Partida Rol por web

Un nuevo día llega al bar y esta vez, la pianola suena con una alegre melodía que hace que sus corazones salten de alegría, por alguna razón. Todos se reúnen para confirmar las sospechas sobre Dean pero parece no haber ninguna baja entre los presentes. Todos están allí, pero hay algo más. De la puerta donde se encuentran los fallecidos, salen dos figuras que intentan evitarse pero se miran con atención. No podían creer lo que veían pero Dylan y Nicholas habían vuelto a la vida. Cada uno busca a una mujer diferente, intentando recuperar el tiempo perdido, decir aquellas palabras que el silencio de la muerte había callado, olvidando por un momento todo lo ocurrido durante estos días.

Natasha y Nathan se encuentran aparte y felices cuando uno de los jóvenes del servicio se les acerca tímidamente a decir - Señores, disculpen. Debía informarles que... El sello de las puertas está cediendo y pronto podremos salir de aquí - el hombre parecía complacido porque, a pesar de todo, también hacía parte del encierro. La alegría parecía surgir poco a poco por los poros y al parecer, la ardua lucha había terminado. Era cuestión de tiempo para que el encierro llegara a su fin, aunque algunos sinsabores quedaban por los caídos.

Despierta abrazado a su hija, alegre nuevamente de que todo este bien, de que siga viva. La despertó con un beso en la frente, como solía hacer cuando ella era una niña. Por alguna extraña razón, sentía que todo esto había acabado. Miro al cielo y agradeció a su difunta esposa que hubiese protegido a su retoño hasta este día.

Se levantó y se dirigió al vestíbulo, encontró con una enorme alegría a Dylan vivo, aquel muchacho, compañero y amigo. Esperó a que hablará con su novia, para luego abrazarle.

- Es una lastima que Jane no haya vuelto contigo... - 

Y entonces notó que esta noche no habían victimas. Una gran noticia, solo superada por lo que decían los empleados del bar. Sonrió victorioso y se fue a abrazar nuevamente a Krista.- Todo acabara pronto, querida... por fin podremos salir de este infierno.- 

Y luego, se acercó a Natasha, la dueña del local. Como empresario sabía que estos hechos acabarían con el Luna Pulchra, nadie querría relacionarse con un lugar en el que tantos homicidios se cometieron, por lo tanto, se acercó a ofrecerle su ayuda.

- Señora Flynn... Natasha... tu y yo sabemos bien que este lugar ya no será lo que fue antes, y probablemente tengas que cerrar el lugar... Tuviste que tomar decisiones difíciles, y si bien en un principio no las compartí, fueron las correctas. Libraste a la ciudad de los criminales, y si la policía tiene clemencia y agradecimiento con nosotros, nos libraremos de la cárcel. Te apoyare Natasha, puedes contar conmigo como un socio, como un amigo... costearé a los abogados yo mismo si es necesario, por ti, por Dylan... por todos nosotros - y esto lo dijo mirando a todos- me asegurare de que ninguno de nosotros pierda nuestra libertad nuevamente, excepto...- Y esto lo dijo mirando a Nicholas, y a Dean, cuya inocencia de este ultimo aún no se confirmaba.- Sé que es duro, pero es necesario. - Luego dedico una ultima mirada a los músicos, seguramente los más afectados por todo esto.

Edward se levantó con muy buenas sensaciones aquella mañana. No sabía porqué pero tenía la firme convicción de que el encierro no tardaría en levantarse y podrían salir de allí. 

Se aseó como pudo en los lavabos del Luna Pulchra y se dirigió a la barra para beber un trago de alcohol. Sin duda en cuanto saliese de allí iría directo a por uno de esos perritos calientes que servían cerca de la comisaría. Bueno... quizá más de uno dado que llevaban casi 5 días sin probar una comida en condiciones.

Sus sensaciones se confirmaron en cuanto el resto de sus compañeros de encierro empezaron a aparecer. Nadie había muerto e incluso uno de los trabajadores del local comunicó que las puertas estaban cediendo y que la libertad estaba cerca.

Edward encendió un cigarrillo y se mantuvo al margen del resto de personas. Los miraba mientras una sonrisa de alegría se dibujaba en la cara.

Los sin rostro habían caído por fin y su misión había llegado al final. Sería difícil convencer a sus jefes de lo sucedido en el Bar y, sin duda, le tacharían de loco o de demente y le retirarían la placa pero todo eso daba igual porque aquella horrible banda de asesinos había sido erradicada y, su venganza, por fin había sido satisfecha.

