Partida Rol por web

En lo que intenta esquivar los tajos del troll Gláin se de cuenta de que empieza a clarear. No puedo permitir que se convierta en piedra, eso menguaría la grandeza de mi hazaña. Sin duda es mejor matar a dos troll que a uno. Tengo que acabar con el ya mismo. 

Y así, abandonando la mentalidad fría que tan bien le estaba funcionando, lanza un último golpe de manera impulsiva, esperando a que el troll sucumba al filo de su arma. Lamentablemente sólo logra rozar una de sus peludas patas haciéndole un tajo profundo pero muy lejos de ser letal. 

¡Corre Lily corre!

Un poco más y te pones a tiro de tirachinas de esa mole... ¡Joder!, ¡Qué grande es esa cosa!

Y que pequeña soy yo... ¡madre mía! ¿Por qué he venido corriendo tan cerca?

Termino de correr. Me paro, jadeo e intento concentrarme en cargar mi tirachinas y apunto a la nuca del troll. 

No lo mataré, pero no te vas de aquí sin un buen chichón. Por meterte con mi amigo Glain. 

Y luego... bueno, solo espero que no decida venir a por mi... 

Mi idea original era llegar al árbol subirme en sus ramas y desde allí escondido lanzarle un buen pedrusco al Troll con mi cauchera, sin embargo, ahora que he llegado he cambiado de opinión, que es una pérdida de tiempo, mis amigos me necesitan y no es cuestión de ser tan puntilloso, al fin y al cabo este donde esté no es que le vaya a causar un gran daño al troll aunque si puedo distraerlo para que el enano pueda ensañarse a su gusto y tumbarlo de una vez por todas.

Y procedo a sacar mi cauchera, escoger una piedra lo más grande y filosa que encuentre en mi saquito de piedras y dispararle.

Eso es ...acribilladlo ... que no sepa por donde le vienen ....estamos en superioridad y Glain te esta dando una buena tunda. De esta no sales ...

Tras mi tropiezo inicial al sacar la daga de mi bota, me voy acercando aun mas al troll que esta con Glain, aunque este parece bastarse por si solo quiero echarle una mano.

Con la daga ya en la mano me acerco aun mas para tener una buena oportunidad de acierto ... incluso podria ser que se diera cuenta de mi presencia y se fijara en mi para que Glain le pueda dar un golpe de gracia.

Tolman se une al dúo de arqueros que están cebándose con Lawrence, acertando en su primer lanzamiento. Aunque no le haya hecho mucho daño, a aportado su granito de arena. Rilwen también acierta, clavándole la flecha en la espalda, que parece ya un alfiletero. Suspira de alivio al ver que está a punto de amanecer y que el troll está bastante malherido. Ve como una pequeña sombra se le acerca por la espalda. Gallind, que nunca ha sido muy hábil con el arco a pesar de ser un elfo, vuelve a fallar en su intento. Está claro que se le da mucho mejor la música y la magia.

Gláin, agotado ya de tanto golpe y de usar su juego de pies, solo puede darse de mamporros sin ton ni son. Hachazo que viene, hachazo que va, siempre impactando, tal es su destreza con el arma. Lawrence, herido por múltiples heridas, ya no cree que sea una buena idea seguir combatiendo. Nota cómo su cuerpo se va debilitando al perder mucha sangre. La locura da paso a un terror profundo por la cercana muerte, y más viendo el cuerpo decapitado de su hermano al lado. Da un fuerte golpe al enano para ver si acaba con él, pero este resiste en pie. Su mirada denota miedo, miedo a caer y yacer junto a Wilfred.

Lily sigue su inexorable carrera hacia el troll y con sus últimas fuerzas esprinta hasta situarse casi al lado de Rilwen, que unos metros por delante, sigue disparando a la espalda del troll. Tatharina, daga en mano, parece que por fin se ha decidido a correr en línea recta hacia su objetivo: la espalda del troll que por casi la mata instantes antes.

