Partida Rol por web

Phey bajas las escaleras todavía escuchando las voces, al llegar allí encuentras a una peculiar pareja discutiendo acerca de la confianza, la inocencia, las niñas mal criadas y un largo etc que llevas escuchando desde que te despertaron.

Bermick mientras se encuentra tras la barra, intentando pasar desapercibido.

Vosotros, Voki y Aeryn veis bajar a un humano ataviado con la armadura de los Hijos de Ihvist

Phey llegó a la parte de la taberna donde el bullicio se convertía en mas que un murmuro audible.

Buscó con la mirada a la Sacerdotisa: Obviamente no iba a decirles nada a aquellos dos. La mañana había comenzado, el astro rey iluminaba la estancia y ya era de que  todo volviera a su marcha normal.

Tras aquello, marchó al lado del tabernero, y le habló casi en susurros.

-Discúlpeme.. ¿Ha visto a la mujer que venía conmigo bajar? Si no la ha visto...al menos dígame que ayer llegó bien a su habitación, y la vió marcharse a dormir.

Tras ello, simplemente observó de nuevo, y volvió a comentar.

-¿Cree que entre ellos hay algún guía, buen señor? 

En lo referente a su indumentaria, no había ningún tipo de duda sobre quién era y lo que representaba. Poseía una armadura completa, a excepción del casco, que llevaba en la mano, con el símbolo de Ivhist: Un escudo con alas en el exterior. Portaba su escudo y su espada a buen resguardo en la espalda, algo ocultas por una capa verde, que lo definía como miembro de una determinada orden.. la orden Errante. Pero, sin embargo, aun con todo esto parecía que no llevaba peso encima, pues caminaba como si aquel peso fuera inexistente.

Su cabello negro y ojos castaños eran de lo mas común. Era solo un joven miembro de la Orden de Ivhist.

El largo pelo grasiento de Alegre, enmarcaba un rostro alargado y macilento, surcado por una miríada de leves cicatrices, adornado por una nariz ganchuda y unos escrutadores ojos negros, que le daba el aspecto de un extraño cuervo gigante. A pesar de ser bastante más bajo que la mujer que lo acompañaba, se notaba que era un sujeto fornido, acostumbrado al trabajo duro. Llevaba una camisa gastada, con varios remiendos, pantalones igualmente deteriorados, que necesitaban una buena lavada y botas que habían conocido mejores días.

Examinó al sacerdote, que bajaba por la escalera, con su habitual cara de pocos amigos y se inclinó, ligeramente, para hablar en confidencia con Aeryn.

—Ahí tienes a tu sacerdote. Le reconozco por la armadura esa que lleva. Ve a hablarle, si quieres. Me basta con echarle una mirada para saber que, a un tío como yo, no querrá ni darle los buenos días. Estos sacerdotes se creen mejores que todos los demás. —miró a Aeryn y las comisuras de sus labios se doblaron levemente, en lo que parecía ser una levísima sonrisa—. Casi como los nobles.

-Entonces nos llevaremos bien- terminó respondiendo a las palabras de Voki, casi con un aire burlón en su tono de voz-. Y quítate esa expresión de malas pulgas de la cara- cortante y llena de malas intenciones.
Aquella última discusión le había puesto incluso de mal humor.
Definitivamente no estaba acostumbrada a que la trataran de ese modo tan irrespetuoso, y su acompañante no se cortaba un pelo.

Suspiró e intentó esbozar una amable sonrisa mientras empezaba a acercarse al que parecía ser el hombre del que les habían estado hablando. Con suerte, captaría de inmediato que no se trataba de una humana cualquiera, confiando nuevamente en que los rasgos Alhyon naturales con los que los dioses la habían bendecido al nacer volverían a solucionarle los problemas una vez más.
Portaba una llamativa armadura de oro con numerosos grabados, entre los que se encontraba el unicornio; se notaba que había sido forjada por manos más que profesionales, con un intenso trabajo por detrás.
Las características que poseía dejaban ver sobradamente la pureza de la raza a la que pertenecía; superaba el metro ochenta, y al destapar su rostro con la capucha que había llevado hasta el momento al llegar frente a él, seguramente dejarían de haber dudas.

-Lamentamos el alboroto causado- empezó diciendo, haciendo una breve inclinación de cabeza a modo de saludo. Y, cómo no, fue directa al grano;-  En busca de un grupo de acompañantes útiles y de fiar para un viaje que estamos llevando a cabo, nos han dado información sobre ti y... una segunda persona que esperábamos encontrar contigo.