Si... le quitarían la placa y se quedaría sin trabajo pero todo, absolutamente todo había merecido la pena.

Antes de que todos hicieran recuento para descubrir que no había muerto nadie, Kana ya era feliz. Y es que esta vez ya no tuvo el sueño recurrente que le había atormentado hasta entonces, sus sueños solo portaban buenas noticias.

-Creo que nos hemos librado- dijo tímidamente.

Toda la fuerza que había tenido hasta ahora, la valentía y el rencor contra los asesinos, se desvaneció, dejando a Kana tal y como era antes de llegar al bar. La adrenalina del momento se había ido, y las lágrimas salieron de sus ojos demostrando fragilidad. Por un lado, sus lágrimas eran de alegría, de alivio. Estaban a salvo. Por otro lado... la tristeza le hacía una visita, pues varios volvieron a la vida, pero ninguno era su hermano. Un hermano al que sus palabras habían matado.

-¿Se encuentran todos bien?- el único consuelo que tenía era ese, saber que había actuado en beneficio de todos, para salvarse a sí misma y a aquellas personas a las que antes no conocía.

Abrí los ojos, confuso. Me había dejado arrastrar por las dulces y suaves manos de Tania confiando plenamente en ella, sin saber que me depararía aquel viaje. Entonces acabe en mi cuerpo, en el mundo de los vivos. Dudaba si había sido realmente ella quien me había arrancado de aquel ático de muerte para hacerme regresar a la vida, pero ¿quién sino? ¿quién se habría arriesgado conmigo? En mi mente no cabía otra posibilidad, y la conclusión generó otra pregunta ¿significaba que me había perdonado, que sigue queriendo formar una familia conmigo? Intenté no hacerme ilusiones, pero el deseo era tan fuerte que no pude evitar que un pequeño atisbo de esperanza se fuera abriendo camino poco a poco. Podría conseguir olvidarme (o eso creía en aquel momento de emoción) de todo aquello, de mis errores, de mi falta de cordura y valor en el momento preciso, de mi condena... 

Palpe mi nuca y el resto de mi cabeza comprobando, sin esperarlo del todo, que estaba perfectamente. Al mirar alrededor vi a Dylan, que había regresado conmigo. ¿Por qué yo? me pregunté de nuevo, sentía que estaba usurpando el lugar a William, a quien yo condene... Debería haber vuelto él...

Deje que Dylan abandonara la habitación primero y me quede en la puerta, con una mano apoyada sobre el marco. ¿Cómo podía enfrentar aquello? Había confesado haber pertenecido a la banda, habían decidido que debía morir y ahora regresaba en perfecto estado. Ellos pensarán que no merezco este milagro... y yo se que no. 

Observé los rostros de los presentes y pude notar el alivio mezclado con cierta alegría. No habían discusiones y por lo poco que escuche deduje que no se habían producido más muertes. Dean... La alegría me invadió. Quedaría como un mentiroso para muchos pero no me importó. Dean se había dado cuenta de que no era un asesino y lo había dejado, sería considerado inocente. Yo no pude salvarme y sufrí por ello, pero había conseguido salvar a mi mejor amigo. Yo cargaría las culpas por los dos.

Entonces mis ojos se posaron en Tania. Oh... Tania... La había echado tanto de menos. Consiguió abrirme los ojos, me salvó de la muerte y yo... yo le había fallado en todo... Por mucho que ansiara acercarme a ella no lo hice. No la merecía. No podía obligarla a tener que rechazarme de nuevo. Articule un mudo gracias y me apoye en la pared, alejado de quien me consideraba un asesino, sin apartar la mirada de la mujer que tanto amaba con una expresión bobalicona. Deseaba tanto decirle cuanto la amaba, cuanto la quería, cuanto lo sentía... Pero no podía ir hasta ella. Todas las miradas serían arrastradas hacia mi y les haría daño, porque aun en su alegría verían a un asesino vivo entre ellos. No verían otra cosa en mi. Tendría que esperar... por ellos... por Tania...

El sonido de la pianola me hizo abrir los ojos y lo hice sobresaltado, buscando a Dean rápidamente con la mirada, asegurándome de que nadie le había hecho nada mientras yo dormía. Al verlo sano y salvo no pude evitar sonreír, pero era una sonrisa tensa, mientras hacía acopio de valor para salir y enfrentarme a las acusaciones que esperaba llegasen hacia mi hermano.