Gallind se va levantando lentamente mientras afirma ambas piernas erguidas frente a si. Mira al suelo agotado y cansado. Imposible acertar en este estado. Aún así debo seguir esmerándome, debo seguir intentándolo. Toma una nueva flecha y la coloca en el arco, vuelve a tensar la cuerda y manteniendo la puntería con toda la concentración que aún le queda lanza un nuevo proyectil hacia la criatura. Esta vez, acertaré. No puedo fallar

La alegría brota de su rostro. A pesar de las heridas ha logrado impactar en la criatura.

Animada al ver los aciertos de sus amigos y sorprendida por la resistencia del enano, Rilwen dispara otra flecha que se clava en el bicho.

Contra todo pronostico, según se había torcido las cosas, parece que van ganando. Está segura de que van a salir de esta. Y quizá el sol les permita tener una bonita estatua de recuerdo.

Tanto para motivar al enano, como para distraer y encolerizar al Troll y asimismo para servirme de convicción, empiezo a decir en voz bien alta, una y otra y otra vez: «Resiste Glaín “Matatrolls”, eres un enano de leyenda, aún mejor de lo que siempre nos has contado, ya casi lo tienes, sus golpes y movimientos empiezan a ser tambaleantes, un último esfuerzo y caerá, ya falta poco y nosotros te ayudaremos con lo poco que podamos».

Y simultáneamente voy tirando piedra, tas piedra,...piedra que sale, recarga, piedra que sale, intentando que sean las grandes o filosas pero sin reparar demasiado en ellas, lo realmente importante, son los golpes (espero que certeros) y la provocación verbal continuada.

Disparo.

No me lo puedo creer. No corro. Disparo. Le pienso pegar a ese troll feo en toda la cabezota. Se lo merece por roba ovejas y por ..., bueno, por nada más. Pero es feo. En realidad hasta la fecha creo que no me han hecho nada y nosotros hemos matado a su hermano y les hemos quemado la casa, pero bueno, es feo y huele mal. Y en la tierra media si eres feo y hueles mal eres malvado y punto. Bueno, menos Gimli. Pero a ese en realidad no le conozco todavía. En fin, que le disparo por feo y por querer comerse a mi amigo. Ese si es un buen argumento. 

-¡Toma montaña de mierda. Por querer comerte a mi amigo Glain!-

Y le acierto en toda la coronilla con un canto rodado de río que reservaba para la ocasión. 

Las pequeñas arandelas que tintinean en la armadura del enano no se idearon con la idea de parar cuchillos del tamaño de árboles. Pese a la calidad de esta, Gláin está empapado en su propia sangre (y sudor). Por ello, un escalofrío gélido como la muerte le acaricia la espalda y su vista empieza a nublarse. He llegado a mi límite y no he cumplido con las expectativas de mis amigos. 

Da un paso tambaleante, sus veloces pies son incapaces de seguir el ritmo. Parece que va a caer al suelo y entonces apoya se firmemente usando su hacha de bastón. Agita la cabeza varias veces intentando esclarecer la vista. Parece ser que el troll estaba distraído con la lluvia de proyectiles y que gracias a sus compañeros Gláin tuvo un momento de pausa. 

Cuando por fin volvió en si, se da cuenta de que Lawrence está abrumado mirando en todas direcciones, casi ignorándole. Y aunque probablemente eso le haya salvado la vida, su orgullo enano no puede tolerar esa afrenta.  Agarra de nuevo su fiel hacha y flexiona las rodillas. Así, cogiendo impulso, salta varios metros en el aire (impensable si tenemos en cuenta que es una cacharrería andante) y penetra profundamente en el hombro del troll, quedando ahí colgado. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH 

Finalmente, cuando Lawrence cae, como si lo único que le mantuviera en pie fuera el fragor de la batalla, Gláin también cae inconsciente. 

Me voy acercando a Glain y el Troll. Esta claro que el enano se las basta el solo ...es resistente y muy bueno con su hacha, pero esta claro que esta mal herido y tal vez necesite de mis artes para recuperarse y ver de nuevo el amanecer ...ese amanecer que parece que no llega.

