Partida Rol por web

Mara despertó sola. Alarmada, miró alrededor y descubrió que ya no se encontraba en el bosque de los esqueletos. Estaba en un lugar oscuro y frío, que olía a humedad. No podía ver casi nada en aquél sitio, aunque había una extraña luz azulada que iluminaba tenuemente lo que la rodeaba. Miró hacia arriba y descubrió que aquella luz venía de una pequeña bola suspendida sobre su cabeza. Una luz mágica, sin duda.

Oyó un ruido a su derecha, e inmediatamente descubrió que no estaba sola. La elfa que se llamaba Ilwen estaba allí también, y al igual que Mara, acababa de despertar. Ninguna de las dos estaba atada ni inmovilizada en modo alguno, así que la elfa se levantó casi de inmediato y sacó su daga.

—¿Dónde demonios estamos? —preguntó, aunque no parecía esperar obtener una respuesta. Luego miró sorprendida su propia arma, y se palpó el pecho y las piernas—. No me han quitado nada... No lo entiendo.

Entrecerró los ojos, tratando de distinguir algo en la oscuridad. Luego hizo un gesto con la cabeza.

—Estamos bajo tierra, no hay duda —dijo—. Y es un sitio grande... no veo paredes ni muros cerca.

Se despertó en la semioscuridad de donde se encontraban. No recordaba mucho de lo que había pasado, solo recordaba haber sentido sus ojos muy pesados y caer en la oscuridad del sueño. Se levantó con cuidado y vio que no estaba sola. Una de las elfas estaba allí con ella.

-No sé donde estamos.

Ella también comprobó si lo tenía todo. Si no les habían quitado nada podía significar que ellas no tenían lo que buscaban sus atacantes. Miró a su alrededor para encontrar un camino.

-Es peligroso vagar por aquí saber donde estamos.

Ilwen no dijo nada, pero asintió para dejar claro que estaba de acuerdo. Siguió mirando alrededor, y parecía concentrarse en ciertos puntos a medida que sus ojos iban recorriendo la penumbra.

—Hay caminos cerca —dijo—. Y esas molduras... Esto... parece una fortaleza enana. O una mina. Pero es como si la hubieran abandonado hace mucho tiempo.

La elfa pareció dudar un momento, pero después se metió la mano en el faldón y sacó la esfera verde que habían visto en el bosque. Murmuró unas palabras y la esfera se iluminó. La luz verdosa les permitió comprobar que estaban en una sala de planta octogonal, muy amplia, tallada en la piedra y decorada con motivos geométricos típicos del arte enano. Había tres galerías que se abrían en los muros, y las tres se adentraban en la oscuridad.

—Admito que no me gusta la idea de perderme aquí... —dijo Ilwen—. Pero tengo que encontrar a mi hermana cuanto antes. ¿Quieres venir o prefieres ir por tu cuenta?

-Voy contigo. Sería un suicidio separarse en estas circunstancias, ¿no crees?

Miró a su alrededor, sorprendida por la habilidad enana de construir tal magnitud de salas bajo tierra. Nunca había estado en una ciudad enana y ese lugar era impresionante. Aunque su lugar estaba en un lugar donde pudiese ver la luz del sol. Seguramente, Ilwen se sintiese de la misma forma.

Aunque con varios túneles, quizá se perdiesen.

-Debemos marcar el camino que seguimos, para no perdernos.

Ilwen se paró al escuchar aquello y asintió.

—No es mala idea —dijo—. ¿Tienes algo con lo que podamos hacerlo? En el peor de los casos podríamos hacer marcas en el suelo, o algo así, pero la roca labrada por los enanos es dura...

Se agachó para rebuscar en la bolsa que llevaba al cinto. En aquél momento, se escuchó un sonido mecánico que parecía venir de algún lugar lejano. Las dos se pusieron en guardia.

—Alguna maquinaria enana —murmuró Ilwen—. Parece ser que abundan en las excavaciones de los enanos, aunque no sabría decirlo con seguridad. Es la primera vez que me veo en un lugar como este...

-Pues...

No le dio tiempo a responder ya que un sonido mecánico comenzó a resonar al fondo. Miró en aquella dirección. Quizá fuese buena idea buscar el origen del ruido. Si la maquinaria enana estaba en marcha, significaba que alguien debía de haberla puesto en marcha.

