era una puñalada en el corazón de Sumiye. - JODER....joder joder joder.....MIERDA. - pensó, sabiendo que la había cagado. - PARA UNA PUTA VEZ...PARA UNA P.... - pensaba una y otra vez. 

Cuando vio aterrizar los interceptores, algunos de ellos con claras señales de combate, se le hizo un nudo en el estómago. Y dicho nudo se incrementó cuando los líderes de escuadrón, que habían bajado de sus aparatos, se dirigieron de cabeza hacia ellos. El primero en llegar fue Campbell, que se puso a gritarles con furia y saña. Parecía que quería darles una paliza, y así hubiera sido si Shachia no le hubiera contenido. Pero las palabras de Shachia le dolieron mucho más que los posibles guantazos que Campbell les pudiera haber dirigido. 

Sumiye se fue cuadrando conforme escuchaba a su Líder, e interiormente aceptó la reprimenda como la primera y más valiosa lección que debía aprender allí. Todo lo que había aprendido fuera ya no valía de nada, y tenía dos opciones, o aprender y cambiar, o pegarse un tiro, si no se lo daban antes. No dijo nada, siguió apretando los dientes y maldiciéndose por dentro.

Cuando ella terminó, esperó a que se fuera y acto seguido, miró a sus compañeros. - La hemos cagado pero bien. Puta mierda. Joder, ¿cómo la he cagado así? Mierda, puta mierda. - estaba jodida y se le notaba. - Más jodidos están los muertos. - pensó. Ahora sólo le apetecía tomar algo, pero por las miradas que les echaban el resto de pilotos y ayudantes, a partir de ahora iban a tener movida de la buena. Nadie les iba a ayudar, nadie les dirigiría la palabra, y probablemente, la paliza que Campbell no les había dado se la llevarían por otra parte. Y sabiendo ésto, ella sólo veía una salida clara y concisa. 

- Chicos, hemos empezado mal, pero más vale que espabilemos o no llegamos a mañana. Y hablo por mí también. De ésta sólo saldremos si permanecemos juntos. Y yo no voy a echarme atrás ahora. No me van a volver a llamar cobarde en la cara, al menos, no con razón. Venga, decid lo que tengáis que decir, pero por mi parte a partir de ahora estamos en ésto juntos. - esperó, a ver qué le contestaban el resto. Probablemente no sería nada agradable, pero los había visto ahí fuera, y eran buenos, y ahora eran sus compañeros de escuadrón, de ala, de vida. Y nadie les tocaría si no era ella. Eran como el hermano que igual no te caía bien, que probablemente le partirías la cara cada dos por tres, pero era SU hermano, y sólo tenía derecho a pegarle ella. Ése sentimiento era el que tenían que cultivar todos, para todos ellos.  

Sin eso, no serían nada. 

Quincy aguantó estoico el chaparrón que les estaba lloviendo encima. Era lo que tocaba, probablemente, pero no estaba dispuesto a sentirse culpable. Todos habían venido allí a poner sus huevos sobre la mesa y a echarles en cara que obedecieran la cadena de mando en vez de actuar según les diera la gana, pues bien por ellos. Para lo único que estaba valiendo aquello era para saber como funcionaban las cosas allí: las órdenes había que pasárselas por tu muy personal Ojo del Terror. Al menos, siempre que se tratara de derribar algún enemigo y demostrar quien la tenía más larga.

Pues vale. 

No quiso molestarse en replicar a los capitanes, pues sinceramente, no iba a valer de nada. Ya habían quedado "manchados", no habría excusas ni lógica que les sacara de esa. Sin embargo, cuando los oficiales se largaron y Sumiye habló, se encogió de hombros.

-Supongo que estamos juntos, sí. Pero no me voy a sentir culpable. Si piensan que esto podía ganarse con cinco pipiolos recién salidos de la academia y que apenas habían tocado un mando antes, o están muy ciegos, o la cosa está mucho más jodida de lo que cabría esperar-dijo, sin ningún asomo de duda. Sí, se estaba llamando inútil, y un poco a todos, pero así era la cosa-en mi versión de la historia, ahora no lamentaríamos la caída de cuatro pilotos, sino de nueve. Me parece genial que hayan desobedecido órdenes y puesto las pollas encima de la mesa, pero no es lo mismo hacerlo siendo todo un capitán de ala y sabiendo a qué te arriesgas... Que siendo un recién llegado en pruebas. Aunque no todo es malo. Ahora ya sabemos como debemos movernos. 

Pues yo si me siento culpable - dijo tras un largo rato, el cual dedicó a sacar las fuerzas para atreverse a hablar a pesar de la vergüenza que sentía. Se mordió el labio y fijo su mirada en sus botas, limpias y lustradas - dices eso para evitar pensar en ello, pero no sabemos como ha sido el combate ni la huida ni nada, sabes tan bien como todos, que un ala de combate, siempre combate coja hasta faltando un escuadrón - se encogió de hombros y se atrevió a mirar a la cara a Quincy y Sumiye. Tenía los ojos cargados de lagrimas - esperaron de nosotros y no hicimos lo esperado... estamos juntos, si, pero si queremos ser héroes del Imperio, tendremos que aprender a afrontar riesgos, seamos novatos o no... - se secó una lagrima que cayó de su ojo derecho con el antebrazo - nos han dado una nueva oportunidad, más nos vale aprovecharla

Mac reprimió una sonrisa con todas sus fuerzas ante las quejas de la capitana. ¿Les estaba ordenando que desobedecieran las ordenes? Pues vale, Mac tenía un talento natural para ello y había practicado toda su vida. Si lo que quería era alguien que desobedeciera órdenes, era su hombre desde luego. El barón se calmaría, la demencia senil lo mitigaría, pero tampoco importaba demasiado, el viejo cascarrabias siempre se estaba quejando por una cosa u otra.

Si lo que decían los mandos no importaba, desde luego habría ocasiones de sobra para destruir sus naves, no tenía prisa. Además, así quedaba claro que Sumiye estaba equivocada. Eso bien valía una reprimenda y malas caras. Tampoco es que antes les sonrieran.