Partida Rol por web

Jaali al ver a Jonova con la antorcha soplo en la cabeza de su vara y musito unas palabras. Una llama verdeazulada salio de la punta, iluminando tenuemente a su alrededor.

Venga, vamos. Para una vez que el noble tiene razon hacedle caso, que si no nos llora.

Parado delante de la puerta, con el sello en la mano, Diegen recuerda lo ocurrido una hora antes:

Respondiendo a la pregunta de si van a bajar a la cripta, Garavel dice:

- La princesa y yo no os acompañaremos. No seríamos de mucha ayuda ahí abajo, y alguien tiene que quedarse a atender a los heridos y a vigilar a Kardswann.

Y cerrar la puerta detrás de vosotros con este sello de Protección contra el Mal. Pero eso no os lo voy a decir, claro.

- Diegen, la princesa quiere que seas el portador de la llave de la puerta bajo la iglesia. Siendo el máximo representante de la Iglesia de Sarenrae entre nosotros le parece adecuado que seas tú quien abra el sello ---viendo al semielfo dudar, le pone la mano en el hombro en un gesto paternal mientras añade---. Confiamos en ti para acabar con esa abominación.

El entrenamiento militar del paladín se activa y, en un acto reflejo, se pone firme y repite las palabras que tantas veces ha oído decir en la Ciudadela a los capitanes:

- No le fallaremos, señor!

Las palabras de Turnling y Jaali sacan a Diegen de su ensimismamiento:

- ¿Entramos ya o llamamos a ver si quiere salir? ¡Venga!

- Venga, vamos. Para una vez que el noble tiene razon hacedle caso, que si no nos llora.

El paladín pone el sello en la puerta. La puerta brilla con una luz azul y un sonido extraño llena el ambiente...

La luz azul se intensifica hasta casi cegaros y poco a poco baja de intensidad. Cuando podéis volver el sello ha desaparecido, tras el hay un pasillo oscuro por el que desciende una escalera.

Sin dudarlo bajáis por ella hasta una habitación ovalada. En el centro de la habitación, rodeado por un pequeño murete hay un pozo circular. En el lado contrario se alza una puerta totalmente plana, sin manilla, cerradura ni ningún tipo de detalle ni forma aparente de abrirla. A la derecha del pozo hay un gran gong de 3 metros de diámetro. Del mueble que sostiene el gong cuelga un pequeño palo recubierto de tela en un extremo.

Jaali mira a su alrededor y deja que pasen los demas primero.

Cuidado con el pozo. No dejeis caer ningun casco de esos que habeis recogido en el Mercado de Batalla

- Vaya, qué hospitalario parece esto... Tiene toda la pinta de que cuando, educadamente por una vez, llamemos a la puerta el portero..., que se llama así porque sale por la puerta, saldrá a recibirnos calurosamente.

Señala el hueco en medio de la habitación y concluye

- Eso de ahí me parece simplemente un método eficiente de no tener que cargar con los restos escaleras arriba. ¡Qué considerados!

Turnling saca una flecha y la coloca en su arco, mientras camina a un lado de la sala distribuye al grupo:

- ¡A ver! Los empapados a alcohol, uno a cada lado de la puerta por donde creo que saldrá la mayor amenaza. Morbo, tú a la izquierda, Dorwas, a la derecha. Si lo lleváis mal os abrazáis a quien salga por ahí y que el follaviales os prenda con sus chispitas.

- Un paso atrás, Dorwas, Undrella se enfadaría si la puerta abre hacia afuera y se te aplasta esa nariz chata que gastas.

- Jaali quédate donde estás supervisando toda la sala (entiendo que tienes poderes de área y de alcance).

- Diegen, junto al pozo, pero no entre la puerta y el agujero y Jonova... err... colócate donde quieras, aquí no hay nada que regar.

Turnling tensa ligeramente el arco y apunta al pozo

- Haleen, llama al timbre.

No, si esta claro que en cuanto nos metemos bajo tierra sacas todo tu potencial, Turnling. Como las ratas. - le mira con desprecio - No vuelvas a decirme donde ponerme, noble. Sabes tanto de tactica como de mantener el sillon: Nada.

Haileen, encogiendose de hombros golpea el gong

Diegen se queda preparado y a la espera, con las cimitarras desenfundadas...

...y mira a los demás...

Haleen coge el palo que cuelga del gong, lo sopesa mientras mira a sus compañeros insegura y finalmente golpea el gong con fuerza. Durante unos segundos el sonido del instrumento llena la sala pero a medida que va disminuyendo aumenta el ruido de piedra rozando contra piedra. Como esperabais el sonido proviene de la gran puerta del norte, como esperabais, pero también del fondo del pozo, lo que os coge por sorpresa.

Por si fuera poco tres columnas de fuego surgen del suelo, una junto a cada una de las salidas y otra al lado del pozo. De una forma algo extraña las tres llamaradas cogen una forma poco definida pero que puede identificarse como la silueta de una mujer alada. Y quedan quietas en silencio, mirando hacia Diegen y haciendo parecer un poco ridículas la antorcha de Jonova y el hechizo de Jaali ante la luz que emiten.

Por la puerta norte(*), recién abierta, se puede ver el comienzo de un pasillo de piedra.

Y quedan quietas en silencio, mirando hacia Diegen

Diegen se queda en silencio mirando a las tres figuras ígneas...

- Benditos espíritus. - dijo Jonova. - No nos hagáis daño...

La mujer miró a Jaali, sin duda el mago podría saber que eran los seres de fuego que habían aparecido...

- Diegen, la princesa quiere que seas el portador de la llave de la puerta bajo la iglesia. Siendo el máximo representante de la Iglesia de Sarenrae entre nosotros le parece adecuado que seas tú quien abra el sello. Confiamos en ti para acabar con esa abominación.

Sin perder de vista a ninguna de las tres figuras (no es difícil, siendo tres figuras ígneas en un cuarto a oscuras bajo tierra), Diegen se arma de valor y habla:

- Venimos en paz. Buscamos la libiración de este templo de Sarenrae para mayor gloria de la Rosa del Amanecer. Yo soy Diegen Sandwing, paladín de Solku, seguidor de la Luz Eterna. Quiénes sois? Nos ayuderéis en nuestra justa labor?

Los seres de fuego no reaccionan a las palabras de Diegen, se mantienen quietos sin más movimiento que el oscilar de sus llamas.

Eeeeh, yo ya tengo la mía esperando afuera. - dice Dorwas al ver aparecer las tres figuras de mujer alada mientras se rasca la barriga con la mano libre, la del broquel.