Partida Rol por web

Una nueva noche en el bar Luna Pulchra. El bar abre sus puertas siempre a la misma hora y sus clientes esperan con ansias su turno para entrar. Al ser una clientela de una posición social tan alta, no puede haber prelación alguna entre los asistentes.

El bar se encuentra celebrando una noche de fantasía, en honor a la hija del dueño del bar, Cassandra Flynn, por haber cumplido la mayoría de edad. Aunque para ella no era un gran acontecimiento, sus padres creían que ella merecía un reconocimiento de parte de la más alta sociedad y eso le dieron. El lugar estaba adornado con diversos colores nuevos, había cocteles gratis para todos los invitados con su consumo y a pesar de la gran educación, no podía evitarse que algunos se pasaran un poco de tragos y se dejaran llevar por la alegría de la noche.

La banda, con Tania como la imagen, tocaban la más dulce música para sus invitados. Todos estaban fascinados con ella pues hoy estaba más brillante que nunca y a pesar de que la fiesta era dedicada a Cassandra, Tania era una estrella muy 

brillante. El dueño del bar, agradecido, dijo a la banda que podían tomarse un descanso y disfrutar de la velada igualmente. El hombre envió a uno de sus meseros para que activara la pianola, y así el bar no se quedaría sin su música y la banda podría descansar por un rato.

Cada uno de los invitados se posicionaba en sus mesas habituales, las cuales iban organizadas a los costados del escenario para que todos pudieran disfrutar del espectáculo y detrás de ellas, habían puertas movedizas que servían como cubículos para las reuniones importantes. Eran lo suficientemente grandes y cómodas como para albergar reuniones de diez personas, debido a la naturaleza de su clientela, mas pocas eran las veces que habían sido usadas.

Todos los jóvenes deseaban compartir un pequeño baile con la agasajada, así que Cassandra no había podido sentarse en toda la noche y con tantos bailes, comenzaba a sentir el efecto de aquellos inofensivos cocteles.

Esta podía calificarse como la reunión más elegante que la ciudad de Nueva York hubiera podido haber visto en años. Por esto, sus asistentes hacían gala de sus mejores vestidos, sus más finas joyas y todos se preocupaban por ostentar su posición económica al otro gran número de aristócratas.  

Tania se bajó del escenario en cuanto comenzó a sonar la pianola, aún cuando resonaban los aplausos por el trabajo que habían hecho hoy. La noche de ese día era importante: mucha gente iba a venir al Luna Pulchra, y la hija de la dueña cumplía su mayoría de edad, por lo que era necesario dar no solo una buena impresión de sí mismos, sino del bar en sí, del que ellos ya casi formaban parte indisoluble.

Recorrió la estancia y fue hacia la agasajada con una amplia sonrisa.

- Señorita Flynn, ¡muchísimas felicidades por su cumpleaños! - Alargó su mano para coger la de ella de forma cercana. - Espero que lo esté usted pasando fantásticamente y que le estén gustando las canciones que le estamos dedicando. Me alegro mucho por usted, disfrute de la noche. 

Al terminar se apartó un poco sin quitar la sonrisa y miró alrededor, buscando a la madre de Cassandra con la mirada. Ella era la jefa y no era buena idea dar una mala imagen, así que en cuanto la reconoció, alhajada de pies a cabeza, suavizó un poco su sonrisa y con las manos juntas a la altura de su ombligo, apoyadas en su vestido, hizo una pequeña inclinación a modo de saludo respetuoso.

Edward se encontraba fuera de lugar en aquel bar. Todos los allí presentes quitando a los miembros de la banda y a sí mismo eran la creme de la crema de la sociedad de la ciudad. Edward se había esmerado en limpiar su traje, sus zapatos y su sombrero e incluso había comprado una camisa y una corbata nuevas para la situación. Sin embargo, mientras esperaba para entrar no pudo evitar desentonar en aquel lugar. Por Dios... todo la ropa que llevaba puesta no valía ni la mitad de dinero que los gemelos de aquel tipo que tenía delante....

