Partida Rol por web

.-Disculpas, princesa. No deseábamos molestarla.-dije ante la respuesta tan hostil que nos soltó. Le indiqué a Hypatia que nos alejáramos y cuando estuvimos a solas volví a hablar con ella:-Lamento haberte puesto en esta situación. No esperaba que fuera tan hostil.-dije apoyando una mano sobre el hombro de la joven micénica. 

Atreo se giró hacia el horizonte, apoyado en la Proa tras ver como la Princesa Ava asentía imperceptiblemente, o al menos así le había parecido a él, a su corto, escueto y asertivo mensaje. Sentía que le esperaban duras pruebas por delante, pero no podía imaginar cuanto... 

De repente se quedó mudo de asombro, viendo como una brisa marina que ocultaba parcialmente la visión se dirigía hacia él. Con una sorpresa supina, vio aparecer a Hécate. Se quedó rígido y quieto cual estatua, maravillado por el aura de poder y belleza que rodeaba a aquella Diosa, en sus ojos, mientras contemplaba a tal beldad no había más que admiración y respeto, pues su corazón ya se lo había robado una dulce chiquilla rubia de ojos verdes* e indomable como el viento. También estaba surgiedo algo más, devoción, una chispa que acababa de prender y rugía con fuerza.

- ¿¡Ha venido a mí!? - se preguntó, sorprendido por el hecho en sí. - En verdad me ha elegido, en verdad me tiene en estima. - pensó, con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, con una emoción equiparable al amor, pero sin llegar a ser tan profunda. ¿Sería una creciente y verdadera devoción?. Ningún otro Dios o Diosa había hecho ésto por él y aquello pesó mucho en su última decisión. Resistió el impulso de postrarse ante ella, pues recordó que sólo ellos podían, o al parecer así era, ver a los Dioses, o quizás simplemente era que ellos sólo se dejaban ver por quienes ellos deseaban ser vistos, y no quería que se organizara un alboroto en el barco por su culpa, o dejar mal a los suyos, como ya le habían recriminado anteriormente. Pero sus decisiones eran suyas, y si algo sabía que tenía, era el libre albedrío. - Mi señora Hécate. Soy vuestro de todo corazón. Lo único.... lo único que mi corazón más desea es ver a mi padre liberado de la vergüenza que le aplasta ahora mismo, ver como los verdaderos culpables reciben su castigo y así poder despedir a mi madre en paz. - dijo, mintiendo parcialmente. Era verdad que ése deseo era el más fuerte en su corazón, pues era un buen hijo y la venganza y la sed de justicia estaban encendidas en él, así como la Esperanza de conseguir su objetivo y la Fortaleza de aguantar contra viento y marea para llegar al final. Pero el amor por Ava comenzaba a germinar fuerte, a crecer rápido, y pronto eclipsaría cualquier otra cosa a poco que la Princesa lo regara correspondiéndole....pero de momento se mantenía en segundo plano, por poco. Además, quería conseguirlo por sí mismo, si no, sería un engaño, una burla.

- Las guerras de los Dioses no me interesan, sólo que mi familia y los míos no sufran daño. Soy un buen hombre, o al menos lo creo así, y haré lo que esté en mi mano para proteger a mi gente. Seré vuestro campeón. Si ése objeto es lo que deseáis, lo tendréis. ¿Qué necesito? Dado lo que he de hacer, una vez hecho no podremos permanecer por más tiempo aquí, en éste lugar, a riesgo de nuestras vidas. Por lo que necesitaré, además de vuestra guía para encontrar dicho objeto, necesitaré no ser visto ni oído, que los obstáculos, trampas o guardianes, si los hay, desaparezcan, se confundan o no funcionen, que las puertas se abran y las cerraduras se desportillen, necesitaré algo donde llevar tal arma sin llamar demasiado la atención. Si he de luchar, deseo vuestra bendición para derrotar a mis enemigos y un arco digno de un campeón. No sé si es vuestro deseo que blanda el martillo, pero si lo es,  necesitaré fuerza y destreza marcial para hacerlo, pues no es mi especialidad, así como protección para mi cuerpo para el combate cuerpo a cuerpo, si no es vuestro deseo, ésto no hará falta. Y una vez conseguido tal objeto, para mí y mis compañeros deseo una ruta de escape segura, por mar o aire, que nuestros enemigos se desorienten y podamos partir sin quebrantos...junto con aquella que mi corazón ama. - le contestó a la Diosa Hécate, sin poder acallar el deseo que tenía de que la Princesa Ava y él partieran juntos, compartieran camino y aventuras, para poder ganarse su corazón honradamente.**

Su elección estaba hecha, y era un hombre de palabra, al menos siempre que no le pidieran hacer daño a los suyos, pues eso iría totalmente en contra de su leitmotiv.

