Partida Rol por web

El general observó la pequeña escena entre Atreo y Ava con cierta preocupación. El entusiasmo de la juventud a veces puede producir chispas que se pueden convertir en un incendio y reducir a cenizas los corazones. Tras la muerte de su mujer el general era bastante refractario a los asuntos del corazón, lo que le había convertido en un ser bastante solitario en ese aspecto.

No quería romper el entusiasmo de la princesa, pero convenía prevenir a Atreo. Lo llamó aparte para que la princesa no pudiera oír lo que quería susurrarle, aunque sin preocuparse que sus compañeros pudieran oírle.

- Recuerda que tenemos que llevar una princesa a nuestro rey para que tu padre pueda vivir.

Le sabía mal echar un jarro de agua fría sobre la pareja, pero mejor ahora que antes que la cosa vaya a mayores. Después habló con Ébalo.

- Eres el general y líder del grupo y ahora estás en una posición de fuerza, aprovecha el momento y no cedas en reclamar la palabra que nos fue dada.

Tras esto el general se relajó. Aunque curado de sus heridas y completamente repuesto, psicologicamente aún no lo estaba. Además, hay heridos que requieren atención, Ischyros por ejemplo. El general se le acercó y simplemente le puso su mano en el hombro como gesto de camaradería.

Necesitaban descansar y reponerse antes de iniciar el viaje de regreso.

Atreo sonrió ante la respuesta de la bella y joven Ava perdido en su mirada, sin prestar mucha atención a las respuestas de la Diosa Iris, pero escuchándola de refilón. Luego, si tenía tiempo, recapacitaría sobre esas palabras....pero antes le hizo una ligera reverencia a la princesa, sonriéndole a su vez mostrando su total acuerdo con la decisión que había tomado. Así era la juventud. 

Una mano fuerte y dura le cogió del hombro y lo apartó unos pasos, era el General Spyridon, que quería decirle algo a solas. El joven le prestó la debida atención a alguien de su posición, rango y sabiduría, mirándole con la alegría de ver a no sólo un superior respetado recuperado, si no a un amigo de la familia que había sangrado a su lado y que ahora, a punto de quedar defenestrado para el resto de sus días, se recuperaba por intercesión de los Dioses.

Escuchó sus palabras con suma atención, tornándose torva y larga su expresión, mientras la comprensión y la certeza de lo que el General le decía se hacían paso en su entendimiento y sobretodo, en su corazón. - ¿Por qué los Dioses son tan crueles, mostrándome a mi amada y quitándomela apenas unos segundos después? - pensó, en un arrebato de furia justiciera juvenil, tragedia, amor y desesperación unidos en un solo pensamiento.

Probablemente su cara fuera todo un poema, pero trató de solventarlo de la mejor forma que pudo, recomponiendo su rostro y mostrándose serio y circunspecto, con el entrecejo fruncido y mirando al suelo intentando encontrar una solución a su enorme problema.

Bendito problema.

- Creo que el Rey no esperaba que fueramos capaces de vencer a ésta criatura enviada por los Dioses, a saber con qué cometido, pero se ha demostrado que siguen de nuestro lado y que nuestra causa es justa y verdadera. Hemos vencido y durante mucho tiempo se cantarán gestas y baladas en nuestro honor, pero no debemos distraernos. Reclamemos lo que en justicia nos hemos ganado y sigamos nuestro camino, señor. - le dijo en realidad a Spyridon, sólo que como éste último estaba al lado de Ébalo, y Atreo consiguió dirigir sus ojos al gigante espartano, todos dieron por echo que se dirigía a él. 

La respuesta de Iris aclara todas sus dudas. La diosa no se queda mucho más entre ellos y se desvanece en el aire junto con su arco multicolor. Eso hace que sus sentidos vuelvan a la realidad y pueda percibir las cosas que pasan alrededor. El Rey Karsten no aceptará realmente que ellos hayan acabado con el terror de los mares. Está segura que intentará alguna cosa indebida, incluso si primero aparenta que los acepta como iguales. Al fin y al cabo, son micenos y han ido a su reino a dejarlo por los suelos y a llevarse a una de sus hijas.