Nos da la impresión de que podríamos tener los mismos intereses- sin reparar lo más mínimo en las palabras que utilizaba; sabía que su apariencia se encargaría de toda la buena impresión que necesitara dar.

Era un Hijo de Ivhist... No le interesó lo más mínimo la armadura que aquella mujer llevaba, pese a que tuviera una idea de quién era. 

La miró a los ojos y sonrió. Hizo casi una reverencia militar..

-Señorita.. No debe disculparse conmigo en absoluto. En todo caso, discúlpese con el resto de la taberna, si es que a alguno le ha molestado.

Seguía buscando a la sacerdotisa... "¿Porqué diantres aún no había aparecido por allí?"

-A decir verdad, yo también esperaba a mi acompañante aquí... rezo por que no le haya pasado nada... Con respecto a lo otro...

Ladeó la cabeza, para mirar detrás de ella, a aquel encapuchado, y le sonrió.

-Me ofrecería gustoso en ayudar a la buena gente. Pero he aquí por una misión que debo de cumplir. Solo habría una oportunidad de que os acompañase, mi señora, me temo, y es que os dirijáis a tal destino y tengáis un guía que conozca los senderos hasta allí...

-Que Ivhist purifique vuestras almas..

Con otra sonrisa y una reverencia volvió a hablarle al tabernero... sin darle la espalda, poniéndose de lado...pues conocía reglas de protocolo...y suponía por todo aquel despilfarro de oro que se trataba de alguien con poder económico.

-Por favor, respóndame...¿La vio ayer subir a su habitación? Comienza a preocuparme..

- La sacerdotisa de Hareth se fue a dormir poco despues que vos - Te respondió Bermick viendo tu inquietud, - Seguro que sigue durmiendo, su habitación es la tercera de la derecha.

- Y si, él - Dice señalando a Voki - es un buen explorador, aunque puede ser un poco dificil de tratar (esto último en voz baja, esperando que solo lo escuches tu Phey)

Alegre respondió a la sonrisa del sacerdote, torciendo la comisura de sus labios con asco. El gesto se acentuó todavía más, cuando el religioso les bendijo. Quizás se había equivocado respecto de él, pero no estaba convencido. Quienes se creían más cerca de los dioses que los demás, se creían más que los demás. Eso era inevitable. Su aparente cordialidad era simple condescendencia, nada más. Decidió permanecer en silencio, por el momento. Era mejor que los bellos y afortunados se entendieran entre ellos, con sus formalidades y vacías etiquetas.

—Y si, él —dijo, Bermick, respondiendo a la indagación del sacerdote—. Es un buen explorador. —agregó en voz baja, algo que Voki no pudo escuchar.

Alegre meneó el cabeza, irritado. Ya tenía que abrir la boca, éste. ¿Qué no le había dicho que no hablara sobre ellos? Bueno, ya estaba hecho.

—Conozco esos senderos —intervino, con voz gutural—. El que usa la caravana que va a la mina y los demás. Las nieves vendrán pronto y los cubrirán, haciéndolos difíciles de seguir. Ninguno es seguro. Todos son vigilados por los pieles verdes. Espero que te lleves bien con ese dios tuyo, porque si ese es el camino que piensas llevar, necesitarás su ayuda. Todos las necesitaremos —agregó, en un murmullo.

Rió algo cuando el hombre comentó aquello del hombre que ahora le habla... Luego de mirarlo discretamente, y sopesándolo, volvió a observar a la muchacha..

-Tan solo aguardad unos minutos... partiremos cuanto antes. Cuantos más seamos, mejor. Aunque la sacerdotisa no sabe combatir. Es solo..una persona escoltada. De igual modo, 3 son mejor que 1.

No bromeaba. Nunca lo hacía: Iba a despertar a la sacerdotisa, y así pronto concluiría con su misión.... así que se dirigió a la puerta donde le había indicado el tabernero y tocó varias veces...

Aguardaría pacientemente y en completo silencio a que apareciera.. Habían aparecido antes de lo previsto. Era una muy buena señal... hizo una nota mental: Preguntarle a aquel hombre sobre los pieles verde que dominaban aquellas zonas.