Sin embargo, la melodía de la pianola tenía algo diferente esta mañana y su alegría parecía estar contagiándose por todo el local. Todavía sin tenerlas todas conmigo miré a mi alrededor, haciendo recuento y respirando aliviado al ver que no faltaba nadie y escuchar que las puertas estaban cediendo. Entonces vi a Dylan y Nicholas salir de un cubículo y mi sonrisa terminó de ampliarse, ahora sí completamente sincera. 

Las palabras de Kana fueron el remate final y me froté los ojos, librándome del cansancio, mientras me giraba hacia mi hermano con una sonrisa de oreja a oreja. - Sabía que no me fallarías, Dean. Sabía que podía confiar en ti, hermano. 

Saqué un cigarrillo y lo colgué de mis labios, todavía apagado, mientras me acercaba a Nicholas y le ponía un brazo en el hombro para apretarlo amistosamente. - Me alegro de que confesaras y de que te hayas redimido, Nick.

Sin añadir nada más me alejé hacia la barra, para sentarme en un taburete y contemplar desde ahí la felicidad y el alivio que parecían embargar a todos los presentes en el lugar. 

Miró a Nathan, con un brillo de alivio casi tangible en la mirada- Se ha terminado...-sin reparar en que otros se encontraban allí, mirándolos, se abrazó a él, y suspiró hondamente. Ya había perdido a su marido y a su hijo, Dylan. Poco importaba lo que hablasen unos y otros con respecto a ese gesto- Se ha terminado. Podremos salir-emocionada, se acercó a su hija, Cassandra, y se abrazó a ella también- Te quiero, cariño, has sido muy valiente. Enterraremos a tu padre y a tu hermano como es debido, lloraremos su pérdida, con tranquilidad, y entonces, saldremos adelante, las dos juntas- dijo, tomando sus manos, cuando escuchó al señor Woods.

- Señor Woods, le agradezco enormemente sus palabras. Sin lugar a dudas necesitaremos toda la ayuda posible para que este suceso no empañe el buen nombre de mi familia y de mi bar. Usted y su hija siempre han sido parte de mis más estimados clientes. Me alegra que al final usted no estuviera implicado en esas horribles muertes- volvió a suspirar, ahora algo más apesadumbrada, con la mirada empañada por las lágrimas- Nada podrá devolverme a mi marido, o a mi hijo, pero al menos, todo ha terminado.

Tania no estaba segura de haber hecho bien. Se despertó pronto y se quedó mirando al techo sopesando sus actos de la última noche, en mitad de la madrugada. ¿Había hecho bien? ¿Había surtido efecto? Un hormigueo la recorría y se revolvió inquieta en su camastro mientras esperaba a que alguien más reaccionase. Cuando notó movimiento se calzó lentamente, con un tremendo cansancio, anticipando la decepción de que su magia no hubiese funcionado, y de que Dean hubiera resultado ser un horroroso asesino como Nick había dicho.

Caminó hacia fuera y entonces escuchó lo que decían y vio a Nicholas. Le sonrió tímidamente y una lágrima se le escapó. No sabía qué hacer ahora, pero se acercó y cogió sus manos.

- Bienvenido de nuevo, Nicholas. - Dijo, mirándolo con una profunda tristeza. - Espero que en esta nueva oportunidad hagas mejor uso de tu vida. Yo... n- no sé si podré perdonarte... pero te quiero. Siempre te he querido y probablemente siempre te querré. - Juntó las manos de él con las suyas y las acercó a sus labios para besarlas suavemente antes de abrazarlo brevemente. Tras un par de segundos, se apartó y dirigió una mirada breve hacia Dean, dolida, aunque había algo de alivio en su gesto, luego a James, a quien sonrió cariñosamente. Después, oyó el lamento de su jefa y caminó hacia ella.

- Señora Flynn... - Señaló a Dylan. - Mire mejor, creo que tiene un motivo por el que alegrarse. - Esperó que la mujer se alegrara al ver a su hijo y luego se giró al señor Woods. - Señor Woods, tiene usted toda mi comprensión. Lo que han hecho mis compañeros es inexcusable, y más cuando han querido implicar a otros, como a usted mismo. - Se acercó un poco a él y le tendió la mano. Luego miró a Krista. - Krista, cariño... ven aquí... - Abrió los brazos para abrazarla. - Ya ha pasado todo, ¿cómo estás?

