Partida Rol por web

Cuando abrieron los ojos, se encontraron aún bajo un techo de piedra. Sin embargo, el Corazón de Cobre, los esqueletos caídos y los escombros de Krar Drom habían desaparecido. En su lugar, estaban en una sala más pequeña, tendidos sobre lechos enanos, toscos pero confortables.

Ingelyn, Ylva y Glyrhel miraron alrededor, y descubrieron que estaban en una de las salas de la atalaya de Kaz Umzur. Algunos enanos estaban cerca, y hablaban en voz queda, como si no quisieran turbar el sueño de los tres jóvenes. A los pies del lecho en el que estaba tumbada Ylva, Gunnar permanecía sentado con la cabeza gacha. Tenía la cabeza vendada, además de un brazo, pero aparte de eso parecía en buena forma.

Cuando abrió los ojos, se encontró aún bajo un techo de piedra. Sin embargo, el Corazón de Cobre, los esqueletos caídos y los escombros de Krar Drom habían desaparecido. En su lugar, estaba en una sala más pequeña, tendida sobre un lecho enano, tosco pero confortable.

Mara miró alrededor y descubrió que estaba en una sala de clara factura enana. Algunos enanos estaban cerca, y hablaban en voz queda, como si no quisieran turbar el descanso de la volariana. En dos lechos cercanos, Ilwen y su hermana Merial dormían tranquilas. No había rastro del resto del grupo.

Cuando abrieron los ojos, se encontraron aún bajo un techo de piedra. Sin embargo, el Corazón de Cobre, los esqueletos caídos y los escombros de Krar Drom habían desaparecido. En su lugar, estaban en una sala más pequeña, tendidos sobre lechos enanos, toscos pero confortables.

Strumni y Runi miraron alrededor, y descubrieron que estaban en una de las salas de la atalaya de Kaz Umzur. Algunos enanos estaban cerca, y hablaban en voz queda, como si no quisieran turbar el sueño del mago y el montaraz. Sentado en un taburete, el enano Trondni jugueteaba distraído con una gruesa moneda de oro mientras fumaba una pipa de hierro. Parecía estar velando el descanso de los dos magullados compañeros de viaje, pero no había nadie más allí.

Confusa, Ylva parpadeó y, sin mover su cuerpo, intentó atisbar que ocurría a su alrededor. No recordaba haberse dormido ni haberse desmayado, como ya les había pasado antes y no sentía ningún dolor, de modo que debía estar bien. Y sin embargo allí estaba, en unas dependencias enanas sin saber cómo habían llegado allí. Y no solo eso: no había ni rastro de ninguno de sus compañeros de viaje aparte de Ingelyn y Glyrhel. Y sin embargo, lo que más sorprendió a la muchachilla fue el gesto de su padre, que parecía abatido, como si hubiese pasado algo horrible. 

—¿Papá?— se incorporó con cuidado y tocó suavemente el pelo del guerrero para llamar su atención. No entendía porqué estaba así. Era una persona alegre y vivaz y, aunque lo había visto alguna vez enfadado, aquella expresión derrotada era algo nuevo para ella. Algo absurdo, dado que... habían vencido ¿no? Los esqueletos se habían derrumbado. ¿Acaso había caído algún miembro del clan? ¿O Uwa? Lentamente, movió la cabeza buscando contacto visual con su padre— ¿Estás bien? ¿Ha... ocurrido algo?

Quizás su padre estuviese preocupado porque era el encargado de proteger a Ingelyn y le habían herido, pero recordaba que Runi había curado sus heridas, por lo que no había mayor problema. La chica miró a sus dos compañeros, para cerciorarse de que estaban bien y al ver que así era sonrió aliviada antes de mirar de nuevo a Gunnar.

—¿Están todos bien?

Abrió los ojos con viveza y parpadeó un par de veces antes de tomar alguna decisión. Con algo de aturdimiento apoyó la mano en el camastro sobre el que descansaba y trató de erguirse. Su primera mirada consciente la dirigió al suelo, para comprobar que seguía ahí. Con esa superficie ubicada se centró en hablar con el enano.

—¿Qué ha sucedido? ¿Qué hago aquí? ¿Qué pasó? —Miró hacia los lados por si alguna visión respondía con mayor inmediatez a sus dudas—. ¿Te sobra algo de tabaco? Echo de menos fumarme una buena pipa.

Sus propias palabras le trajeron algo a la mente. ¿Su pipa? ¿Su ballesta? Rebuscó entre las pertenencias que llevaba encima para saber si tenía encima sus pertrechos personales.

Runi se despertó sobresaltado, y no por primera vez en pocos días, miró a su alrededor preocupado en busca de la princesa y los demás. No recordaba nada después de que Ingelyn colocara la llave, salvo una negrura.