Está pensando como acercarse a la princesa cuando Anatolius intenta ayudar como puede. Aunque más que ayudar, lo que hace es empeorarlo todo. La princesa se muestra hostil y sin ninguna intención de hablar con ellos. Tranquiliza a su compañero con un gesto de su mano.

-Perdonad, princesa, por molestaros.

Se aleja de ahí, poniendo distancia con ella. La verdad, es que no lleva nada bien esa estancia en territorio dorio y su actitud hostil y su comportamiento para con ellos. 

-Espero que nos podamos ir dentro de poco. Somos prisioneros entre esta gente, aunque nos creamos libres.

– Y te será concedido – , dijo la diosa Hecate a Atreo respecto a lo que había pedido para su padre Ptolomeo, quien habría de seguir aun prisionero en Micenas. – Pero a su debido tiempo, tres pruebas has de pasar antes de recibir mi bendición, y solo entonces se establecerá que realmente me serás útil –.

A sus siguientes palabras, la diosa también tuvo respuesta, – Pues habrán de interesarte, pues a traves de estas guerras que mi poder se acrecentarán, y en solo a través de mi poder que todos tus sueños se verán realizados –.

– ¿Que necesitas? – le preguntó de nuevo.

¿Qué necesito? Dado lo que he de hacer, una vez hecho no podremos permanecer por más tiempo aquí, en éste lugar, a riesgo de nuestras vidas. Por lo que necesitaré, además de vuestra guía para encontrar dicho objeto, necesitaré no ser visto ni oído, que los obstáculos, trampas o guardianes, si los hay, desaparezcan, se confundan o no funcionen, que las puertas se abran y las cerraduras se desportillen, necesitaré algo donde llevar tal arma sin llamar demasiado la atención. Si he de luchar, deseo vuestra bendición para derrotar a mis enemigos y un arco digno de un campeón. No sé si es vuestro deseo que blanda el martillo, pero si lo es,  necesitaré fuerza y destreza marcial para hacerlo, pues no es mi especialidad, así como protección para mi cuerpo para el combate cuerpo a cuerpo, si no es vuestro deseo, ésto no hará falta. Y una vez conseguido tal objeto, para mí y mis compañeros deseo una ruta de escape segura, por mar o aire, que nuestros enemigos se desorienten y podamos partir sin quebrantos...junto con aquella que mi corazón ama.

– Mi guiá la tendrás, a su debido tiempo. Cuando el momento de ejecutar tu tarea haya llegado, yo te lo haré saber. Para tu misión te complaceré tal como has solicitado, pero quiero advertirte que no te he elegido por tus deficiencias, sino por tus capacidades, no te daré todo lo que pides ahora por que tu mismo has de demostrar tu valía. Más adelante te daré mi bendición y con ello obraras con forme a mi, con el poder de la brujería. Con ello podrás derrotar a cualquier enemigo que se ponga frente a ti y quizá potenciar el poder de tu arco, si eso es lo que deseas. Del martillo, no necesito que lo uses en combate, solo que lo robes para mi –. Con ello la diosa Hécate había dado las bases de sus deseos y su ofrecimiento a Atreo quien de momento había aceptado, aunque aún no le había declarado como habría de ayudarle en su primera tarea.

– Para tu primera tarea te otorgaré dos cosas, como muestra de mi futuro pacto. Primero un maleficio que podrás usar de ahora en adelante, su nombre es “Maldición del sueño profundo”, con este podrás dormir a quien tu desees simplemente deseándolo, aunque es preferible que le toques mientras conjuras la maldición –. La diosa tomó entonces la mano de Atreo y dibujo algún tipo de pentagrama en su mano con sombras que revoloteaban en ella. Súbitamente estás sombras entraron en la mano de Atreo generándole un súbito e intenso dolor, el cual se fue tan rápido como había llegado – esta hecho – afirmó la diosa.

