Partida Rol por web

Jueves, 26 de noviembre de 1931.

El cielo pesado y plomizo amenaza lluvia, que la tierra bajo el barrio de Concord, Baton Rouge, no está dispuesta a acoger; aún a las puertas del invierno la sensación de bochorno no ha desaparecido, y toda la calle parece un lodazal. Hace años el ayuntamiento prometió un sistema de drenaje, pero las esperanzas de que el barrio llegara a ser un lugar decente fueron desapareciendo a medida que lo hacían los vecinos, dejando sus casas tapiadas, en su mayoría, con los desesperanzados carteles de "Se Vende" descantillandose al sol.

Os encontráis ante la pequeña casa de Thomas Fell; pequeña, de dos plantas, construida en madera y yeso, hace años que alguien debería haberse preocupado por darle una capa de pintura a toda la estructura; el jardín crece salvaje y abandonado, casi engullendo la oxidada estructura de un columpio de cadena que cuelga del único árbol del jardín. 

Al parecer había llegado pronto, muy pronto. Ninguno de los hombres que habían sido convocados a aquella reunión estaban allí todavía. Habían quedado en la puerta de aquella vieja mansión, pero allí sólo estaba él. Por si acaso y con tal de no quedar en ridículo tocó a la puerta, no fuera a ser que el resto ya estuviera dentro. O no había nadie o no le habían escuchado, pero él ya había hecho lo que tenía que hacer.

Miró hacia el cielo a la vez que sacaba in cigarrillo de su cigarrera y lo encendió con una cerilla. Con las manos en los bolsillos siguió mirando al cielo. Parecía estar burlándose de él. En cualquier momento rompería el cielo sobre su cabeza empapándole de arriba abajo. Sí, el dios que adoraba su mujer y al que de vez en cuando le hacía visitar en su templo, era vengativo. Sólo esperaba que alguien con las llaves de la casa llegara pronto, antes de que al de arriba le diera por hacer la gracia. Siempre podía meterse en su coche en el peor de los casos...

Lo cierto es que hacía frío. Knox era una persona dada a los resfriados. En cada cambio de estación pillaba uno que le mantenía en cama durante una semana. Iba tapado hasta los dientes. Una gruesa gabardina, una bufanda de lana y un sombrero eran sus mejores aliados en aquel momento. Ciertamente, la climatología y Knox no eran buenos amigos. 

Aquel hombre acabó su cigarrillo apurando la última calada. Empezaba a impacientarse y se vio tentado a encender otro, pero al ver que su cigarrera estaba casi vacía decidió esperar. Gruñó para sus adentros consultando su reloj de bolsillo. O bien iba adelantado, que no lo creía, o bien es que aquella gente con la que había quedado estaba siendo impuntual.

- ¿No me habré equivocado de casa, verdad? - Pensó e inmediatamente se giró para comprobarlo. - No... la misma lúgrube casa de siempre. - ¿Dónde diablos estarán? - Exclamó esta vez en alto.

Rápidamente llegué a la casa de mi padre con mi coche, un Ford A practicamente nuevo, denotando la clase social que me conferia mi trabajo.

Desde la carretera podía ver claramente la casa, aún más dejada que de costubre, lo cual no era poco, y a un hombre esperando en la puerta, fumando de manera nerviosa. Seguramente sería uno de los llamados para investigar la presunta desaparición de mi padre.

Una vez aparcado, bajé del coche y pude notar el frío del ya cercano invierno. Me acerqué al hombre y le tendí la mano con una sonrisa, almenos la mejor que podía dar en ese momento.

Roger Fell. Supongo que le habrá llamado el Detective Wright.

Mi chófer detiene el coche en la acera. Bajo rápidamente y le doy instrucciones para que dé una vuelta mientras me espera.

Hay dos hombres esperando ya en la puerta de la casa. Identifico a uno de ellos rápidamente y me dirijo con grandes zancadas a su encuentro.

¡Makepiece! ¡Le exijo una explicación! ¿Tiene idea la cantidad de dinero que he invertido en Fell?¿En su expedición, es decir, en la expedición de ustedes? Y ahora, simplemente me dice que ha desaparecido, que no saben dónde está. ¡Ya se le digo yo! En un país del Trópico, disfrutando de la pequeña fortuna que me ha birlado.

Hago una pausa para recuperar el aliento y prosigo:

Y ahora usted me cita aquí como si tal cosa. ¿Qué se propone? ¿Sacarme más dinero? ¡Jamás!