Voy a ayudarte Glain ....aguanta un poco mas.

Aunque parece que no necesita mi ayuda. Miro a mis otros compañero y me acerco con la daga en una mano temblorosa. Debo de parecer un poco ridicula con una daga en la mano y delante un enorme troll. Estoy ojerosa y un tanto exausta.

De un negro como la tinta a un gris de hollín, de un ominoso tinte de nube de tormenta al pálido lustre del ala de una paloma, el cielo se ha ido iluminando poco a poco, a lo largo de vuestro enfrentamiento con los trolls. Lawrence y Wilfred, cegados por la rabia y las ganas de hacer de vosotros su cena, no se dieron cuenta de la hora que era, ni del número de vuestro grupo. Ahora, de repente, el cielo del este se vuelve amarillo limón. El filo del Sol, un arco de fuego que daña la vista, sale por encima del Bosque de Chet.

A los tres compañeros que están ensartando a flechas y a pedradas al troll, se les une la pequeña Lily, dando una pedrada capaz de dejar sin sentido a una persona normal. Entre los cuatro consiguen abrirle numerosas heridas por todo el cuerpo, que ven rojizo por la sangre derramada. Se dan cuenta de que el troll se tambalea y solo le falta el golpe de gracia.

Gláin, agotado hasta la extenuación, levanta el hacha y se impulsa hacia arriba con sus últimas fuerzas. El troll hace lo mismo, levantando su machete para atrás, para descargarlo con fuerza sobre el enano, cosa que nunca llegará a hacer. Los demás, desde su distancia segura alejados del cuerpo a cuerpo, ven la escena a cámara lenta. Dos colosos que se enfrentan en un último ataque. Todo termina en un segundo, con el hacha clavada en el hombro del gigante y este cayendo hacia atrás, de espaldas, con el enano encima. Se han quedado quietos. Habéis visto con asombro cómo Gláin ha vuelto a vencer a otro troll. La primera en llegar a ellos es Tatharina, daga en mano, exhausta de tanto correr, deambular y aguantar las heridas que el troll la inflingió. Estupefacta, ve a Gláin encima del troll, quieto, aferrado a su hacha, que aún sigue clavada en ese enorme cuerpo.

Los pájaros empiezan a cantar y cálidos rayos de luz solar fluyen sobre los campos, mientras el Sol se levanta sobre las copas de los árboles. El inconsciente Lawrence y el cuerpo decapitado de Wilfred son alcanzados por esos rayos solares y su carne se convierte en piedra. Sus gigantescos cuerpos ya nunca volverán a moverse, mientras el Sol y la Luna se pongan en el oeste. El amanecer ha llegado y los trolls no volverán a comer cordero nunca más.

Mientras el Sol se eleva cada vez más, dispersando la capa encubridora de las sombras nocturnas, vuestros golpes, heridas y rasguños se hacen más evidentes. Enfrentarse a unos trolls no es ningún picnic y vuestros músculos doloridos reflejan fielmente este hecho. Debajo del puente, las llamas aún devoran los jergones de paja y los útiles de madera de los trolls. Una densa nube de humo negro sale por ambos lados del puente, ascendiendo hacia el cielo rápidamente.

¡Toma ya!

Pero Glain, no hacía falta que rematases al troll. Creo que lo dejé seco con mi tirachinas. ¿Ahora cómo vas a sacar tu hacha de esa estatua?

¡Madre mía, estas hecho polvo! ¡Tatharina, ven rápido por favor, tienes que ver las heridas de Glain!

No me lo puedo creer, hemos acabado con dos enormes trolls...

Los miro, los vuelvo a mirar y voy poco a poco tomando conciencia de que esto no es un sueño... hemos matado dos enormes trolls.

Le pediré a mi tío que le pongan tu nombre a una calle Glain. Te lo has ganado...

y...

bueno...

