Partida Rol por web

Era ya cerca del mediodía cuando los viajeros empezaron a hacerse frecuentes a lo largo del camino, no solo dificultando su paso, si no poniendo en riesgo su misión. Y es que dialogar con los Dorios dejaría en claro que eran Micenos; aunque aquello no aplica al poeta y soldado Ebalo, quien estaba más que a gusto.

Habían pasado ya unas cuatro horas desde que se enfilaran directamente hacia la ciudad portuaria de Asine, cuando una gran caravana de viajeros que llegaban desde Tebas les indicaran el camino a tomar, y al mismo tiempo empezarán a avanzarán al frente de ellos a fin de protegerse entre ambas caravanas. Realmente a aquellas alturas no había mucho de que protegerse, el camino era seguro y se notaban patrullas más o menos cada hora. Por lo tanto, aquel grupo de mercaderes, al notar a los Micenos bien apertrechados confiaron en que eran una buena protección contra alguna acción hostil de los Dorios, los cuales, si eran famosos por algo, era justo por su hostilidad.

No obstante, aquello trajo problemas, pues hacía ya más de una hora que una patrulla conformada por unos cuatro soldados de a pie Dorios, les seguía a poca distancia. Podrían estar viajando con el mismo rumbo, pero lo cierto era que las miradas de aquellos Dorios y el hecho de que avanzasen al mismo ritmo que ellos, hacía que las cosas se pusieran un tanto tensas, al menos desde la perspectiva de los héroes Micenos.

Ahora, con el sol sobre de ellos, y con la ciudad de Asine a no más de un par de horas de viaje el grupo tenía que tomar su decisiones finales. Podían parar a descansar y comer algo o podían comer mientras viajaban a fin de apurar su llegada. Podían detenerse y conversar respecto a sus primeros pasos ante el rey o podían intentar ponerse de acuerdo en el camino, ante las algo cercanas miradas de los Dorios. Consecuentemente, la decisión era ya solo una, entrar ya a la ciudad, o detenerse y esperar.

Para evitar derrumbarse como el día anterior y que eso retrase a la comitiva, decide viajar sentada en la parte trasera del carro. A pesar de sentirse recuperada, sabe que la enfermedad podría volver a hacerse presente en cualquier momento y que el ejercicio físico solo agravaría la situación. 

Aun resuenan en su cabeza las palabras de Ifianasa y coincide con ellas. ¿Cómo puede presentarse ante el Rey de Asine? No es nadie y si va en esa comitiva es simplemente porque no la podían dejar en casa. Y no pasará mucho tiempo antes de que tengan que presentarse.

Quizá aun tengan hasta mañana para buscar un motivo por el que ella deba estar ahí, pero quizá no sea tiempo suficiente. Coge una de las frutas que consiguieron ayer y la mordisquea, pensativa. Un grupo de patrulleros Dorios lleva siguiéndoles desde hace rato y es como si estuviesen preparados para cualquier cosas. Y después de lo de ayer, lo último que necesitan es otra pelea... y menos en tierras enemigas. Eso podría llevarles a la cárcel y ser ajusticiados. Nadie les creería si dijesen que ellos iniciaron primero el conflicto y nadie saldría en su defensa. 

-¿Qué debería hacer? Quizá no deba presentarme ante el rey... si eso supone un problema para todos y para la misión. 

El final del camino estaba cerca, por fin. La presencia de los cuatro soldados dorios no había pasado desapercibida para el grupo, pero mientras no hubieran más problemas lo mejor era pasar lo más desapercibidos posible.

Apenas dos horas quedaban para la entrada a la ciudad, en la cual deberían identificarse como grupo en misión diplomática. Hypatia muy inteligentemente cuestionaba su presencia en el heterogéneo grupo. Por otra parte, tras cuatro horas de marcha se imponía hacer un pequeño descanso antes de entrar a la ciudad.