No me da tiempo de despedirme de Chloe al otro sencillamente. Una sensación extraña invade mi cuerpo y de pronto aparezco en la sala de los cadáveres rodeado de muertos y de Nicholas. Qué hace este aquí? No se suponía que había matado a William? Le miro con gesto neutro mientras me incorporo. me coloco bien el traje y sonrío antes de salir por la puerta.

Espero unos segundos en la puerta antes de acercarme a Chloe y darle un fuerte abrazo.-Gracias cariño. Empezaba a creer que te iba a perder para siempre. Tras unos sentidos segundos me separo despacio de ella y me dirijo hacia mi madre y mi hermana.

Le toco por detrás suavemente el hombro a Natasha, para sorprenderla.-Madre, estoy aquí. Me han traído de vuelta. Intento darle un tono neutro y formal a mi voz, como ella suele ordenarme, pero me es imposible. En aquel momento estoy demasiado feliz como para contenerme. Le doy un fuerte abrazo a mi madre y una lágrima cae por mis ojos.

A continuación me giro hacia mi hermana y le doy un amistoso toque en la nariz, algo que suelo hacerle a menudo.-Me echabas de menos, mujercita?

Me despierto extrañamente relajada, aunque conforme voy saliendo del cubil una creciente angustia se apodera de mí. ¿Y si al salir me encontraba con otra atroz muerte?
Con paso lento me dirijo a donde estaban todos congregados, y es entonces cuando reparo en que Nicholas está vivo... y Dylann también.
No es sorpresa lo que plasma mi rostro, sino felicidad, en su estado más puro. La vuelta de Nick me trae algunas inquietudes, pero ver a mi hermano de nuevo con vida hace que todas las inseguridades se disipen. Al fin y al cabo, si Nick ha vuelto es por algo; confío en que sus palabras de arrepentimiento fueran sinceras.

Cuando se me acerca Natasha no quito la sonrisa de mi rostro:
- Pero... mamá... -digo calmadamente, mirando de reojos a Dylann, quien parece acercarse a nosotras. - Mira... -le aconsejo, igual que hace Tania.

Finalmente, cuando mi hermano se me acerca intento mantener la compostura, pero no puedo. Le rodeo con los brazos y digo sonriendo:
- Gracias al cielo que vuelves a estar aquí...

Durante la noche no había sido capaz de decir o hacer nada me sentía realmente cansada y debil. Ni siquiera tenía fuerzas para alegrarme por Dylan o enfurecer por Nicholas o Dean. No salí de mi cubiculo pues no quería moverme, no quería levantarme. Tampoco me atrevía a guardar esperanzas en mi corazón puesto que no sabía si estabamos realmente a salvo. Hasta que no salieramos de ese lugar no me sentiría segura. No podía recordar la noche anterior, me había encerrado en un cubiculo y luego ya nada... 

Como un zombie me levanté para ir a meterme al baño todos tenía lo que querían incluso Tania tenía a su asesino consigo en cambio yo había perdido a Williams por su culpa y ya no lo recuperaría. Lavé mi rostro y me quedé allí encerrada hoy me costaba más que nunca controlar esos sentimientos negativos que la felicidad de todos me causaba.

Me sorprendo cuando prácticamente ninguna mirada se detiene sobre mi con odio o resentimiento. Era un alivio, y en cierta manera me contente por ello, porque eran capaces de superar mi presencia allí sin que perturbara su alegría. De cualquier forma yo tardaría en perdonármelo a mi mismo... si es que llegaba a ser capaz algún día.

El acercamiento de James también me deja descolocado. No esperaba que fuera a mostrarse tan amigable conmigo tan de repente, después de lo que había hecho... Solo pude responder con una media sonrisa bastante tímida. Había confesado, me había redimido, pero aquello, como bien habían recalcado todos ellos antes de sentenciarme, no borraba mis actos. Fue un gesto agradable que consiguió aliviarme levemente en aquel momento. Pero las culpas no tardarían en volver a atacarme. 

Pero lo que más esperaba eran las palabras de Tania, su contacto y... No... Todo aquello ya era esperar demasiado. ¿Merecía siquiera sus palabras? ¿merecía siquiera sus insultos?... Pero se aproximó, me confesó que aun me quería, cogió mis manos, las besó y me abrazó. Mi corazón se aceleró y mi mente retumbó de júbilo. No podía creerlo...