Se pone en pie, decidida.

-Creo que debemos irnos. El Rey Karsten no cumplirá su palabra. Su odio hacia nosotros está muy por encima de su honor. Y no aceptará que hayamos vencido allí donde los suyos han fracasado. Además, estoy segura que la Princesa Ava no espera tener la aprobación de su padre para emprender la segura. Es más, el Rey Karsten nunca aceptaría algo así.

Se acerca a su hermano Ischyros y le entrega el polen ya que no lo ha usado con el General al ver que se recuperada. Además, le hace entrega de otro de los frutos de Hera.

-Hermano, has combatido bien. Has sido todo un héroe - sonríe -. Espero que esto acabe de recuperarte. Aunque me temo que quizá te queda alguna marca por las quemaduras. Y no creo que sea posible encontrar hierbas medicinales antes de marcharnos.

Mira a los demás.

-Aun me queda uno de los frutos, ¿alguien lo necesita? Témome que ahora estaremos en una situación complicada y necesitamos estar lo más recuperados posible. Los soldados del Rey llegarán pronto.

Mientras alguien reclama el último fruto de Hera que le queda, se acerca al General Spyridon una vez acaba de hablar con su hermano Atreo y Ebalo.

-General, ¿hicimos mal en salvarte? - le susurra, preocupada de verdad por, quizá, haber hecho algo que no debería haber hecho.

No se le ha escapado la mirada de tristeza del general, como si hubiese perdido algo al volver de entre los muertos.

El jonio quedó sumamente confundido ante las palabras de Iris, se rascó la cabeza en gesto casi instintivo, sin percatarse que aún tenía el casco puesto, por lo que tras ello deslizó una mirada hacia su hermano, mucho más astuto que él para esos galimatías, a la vez que le preguntaba con una simple mueca "¿Tú has entendido algo?".

Tras ello se quedó esperando al resto de sus compañeros, por si alguno sabía a qué se refería cuando la diosa se refería, pues al parecer se refería a las propias relaciones que tenían ellos con el resto de humanos, pero no mencionó en ningún momento a los dioses enemigos, a parte del susodicho Hades. Así pues, antes de decir nada, pues poco tenía que decir, esperó a que alguien aclarara dicho asunto si era posible.

Así mismo, se percató de la relación que empezaba a surgir entre Atreo y la joven princesa, algo que el general ya se tomó la libertad de avisar al muchacho, y hacía bien, aunque como en otros tantos casos, la juventud nunca escucha... No obstante, su misión era clara, llevar a la muchacha ante el Rey de Micenas, y eso haría, le pesara al chico cuanto le pesase...

Finalmente, escuchando las palabras de la joven respondió diciendo:

-Yo estoy bastante maltrecho joven Hypatia, pero puedo aguantar varios envites más de ser necesario, si no hay nadie que lo reclame lo aceptaré de buen grado, pero sólo si ese es el caso -expone sin darle mucha importancia a las enormes heridas que presenta- en cuanto a irnos, creo que eso debimos hacerlo cuando Carakginius aún estaba vivo, ahora no podemos hacer nada, si intentamos coger un barco el Rey nos interceptará en alta mar, pues no tenemos ningún marinero experto y ahora el Dios de los Mares está ardiendo en deseos de acabar con nosotros -expuso aclarando la situación tan complicada en la que se encontraban según su parecer.

Mira al gigante ateniense.

-Respeto tu opinión, pero sin vencer a Carakginius, no hubiésemos cumplido nuestra misión. Huir aun con el Carakginius vivo no habría hecho que el corazón de la princesa se acelerara con la última flecha. Y como ha dicho Iris, no debemos temer. Tenemos enemigos tanto en tierra como en el mar. Además, si es cierto lo que dice la diosa Iris, estarán demasiado ocupados peleando entre ellos como para prestarnos demasiada atención.

Les mira con unos ojos que dejan poco espacio para la queja y es que los hombres y, sobre todo, los soldados piensan que son completamente invencibles.