- Creo que deberíamos descansar, comer algo y luego continuar. No conviene que lleguemos a la ciudad exhaustos y nuestra imagen debe corresponder a diplomáticos.

Spyridon miró a la muchacha.

- No me gusta la idea de separar al grupo, y menos que te quedes sola. Hemos de buscar una razón para tu presencia entre nosotros. Ifianasa ¿sería posible que pasase por novicia o aspìrante al sacerdocio? Quizás podría ser tu aprendiz...

No tenía muy claro si esa podría ser una solución.

- De todas formas estoy abierto a cualquier sugerencia. Paremos, comamos algo y preparémonos para la entrada.

Akintos viajaba intentando poner ante toda situación buen ánimo, incluso cuando aquella patrulla armada comenzó a viajar a la par del grupo, simplemente se dedicó a mirarlos y armar en su mente escenas de combate si se atrevían a insinuar algo con sus armas.

Las palabras de la sacerdotiza de Hera fueron duras, pero su gran sabiduría los había puesto en alerta y provocaba que sopesasen la situación de forma algo diferente.

El soldado escuchó las conclusiones de su mentor al respecto y se sonrió cuando terminó.

- General - comenzó - Es cómo si me leyese la mente con esa propuesta - rió.

- Otra posibilidad, es plantear algo sencillo que no puede ponerse en duda - agregó, orgulloso.

- Sabemos que Hypatia conoce muy bien el oficio de cocinera, eso nadie puede disputarlo. Entonces plantear que viaja con el grupo en rol de cocinera sería lo más sencillo; el hecho de que sea hermana de varios de los soldados y diplomáticos aquí sería en definitiva poco relevante - Se encogió de hombros.

- La primera propuesta si bien es buena, tiene el defecto de que sería sencillo desbaratarla con cuestionamientos a Hypatia sobre los quehaceres sacerdotales en su conjunto -

Escucha tanto a Spyridon como a Akintos.

-Yo también había pensado en eso, pero más que en que se descubra la mentira, creo que puede enfurecer a los dioses. Sería un atrevimiento por mi parte pretender ser novicia. Además, mis ropas no son las de una novicia.

Mira a Ifianasa.

-Además, no solo pondría en entredicho mi persona... también a Ifianasa. No creo que sea la idea acertada.

La otra propuesta quizá suena mejor.

-Quizá se pregunten para que un grupo de guerreros y emisarios, acostumbrados a las raciones de batalla, necesitan de una cocinera. Y más, si esa cocinera es la hermana de cuatro de ellos y sobrina de uno de los generales. Y si decimos que es para que la princesa se encuentre a gusto en su viaje a Micenas, ellos creerían que estamos dando por hecho que nos entregarán a la princesa.

Akintos le lanzó una mirada de complicidad a Hypatia.

- Eso suena aún mejor - le sonrió, aunque no pudo evitar que se cruzase por su mente una duda, si la misteriosa relación entre el poeta y la joven pondría algo de todo esto en jaque. Pero no dijo nada, no por le momento.

Sonríe a Akintos.

-Pero nos puede causar problemas. Podrían creer que nos la llevaremos sí o sí... aunque ese es el plan, ¿no?

No habla demasiado alto pues la patrulla de dorios aun los sigue y los vigila. ¿También se pararán a descansar cuando ellos lo hagan? O, quizá, simplemente se alejen por el camino para informar de su presencia en los caminos y que se dirigen a la ciudad de Asine.

Sabrán que llegan antes de que lleguen.

No puedo evitar evaluar militarmente lo que veo, tipo de vías por las que discurre el flujo de comerciantes y de viandantes, guardias de camino. Eso hizo que mi vista se demorase demasiado en los guardias Dorios que hacía poco habían acomodado su paso al nuestro, podrían causar problemas o ser solo exceso de celo por su parte ... los dioses lo decidirían. Aunque la conversación de Spyridon, Akintos, Hypatia e Ifianasa, podía terminar atrayendo su atención. 

