Partida Rol por web

Todos despertaron a la vez. Y la sensación de alarma continuaba ahí. Era como si, para ellos, sólo hubiese transcurrido un segundo, y todavía estuvieran peleando por no caer bajo el influjo de aquél misterioso hechizo que pretendía hacer que todos cayeran dormidos.

Pero habían caído. Y sin duda, habían dormido un buen rato, porque los rayos del sol empezaban a filtrarse por las ventanas y las puertas entrecerradas de la granja. Porque estaban en la granja. Aunque en el último momento habían logrado salir durante la noche anterior, alguien había vuelto a meterles dentro. En la chimenea, unas brasas que se apagaban dejaron claro que las llamas les habían mantenido calientes hasta hacía bien poco. Runi incluso se sorprendió al descubrir que estaba acostado en uno de los camastros de la casa, arropado con una tosca manta. ¿Quién podía haberse ocupado de ponerles a salvo de aquella manera?

No tardaron en levantarse y comprobar que estaban todos bien, y que conservaban todas sus pertenencias. Salvo por el hecho de que la noche había quedado atrás, todo estaba bien. Todo... salvo un detalle. No había el menor rastro de la princesa Ingelyn.

Sus párpados estaban hinchados, fruto de un sueño profundo, y sus músculos estaban algo torpes por el prolongado descanso. Sin embargo en pocos instantes su cuerpo respondió como solía, mientras él se desperezaba. En su interior seguía la sensación de peligro con la que había perdido la consciencia. Liberado del abotargamiento miró a ambos lados y trató de ubicar a sus compañeros.

—¿Mormnir? ¿Gungnar? —preguntó a los dos enanos para saber como se encontraban. Él estaba sorprendentemente bien pero necesitaba conocer el estado del resto—. Ohh odio la magia.

Molesto echó un vistazo al interior de la granja mientras se preguntaba como es que había vuelto al interior de la misma. La sorpresa no se detuvo ahí pues todas sus pertenencias parecían estar en perfecto estado. Mientras buscaba explicaciones para todo lo sucedido dijo.

—¿Y la princesa?

Mormnir se había incorporado y se llevaba una mano a la cabeza mientras gruñía. Nunca había sido de buen despertar.

—Gñññ... Es como si me hubiera bebido toda la cerveza de Krar Umgar...

Pero aparte de aquella sensación, parecía encontrarse bien.

Gungnar estaba ya muy espabilado, y comprobaba el estado de sus armas y de la estancia. Nada había cambiado desde la noche anterior, salvo la ausencia de la princesa.

—No me cuadra que se la hayan llevado —dijo para responder a Strumni—. Si la raptaron, no tendría sentido que nos hubieran dejado vivos, indefensos como estábamos.

Se rascó la barba, pensativo.

Runi se despertó sobresaltado enredandose con la manta y casi cayendose al suelo. Aún así eso no le impidió levantarse y mirar a su alrededor temeroso de lo que podía encontrar, o no encontrar.
Su bastón estaba a su lado, y se apoyó en el para no caer al suelo de nuevo al comprobar que la princesa no estaba con ellos. El nudo en su estomago se hacía cada vez más grande.

-Se la han llevado. Eso está claro. No nos habría dejado abandonados así sin más, aunque eso hubiese sido lo más inteligente de hacer.-

Llamó a Svarfloy y éste se posó en su hombro.

-Conociendo a la princesa es más que probable que haya aceptado marchar con quién sea que nos haya hechizado a cambio de dejarnos con vida. Incluso puede que haya prometido portarse bien  a cambio de ello.-

Repasó a todos los que estaban allí, incluídos los heridos mientra miles de cosas le pasaban por la cabeza. Algunas no muy agradables.

-Pero desde luego el dejarnos vivos ha sido un error que pagará con creces a quien sea que nos haya hecho ésto.-

El semblante del anciano estaba serio, muy serio. Más de lo que lo habían visto hasta el momento los que estaban allí, salvo seguramente Gunnar.
Susurró a su cuervo y luego lo echó a volar por una ventana.

-Ya lo creo que lo pagará.-

Aún así era obvio que Runi estaba preocupado. Sobretodo porque era de día y aparte de la princesa echaba en falta a más personas.

Al abrir los ojos se encontró mirando al techo de la granja, era extraño, no recordó el haber entrado tras ser atacados. ¡Oh cierto, fueron atacados!
Con el susto terminó de despertarse y se puso en pie mientras buscaba con la mirada a la princesa, le invadió la preocupación y la culpa al no verla por ninguna parte.

La princesa había desaparecido y ella no pudo hacer nada.
No podía quedarse quieta, tenia que hacer algo aunque no supiera muy bien el qué. De momento averiguar que había sucedido durante la noche le pareció una buen plan.