Perdona por haberte llamado cabezota. Aunque seas cabezota, porque eres cabezota... pero ... pues eso, que tienes derecho a ser cabezota querido amigo Glain.

Y miro a mi amigo esperando ver en su mirada un atisbo de sonrisa que me de permiso para abrazarle. 

Miles de pensamientos inundan mi cabeza simultáneamente, en una baraunta de espanto apelotonándose y chocándose unos con otros, mientras me dirijo caminando donde están Glaín y acaba de llegar Tatharina: 

«¡Por fin el segundo troll por fin ha caído!...Glaín también...¡por Erú, Glaín también!...sabía que Glaín era fiero, pero enfrentarse prácticamente solo en cuerpo a cuerpo con un troll, detrás de otro....¡que bravo es!...es todo un héroe legendario igual a los de las leyendas...espero que no haya muerto...quiero personalmente darle las gracias y agradecerle su sacrificio y pedirle que me perdone todo lo que le dije en el calor del momento...y ahora que sigue...¿cómo lograremos demostrar que los culpables fueron estas dos moles de piedra que antes eran apestosos e intimadantes trolls?...conociendo a los Vainadesémola son hasta capaces de inventarse que esto es solo una ridícula puesta en escena, utilizando de excusa absurda, formaciones naturales bastante peculiares...¿cómo avisaremos a tío Holfast? Si vamos a la ciudad nos apresaran sin miramientos, mientras los esbirros de los vainasémola y asociados vienen a investigar y al encontrar los trolls a destruir las pruebas o al menos a desfigurarlos...si algunos se quedan habra un enfrentamiento con ellos....¿tendrá alguna buena idea alguno de mis amigos?»

Rilwen apenas se permite un momento de entusiasmo al ver derrumbarse al troll y rapidamente se dirige hacia Gallind. Le pasa el brazo por debajo de los hombros para ayudarle a mantenerse en pie.

¡Son heridas profundas!...y está completamente pálido

¡Vaya! ¿estas vivo aún? te veo muy blancucho. No escuchaste cuando hablamos de mantenernos lejos del troll. Con una leve sonrisa Rilwen pone en la mano de Gallind 3  semillas, tienen forma de haba y reflejos turquesa  ¿Te acuerdas para que son? Curan.

¿Podrás llegar hasta allí? dice señalando hacia donde está Tatharina. Seguro que ella podrá curarte mejor.

Dejo caer mi daga en el suelo y me dirijo temblorosa hasta Glain. Su sangre se mezcla con la sangre de los trolls que ha derribado. Me alegro que este todavia con vida, pero malherido.

Espero que esto te calme y te fortalezca querido amigo.Ha sido increible tu arrojo y valentia, y por supuesto tu habilidad manejando ese hacha.

Comienzo a cantar una canción posando mi mano en la cabeza del enano, transmitiendole mi energia robada de antemano de la misma tierra para que le sirva de consuelo a mi dolorido amigo. Es una canto que ensalza el coraje y revitaliza las heridas.

Rilwen corre hacia Gallind y ayuda a su amigo. Aunque a este le duele un poquito el orgullo hace lo mismo y cruza el brazo sobre los hombros de ella para distribuir mejor su peso. Sonríe y a las réplicas responde. - Pero si yo estaba, lejos y escondido. - hace una pausa en la que suelta un suave gemido y aprieta un poco los dientes - Sin embargo los vi a ustedes dos con el troll peleando, algo tenía que hace. ¿Quién pensaría que el otro troll lograra alcanzarme tan rápido?- Ella hasta parece ignorarle y delante de sus ojos pone 3 pequeñas habas de resplandor turquesa. Gallind entrecierra los ojos y centra su mirada. - Pero si son Saétas de agua. ¿De dónde las has sacado?. - Suelta el arco que hasta ese momento había sido utilizado como una especie de bastón y toma una de las semillas y la ingiere. - Claro que me acuerdo. - Responde a la pregunta de su amiga mientras sonríe alegremente. El color le vuelve momentáneamente al rostro. Está claro que la energía que dan las semillas han hecho efecto en él. - Sí, creo que puedo... Pero no estoy tan mal. - Intenta avanzar cuando un punzante dolor le ataca en las costillas.- ¡Auch! Demonios... De cualquier forma mejor es que primero trate a Glain, se merece más que lo revisen. Yo puedo esperar. - Y dando un paso corto hacia delante termina diciendo - Avancemos, pero no muy rápido. Debo admitir que me duelen un poco todos los huesos.

