Partida Rol por web

El Ascensor

El Ascensor

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01/10/2019, 20:05
Director

Viernes
14.04 h

Poco quedaba ya para que acabase ese angustioso día. Había sido una semana dura en la empresa, estaba haciendo muchísimos despidos y la situación no pintaba bien para nadie. Por fortuna quedaba menos de una hora para acabar la semana de trabajo, a las 15.00 todo terminaría y podrían irse a sus casas y disfrutar del tan ansiado fin de semana.

Uno a uno se fueron metiendo en el ascensor, todos tenían arriba unos asuntos pendientes que resolver. El problema es que estaban bastante apretados. Se habían metido ocho personas en un ascensor para diez y con el tamaño "especial" de Jennifer y el carrito de limpieza de Fátima estaban todos bastante hacinados. 

Y para colmo de males el ascensor hizo un extraño ruido y de pronto se paró. La luz titiló unos instantes y se apagó, segundos después se encendieron las luces de emergencia. Y junto a ella se iluminó un botón rojo que llamaba a la empresa de seguridad de los ascensores. 

Notas de juego

Empezamos la partida. 
Cualquier cosa que queráis aclarar o hablar, tenéis el off para hablarlo entre vosotros, o para hablar conmigo en el hilo de Dudas.

Yo también me pondré en contacto con vosotros por ese hilo.

¡Suerte y a ver qué sale de todo esto! XD

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02/10/2019, 13:42
Director

Viernes
14.05 h

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02/10/2019, 14:16
Michael Granger

Se había despertado pronto. Ya acostumbrado a madrugar, el cuerpo no le dejaba dormir más allá de una determinada hora.

Como cada mañana, fue a trabajar, aunque se notaba distinto aquella mañana. Acostumbrado a ir en moto, duchado y arreglado para afrontar un nuevo día con las pilas y la paciencia recargadas, aquel día no era así.

Salió de casa sin pasar por la ducha, vestido con lo primero que había visto en el armario y emprendió el camino a la oficina andando. Como era de esperar, llegaba tarde, pero parecía no importar demasiado.

Una vez llegó, se quedó inmóvil a unos metros de la entrada, mirando la puerta de la que durante tanto tiempo había sido como su segunda casa. Era curioso que con la cantidad de tiempo que pasaba en aquel lugar, no conociera a nadie de sus compañeros. La vida tiene un extraño sentido del humor, y más cuando existían tantas series de televisión que hablaban de lo bonito que era trabajar en una empresa, lo bonito que era pertenecer a una familia de trabajadores que cada viernes después del trabajo iban a tomar unas cervezas y, lejos de quedar para criticar al jefe de turno, éste iba con ellos y participaba en las charlas y chistes, como uno más del grupo. Pero no, una vez más era todo una mentira de la televisión. Tal como lo veía, la empresa era un lugar donde se va a ver pasar las horas, currar y comer marrones que la mayoría de las veces no tenían que ver con el trabajo de uno, aguantar a un jefe que siempre mira por encima del hombro a sus empleados. Y todo para cobrar una miseria y poder mantener una casa, un coche o una moto, o una familia... una familia...

Dio media vuelta, dando la espalda a la puerta, con dirección al aparcamiento. Nada más llegar se apoyó en el primer coche que vio aparcado y una vez más, se quedó mirando la entrada, pero esta vez mucho más lejos. No le apetecía entrar, no quería entrar.

Fueron pasando las horas, pero no se movió del aparcamiento. De vez en cuando se incorporaba, daba un par de pasos a la entrada, pero rápidamente volvía a apoyarse en el coche. No sabía de quién era el vehículo, pero le daba igual. Al fin y al cabo, solo era un hombre apoyado en un coche, ¿qué mal podía hacer?

Se acercaban las 14:00 y el calor del mediodía ya hacía acto de presencia. Michael era un hombre que no aguantaba demasiado bien el calor, en seguida se ponía a sudar, y sin embargo, allí permanecía, en un aparcamiento donde el sol le daba directo. Seguía sin querer entrar, pero llevaba demasiado tiempo esperando, evitando entrar, pero debía entrar, tenía que entrar. Pasó las manos por su cara, secándose las gotas de sudor de la frente y tratando de convencerse a sí mismo de que era el momento de entrar.

