Partida Rol por web

El otoño está a punto de hacer acto de presencia y el calor aún no se ha ido del todo.
Viajando en una caravana de comerciantes habéis llegado a la villa de Nuln, la población más próxima a la colina donde Marcus tiene su academia. Sobre sus calles empedradas se pueden ver tanto a los lugareños cómo a los visitantes que están interesados en ver al maestro de nuevo, tanto por mera curiosidad como para intentar ser admitidos como aprendices.
El fluyo de personas se dirige claramente al centro de la villa, hacia la plaza mayor, donde según se rumorea el propio Marcus hará acto de presencia y señalará a aquellos que considera aptos para recibir sus enseñanzas. Los demás deberán alejarse de las actividades de la academia, pues lo contrario podría hacer enojar al maestro, que ha dejado bien claro que no tolerará a los entrometidos.
La plaza está llena de personas que esperan impacientes. El alcalde, un hombre robusto cuyo porte deja claro que ha sido leñador, se haya en la puerta del ayuntamiento junto a algunos soldados. Entre la multitud algunos lugareños venden comida y bebida, usando carretillas para mover su mercancías.
Entre el bullicio se oye el grito de alguno de los presentes al asegurar que un ratero le ha robado la bolsa que colgaba de su cinturón y no tardan en oírse los pasos apresurados de un representante de la ley.
De pronto, el silencio se extiende como una plaga entre los presentes cuando una mujer señala un carromato que se acerca. Al detenerse los cuatros caballos junto al ayuntamiento, alguien señala lo obvio, el vehículo no tiene cochero que lo dirija.

El joven Corven iba distraído en la parte trasera del carromato, que traqueteante, había llevado la mayor parte de su trasero en el viaje del trayecto hasta la academia del gran mago Marcus. Estaba ansioso, se notaba por sus piernas que no paraban de bambolearse mientras los aromas de Nuln llegaban antes que su bullicio a su percepción. El ya casi era un adulto, o bueno, un adolescente y tenia miedo de ser rechazado, ya que habia escuchado que los los magos empezaban desde muy pequeños el aprendizaje. Pero también esperaba que el Gran mago lo aceptara como aprendiz. El sabia usar la magia de los glifos, pensó, mientras sus manos dibujaban una runa en el aire, y casi, casi lograba conjurar la magia, aunque la runa de energía quedo incompleta y no logro formarse, el estaba satisfecho de haber logrado eso hasta ahora.

La carreta siguió hasta la villa, donde saludo a los comerciantes que amablemente lo habían llevado allí, a cambio de buena parte de sus ahorros, se bajo y se fijo en la plaza central al tiempo que su estomago gruñía de hambre.

¿Deberia intentar juntar algo de dinero antes de comer algo? Busco una superficie que pudiera servirle de mesita y rebusco entre sus ropas la piedra y las tres cascaras de nuez, dispuesto a apostar contra quien pudiera seguirle la vista, pero algo llamo su atención. Un carromato tirado por ningún conductor, ni cochero. Interesante. Se sento en el cajón a esperar a ver que ocurria ahí.

-... y entonces le dije: "Bah, ¿eso es lo más alto que puedes llegar?" Y salté sobre los hombros de mi hermano para impulsarme. Pero ni aún así pude alcanzar la manzana. Claro, eso fue mucho antes de que aprendiera que...- La mujer con sus dos hijos ya ni se preocupaba por aparentar interés en la historia que contaba la semielfa, quien no había parado en todo el viaje. Sus hijos se habían dormido con el suave vaivén de la carreta, y el resto de los viajeros ignoraban tan bien como podían la cháchara. Por fin, la carreta se detuvo y todos lanzaron un suspiro de alivio. No sólo por haber llegado por fin a la plaza, sino porque la joven había sido la primera en saltar luego de dar una rápida despedida.

