Partida Rol por web

- Pues vayamos viendo qué establecimientos hay.

Es un bonito día en Meridian. Después de tanto tiempo fuera de la civilización, echabas de menos estar en una ciudad. Mientras Specullo va a repartir el dinero, los niños corren cerca y se rien mientras os miran.

Es un bonito día en Meridian. Después de tanto tiempo fuera de la civilización, echabas de menos estar en una ciudad. Mientras Specullo va a repartir el dinero, los niños corren cerca y se rien mientras os miran.

Fausto andando entre la gente de la taberna y con mucha fuerza de voluntad por no empezar a matar a todos los jodidos elfos y humanos molestos de alrededor consiguió llegar donde estaba el enano.

-Agh, necesito una botella como poco. Esta gente es muy irrespetuosa con los mayores. ¡Siempre gritando y molestando!- Fausto empezó a liarse un cigarrillo y a mitad de este poso sus ojos en Dotir.

-¿Y tu de donde apareces? ¿¡A quien hay que comerle la polla para que me sirvan una botella de licor!?- grita Fausto Malhumorado.

Es un bonito día en Meridian. Después de tanto tiempo fuera de la civilización, echabas de menos estar en una ciudad. Te diriges a la parte trasera del carro y abres el cofre.

Falta dinero. Bastante dinero.

Es un bonito día en Meridian. Después de tanto tiempo fuera de la civilización, echabas de menos estar en una ciudad. Mientras Specullo va a repartir el dinero, los niños corren cerca y se rien mientras os miran.

Junto a tu kobold, entras por la parte trasera de la carreta y abres el cofre sin hacer ruido alguno.

Obviamente 150 monedas de oro no hacen justicia a tu esfuerzo en esta misión. Eres el más preparado y también el que más golpes ha sufrido por culpa de sus compañeros. Y pensándolo bien, seguro que Babroth puede cargar más... vas a darle un uso a esa inútil criatura.

Entre él y tu os lleváis 213 monedas de oro. Una vez todo asegurado, salís con el mismo sigilo mientras esos lerdos siguen hablando. No os han visto.

- Niños, ¿qué os hace tanta gracia? No os interpongais mucho que nos tropezaremos - digo sonriente.

Ante la iniciativa de Tánathill, Specullo se acercó al carro para distribuir el dinero en seis partes iguales pero entonces se percató de algo. En el cofre no había 400 monedas de oro ni por asomo, no había ni la mitad. Justo cuando iba a volverse para alertar a sus compañeros, un resplandor sutil llamó su atención. Escudriñó el carro y vio que no sólo el tesoro que faltaba estaba ahí, sino que había al menos 200 monedas de oro de más. ¿De donde había salido todo ese dinero?
 

- Drotir - preguntó - ¿no había sólo 400 monedas de oro en el cofre? ¡¿Aquí hay más de 600 monedas?! - anunció confundido y alegre a partes iguales - ¿¿Es cosa de Orfen??

Te alejas lo más rápidamente posible con la capucha puesta. Unos niños te ven salir del carro y se rien, conociendo lo que acabas de hacer.

Andas durante bastante minutos, distanciándote lo máximo posible. Tras pasar unas cuantas tiendas de magia, encuentras una en la que seguramente no coincidáis. El sitio es entero de piedra y cerrado, solo iluminado por velas que alumbran mucho.

El que debe ser el mago te da la bienvenida. Este te pregunta amablemente que vienes a buscar en su tienda.

Sin demora, pones la piedra roja en la mesa y le dices que quieres liberar a lo que está en el interior. El hombre palidece ante tu petición, pero rápidamente pones el dinero en la mesa. El anciano cavila por unos segundos y finalmente accede a deshacer el sello por 100 monedas de oro.

Todos acudís corriendo a observar el hallazgo de Specullo. Hay una gran montañita de monedas de oro, incluso diríais que hay más de 600 piezas.

Tánathil, Lestar y Krythos se asoman, parecen asombrados. No hay ni rastro de Xsii y su kobold.

Tras las palabras del gnomo, Tánathil, Lestar y Krythos se asomaron asombrados. Entonces Specullo se dio cuenta, no había rastro de Xsii ni de su kobold. Fue entonces cuando con un chasquido de sus dedos, todo el oro esparcido por el suelo desapareció, revelando el suelo de madera sobre el que habían llegado a Meridian.

- Chicos - dijo dirigiéndose al elfo y al gnomo - ¿cómo de seguros estáis de que vuestro compañero gaet'za no es más rata que lagarto? - preguntó con tono iracundo - Al acercarme para repartir el oro, he visto que claramente faltaba más de la mitad de las 400 monedas - explicó - así que he decidido poner a prueba la templanza del ladrón. Lo que acabáis de ver desaparecer no era sino una ilusión para ver cómo reaccionaba el culpable y, mira tú por donde, Xsii'tsz y su pequeño esclavo han puesto pies en polvorosa justo ahora. ¿Alguna idea de cómo encontrar a ese usurero?

