Partida Rol por web

Eamon vio como sus compañeros entraban en la habitación todo parecía bastante oscuro. Su fiel perro empezó a gruñir, había algo dentro que no estaba bien y el perro lo olía. Eamon pensó que ya había tenido suficientes sustos y se quedó fuera, si aquello era una trampa era buena idea que alguien se quedará vigilando. 

De repente oyó alguien gritando, parecía Alex, y a continuación un disparo. 

-demonios, ya sabía que no podíamos fiarnos! Alex, Kiran! No veo nada desde fuera, que pasa?

Instintivamente volvió a echar mano de su saga y dudó unos segundos si entrar o no. 

Víctor, que hace unos minutos rezaba por el alma de sus compañeros, y por la suya propia, al entrar en aquella habitación, no podía imaginar que dichas oraciones iban a ser escuchadas, tampoco, lo cerca que había estado de la muerte.

Mientras intentaba levantarse del suelo, el sacerdote intentó recordar lo que había pasado en estos últimos segundos. Tenía el corazón a mil por hora y no podía pensar con claridad. Entonces empezó a recordar, vio en su mente a Alex apuntándole con su arma, gritando, comportándose de forma extraña, y después, el estallido.

Víctor no tuvo tiempo de reaccionar, el radical comportamiento de la detective lo había dejado en shock, así que el instinto habló por él, lo único que hizo fue cubrirse con las manos, como aquel que espera recibir un golpe, y tirarse al suelo, mientras la bala pasaba a escasos centímetros de él.

Ahora, allí tendido, miró detenidamente a su compañera y pudo comprender la situación. El vaesen se había apoderado de ella y la manejaba en contra nuestra. 

—¡ALEX!..¡ALEX!..¡para!..— le gritó, buscando, mediante un rápido vistazo, algún mueble tras el que parapetarse.

Kiran reaccionó como una exhalación. Ya había visto a aquel espectro poseyendo al posadero, pero jamás esperaba que se atreviese a tomar el cuerpo de Alex y usarlo para dañar a los suyos.

Mientras se contenía para no deshacerse en improperios, el criado se apresuró a arrebatarle el arma a la detective con una ágil finta. Su potencia física era mucho mayor, por lo que no le hizo falta usar demasiada fuerza para evitar un desastre mayor. Cuando se deshizo de la pistola, arrojándola lejos, siguió sujetándole la mano por si Alex todavía seguía fuera de sí.

—¡Alex! ¡Despierta!

La débil llama de la vela no consiguió alejar lo suficiente las sombras de aquel cuarto, consiguiendo que el aspecto deplorable de la habitación fuera aún mayor. Lotta se estremeció con la repentina corriente de aire que, unida a la tormenta que seguía desatándose en el exterior, creaba un ambiente de lo más tétrico.

Por suerte todo se tranquilizó... O eso era lo que creyó la escritora.

El repentino arrebato de Alex hizo que todos los pelos se le pusieran de punta. No era posible que aquellas palabras hubieran salido de boca de la detective pero... las había dicho. Y cuando Lotta vio el arma apuntando al sacerdote, tuvo que hacer un gran esfuerzo para que el grito que se había formado en su garganta no saliera de su boca.

La escritora dio un paso hacia atrás, intentando alejarse de lo que fuera que hubiera poseído a su compañera mientras que, sintiéndose muy aliviada, comprobó que Victor no parecía sangrar. Por suerte Kiram, como siempre, estaba ahí para ayudar a Alexandra.

—Victor ¿estás bien? —preguntó al sacerdote antes de observar a Kiram intentar hacer entrar en razón a la detective—. ¿Por qué? ¿Por qué este vaesen nos la tiene jurada? —Seguía con sus preguntas, en esta ocasión sin dirigirlas a alguien en concreto—. Si es el mismo espíritu del teatro... ¿por qué nos culpa a nosotros? Tiene que estar muy confundido... —meditó, sintiendo como su habitual curiosidad vencía al miedo y al desasosiego que sentía. Aún así, Lotta se encontraba bastante afectada por lo sucedido, más de lo que iba a reconocer.

—Sí,.. creo,.. creo que no me ha dado. Estoy bien, gracias— respondió Victor a la señorita Sjöberg aún nervioso, pero un poco más tranquilo tras la actuación Kiran parando a Alex. Acto seguido el sacerdote se levantó del suelo.

La reacción de Alex sorprendió a todos. Aquel violento arrebato contra su propio grupo no era normal en la detective, quien solía ser una persona cabal. Por tanto todos asumieron rápidamente que el vaesen había tomado el control de su cuerpo. Aunque no hubo tiempo para mucho más porque tras las acusaciones llegó una amenaza que se volvió muy real: Alex sacó su revólver y apuntó al padre Simonsson. Los reflejos del padre, lanzándose al suelo, y la fortuna o quizá una intervención divina, hicieron que milagrosamente nadie saliera herido. Por fortuna, la bala pasó rozando a Victor, pero sin llegar a alcanzarle, impactó en uno de los estantes de la librería y se quedó alojada en la pared. Un libro cayó al suelo junto a los pies de Lotta, que había acudido a socorrer al padre Victor. El título del ejemplar era "Compendio de criaturas sobrenaturales de éste y otros mundos", un libro de ocultismo. 

