Partida Rol por web

A las ocho en punto en la verja principal. Era la hora que ponía en la invitación que llegó a los siete afortunados para pasar unos días turísticos en el famoso castillo Escarlata, un edificio de la época medieval en el que ni siquiera sabíais que alguien habitaba. Un premio que ninguno se quiso perder.

Algunos en taxi, como Abie, Crono, Jennifer o Jessica. Otros en su lujoso deportivo como McTavish o Irina y otros en simplemente en su motocicleta roja como Nick; pero todos puntuales.

Los vehículos aparcan justo en las puertas aún cerradas de la extensa verja de hierro vigiladas por dos enormes estatuas de leones sentados a ambos lados de esta, una vez pagados, los taxistas, que parecen deseosos de largarse del lugar, emprenden el camino de vuelta.

Es invierno y la noche está terminando de llegar aunque si fuese de día habría la misma luz, puesto que el cielo, nublado y muy negro amenaza tormenta. Una tormenta que parece estar justo encima del fabuloso castillo visible al fondo.

Acaban de dar justo la ocho por el reloj de Crono y es entonces, de pronto y sin ayuda de nadie, cuando las puertas se abren permitiendo el paso a todo aquel con invitación.

Me bajo del taxi sin mucha prisa. Había aprovechado a echar una cabezacita a lo largo del viaje y todavía tengo que ponerme a tono. En que el taxista saca mi equipaje del maletero le entergo los billetes. - Quedate con el cambio - le digo como despedida. Había sido un largo trayecto y se merecía la diferencia.

Una vez en tierra y con la maleta a mi vera observo el lugar. Me percato con indiferencia de la presencia del resto de invitados, pero pronto dirijo mi atención hacia el edificio y las verjas. No me gustan, me recuerdan a las prisiones y los manicomios. Un escalofrío recorre mi cuerpo y por inercia me ajusto la chaqueta. Por suerte he cogido más ropa de abrigo. Las dichosas nubes auguran que no iba a ser unas vacaciones de ensueño.

La apertura automática de las puertas me sobresalta. Es lo que menos me espero, y nunca me han gustado las sorpresas. Sin dilación (y sin esperar a ver qué hace el resto), inicio el paso para entrar en el castillo. Estoy deseando picar algo y pillar la cama.

El viaje había sido lento pero apacible y me pude dar el gusto de disfrutar de las carreteras que habían desde mi casa hasta el castillo apretando un poco el motor de mi precioso coche. Había costado mucho trabajo ponerlo a punto junto a mi abuelo, pero la mecánica era algo que siempre nos había llamado la atención y era algo que podíamos hacer juntos. El dineral que nos había costado trasladarlo, homologarlo y restaurarlo era lo de menos una vez que lo pude estrenar junto a mi compañero mecánico. 

Una vez que llegué al castillo apagué el motor mientras esperaba por el resto de mis compañeros pero no pude bajar a saludar a nadie pues al poco las puertas se abrieron. Entré con mi coche para aparcarlo junto a las puertas del precioso castillo y tras apagarlo pude por fin bajar y estirar mis piernas, que empezaban a estar atrofiadas después de estar tanto tiempo en el coche.

Había optado por unos vaqueros negros super cómodos y una camiseta blanca con un chaleco gris para darle un toque informal al asunto, no quería que nadie me tomara por algo que no era. Vi a una joven pelirroja de pelo corto y tras coger mis maletas y mis cosas me acerqué a ella para ayudarla con las suyas. -Buenas tardes, permíteme que te ayude. Yo soy Gabriel, encantado. sonreí contento mientras miraba al resto de los visitantes.

Apago el motor de la motocicleta y me quito el casco, tan rojo como el vehículo. Me alboroto el pelo que había quedado planchado debido al largo trayecto y desmonto. Desato la cuerda que mantiene mi equipaje casi milagrosamente sobre la parte trasera de la motocicleta y coloco el casco en el asiento.

-Ya está.-Pienso aliviado.-Ha sido un viaje larguísimo, pero seguro que merece la pena!

Miro a los demás y me dispongo a saludarlos con una sonrisa en la boca cuando de repente las puertas se abren por arte de magia. Observo como una chica se dirige a la entrada sin decir nada y un chico la alcanza. Se ponen a hablar entre ellos así que me dirijo al resto del grupo.

