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Sesión 3: Highport

Completamente desprendidos de todo objeto y riqueza, los aventureros debían buscarse la vida en la ciudad de Highport si querían salir adelante. Cualquier misión era secundaria en estos momentos; la prioridad era conseguir dinero y equipo.

Muren encontró un trabajo de estibador en los muelles, Irwant usaba sus habilidades para aligerar las bolsas de los ciudadanos despistados, Leoster ejerció de curandero , y por último, Magus y Smooth encontraron un empleo como camarero y guardia respectivamente, en una taberna local. Esta, a su vez, servía de lugar de descanso para el grupo.

Después de un corto periodo de tiempo, los aventureros habían conseguido algo de dinero para gastar en armas y armaduras y tener un poco de efectivo. Fue entonces, en el último día de trabajo de Magus y Smooth, cuando sucedieron un par de acontecimientos destacados. Por una parte, alguien depositó un paquete en la puerta de las habitaciones de los héroes, el cual contenía algunos de los objetos que estos habían perdido en el barco de esclavistas. ¿Se trataba de la misma persona que les había ayudado a escapar de allí? Por otro lado, se produjo un desagradable incidente en la taberna. Unos hombres de vestimentas elegantes se comportaban de manera grosera mientras discutían entre ellos en lo que parecía el reparto de un botín. Smooth intentó enfriar la situación, pero cualquier acercamiento indicaba que la cosa podría ir a peor. Eran tipos despreciables, y su estado de embriaguez no ayudaba. El dueño del local pidió al grupo que los dejaran en paz y se limitaran a esperar a que se marchasen. Al parecer eran sujetos influyentes, y no quería problemas con ellos.

Cuando ya no les cabía más alcohol en el cuerpo, los escandalosos tipejos dejaron el local, y el grupo optó por seguirles. Después de un rato caminando, alcanzaron unas callejuelas poco iluminadas, y fue allí donde Irwant se adelantó para tratar de sustraer la bolsa que en la taberna habían mostrado sin disimulo con un gran botín en su interior. El mediano consiguió hacerse con ella hábilmente, pero su víctima notó la falta de peso de su carga, descubriendo la treta y dando inicio al combate.

Algunos de los aventureros rodearon a los borrachos por otra calle, advirtiendo que no eran los únicos que estaban siguiéndoles. Una banda de ladrones también les perseguía, y en un abrir y cerrar de ojos, ellos y los héroes llegaron a un acuerdo para asaltar a los beodos y repartirse el botín. Acto seguido, se desarrolló una trifulca sin apenas dificultad para los asaltantes.

Mientras la contienda se sucedía, Irwant había decidido huir con la bolsa, por lo que, cuando esta terminó, los ladrones se preguntaban enojados dónde estaba esa parte del botín. Es más, los objetos que los sujetos caídos portaban no eran de su interés, sino solamente las riquezas de la bolsa, de la que reclamaban la mitad. Así, todos fueron en busca de Irwant, al que terminaron encontrando, y trataron de convencer para que secundara el trato con los ladrones. Este se mostraba reacio, y se resistía a confesar dónde tenía guardada la bolsa. Después de unos minutos de tensión, finalmente cedió a la presión, pero a costa de marcharse del grupo, pues confesó que nunca se había sentido cómodo con aquellos socios y este incidente fue la gota que colmó el vaso para él.

El siguiente paso de los héroes fue el Templo. Durante los días en los que estuvieron trabajando en la ciudad, descubrieron algunos rumores que apuntaban a que ese sitio era un centro para mercaderes de esclavos, entre los cuales (los esclavos) uno de ellos coincidía con la descripción de la Dama Áurea. Así mismo, aunque el lugar estaba bien vigilado, sabían de una zona donde se ocultaba una puerta secreta.

Inspeccionando esta zona se toparon con un humano lírico que también buscaba esa puerta secreta, pues un familiar había sido preso por los esclavistas, y sus pasos le habían llevado hasta allí, al igual que los héroes. Decidieron, pues, unir esfuerzos.

Tras un combate con unos guardias orcos, el lírico se puso manos a la obra con la búsqueda de la puerta secreta. La encontró, desactivó sus trampas, y todos accedieron al recinto. El templo, de aspecto abandonado y casi derruido, contenía el peligro constante de venirse abajo y también el de algunas criaturas que habían establecido su nido en el interior. Después de sortear, con mayor o menor fortuna, estas eventualidades, los aventureros alcanzaron lo que parecían unos establos. Además de unos pocos caballos, se encontraron con unos guardias semiorcos que descansaban en el heno. No eran rival para los héroes, y cayeron con relativa facilidad, aunque no lo suficientemente rápido como para evitar que hicieran sonar un cuerno de aviso que desvelaba la presencia de los héroes. Si había alguna posibilidad de que no se hubiesen enterado del asalto, ahora se esfumaba definitivamente.

Os infiltrasteis en el Templo en busca de algún ser querido que suponéis habían esclavizado aquí. Os escondisteis en el establo entre uno de los montones de paja y lograsteis pasar desapercibidos por los orcos.

Tras la reyerta, os dais cuenta de que no sólo vosotros buscáis asestar un duro golpe a los Señores Esclavistas y deciis dejar vuestro escondite para unir fuerzas con los enemigos de vuestros enemigos.