No obstante Edward hizo acopio de todo su valor para entrar en aquel lugar. Había tenido que mover demasiados hilos para conseguir ser invitado a la fiesta de la señorita Flynn y por supuesto no tenía ninguna intención de desaprovechar la ocasión.

Una vez dentro del bar trató de colocarse en una mesa no demasiado llamativa. Pidió un trago de Whisky y encendió un cigarrillo mientras observaba como la gente se movía al son de la música y se dejaba llevar por la inercia del local así como por el alcohol que poco a poco los invitados iban introduciendo en sus cuerpos.

Sin duda alguna la banda tocaba bien e incluso Edward llevó el ritmo de la música con sus pies, recordando antiguos tiempos en los que él también bailaba y disfrutaba de la música... Unos tiempos cercanos pero que para Edward parecían lejanos, demasiado lejanos...

Acabada la jornada y las horas extras en el trabajo y cuando estaba preparándome para salir del gabinete del ministerio y dirigirme tranquilamente a mi casa me acordé de que me había invitado a la fiesta en el Luna Pulchra. Tras dejarle un mensaje a mi esposa de que me reuniría con ella en el local sin pasar por casa, decidí pasar desapercibido hasta su llegada.

Entre en el bar cuando aun tocaba la banda y me quedé de pié mientras esperaba que el local se llenara un poco. 

Me acerqué a la barra y me pedí un whisky con hielo mientras disfrutaba de la música tranquilamente. Pensaba en acercarme a la homenajeada pero al ver que una joven se me adelantaba me encogí de hombros y con un par más de vasos me acerqué al resto de la banda.

-Buena tonada caballeros. Están a la par de su buena reputación. Soy William Cox, encantado.- Dije mientras les entregaba los vasos con un gesto amable aunque algo parco.

Parecía que de momento no tendríamos que seguir tocando y podríamos relajarnos un poco... Aún no confiado del todo y sin quitar ojo a la jefa por si cambiaba de parecer, guardé la trompeta en su estuche y justo me disponía a ir al baño para aliviar la vejiga cuando el por todos conocido ministro William Cox se presentó con unos vasos, halagando la actuación.

- Gracias, Señor Cox, es usted muy amable. Celebro que le haya gustado, siempre es agradable encontrar alguien que sabe disfrutar de la buena música.

Cogí un vaso y lo agité lentamente, haciendo tintinear los hielos; nunca fui demasiado amigo del alcohol pero no le haría ascos a una copa de buen whiskey.

Una gran noche comienza. Entro en el local junto con mi prometido sin separarme mucho de él, charlando animadamente con los invitados a la fiesta de su hermana que se acercan a nosotros, riendo con sus chistes y bromeando con ellos.

Llegado cierto momento de la noche, le digo a mi amado, con una sonrisa dibujada en mis labios: - Querido, voy a saludar a tu hermana, que parece que ya está un poco menos solicitada. No tardo. 

Me acerco a Cassandra, la que en no mucho sería mi cuñada, dirigiéndome a ella con mucha simpatía. - ¡Cassandra! ¡Muchísimas felicidades! - Le doy un breve abrazo y me quedo agarrándole las manos de forma afectuosa. - ¡Qué fiesta tan fantástica! ¿Está resultando todo como lo esperabas? Si no, dímelo, y le daré un tirón de orejas a tu hermano, que hoy es tu día, jejeje. - Le digo, bromeando.

Cuando nos indicaron que podíamos hacer una pausa, todavía pulsé algunas teclas del piano como despedida. Vaya, la fiesta estaba siendo magnífica y estábamos tocando como nunca. Saqué del bolsillo del chaleco un pitillo y lo colgué de mis labios, sin encenderlo todavía. Nunca tuve costumbre de llevar un mechero encima, pero siempre se termina encontrando alguien que te ofrece fuego.

Al bajar del escenario de un salto, echando un vistazo al local para buscar caras conocidas, me encontré a mi hermano junto al ministro y me acerqué a ellos con una enorme sonrisa, aceptando el vaso que el hombre me ofrecía para dar un buen trago de su contenido. - Muchas gracias, señor Cox. Es un verdadero honor tocar para alguien como usted. Me alegro de que le haya gustado la actuación. No se vaya muy lejos, pronto habrá más...