– Mi segundo obsequio es aun más interesante, te entrego una pócima de mi confección. Se llama sombra espectral; esta pócima te otorgará el poder de proyectar tu sombra de la forma en que tu desees, tal como si se desprendiese de tu cuerpo y tuviese vida propia, pero siempre bajo tu control. Tu sombra no puede ser afectada por ningún objeto material y ella si puede afectar cualquier cosa si tu lo deseas, como por ejemplo, sostener el martillo del rey, el cuello de una persona. Pero ten cuidado, las luces afectarán a tu sombra, y aunque necesitarás de la luz para poder invocar a tu sombra, ten claro aún así que una luz intensa podría desvanecerla. Además, los efectos de la pócima solo durarán por cerca de una hora, dependiendo de cuanto uses a la sombra –.

– Se que tienes preguntas, pero no es el momento de responderlas. El mundo se agita y debemos avanzar a prisa. Vendré a verte pronto para señalarte tu camino. Espera y se astuto como un brujo en la noche salvaje – concluyó la diosa para desaparecer en un remolino turbulento de sombras que se proyectaron contra la mar para entonces desparecer en ellas, a través de sus profundidades.

La Princesa Haidee resultó ser solo una niña mimada más y no ser la mujer gentil que parecía demostrar cuando nos conocimos. Mi presencia fue molesta para su "nobleza" y en vez de decirme que no deseaba mis intentos, prefirió usar a sus guardias. Seguí a los guardias hasta que me dijeron que la princesa no deseaba estar cerca de un bastardo miceno o que harían uso de la fuerza si lo intentaba de nuevo.

Les respondí sin dudar ni un momento:

 - "¿Y creen que con sus patéticos intentos pueden hacer lo que Carakginius y su progenie no consiguieron?"

Sostuve la mirada en los ojos de quien me habló, amenazante, para que supieran que el estúpido título de "Héroes de Asine" no es infundado pues podría asesinar a todas las tropas sobre ese barco y marcharme con la princesa si no fuese que jamás abandonaría a mi familia. Luego continué, distrayendo la mirada hacia la costa:

 - "No me volveré a acercar. Ha dejado claro lo que quiere y no seré yo quien se lo niegue."

Sin esperar respuesta alguna, me dirigí al lado contrario del barco y me apoyé en el borde para ver el mar. Suspiré, decepcionado y a la vez molesto, decidido a obtener a esa mujer y entregársela al Rey Alameo por la vida de mi padre sin ninguna consideración, como si no fuese más que un despreciable objeto. La arrojaría a los pies del gordo de Zorba, para que le quite toda la inmundicia, de Ebalo y de sabe Zeus quienes más, antes de casarla con el indigno regente de Micenas. No merece más.

El paseo a lo largo de la costa de Asine duro un par de horas más hasta que el rey consideró que era apropiado regresar. Durante aquel tiempo paso gran parte del tiempo saludando a su geste que le miraba en la cosa, asiendo siempre gala de su poderío militar. En la ultima hora, tal como estaba planeado, el rey Karsten detuvo la marcha y ordenó que los trirremes se posicionaran uno junto al otro de forma paralela. Fue entonces cuando se realizó el sacrificio ritual de un venado astado en la cubierta del trirreme donde se encontraba el rey, la cual estratégicamente se había posicionado al centro. El ritual fue muy similar a los realizados anteriormente, sobre todo con respecto al primero de ellos, pues de nuevo era el sumo sacerdote del dios Poseidon quien se encargaba de presidir el ritual. Aunque a diferencia de aquel otro ritual, fue esta vez el rey quien se encargó de cercenar el cuello de aquel animal.

Tras aquel ritual, las embarcaciones emprendieron camino a la costa para ya entonces simplemente despedir a sus ocupantes. La tarde y noche de ese día hubo gran fiesta en el puerto, la cual era patrocinada por el rey quien había ofrecido gran cantidad de pescado para la celebración, a su vez de cerveza de baja calidad. En la acrópolis, se realizaron más rituales y tras ellos se realizó otro festejo como los anteriores, solo que esta vez no se llevó a cabo en el atrio interior del palacio del rey, sino en la explanada de la acrópolis que miraba al puerto, justo en el lugar desde el cual el rey Karsten y otros habían presenciado la batalla de los héroes de micenas contra la criatura llamada Karakginius.