Echó un vistazo alrededor y se acercó a la chimenea. Durante la noche alguien debió encender el fuego, tuvo que ser la misma persona que les volvió a colocar dentro. ¿Quién haría algo así?
Podía ver los restos de lo que fue una hoguera, quién hubiera hecho esto no debía andar muy lejos, se dirigió hacia la puerta, quizás esté fuera y si no era el caso al menos se aseguraría de que no hubiera nada ni nadie peligroso por los alrededores.

Digamos una cosa de Gunnar: estaba cabreado. Acostumbrado a los rigores de la vida del guerrero, tan pronto Gunnar tuvo consciencia de que estaba despierto se puso de pie casi de un salto, vertiginosamente. Tanto así, que la vista se le nubló por un momento y tuvo que apoyar una mano en la pared para no irse de lado a causa de la falta de riego sanguíneo en el cerebro. Tan pronto tuvo una visión clara, echó un vistazo a la granja, buscando los cabellos rubios de la princesa. Al no encontrarlos, masculló una maldición.

— Lo que dice Runi tiene sentido —gruñó más que habló.

De tres largas zancadas, el capitán skaldi llegó hasta donde reposaba el traidor herido.

— ¿De tener éxito la emboscada a dónde tenían que llevar a la Princesa? —preguntó, ceñudo.

El enano suspiró algo más aliviado al ver que sus compañeros estaban en perfectas condiciones y se encogió de hombros al escuchar las palabras de los dos skaldi.

—No conozco tanto a la princesa pero... ¿para qué iban a dejarnos vivos? Creo que eso descarta la posible facción de Lognar. Él y los suyos no nos habrían dejado con vida. La pregunta es ¿entonces quién? —Era una pregunta que lanzaba al aire pues él sabía que nadie le podía responder a esa cuestión. Sin embargo se decidió a hacerla pues era una buena forma de poner en común las dudas que todos tenían.

—Saldré fuera a buscar rastros, por mucha magia que usaran tuvieron que venir y pisar el suelo. Espero poder seguir el camino que tomaron pero antes de eso anciano Runi ¿podrías decirnos algo de la clase de magia que emplearon? ¿A qué nos enfrentamos?

A Runi no le había dado mucho tiempo a valorar el tipo de magia que les había afectado antes de caer dormido como un tronco, pero sí se había dado cuenta de cosas. Y la que más le había llamado la atención era el lugar del que parecía proceder el hechizo. Si realmente había venido del bosque, aquello significaba que su radio de acción era enorme. Cualquier mago sabía que la mayoría de poderes mágicos perdía intensidad a medida que se alejaba de la fuente, y había que ser muy hábil para conseguir que su efecto no se disipara al cabo de unas decenas de metros.

Pero Runi también había oído hablar de magos tan poderosos o que conocían hechizos tan fuertes que la distancia dejaba de ser un problema. Sin embargo, esos magos podían contarse con los dedos de una mano, todos aquellos de los que había oído hablar estaban muy lejos de allí, y no había ninguno en Skald. Además, ninguno de ellos se rebajaría a ayudar a un jarl rebelde de poca monta como Lognar. Lejos del norte, los asuntos de internos de Skald tenían muy poco peso...

Lo mirase como lo mirase, aquello había sido bastante extraño.

Svartfloy levantó el vuelo una vez más, mientras Tressa y Strumni se dirigían al exterior de la granja para ver qué encontraban. Gunnar interrogó una vez más al prisionero traidor, que estaba cada vez más débil. Sin embargo, aún logró hablar.

—No lo sé... —murmuró—. Sólo teníamos que llevarla a través del armario...

Señaló el mueble del que los asaltantes habían surgido, y que ahora volvía a no ser más que un armario normal y corriente.

—Alguien... hizo un pasaje... —explicó el skaldi—. Llegamos hasta aquí en un instante... Nunca había visto algo igual...

Afuera, el sol brillaba entre las brumas típicas del amanecer en Skald. La temperatura era fría, pero más agradable que durante la noche. La granja estaba aún rodeada de cadáveres por el combate que habían mantenido. En realidad, a simple vista nada parecía haber cambiado...

Tendrían que esforzarse si querían distinguir algún rastro útil entre todo ese caos, pero si alguien se había llevado a la princesa, debía haber dejado alguna señal, a menos que se la hubiera llevado volando.

Sven tosió un par de veces, nervioso.

—Ha... hay que encontrarla, Runi —dijo—. Si no lo logramos, Thoran nos despellejará vivos...

Runi caminaba pensativo por la estancia. A pesar de que parecía distraido estaba atento a las palabras del herido, lo cual le hizo irse a examinar el armario, y de Strumni.
Sacudió la cabeza cabeza muy serio. No le gustaba nada lo que sospechaba, pero no tenía sentido esconder las cosas. Todos necesitaban saber a qué se enfrentaban.

-Lo cierto es que no sé bien bien cómo han hecho todo esto. Todo lo que sé de magia me dice que es o bien imposible, o bien se trata de alguien muy poderoso. Y ninguna de las dos cosas me gustan lo más mínimo.-

Suspiró.