La charla con el taxista siempre era algo llamativo, los problemas mundanos de las personas y sus formas de enfrentarlos eran siempre una buena inspiración para mi trabajo, en cierta forma hacia mis pinturas por y para ellos; aunque ese frio día no habia salido de mi taller para buscar inspiración. De hecho, la charla con el taxista solo era para distenderme un poco antes de llegar a destino.

Al llegar pude reconocer de inmediato el Ford A de mi hermano, seguro había llegado temprano al encuentro y eso me tenía ligeramente preocupado por tener que recibir un sermon innecesario, con lo difícil que es conseguir un taxi, y mas encima caro.

Le pague al taxista y le salude antes de abrir la puerta y bajarme de su vehiculo, sintiendo el pesado y caracteristico sonido metalico al cerrar y tras eso el motor puesto en marcha para alejarse de aquella lugubre residencia; no le culpaba por hacerlo, en otra situación de vida tal vez yo hubiese hecho lo mismo.

Acercandome a la entrada de la casa pude ver no solo a mi hermano, si no a dos personas mas, uno de ellos parecia bastante enfadado y estaba gritando aunque no quise formular ideas sobre lo que hablaba con lo poco que alcansaria a escuchar. Me acerque al trio sin dudarlo, portando la mejor sonrisa tranquilizadora que pudiera mostrar.

-Buen dia caballeros, hola hermano- Estaba claro para los otros dos cuando a quien me referia así al no solo ofrecer mi mano para estrechar, sino que ademas pondría la otra sobre su hombro en una señal clara de mas afecto que simple respeto.

Knox estrechó la mano de Roger, el hijo de su amigo Thomas. Aunque sonreía se le veía afectado. Era normal, pues su padre, aunque era un ser algo excéntrico y un poco huraño, sobre todo en los últimos años, seguía siendo su padre. Ya había adoptado algunos comportamientos extraños desde que se enfrascara más de lleno en su pasión por el ocultismo, pero nunca había desaparecido. No al menos tanto tiempo como aquella vez. 

- Knox, Knox Makepece... - Se presentó. - Su padre me ha hablado mucho de usted y de sus hermanos. - Mintió de forma descarada aun sin devolverle la mano al hijo de Fell. - Supongo que sus hermano están de camino, Kenneth y... - Chasqueó los dedos tratando de que fuera él quien le desvelara el nombre, pues o no lo recordaba o no lo había sabido nunca.

Fue entonces cuando aquel hombre entró en escena como una jirafa en una tienda de lámparas. Aquel tipo se dirigió a él de muy malos modos. Blandía amenazas y exigencias esgrimidas por su afilada lengua y eso a Knox no le gustó ni un pelo. Tiró su cigarrillo al suelo y lo pisoteo quedando erguido ante Jan-Joyce Cleveland con la clara intención de plantarle cara si era menester.

- ¿Qué le pasa a usted señor Cleveland? - Exclamó Knox como respuesta. - ¡No conozco de que habla! ¡Ni he iniciado expedición alguna, ni se que tramaba Fell! ¡A ver si vamos a estar confundidos, señor Cleveland!

Y de pronto llegó otro de los hijos de Fell, quien como si no fuera con él la discusión que estaba teniendo lugar a las puertas de la casa de su padre. Simplemente les dio los buenos días y saludó a su hermano. 

- ¡De locos! - Pensó Knox. - ¿Qué les pasa a esta gente?

Cuando llegue a casa de Thomas , me acerque a la gente y reconociéndolos los salude estoicamente – Buenas noches , veo que han acudido todos raudos ante el asunto en el que nos encontramos -después observe la casa que parecia cerrada a cal y canto, eche la mano al picaporte para comprobar que las apariencias no engañaran y estuviera todo cerrado, pero puede comprobar que aquella puerta era inamovible así que mirando a los jóvenes Fell dije- Quizás alguno podría hacer el favor de abrirme para que pueda entrar y ver que le puede haber pasado a su padre- quizás fui un poco brusco al decirlo pero estaba algo preocupado pensando en la peor escena que podría encontrarme dentro , solo pensar en poder encontrar a Thomas muerto me embargaba de tristeza

Por lo visto las peleas no habian acabado, la acalorada situación continuaba, y ahora gracias al caballero que se imponía con una voz fuerte, era que podia comprender mejor la situación y de inmediato la vergüenza me inundaría.