Por primera vez en todo aquel día, fue decidido hacia la puerta, cruzó hasta llegar a la recepción, un lugar que conocía bien, un lugar por el que había pasado una y otra vez, día tras día desde hace más tiempo del que le gustaría recordar. Se percató de que algunas personas le observaban, algo incrédulos, tal vez por las pintas que llevaba, pero poco o nada le importaban a Michael. Avanzó hasta llegar al ascensor.

No era el único que esperaba para subir, espero pacientemente y cuando pudo, entró. Se quedó en la parte más profunda, sin querer llamar la atención y sin mirar a aquellos que estaban con él, ¿acaso importaba de algo?. Solo eran personas con la vida programada que él tenía. Llegar, trabajar, comerte marrones y volver a casa a intentar descansar para el día siguiente. Y siempre igual.

Se escuchó un ruido mientras el ascensor subía. ¿Un exceso de peso?, desde luego se estaba apretado en aquel ascensor. Una mujer corpulenta, tal vez demasiado corpulenta, además de la mujer de la limpieza con el carro y unas cuantas personas más...

Pero el ascensor se paró, y las luces de emergencia se encendieron. Casi al momento, Michael fue a coger el móvil para comprobar la hora, pero cuando la mano ya estaba a la altura del bolsillo se dio cuenta de que no lo tenía. Acostumbrado como estaba a mirar el móvil para cada cosa, llevaba mal no tenerlo cuando se le olvidaba en casa o o no podía disponer de él. Miró hacia su muñeca izquierda, donde tenía un reloj muy viejo, el típico Cassio color negro que dando a un botón se encendía la minúscula pantalla con un tono verde, y comprobó la hora. 

Eran las 14:05, y allí estaba, atrapado en un ascensor. - No, no puede ser. No puede estar pasando esto. - dijo en un tono muy bajo, casi como si lo estuviera pensando y sin darse cuenta lo hubiera dicho en alto. Miraba nervioso, tratando de mirar el panel del ascensor. Tal vez alguien le hubiese dado sin querer.

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02/10/2019, 15:45
Tronald Dump

El despertador no había sonado. Lo cual no era ninguna novedad. Estaba realmente viejo y se paraba cada dos por tres. Cualquier otro día me habría dado igual pero hoy no, hoy era un día especial. Aun así, no era tarde, tenia el cuerpo acostumbrado a levantarme siempre a la misma hora tras años de misas matutinas.

Un cappuccino calentito me hizo despertar un poco más. No había dormido mucho esa noche por los nervios. La verdad es que no me cabía nada más en el estómago y no habría comido, aunque hubiese tenido algo en los armarios, que no era el caso. Hacia ya un par de semanas que solo compraba lo justo para pasar el día.

Un Uber me llevo al enorme edificio de oficinas. Le deje una buena propina al chaval, el dinero ya no me importaba demasiado. Tras pasar por recepción y registrarme voy a los ascensores. Resulta que, aunque esperes un rato para subir en uno que no este abarrotado, siempre suben llenos. Tras unos minutos me fijé en algunas de las personas que entraban en el próximo ascensor y me decidí a entrar. Supongo que este es tan buen momento como cualquier otro.

De repente…

Mierda. ¿Pero qué pasa? Bueno, seguro que es un pequeño corte en la energía o algo por el estilo. Seguro que no tarda en ponerse en marcha.

Miro a mi alrededor. Veo algunas caras nerviosas.

Supongo que todo el mundo tiene miedo de quedarse en un ascensor a un montón de metros de altura. Esperaré a que otra persona pulse el botón de emergencia. Alguna encantadora chica de atención nos dirá que en breve estará en funcionamiento y no habrá pasado nada.

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02/10/2019, 18:18
John McCain

¿Quién cojones me manda pedirle dinero a la mafia, joder?- es la idea que no paraba de rondarle la cabeza a John durante todo el día. Sabía perfectamente que invertir dinero al final significaba perderlo. Pero no, a él le llegó a parecer buena idea y, en fin... Ahora le debía dinero a la mafia, y aunque no lo había conseguido todo, al menos llevaba una parte para ver si ésta se calmaba un poco.

Si hubiese estado más atento a la empresa en vez de a otros asuntos, ahora no tendría el agua al cuello...

La hora de entregar el dinero se acercaba, y prefería estar en la azotea lo antes posible porque los nervios le estaban matando, tanto es así que llevaba todo el día de un mal humor insoportable.