Mantuvo su educada sonrisa mientras el hijo de Ivhist hablaba, agradecida por los modales que poseía a la hora de ello. Al fin podía compartir palabras con alguien mínimamente decente en lo que a tratos sociales y educación se refería.
Suspiró.
-Así es, me acompaña un... buen explorador que podría guiarnos sin problemas. Es de fiar, pese a lo que pueda parecer. Y por ahora ha hecho realmente bien su trabajo guiándome a mi hasta aquí. Nosotros nos dirigimos hacia el norte. - continuó, intentando quitar de en medio todos los contras que pudieran haber para no poder unir fuerzas. Ahora sólo quedaba averiguar si iban a las minas, como ellos-. De todas formas, me gustaría hablar de todo esto cuando tu acompañante se encuentre con nosotros.
Seguro que tiene cosas que decir al respecto.

Y no añadió nada más, esperando a que él fuera a buscarla a su habitación, donde según el posadero debía seguir durmiendo.

-Si, no hay problema, señorita..Si me disculpa..

Tras que la muchacha siguiera hablando, casi persiguiéndole, le sonrió y siguió su camino hacia la puerta de la sacerdotisa. No tenía idea de qué querría hablar... pero estaba claro que había que idear algo, si el camino iba a ser tan peligroso.. Tocó la puerta de la habitación, y aguardó pacientemente

Alegre siguió con una mirada desconfiada al sacerdote, que se apresuraba por las escaleras, apenas prestando atención a lo que se le decía, en su prisa por encontrarse con su compañera.

—¿Y a éste qué le pasa? —preguntó a nadie en particular. Se encogió de hombros y se volvió hacia Aeryn—. Si quiere partir cuanto antes, que parta sólo. Nosotros no hemos dormido y necesitamos comer y descansar. Además, tenemos que comprar las cosas para el viaje: Comida, agua y ropa de abrigo, por si no llegamos antes de las primeras nevadas.

Un poco después de tu llamada a la puerta, esta se abrió un poco, dejando a la vista a una somnolienta sacerdotisa descalza y vestida con un largo pijama blanco.

- ¿Si hermano Phey? - Te pregunto. Estaba claro que después de tantos dóas durmiendo al raso estaba disfrutando aquel leve descanso

Se acercó a Voki, suspirando.

-Bah, ahora que lo hablen ellos, y ya nos dirán.
Mientras tanto hagamos lo que dices, sí. Y si no les queda otra que partir antes de darnos tiempo, ¡pues nos busamos a otros!- le dijo, como si la cosa resultara tan simple.

-¿Desayunamos?- lanzando una mirada al posadero y diciéndolo lo suficientemente alto como para que el también pudiera oirlo, con tal de que les ofreciera algo.

-Sacerdotisa, al parecer la suerte nos sonríe. He encontrado a personas con las que partir.. he de decir que no les he preguntado aún si deseaban descansar, o algo parecido. Uno de los integrantes de tal grupo con el que partiremos desea hablar con nos... así que... si gusta... no tenga prisa. Estaremos esperando aquí cerca.

Se despidió de manera reverencial y luego marchó de nuevo junto a la muchacha y al hombre... En concreto mas a la muchacha, quien le dirigió la palabra....

-La sacerdotisa saldrá en un momento. Mientras tanto, ¿Puede contarme qué le trae a estas tierras, y porqué, mas en concreto, parecía estarme buscando? He de decir que sin duda me tiene intrigado... Ah..también...

Miró a aquel que parecía tener eternamente el ceño fruncido, sin ningun tipo de adversión o nada que se le pareciera.

-...Nadie me contó demasiado acerca de los peligros que desentraña la travesía hasta  la colonia de Zhurant. Si gustas, buen señor, sería el momento oportuno para discutir acerca de los encuentros desafortunados que podríamos tener.

Siempre hablaba con inocencia, y buen humor. La orden de Ivhist le había abierto el camino hacia la paz, y por tanto, estar como parecía estar eternamente el hombre detrás de la bella muchacha, era contrario a sus principios, a su forma de ser....

Alegre asintió a la propuesta de Aeryn.

—Preferiría dormir, pero podemos comer algo, mientras ese sacerdote tuyo termina de hablar con su amiga.

Miró a Bermick y le hizo una seña.

—¡Eh, tú! Traenos algo de comer y beber.

