Partida Rol por web

-Lo más conveniente sería continuar hacia el oeste. Así tarde o temprano nos alcanzará la caravana o nosotros la alcanzaremos... Si por el contrario partimos hacia el este con la esperanza de cruzarnos con ellos, es posible que ya hayan pasado por este punto y lo que hagamos sea separarnos, en lugar de encontrarnos. -digo agachándome sobre la carretera, palpando el suelo y la tierra entre los dedos y echando un vistazo a un lado y a otro.

El viejo se había estado haciendo el dormido durante casi todo el camino para no tener que hablar, ya que el solo hecho de viajar en una caravana era una tortura para él mas si sumas el tener que compartir espacio con gente mas joven que él.

Cuando Orfen dejo de hablar este abrió su ojo derecho, de color lechoso blanquecino, comenzó a mirar a sus acompañantes, un elfo molesto y un tiefling. Sus callosas y amarillentas manos que denotan un consumo excesivo de tabaco agarraban con fuerza su callado de roble evitando el movimiento de Fausto en la caravana.

En uno de los baches tuvo que hacer fuerza para no resbalarse con tal mala suerte que su esfínter se relajo y dio paso a una ventosidad muy olorosa y densa.

-Perdónenme hijos míos...La edad...Uno ya no tiene el control de su cuerpo como antes- dijo con una cansada y rasgada voz.
-No deberías preocuparte por lo que haya pasado o los que queden...Es ley de vida...Ahora si te preocupa de verdad podría ver tu futuro.- Fausto abre los dos ojos del mismo color lechoso y mira fijamente al elfo o al semi-elfo.

-Bien pensado. Oeste entonces. ¿Ves algún rastro?

Sólo hay una cosa peor que un anciano flatulento... un anciano flatulento con puntería. ¡El maldito gas del viejo había coincidido con su suspiro hastiado, pero no en la expiración, no. ¡En la inspiración!

- ¡Maldita sea anciano! - reprochó - ¿¿pretendes que se me caiga la nariz?? ¡Pero qué asco! Aaarggg - Specullo trató de aislarse del metano pellizcándose la nariz, pero era tarde, lo tenía dentro - ¡Oh mo! dios bío, boto hasta el sabor - el gnomo se llevó las manos a la boca y corrió apresurado hacia la retaguardia de la carreta.

Tras unos instantes de vómito explosivo, Specullo volvió al interior, de un color más amarillento que anaranjado.

- ¿Ver mi futuro? Como sueltes otro de esos no tendré futuro. ¿Alguien tiene algo para sacarme este sabor de entre las encías? - preguntó con los ojos llorosos.

Ante tanto alboroto, habían llamado la atención de Drotir. El robusto enano asomaba extrañado su peluda cabeza entre el telar que separaba la cabina del conductor del habitáculo de la mercancía.

- Cambio de planes Drotir, Orfen nos ha complicado la misión - protestó Specullo.

En pocos segundos, el enano estaba al día de los cambios, asintió y volvió a sacar su enorme cabezón al exterior.

Drotir asintió ante las indicaciones de Specullo y se rió con mucha alegría.

"¡Jajajaja! Al final tendremos algo de acción y todo. ¡No te enfades kuz drugi, así será más interesante! ¡Como cuando mi primo Boldogi se rompió un brazo y aun así se enfrento a un jatar!"

El viejo empezó a reírse hasta que un ataque de tos corto su respiración. Poco a poco fue recuperando el aliento hasta finalmente tuvo fuerzas suficientes para hablar.

-Da gracias que solo ha sido eso...La última vez me manche entero y tuvieron que ayudar a limpiarme.- al recordar como se cagó cerca de unos cuantos soldados y un par de insufribles elfos remilgados empezó a reírse de nuevo para volver a tener un ataque de tos mucho más fuerte que antes.

Con mucha dificultad y con sus manos temblando agarra la cantimplora y da un largo trago.

-Tengo tabaco va muy bien para dormir el paladar...Déjame que me presente. Soy Fausto El Adivino, voy de pueblo en pueblo, de taberna en taberna leyendo la buena y mala fortuna de los incautos...Quiero decir de los bienaventurados.- Fausto abre su bolsa, saca un paquete cuero pequeño y lo abre. Empieza a coger un poco de tabaco y lo pone entre el papel con todo el cuidado que puede...Pero se le cae la mitad del tabaco al suelo por los temblores.

Cuando consigue liarse el cigarrillo lo prende.

-Espero que no os moleste si fumo. Y si os molesta...Bueno...Que malos jóvenes seríais al no permitir a un viejo como yo el poder fumar un cigarrillo.- Replica - Espero que hayas entendido que quiere Orfen que hagamos. Esos malditos nombres de lugares parecen todos iguales y seguramente mañana no sepa ni donde estoy...

- Maldita sea, con Fintaloth podría elevarme y otear ambas direcciones - digo frustrado - Tu razonamiento parece adecuado, deberíamos forzar la jornada de camino para detectar en la noche alguna fogata que delate que han acampado.

Mientras el abuelo sacaba su bolsa de tabaco, el aroma del hierbazul que cultivaban en Drych le vino a la mente y sintió no tener con él su pipa de ciprés blanco.

- Pues no te diré que no a un poco de tabaco - dijo Specullo mientras aceptaba de buen grado el ofrecimiento de Fausto - ¿Sabes? no sé si lo supera, pero una vez mi hermano Tyllo se comió una trompeta violeta bastante pasada... tuvimos que cambiar la letrina jajaja - rió fuertemente el gnomo. - Y sí, tranquilo, me crié en este mundo y conozco bastante bien los países que lo forma. - contestó mientras disparaba una serie de aritos de humo.