La estruendosa detonación de la pistola había hecho reaccionar a Alex, que se sorprendió de verse a sí misma encañonando a uno de sus compañeros. Había sido consciente en todo momento de lo que había hecho, pero no había podido detenerlo, había sido como un sueño. Pero no tuvo tiempo para asimilar lo que había pasado, inmediatamente Kiran le golpeó en la mano para desarmarla y la abrazó con sus poderosos brazos como si fuese un oso sujetando a su presa. Alex sintió un frío helado que abandonaba su corazón y volvió a sentirse ella misma. 

De haber tenido aún el revolver en la mano lo hubiera soltado. Se pusó más palido si cabe, sin dar crédito a lo que acababa de hacer. Miró a Kiran que la sujetaba y luego al cura. Al resto no hizo falta pues notaba sus miradas.

-Yo... no se qu... no se que ha pasado. No, no he podido evitarlo-dijo con voz temblorosa- Victor. Victor lo siento-le dijo- no se que ha pasado, no era yo. Era como si algo me inmovilizase, como si el aire de l a habitación fuesen cuerdas y yo solo un títere. No.. no quería, intenté no... lo siento-logró decir antes de quedarse sin palabras.

Víctor se acercó a Alex, que seguía retenida por Kiran, y en un tono serio le dijo

—No te preocupes, tranquila, sé que no fuiste tú— 

El sacerdote, aún asustado, intentó calmar a Alex y darle a entender que comprendía lo que había sucedido. Lamentó que fuese ella la víctima de la oscura magia del vaesen, pues después de una experiencia como esa sería complicado volver a actuar con normalidad, así que intentó lanzar un mensaje que animara al grupo.

—Señores, este cruel ataque del vaesen nos confirma que estamos en el lugar correcto. Ha sido un ataque directo contra nosotros, eso demuestra que está asustado, lo que nos dice que lo estamos haciendo bien..— hizo una pausa para mirar a la detective y al resto de sus compañeros —..encontremos ese maldito libro,.. diario,.. o lo que sea, que Dios me perdone, y acabemos con esto de una vez por todas—

Con el corazón aún golpeándole con fuerza contra el pecho, Lotta advirtió el libro que había caído justo a sus pies. Mientras Alex, desconcertada por lo sucedido, estaba siendo atendida por su fiel criado y el sacerdote, la escritora se agachó para echar un vistazo al libro.

El título la dejó sorprendida y, a pesar del temor irracional que sentía tras lo sucedido, no pudo evitar sentir curiosidad por su contenido. Lo abrió al azar, esperando encontrar información importante para lo que estaban investigando y, en caso contrario, al menos sacar ideas para sus futuros libros. Conocer todo lo que pudiera sobre los vaesen era prioritario para ella y quizás aquel libro le ofreciera información desconocida para ella.

Tras unos segundos de ajetreo parece que todo se calmó dentro de la habitación. Eamon no sabía bien que había pasado, nadie había respondido pero parecía todo más calmado así que decidió entrar aunque con precaución. 

Con su daga en la mano se asomó y todos parecían alterados pero en buen estado. La señora Sjoberg leía un libro mientras Kiran parecía retener a Alex. 

-están todos bien? -al tiempo que caminaba despacio, como un gato inseguro del terreno que pisa. 

Aún no estaba seguro si debía guardar la daga o seguir agarrando con fuerza. 

Mientras Alex recuperaba la cordura y se disculpaba con el resto de sus compañeros, Lotta examinó el libro que había caído de la estantería por culpa del impacto de la bala de la detective. Un libro curioso, pero una estantería todavía más curiosa, repleta de libros de ocultismo que la escritora curioseó a la búsqueda de inspiración para sus propias historias. En el libro que ahora tenía entre sus manos pudo leer cosas escabrosas sobre espíritus y fantasmas y pensó que tal vez le pudiera resultar de utilidad. 

En cambio, en la librería pudieron encontrar un cuaderno de hojas amarillentas en cuya portada se había intentado preservar una flor aplastada contra los relieves del libro. Al abrirlo pudieron ver varias entradas de diferentes fechas escritas a mano. Era el diario de Nora. Las primeras páginas se remontaban mucho tiempo atrás, a la adolescencia de Nora, a cuando conoció a Sami y se casó con él y relataban tiempos más felices. La llegada de su hija Sophia, la vida en una posada que describía como un negocio próspero y nada parecido al edificio semi-ruinoso que ellos conocían. Pero luego relataba los problemas crecientes con Sami, sus trifulcas por culpa del amor al arte, el teatro y el ocultismo de Nora, su infidelidad, y un matrimonio cada vez más infeliz que se iba deteriorando cada vez más, al igual que la posada. Pero eran las últimas entradas del diario las que resultaban más perturbadoras. 