Estaba a punto de sentarse a una mesa, cuando regresó el sacerdote y le preguntó a Aeryn qué los había traído a aquel lugar. Alegre se hizo el distraído, pero sus oídos estaban atentos a la explicación que la muchacha fuera a darle, si es que le daba alguna. A él no había querido decirle palabra.
Luego, el sacerdote le inquirió sobre los peligros del viaje. Alegre se dejó caer en una silla cercana, antes de contestarle.

—No sé qué tanto quieres discutir, muchacho. Las cosas están claras. A donde piensas ir es el mayor pedazo de tierra de todo el continente. Más grande que cualquier reino. Pero ningún reino lo ha conquistado. ¿Sabés por qué? Porque está lleno de pieles verdes, que no quieren que los pieles blancas nos metamos en sus tierras —se encogió de hombros—. No puedo decir que los culpe. —se dio la vuelta, hacia el posadero—. ¡Dónde está esa comida, Bermick! —se reclinó en la silla y volvió a mirar al sacerdote—. Si nos encuentran nos matarán. Aunque, posiblemente, antes traten de capturarnos vivos para torturarnos. —se inclinó sobre la mesa, para mirar más de cerca al religioso, entrecerrando los ojos, con una expresión ominosa—. Puedo contarte cómo lo hacen, si quieres, he visto los cuerpos y he escuchado los alaridos a lo lejos.

Los ojos de Hanne se iluminan al instante al recibir las buenas noticias.

- Bajare ahora mismo - Dice apresurada al tiempo que cierra la puerta.
Desde fuera del pasillo comienzas a escuchar ruidos de su frenética actividad.

Abajo, las palabras pidiendo comida y bebida suenan a gloria en los oídos de Bermick.

- ¿Que os parece algo de sopa de ajo y para detras unas buenas patatas picantes con algo de carne? -

Hanne tardo unos 20 minutos en bajar, para cuando lo hizo, Bermick aun no había acabado de cocinar.

Se trataba de una joven, en sus veinte pocos años, morena y de aspecto delicado, superaría ligeramente en metro sesenta posiblemente no llegase a los 50 kg, sus ojos eran claros, aunque de un color indeterminado azul... verde... gris.

Iba vestida con una sencilla túnica blanca, con el plateado medallón de su Diosa Hareth a la vista. Paseo su mirada inquieta por la sala en busca de de Phey y los supuestos guías.

Suspiró, ladeando la cabeza en un gesto de indiferencia.

-Lo único que tengo que hacer por allí es buscar a una persona- empezó, restándole importancia de inmediato lanzándose a responder la principal duda del sacerdote;- Y no es que te estuviéramos buscando a ti explícitamente. Simplemente Voki me ha avisado, creo que unas... ¿veinte veces?- lanzándole una fulminante mirada al mismo- de la locura que supone adentrarse en esas tierras, y que lo mínimo sería hacerlo con más gente... experimentada.
Como ves, no es nada complicado ni misterioso.

Agradeció cuando Voki llamó la atención del posadero, y al este ofrecerles lo que parecía ser el menú del dia, negó con la cabeza.

-Yo me conformaré con las patatas. Gracias- empezó diciendo, mientras observaba como la acompañante del hijo de Ivhist al fin bajaba a dar la cara ante ellos.
Sólo se dedicó a sonreír, esperando para que le explicaran lo que Voki y ella ya le habían dicho al sacerdote.

-Comprendo.. Así que vamos a tener que combatir...Hm... Creo que lo mejor sería decírselo a la sacerdotisa.

Se quedó pensativo por unos segundos y luego se giró, cuando la mujer se quedó observando un lugar. Se giró y vio a la sacerdotisa. Fue hacia ella, le hizo una pequeña reverencia de nuevo, y mientras la llevaba hasta la pareja, comenzó a hablarle.

-Sacerdotisa, estos serán nuestros acompañantes en un viaje que parece será mas complicado de lo que pensábamos. 

La miró seriamente.

-Al parecer el paso está lleno de pieles verde. Será muy probable que entablemos combate. Así que debo de preguntarle si quiere seguir adelante. Debe de estar siempre en medio del grupo.. Es vos mi protegida, actualmente... Y no me gustaría que algo nos atacara y pudiera herirla. Espero comprenda que no podrá separarse del grupo ni de la formación en ningún motivo. Confíaremos en... este buen hombre. A propósito..

Los miró a ambos y dijo cordialmente, sonriendo.

-Mi nombre es Phey. Ella es Hanne.. Parece que tendremos que pasar un tiempo juntos, y no desearía tener que tratarlos de buen hombre y mujer todo el camino...