Así, el tercer día de las celebraciones dio lugar al cuarto día, durante el cual, los héroes continuaron con sus investigaciones obtenido más información aunque nada importante. Los exploradores por su parte continuaban su aprendizaje de la ciudad y sus caminos, mientras que Theron aprendía más de la acrópolis y sus guardias. El general mismo había estado frecuentando el puerto y ya iba conociendo que marinos podría sobornar, cuales eran sumamente fieles al rey y cuales solo estaban de paso.

En el cuarto día de los festejos se realizaron las competencias de lanzamiento de jabalina y tiro con arco. La primera de estás competencias vio como campeón al general miceno Theron, para desagrado del publico, quien empezaba a adoptar al jonio Talios como un campeón de Asine ante la falta de muchos campeones locales y la preferencia que sentían en este por sobre cualquiera de los micenos. Justo Talios fue el segundo lugar y por tan poco que generó muchos abucheos y reclamaciones sobre Theron, las cuales solo fueron acalladas por el rey mismo. Tras ellos quedo un soldado Dorio de gran capacidad, y algo más lejos el mismo Atreo, quien mostraba que no solo era buena lanzado flechas muy lejos. Justo después llegó la competencia en la que el mismo Atreo habría de brillar, la competencia de tiro con arco. En esta el joven miceno despertó la admiración de muchos y calló muchas bocas, pues fue tal su puntería que fue muy difícil no admirar su proeza. Atreo había barrido con sus contrincantes sacando prácticamente puras dianas en todas sus rondas de disparo. Tras el, curiosamente se encontraban Anatolius e Hypatia, pero con puntaje muy alejado del de Atreo. Fue clara en aquella competencia que entre los dorios de Asine no había buenos arqueros pues su desempeño fue realmente malo.

La cena que se realizó en aquella noche fue prácticamente similar a las anteriores, solo por una diferencia, el rey había sugerido que la unión entre los héroes y las bellas mujeres de Asine seguramente daría una generación de campeones que ensombrecerían a todos los confines de la tierra.

Talios felicitó a Theron por su excelente lanzamiento, él mismo había ganado competiciones con un margen igual de reñido, por lo que sabía que eso no desmerecía su victoria. No obstante, si disfrutó del aprecio que empezaba a manifestarle la multitud, aunque intentó no manifestarlo en su rostro pues los principales perjudicados eran sus compañeros, y no debía acrecentar dicha animadversión.

Tras ello y una vez en la cena, el ateniense casi se atraganta con la bebida ante la mención tan descarada del rey sobre copular con sus mujeres, cosa que a más de uno seguro que le atraía, pero no al gigante, que no pasaba un día sin que se acordara de su amor perdido y las consecuencias del mismo...

Las ordenes de Spyridon habían sido claras, no inmiscuirnos en el consejo del rey, nuestras acciones no solo debían ser honorables, sino además parecerlo. Cuando las últimos sacrificios al mar son realizados, volvemos a puerto para atracar, la fiesta en honor a la victoria, vuelve a extenderse por la ciudad, con el puerto como su epicentro. Cerveza y pescado fue repartido sin mesura, entre el pueblo, nosotros en cambio tuvimos el honor de compartir una vez mas, la mesa junto al rey, esta vez desde donde podíamos ver el campo de batalla donde la bestia marina había sido derrotada. 

El siguiente día aun nos deparaba muchas sorpresas, tras mi paseo matutino, aun tendría que competir en los juegos de la ciudad. En este caso el lanzamiento de jabalina. No dudaba de que aquellos que competíamos teníamos un fuerte brazo, que la competencia sería atroz, y que por poco cualquiera podía hacerse con la victoria ... una victoria que recayó en mi. Los abucheos y los gritos de trampas resuenan en las gradas de la ciudad anfitriona, esto solo es acallado por el mismo Karsten, sonrío con cierto agotamiento a los que gritan esas falacias, y agradezco con un asentimiento de cabeza la acción del rey. Aun así, levanto una mano antes de recibir la corona de laurel del campeón y con una ligera inclinación se la ofrezco a Talios. - Es tuya muchacho, mi jabalina debía de pesar un poco mas que la tuya, eso fué lo que marcó la diferencia. Una vez se la entrego al gigante Talios, levanto su mano para que los ciudadanos lo aclamen como verdadero ganador. 