Con una sonrisa de disculpa me alejé un poco tras decir estas palabras, buscando con la mirada a una joven a la que había visto desde el escenario, para encaminarme hacia ella. - Vaya, Krista... Estás preciosa esta noche, ¿qué te has hecho? ¿Es algo en el pelo? Realmente brillas de una manera especial, no he podido evitar fijarme en ti desde ahí arriba.

Llegó a Luna Pulchra con su hija, tomándola del brazo, como todo padre protector haría. Sonrío a los conocidos, y a los no tan conocidos, pero que podrían llegar a ser importantes socios, pues el veía aquella celebración no como tal, sino más bien como una oportunidad de hacer contactos y conocer gente que le ayudase a expandir más su fortuna mediante el negocio, y también ganar algo más de publicidad.

Se separó unos instantes de ella, teniendo un paquete en el brazo, parecía un estuche forrado en terciopelo azul, con un listón en él. Aquel instante basto para que uno de los músicos se acercara a Krista, cosa que al hombre no le pareció, pero si poco correcto. Se adelanto al saludo de su hija, y dedico una seria mirada al chico.

- Disculpe, joven.- Una mirada más atenta le hizo darse cuenta de que se trataba del pianista.- Imagino que el obvio talento que tiene para tocar el piano ha venido acompañado de mucho trabajo, y paciencia. Paciencia que espero pueda repetir unos instantes, mientras yo y mi hija vamos a saludar a la joven Cassandra Flynn.- Tomó nuevamente a Krista del brazo, mientras miraba a la chica. Sintió que no había sido muy agradable con el pianista, que parecía ser amigo de su hija, y antes de recibir cualquier de ella, volvió a dirigirse al muchacho.- Luego sería un agrado invitarle un trago, joven, y de paso me cuentan como es que se conocen.- Le sonrió, y luego partió con Krista hacia la joven Flynn.

Se acerco a la cumpleañera, y le dedico una amistosa sonrisa antes de inclinar su cabeza hacia ella a modo de saludo.- Esperamos que la este pasando bien en su fiesta, señorita Flynn. Tenga, un presente de parte de los Woods.- Y soltando el brazo de su hija, le ofreció el estuche mientras lo abría, dejandole ver su contenido.

No veía a mi hermano y mi hermana parecía estar muy ocupada con su novio y con Cassandra. Me relegué a un sillon con una copa... la cuarta de esa noche buscando en su agridulce sabor la voz que creía haber perdido. Estaba mareada, un poco ebria quizás pero eso no evitaba que siguiera escondida en mi capullo. Me acerqué a Cassandra imitando a mi hermana haciendo un esfuerzo por no tambalearme. 

- Felicidades, es una fiesta maravillosa y realmente la mereces- le dije con una enorme sonrisa- además te ves realmente hermosa, opacas los arreglos florales que hice para ti.

Suspiré de felicidad, los cumpleaños eran fiestas hermosas, a mi me gustaba compartir mi cumpleaños con mi hermana  porque ella siempre hacía todo más especial.

- Chloe has visto a Nathan?- me tambalié un poco por culpa de los tacones y el alcohol que tenía en la sangre.

Todo parece marchar según lo previsto. Todo el mundo se entretiene. Los músicos han superado las expectativas y todo parece marchar perfecto. En realidad no me extraño demasiado, mi madre siempre cuida hasta el más mínimo detalle, no iba a ser menos el día del cumpleaños de mi hermana pequeña.

Paso gran parte de la velada con mi prometida, Chloe, pero conversando con los demás invitados exclusivos a la fiesta. En ningún momento de la noche se borra la sonrisa de mi rostro. Bromeo con quien tengo que bromear a la vez que hablo sobre temas serios con quien toca.

En un momento de la noche Chloe se marcha a hablar con mi hermana y yo la observo marchar aún sonriente admirando lo bien que le queda el precioso vestido de Chanel que le he comprado para la ocasión. En realidad cualquier cosa luciría hermoso en ella, pero solo se merece lo mejor y yo procuro dárselo siempre.