- Como dije será la primera actitud de rey la que nos muestre el camino, y si nuestro destino es regresar con la princesa. Así que llevar a varias mujeres en el grupo para que atiendan sus necesidades no es mala cosa. Me encojo de hombros antes de añadir. - Aunque en caso de que se pacte, no sería de extrañar que trajese su propio séquito, no deja de ser una princesa y futura reina. 

La partida de guerra emprendió la marcha y llegaron a las inmediaciones de Asine para cuando el cielo estaba cerca de su cúspide. Para ese momento el camino ya estaba bastante transitado por mercaderes y viajeros, aquellos temerosos por nuestro aspecto pertrechado se apartaban de nuestro camino. Pero un cuarteto de soldados Dorios iba por detrás nuestro y aquello alertó a todos. 

Los que estábamos más alejados de la vista de los dorios preparamos las armas en caso de que hubiese que combatir. A orden de Spyridon detuvimos la carreta y decidimos el siguiente movimiento, por el momento descansaríamos, recuperaríamos fuerzas y seguiríamos hacia Asine para llegar cerca del anochecer. Todos se centraban en qué papel sería el de Hypatia pues era la que más destacaba en el grupo, dado que era la hermana de cuatro y sobrina de Theron. Ese hecho podria afectar al modo en reclamar a la princesa de Asine y el destino de Ptolomeo. 

Por el momento permanecí en silencio y pendiente de los soldados Dorios. 

Atreo había permanecido atribulado y pensativo por todo lo sucedido, demasiadas emociones se habían agolpado en su pecho, tanto de exaltación, como de pavor, así como exultante regocijo por saberse un elegido de los Dioses. Los horrores vividos, las peleas a muerte, los peligros inciertos en el camino y la traición de Zorba...todo se había aunado para que el siempre voluntarioso Atreo, que amaba a su familia por encima de todas las cosas, callara y pensara, recapacitara sobre todo lo sucedido. 

Allí había algo más, pues la misma Diosa Hera les había advertido, quizá su mente de mortal no fuera suficiente como para discernirlo...pero él, paciente y a la vez obstinado, no cejaría de darle vueltas al asunto intentando unir las piezas. 

Que los Dorios les seguían no le había pasado desapercibido, pero las órdenes son las órdenes, y ahora mismo no debían llamar la atención, así que se guardó su resquemor y siguió al resto, con las manos prestas por si había que defenderse. 

Ante las palabras de Hypatia Atreo asintió e intentó pensar una solución para el dilema que tenía su hermana, muy querida por él. Las propuestas se sucedieron, y Atreo, simple y concreto, se atrevió a dar la suya, pese a que las heridas y el cansancio hacían mella en su ánimo. Por fin abrió la boca, saliendo de su mudo estado, pero teniendo cuidado de no ser escuchado por los Dorios.

- Es posible que Ifianasa tenga razón, pero, ¿por qué no decir la verdad y mostrarnos tal y como somos? ¿acaso eso no sería un acto de valentía y humildad? Comprendo que un rey debe ser persona también, y seguramente apreciará que una familia se cuide entre ellos, mostrando valor, honor y lealtad. ¿No sería más sencillo y factible decir simplemente que al sernos encomendada la misión, nuestra hermana no tenía a nadie con quien quedarse, lo cual es cierto, y antes que dejar a una mujer sola, lo que daría mala imagen tanto de ella como de toda la familia, nos la llevamos con nosotros pues se ofreció a servirnos de cocinera, ayudante, a limpiar los caballos, acarrear agua....etc..? Desde mi punto de vista eso también agrandaría la opinión que pudiera tener cualquiera de ella, pues el valiente acto de seguir por tierras peligrosas a sus hermanos y tío no debería ser pasado por alto. - 

Quizá la juventud no le dejara ver los contras, o quizá la protección que de natural le salía cada vez que su hermana necesitaba ayuda le cegara, pero él era así, y no podía cambiarlo. Quizá por los hados del destino, otros estaban al mando para tomar las decisiones. 