-Talios quizá pienses que aun puedes aguantar otro combate, pero la sangre ya ha manchado suficiente la arena de esta playa. Los cuerpos están magullados y el espíritu, aunque fuerte, está cansado. Si esos soldados vienen con intenciones poco amigables no podremos aguantar. Están frescos y sus armas son de mayor calidad. Enfrentarse a ellos no sería valiente, sería estúpido. El Rey no nos respetará, quizá aparentará, pero eso es todo. Cuando cerremos nuestros ojos, estaremos muertos.

Intenta tranquilizarse, pero es que tiene un mal presentimiento sobre todo eso. Nada bueno puede salir de quedarse en territorio enemigo.

-Pero, por supuesto, otros sabrán mejor que yo lo adecuado en este momento. Si alguien requiere del fruto, que venga a buscarme.

Sabe que en algún momento u otro tendrán que huir y deberá ser por mar y no por tierra. Se aleja un poco de todos los demás.

Spryridon sonrió ante las inteligentes palabras de Hypatia, todas ellas muy acertadas, y respondió a Talios.

- Yo haría caso de esta mujer, lo que dice es muy juicioso.

Aprovechó el momento para responderle también en un susurro.

- Hicisteis bien, lo que tiene que suceder pasará a su debido tiempo. Aún me queda un tiempo aquí antes de volver con los míos.

Cuando la diosa ha abandonado la playa, las respuestas me eran tan claras, como la insondable oscuridad en el interior de una caverna. Con lo dicho me acerco hasta la lanza clavada en las proximidades y la auno a la que ya tengo, que no la hubiese necesitado contra el cangrejo, no significaba que no la necesitara contra los hombres, o eso había entendido en el consejo de la diosa.

- Tal como ha dicho Spyridon, las palabras de mi sobrina son juiciosas. La diosa Iris, ya me dijo que al rey tendríamos que obligarlo a cumplir su promesa ... aquí solo junto a su guardia, en una playa desierta, dudo de que saliésemos de ella sin combatir, apelando a su honor y a la palabra dada. 

Miro hacia el camino, esperando la aparición del rey Karsken y sus soldados en formación de combate, enfilados hacia nosotros.

- No deseo ser pájaro de mal agüero, pero en cualquier caso, si desaparecemos ahora, tendremos quedar esquinazo al rey y sus guardias por toda la ciudad, eso sin contar con ciudadanos revanchistas ... y conseguir un barco sin dinero. Toco el lugar donde colgaría la bolsa exigua de monedas, que ahora no portaba. - Eso significaría buscar un barco de nuestra tierra, abordarlo y esperar que su capitán y tripulación sean unos patriotas. 

La diosa se marcha, dando crípticas respuestas a nuestras preguntas como siempre parecen disfrutar los dioses. No obtenemos ningún nombre y eso es algo un poco molesto pero nada que cambie nuestro actuar.

Atreo parece tener algo con la princesa menor y no sé si eso sea lo mejor, pero tengo claro que al rey no le gustará esa clase de acercamiento. Es mi hermano y lo amo, pero siento que con eso se mete en problemas.

"Solo espero que no traiga más problemas aquel asunto."

Mi hermana se acerca y me ofrece el polen divino, para que trate mis heridas. Le sonrío y respondo:

 - "Gratitud, hermana."

Aplico la divina sustancia y después de comer el fruto de Hera, para así recuperarme de las heridas que me aquejan y que claramente ponen en riesgo mi vida.

Pero el resto comienza a hablar acerca de un nuevo plan: No confiar en el rey de Asine y marcharnos por mar con su hija. No estoy demasiado de acuerdo con tomar ese curso pues no me gustan las traiciones de ese tipo y, aunque quizás un poco crédulo, pienso que el rey no faltará tan fácilmente a su palabra.

Pero no soy quien para discutir pues solo soy un miembro más de este grupo y sin demasiada jerarquía, por lo que espero en silencio la decisión de quienes están al mando mientras intento reponerme lo más rápido que pueda por si es que debemos seguir luchando, con soldados esta vez.

Demasiadas manos intentando salvar a una persona, aunque no supiéramos qué hacer pero todos queríamos salvar a ese hombre. Era nuestro líder y todos confiábamos en él, ya sea por parentesco familiar o por respeto de guerrero a guerrero, como nuestro caso. Cuando descendió de los cielos la diosa Iris y levantó grácilmente al general, los que estábamos a su alrededor nos apartamos con cuidado. 