De repente, el ascensor hizo un ruido raro y se detuvo. Posiblemente se debería al exceso de peso. John sabía que no debería decir nada, tanto y más por ser el director de la empresa... Pero llevaba un día muy largo y notó cómo en su cabeza algo hacía *click* y sus palabras comenzaban a salir de su boca a toda velocidad. Obviamente su retahíla iba dirigida contra los miembros más débiles del grupo, sobre todo contra la corpulenta Jennifer.

Sabía que esto iba a pasar, me cago en dios... ¡Si este ascensor es para diez personas, y ya veías que estábamos muchos esperando, ¡¿para qué hostias os subís!? Por eso nunca hay que subirse en el ascensor con gordos, porque luego pasan cosas como esta, y ahora estamos todos jodidos, ¿eh? ¡JODIDOS!- gritó mientras aferraba con fuerza su maletín.

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02/10/2019, 19:41
Kyle Evans

Había llegado hoy al trabajo mucho antes de cuando debía hacerlo. No tenía ningún motivo para madrugar, pero tampoco existía otro para simplemente no hacer nada. Tenía que hacer su trabajo y quizá podía empezar antes de tiempo.

Trabajar en una oficina resultaba más interesante de lo que podía parecerle en un principio. Sin contar con que ver a tanta gente le parecía muy interesante. 

El día estaba siendo calmado y simplemente estaba tomando un café en silencio. Todo iba bien hasta que, en ese momento, escuchó un rumor que le llamó la atención. Comenzó a sentirse cada vez más nervioso y procedió a intentar llamar a distintas personas con las que contar lo que había escuchado... pero su teléfono no tenía cobertura.

Al final vio que lo único que podía hacer era comprobar si era cierto, así que de subió a ese ascensor, mirando la hora de su móvil.

Sin embargo, en ese momento el ascensor se detuvo...  por lo que solo miró de arriba a abajo todas las personas que se encontraban en ese lugar, pensando que, entre ellos, podría estar el culpable.

Decidió no hablar por el momento y escuchar en silencio lo que otros decían. 

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02/10/2019, 22:05
Fátima Alhair

 Fátima finalmente había terminado su jornada de trabajo. La limpieza del edificio era su labor y se desempeñaba con esmero y orgullo en la misma. Por lo que una vez que terminaba su turno, ella ya había terminado minutos antes. La eficiencia hacía que las cosas se hiciesen más rápido y te dieran más tiempo para pensar en otras cuestiones. Como irse de aquel edificio. No porque no le gustará el ambiente o la gente (le daba igual esos dos factores en la mayoría de los trabajos que había tenido), sino porque tenía una tarea importante en la próxima hora y media: ir a buscar a sus retoños a la escuela.

 Además de laboriosa, Fátima se jactaba de su puntualidad impoluta. Ni una sola vez había llegado tarde a buscar a sus hijos. Ellos sabían que su umi* siempre iba a estar en la puerta del colegio, esperándolos con una sonrisa. Su esposo le decía que los estaba sobreprotegiendo; pero no es como si él alguna vez hubiese ido a buscarlos. ¿Qué puede saber? Además, ella nunca les había fallado.

 Lo que provocó que, cuando el ascensor se detuvo tan repentinamente, los ojos de la mujer se abrieran como platos de porcelana. Se llevó una mano a la boca, tapando el temblor de sus labios por la idea de quedarse atrapada por mucho tiempo.

 Aunque rápidamente arremetió contra el comentario de John, mostrando prudencia en las palabras que usaba contra el jefe.

- ¡Sr. McCain! ¡Por favor! Muestre un poco de decoro...

Notas de juego

*Mamá

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03/10/2019, 00:15
Diego Mendoza

Diego aparcó la moto en el aparcadero. Por fortuna había mucho espacio libre. Miró al edificio. Se trataba de uno de esos edificios de oficinas donde el trabajo por la mañana era intenso pero por la tarde, solo se quedaban los pringaos. Pringaos como el señor Donaldson, a quien iba dirigida su pizza ¿En la última planta?¿Es una broma?

Se encogió de hombros y entró por la puerta despreocupadamente, con su caja de pizza que rezaba Pizza Express en la tapa.