De repente el tiempo se acelera, desde la caida del troll Gláin ha ido observando pasivo a los acontecimientos que le rodeaban. Su mullida cama de troll ha pasado a ser una dura piedra, el calor que sentia en su pecho, en parte furia y en parte por la sangre derramada, se ha tornado en un frio gélido. Parece que ha perdido mas sangre de la que querría reconocer. Poco despues dos mujeres acuden a su auxilio y mientras una trata de contener la hemorragia, la otra revolotea a su alrededor nerviosa.

Posa sus ojos en la primera: *Nghh* Hace un esfuerzo por incorporarse y quitarle hierro al asunto pero ambos saben de la grabedad de su condición. Gracias Tatharina, siempre eres la primera en auxiliarme. Se que en los momentos más duros puedo mirar atrás y allí podré encontrarte. El enano hace una pausa, su amiga ha empezado a cantar y no querría por nada del mundo interrumpirla. Que hermoso. Sólo por escucharte merece la pena aferrarse a la vida. 

Ahora tuerce el rostro y ve a la pequeña Lily mirándole con ojitos de cordero degollado. Parece que me está pidiendo permiso, ¿Acaso se siente culpable del estado tan lamentable en el que me encuentro? Entonces estira el brazo en dirección a ella y sus dientes blancos asoman entre los pelos de su ensangrentada barba. ¡Ven a darle un abrazo a este pringoso enano!

Ha terminado el combate y os reunís todos en torno a Lawrence y Gláin. El enano parece estar bien, aunque muy magullado y lleno de heridas. Mira desconsolado el hombro del troll de piedra, donde se encuentra incrustada su hacha. ¿Cómo la recuperará? Tatharina hace uso de su magia para intentar paliar sus dolores, pero le va a costar recuperarse. Rilwen hace lo propio con Gallind, que es el que peor está de todos, viendo su aspecto y sus heridas. Aunque poco puede hacer, solo darle unas pocas semillas curativas. El elfo solo se toma una de las tres. Tendría que ser la beórnida la que le evaluara, ya que es la que entiende de curación. Lily y Tolman están más felices que unas perdices, saltando de alegría y gozo. Os abrazáis y el júbilo se ve reflejado en cada uno de los rostros del grupo, felices por haber abatido, no a uno, sino a dos trolls. ¿Quién lo hubiera dicho? Es momento de tratar a los heridos y ver qué hacéis a continuación.

De repente, todos escucháis el sonido de las patas de un caballo al paso y dirigís vuestra atención hacia el Camino Verde. Un jinete envuelto en una capa gris, con un sombrero de punta, un pañuelo plateado casi oculto por una larga barba blanca y grandes botas negras, monta sobre un espléndido corcel blanco. La mirada del jinete es penetrante y su nariz de halcón. Todos le conocéis por alguna u otra razón. Se para en el principio del puente y empieza a acercarse hacia vosotros, bajando al cauce del río y cruzándolo.

¡Es Gandalf! Le habéis reconocido al instante. Sí, Gandalf, el misterioso mago itinerante que le dio al viejo maestro Harding una pala mágica, que se limpiaba y pulía ella misma al término de la jornada, cuando se guardaba en el cobertizo del jardín. El fabuloso narrador de historias, que daba vida a las fiestas con cuentos sobre la derrota de unos trolls de tres cabezas y las malas artes de reinas malvadas. ¡El tipo ultrajante que incitó a un hobbit de La Comarca (al formal Bilbo Bolsón, nada menos) a viajar al este del este, donde se enfrentó con el dragón Smaug!