La diosa no aplaudió y nos dio la enhorabuena por vencer a Carakginius pero ahora la situación se complicaba. El rey Karsten envió a sus tropas para "auxiliarnos" y aquello no me convencía, hice una reverencia ante la diosa menor y me alejé caminando de espaldas unos pasos y mantuve mi atención sobre la entrada de la playa, con mi arco en mano.

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El resto de compaleros hablaba y pedía consejo a la diosa, ésta respondía mientras yo mantenía la guardia y no perdía de vista a cualquier movimiento que detectara. Le hice una señal a Akintos para que se colocara cerca del general Spyridon y le ayudara, miré a Lykaios y Dareios para que se quedaran cerca del resto. 

Entonces escuché a mi hermano decir que podría con otro combate:-Hermano, deja que la joven te atienda y hazle caso en lo que te diga.-le dije mientras mi atención seguía en la entrada de la playa:-Ahora es mi turno de combatir y que tú me cubras las espaldas.-apunté con la mano a las tropas que bajaban:-Hypatia tiene razón, si algo hemos aprendido de este Rey es que no querrá que la gente sepa que nosotros y no él han vencido a Carakginius, esas tropas vienen a rematarnos.-luego miré a la princesa de Asine:-Y tienen el pretexto perfecto par atacarnos. Usted, mi señora. Sé que no confía en nosotros pero si he escuchado bien está a favor de la epopeya de Atreo. Y eso puede que nos salve.-aunque no me gustaba mucho hablar esta vez necesitaba hablar y si conseguía que la princesa de Asine nos defendiera ante su padre tal vez, y solo tal vez, tengamos una oportunidad:-Estoy de acuerdo contigo Hypatia, debemos irnos pero ahora mismo no tenemos muchas alternativas. Nadar, pelear contra las tropas aquí o correr a través de la ciudad y después pelear.- 

No se si alguno entendía a donde quería llegar a parar:-Estoy dispuesto a pelear aquí y ahora para tener una oportunidad.- 

- Tenemos la ventaja de que ahora mismo esos soldados nos ven como héroes. Hemos de recomponernos y hacer ver que librarnos de Caraknigus no ha sido más que una de tantas batallas. Hagamos ver ante el rey nuestra victoria y pidásmosle que cumpla su palabra en el acto. Un barco y la princesa fue su promesa, no necesitamos más, ni descanso ni alojamiento.

Spyridon no quería directamente huir ni enfrentarse a las tropas.

- Si decide no cumplir su palabra quedará como un traidor antes los dioses y sus hombres, podríamos aprovechar eso si lo necesitamos.

Escucho con atención las palabras de Spyridon, a modo de contestación a mi comentario de hace unos instantes:-Podéis tener razón, general. Pero no me voy a arriesgar a que nos ataquen por sorpresa. Dejaré mi arco preparado para disparar.-dije y mantuve mi posición y determinación enfocadas a las tropas de Asine que venían hacia nuestra posición. 

El gigante, viendo que nadie reclamaba la fruta restante la cogió con gratitud de las manos de Hypatia y con su permiso la usó en sí mismo.

Tras ello, y atendiendo a la deliberación en curso, dijo lamentando ser portador de malas noticias:

-Siento ser yo el que diga esto, pero si recuerdan, el Rey sólo prometió, en caso de que derrotásemos a Carakginius, que nos recibiría como embajadores amigos, es decir, toda esta gran epopeya sólo sirve para limpiar nuestro nombre y que Karsten nos reciba como merecemos, por lo que el asunto de conseguir la princesa aún está por debatir... -concluyó dejando claro aquel punto- no obstante, sigo defendiendo que lo mejor es quedarnos, irnos ahora sólo servirá para que nos odien más, y con toda seguridad nos alcanzarán tarde o temprano, tal y como dice mi hermano y Spyridon, hay que quedarse, ahora mismo somos héroes para esta gente y por mucho que el Rey quiera, no puede matar a los salvadores de su ciudad por mucho que quiera, no me cabe duda de que perdería gran parte del apoyo del pueblo si así fuera y su gobierno quedaría muy cuestionado -expuso con total convicción- además, si quisiera matarnos, creo que habría sido mucho más fácil que lo hubiera hecho en cuanto nos capturó, momento en el cual, nadie cuestionaría que matasen a un par de extranjeros enemigos.