-Vaya, esto si que no me lo esperaba!-Comento, más sorprendido que asustado y sin perder la sonrisa.-Supongo que quien sea que nos haya invitado debe estar esperándonos dentro. Soy Nick, encantado.

Observo con detenimiento al chico que se acerca hasta mí. Con algún invitado más con ese perfil, estas vacaciones iban a mejorar exponencialmente. Me siento algo sorprendida e incómoda ante el ofrecimiento de llevarme la maleta, pero respondo con una sonrisa. - ¿Estás seguro? Me da la impresión de que vas algo más cargado que yo - le digo señalando sus maletas. Yo no llevaba más que un bulto y el bolso. Siempre había sido bastante austera. De pequeña porque no me había quedado otra, y de mayor porque se me había quedado como costumbre. Vuelvo a mirar al chico durante unos segundos sin decir palabra. Al final, le estiendo la mano cordialmente. - Yo soy Jennyfer, encantada. Bien Jenny, de momento no la has cagado.

Cogí el taxi en dirección al castillo donde iba emprender una nueva aventura, estaba ansiosa por conocer la gente que se apunto a esta aventura, subí al taxi terminaba de hablar por teléfono con mi becario para que terminara de objetar los últimos apuntes que tenía que hacer existencia mientras que este fuera.

Una vez que termine de hablar con mi becario colgué el teléfono, y me quede mirando por la ventanilla del taxi, el paisaje mientras que nos encaminábamos  al castillo escarlata, cuando llegue al castillo me fascino la fachada que tenía el castillo era de época medieval era de uno de los castillos que estaba más valorado por la estructura que tiene el edificio. Me acorde de mi padre por un momento porque le hubiera encanta estar en este lugar.

Pague al taxista cogí mi equipaje, y me dirigí al castillo, entre por la puerta principal, llegaban los demás invitados, y saque de mi bolso la invitación por si me la pedían. Entre y me quede observando la vestimenta que tenía el castillo por dentro.  Mire a los que estaban ya dentro y con una sonrisa tímida salude a los que estaban llegando. -Buenas a todos, yo me llamo Jessica, encantada de conoceros.

Sonreí de forma encantadora a la chica mientras saluda con firmeza su mano y me encogí de hombros. -¿Qué clase de caballero sería si no me ofreciese a ayudar a una bella mujer? Mi abuelo me cosería a collejas de enterarse. -Me reí tomando su petate y uniéndolo a mis maletas. La chica parecía maja y para qué negarlo, estaba de muy buen ver. Cómo el viejo tenga razón y ligue aquí tendré que tragarme mis palabras con patatas.

Mi mirada se posó ante el joven que había venido en moto y alcé mi mano hacia él también. -¡Encantado Nick! Yo soy Gabriel y si me lo permites te diré que tienes una burra preciosa. -las motos siempre me habían gustado pero por el temor que le inspiraban a mi madre nunca había tenido una para no darle ningún disgusto. Aunque siempre que podía me escaqueaba del trabajo para ir a alguno de los grandes premios y disfrutar la sensación de las carreras desde el paddock.

La nueva chica, también pelirroja, me hizo alzar una ceja. ¿Qué ocurre aquí? ¿Cogieron a todas las chicas preciosas pelirrojas y las invitaron a venir? El dueño de este castillo si que sabe montárselo bien. -Encantado Jessica. Soy Gabriel. -volví a estrechar una nueva mano y sonreí ampliamente.

Había hecho el viaje en taxi algo amodorrada y ensimismada con lo que estaba por venir, de tal manera que apenas se enteró del trayecto cuando el taxista paró y le comentó a cuánto subía la broma. Con lo barato que es ir en metro. Maleta en mano y algo más despierta, empezó a caminar hacia la entrada del castillo.

- El aspecto del castillo no difiere especialmente de ningún otro de la misma época, aunque seguro que alguien con más conocimientos podría decir lo contrario, no es algo que salte a la vista. Presenta unas verjas de hierro colado de aspecto robusto y dos estatuas de leones, no demasiado espeluznantes y... Vaya, las puertas se han abierto solas - la sorpresa e intriga quedó patente en su voz mientras llegaba a las susodichas -. Puede que se deba a algún mecanismo o sea la primera prueba de la presencia de espíritus atormentados.