Nuestros pasos por el camino comienzan a ser acompañados por dorios que transitaban esa ruta también. Nos miraban con curiosidad y quizás recelo, pero no hicimos nada que les pareciese amenazador, por lo que pronto fuimos solo unos viajeros más de entre todos.

Una patrulla pareció percatarse de nosotros y nos sigue constantemente, claramente vigilando nuestros movimientos. Me fijo en ellos y vigilo que no planeen tendernos una emboscada que pueda resultar en un ataque sobre nosotros.

Algunos miembros del grupo comienzan a hablar del plan para presentar a Hypatia y, luego de escuchar sus posturas, planteo la mía, cuidando de no subir mi voz para no ser oído por oídos externos a nosotros:

 - "Creo que el presentar a Hypatia como una sirvienta personal de la princesa es realmente una muestra de buena consideración de nuestra parte, aunque las palabras de Atreo también son ciertas. La verdad es que no soy capaz de mentir y preferiría que la verdad sea nuestro escudo siempre, aunque entiendo que no todas las batallas pueden ganarse así."

La verdad es que si pretenden que Hypatia se quede fuera, yo soy el mejor candidato a quedarme con ella pues mi incapacidad de mentir puede volverme un estorbo en la reunión diplomática. No es que pretenda que la princesa se vaya con nosotros envuelta en mentiras, pero a veces es mejor "arreglar" un poco la verdad antes de pronunciarla.

Siguiendo la orden de Spyridon, me preparo para detenernos a descansar y seguir conversando, sin quitar mi vigilancia de los alrededores durante el proceso.

Atreo mira a Ischiros y sonríe cuando escucha como su hermano bastardo, su hermano al fin y al cabo, le apoyaba casi al completo. Rápidamente unió ambas ideas, mostrando por qué con él era con el que mejor se llevaba. 

- Creo que sería un acierto ir con la verdad por delante, y además, imagino que para ti, Hermana, sería un honor poder hacer de dama de compañía de la princesa, puesto que estamos en misión diplomática por parte de nuestro pueblo. ¿No sería quizá correcto decir que, al llegar aquí a la ciudad, y sabiendo ya nuestro cometido porque el general tuvo a bien informarnos a todos, nuestra Hermana se ofreció a servir de dama para la princesa para facilitarle en todo lo posible el viaje? Es una propuesta honorable, al menos para mí. Aunque si el Rey es tan intransigente como el nuestro... pero eso es algo que no podemos saber hasta que estemos delante de él, como han dicho ya.  - dijo, recordando a su monarca y componiendo una mueca de desagrado. 

- Creo que ambas historias casan bien y, si a mi hermana le place servir a la princesa, son casi por completo ciertas, omitiendo ciertos detalles que al Rey no deberían importarle...que no es lo mismo que mentir. - razonó. 

-No hay mucho que discutir, no vamos a hacerla pasar por sacerdotisa- exclamó Ifianasa respecto a Hyaptia. -Sería un error. Por otro lado, decir toda la verdad sería también un error. Mentir es una cosa, y hablar de más es otra. Al decir que Hypatia fungirá como sirvienta personal de la princesa, no habría mentirá alguna si la misma Hypatia está no solo de acuerdo con dicha historia, sino que está dispuesta a cumplir dicha labor. El que ella misma sea familiar de varios de ustedes no tiene por que saberlo el rey y en caso de saberse se puede considerar que se buscó a una joven casta y completamente confiable y capacitada- detalló la sacerdotisa.

-En cuanto a nuestra historia, contar todo solo traería más preguntas y desconfianza. Incluso dudo que le importen nuestros motivos- puntualizó mientras seguían avanzando por el camino con los saldados Dorios a un a sus espaldas y a la caravana de Tebas marchando frente a ellos.

