Partida Rol por web

—Ya hace lo que puede, señor Gnejs. Pero la pecadora de su madre metió muchas cosas en la cabeza de esa niña que ahora son difíciles de sacar. Nuestro buen Samuel necesita tanta paciencia como mano dura. Recordemos a Mateo veinticuatro trece: "El que se mantenga firme hasta el fin, estará a salvo" —le replicó el cura.

Frustrada ante la reacción de la joven, a la cual no había conseguido sonsacarle nada, y convencida aún que algo le sucedía, Lotta regresó junto a sus compañeros en el preciso momento en que los otros tres que se habían ido regresaban. A tiempo para pedir ella también una cerveza.

Se quedó observando en silencio la escena que se dio a continuación, extrañada por el detalle de que la hija del dueño se hubiera atrevido a aceptar que se representara la obra sin el consentimiento de su padre; sobre todo porque, ante la reacción del hombre, debía saber de sobra lo poco que le gustaban esas cosas. Pero al menos Lotta pudo enterarse del descubrimiento en el desván.

Las palabras de los otros comensales fueron un añadido a la historia que se tejía en aquella posada.

—Así que el punto álgido parece ser ese desván —comentó, mirando sobre todo a la detective, a su criado y a Eamon—. ¿Habéis descubierto algo?

—Creo que deberíamos hablar con Sophia —le susurró a Alex—. Si tiene algo que ver con lo que había montado arriba y sufrió un cambio brusco…

Pero cuando el sacerdote habló, Kiran se dirigió al padre Klarhed con una frialdad que helaba la sangre. Detestaba recordar su formación cristiana, pero aborrecía más aún ver a clérigos inmiscuirse en las familias de los demás.

—Haría bien en recordar también Proverbios 16:6 y Colosenses 3:21, padre.

Alex se rascó la barbilla pensativa. No le gustaba la violencia y menos hacia una niña. Quizás habían metido la pata y así se lo hizo saber a sus compañeros.

-Quizás hemos hablado demasiado-dijo torciendo el gesto ante las palabras del cura-. Puede que esa niña no tuviera nada que ver con... lo que sea que está pasando. No creo que una niña pueda organizar algo así, ir a la imprenta para hacer estos panfletos y menos... Pero Lotta tiene razón. La clave de todo debe ser el desván. Y no estaría mal que alguno hablase con la niña para ver que sabe de todo esto si es que sabe algo.

Alex hizo una pausa y luego miró al cura atravesándolo con los ojos.

-Y usted, no se a que se refiere con la madre de la niña, pero le aconsejo que deje de hablar mal tanto de la difunta como de la pobre cría si no quiere comprobar cuanta mano dura puedo llegar a tener-le dijo amenazante, sin preocuparse un poco por la educación.

Víctor decidió intervenir

—Haya paz hermanos,..— dijo en un tono calmado —..compañeros,..— hizo una pausa —.. os presento al padre Klarhed..—  miró al cura y a sus compañeros —..es el párroco de la iglesia de Billby. Aquella que se veía entre los árboles, a mitad de camino, antes de llegar aquí a la posada..— continuaba diciendo. —..tiene una congregación de devotos muy interesante aquí en la región,  y entre ellos se encuentra el señor Sami Harjula. Que dios sabe lo que ha tenido que pasar ese señor para criar solo a su hija, después de que su madre los abandonara, y además atender el negocio..— mientras hablaba,  Víctor movía las manos y la cabeza, tal como le habían enseñado en oratoria, para intentar transmitir un mensaje claro —..el padre Klarhed aconsejó y ayudó a Sami en todo lo que pudo—

Victor se había guardado algo más de información, pero no quería  transmitirla a sus compañeros en presencia del padre Klarhed y del otro señor que se había unido al grupo. Además, igual que Lotta, se mostraba intrigado porque sus compañeros le contaran con más detalle todo lo que habían descubierto sobre el misterioso escenario.

—Bueno,.. si no hay función, lo mejor que podemos hacer es ir a descansar en nuestras habitaciones— añadió finalmente, pensando que quizá allí podrían hablar con más libertad y compartir toda la información.

Al igual que la detective y su sirviente, Lotta también miró mal al otro sacerdote. Desde su punto de vista, a la escritora no le parecía muy correcto que un cristiano juzgara a otra persona tan a la ligereza como él lo hacía. De acuerdo que no conocían toda la historia pero a ella no le había hecho ninguna gracia.

Pero ni siquiera se molestó en decir algo cortante o mordaz, bastante había dicho ya Alex, y simplemente dejó patente su desagrado con un fruncimiento de su ceño.

—Si queréis yo puedo hablar con la muchacha —dijo, ofreciéndose a tener una conversación con la joven. Aunque esperaba tener más suerte que con la que acababa de estar.