-No. Otra vez no.-

A pesar de su preocupación, la cada del enano que los velaba no parecía preocupada. Aunque los enanos eran un tanto estoicos, y no era fácil percibirlo. Aún así su mente se hizo eco de las palabras de Strumni, pero él añadió alguna pregunta más mientras buscaba a su cuervo en la habitación.

-¿Y la princesa? ¿Y los demás? ¿Donde están todos?-

Trondni dejó de canturrear en cuanto oyó las voces de Strumni y Runi. Sonrió y se sacó la pipa de la boca.

—¡Eh, estupendo! ¡Por fin despertáis! —alzó las manos para detener el aluvión de preguntas—. Tranquilos, tranquilos. Estáis bien. La princesa está bien. Todo el mundo está bien. Incluso tu pájaro, skaldi, creo que está volando por ahí fuera ahora mismo. Pero tuvimos que separaros, no cabíais todos en una sola habitación... Esperad un momento...

Se levantó del taburete y fue hacia la puerta de la estancia. Asomó la cabeza y habló con alguien que esperaba fuera.

—Avisa a Uwa. Strumni y el mago skaldi han despertado.

Después de eso, volvió con ellos y señaló un armario donde pudieron ver colocadas todas sus pertenencias. Le alcanzó su pipa al montaraz enano y le dio un poco de su tabaco.

—En cuanto a lo que ha sucedido... pues no sabemos mucho más que vosotros, creo. Por aquí tuvimos una buena batalla. Montones de no muertos, nos superaban en número. Hubo un momento en que creímos que iban a poder con nosotros, pero de repente se desmoronaron y la batalla se acabó sin más. Uwa dijo que aquello tenía que tener algo que ver con vosotros, que debíais de haber acabado con Murgin. Así que puede que hayáis salvado nuestras barbas, amigos...

Dubitativo, ofreció el saquito de tabaco a Runi antes de darse cuenta de que el viejo mago no tenía pipa.

—De vuestra parte de la historia, no sabemos nada aún —explicó—. Aparecísteis de repente en mitad del patio, todos inconscientes. Uwa ordenó que os cuidásemos y que la avisáramos cuando despertáseis. Seguro que los mandamases querrán que les contéis todo lo antes posible...

Esbozó una sonrisa y señaló al montaraz enano.

—Y será mejor que te pongas más presentable que de costumbre, Strumni. El Rey en persona está aquí.

Todo se volvió negro en un segundo. No parecía que hubiese pasado más de unos segundo cuando despertó. Y cuando lo hizo, no estaba en el mismo lugar. Podía ver la piedra sobre ella y alrededor, pero, sin duda, no era el mismo lugar. Miró a un lado y a otro y puedo ver a Ilwen y a Merial en las camas de al lado. No había ni rastro de los demás.

Se reincorporó un poco en la cama y puedo ver a algunos enanos. Aun continuaban en el reino enano.

-¿Qué ha pasado?

Gunnar se volvió con un gesto brusco cuando Ylva habló. Sin pensarlo dos veces, se lanzó sobre su hija y le dio un abrazo tan largo como Ylva no recordaba haberlo recibido jamás de su padre.

—Hija mía... —suspiró el capitán skaldi—. Creí que nunca despertarías. ¿Estás bien?

Observó a la chica, como si intentase descubrir el menor arañazo en su joven piel. Afortunadamente, no quedaba ni rastro de la herida causada por el esqueleto que la había atacado en la sala del Corazón.

—Los demás están bien, pero todavía no han despertado —explicó Gunnar—. Aparecísteis todos de repente en el patio, inconscientes. Uwa y los enanos os trajeron aquí, y os están cuidando desde entonces. Querrán que les contéis todo lo que ha pasado desde que os internásteis en los túneles...

Su voz titubeó un instante. Gunnar se esforzaba en sonreír, pero por la expresión de su rostro, Ylva supo que su presentimiento no era infundado. Algo terrible debía de haber sucedido.

Aceptó el tabaco de buen grado y se dispuso a rellenar su pipa mientras escuchaba las explicaciones de Trodni. Asintió tranquilo pues no tenía el menor problema en dar las explicaciones que resultaran pertinentes, fueran las que fueran. Aunque la primera voluta de humo se le atragantó en la garganta al saber de la presencia del rey. Tosió hacia un lado llevándose el codo a la boca y cuando su garganta se hubo despejado, habló.

—No tengo nada más que lo que aquí ves, me temo que mis apariencias no serán dignas de su majestad, pero no tengo posibilidades de ofrecer nada mucho mejor —dijo despacio y con algo de resignación—. Haré lo que pueda.

Pisó el suelo con firmeza y se encamino hacia el lugar en el que guardaban sus pertenencias personales.