El grupo de héroes no se detuvo hasta no llegar a las inmediaciones de la ciudad. Sería riesgoso el quedarse a descansar en medio de la nada con los soldados Dorios sospechosamente tras ellos. Por suerte, los Tebanos también tenían pensado descansar a las afueras de la ciudad, en el barrio conformado por las caravanas y viajeros que llegaban a la ciudad portuaria de Asine. A solo unos 50 metros desde allí, se encontraba ya la ciudad, llena de casas y edificaciones. Entre las casas se asentaba el Agora de la ciudad y a un costado un edificio en construcción que probablemente fuese un amplio teatro. A su vez, sobre la gran montaña que surgía entre el puerto y el poblado, se asentaba la acrópolis de la ciudad, que era el verdadero destino de los Héroes.

Acamparon cerca de los Tebanos mientras que observaban como los soldados Dorios se dividían, quedándose dos de ellos a cierta distancia observándolos y conversando entre ellos con naturalidad, mientras que los otros se adentraban en la ciudad.

Era ya el Déile cuando el grupo montaba su campamento, por lo que les quedaban solo unas cuatro horas aproximadamente para que el día terminase. El grupo tenía ahora que llevar a cabo cualquier preparativo que requiriese para acudir ante el rey y decidir el cómo y cuándo hacerlo. La acrópolis ya estaba ante sus ojos.

No le desagrada la idea de ser la acompañante personal de la princesa aunque tampoco la conoce y no sabe de que forma la tratará. Solo será por unos días así que no lo tiene muy en cuenta. Al final deciden no detenerse y siguen el buen ritmo de los tebanos hasta que llegan a la zona de acampada. Allí se juntan los nutridos grupos de las caravanas de comerciantes de otras ciudades y territorios.

Nada más detenerse, baja del carro y se acerca a los bueyes para desengancharlos del carro y que puedan pastar libremente. Les acaricia el fuerte cuello y les da unas palmadas en el lomo antes de alejarse.

-Deberíamos conseguir más provisiones en el Ágora. Me temo que el viaje de vuelta será complicado.

Sin tener en cuenta que deben hacerlo por mar. Así lo aconsejó Hera en su visión. El problema es el dinero... No quedará bastante para las provisiones y conseguir un transporte por mar. Además, por tierra será todo un reto con los dorios vigilando y con el rey micénico empeñado en que fracasen. Si realmente fue Zorba quien contrató a esos mercenarios. Si la princesa sufriese algún percance en su viaje a Micenas, todo estaría acabado.

Las palabras de Ifianasa reafirmaron al escudero, lo que habían planeado junto a Hypatia parecía ganar más fuerza al ser corroborado por la sacerdotiza.

- Escuchad las sabias palabras - agregó mirando a Atreo e Ischyros. Codeó al arquero, el cual había salido de su gran reserva y parecía algo animado nuevamente - No es correcto decir demasiado, no debemos osar implicar que la nobleza de Asine siente interés por nuestros motivos y relaciones -

Con el apoyo de Ifinasa, Akintos consideró el asunto zanjado. Pero una cosa era tener clara la dirección del camino y otra era recorrerlo. Con esto fue que llegaron al barrio formado por numerosas caravanas.

No terminaba de comprender a la patrulla de Dorios, pero suponía que se encargaban de vigilar los caminos y sobre todo de las idas y venidas de caravanas extranjeras.

-Deberíamos conseguir más provisiones en el Ágora. Me temo que el viaje de vuelta será complicado.

 Ante las palabras de Hypatia, comentó - No lo se, ceo que dependerá de la actitud del rey. Si fuese benevolente ante la exigencia de Alameo, hecho del cual dudo, no mezquinaría él mismo aprovisionarnos para la vuelta. En el caso opuesto, nos complicaría en extremo seguir avanzando con la carreta aprovisionada, además de que necesitaremos hacernos de un barco...- apoyó su dori en la carreta y se revolvió los largos cabellos.