Se acercó al ascensor y comprobó la hora en su reloj. Iba bien de tiempo. Esperando ante la puerta había un nutrido grupo de personas. Personas todas ellas muy diferentes entre sí. Parecía que alguien se hubiese tomado la molestia en elegir a un grupo de lo más variopinto. Su mirada se cruzó con la de un tipo calvo, de rostro serio. Tipo duro.  Diego le devolvió una sonrisa pero el tipo no se inmutó a lo que el muchacho desvió la mirada hacia el techo. 

Las puertas se abrieron y Diego se apresuró a entrar como si realmente, el entrar antes fuese a hacer que la entrega se llevase a cabo antes. Al pensar en ello se sintió un tanto estúpido. Todo el mundo entró, estaban algo comprimidos pero bueno, sería un momento. Mientras esperaba daba golpecitos en el suelo con el pie. Y de pronto sucedió. El ascensor hizo un extraño ruido que Diego no supo identificar. Y se paró. 

Vaya mierda.

Miró el reloj de nuevo. Bueno, aún había tiempo. Seguro que esto pasaba pronto. Buscó la botonera del ascensor, a ver si tenía la típica campana. Pero no, era uno de esos paneles electrónicos modernos que ya gestionaban ellos mismos las alarmas cuando detectaban una avería. 

-Vaya...qué faena-dijo en alto sin darse cuenta mientras intentaba controlar sus nervios-¿Esto pasa mucho por aquí?.
 

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03/10/2019, 11:01
Director

El ascensor tenía un botón para llamar a emergencias, pero nadie dio el paso.

Viernes
14.06 h

 

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03/10/2019, 12:14
Jennifer Brown

Estaba deseando que acabase ese dichoso día. No había empezado bien la mañana porque un maldito perro la había mordido sin razón aparente. Se lamentaba interiormente y se preguntaba por qué le pasaba aquello a ella que siempre trataba a los animales con gran mimo (le encantaban). Desde luego no era su día, pero había que pasarlo como buenamente pudiera. Al menos la animaba que solo trabajarían media jornada.

Cojeando ligeramente, se metió en el interior del ascensor aun habiendo ya varia personas en su interior, pero no era la primera vez que ponían al límite al elevador. Sonrió y saludó sin distinción a todas aquellas personas, y por supuesto, especialmente a su jefe. No estaba demasiado pendiente a lo que llevaba encima, ni lo que hacían unos u otros, estaba demasiado concentrada en el dolor intenso de su tobillo que cada vez más y más se intensificaba. Estaba deseando acabar la jornada para pasarse por urgencias porque no podía aguantar mucho más.

Sacó de su pequeño bolso de diseño un pañuelo con el que empezó a secarse con cuidado el sudor de su frente, esperando que no se desprendiera demasiado de su fabuloso maquillaje, porque aunque gorda, le gustaba cuidar su aspecto tanto o más que las chicas delgadas o “normales” como se consideraba la sociedad. Luego lo dobló y tosió un poco sobre él con educación, para que nadie tuviera que aguantar sus gérmenes.

Y de pronto se bloqueó el ascensor, se quedó entremedio de a saber qué piso. Y evidentemente se puso nerviosa, pero más después de escuchar los gritos irritantes de su jefe, quedándoselo mirando con el rostro encendido de la vergüenza. Estaba acostumbrada a ese tipo de humillaciones, pero aquella vez era diferente, allí no podía huir a ninguna parte, además, no se encontraba nada bien.

N-No ha pasado esto antes...— tartamudeó, excusándose aunque lo que decía no era incierto, y de paso respondía a la pregunta del repartidor de pizzas.

En vista de que nadie pulsaba el botón de emergencia, Jennifer con gran desesperación estiró su brazo todo lo que pudo y lo pulsó. — Saldremos de aquí pronto, y-ya lo veréis. Mantengamos la calma. — forzó una sonrisa aún afectada por la ofensa de su jefe y su malestar general.

