Partida Rol por web

Spyridon observó como Marconio se encontraba con sus dos compañeros, pero estaba demasiado lejos como para oír lo que decían.

No se preocupaba ya que la confianza en sus amigos era completa. La tormenta se les caía encima.

- Avancemos un poco. - Era difícil ya permanecer de incógnito. Los acontecimientos se precipitaban.

Estoy algo confuso por el devenir de los acontecimientos y no alcanzo a escuchar lo que se habla un poco más allá.

Al llegar al encuentro del Sargento, Ébalo con paso decidido marcha hacia él. La lluvia empieza a quitarle el polvo y tierra, pero de momento lo transforma en barro, parece exactamente lo que es, alguien que vuelve de la guerra. Por eso está contento, sonriendo con su confianza legendaria toma la palabra sin dilación, para la desesperación de Theron.

-Saludos capitán, de una batalla gloriosa vuelve Ébalo hecho un titán- le estrecha la mano al sargento o capitán, no se acuerda bien-intentad esto imaginar, lucha de grifo contra quimera, en lo alto de una torre con los dioses pudimos bailar,  con Hera nos hemos encontrado, una misión nos han enviado. Más todo es secreto, todo es velado-sacude la cabeza- volviendo al asunto, el orbe hemos recuperado. Victoriosos, por supuesto, Tarquino, un ser funesto y molesto, muerto entre escombros dispuesto. Fue un gran rival, para ser honesto.-levanta un dedo a la lluvia- Estamos cansados y no queremos atraer mucha atención, cinco de nosotros llevaremos el orbe al templo sin dilación; escoltarnos prestos, aunque la sangre de los dioses corre por nuestras venas, estamos expuestos, la lluvia se presenta en escena, como en el resto de Micenas.

Creo que lo he explicado todo con bastante claridad. Miro para detrás esperando que los cinco que ibamos a ir al templo se hubieran adelantado, más parece que biene más gente.

Akintos extendió ambos brazos y encaró el cielo gris cuando la lluvia comenzó a precipitarse tormentosa, entrecerró sus ojos y sonrió, recibiendo la frescura traída de los cielos. Necesitaba aquello, algo que limpiace su piel y sus heridas. Por un instante pareció que no pretaría atención al torrent de preguntas de los aldeanos. La verdad es que no había sido nada consciente de como llamaría la atención de los lugareños, sin embargo ya estaba en el baile y bailaría.

- Prefiero que la multitud se distraiga conmigo mientras Spyridon hace de las suyas -

- Los dioses están aquí - exclamó luego de que se oyese el trueno retumbando por el firmamento - ¡Las señales son buenas, tened fe habitantes de Midea! -

Continuó hablando empapándose placenteramente con la lluvia que parecía proceder de los tuenos del mismísimo Zeus.

- ¡Los rayos de Zeus indican que los dioses luchan por nosotros! -

Me había quedado encandilada con la presencia del búho. El ruido de los cielos me había despertado y sentí como mi cabello largo se volvía más pesado a medida de que las gotas de lluvia caían sobre nosotros.

Podía sentir el calor que emanaba del objeto sagrado y lo apreté contra mi pecho para sentir su cálida presencia.

Teníamos que movernos lo antes posible y depositar el objeto a onde pertenecía.

Me quedo perplejo y descolocado ante la respuesta de Mentor:-Que lo averigüe yo mismo.-me digo a mí mismo en voz baja y me pongo a pensar. El motivo por el que ha traído precisamente ahora lo desconozco pero puede que tenga algo que ver con nuestra situación. Con aire pensativo vuelvo a analizar lo que ha sucedido desde que hemos llegado a Midea. 

Tras unos minutos reflexionando y rememorando todo lo que había pasado, caigo en la cuenta de que para lo único que podría servir el saco es para transportar el orbe sin necesidad de que la gente lo observe por su brillo. Con una media decisión clara, pero sin estar totalmente convencido, me encamino hacia donde se encuentran Ifianasa y mi hermano, diciéndole antes a Mentor que me iba a mover y alzara el vuelo:-Ifianasa, no estoy totalmente convencido de esto pero introduce el orbe dentro de este saco. Creo que sus runas bloquearán la magia de luz del orbe.-le digo sin estar totalmente convencido, pero era la solución más lógica que había podido encontrar en ese momento.

Asintió y no pudo evitar suspirar dando las gracias porque se pusieran en movimiento al fin. Habían detenido su plan por hacer otro para que al final no se hiciera ninguno, y eso le frustraba bastante. Sin decir nada, simplemente siguió a Spyridon para acercarse a Marconio y ver que ocurría al final.

Marconio junto a cuatro de sus guardias se presentan ante nosotros y como es lógico nos preguntan sobre lo sucedido en nuestra persecución sobre Tarquino. - Capitán Marconio. Antes siquiera que tenga tiempo para recolocar mis ideas en ese aspecto, Ebalo hace su particular narración. Para mi desesperación me paso la mano por la barba mientras le oigo desgranar lo pasado lejos de la ciudad, una vez termina su particular oda doy paso a mi historia.

- Seguimos a Tarquino hasta la torre en el interior del bosque, cuando llegamos escuchamos ruidos de pelea en su interior y rápidamente entramos para socorrer a quien estuviese en peligro. Pienso en las bestias que cada uno de los combatientes tenía a su lado. - Criaturas de los mitos se encontraban en su interior un grifo ayudando a un sacerdote de Apolo y una quimera ayudando a Tarquino. Nada pudimos hacer ni por el sacerdote, ni por el grifo aunque Ebalo lo intentó. Hago una mueca de dolor pensando en lo siguiente. - Allí nos fuimos sobre Tarquino y su bestia, el ladrón usaba el orbe para castigar nuestros cuepos, la bestia sus garras y su fuego para dañarnos. Cuanto mas luchábamos mas se dañaba la estructura de la torre pero eso en principio no nos preocupaba, como grupo acorralamos a nuestros enemigos, Ischyros le asestó el golpe final a la quimera y Spyridon a Tarquino.   