El padre Klarhed se sorprendió un poco de que Kumari le citara algunos pasajes de la Biblia, pero no tuvo tiempo de darle una replica adecuada porque Alex ya se dirigía en tono amenazante hacia él. La perplejidad del párroco dio lugar a un profundo enojo que le hizo enderezar la espalda en la silla en la que estaba sentado. No era el padre Klarhed de esos que se amilanaban ante alguien que se le dirigiera de ese modo, y le plantó cara a la detective manteniendo su mirada con una frialdad recíproca. Afortunadamente, el padre Simonsson medió para evitar que la sangre llegase al río, lo que calmó bastante al párroco. 

—Yo solo velo por el bienestar de mi rebaño —dijo en respuesta a la referencia a la congregación que tenía el párroco en Billby.

—Yo soy Jonathan Gnejs —dijo el otro parroquiano al ver que el padre Simonsson hacia las presentaciones—, ustedes disculparan, pero en este lugar estamos un poco resentidos con la madre de Sophia —añadió sintiéndose culpable de que su comentario anterior casi provoca una guerra contra el padre Klarhed. 

—La esposa de Sami, Nora, tenía un gran talento artístico y un interés algo preocupante por lo desconocido, ya saben, las ciencias ocultas —el padre Klarhed frunció el ceño y Jonathan se encogió de hombros—. Las cosas como son, padre, la mujer era una pecadora pero hay que reconocer que tenía talento. Aunque es cierto que tenía la mala costumbre de invitar a la posada a actores y cantantes contra el criterio de su marido, quien detesta todo eso. Al final tuvieron una fuerte discusión, Sami perdió los papeles y la golpeó, y ella se marchó con una compañía de teatro. En verano nos enteramos que había fallecido de cólera. Desde que Nora se fue, Sami cerró con llave su habitación y no ha permitido que nadie entre en ella. Ni siquiera a Sophia. Supongo que Nora tuvo el final que se merecía, pero lo cierto es que desde entonces las desgracias no han dejado de atormentar al pobre Sami. Parece que este lugar ha quedado maldito desde entonces. 

Eamon habló mostrando su habitual incredulidad:

-A qué se refiere con el lugar está maldito? He visto muchas cosas extrañas en la vida, pero hasta ahora los muertos nunca vuelven. Así que si pretenden decir que el espíritu de la esposa ha vuelto de entre los muertos me temo que están equivocados. Alguien pretende hacerles creer eso. 

Víctor escuchó atento al señor Gnejs mientras relataba toda lo que sabía sobre Nora, la madre de Sophia. El parroquiano había aportado muchos más datos de interés en aquella historia que los que él había obtenido a raíz de su charla con el padre Klarhed. Entonces todo empezó a tener un poco de sentido, pero aún quedaban algunas cuestiones importantes.

--Si de verdad hay algo perturbando este lugar desde su muerte ¿Qué relación tiene la trágica historia de Nora con las ensoñaciones del señor Klint?.. hay que seguir investigando-- pensó el sacerdote.

—Me parece una excelente idea,..— dijo respondiendo a Lotta sobre su ofrecimiento a hablar con Sophia —..creo que una figura femenina la ayudará a calmarse—

Lotta escuchó con atención la historia de la madre de Sophia, quizás conocer más sobre ella la ayudaría a la hora de hablar con la joven. Pero, por mucho que a Sami no le gustaran los artistas, la escritora no consideraba que su manera de actuar fuera razonable y la expresión que mantuvo la mujer mientras escuchaba la historia era seria, aderezada con un gesto de claro desagrado cuando escuchó la parte en la que el dueño de la posada había golpeado a su esposa.

—No sé si el lugar estará maldito o no —comentó, tras escuchar lo que sus compañeros decían. No estaba del todo de acuerdo con lo que Eamon decía ya que un espíritu podía quedarse atado a un lugar si consideraba que debía solucionar algún trauma de su pasado—. Pero sí estoy convencida de que aquí están pasando cosas raras.

Asintió en silencio a la aprobación de Victor sobre su intención de ir a hablar con Sophia y, poniéndose en pie, Lotta decidió no perder más tiempo. Si alguno de sus compañeros quería acompañarla estaban a tiempo de decirlo.

—Voy a ir a ver a Sophia. Espero que no se haya acostado ya... Así que si me disculpan...

Se despidió de los presentes para dirigirse hacia el mismo lugar en el que había visto desaparecer a la joven tras su enfrentamiento con Sami.

El sacerdote hizo una ligera flexión de cabeza al levantarse Lotta para ir a hablar con Sophia, a continuación intentó hablar con el señor Gnejs.