El carro continua por el camino.

Os vais conociendo más según pasan las horas, pero no hay ni rastro de la gente con la que os teníais que encontrar. Aún más tarde, ya con el sol cayendo Drotir divisa tres personas en el camino. Estos se mueven afuera del sendero dejando pasar la caravana.

"¡Eh, az drugi! ¡Esos pueden ser los nuestros, haced hueco detrás!

Finalmente pasáis cerca de los individuos. Son los que buscáis.

Xsii no consigue ver ninguna marca fresca, eso es buena señal. Independientemente de ello vais en dirección oeste. Camináis durante horas por la larga carretera, ya en el atardecer seguís andando hasta que oís algo a vuestra espalda; es una caravana con una gran multitud de gente.

Son unos 12 carros, con sus comerciantes y mercenarios que escoltan los bienes. Os apartáis del camino y dejáis que pasen, mirando cada carruaje en busca de los contactos de Orfen.

Es entonces cuando encontráis al que creéis que es el contacto de Orfen: Drotir, el enano que os saludó en la mansión de Noftia, dirige los dos caballos que tiran del carro. Este se para y os saluda.

"¡Ajá! Sabía que os encontraríamos!" -  Expresa Drotir con júbilo. - "¡Subid y conoced al resto del equipo! Cuando caiga la noche acamparemos y hablaremos más tranquilos."

Un elfo, un Gaet'za y un gnomo suben a la parte trasera y os miran fijamente mientras buscan un espacio donde sentarse.

Vais a la parte trasera del carro y subís. Dentro hay víveres y un cofre, que debe ser vuestro oro. Junto a todas esas cosas hay un tiefling, un gnomo y un humano anciano. Procedéis a sentaros mientras examináis a las nuevas personas que os rodean.

-¡Hola a todos! -digo con alegría-. ¡Oh un gnomo! Pensaba que no vería otro de los nuestros hasta que volviese a casa. ¿De dónde eres?

Specullo volvía a estar tumbado tratando de conciliar el sueño, cuando Drotir paró para dejar entrar a los tres aventureros.

- Hola, bienvenidos - respondió mientras observaba su magullada estampa. Era obvio que habían estado en una batalla no hace mucho... y a juzgar por sus expresiones, una bastante dura - Pues ya que lo preguntas, soy de los Bosques Sureños de Ostrevia - respondió al entusiasta gnomo - Mucho gusto, yo soy Specullo y estos son Drotir, Kythos y Fausto - explicó dirigiéndose a sus tres nuevos acompañantes.

- Y oye... - se acercó un poco más al gnomo rubio para susurrarle (en un volumen torpemente alto) - cuidado con Fausto, ¿conoces la fábula de Muhu el de los 100 estómagos? Él está igual de podrido por dentro y sus gases son igual de letales -  concluyó medio en broma medio en serio.

-Eh... valee... Encantado. Yo soy Lestar y estos son Tánathil y Xsii'tsz -digo señalando a los demás.

No lo habíais visto aún, pero un pequeño kobold acompaña a Xsii. Sus escamas son oscuras y está vestido con un coselete de cuero viejo, también porta en su cinturón una pequeña espada corta. Su mochila abulta bastantes cosas, pero parece acostumbrado a la carga. Este se limita a seguir al lagarto allá por donde va y a posicionarse cerca de él.

Sin duda es su esclavo, es bien conocido la afición de los Gaet'za por esclavizar y torturar a estas criaturas.

El constante repiqueteo del báculo en la caravana tenía a Fausto casi en trance, una última calada de su cigarrillo inundó sus pulmones y la caravana. El olor del tabaco era fuerte e intenso. Un estertor dio paso a un ataque de tos muy fuerte y este a un sonido gutural que derivó a un esputo grande, brillante y verdoso que salió disparado cuando Fausto lo escupió.

Por primera vez se percató de que alguien avisa subido a la caravana. Más jóvenes pensó. Si algo llevaba mal Fausto era la juventud y los putos niños. Y ese vagón estaba lleno de ellos.

Sus ojos lechosos casi sin vida se posaron primero en Xsii y en su esclavo “La aberración con su putita”, así los nombró en su mente sin decir palabra. Después puso sus ojos en Tanathil “perfecto Fausto...Mas elfos remilgados”. En una última instancia miró a Lestar, Fausto abrió muchísimo los ojos y empezó a acercarse como buenamente podía para observar más a Lestar.

-Veo la muerte en ti niño...Has sido tocado por el mal, generaciones de tu sangre están malditas...Tu futuro es negro. La muerte te acecha, ten mucho cuidado con lo que haces...- comentó Fausto con una voz muy profunda a la vez que se escupía en las manos y sacaba un bol de madera con símbolos extraños y un saquito pequeño. Abriendo el saquito y tirando su contenido en el bol claramente veis que son dientes.

-Mi nombre es Fausto...Soy adivino. Y tu pequeño niño-dice señalando a Lestar-Estas maldito.

Tánathil, todavía con sus ropas envueltas en sangre de grifo y darral agradece el saludo.

- Buenas tardes a todos, gracias por recogernos. Kythos, Fausto, Specullo. Espero que sepamos llevarnos bien.

-Joder... empezamos bien.