-Quizá deberíamos buscar su origen. Supongo que encontraremos a alguien. Quizá... algunas respuestas.

La elfa asintió para mostrar su acuerdo. Al menos era una dirección a tomar...

Se pusieron en marcha sin perder tiempo, y para marcar el camino por el que habían ido, Ilwen sacó de su faltriquera un saquito que contenía un polvillo que se iluminaba cuando ella lo soplaba. Dejó un montoncito en el suelo, que se quedó allí emitiendo una tenue luz anaranjada.

—No durará demasiado, así que será mejor que nos demos prisa...

Se pusieron en camino y se dirigieron a la salida de la sala que estaba en la dirección por la que se escuchaba aquella maquinaria, fuera lo que fuera. Salieron a un pasillo ancho y decorado con más figuras geométricas, que se dividía en tres al final.

El sonido mecánico parecía provenir de enfrente, pero no lo hubieran podido decir con seguridad. Lo único cierto era que el pasadizo de la derecha descendía, mientras que los otros dos continuaban al mismo ras que aquél en el que estaban.

Asintió. Comenzaron a caminar en dirección al sonido. Con la tenue luz de la lámpara mágica de Ilwen podía apreciar los grabados en las paredes. A pesar de la sencillez de las figuras geométricas, sin duda era hermoso. Aunque con una luz más adecuada se podrían apreciar mejor.

Tras una caminata no muy larga, llegaron a una bifurcación. Se acercó a cada pasillo para observarlos. A penas se veía unos pocos metros más adelante. Era difícil encontrar algo diferente en esos caminos, salvo que uno de ellos iba hacia las profundidades de la tierra.

Intentó percibir algo más de cada uno de ellos.

Después de examinarlos con cuidado, Mara se dio cuenta de que por el pasadizo de la derecha se escuchaba el rumor del agua al correr. Era como si aquél camino condujese a un río subterráneo.

-Ese túnel lleva a un río subterráneo. Si la maquinaria enana estuviese movida por la fuerza del río, sería un buen lugar para continuar. Ir curso arriba nos llevaría hasta ella. Es la única cosa que tenemos. Los otros dos túneles no tienen nada fuera de lo normal que yo pueda ver u oír. Siempre podemos echar un vistazo y si no nos gusta lo que vemos, podemos volver aquí. 

Miró a la elfa para ver que opinaba. Ella creía que era una opción viable, pero no tenían todo el tiempo del mundo y quería que Ilwen también accediese a eso. Al fin y al cabo, la elfa tenía más que perder que ella. Su hermana se encontraba en otro lugar y ella quería llegar hasta ella lo antes posible. En cambio, Mara viajaba "sola" y no sentía ningún apego por sus compañeros de viaje. Lo mismo que ellos pensarían de ella, gracias a la gran y conocida enemistad entre sus países y sus gentes.

Ilwen se mostró de acuerdo con seguir ese camino.

—Si hay una corriente de agua, es más probable encontrar una salida por aquí —dijo—. Veamos a dónde nos lleva...

Se internaron en el pasadizo a la luz de la esfera, y bajaron por unas escaleras de piedra. Poco a poco, el rumor del agua fue creciendo en intensidad y no tardaron en percibir unos destellos justo delante de ellas. El agua reflejaba la luz, y supieron que habían alcanzado un río subterráno. Incluso había un pequeño muelle con una barca de madera tosca pero de aspecto resistente.

—Bueno, algo es algo —dijo la elfa—. ¿Qué te parece? ¿Usamos la barca para remontar la corriente o nos dejamos llevar río abajo?

-Creo que podríamos remontar río arriba. Podría haber algo importante. Aunque la última vez que dije algo parecido... acabamos en el bosque, rodeados de esqueletos vivientes.

Aunque esa vez parecía que la forma de escapar sería más sencilla. Si se encontraban algún problema río arriba, podrían escapar gracias a la corriente. O eso esperaba. Los enanos parecían grandes ingenieros y quizá no hubiesen dejado el río desprotegido. Solo había una forma de comprobarlo y era subir a esa barca y comenzar a moverse contra la corriente y ver hasta dónde llegaban.

Se acercó a la barca y la comprobó primero. No quería hundirse a la primera de cambio.

La barca parecía sólida, aunque también daba la impresión de que nadie la había utilizado en mucho tiempo. Ilwen se subió a ella con un salto grácil que apenas la desequilibró.