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04/10/2019, 06:42
Alexia Romanov

        - Tal vez tengas algo de razón Jhon ... pero además de ser poco popular tu punto de vista, ya no ganamos nada mas que tu desahogo el resto de los presentes cariño!      En cambio la amable joven a la que has agredido parece haber pensado y realizado la idea mas sensata del resto de los presentes aquí reunidos, sin quejarse en ningún momento de tus palabras, ahora o después deberías disculparte con ella! -    Dijo Alexia Romanov con un tono claro y convincente, sin afán de exponer o discutir con nadie en específico tras haber llegado a las oficinas, casi al mismo tiempo que Diego Mendoza con la intención de reunirse con un empleado importante en los últimos pisos de la compañía, entonces tomó su celular y tras marcar un atajo se comunicó con alguien mas frente al resto:

        - ¡Buenas tardes ingeniero!   Hablo para reportar un incidente en el ascensor que sube en la empresa, es necesario que envíen de inmediato al equipo de mantenimiento al tablero de control de los ascensores para revisar los y que solo si es necesario se reporte al cuerpo de bomberos de la ciudad de acuerdo a los protocolo de seguridad -    

Notas de juego

               Tal vez con la siguiente broma se podría aligerar la tensión del ascensor ... jajaja!    Conmigo funcionó!

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04/10/2019, 10:30
Michael Granger

Apenas llevaban atrapados unos minutos, y a Michael ya le empezaba a parecer una eternidad. Tenía que subir y tenía que hacerlo cuanto antes.

No se percató de que en aquel ascensor estaba el jefe de la empresa hasta que abrió la boca. Siempre enfadado, siempre ladrando como un perro. Mirando por encima del hombro a los que trabajan para él. Le tenía muchísimo más asco y manía a su superior, pero su jefe tampoco descansaba en un pedestal. Con el tiempo que llevaba en aquella empresa, se había dado cuenta de que todos los jefes y jefecillos con los que había coincidido, estaban cortados por el mismo patrón. Creerse superiores al resto, ver como los demás trabajan duro mientras ellos no movían ni un dedo, tratar el tema de los despidos como un juego o como un chantaje, si no se trabajaba a su manera, no tenían problema en echarte. Y todo para llevarse más dinero a casa y quejarse el doble de los largos días en el trabajo. Como si ellos supieran lo que es trabajar.

Pero lo peor de todo, era su modo de pensar, su modo de ver a los trabajadores. Para ellos, solo éramos hormigas colocadas en fila, llevando alimento de un sitio A a un sitio B. No nos consideraban personas, y todo cuanto querían, lo cogían.

Aunque algo que le pareció que nunca ocurriría, tuvo lugar en aquel ascensor. Hicieron sonreír a Michael. Tenía muy presente como se las gastaban los jefes de la empresa, y nadie se atrevía a decir una sola palabra que les contradijera, a no ser que quisieran verse de patitas en la calle. Pero el comentario de la mujer de la limpieza, le hizo sonreír. Por su puesto, no en alto. Una sutil mueca que parecía ser una sonrisa se pintó en su rostro. Bueno, aquí tenemos a la próxima persona en quedarse sin trabajo.

No se reía de la mujer, al fin y al cabo, le daba exactamente igual. Lo que le sorprendía y le hacía gracia, es que aún no supieran de lo que eran capaces los bastardos que dirigían la empresa.

Había más gente en el ascensor, algunos de ellos hablaron, otros se limitaron a mirar hacia todas partes. Michael volvió a poner la vista en el reloj, sintiendo un pequeño alivio al ver que solo había pasado un minuto. Pero el nerviosismo volvió a aparecer al instante, al darse cuenta de que seguía atrapado, que ya había pasado un minuto, y no daba la sensación de que hubiera habido cambio alguno.

Las palabras de la rubia se pierden. Michael cada vez estaba más nervioso, y más histérico se hubiera puesto al escuchar la verborrea gratuita de la rubia. Tenía que subir y tenía que hacerlo cuanto antes.

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04/10/2019, 12:32
Tronald Dump

Vaya sorpresa. La rubia, además de tener un cuerpazo de escándalo, tenía una personalidad arrolladora.

Pues ya estaba hecho. La futura madre de mis hijos llamó llamado al servicio técnico. Me pregunté si tardarían mucho en aparecer porque, la verdad, tenía bastante prisa.

No creía que un servicio técnico de una empresa tan grande y fuerte fuese a tardar mucho. No podían dejar a tanta gente encerrada aquí durante más de un ratito.

¿Y si se acaba el oxígeno? – Pensé

No tenia ni idea de como funcionaban esos aparatos. ¿Tendría alguna rejilla o ventilador para renovar el aire? O quizás simplemente se renovaba al abrir las puertas.