Al llegar a vuestro lado, desciende del caballo con gran agilidad, cosa que os sorprende dada su edad. Mira inquisitivamente a cada uno de vosotros y a los trolls, y asiente con la cabeza emitiendo un ligero gruñido. Se adelanta raudo para ver más de cerca a Gallind y a Gláin. Llama a Tatharina y la indica, con un dedo largo y huesudo, la bolsa que lleva colgada a un lado donde lleva las vendas. ¿Cómo sabe que allí tiene Tatharina esas cosas? Mientras los demás estáis atónitos ante esta inesperada aparición, Gandalf venda las peores heridas de los heridos y lanza algún sortilegio de curación. Después atiende a la herida beórnida también.

Mientras, alguno mira hacia el puente, donde el fuego empieza a declinar, viendo que ya casi no sale humo. Las piedras de ese lado del puente están ennegrecidas. La luz del Sol da a la roca gris un tinte cálido y juega en el agua de la Cañada Amarga. Otros miran fijamente al mago Gandalf. Tiene una nariz curvada y unos oscuros ojos penetrantes. Su alto sombrero de pico de color gris recuerda al cielo de otoño, mientras que su barba, larga hasta la cintura, es tan blanca como las alas de un cisne.

-"Esto servirá." Os dice. "Con un poco de descanso, estaréis frescos como una lechuga."

La voz del anciano es profunda y dominante. Su capa gris susurra cuando se mueve para atender a la beórnida. Mientras que os vais recuperando, Gandalf os da algunos consejos.

-"Bien, no habéis ido a parar a ningún remanso de paz precisamente. ¡Tuvisteis suerte de que Lärunag y Wûlafûrad fuesen auténticos trolls de piedra en lugar de Olog-hai, que no le temen al Sol, o trolls de Petereg, que marchan a las órdenes del Señor Oscuro! Sin embargo, actuasteis correctamente. Debería alabar vuestro valor en lugar de criticar vuestra imprudencia."

Os mira con ojos condescendientes y os sonríe. Se acerca al troll donde está incrustada el hacha de Gláin y polpea con su bastón el hombro de piedra. Este se resquebraja, soltando la presa sobre el hacha, que cae al suelo.

-"Recoje tu arma, Gláin hijo de Grálin, de la Casa de Dwálin. Puede que aún debas de usarla antes de descansar. ¡Vaya, vaya! Gallind y Rilwen, no os hacía fuera de Rivendel, pero me alegro que estéis aquí. Tatharina, toma este saquillo, ya que te vendrá bien para más adelante. Y cómo no, los hermanos Pulgarverde. En toda historia no puede faltar un hobbit, o dos."

Os miráis todos extrañados al ver qué sabe cómo os llamáis y parece conoceros. ¡Este mago es increíble!

-"¡Estáis perdiendo el tiempo, amigos míos! Los trolls estuvieron tan solo 3 noches bajo el puente. Debe de haber una cueva o un túnel en el Bosque de Chet, donde residían durante este año. Os sugiero que la busquéis y que toméis el botín que debe de haber en ella, como recompensa a vuestras molestias. Id de inmediato, no se os vaya a adelantar alguien y haga mal uso del tesoro que allí se encuentre."

Se gira en dirección al este, levanta el brazo y os señala con la mano.

-"He visto rastros de trolls en el prado donde hay una gran haya, en el lindero del Bosque de Chet, por allí. Seguidlos a través del bosque y seguro que encontraréis alguna cosa. Iría con vosotros, pero asuntos urgentes me reclaman en otro lugar, y no puedo faltar. ¡Adiós!"

El mago monta en su caballo, sale del cauce del río y remonta hasta el camino. Os saluda despidiéndose y galopa hacia el sur. Su voz regresa, traída por la brisa.

-"¡Estad atentos a Gil Tumbademusgo y no os creáis nada de lo que Nat Vainadesémola os diga! ¡Adiós!"

Os volvéis a mirar unos a otros. ¿Y ahora qué vais a hacer?