—De acuerdo. Río arriba, entonces —dijo la elfa.

Las dos se sentaron en el tablón que servía para acomodarse al remar y cogieron sendos remos. La corriente no era demasiado fuerte, y oponerse a ella resultaba bastante sencillo. Pasado un rato, empezaron a sentir algo de frío, pero aquello era normal teniendo en cuenta que se encontraban bajo tierra.

No habían remado ni cinco minutos cuando a la luz que Ilwen portaba pudieron ver que llegaban a un nuevo embarcadero. Había otro par de barcas enanas amarradas en él, y en la pared de piedra se abría la boca de un nuevo corredor, esta vez más grande y adornado que aquél por el que habían salido antes. Aquella vía debía ser más importante.

—¿Bajamos aquí o continuamos río arriba...? —preguntó Ilwen, señalando aquella ruta.

Por fin llegaron a uno de los posibles destinos río arriba. No había sido demasiado difícil así que no se habían cansado demasiado. En el embarcadero, había otras dos barcas del mismo estilo al de la que estaban usando. La entrada al embarcadero parecía mucho más grande y ricamente adornada. Eso significaba que era más importante y, quizá, estaba más vigilada. Miró a su compañera.

-Creo que debemos continuar un poco más. Esta entrada parece demasiado concurrida y podría traernos problemas si piensan que somos enemigos. Siempre podemos volver.

Ilwen no se opuso a la opinión de Mara, y ambas siguieron remando para remontar la corriente. Pasaron unos minutos hasta que llegaron a otro embarcadero, más pequeño. Allí, por encima del rumor del agua, pudieron escuchar unas voces. Habían encontrado a alguien, aunque faltaba por ver de quién se trataba.

La elfa y la humana aguzaron el oído y prestaron atención.

—... por estos malditos túneles —decía la voz—. No me extraña que los enanos los sellaran. Ya nos hemos enfrentado a ratas, goblins e incluso un troll. ¿Por qué no nos largamos de una vez?

Otra voz respondió a la primera.

—Calma. En cuanto encontremos a la princesa podremos irnos. Entonces atacaremos la atalaya y capturaremos a Uwa. Con las dos en nuestro poder, nuestro plan será un éxito.

Se hizo un momento de silencio.

—Te fías demasiado de ese enano, Lognar...

—No se atreverá a traicionarnos. Además, no ganaría nada con ello. Recuerda... Skald para nosotros, y Krar Umgar para él. Le interesa mantener el trato. ¡Y ahora silencio! Hay que encontrar a esa niñata de una vez...

Tras escuchar aquello, Ilwen se volvió hacia Mara con expresión de sorpresa.

—No tengo ni idea de quiénes son, ni de que hablan —susurró—. Pero no me dan buena espina. ¿Tú sabes algo?

Al continuar su viaje, llegaron hasta otra de las entradas. Escuchando con atención por encima del ruido del agua, se podían apreciar las voces de dos personas, seres, lo que fueran... podían ser cualquier cosa. Pero casi que estaba segura que esos que hablaban no eran otros que los orcos contra los que se querían defender.

-Te lo explicaré luego... si nos encuentran, no habrá esperanza para nadie - susurró.

Casi que era mejor volver por donde habían venido. Ese pasadizo quedaba totalmente descartado y la mejor idea era volver atrás o continuar río arriba. Tenían que encontrar a la princesa y protegerla. También informar a los enanos de lo que había escuchado.

-Vamos... - continuó con el mismo tono de voz.

Giró la barca y la encaminó río abajo, en dirección a la entrada más elaborada.

Ilwen pareció intrigada por la respuesta de Mara, pero no dijo nada y asintió. Sin perder tiempo, remaron para dar vuelta a la barca y comenzaron a bajar por el río subterráneo. La corriente ahora les ayudaba y avanzaron deprisa, en pocos minutos estaban de nuevo frente a la entrada que habían visto antes.

Tras amarrar la barca en el muelle, bajaron de la misma e inspeccionaron el arco de piedra. Daba acceso a un corredor largo y oscuro, en el que no se veía ni escuchaba nada. En él, se abrían aquí y allá nuevos pasillos y corredores, tan oscuros y silenciosos como el principal. Más que una ruta enana, aquello parecía una tumba...