—¿Qué tal te encuentras Runi? —preguntó a su compañero mientras se ceñía la ballesta y palpaba con cuidado sus objetos haciendo recuento para cerciorarse de que no le faltaba nada.

Runi se tranquilizó cuando el enano dijo que todos estaban bien, incluso hizo un par de silvidos rápidos para llamar a Svartfloy al que imaginaba que no estaría muy lejos. Incluso se permitió un momento de relajación, pues llevaba mucha tensión acumulada encima.

-Entiendo. Muchas gracias por cuidar de nosotros mientras nos despertabamos.-

El viejo skaldi estaba tratando de encontrar sentido a lo sucedido, aunque se alegraba de que finalmente lo sucedido de no fuera lo que quería la sombra. Estaba un poco ensimismado y casi no escucha la pregunta de Sturmni.

-¿Qué? O sí, estoy bien. Gracias. Un poco abrumado por tanta...calma. La verdad es que llevamos unos días un tanto moviditos.-

Se levantó para vestirse y cogió su bastón para apoyarse en él. Pese a haber descansado se encontraba bastante fatigado, si no física sí que mentalmente. Ya no estaba hecho para toda aquella acción y magia. Seguramente le iba a pasar factura.

Mientras Strumni y Runi se adecentaban, Trondni hablaba con unos enanos fuera de la estancia. Svartfloy entró por una de las pequeñas ventanas que daban al patio subterráneo de la fortaleza, y se posó feliz en el hombro del viejo mago. Con un par de graznidos y aleteos, le dejó claro que se alegraba de verle levantado.

Trondni volvió un instante después.

—Uwa dice que os recibirá dentro de un rato —dijo—. Mientras tanto, os alegrará saber que los chavales han despertado también. ¿Queréis que os lleve con ellos mientras esperáis? Además... 

El rostro del enano se ensombreció al dirigirse a Runi.

—Creo que querrás hablar con el capitán de los vuestros, Gunnar. Me temo que tiene una mala noticia que comunicarte, pero será mejor que lo trates con él en persona...

Glyrhel despertó sin tener conciencia de cuándo se había dormido. Era la segunda vez que le ocurría desde que comenzara aquel viaje, y al ritmo que iba se podía terminar convirtiendo en una especie tradición hacia la que no sentía ningún aprecio. No solo era por la confusión derivada del cómo o del dónde, preguntas sin respuesta como tantas otras, sino porque no tenía control alguno sobre cuándo o por qué ocurría, consuelo que al menos tenían aquellos que bebían más de la cuenta en una noche.

Pero lo peor de todo era el rostro de Gunnar. La pesadumbre que en él había reflejada no se correspondía con lo que el muchacho, hasta ese momento, había considerado que era una victoria.

- ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?

No sabía las respuestas, pero lo único que se le ocurría es que Runi hubiera tenido razón desde el primer momento, que la Princesa no debía haber hecho lo que había hecho.

—S...sí. Estoy bien... Apenas me han...

Ylva se sorprendió ante el abrazo de su padre, no porque nunca le hubiese dado uno antes, sino porque parecía casi desesperado, como si pensase que algo terrible le había pasado. Las primeras palabras que le dirigió confirmaron aquella idea. La joven arquera se puso en pie. Aquel lecho era extrañamente cómodo, pero ahora que había despertado, sentía el cuerpo como un avispero y no podía estarse quieta. Y más con aquel gesto de su padre. Si la fortaleza estaba en pie, Uwa estaba bien y ellos estaban todos vivos, ¿por qué demonios estaba su padre tan consternado?

—¿Le ha pasado algo a Astrid?— Para la arquera, Astrid era como una hermana mayor y, por cómo se comportaba con ella estaba claro que el sentimiento era similar. Pero había algo que no terminaba de encajar con aquel funesto pensamiento. Algo le decía que había algo más y, por primera vez en su vida, el optimismo empezó a tambalearse. No demasiado, pero sí lo suficiente como para pensar lo peor—. ¿O hay algo más? Sea lo que sea por favor, no me lo ocultes como hiciste con el esqueleto. No somos niños. 

Runi se alegró de ver al cuervo, y le dio un gusano de una de sus bolsas que justo acababa de coger. Pero le duró poco ante el comentario del enano.

-Alas negras, noticias negras.- Pensó el viejo skaldi mientras daba otro gusano a Svartfloy.

-Muy bien. Llevame ante Gunnar. Strumni me reuniré con vosotros en breve. Espero.-

Las malas noticias nunca llegaban en un buen momento. Pero la verdad es que el comentario del enano le dejó un poco preocupado.

Cuando Ingelyn abrió los ojos lo primero que cruzó por su cabeza fue que debía haber muerto. Dejar de ser consciente en un momento como el acontecido en el Corazón de Cobre y volver a despertar en un lugar distinto en un momento diferente tenía que ser lo más parecido a morir para desperta en el reino de los dioses.