—Señor Gnejs, lamento si nuestra conversación le ha traído tristes recuerdos. Parece que se lleva bien con la familia Harjula, y que conoce muy bien la trágica historia de Nora, cómo nos ha demostrado, ¿le importa si le hago un par de preguntas en relación con ello?..— continuó hablando Víctor —..¿podría recordar a alguien de la compañía de artistas con la que Nora se fue? o ¿el nombre de la compañía?—

—Recuerdo que Nora decía que había visto una figura extraña por la noche, y que escuchaba pasos. Aunque en eso opino como usted —le respondió a Eamon con complicidad—. Pero a lo que yo me refiero es a que la posada se ha deteriorado mucho en el último año. Solo hace falta echar un vistazo: hay goteras en el techo, los tablones se rompen y el jardín se ha llenado de maleza. Por más que Sami se deja el lomo intentando mantener en buen estado la posada, todos sus esfuerzos caen en saco roto. Pero lo peor son los sueños —Olaus enarcó una ceja poniendo toda su atención en las palabras de Gnejs y pidiéndole que se explicara—. Todos los que pasan la noche aquí dicen que sufren pesadillas horribles en las que sueñan que alguien les corta el cuello con un cuchillo, que los entierran vivos, que su mejor amigo es el Diablo o que están en el escenario cuando de repente otro actor los apuñala con un cuchillo que resulta ser real y el público aplaude mientras mueren.

Oalus se quedó petrificado tras escuchar esas palabras, y con mano temblorosa intentó dar un trago a su copa. Cosa de la que desistió tras derramar el contenido en la mesa. Lotta se había levantado con intención de ir a hablar con Sophia, y Victor le animó a ello antes de preguntar por el grupo de artistas con el que se fue Nora.

—Tenían un nombre francés. La Troupe de no sé qué —le dijo a Victor—. No recuerdo bien el nombre. Aunque ahora que lo dice, había un tipo que...

Antes de que pudiera acabar la frase, Jonathan se desplomó de espaldas contra el suelo de la posada. Cuando corrieron a socorrerle, descubrieron que estaba profundamente dormido. Ni siquiera el fuerte golpe contra el suelo le había despertado. Lotta, que ya se encontraba alcanzando las escaleras, escuchó un fuerte sonido metálico que venía del interior de la cocina, como si unas ollas y cazuelas se hubieran caído con metálico estrépito. En la mesa en la que estaban, el padre Klarhed y Olaus Klint también había caído súbitamente dormidos y descansaban roncando profundamente con la cabeza en los tableros de la mesa, Klint incluso lo hacía sobre la cerveza que había derramado segundos antes. La luz de las lámparas de la posada, así como también el fuego que en la hoguera calentaba la estancia, se atenuaron ligeramente oscureciendo la estancia y adquirieron un color azulado. Pronto descubrieron que, por sorprendente que pudiera parecer, el fuego había dejado de calentar y sus respiraciones exhalaban vaho como si estuviesen en el frío exterior. La temperatura no tardó en descender hasta que un gélido frío reinó en toda la posada.

Kiran reaccionó como una exhalación. Se puso en pie, empuñó su revólver y se interpuso entre el fuego y Alex. Si alguien planea algo raro, tendrá que pasar por encima de mi frío cadáver, pensó.

Aunque estaba acostumbrado a las apariciones sobrenaturales que le atormentaban y que solo unos pocos habían presenciado, no sabía muy bien cómo reaccionar ante una amenaza tan evidente. Jamás se había enfrentado a una manifestación tan ominosa. Lo único que se le ocurrió fue reaccionar de la misma forma que hacía con adversarios "terrenales".

—¡¿Quién o qué anda ahí?! ¡No es el momento de dormir, señor Klint!

Alexandra se echó hacia atrás arrastrando la silla con un ruido horrible y desagradable y se puso en pie como un resorte.

- ¡Estad atentos!-avisó a sus compañeros. Varios de los que estaban allí habían caído dormidos "misteriosamente" y la historia que les acababa de contar Johnatan no auguraba nada bueno si se quedaban dormidos, al menos algunos tendrían que quedar despiertos-. Kiran, sal fuera a ver que está pasando, quizás allí no afecte este... este... hechizo o lo que sea-dijo sin tener muy claro lo que estaba ocurriendo. No le gustaba sentirse la presa y no saber de donde venía el peligro. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y frotó con el pulgar el dado de hueso que guardaba como si fuera un amuleto de la suerte. No servía de nada pero ayudaba a mantener la calma.

Kiran, que tenía la intención de ejercer de muro humano, tardó unos segundos en amilanarse y acatar la orden de Alex. Se giró y asintió para después acercarse a la salida de la posada, revólver en mano.