La joven princesa, quien aún tenía una corta edad, siendo mucho más pequeña que Hypatia, le observa con respeto. Para la pequeña princesa aquella joven era una mujer hecha y experimentada, quien hablaba con voz firme y dominante. Era claro que aquellos hombres a su alrededor la veían de cierto modo como una igual, lo cual llevo a que admiración por ella también surgiese.

En su menta imaginaba poder ser una amazona, ágil y astuta como Atreo con su arco y dominante y sabía como Hypatia con sus lobos. Simplemente, no podía contener la emoción, esa vida era la que ella deseaba.

– Mi padre no actuará en su contra, es un hombre de palabra, como todo noble Dorio – dijo la princesa sin saber realmente de lo que se hablaba, pues aquellos héroes hablaban de dioses, de viajes, de peligros y otras cosas más confusas aún. Lo único que tenía claro es que temían a su padre y no confiaban en él.

Las palabras de Theron hablaban de lucha y otros parecían coincidir en dicha preocupación. – Mi padre no actuará en su contra, aún cuando tuviese el deseo de hacerlo. Lo que hoy ha pasado quedará marcado en la historia de Asine, sus actos se cantarán y narrarán por décadas. No, mi padre celebrará su victoria, y si no les quiere aquí, después de que el pueblo se haya cansado de alabarles les invitará a marcharse. Y todo eso solo pensando que realmente tiene algo contra ustedes – les explico la princesa, quien por un lado conocía bien a su padre y por otro amaba a su padre.

La sacerdotisa de Hera se monstruo en acuerdo con los generales Spyridon y Theron, sobre todo tras las palabras de la princesa Ava. – Olvidemos la guerra y el odio, dejemos que los dioses designen nuestros pasos. Nuestra misión es la misma, solo hemos dado un pasado adelante para cumplirlo. Intentar la salida directa puede costarnos la vida, y ya nos han advertido sobre lo que puede significar nuestro fracaso para toda la Helade. No, seamos sensatos y esperemos que los vientos se pongan a nuestro favor –.

En las calles aledañas a la costa de la ciudad, ya se podía escuchar el clamor de personas que celebraban la victoria de los héroes llegados Micenas al ver a la distancia al gran cadáver de Carakginius. En la altura de la acrópolis, los héroes pudieron observar que muchos nobles ya se acercaban a las orillas de la muralla para observar el final de la batalla, pero junto a ellos se podía mirar a al menos un par de docenas de guerreros que regresaban a sus posiciones previas.

Para aquellos momentos, las tropas que ya antes habían sido enviadas por el rey se aproximaban a la costa provenientes de las calles aledañas. Con la discusión en pleno y una decisión aparentemente tomada, los héroes se encontraron pronto con aquellos guerreros llegando hasta ellos. No eran más de una veintena, sus miradas mostraban distintas expresiones, algunas miedo, otras fraternidad, pero la mayoría, admiración. Y por ello, cuando su líder incoo rodilla en el suelo, todos le siguieron.

– Salven los héroes de Asine, los verdugos de Carakginius – saludó el comandante siendo secundado por una aclamación de sus tropas – hemos venido a auxiliarles y escoltarles hasta la acrópolis, ¿alguno necesita de pronto auxilio? – preguntó, al tiempo que mirando a la princesa, dirigió sus palabras a ella. - Princesa Ava, el Rey desea que acuda ante sus presencia de inmediato –.

Spyridon contempló con admiración el aplomo de la joven princesa, aunque no estaba en primera línea de sucesión su corta edad hacía presagiar una competente gobernante.

Ifianasa apoyó con sus palabras la idea de la princesa y el general no tenía nada que añadir. Con la llegada de las tropas del rey no pudo evitar tensar sus músculos, un acto que la experiencia hacía ya prácticamente reflejo, y llevar la mano a la espada, pero al ver su reacción pudo por fin relajarse.