Las competiciones continúan, seguidas de las comilonas, y las fiestas en nuestro honor, es ahí donde el mismo rey hace un comentario, según para quien cercano a nuestros planes. Aunque sabía que el rey era un estratega, y que no debíamos fiarnos de él. - ¿Que tramará?. - Pienso para mi. 

El tercer día pasa sin pena ni gloria. Aunque cada día que pasa se encuentra más descontenta y encerrada. Ha perdido todos los ánimos de los que disponía, aunque la competición de arco consigue levantarle el ánimo. Al fin y al cabo, ningún dorio ha quedado entre los tres primeros. 

Felicita tanto a Atreo como a Anatolius en su primera y segunda posición, respectivamente. Y aunque eso le alegra mucho, el momento de la cena ensombrece bastante su humor, ya de por sí sombrío. No sabe que es lo que trama el rey, pero nada bueno. ¿Qué héroes micenos se acuesten con mujeres de Asine? Seguro que sus hermanos y amigos no pueden estar de acuerdo con eso, ¿no? Al fin y al cabo, son enemigos y así seguirás siendo. Por mucho que ahora se sienten en la mesa del rey o de sus nobles.

El dia anterior había sido bastante aciago, el resto del viaje en barco practicamente lo pasamos en silencio Hypatia y yo, de vez en cuando hablabamos para romper el silencio pero las respuestas hostiles de la princesa Melanii dejaron los ánimos por los suelos. Al llegar a puerto se realizaron varios sacrificios, así como posteriormente en la acrópolis, y se cenó en el puerto. El tercer día había acabado. 

Las primeras luces del cuarto día trajeron más competiciones, en este caso el lanzamiento de jabalina y el tiro con arco. Por fin una prueba en la que era bueno. Y así quedó reflejado en los resultados finales, en segundo lugar, un poco alejado el joven Atreo, al que felicité con gusto por su habilidad con el arco. Me sorprendió mucho la joven Hypatia, su habilidad con el arco era bastante notable, quedó en tercer puesto. Pero más que las posiciones en las que quedamos nosotros, quedó reflejado que la habilidad con el arco de los soldados dorios no era muy buena. Eso podría significar que no tendríamos que preocuparnos mucho por las flechas dorias en caso de una huida improvisada. Siempre estaba la suerte del tonto pero era muy difícil visto lo visto.

Para la celebración de esa noche el rey Karsten fue un paso más allá y desafió claramente a que copularamos con mujeres de Asine:-Ese cabrón es bueno. Quiere ponernos en la encrucijada y lo está consiguiendo. Sabe que no aceptaremos.-comento en voz baja:-Voy a forzar un poco la situación. No te preocupes y confía en mi.-le digo a Hypatia, que es la que está a mi lado.

.-Será un honor, majestad.-digo en voz alta. 

Tras el viaje en barco, en el cual las cosas no habían ido todo lo bien que Atreo esperaba, se reanudaron las fatigosas actividades festivas y de ocio. Pero el joven muchacho tenía muchas cosas en la cabeza ahora mismo. La princesa no le había dicho que no, pero tampoco que sí. Estaba en una especie de encrucijada y desde luego, las acciones que tomara serían las que hablaran por él, y no sus palabras.

Tras los típicos sueños tórridos de joven mancebo, llegó el día de las competencias favoritas del cazador. En la jabalina tuvo duros contrincantes, y felicitó a Theron al acabar la prueba, pues había sido justo vencedor, pese a entregarle su corona de campeón a Talios en un acto que el joven no llegó a entender.

La competición de arco empezó de forma dura, pero apenas a la segunda flecha Atreo notó que sus manos eran las más hábiles y pronto el miedo a fallar quedó atrás, destrozando todos los registros, si es que habían, sobre competiciones de arquería. Quedó demostrado que su pueblo, con un arco en las manos, era temible. Supuso que así harían pensarse dos veces a los grandes generales enemigos el atacar a su pueblo.