Tomo algo de aire antes de continuar. - Como había dicho la estructura estaba dañada y empezó a desmoronarse con nosotros dentro, con suerte conseguimos salir de allí ilesos. En cuanto nuestra visión de Era y su misión no estaba seguro de ser quien tendría que hablar de ello, así que lo omití. - Recogimos el orbe y la cabeza de Tarquino para dar fe de nuestra misión, ahora teníamos pensado entrar en la ciudad para entregar lo uno y lo otro. Como dice Ebalo estamos agotados y heridos, no queremos causar mas problemas.

Marconio se acerca a Ebalo y mi tío Theron para luego hablarles palabras que no consigo escuchar debido a la distancia. Siguiendo la orden de Spyridon, comienzo a dar pasos en dirección del oficial, siempre manteniéndome cerca de Ifianasa y el orbe que custodia pues es el objeto más preciado y el objetivo de nuestra gesta hacia esa torre abandonada.

Si lo perdemos, de nada habrá servido la gesta que tanto sudor y sangre nos costó. Debemos mantener el foco en lo que es más importante.

Intento ocultar a la simple vista la cabeza que llevo, pero dudo que sea algo que Marconio no haya notado pues tampoco es un objeto fácil de hacer desaparecer. Es a prueba de que Tarquino ha sido castigado y debe ser entregada como parte de la misión.

Sin dudarlo, sigo a mi hermano mayor, dispuesto a cubrirle las espaldas con mi juego de dagas, aunque confío en que ninguna amenaza concreta se va a materializar en un futuro inmediato.

El grupo del orbe se acercaba a Ebalo para entregar el objeto preciado. Luego de escuchar la recomendación de Anatolius y ante la situación que se encontraban, Talios no pudo evitar hacer una exclamación positiva, se notaba el orgullo que tenía hacia su inteligente hermano; para facilitarle la tarea intentó cubrir con su enorme cuerpo el orbe para que pudiesen hacer la maniobra.

Viendo que todos optan por acercarse a Marconio, ella decide que puede aprovechar ese momento para salir de ahí y dirigirse a la posada para poner a buen resguardo todo lo que se puede echar a perder con la lluvia. Y parece que los dioses no van a impedir que caiga una buena tormenta. Al fin y al cabo, nadie la necesita ahí y tanto el orbe de Hera como la cabeza de Tarquino ya van al encuentro del Capitán de la Guardia de Midea.

Marconio, el comandante de la guardia, se mostró extrañado por la forma de hablar del soldado espartano, no obstante, ya había oído de él y de sus peculiares habilidades como poeta, por lo que no le dio importancia he intentó descifrar lo que le decía entre versos. -Micenas, ¿como saben que la tormenta llega hasta Micenas?- preguntó consternado, aunque no esperó respuesta, demasiadas cosas oscilaban por su mente.

Fue en aquellos momentos, cuando el viento frío de la tormenta se dejaba venir sobre de ellos y que los cielos se oscurecían, que el general Spyridon dio la orden de acercarse saliendo de entre los arboles que bordeaban el bosque. Junto a él avanzaban de momento solo Lykaios, Dareios e Ischyros, aunque mas atrás, apunto de agruparse, estaban Talios, Anatolius, Ifianasa y otros.

Theron habló entonces, intentando esclarecer los hechos poéticos narrados por Ebalo, -¿Un grifo y una Quimera?, ¿están seguros de ello, tenes prueba?, ¿que tipo de quimera?- el comandante parecía confundido o inseguro, pero pronto supo que en el fondo había cosas mas importantes. -¿Es eso el orbe?- dijo señalando a lo que brillaba de entre las prendas que usaba Ifianasa para esconderlo. -¿Donde está la cabeza de Tarquino? ¿Y que ha sido del sacerdote de Apolo con quien se encontraron?- los soldados que le acompañaban se miraban entre si, claramente mas confundidos aun que su comandante.

Por suerte la gente en las cercanías no se encaminaba aun hacia ellos debido a que oportunamente Akintos llamaba su atención.

Me acerco al grupo con el que está mi hermano, junto a los poderosos héroes Ischyros y Spyridon, pero llego tarde para entender cuanto están diciendo, por lo que por un momento mi rostro muestra estupor y confusión. Finalmente, me quedo algo retrasado tras mi hermano, expectante y vigilante.

Asentí después de las palabras de Anatolius y deposité el objeto en el saco con runas con la máxima suavidad posible. Separarme del objeto era una misma sensación como si arrancaran a un recién nacido del pecho de su madre. De todas formas, confié en que pudiéramos hacer pasar el objeto desapercibido de ojos curiosos o incluso malvados.

Miré a mi mejor amigo Ischyros y le hablé:

"-Querido amigo, debemos movernos pronto, ya no podemos estar paseando el orbe a nuestro antojo. No podemos dejar que caiga en manos enemigas nuevamente, Tarquino sólo pudo haber sido una distracción. Avancemos."

Después de terminar mis palabras empecé a escuchar claramente lo que estaba diciendo el comandante a unos metros de distancia. Sentí una decepción y un miedo, pues ya sabían que teníamos un objeto mas que valiosos con nosotros.

Antes de empezar a movernos, les dije a mis compañeros que estaban a mi lado.

-"La protección del orbe es sólo lo que importa"