Víctor se asustó en cuanto cayó el señor Gnejs. Se derrumbó en el suelo como si de una marioneta a la que le habían cortado los hilos se tratara, pero su temor aumentó en cuanto empezaron a desplomarse los demás, y todos los fuegos que había en la estancia empezaran a emitir una tenebrosa luz azulada. Los vaesen estaban llevando a cabo sus fechorías.

Allí sentado, el sacerdote notó como se le erizaba el vello, y unos sudores fríos empezaron a crearse en su espalda, pero el grito de Alex <¡Estad atentos!> lo espoleó, y evitó que la escena que se estaba viviendo lo superara y se dejase llevar por el pánico. En ese instante, y animado por Kiran al verlo salir corriendo, revolver en mano, hacia la entrada, Víctor se dirigió hacia la percha donde el amable joven que los había recibido al llegar colgó su abrigo, para buscar, en uno de sus bolsillos, su biblia. Era su arma principal. Mientras buscaba con sus manos el bolsillo correcto su mirada recorría todo el salón en busca del vaesen. Desconocía el tipo de criatura capaz de hacer eso, qué forma tendría, o si se podría ver, pero en ese momento la adrenalina le llevaba a actuar con presteza.

Mientras el grupo se preparaba para lo peor, con los músculos rígidos por la tensión, la puerta de la cocina se abrió de un golpe haciendo que todos se volvieran alarmados hacia allí. Se esperaban que el vaesen se manifestara en ese preciso momento, pero en lugar de una figura fantasmagórica quien apareció por la puerta fue un asustado Sami Harjula arrastrando el cuerpo dormido de la cocinera. A través de la puerta pudieron ver que en el interior todo era un desastre, el guiso estaba desparramado por el suelo, las ollas, bandejas y cubiertos también. La cocinera roncaba como una marmota aún a pesar de que medio guiso hirviendo se le había caído encima. Samuel, por alguna razón, seguía despierto al igual que ellos. 

—¡Ayuda! No sé que rayos le ha pasado se caído dormida de pronto... —en ese momento, Harjula vio el panorama que había en el salón de su posada. El padre Klarhed, Gnejs y Klint yacían igual de durmientes que la cocinera Ingelie—. Es Nora... —murmuró Harjula todavía conmocionado y asustado.

Harjula estaba temblando de miedo y también de frío. El vaho se escapaba de su boca en sus agitadas respiraciones, tragó saliva forzosamente y al ver al grupo de investigadores tan despiertos como él trató de recomponerse. Aún así sus siguientes palabras salieron balbuceantes.

—Será mejor que se encierren en sus habitaciones. Es Nora. Ha vuelto para castigarme —pestañeó, y armado con una repentina determinación se dirigió a la puerta que daba al exterior de la posada, a la lluviosa tormenta y los fuertes vientos —. Tengo que hablar con ella.

Ni siquiera había podido llegar a la escalera cuando todo se convirtió en un caos. El sonido que la escritora escuchó procedente de la cocina hizo que se detuviera y, al mirar a su alrededor, comprobar que aparte de ella y sus compañeros el resto parecía haber quedado sumido en un profundo sueño. El corazón de Lotta comenzó a palpitar a toda velocidad cuando las luces se amortiguaron hasta adquirir un tono azulado y el frío se hizo tan patente que incluso el vaho se escapaba de su boca.

Por un instante fue incapaz de moverse, pendiente de ver aparecer en cualquier momento al vaesen que claramente estaba provocando aquel suceso. Pero el único que apareció desde la cocina, arrastrando a la pobre cocinera dormida, era el dueño de la posada. El hombre parecía estar convencido de que el causante de todo aquello era su difunta esposa; la misma que lo había abandonado.

De nuevo Lotta miró a todos, durrmientes y despiertos, y se dio cuenta que aparte de los hijos del jueves solo estaba consciente el dueño. ¿Por qué a unos sí y a otro no les había afectado aquel extraño sopor?

—Voy a comprobar que Sophia se encuentra bien —dijo, saliendo por fin de su estado de perplejidad.

Si Sami tenía razón y todo se debía de alguna forma a Nora, quizás quisiera contactar con su hija si, como le pareció haber escuchado, tan parecidas eran las dos. Continuando con su idea inicial, Lotta comenzó a subir las escaleras dispuesta a tener una charla con la muchacha.

Eamon que estaba sentado escuchando las explicaciones del señor Gnejs, saltó de su silla al ver como todos los que estaban alrededor empezaron a caer dormidos.

-Mon dieu! por los clavos de Notre Dame qué está pasando aquí???

Por su parte el perro instintivamente empezó a gruñir en posición defensiva poniéndose justo a los pies de su amo. Eamon agarró su puñal que llevaba escondido bajo la capa y quedó quieto mirando alrededor y afinando sus sentidos, el peligro podría aparecer en cualquier momento.