No quiero molestar a mi hermana, ya que veo que se ha congregado un grupo importante de gente a su alrededor. Al fin y al cabo es su gran día. Al encontrarme repentinamente solo busco a alguien con la mirada y encuentro a Kana. Había oído sobre su sorprendente ascenso en la sociedad desde su llegada junto con su hermano. Además, me apetecía una conversación ligera y despreocupada y era muy probable que ella fuera a dármela. Me encamino hacia ella con una sonrisa y cojo dos copas por el camino.-Buenas noches, Kana. Le apetece un trago a la salud de mi hermana?

Al fin había llegado el día. No sabía quién estaba más impaciente por la llegada del mismo, si mis padres o yo misma. Mis padres habían organizado una gran fiesta en nuestro local para celebrar mi entrada en la mayoría de edad.
Mi madre había estado instruyéndome desde que ella consideró que tenía la edad oportuna para comportarme en sociedad, que junto con su presencia, además de la figura de mi padre, y sobre todo la de mi hermano, más cercano a mí en edad, me aportaban la confianza y seguridad necesaria para afrontar aquella noche. Sabía que a la fiesta asistirían personalidades importantes, por lo que el deber social que requería aquella noche era elevado.

Conforme iba pasando la noche, los invitados se acercaban para felicitarme personalmente.
- Muchísimas gracias, señorita Evans -digo entusiasmada. Aquella mujer resplandecía con luz propia, y la música que su grupo tocaba era realmente buena. - Esté segura de que estoy disfrutando de su música; nada podría alegrar más esta noche que vuestras melodías. Pase también una agradable noche, y muchas gracias de nuevo.

Con un cóctel en la mano, seguía saludando a los invitados según iba teniendo ocasión. Veo que se acerca Chloe, la prometida de mi hermano.
- ¡Chloe! -la abrazo yo también cuando ella lo hace, intentando ser cauta con la bebida que llevaba en la mano para evitar manchar su vestido. ¡Muchas gracias! La fiesta está resultando mejor de lo que esperaba... -le digo, mientras emito una carcajada- no te preocupes. Con respecto a mi hermano... bueno -río nuevamente- lo ha hecho lo mejor que ha sabido, ¡y no es poco! Le vuelvo a dar un abrazo y me despido de ella, dándole de nuevo las gracias y deseándole que pase una velada estupenda.

Sigo conversando levemente con los invitados; noto un ardor en las mejillas, y siento las piernas flojas. Pienso que serán los efectos de la bebida, así que modero mi consumo por mi bien. Se acerca el señor Woods con Krista, a la cual saludo con una amplia sonrisa.
- Muchas gracias, señor Woods. Espero que ambos estén pasando una fantástica noche. Cuando el señor Woods abre el obsequio que me ofrece por mi cumpleaños me quedo sin palabras. - Oh... no era necesario, señor. Es realmente precioso... -lo saco de su estuche, para observarlo mejor- de veras, muchísimas gracias. Dejo la copa vacía en una mesa, y me pongo el collar. - Realmente precioso... Espero que se diviertan muchísimo, y gracias por asistir.

Al poco rato veo como se acerca Sharon, un poco tambaleante. La abrazo cuando me felicita, y le agradezco que haya venido.
- Muchísimas gracias, Sharon. Sonrío educadamente ante el cumplido de la joven. - Para nada, sin ellos esta fiesta sería menos bella... Tú también vienes hermosa -le digo, mientras la alejo de mí para observar mejor su vestido- ¡mírate! Verdaderamente espléndida. Le agradezco de nuevo la felicitación, y le deseo que pase una buena noche.

Durante la primera parte de la velada recibo a los invitados con familiaridad, mostrando una amable sonrisa en todo momento. Lo cierto es que la ocasión lo merece. La mayoría de edad de Cassandra sería una celebración sólo comparable a la próxima boda de su hermano.