Me pareció que empezaba a oler peor. Supuse que se pusieron nerviosos y empezaron a sudar. O quizás solo fue mi imaginación.

Señor, la ira es un pecado y tratar mal a sus iguales no le abrirá las puertas del cielo.

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04/10/2019, 15:40
John McCain

John odiaba la religión y todo lo que tenía que ver con ella. Por eso cuando el cura se le puso graciosete no pudo evitar callarse. Total, de perdidos, al río.

Padre, se lo voy a decir bien clarito: me importa una mierda el cielo, sus puertas y todos los muertos que estén allí, ¿está claro?-espetó John. El tiempo transcurría lento, pero a él los minutos le parecían siglos. Si se tiraba mucho más tiempo dentro de aquel ascensor, su vida corría peligro. La mafia no perdonaba una, y menos un impago. Si no podía entregar el dinero, podría ir despidiéndose de respirar.

Rubia, dile que venga a sacarnos cuanto antes, que aquí algunos tenemos asuntos importantes que atender, ¡joder!- le gritó a Alexia- y tú...-susurró mirando a Fátima-. Ya hablaremos cuando salgamos de aquí, pero por el momento ve pensando en buscarte otro trabajito.

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05/10/2019, 02:14
Fátima Alhair

 El rostro de la personal de limpieza se heló antes las palabras susurradas hacía ella por John; hombre cuya petulancia solo era superada por su nerviosismo. Mas Fátima no pensaba quedarse callada en lo que ella percibía como una injusticia aberrante, impensada para ella, que se consideraba tan honrada y justa.

- ¿Pero cómo se atreve? ¡Usted no puede desperdirme por decirle que respete a sus empleados! Eso violaría completamente mi convenio de trabajo... por no decir que mostraría una gran bajeza moral de su parte.

 Posiblemente en otras situaciones no hubiese tomado la iniciativa de decir las cosas tan de frente, pero no podía negar que encontrarse encerrada en ese ascensor con aquel hombre (y todos esos otros extraños) la empezaba a agobiar. Y cuando Fátima se agobiaba, tendía a actuar más irracionalmente... aunque muchos calificarían de racional lo que le dijo al Sr. McCain.

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05/10/2019, 02:35
Kyle Evans

Aunque Kyle Evans seguía observando de arriba a abajo a cada uno de los presentes, no dejaba de escuchar lo que sucedía a su alrededor. Al ver que muchos estaban empezando a molestarse con las palabras del jefe de la empresa, y sabiendo que estar encerrados en aquel ascensor solo haría que todo fuese a peor, decidió dar un pequeño paso hacia adelante. Llevaba poco tiempo trabajando en dicho lugar, pero ya había visto a su jefe antes en estas situaciones y sabía que no había mucho que podía hacer. Con la esperanza de que entrase en razón, dijo:

Señor McCain, comprendo perfectamente que se encuentre abrumado por la situación.

Tras preguntar esto, miró seriamente a su jefe. Y, sin mostrar ningún tipo de hostilidad, añadió:

Sin embargo, espero que usted comprenda también que nadie desea estar encerrado y que lo mejor que podemos hacer es calmarnos, esperando a que alguien responda.

Miró a aquella mujer rubia y cogió aire.

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05/10/2019, 02:55
Director

Jhon no podía permitir que Fátima y Alexia le hablasen así. ¿Quién coño se creían que era? Era el puto dueño de la empresa. Él mandaba y los demás acataban sus órdenes, de lo contrario ya sabían dónde tenían la puerta.

Otro problema era que no sabía bien cómo se llamaban, bueno, realmente no conocía a ninguno de los allí presentes. Así que quizá no tenían ni idea de con quién estaban hablando.

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05/10/2019, 02:56
Director

Tras pulsar el botón de emergencia, no lograron escuchar nada. Nadie contestó, ni tampoco dio sonido de llamada. Era como si el comunicador se hubiera estropeado igual que el ascensor.

Viernes
14.07 h

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05/10/2019, 02:59
Director

Notas de juego

Ten en cuenta que Alexia no trabaja para esta empresa. Viene en busca de su némesis y no sabe que Jhon es el jefe

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05/10/2019, 03:00
Director
Cargando pj

Notas de juego

Recuerda que tú PJ solo está de paso, nunca ha trabajado aquí. Así que no sabe que Jhon es el jefe.