May avanzaba casi con curiosidad infantil entre los distintos puestos de comida, sonriendo a toda persona con la que cruzara la mirada al menos un segundo. -Se ha reunido todo el pueblo aquí, ¿verdad?- Comentó a una persona cualquiera que cruzaba en ese momento a su lado. Siguió con interés el inicio de persecución que se dio al ladronzuelo antes de perderlos de vista, curiosa por saber si lo terminarían atrapando o no. De pronto, las voces fueron bajando mientras hacía aparición un coche sin jinete, algo totalmente imposible. ¿Cómo los caballos avanzaban o se detenían si no tenían quien los guiara? Igual que el resto, comenzó a acercarse en dirección de aquel coche. -Curioso, ¿cierto?- Preguntó a un chico que estaba sentado en un cajón, al parecer con unas conchas de nuez en las manos. -¿Quién crees que venga allí?- Dijo de tal manera que no había manera de saber si era una pregunta retórica o verdadera duda.

despues de un largo viaje junto al amigo de mi tio por fin me encuentro en la ciudad de nuln, es mas grande de lo que pensaba, al bajarme de la carroza por fin puedo estirar mis pies, al rededor de la ciudad recorre un viento refrescante,  antes de perderme en mis pensamientos el amigo de mi tio me habla "Bien aqui es, la academia esta sobre la colina , sin embargo debes ir a la plaza, ahi sera donde o te acepten o bien te rechacen buena suerte hijo" acto seguido me entrego mi morral con mis cosas para despues despedirse con un calido abrazo, el amigo de mi tio a sido parte de la familia, estando ahi durante el tiempo que creci.

Decido ponerme en marcha a la plaza, busco de mi morral una manzana que tome de un arbol en el camino, algo mas dulce de lo que me gusta, en la plaza hay demasiado bullicio, es de esperar despues de todo todos quieren estudiar con uno de los mas grandes magos, de seguro habra gente con mayor dominio de la magia, yo solo juego con las sombras de las personas y objetos,  el sonido de un carromato y de los caballos me regresa a la realidad, en la plaza el bullicio cesa creando un silencio total, y no era de sorprender, despues de todo ¿cada cuanto vez un carroto sin conductor?, me acerco a un mas abriendome paso entre la gente quedando casi enfrente de todos, digo en voz baja mas para mi que para alguien,  bien, a llegado la hora de saber si me convierto en mago o no  

La puerta del carromato se abre y debido al silencio que reina en la plaza, os percatáis de que lo hace sin un solo sonido, sin un solo ruido.
Un hombre se agacha para salir por la puerta y baja a la calle con paso lento y seguro. Es el Gran Maestro Marcus que observa con total tranquilidad como la gente emite ahogados sonidos de asombro.
Su semblante es serio y mira con poco interés a la multitud reunida. Cuando el alcalde da un paso adelante con la intención de saludarle y algún visitante se adelanta con la intención de hablar con él, el maestro levanta su mano izquierda hasta la altura de su hombro y todos aquellos que se habían movido detienen sus pasos.

- Mi salud es delicada, y no deseo una larga bienvenida por muy grata que sea. No tengo tiempo para charlas con todos aquellos que deseáis hacerlo. Lo lamento, pero debe se así.
>> He venido a seleccionar quienes serán mis aprendices, lo siento por los demás. He oído hablar de todos vosotros, estimados aspirantes, y he tomado una determinación. Aquel aspirante que ha sido seleccionado lo sabrá al mirar sus bolsillos y con el objeto que le he dado podrá subir al carromato y partirá de inmediato a la academia. Los demás no podrán acceder.

Sin más, el maestro desaparece dejando claro que se trataba de una ilusión.
Todo el mundo comienza a rebuscar en sus bolsillos. Un muchacho que no encuentra nada nuevo o diferente en su equipaje, sufre un ataque de pánico y corre hacia el carruaje. Al intentar subir, una fuerza invisible le empuja y le lanza un par de metros hacia atrás. Afortunadamente no sufre daño.