-Sólo sé de un puñado de personas que podrían tener tal habilidad. Y no creo que ninguna de ellas se aliase con Lognar. Así que estamos hablando de alguien nuevo. O uno antiguo que ha conseguido más poder. Me decanto más por lo segundo. Pero eso hace dificil también saber quién o cómo.
Me temo que tendremos que averiguarlo por las malas cuando lo encontremos.-

Seguía cabilando cuando Svens se le acercó.

Seguía cabilando cuando Svens se le acercó.

-No te preocupes por eso. Volveremos con la princesa, porque si no volvemos con ella es porque estaremos muertos. Así que ya puedes relajarte.-

Casi pareció sonreir cuando dijo aquello.

Las palabras de Runi no ayudaron a que el enano se relajara. Sus conocimientos sobre la magia eran escasos y prefería que siguieran así por el resto de su vida, sin embargo la vida le había planteado un nuevo desafío. La princesa era vital para la supervivencia de los dos pueblos y no podían perderla aunque eso supusiera enfrentarse a poderes mágicos terribles.

Con cuidado el enano comenzó a investigar los alrededores de la granja buscando un posible rastro. Empezó buscando pistas en el suelo, si les habían movido a ellos y luego se habían llevado a la princesa, tenían que haber dejado huellas en el suelo, no quedaba otra. Con mucha calma el enano bajó la mirada al suelo y trató de encontrar algún rastro, alguna pista, lo que fuera que pudiera servirle para buscar a la princesa.

—Mira bien cada pequeño detalle —dijo a su compañera, mientras él ponía todo el empeño que era capaz de reunir.

Sin perder tiempo, Tressa y Strumni se dedicaron a revisar la zona en busca de alguna posible pista. Lo primero que comprobaron fue que todos los cadáveres seguían donde habían caído la noche anterior, y también encontraron grandes señales en el suelo justo en los lugares donde ellos mismos habían caído dormidos. Estas se alargaban en rastros que iban hasta dentro de la casa, lo cual se debía sin duda a que alguien les había arrastrado de vuelta al interior. ¿Habría sido la princesa?

Pero entonces, Strumni vio algo más. Reconoció unas pisadas ligeras y pequeñas, que sólo podían pertenecer a alguien muy joven. Estas salían de la casa por la puerta de atrás y se alejaban, mezclándose con el resto de huellas que los demás grupos habían dejado al pasar por ese mismo sitio. Pero estas tenían una particularidad, y era que caminaban a solas. Ninguno de los tres niños de la comitiva había ido en ningún momento solo, sólo Ylva y Glyrhel se habían marchado y lo habían hecho junto a Mara y Astrid. Esas huellas tenían que ser de la princesa. Y de ser así, aquello indicaba que Ingelyn se había marchado de la granja sola y por su propio pie.

Sven escuchó a Runi y no dijo nada, aunque todavía estaba agitado. Cambió una mirada con Olaf y Fygrod, pero eso fue todo. Asintió, dando por buena la respuesta del viejo mago, y se sentó en una de las sillas para masajearse las sienes con preocupación.

Afuera, Tressa y Strumni rastreaban los alrededores de la casa. Y en ese momento, Svartfloy regresó. Runi y Gunnar se sorprendieron de lo poco que había tardado en volver el cuervo en aquella ocasión. Pero además, aleteaba excitado y llevaba algo brillante en el pico. Cuando Runi lo cogió, descubrió que era uno de los broches con los que la princesa Ingelyn sujetaba su capa al vestido que llevaba.

Mientras comprobaba los alrededores Tressa observó el cadáver de un skaldi tirado por el suelo, nunca creyó que llegaría a ser atacada por uno de los suyos, apartó la mirada y prosiguió su búsqueda.
Quitando las marcas de arrastre no encontró nada de utilidad, comenzaba a sentir que perdía el tiempo.

- No veo nada... - dijo mientras daba un suspiro, estaba empezando a desesperarse.
Tenía la esperanza de encontrar pistas o incluso a alguien por el exterior pero quedó claro que estaba siendo muy ingenua, las cosas no iban a ser así de fáciles y ya iba siendo hora de que se hiciera a la idea. Deseó que el enano tuviera más suerte, ella no estaba llegando a nada con esto.

Runi se sorprendió al ver volver al cuervo tan rápido. Pero en cuanto le entregó el broche lo mostró a Gunnar y salió fuera de la casa, mientras lo hacía llamó la atención de Tressa y le pidió que saliera también. Una vez fuera buscó a Strumni.

-Svarfloy ha encontrado ésto. Dudo que se le cayese sin más a la princesa. Puede que haya dejado alguna pista, creo que deberíamos ir al lugar donde lo encontró.-

En la mano tenía uno de los broches con los que la princesa Ingelyn sujetaba su capa.

Sin esperar a que ninguno diera su conformidad hizo que el pájaro levantase el vuelo.

-Llevamé al lugar donde has encontrado ésto. Y recuerda que mis pasos ya no son muy rápidos.-