La costumbre casi hace que diera la orden de seguir a las tropas hasta la ciudad, pero recordó que para esta gente, Ébalo era el que estaba al mando, por lo que le dio un disimulado empujón para que tomara la iniciativa.

Las cosas, por fin, parecía que se volvían a su favor.

Talios se quedó un poco más tranquilo tras las palabras de la princesa, que parecían ser bastante sinceras. Por lo que esperó intentando mantener la compostura de la mejor forma posible, con su lanza bien agarrada, pero en actitud de guardia, sin parecer ofensivo.

Al llegar los guardias, las palabras de Ava se corroboraron, pues aquellos hombres habían pasado de odiarlos a admirarlos, un cambio agradable como mínimo, por lo que ante su pregunta el gigante respondió diciendo:

-Yo necesitaré ciertos cuidados, pero puedo esperar... -dijo únicamente esperando la resolución del improvisado líder que era en ese momento Ébalo.

Parece que la princesa Ava tiene plena confianza en su padre y dice que es un hombre de palabra. Y aunque eso sea cierto, no confía del todo en la palabra de ese hombre, pero la princesa Ava parece diferente. Así pues, confiará en su juicio aunque esté teñido por el amor que le pueda tener a su progenitor. Ellos mismos no estarían ahí no creyesen en la inocencia de su padre y quisiesen probar que se le ha condenado injustamente.

No hay mucho tiempo para discutir pues el contingente de soldados ya está a la vista, pero no parece que sus intenciones sean el atacarles. Es más, se arrodillan ante ellos para honrar su gesta. A pesar de la victoria y de haber demostrado ante los Dorios que son héroes con el don de los dioses, no se siente demasiado atraída por todas las atenciones. 

Solo han hecho lo que habían de hacer y muchos han puesto en peligro su vida para conseguirlo. Solo han cumplido con su palabra y su deber. Pero lo aceptará como una muestra de respeto por parte de ellos.

Me encojo de hombros ante las palabras de la princesa Ava, ella veía a su padre bajo el prisma del cariño, yo había luchado contra sus hombres y sabía las atrocidades que podían llegar a cometer. Ifianasa nos aconseja seguir la linea del entendimiento y las buenas maneras, y aunque mi fuero interno me pedía a gritos prepararme para la batalla, la actitud del resto de mis compañeros estaba del lado de la comprensión.

El tiempo corría inexorable, y sin una decisión sobre que rumbo tomar ante los guardias, estos ya estaban ante nosotros. Son las acciones de estos las que me sorprenden, nos tratan como héroes y no como enemigos, es mas se muestran mas solícitos de lo que se hubiesen comportado ante unos emisarios. 

Antes de que pueda contestar, recuerdo que es el joven Ebalo, quien debe llevar la voz cantante ante esta gente ... su gente, y seguir con la historia de que aceptamos su mandato.

Al parecer, mi posición de no volvernos bandidos y secuestradores tiene el suficiente apoyo para que mantengamos la posición hasta que los soldados llegan. Las palabras de la Princesa Ava y lo que luego dice Ifianasa, hace finalmente que aceptemos enfrentar el juicio del Rey de Asine, esperando que nos demuestre el honor y la fortaleza de su palabra.

Cuando las tropas llegan a nosotros, demuestran que al parecer hicimos lo correcto pues en sus gestos y palabras se ve el respeto que nos hemos ganado con algo que a todas luces ha sido una heroica gesta digna de cantares. Carakginius era un enemigo temible, poderoso y completamente divino, por lo que derrotarlo nos ha brindado la gloria que pocos han podido conseguir.

Sonrío satisfecho pues definitivamente confío en que las cosas están mejorando, mucho más desde que nos tomaron prisioneros y estuvieron a punto de ejecutarnos. Ahora no solo tenemos una oportunidad, sino que respeto y la deuda de todo un reino.

Tengo importantes heridas pero no quiero recibir más ayuda de la que mi hermana y mis compañeros puedan brindarme pues no quiero deberles nada a los dorios hasta que no demuestre el Rey mismo su postura ante sus peticiones.