- No tengo más palabras. Dime que quieres que te demuestre y como, y lo haré. Yo siempre te querré, Tania. - susurré en su oído durante el breve abrazo con voz agitada. Las esperanzas que quería mantener en un rincón, apartadas y olvidadas para no creer en ellas, ahora inundaban mi cabeza... No podía pensar en otra cosa.

La dejé escapar de mis brazos mientras mi mirada la seguía a todas partes, exceptuando un instante que vi a Dean entre los presentes. Asentí ligeramente con la cabeza y le dedique una breve y fugaz sonrisa, había escogido el camino correcto. Era posible que quisiera recriminarme cualquier cosa pero... estaba vivo y había dejado la banda. Ya he pagado por los dos, amigo, y no se si he acabado. Pero lo haré con gusto. 

Colette durmió como una niña. No recordaba cuando hacía que no había dormido así de bien, así de tranquila... desde luego, en ninguna de las noches que había pasado allí. No entendía porque, si no fuera porque se notaba el hecho que estaba despierta, pensaría que la habían matado. "No es que fuera muy injusto", se dijo para sus adentros, antes de ver que estaba ocurriendo.

Para su sorpresa, no sólo nadie había muerto, si no que además no una si no dos personas habían resucitado. La vuelta de Dylan había alegrado a Colette, pero la había dejado sorprendida el regreso de Nicholas. La modelo se temía lo peor... cuando los miembros del bar comentaron que parecía que ya iban a salir pronto del local. "¿Ya había terminado todo?" - se preguntó, y viendo y escuchando al resto eso pareció. Dean había renunciado a seguir siendo un sin-rostro, y parecía que Nicholas una vez muerto ya no tenía ninguna intención de seguir siéndolo de nuevo en vida. No sabía como quedaría el tema judicial, pero se alegraba que otra familia pudiera salir de allí completa.

Entonces Colette se percató que no estaba allí Sharon y se preocupó por ella. Quizás al final lo de unir a Nicholas y Tania no había resultado el desastre esperado, pero si había destrozado el corazón de la pequeña Monroe cuando la enamoró de un hombre casado. Un hombre que seguía muerto. Colette se acercó hasta el cubículo donde dormía Sharon y entró tímidamente, para ver como estaba. - Sharon, yo... - intentó decir más al verla, pero su culpa se le atragantó y no salió nada más de su boca.

Cuando volvía del baño me encontré con Colette que estaba en mi cubiculo, la ira que antes sentía había sido remplazada por un fuerte sentimiento de cansancio y desesperanza. Simplemente entré en el cubiculo saqué un cigarrillo y le ofrecí uno a ella.

- ¿Quieres?-  encendí el cigarrillo sin mirarla apoyando mi cuerpo en la pared- ¿Vienes a disculparte? ya no importa. No es todo tu culpa, desde que nací que estoy destinada a estar sola. Mira Tania y Chloe tienen su final feliz, a nadie le importa que Nicholas fuera un asesino y seguro nadie la culpará por estar feliz ahora que ha vuelto. En cambio yo de nuevo me quedo sola, siempre ha sido así. Chloe es afortunada tiene la personalidad y la belleza yo solo tengo a mis estupidas flores.

Tiré el jarron al suelo conteniendo las lágrimas.

- Pero me quedo tranquila sabiendo que la culpa no te va a dejar en paz y además al menos no estoy muerta.  No te sientes tu también un poco sola? no soy la mejor compañía ahora pero tengo cigarros, se los robé a uno de los trabajadores. Son amargos lo que va muy bien con mi animo ahora.

En cuanto me levanto lo hago con la sensación de que hay algo diferente. La melodía de la pianola ha cambiado, eso seguro, y en cierta manera mi humor no podría ser mejor.

Me dirijo directamente a comprobar cómo están los demás, y la sorpresa de ver que no sólo no hay nadie muerto, sino que dos han vuelto a la vida, es enorme. Aún así, no puedo evitar mirar con desconfianza a Dean y a Nicholas hasta que el joven del servicio nos informa de que las puertas pronto podrán abrirse. La compañía de Natasha y las buenas noticias mejoran aún más mi humor. Recibo su abrazo con júbilo, y cuando veo que el señor Woods se acerca a nosotros aparentemente con intención de hablar sólo con ella le hago un gesto, indicando que seguiremos hablando enseguida.