Cuando se produce el descanso de la actuación me acerco a hablar con el jefe de los camareros para comprobar que todo esté en orden. Desde luego hoy no es día de que Natasha tenga que encargarse de nada.

Después, más libre, doy una vuelta por el local, saludando a unos y parándome a conversar con otros. Cassandra ya ha tenido mis felicitaciones a lo largo del día, y ahora parece ocupada. La veo desenvolverse con naturalidad entre todos, y no puedo evitar una media sonrisa. Desde luego en eso ha salido a su madre. Al ver que mis hermanas la acompañan decido acercarme igualmente, y sostengo de inmediato a Sharon con una mano. Debe ir ya al menos por la cuarta copa.

- Estoy aquí, querida. - le digo. Siempre me ha resultado gracioso verla en ese estado - ¿Cómo va la noche?

- Eres tan dulce Cassandra por favor no hay punto de comparación, yo ya estoy muy vieja.- bromeando me alejé para permitirle disfrutar de los otros invitados topandome con Nathan. De la sorpresa me tropecé lo que disimulé abrazandole- ahí estás creo que me han descuidado mucho esta noche... estos cocteles son muy traicioneros.

Me separo de mi hermana feliz de encontrarlo y aliso mi vestido para darme un aspecto más cuidado. Miro alrededor, termino de vaciar mi copa y en cuanto pasa un camarero por mi lado cojo otra.

- Estoy muy aburrida, quizás debería conseguirme un novio como Chloe... ella se casará y me quedaré sola con mis flores. Porqué no me presentas algún amigo hermano?

Sonreí de oreja a oreja al señor Woods cuando se interpuso entre Krista y yo. - Por supuesto, señor. Paciencia es mi segundo nombre, ¿sabe? - Y guiñándole un ojo a Krista me alejé de ellos para acercarme a Cassandra Flynn. Tomé una de las manos de la muchacha e hice una inclinación a modo de reverencia delante de ella, antes de dejar un ligero beso en el dorso. 

- Felicidades, Cassie. Estás espléndida esta noche. Espero que estés disfrutando de la velada. ¿Quieres que toquemos alguna canción en especial para ti?

Antonella habia llegado junto a Collete a la fiesta, habian planeado antes de venir de permaner juntas toda la noche por si acaso, aunque no por ello planeaban no divertirse aprovechando que habian sido invitadas a un bar tn glamuroso como la Luna Pulchra.

Sin faltar a su profecion, Antonella se recluyo algunos dias en su taller para trabajar los vestidos hermosos que usarian sa noche las amigas. Al final termino haciendose un vestido vestido blco con varios detalles florares en la parte baja del vestido, junto a un largo collar de perlas que llegaba hasta la cintura.

Estuvieron desde el principio escuchando tocar a la banda y disfrutando de los cocteles gratis que entregaban. Cuando todo termino y luego de aplaudir impresionada con la banda y su cantante. Colette estas lista para deciarle un feliz cumpleños a la chica? le pregunto mientras se giraba a ella para ver como se encontraba. Antonella sostenia el regalo para la chica un vestido de su propia creacion.

"Elegantemente tarde" fue el primer pensamiento de la hermosa mujer de cabello negro al mirar el delicado reloj en su muñeca. Un regalo de su esposo, un gran hombre y de muy buena familia. Aunque era un hombre ocupado, pero no se podía pedir menos, un gran trabajador y hombre de negocios... Y encantador, no había manera de decir que el hombre tenía un aspecto negativo.

-Muchas gracias- Dijo al ver la puerta de la limusina abrirse. Posó su mano delicadamente en la mano del chófer y salió, con un delicado movimiento ajustó su vestido y se dirigió a la puerta del bar, entrando tranquilamente y mirando alrededor, ya la fiesta estaba empezando, así que se dirigió con una sonrisa a la gente que pasaba, dando pequeños saludos de cortesía hasta llegar donde estaba su esposo, quien terminaba entonces de hablar con los músicos.

-Hola, querido...- Dijo la mujer mientras colocaba su brazo derecho alrededor del izquierdo del ministro, sonriendo levemente y tomando una pequeña caja de su cartera -El regalo de la señorita Flynn- Dice dejándolo en sus manos y sonriendo tranquilamente, lista para caminar hacia la cumpleañera.