Por tus propias motivaciones, estás tras la pista de la organización de los Esclavistas. Tu deseo es desmantelar dicha organización e impartir justicia a quienes están detrás de todo esto. Incluso te ves a ti mismo como el arma que Rao utilizaría para acabar con este mal que asola la Costa Salvaje.

Dentro de tu hoja de ruta se ha colado un grupo de aventureros que parece tener las mismas motivaciones que tú, o al menos en parte. Desde hace unos meses, seguiste su actividad en Highport, estudiando la oportunidad de presentarte para unir fuerzas y dar un golpe definitivo a las actividades de los Esclavistas en la ciudad.

Ese momento ha llegado, tras adentrarse en el templo abandonado, crees que es el momento preciso de dar tu apoyo a este variopinto grupo.

Os encontráis en una construcción de madera que se encuentra en buenas condiciones. En ella hay una fila de puestos para los caballos, tres de los cuales están ocupados en este momento. Las bridas cuelgan de las paredes, y tres sillas de montar están amontonadas cerca de las puertas dobles. Pilas de heno se alinean en las paredes frente a los establos, y varios sacos abiertos de grano están al lado de ellos. Una escalera cerca de la única puerta conduce a un desván.

Ahora que habéis acabado con los semiorcos observáis las pilas de heno. Algo parece moverse tras ellas.

En la mente de Muren, crecía la preocupación por la posible llegada de refuerzos enemigos. Sin embargo, esta se vio interrumpida cuando escuchó algo moverse tras los montones de heno.

- Sal de ahí y muéstrate, si no quieres correr la misma suerte que estos desgraciados pielesverdes...- masculló el enano mientras se ponía en guardia empuñando su hacha.

Ya que su compañera prefería pasar desapercibida en acción, tomó la responsabilidad del primer contacto con aquel grupo: un encuentro en principio fortuito que podía darles muchas alegrías.

- Aquí estoy -dijo mientras se movía lentamente desde el establo a la estancia. Por la apariencia de su ropa, podría tratarse de un esclavo recién fugado, aunque varias inconsistencias parecían contradecir esa idea, como que no pareciera famélico-. No soy vuestro enemigo, ni yo ni mi compañera, aún oculta. Parece que tenéis algo contra los esclavistas, al igual que nosotros; tal vez podamos ocuparnos mejor de nuestros asuntos si lo hacemos en equipo, siempre que los objetivos que perseguimos no sean excluyentes...

Sorprendido, miró hacia el recién llegado... ¿compañera? pensó y sin apenas darse cuenta habló

- ¿Tu compañera? que salga... ¡¡YA!! - gritó mientras giraba su rostro en todas direcciones. Más emboscadas no, más emboscadas no, pensó mientras intentaba serenarse y encontrar el conjuro adecuado.

No sé muy bien dónde se encuentra ubicado Duine. De todos modos observa al grupo y espera a que aparezcan los otros personajes, y después se mostrará abiertamente al grupo.

Acto seguido el montón de paja sufrió una fuerte sacudida y una ágil figura de apenas metro y medio de alto saltó repentinamente del mismo con una sorprendente cabriola.

-¡BU!--se mofó con descaro de Magus la delgada elfa de cabellos rubios y orejas largas que debía ser la compañera que acababa de mentar el andrajoso humano.

La mujer de ojos negros portaba una burda varita en la mano y un bonito tatuaje azulado le recorría el rostro de lado a lado.

Mientras estas escrutando el nuevo encuentro con ese variopinto grupo, oyes unos pasos tras de ti.

- ¡Kjani! ¡TulUK marzgi!- escuchas tras la esquina.

Al darte la vuelta, tres semiorcos aparecen, dispuestos a cargar contra ti y quienes están al otro lado de la puerta.

Uno de los semiorcos avanza hacia ti con su espada corta alzada. Al cogerte algo bajo de guardia logra impactarte y abrirte una pequeña herida.

Al otro lado de la puerta, oís alguien gritando en un idioma tosco y acto seguido se oye el claro sonido del entrechocar del acero. Algo pasa en el pasillo por el que accedisteis a los establos.

Miró brevemente hacia el lugar del que procedía el ruido:

- ¿... Otro enemigo de los esclavistas? Acabaremos nuestra conversación más tarde, ya que en breve no voy a poder hablar -nada más acabar de decirlo, su aspecto comenzó a cambiar, haciéndose más pequeño y peludo, perdiendo su forma bípeda y su ropa: un lobo con algunos rasgos impropios de su especie se lanzó al galope hacia el pasillo.

-Parece que no tenemos demasiado tiempo para las presentaciones- dice Muren mirando a los recién llegados.

Entonces, ve a Raliet transformarse y piensa que podría ser un poderoso aliado. Acto seguido, camina tras él en dirección al pasillo.

-¿Quienes son estos? No tienen pintas de esclavos..- pensó Leoster. Cuando se decidía a hacer algunas preguntas el sonido de la batalla apareció al otro lado de la habitación.

-Algo ocurre ahí fuera- Sin decir nada y manteniendo una pose de alerta se dirigió con cautela hacia el lugar de donde procede el ruido.