Luego me acerco a Dylan con gesto afable y le doy una palmada familiar en el hombro antes de hablar. - No creerías que te ibas a escapar de Chloe tan fácilmente, ¿no? - bromeo, antes de acercarme a mi hermana Sharon. - No digas esas cosas, anda. - le pido, pasando un brazo por sus hombros - Te lo dije antes de que todo esto pasara: ya encontrarás a alguien. Chloe ha tenido suerte... pero ya verás como pronto tú también. Además, seguro que después de esto conocerás un montón de gente, aunque sólo sean policías y periodistas.

- ¡Dylan!-absolútamente sorprendida, se abrazó a su hijo, con los ojos anegados en lágrimas- Oh Dios mio, gracias...- besó repetidamente sus mejillas, como hiciera en su día cuando él era niño. Natasha era en ese momento una madre emocionada, una madre incontenible- Gracias, gracias...-dijo, palpándole el rostro, el cabello, los hombros. 

Estaba ahí. Dylan. Su Dylan. Sano y a salvo y de una pieza.

La mañana comienza como las últimas, con el sonido que ya empezaba a odiar de la pianola. Abro los ojos y todo es diferente. Sé lo que ha pasado y salgo corriendo de mi habitáculo para ir donde se encontraba el cadáver de mi prometido. Le abrazo con fuerzas y le beso en los labios. - Oh, Dios mío... Sabía que tenías que volver. No iba a dejarte solo nunca, ya lo viste en ese ático, pero estoy tan feliz de que hayas vuelto. 

Tras un rato abrazado al auténtico cuerpo del que iba a ser mi marido, aunque el otro lo sentía igual de real, me acerco a mi hermana, que está manteniendo una acalorada conversación con Colette. La agarro primero de las muñecas y luego la abrazo con fuerza. - Es el dolor el que habla por ti, Sharon. Jamás estarás sola, ninguno de los tres lo estará. Sabes que somos uno y más aún después de lo vivido estos horribles días. Encontraras a alguien a tu altura... No tienes que ser segundo plato de nadie, hermana... Tú no mereces eso.

A Nicholas tan solo le dedico una mirada, acompañada de un gesto con la cabeza, negando, dándole a entender que no ha cambiado mi opinión respecto a la que tenía antes de morir y en el ático.

Las sorpresas aún no cesaban y la alegría de los reencuentros inundaba el lugar.

Algo más roba su atención cuando la puerta donde se encuentran los difuntos se abre y sale una figura más de allí. El ministro, William Cox, había regresado también y se pasea por el lugar buscando a Sharon.

No había visto aparecer al señor Cox y se había dado por perdida, pero en cuanto lo vio aparecer, soltó un pequeño grito.

- ¡Señor Cox! - Exclamó, y se le saltaron las lágrimas. - ¡Ha funcionado! ¡Está usted de vuelta! ¡Siento muchísimo lo de su muerte, de verdad! Yo estaba convencida, cuando ocurrió, que quien lo envenenó hizo bien... Me alegro muchísimo de verlo de vuelta. - Miró hacia Sharon. - Señorita Monroe... no se aflija, mire quién ha vuelto.

Escuchaba sin interés las palabras de mis hermanos, siempre habían tenido las vidas perfectas con los amantes perfectos. Ellos no podían entender a su hermana quien siempre había estado a su sombra. Los quería mucho a pesar de ello pero en momentos así sus palabras me resultaban vacías.  Incluso Chloe trataba de animarme con esas palabras, sobre ser segundo plato.

- A él no le dices lo mismo verdad- miré de reojo a Nathan- no se amarguen conmigo vayan y disfruten de toda esa algarabia.

Me puse de pie, el cubiculo ya se había llenado y no apoyaba para nada mi deseo de estar sola. Cuando salí casi me desmayo otra vez, al ver que Williams salía de aquel cubiculo con mi mala suerte su esposa vendría justo detrás de él. En vez de ir a abrazarlo como lo harían todos me fui a encerrar al baño, no me había maquillado y además había desconfiado de él maldiciendolo. No sabía si salir  y dar la cara o quedarme para siempre ahí en el baño, igual era un lugar bonito.

- Hola William- al final salí del baño luego de maquillarme apropiadamente aunque no me atreví a abrazarlo efusivamente después de todo hasta ahora nunca habíamos tenido contacto real y mi amor por el había sido inducido por Colette.