El mago abre una puerta y accedes a una sala ritual.

"Esta sala está hecha de forma que desde fuera no se puede detectar lo que hacemos. Quieres liberar a lo que seguramente es un demonio... una vez salga de la piedra no quiero tener nada que ver contigo. Hay otra salida por allí..." - Te señala la dirección. - "...por la que hemos venido desaparecerá una vez cierre la puerta."

El anciano agarra la piedra y la coloca en un circulo ritual, y tras unos veinte minutos de preparativos, el hechizo hace efecto. La piedra se desmorona dejando un punto rojo que se va haciendo cada vez más grande.

Con miedo, el viejo mago se va echando atrás hasta la puerta por la que habéis venido, quedándose en la entrada y agarrando la puerta, listo para cerrarla.

Unos niños que están cerca empiezan a reirse a carcajadas de vosotros.

La bola roja se hace enorme y es entonces cuando va tomando forma. Una gigantesca figura empieza a materializarse.

Es una criatura horrible, formada exclusivamente de hueso excepto sus alas. Sus extremidades están llenas de pinchos afilados y su cola tiene dos aguijones.

El mago atraviesa la puerta que va a su tienda aterrorizado mientras te grita.

"¡ES UN DEMONIO DE HUESO!"

La criatura ríe malevolamente y fija sus dos ojos rojizos en ti. Te quedas paralizado del miedo, tu kobold se ha desmayado.

Specullo no estaba muy para bromas, pero sabía que la mejor manera de ganarse a los niños sería con la astucia, no con la fuerza. El gnomo contó los niños, eran seis. Habían estado ahí todo el rato, debían haber visto algo. Agarró 6 monedas del cofre, hizo una señal a Lestar y a Kythos para que le siguieran y se acercó a los niños.

- Muy bien pequeños, tenemos algo de prisa, así que os vamos a proponer el trato de vuestra vida - dijo extendiendo sus manos, que ahora sostenían las 6 monedas de oro entre sus dedos -  ¿Queréis ganaros una moneda de oro en menos de un minuto? - el gnomo tenía imnotizados a los pequeños haciendo bailar entre sus hábiles dedos las monedas doradas - Es fácil: os vais a acercar uno a uno a ese elfo tan simpático, os hará una pregunta y le respondéis siendo súpersinceros ¿vale?. Es así de simple. Quien nos diga la verdad, se llevará una moneda, mientras que quien trate de engañarnos, se irá a casa con los bolsillos vacíos. ¿Entendido? - explicó a los niños con una amplia sonrisa.

Acto seguido, susurró a Lestar y a Kythos que vigilaran a los niños antes de que fueran interrogados para que estuvieran en silencio con el fin de no poderse poner de acuerdo. Después se acercó a Tánathill y le dijo qué debía preguntar "quién ha cogido el oro y por dónde ha ido". Él se quedó ahí plantado, vigilándo el proceso y dando paso a niño tras niño.

No te esperabas que esta horrible abominación apareciese delante de tus narices. Tienes cierto terror, pero confías en que el demonio guarde su palabra.

Mientras mira a tu alrededor, mueve sus manos y las estira. Emiten multitud de crujidos muy sonoros, incluso sueltan polvo.

"Ah... libertad." - Dice Xoat con una voz más tenebrosa que la última vez. - "El otro lagarto no está por lo que veo, solo quedas tú."

Xoat te examina de arriba a abajo. - "Mmm... eso lo hace más sencillo. Tampoco quería perder mucho el tiempo mirando qué decidíais que hacer."

La criatura arranca uno de los puntiagudos huesos que salen de su codo.

"Un trato es un trato... liberarme... a cambio de mi favor... ¿Qué será entonces? ¿El reclamo con el que me puedes llamar una vez para salvar tu simple existencia? O a lo mejor..." - Dice a la vez que chasquea los dedos. - "...quieres esto?"

Una espada larga aparece y flota en su mano.

"Te acompañará allá a donde vayas... estara ligada a tu alma. Su poder crecerá cuantas más vidas arrebates con ella. Solo te obedecerá a ti... y te protegerá dentro de sus posibilidades, claro. Es más... no hace falta ni empuñarla."

El gigantesco demonio extiendo sus manos; es una está el reclamo, en la otra la espada.

"Debes decidir... y rápido. No soy muy paciente con los tuyos."

Los niños miran a uno ellos, el más grande y el que más pinta tiene de granuja. Este da un paso al frente y os mira de arriba a abajo, sobretodo a las bonitas ropas de Tánathil. Con una sonrisa bravucona, os habla.

"Si queréis que hablemos... ¡Dadnos quince monedas de oro!"

Me fijo en los bolsillos de mi nuevo compañero gnomo, si están abultados sospechosamente.