Al ver el acto de entrada del mago y su desaparicion repentina me quedo atonito, tanto que solo el golpe de algunos chicos que intentaron subir al carromato me despierta, tengo miedo de observar en mis bolsillos, y si el viaje fue para nada y si solo estoy creando una ilusion en mi  cabeza, sacudo mi cabeza bruscamente necesito saber si es verdad, meto las dos manos en los bolsillos de mi pantalon, a tientas busco algo diferente, siento lazo distinto, que no tuve en mis bolsillos antes, tiro de el, al sacarlo descubro que es un pequeño collar me alegro creo que fui elegido, espero no equivocarme, me acerco al carromato y me paro frente a el, todos me observan, bien llego la hora Alla voy  paso sin dificultad la entrada y me siento con lagrimas de felicidad en los ojos

Por primera vez en muchísimo tiempo, May estaba en total silencio. Ni siquiera le castañeaban los dientes, aún cuando la emoción le recorría el cuerpo y tenía ganas de correr o saltar, o lo que fuera. La imagen del famoso mago los tenía a todos maravillados, e incluso cuando se desvaneció revelando ser sólo una ilusión, la joven semielfa no fue capaz de reaccionar hasta segundos después, cuando el primer muchacho que intentó acceder al carromato salía volando. Enseguida comenzó a palmear encima de la tela de su ropa, y a meter las manos en el bolsillo. Sintió de pronto en su palma un objeto que no reconoció al tacto. Lo soltó de inmediato, sin siquiera sacarlo para ver que era. -¡Vamos, vamos, vamos!- Se dijo a si misma, y comenzó a correr hacia el coche.

Podría tratarse de algo que no recordara tener encima. Podría haber sido sólo una piedra de las que a veces acostumbraba recoger del camino. O podría ser aquel su pase hacia una nueva aventura. No quería averiguarlo de ese modo: si no era lo que esperaba, el campo de fuerza la mandaría a volar y ya, todo habría terminado. Cerró los ojos a tres metros del carruaje sin detenerse. Dos metros. Un metro...

Su mano tocó la manija de la puerta. Nada había pasado. Una sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro hasta convertirse en una gran medialuna. -¡Si!- Exclamó, y de un salto se subió al coche, quedando de frente a otro chico. -¡Hola! Soy May, May Thorne.-

Este es el objeto que encontráis en vuestro bolsillos.

Corven rebusco entre sus cosas, y encontró algo que no debía estar ahí, una moneda un tanto… siniestra. La agarro la observo contra el cielo, y luego, la hizo desaparecer girando entre sus dedos. Metiendose la mano en los bolsillos, camino cabizbajo hasta el carromato.

Hola! – dijo a los otros dos chicos.- Soy Corven.- E ingreso en la carreta.

levanto la mirada a la gente que entro despues de mi, solo respondo vagamente sus saludos y observo por la ventana, sigo atonito por haber sido escogido, se forma una sonrisa en mi rostro, reviso por ultima vez la moneda que tengo y que me permitio pasar, antes de guardarla noto que tiene un aura un poco mas misteriosa de lo que esperaba.

-May Thorne, un gusto.- Respondió la chica dando espacio al joven que se sentara. Miró al otro joven silencioso con ojos brillantes y una sonrisa. -¡Qué les parece! Vaya locura, ¿no?- Se asomó por la ventanilla del carromato, mirando tantos rostros jóvenes que miraban en su dirección entre desesperados y resignados. -¿Cuantos más creen que vendrán?- Preguntó curiosa, arrimándose a la otra ventada en el carruaje, aunque nadie más subía.

-¿Son de muy lejos? Yo vengo de Wandart.- Les comentó, mientras metía de nuevo la mano al bolsillo, sacando la curiosa moneda. -Un poco tétrica, ¿no creen? ¿Quién será el de la imagen? ¿Esto son runas? No sé leer runas, ¿creen que nos enseñe?-

Miró a los otros dos, y sonrió ampliamente. -¡Esto será fantástico, ya verán!-

no puedo mantener mi actitud indiferente, la chica enfrente de mi es muy alegre, asi que sigo su ejemplo Un gusto me llamo Casey, y lo se sera muy emocionante, de echo es un poco raro que no llegue mas gente supongo que somos los unicos, no se si alegrarme aun mas o ponerme mas nerviso, quiza nos exija mas, la moneda sigue siendo un misterio, de echo ¿la han sentido cerrando los ojos? se siente muy diferente mientras sigo mi frase saco la moneda de mi bolsillo una vez mas, toco su contorno, sin importar que haga o como la mire siento que es demasiado extraña por otra parte las runas y glifos se me dificultan, mas porque apenas y los veia, ¿creen que nos imponga horarios, o que nos prohiba hacer algunas cosas? al terminar de decir esto de prohibicion toco instintivamente mi arpa, espero me deje tocarla al menos unas pocas veces  

Corven se mantuvo callado al principio, sonriente, pero se notaba que estaba concentrado en sus cosas, quizás siendo el modo en que asimilaba la respuesta de ser uno de los elegidos. Movia inconscientemente su mano, y la moneda que le había permitido ingresar se movia entre sus dedos como si tuviera vida propia.