Tras recibir alabanzas y felicitaciones varias, tocó otra cena con el Rey, pero en ésta ocasión, el mismo Karsten les invitó a yacer con sus mujeres. Atreo miró a la Princesa Ava y se puso rojo como un tomate por los pensamientos que le cruzaban la mente, inflamándole la sangre y la vida. Entre sus compañeros hubo diversas reacciones, pues él mismo giró la cabeza para mirar al resto como preguntando si aquello iba en serio o era una prueba o gran broma. Si era una broma, era una de mal gusto. - ¿Ésto significa que el Rey o sus hombres tienen permiso para acostarse con nuestras mujeres? - pensó, mirando a Hypatia y a Ifianasa.

Su hermana le miró con cara interrogante y curiosa, a lo que Atreo negó con la cabeza ligeramente y la agachó, pensando que él quería formar una familia, no ser un libertino como Ébalo, aunque a veces le envidiara, y que nadie tocaría a su hermana si ella no consentía. Anatolius, el mercenario amigo de Talios, respondió aceptando el ofrecimiento, y Atreo le miró con la boca abierta y los ojos como platos.

Llegó el cuarto día de los festejos. Para Spyridon fue un día gris, sin nada especialmente destacable. La realidad es que el veterano general empezaba a estar cansado de tantos días de fiesta y esperaba que todo acabase en breve.

Se había aproximado lo que había podido al Rey Karsten. Consideraba un éxito lo que había logrado ya que ni en sus mejores sueños podría pensar que la situación podría llegar hasta ese punto. Pero ya no podía avanzar más, su condición de Miceno marcaba una distancia aparentemente insalvable en las relaciones con el monarca.

Tras las competiciones del día llegó el momento de la cena, una nueva bacanal de comida y excesos. Spyridon ya empezaba a llevar cuidado con lo que comía, siempre manteniendo educadamente el interés sobre los platos y probando prácticamente todo, pero en cantidades muy moderadas.

La sugerencia del Rey de que vería con buenos ojos la unión de sus hombres con las mujeres de Asine le pilló un tanto por sorpresa, no se lo esperaba. El general no se consideraba incluido en la sugerencia, desde la muerte de su mujer apenas había tenido algún contacto femenino y nunca había sido satisfactorio. Terminó dejando el tema y abandonando su apetito sexual.

Bebía su copa de vino mientras recordaba lo vivido una días atrás.

Lo único que esperaba es que sus hombres no cometieran ningún acto que pudiera ofender al Rey, confiaba en su sentido común aunque dudaba de la fuerza de la sangre y la juventud.

El quinto día de los festejos tras la heroica victoria del pueblo de Asine contra la bestia de los mares llamada Carakginius, trajo varias novedades a todos los acontecimientos que se desarrollaban en la ciudad portuaria. Principalmente por la promesa del rey en la mañana de aquel día de que pronto habría grandes noticias que llenarían de gozo a la ciudad.

A su vez, en aquel día los héroes fueron consolidando sus investigaciones; los exploradores ya conocían bien la ciudad y tenían una clara idea de como moverse a través de ella con rapidez o bien, sin ser vistos. El general Theron por su parte ya prácticamente dominaba el movimiento y tiempos de las guardias de la acrópolis, por lo que un escape de último momento, llegaría a ser menos riesgoso; a su vez, en el puerto ya tenía una idea muy clara de todo, y tenía cierta esperanza de que en la noche del sexto día pudiese encontrar a una tripulación y embarcación confiable que pudiese llevarlos a territorio miceno de ser necesario. Atreo e Ischyros por su parte, ya no pudieron hablar mucho con la princesa Ava, aunque ésta siguió sonriendo e interesada en sus aventuras, claramente se monstruo muy renuente a hablar de ella misma o de su familia, y más aún de estar a solas con el joven Atreo.