Aquel tren de pensamiento se vió roto al percatarse de que Ylva y Glyrhel estaban ahí y sonrió levemente aún en el catre enano al darse cuenta de que estaban bien, pero de nuevo aquello se vió perturbado por Gunnar, que parecía realmente abatido por algo. El abrazo y el intercambio entre ellos le pareció enternecedor pero ella también necesitaba saber lo que había ocurrido.

Salió de la cama flexionando levemente las piernas para comprobar que estaba bien y mirar como habían evolucionado sus heridas, tratando de percatarse de cuánto debían llevar durmiendo. Fue entonces cuando se acercó a padre e hija y puso su mano en el hombro de Ylva, mostrándole una sonrisa conciliadora a su amiga.

—Estamos bien, Gunnar, algo aturdidos pero enteros. Necesitamos saber qué ha ocurrido... y por favor, que sea sin tapujos. Ya hemos vivido suficiente esta pesadilla como para andarnos ahora con medias tintas. —podía haberse puesto mucho más estricta y habérselo exigido enarbolando su estatus, pero a aquellas alturas y con todo lo que había ocurrido realmente se lo quería pedir como su compañera.

Trondni asintió y caminó hacia la puerta.

—Bien, vamos —dijo—. Strumni, mejor ven tú también. Uwa querrá veros a todos en cuanto pueda y no sería buena idea que os dispersárais demasiado...

El enano rubio condujo a Runi y Strumni por un corredor de la atalaya hasta llegar a unas escaleras. Tras bajar por ellas, recorrieron otro pasillo hasta llegar a una puerta entreabierta junto a la que montaban guardia dos soldados enanos. Al otro lado, reconocieron la voz de la princesa Ingelyn. Trondni llamó a la gruesa puerta de madera.

Gunnar estaba a punto de decir algo, pero parecía costarle encontrar las palabras adecuadas. Justo en ese momento, oyeron unos toques en la puerta de madera y la cabeza de Trondni, con su hirsuta cabellera rubia, asomó por el hueco.

—¿Se puede? Os traigo a algunos compañeros que se alegrarán de veros...

Abrió la puerta, y dejó paso a Runi y Strumni, que parecían cansados pero en buen estado. En aquella sala, la princesa, Glyrhel e Ylva conversaban con un abatido Gunnar.

—Os... dejaré a solas —dijo Trondni, mientras salía con torpeza de la estancia—. Estaré aquí cerca si me necesitáis.

Runi se quedó sorprendido por la expresión que vio en el rostro del capitán skaldi. Gunnar, siempre jovial y animado, parecía haber envejecido diez años desde la última vez que lo había visto. Llevaba una venda en la cabeza y otra en un brazo, pero el mago sabía que ninguna herida podría causar ese abatimiento en el guerrero.

Al ver llegar a Runi y Strumni, Gunnar fijó sus ojos en el viejo mago y suspiró hondo. Luego volvió la vista una vez más hacia la princesa y asintió pesadamente. Se puso en pie para empezar a hablar.

—Bien... es mejor que Runi también escuche esto —dijo—. Princesa... cuando nuestros compañeros se marcharon para seguiros, permanecí junto a Astrid en la atalaya para cubrirles las espaldas. Montones de esqueletos atacaron y estuvieron a punto de vencernos, pero en cierto momento todos se vinieron abajo como por arte de magia. Tuvimos bajas, pero logramos ganar la batalla y defender la plaza gracias a vos. Astrid está herida, pero recuperándose...

Se aclaró la garganta.

—Estábamos reuniendo los cadáveres de los caídos, cuando llegó un mensajero del jarl Brynjolf, el más leal a vuestro padre de los señores de Skald. Han combatido juntos desde que eran poco mayores que vos... 

Respiró hondo una vez más. No quedaba más remedio que transmitir la noticia por fin.

—Vuestro padre ha caído en batalla, princesa —dijo Gunnar, como si cada palabra le produjese un terrible dolor—. Luchó con valentía para cubrir la retirada del ejército hasta una línea defensiva. Las tropas pudieron replegarse... pero el Rey Thoran debió pagar con su vida el tiempo necesario para ello.

Gunnar tenía los puños fuertemente apretados mientras hablaba.

—Nunca he lamentado nada tanto como tener que daros esta noticia, mi señora. Con gusto daría mi vida a cambio de poder recuperar la de vuestro padre...

Justo un instante después de que Mara despertase, un enano tan anciano como no había visto jamás entró en la habitación. Tenía unas cejas tan espesas que casi no dejaban ver sus ojos, pero sin duda debía haberla visto, porque caminó hacia ella con paso lento y tranquilo.

—Me alegro de que hayas despertado —dijo—. ¿Cómo te encuentras? No te preocupes por el resto de tus compañeros, todos están bien.