Sera lo que deba ser. – dijo por lo bajo, como respuesta a su compañera. Estaba en un estado de excitación, pero quería mostrarse serio y comprometido.

A toda prisa una muchacha se sube en el carromato y la puerta se cierra. Os mira y sonríe. Os muestra la moneda.

- Hola, aún no me creo que esté aquí. Me llamo Teela.

La puerta del carromato se cierra y los caballos se ponen en marcha sin más.

Los caballos inician un trote ligero y se encaminan sin prisa a su destino. Siguen el camino que sube en zigzag hasta la cima de la colina, atravesando tierras de cultivo y zonas destinadas a la ganadería. Los granjeros y pastores miran el carruaje y algunos os saludan. Realmente no pueden veros, pues las ventanas solo permiten ver desde el interior y desde el exterior nadie podría afirmar que las hay.
Aún no es mediodía cuando llegáis al último tramo del camino, que discurre en línea recta hacia la academia. Es un lugar protegido por muros y que en su interior hay varios edificios. Destaca la torre de varias plantas que sobresale de las murallas
El portón situado al final del camino está abierto y alguien os espera, de pie,a varios metros de la entrada.

-¡Hola Teela! Soy May.- Saludó una tercera vez la semielfa, viendo como luego de esa última entrada el carromato parecía estar listo para partir. Comenzó a reírse nerviosa. -Oh, vaya, nunca he estado en una carreta que se mueva sola, sin guía... ¿Tendrá un cochero invisible, o será un carruaje inteligente?- Preguntó. Le dio un golpecito al asiento con la punta de los dedos. -Gracias por llevarnos, carruaje.- Dijo, sólo por si acaso.

Mientras avanzaban por el camino no dejaba de señalar a un lado y a otro, incluso devolviendo el saludo y gritando "¡Hola!" a los campesinos sin sabe que no la estaban viendo realmente. -Y tengo dos hermanos, varones los dos. Dicen que no sé portarme como niña, y que las niñas no van a aventuras. ¡Pero ya ven, aquí estoy y ellos no!- Volvía a mirar hacia la ventana, y alguien que fuera perceptivo notaría detrás de tanto entusiasmo el miedo y la nostalgia en los ojos de la chica. Fue la primera en señalar hacia los muros. -¡Ahí está! ¡Es gigantesca!- Dijo, pegándose al cristal tanto como podía. Al llegar a la puerta se apresuró a salir de primero, y en un trote alegre se encaminó hacia la persona que los esperaba, girándose a mitad del trote para hacer señas a los demás para que se acercaran. -¡Saludos! Soy May Thorne, una de los elegidos.- Se presentó con orgullo, mostrando su moneda.

El recientemente confirmado aprendiz se ubicó en un rincón de la carreta, mientras cambiaba el juego de manos que realizaba, ahora tiraba la moneda al aire, y la atrapaba, luego la hacía cambiar de mano a mano, hasta que desaparecía nuevamente, y en un momento, la arrojo arriba y no cayo, simplemente desapareció en el aire. Sonrió, abrió de nuevo la mano, y ahí estaba la moneda nuevamente.

¿Puedo preguntarles algo? ¿Qué esperan del Gran Mago? -

Teela cierra los ojos y suspira.

- Espero que el maestro Marcus sea tan sabio como dicen y que sea capaz de enseñarnos poderes increíbles. Y que nos explique como usarlos con responsabilidad.

sinceramente quiero conocer como alguien adquiere tanto poder, y como controlarlo sin que este "explote" , el si podemos aprender mas que de un tipo especifico de magia - digo todo esto con un aire fantaseoso, existe otra cosa por la que quiero aprender a usar mi magia y es el saber que le sucedio a mi padre, espero eso no afecte a mi estudio.