Pero los mejores avances los consiguió el propio general Spyridon, quien recabando información de a poco, había dado con más detalles cruciales. El general logró conocer que, la madre de las princesas Melani y Haidee se llamaba Andromeda, y que está murió en Nauplia una ciudad vecina a Asine, la cual forma parte de su reino Dorio. Al parecer esto ocurrió cuando una fuerza micenica en años recientes, procedente de Tirinto asaltó la ciudad desde el mar, bombardeando la acrópolis desde los trirremes que sitiaron el puerto. El cuerpo de la reina quedó prácticamente irreconocible, y el rey, lleno de ira inició una guerra contra Micenas que duró todo un año y que solo culminó por el arduo desgaste entre los reinos y por los movimientos de grupos rivales en la zona, como fue el caso de los Jonios y Eolios. Los propios generales Theron y Spyridon habían participado en aquella guerra hacia más de seis años atras, pero ambos recordaban, o más bien, tenían entendido, que aquella guerra había iniciado como otro intento más de los Dorios por conquistarlos, concretamente los reinos de Asine y Argos. Esa había la última invasión de los pueblos Dorios. Si el motivo real de aquella guerra había sido un ataque miceno, nada sabían ellos de aquel incidente.

Las competencias realizadas en aquel quinto día fueron dos de las más esperadas, la lucha griega y el pugilato. La expectación por tener un campeón Dorio en ellas era muy grande, y cierto resentimiento ya había en los pobladores respecto a los micenos. Cierto era, que el agradecimiento se borraba muy rápido cuando una larga historia de odio ponderaba en sus vidas.

La primera competencia tuvo unas semifinales que vieron enfrentarse al gigante Talios contra el Rey de Asine, y a Ischyros contra el general Spyridon. En la primera de estas batallas, Talios se impuso muy fácilmente al rey Karsten con una severa llave, e incluso por momentos dio la impresión de que no le soltaría cuando el rey se rindió, pues su fuerza y furia en batalla parecían no querer desistir. El segundo enfrentamiento se monstruo muy parejo en un inicio, mostrando que la experiencia del general se impondría a la del joven soldado, pero no fue así, Ischyros supo resistir y al final logró alcanzar la esperada victoria. Aquello puso frente a frente a Talios y a Ischyros, en una batalla muy cerrada donde la destreza y la agilidad se enfrentaban a la fuerza y la resistencia. Cierto era en la opinión de muchos que Ischyros debió haber ganado aquella batalla pues lo mereció con creces, pero el jonio era una piedra, simplemente no se rendía y no desistía; al final, el cansancio pudo más con Ischyros y Talios fue proclamado campeón de la lucha griega.

La segunda competencia enfrento en las semifinales a Ischyros contra el antiguo campeón Dorio de la ciudad de Nauplia, y de nuevo a Talios contra el rey Karsten. En la primera batalla, Ischyros pudo alzarse con la victoria por decisión de los jueces tras un largo combate. En la segunda el Rey Karsten tuvo su singular venganza y logró derrotar a Talios, también por decisión de los jueces, aunque a diferencia del primer combate, hubo mucha controversia entre algunos de los pobladores, quienes al ya ver con gran respeto al gigante jonio, consideraban que los jueces habían favorecido al rey. La final por tanto vio a Ischyros enfrentar al rey Karsten, lo que para los nobles de Asine era un combate ya decidido pues se enfrentaba el rey mismo contra un simple soldado bastardo. Pero la situación no fue como todos esperaban, y aunque el rey pudo resistir largo tiempo, tras varios minutos de combate fue claro que el impetuoso joven habría de imponerse al rey. Consciente de ello, el rey hincó rodilla en suelo y levantando la mano se rindió para sorpresa de todos, aunque no sin antes adjudicarse una lesión debida al previo combate como motivo de su rendición. Aquello claramente quitó peso a la victoria de Ischyros, pues entre los presentes se decía que solo había ganado por suerte, por que el rey se había lesionado tras heroicamente vencer al campeón Talios, que si no hubiese sido así, el rey le habría ganado fácilmente. Incluso se decía que la verdadera final había sido entre Talios y el Rey Karsten. Más aún, ante el rostro desencajado de Ischyros por lo que sucedía y por que su declaración de campeón prácticamente no fue tomada en cuenta por nadie, el general de los ejércitos de Asine, presente en todos los eventos, amagó amenazante con desenfundar su espada si el joven miceno intentaba reclamar algo. Al final sus compañeros sabiamente se acercaron al ahora campeón de la competencia de pugilato y lo alejaron del lugar para evitar algún altercado.

Era ya la tarde del quinto día y al caer la noche, tras el ritual de costumbre se llevaría a cabo otro gran festejo, esta vez en el centro de la Acrópolis, el cual se decía sería muy importante pues el rey tenía muchas cosas que declarar a su pueblo y a los héroes de Asine.