Como podía haber dejado que nuestras discuciones con mi padre me llevasen a ignorar que parecia estar realizando expediciones a vaya a saber donde y sobre que.

Me queria meter bajo una piedra en ese momento pero casi como un reflejo automatico, respondi ante la solicitud buscando mis copias de las llaves de la casa, sacandolas del bolsillo para disponerme a abrir la puerta.

-Perdonen caballeros, ya abro.- No me demoraria en intentar abrir la puerta, solo esperaba no encontrarme con alguna sorpresa desagradable una vez pudiesemos vislumbrar la sala de estar.

Llego y ofrezco mi mano al hombre que ya estaba esperando. En ese instante, llega Cleveland con el que mi padre hacía negocios, echandole en cara que solo querian sacarle el dinero. No me dio tiempo ni a contestar para intentar poner paz que mi hermano llegó, saludando a los dos hombres y finalmente, más afectivo a mi, saludo que devolví, pues no dejaba de ser mi hermano pequeño por muy perdido que estuviera en la vida.

Finalmente llega a la escena Wright, pidiendo que abramos la puerta, lo cual mi hermano hace, y con un gesto invito al resto a pasar, dejandome en ultimo lugar.

Gracias- digo secamente mientras entro primero para observar el recibidor- manténganse detrás mía por favor, si algo fuera de lo común le ha pasado a Thomas esto podría ser la escena de un crimen- no podía descartar que alguien entrara en la casa y fuera el culpable de la desaparición de Thomas, mi deber era valorar todas las posibilidades, y pese al ansia de buscar por toda la casa a Thomas preferí mantenerme prudente y analizar todo a mi alrededor minuciosamente antes de proseguir  por el resto de las estancia

La llegada del resto de personas me impide recibir una respuesta del señor Makepiece. No me preocupa ya me oirá. Vaya si me oirá. Su amiguito Fell me pide una cantidad de dinero enorme para irse de expedición junto con el propio Makepiece, ¡y desaparece! No hay ni rastro del él ni, por supuesto, del dinero.

Veo como el hermano de Fell abre la puerta y me dispongo a entrar tras de ellos.

La llegada de Wrigth pareció calmar las aguas. El señor Cleveland estaba como loco. Le había embestido de malos modos y aunque parecía tener un buen motivo para estar enfadado, él no tenía ni la más remota idea de lo que su buen amigo el señor Fell había tramado. Sólo esperaba que no le hubiera implicado a él en sus locuras, cosa que parecía más que probable.

Cuando Kenneth por fin abrió la puerta de la vivienda, Knox cogió aire. Tan sólo esperaba no encontrar a su viejo amigo caído en el suelo y sin vida. No obstante sería bastante propio de su amigo el morir en aquellas circunstancias. Les concedería un último mal trago a sus hijos y amigos. Muy a su estilo.

- Señor Wrigth… - Le invitó a pasar el primero. Al fin y al cabo y dado su oficio, él era quien estaba más acostumbrado a ese tipo de hallazgos.

Un viejo felpudo de fibra de coco descansa en el suelo ante la puerta; lo levantas un poco con el pie, y una vieja llave, que parece coincidir con la puerta, descansa debajo. Su silueta sigue dibujada en el felpudo; parece que lleva tiempo ahí.

Curioso- comento mientras que me agacho y recojo algo de debajo del felpudo, levanto mi mano y muestro el objeto en alto al resto, una llave que coincide con la de la puerta, después la guardo en el bolsillo- por el sombreado en el suelo que ha dejado la llave puedo afirmar que lleva bastante tiempo ahí sin ser utilizada, viendo también el estado salvaje del Jardín se puede deducir que nadie pisa este lugar desde hace semanas, eso o Thomas se ha vuelto demasiado sedentario
Después dirigiéndome al resto comento- Si los señores Fell o  algún otro conocen la distribución de la casa y son tan amables de compartirla podríamos ir al dormitorio de Thomas, quizás encontremos allí más pistas, no vaya ser que haya hecho un viaje de improviso y no avisara a nadie  con las prisas, quizás estamos demasiado preocupados y el bueno de Thomas anda por ahí atendiendo sus negocios- Quise autoconvencerme con aquello pero me extrañaría mucho que Thomas no avisara a nadie de su ausencia, pero tenía que quitarme de encima aquella preocupación y centrarme en el trabajo, así que espere a ver si alguien me podía dar más datos de aquella edificación

- Igual deberíamos separarnos para registrar la vivienda. - Dijo entonces el profesor. - Imaginen que Thomas haya sufrido un accidente y se encuentre tirado en alguna de las estancias, necesitando de auxilio inmediato.