Cojo la mano de mi esposa y deposito un suave beso en su mejilla. Una mujer elegante, con clase y preciosa como ella sola. Cuando me dijo que ella se encargaría de elegir el regalo de la muchacha me quedé mucho más tranquilo, por que de haberlo elegido yo... Sería util, sería práctico, pero no sería lo que la joven querría.

- Querida, que bueno que hayas llegado. Hacía mucho que no salíamos una noche ¿Verdad?- Dije con una sonrisa a mi mujer.- Deberíamos aprovechar que la cumpleañera está saturada y rodeada, así pasaremos desapercibidos... -Dije mirando a la homenajeada. 

La cantante se dedicó a mirar a los demás con una sonrisa durante un par de segundos, divertida al ver los efectos de la bebida en los parroquianos. Al ver que todos estaban saludando a Cassandra, prefirió no entorpecer el paso y fue al encuentro de la banda. Al girarse vio a Krista Woods con su padre y la saludó con una amable sonrisa y un gesto con la mano, sin querer molestar mientras felicitaban a la señorita Flynn.

Cuando llegó a la barra miró los vasos con los que contaban sus compañeros y los señaló con la mano.

- Ey, ¿habéis empezado sin mí? - Dijo, divertida, con los brazos en jarra, obviamente fingiendo ofensa. - Todo este tiempo y aún no sabéis lidiar con señoritas. Hay que ver... - Se acercó a Nicholas y puso una mano sobre su pecho con cariño. - ¿Qué tal lo estás pasando? - Preguntó, en voz baja, mirando a sus ojos y alternativamente al resto de su cara y su pecho.

Cuando llego al Luna Pulchra lo hago del brazo de mi padre, él ofreciéndome su brazo derecho y yo aferrada a él permitiéndome sentirme protegida por mi padre.

En el momento en que mi padre se aleja, James se me acerca y me alaga con sus palabras. Mi rostro se ruboriza y sonrío dispuseta a contestar, pero antes de poder decir nada, mi padre regresa y le arenga aludiendo a su paciencia, aunque afortunádamente luego corrige sus modales.

-Padre, no se preocupe, es solo un amigo - Bajo el tono - Y uno bastante guapo, ¿no cree? - Río un poco.

Dedico una segunda sonrisa a la señorita Evans cuando me saluda, ciertamente admiro a esa mujer.

Al llegar junto a Cassandra, le sonrío amablemente y me llena de ilusión ver su respuesta ante nuestro regalo.

-Te queda genial, cielo - Le digo con un tono agradable a mi amiga antes de dedicarle una última sonrisa de despedida para que vaya con el resto de invitados.

El humo del cigarro subía en espirales  desde su boca al escaparse a través de sus labios, el chico miraba en silencio su copa y a su alrededor, salvo por unas pocas celebridades conocidas el resto le parecían de poco interés. Miró a su hermana dedicándole una dulce sonrisa sin embargo sus pensamientos estaban muy lejos de ella y de la fiesta que acontecía a su alrededor. Dejó el cigarro en el cenicero y tomó un sorbo del whysky seco que hace rato había pedido, recorrío con los dedos las estrías de la mesa de madera y de algún modo supo que no era el único fuera de lugar allí, rodeados de tanta magnificiencia... Sino fuera por su hermana todo carecería de sentido alguno.

- ¿Estas disfrutando Kana? - preguntó sin aparente interés, más que nada por romper un poco el hielo y saber si ella estaba o no a gusto en el lugar, quizás tuviera una excusa para tomarse un respiro e ir al porche o a alguna terraza de haberla.

No pudo evitar dirigir su mirada a Cassandra Flynn, realmente lucía espectacular aquella noche, pero ¿cuando no lo hacía?. Parpadeó un segundo para volver su mirada a su encantadora hermana y suspiró volviéndose a llevar el cigarro a la boca, mientras aspiraba fuerte dejándose llevar por el humo y la música de la pianola.