Víctor se quedó helado tras leer las diferentes hojas manuscritas. Ahí estaba todo. Había leído cada párrafo como si lo hubiese vivido, sintiendo una pena horrible hacia la pobre Nora.

—¡Aquí está!— exclamó el sacerdote —Leed lo que escribió Nora el 31 de enero, donde describe la pesadilla que tuvieron ella y su hija Sophia..— dijo, señalando algunas líneas con el dedo —..si os acordáis es la misma pesadilla recurrente que sufría el señor Klint. Alguien asesinado. Pero añade que busca la paz después de muerto..— después, algo nervioso, buscó otra hoja de entre el montón y añadió —..y ahora leed lo que escribió el día 8 de enero, Pyri asesinó a alguien enterrándolo en un suelo sin consagrar— de repente la cara se le iluminó y mirando a sus compañeros dijo —Creo que podríamos tener la solución. Debemos encontrar el cadáver de la víctima y enterrarlo como es debido, en un terreno sacro—

Aquella estantería era todo un tesoro para Lotta. La cantidad de libros de ocultismo que Nora tenía era increíble y de buena gana la escritora se hubiera pasado horas en aquella húmeda habitación leyendo sus páginas. Pero ese no era el motivo de que hubieran invadido aquel cuarto cerrado durante años.

Pero allí estaba, tal y como Sophia les había dicho, el diario de su madre. Un diario que desentrañaba la vida de la pobre Nora y todo lo que había llegado a sufrir en aquella posada. Sami se había portado de manera horrible con ella, al igual que ahora lo hacía con su hija, solo por el hecho de sus gustos y aficciones no eran las mismas que las de él.

—Venganza. Eso es lo que busca ese fantasma —dijo Lotta, apoyando la idea de Victor—. Aunque no entiendo qué tenemos nosotros que ver en todo esto. ¿Por qué nos dejó a nosotros despiertos y nos asusta de esa forma? A no ser... —La escritora se acodó en una de sus manos abiertas mientras apoyaba su barbilla en la otra pensativa—. A no ser que quiera que nosotros encontremos su cadáver y que, como bien dice nuestro querido sacerdote, le demos un entierro en condiciones. Pero ¿por dónde podemos empezar a buscar? Empezar a cavar sin ton ni son bajo esta tormenta no me parece la mejor de las ideas...

Eamon vio que todos andaban ocupados rebuscando en las estanterías y leyendo libros, casi ni le habían prestado atención cuando entró. Definitivamente parecía que se habían calmado las cosas. Observó cómo una hoja suelta había caído a sus pies. Era una hoja de un diario en el que hablaban de Sami Harjula y de actos de brujería. 

- No podía ser otra cosa, estaba claro. Cómo se supone que lucharemos contra fantasmas? - dijo para sí mismo.

Habían venido en busca de Vaesen y ahora estaban en medio de una historia de fantasmas para niños. Los ánimos de Eamon no parecían mejorar. 

El diario de Nora contenía pistas bastante relevantes y reveladoras. Las pesadillas de la mujer eran bastante parecidas a las que ya les habían contado y contaban con dos elementos que se repetían: la traición de alguien cercano, y la preocupación por haber sido enterrado en tierra sin consagrar. Y la venganza era lo que motivaba todo lo que estaba ocurriendo allí. 

Un emocionado padre Simonsson creyó ver la solución a todos los problemas de la posada si lograban encontrar el cadáver y enterrarlo en un terreno apropiado. Pero ¿dónde estaría? ¿Cómo averiguarlo? No eran esas las únicas preguntas a las que les faltaba respuesta en aquel misterio, Lotta las formuló en voz alta: ¿por qué ellos no habían caído rendidos al hechizo del fantasma, por qué los atormentaba así? Eamon se preguntaba cómo iban a luchar con un fantasma, porque ¿era un fantasma aquello que perturbaba la paz de ese lugar?

Preguntas y más preguntas a las que debían encontrar respuesta si querían solucionar aquel asunto. El fantasma quería su venganza y, por algún motivo, ellos habían sido elegidos para ayudarlo. O al menos eso era lo que creía Lotta.

Solo esperaba poder dar con la solución, y de paso con el descanso del espectro, esa misma noche; así al menos Sophia podría descansar en paz y quizás su padre aceptara mejor la vena artística de su hija.

Kiran tenía su propia y desagradable historia de fantasmas, por lo que sentía cierta familiaridad con lo descrito en aquellas cartas. Dedicó una mirada llena de significado a Alex. Todavía no se perdonaba no haber podido protegerla de aquel espectro y no podía evitar recordad las palabras de Eamon: Las pistolas no sirven de nada contra los espíritus.

El criado gruñó por lo bajo mientras meditaba sobre el diario de Nora.