En aquel mismo momento pensó en lo improbable de su afirmación. Si llevaban tanto tiempo sin saber nada de Thomas, lo más posible es que de haber tenido un accidente, desgraciadamente ya habría muerto. Fue a rectificar y lo habría hecho de no estar presentes sus hijos. Decir delante de ellos que posiblemente de encontrarse Thomas en aquel lugar, sólo estaría su cadáver, le parecía un poco fuerte. 

- Miraré si no les importa en las estancias de la primera planta. - Dijo. Al final, tampoco era imprescindible que todos fueran al dormitorio de su amigo.

El aspecto general de la casa era de puro abandono. El aire estaba viciado y la brisa que se había generado tras abrir la puerta, había levantado polvo por todo el interior. Al fijaros más, visteis que todos los muebles y el suelo estaban cubiertos de ese polvo, que hacía que pareciese como si alguien hubiese estado arrancando yeso o aserrando madera.

Desde el recibidor, en donde os encontrabais, había unas escaleras que ascendían a la planta superior, y varias puertas que conducían a lo que debía ser las diferentes estancias.

En la planta superior se encuentra el despacho de Thomas y el dormitorio principal.

En la planta baja están el recibidor, el comedor o salón y la cocina.

Sabes que en la cocina hay unas escaleras que llevan al sótano, en donde hay un almacén, además del sótano en sí.

Desde luego, parecía claro que el bueno del señor Fell llevaba tiempo sin pasar por allí.  El polvo acumulado en los muebles y el aire viciado eran una clara muestra de ello.

Makepeace, muy dispuesto, decide subir a la planta superior. Parece que ninguno de los hermanos Fell pone objeción a ello por lo que me aventuro por la puerta más cercana de la planta baja.

Knox esperó unos instantes antes de subir hacia el primer piso, más que nada por cortesía si es que alguno de los asistentes tenía la misma intención que él. Al ver que el resto parecía tener la intención de registrar la primera planta, no se lo pensó más y comenzó el ascenso. Al poner la mano sobre la barandilla, se dio cuenta de que ésta estaba también llena de polvo, por lo que decidió subir sin agarrarse a nada.

- ¿Quién me mandaría a mí...? - Murmuró mientras subía. - ¿En qué andas metido Thomas? - Le preguntó a la nada.

El señor Makepeace pretendía hacer un primer reconocimiento rápido del primer piso. Su intención no era otra que la de encontrar el cadáver de Thomas, aunque a decir verdad esperaba que no pasara. Simplemente trataba de descartar que su viejo y chiflado amigo no hubiera tenido un accidente y se hubiera quedado estirado en el suelo como un pajarito caído del nido. De no ser así y esperaba que no lo fuera, ya tendría tiempo de husmear un poco más a consciencia en busca de pistas que pudieran dar con su paradero.

No se opuso a la idea de que el grupo se dividiera: Sabía que era poco probable que de haberle pasado algo a su padre estuvieran llegando tiempo, pero prefería mantener la esperanza, por pequeña que fuera.

- El dormitorio y el despacho de mi padre están arriba. - Se apresuró a explicar antes de que el grupo se fragmentara - Abajo quedan la cocina, el comedor y el salón. En la cocina debería haber también una puerta con escaleras descendientes que dan al sótano.

Giró la cabeza hacia Makepeace, y después miró de reojo a su hermano. Sabía que todos los presentes tenían relación con su padre, aunque relación no era necesariamente algo positivo, como ya se había podido comprobar. Aún así, no tenía ninguna razón para desconfiar de ellos, y si acaso no tenía pie tampoco para criticarlos, cuando él había sido tan negligente como hijo.

- Espere, que subo con usted. - Apresuró sus pasos para subir las escaleras junto a Knox, sintiendo como el corazón se le hundía el pecho al reparar en cómo el polvo y, en general, la ruína consumía la casa. No había tenido la mejor relación con su padre, y aún así... - ¿Fue usted quien llamó al detective, verdad? Me averguenza tener que preguntar esto pero, ¿Qué fue lo que notasteis en él antes de que desapareciera?