- Es una situación complicada, pero no creo que sea buena idea apresurarnos a gastar nuestros recursos -

La resolución acerca del papel de Hypatia en el grupo parecía satisfacer al general. Mucho mejor si no implicaban a los Dioses y el tener a una persona que pudiera atender a la princesa podría ser bien considerado por parte del rey.

Pero no se hacía muchas ilusiones. Tendrían que ser muy diplomáticos para al menos no acabar en las mazmorras. El tema de la princesa lo veía mucho más complicado.

Observó el sol, quedaban cuatro horas. Daba tiempo suficiente para poder acudir al trono, pero el general sabia que esa no era la forma más diplomática de actuar.

- Descansaremos. Hemos de encontrar un mensajero para que anuncie la llegada de una misión diplomática de Micenas al rey y solicite audiencia. No nos precipitemos. Vamos a actuar sin ocultarnos, venimos a entregar una tablilla con la solicitud de mano de la princesa. Hagámoslo.

Ahora que habían llegado, Spyridon dudaba, pero parecía lo más lógico anunciar su presencia a palacio.

Atreo, tras ver que había conseguido de alguna forma ayudar a su hermana, se relajó y escuchó las opiniones de los demás, asintiendo y analizando. Akintos le dio un suave codazo, que fue devuelto en forma de sonora palmada en el hombro con una sonrisa de aliento. 

De todas formas, nada tendría sentido si la misma Hypatia no aceptaba ser la dama de compañía de la Princesa, pero al parecer, ella ya miraba con buenos ojos dicho quehacer, por sus pocas protestas. Mientras tanto, habían llegado al exterior de su destino, y se detuvieron con el resto de caravanas. Los soldados que les seguían se separaron, dos para vigilarles y dos para avisar a alguien. - No me gusta - pensó Atreo, aunque él ya sólo por estar tan cerca de una ciudad ya estaba a disgusto, sin contar su natural inclinación de desconfiar de los desconocidos, sobretodo si van armados. 

La idea de descansar le seducía en cierta forma, pues aún se encontraba cansado y magullado de las últimas peleas, y la idea del general era lógica y de sentido común. Si eran una misión diplomática, lo lógico era actuar como tal. 

Pero Atreo tenía un presentimiento. Había alguien que estaba trabajando activamente para detenerles, y ése alguien parecía ser Zorba. No creía que se dejara engañar fácilmente, y probablemente tendrían alguna sorpresa desagradable ya esperándoles en la ciudad...pero como no había forma de saberlo, se dejó llevar y resolvió ir solucionando los problemas conforme se presentaran. 

Ahora el problema era conseguir adecentarse un poco más, conseguir comida y conseguir pasaje en un barco. 

- Probablemente, arreglar el pasaje del barco sea lo más inteligente y urgente...salgamos con buen pie de aquí o corriendo. En ambos casos, sería de buen tino tener ése asunto zanjado. - dijo, contribuyendo a dar ideas. 

Se acerca a la parte trasera del carro.

-Bueno, podemos discutir cuál será nuestro siguiente paso mientras montamos el campamento. No querremos que nos pille la noche sin las tiendas preparadas. Además, deberíamos aprovechar las horas de sol para, por ejemplo, lavar la ropa y secarla. También para intentar zurcir los descosidos. No podemos presentarnos ante el Rey con la ropa sucia y deshilachada. Aunque, claro... creo que nadie pensó en traer una muda de ropa.

Saca una de las tiendas de campaña y busca un lugar apropiado donde asentarla.

-De todas formas, ¿no podemos hacer las dos cosas a la vez? Enviar un mensajero al Rey e ir a conseguir un barco. Podríamos solucionarlo todo esta misma tarde antes de que se ponga el sol.