Obtener un tercer puesto en la lucha había puesto al general de muy buen humor, y perder ante Ischyros le había llenado de orgullo. Asistió con gran interés a la lucha final jaleando a su pupilo, pero terminó por imponerse la tremenda fuerza y resistencia de Talios.

Solo quedaba una prueba más y el quinto día terminaría con una nueva cena gargantuélica a la que el general llegaba cada vez más harto de los festejos, al menos al día siguiente habría un descanso. Esperaba poder visitar Nauplia el día siguiente. Le interesaba sobremanera obtener tantos datos como fuera posible, aunque su condición de miceno seguiría actuando en su contra. Esperaba compensarlo con su calidad de héroe, era posiblemente la única ocasión que le quedaba para saber realmente qué pasó y quienes fueron los culpables del ataque a la ciudad.

Pero el general era consciente que era "invitado" del rey y no tenía libertad de movimientos más allá de la ciudad. Quizás con una pequeña escolta el Rey consintiera en permitirle viajar a la ciudad para obtener de primera mano los datos.

La cena de esta noche se presentaba interesante ya que sería en el centro de la Acrópolis. Spyridon decidió postergar su petición hasta terminar la cena.

La noche del cuarto cuando me ofrecí a copular con una doncella de Asine no ocurrió nada debido a que el desprecio que sentía la joven, cuando me quedé a solas con ella, por mi sangre jonia fue suficiente para que al menos pensaran que me había acostado con ella de cara a los dorios. A la mañana del quinto día hable con todos y les conté lo ocurrido. Era una táctica para que nadie sospechara y dado que no tenía relación sanguínea con Ptolomeo, no se vería con malos ojos que un mercenario, héroe de Asine se juntara con una doncella cuando el mismo Rey había dado la misma orden. 

Le dí los buenos días a Mentor y le di de desayunar:-Estate preparado para salir volando en cualquier momento. Los festejos están llegando a su fin.-le comenté en voz baja al Consejero de Atenea. Desayuné con mi hermano y ambos nos dirigimos hacia las siguientes pruebas. Observé como casi vence al Rey Karsten y, con orgullo, como el joven Ischyros vence al Rey. Más tarde felicitamos todos al joven micénico y así llegamos a los festejos de esa noche.  

Los días seguían pasando y a Atreo ya le quemaban las sandalias de estar parado. Tras tanto tiempo andando y marchando sin parar, tanta inactividad le estaba pasando factura. También tenía que ver que la Princesa Ava parecía reacia a caer en sus brazos, ni siquiera hacia caso al muchacho, casi que lo evitaba encontrar a solas, por lo que Atreo se sintió apesumbrado, pero era conocido también por su optimismo y esperanza, así que no daba su brazo a torcer. No se rendiría sin luchar por lo que quería, como buen joven enseñado por sus padres. Eso sí, apenas probó bocado durante las celebraciones, sólo lo justo para no parecer maleducado.

En las competiciones subsiguientes, él no participó y decidió quedarse descansando y rezando a su Diosa, mientras se preparaba para la partida. Ya conocían los entresijos de la ciudad como para moverse por ella con rapidez y evitando los sitios más concurridos y calles cortadas o encerronas. También tenían casi apalabrado un transporte marítimo. Se acercaba la hora de salir de allí y a Atreo le estaba entrando una incómoda sensación de urgencia, como si algo se estuviera fraguando en los cielos y ellos aún no lo supieran.

Felicitó a los campeones y se sintió indignado por el tratamiento que se le dio a su hermano Ischyros, tanto que casi tuvieron que sujetarlo tanto a él como a su hermano. - No te preocupes hermano, ésto son absurdas competiciones, no valen para nada, lo importante es que hicimos lo que ningún Dorio hizo antes, lo que ninguno ni siquiera se atrevió a soñar, del miedo que tenían. - le susurró, intentando tranquilizarse él mismo también. - Nosotros haremos cosas grandes, cosas a las que estamos destinados, y soñaremos y llegaremos mucho más lejos que ellos. Te lo prometo, hermano. -

Pronto llegaría la última celebración y podrían irse definitivamente, esperaba.