Nada más reparar en los demás, apartó el dedo del botón de la grabadora y les dirigió una amplia sonrisa a la par que les daba la mano de uñas multicolor a cada uno con firmeza.

- Encantada, soy Abie Bell. Supongo que seréis los demás invitados - su mirada se demoró un instante más en los dos chicos, alzando las cejas de forma imperceptible. Vaya, vaya...

El viaje está resultando ser más largo y tedioso de lo que esperaba. Por fortuna, Jackson conduce de maravilla y aquí, en la parte trasera de mi coche, apenas se nota el vaivén de ésta carretera infernal. Se nota que ya hemos dejado atrás las maravillas de la civilización para colarnos en la austeridad y aislamiento del campo de este paraje. También hay que decir que si vas por una carretera con tantas curvas no es una buena idea tratar asuntos de trabajo con la tablet sin parar. Cierro con fuerza los ojos, resoplando agotada. Soy incapaz de desconectar... Y parece que Jackson se da cuenta también de ello.

- Debería de desconectar de todo, si me permite decírselo... Aproveche su estancia de dos días. Relájese -me aconseja el bueno de Jackson.

Es un hombre que rondará los cincuenta y tantos, con grandes conocimientos de etiqueta y protocolo, y el mejor cantando canciones de Frank Sinatra que jamás he escuchado. Lleva trabajando conmigo desde mi anterior matrimonio. Al enterarse de lo que hacía su jefe, dimitió. Y yo le contraté. El dinero mejor gastado de mi vida. ¿Qué haría sin él? Por cómo acaba de sonreír, parece que me haya leído la mente, así que sonrío contagiándome con su sonrisa.

- Sabes que seré incapaz de hacer lo que me pides. La oficina de Nueva York no para de presionar con los números. Nos están obligando a echar personal que necesitamos y yo me estoy volviendo loca -resoplo, mirando por la ventanilla el paisaje en el que pronto se perfila un majestuoso castillo que ha visto tiempos mejores.

- Ya estamos llegando -anuncia Jackson también mirando en dirección al castillo, y en cuestión de menos de cinco minutos llegamos al lugar.

Delante de la reja de la propiedad varios taxis van dejando a sus pasajeros, así como otros muchos viajeros llegan con sus vehículos. Me quedo en el interior de mi coche charlando con Jackson hasta que alguien parece que nos quiere dejar entrar, pues la enorme reja de la entrada se abre.

- La dejaré en la puerta. No quiero que cargue con las maletas durante todo el camino -dice Jackson, pero me acerco a su asiento y le pongo una mano en el hombro.

- No es necesario. Desconectar, ¿te acuerdas? -sonrío y bajo del coche, algo que escandaliza a Jackson puesto que rápidamente echa el freno de mano y sale del coche a toda velocidad.

- Señorita, no me cuesta nada acercarla... es más, si me permite, le insto a que vuelva al coche. Yo mismo le... -detiene su negociación al verme con la maleta ya fuera del maletero. Solo llevo una maleta mediana con ruedas y mi pequeño bolso- Es usted muy persistente, señorita.

- Lo sé -sonrío y le abrazo para despedirme- Para cualquier cosa ya sabe mi número, ¿de acuerdo?

- Desconecte, señorita -sonríe divertido tras echar un vistazo al resto de inquilinos y se mete de nuevo en mi coche -Nos vemos en dos días- Arranca y marcha.

Le observo mientras se pierde carretera abajo y de mi bolsillo del pantalón saco mi teléfono móvil, el cual apago. Doy media vuelta y me encamino hacia el castillo, siguiendo al resto de inquilinos.

- Buenas tardes... -no lo digo muy convencida, viendo los nubarrones que despiertan. Apremio el paso para llegar hasta el castillo; no me gustaría mojarme si cae tormenta. Algunos de los inquilinos se van presentando a medida que también avanzan, así que hago lo propio, acompañando mi presentación con una pequeña sonrisa- Encantada de conoceros, yo soy Irina Kazkov -en algunos lugares no necesitaba de presentación alguna, pero el tener que hacerlo aquí me estaba dando buenas vibraciones. Quizás sí que podría desconectar de verdad.

-Gracias, Gabriel!-respondo-La verdad es que no es gran cosa, pero marcha bien y le tengo mucho cariño.

A mi familia no le sobra el dinero. A duras penas pudieron pagarme la universidad y tuve que contribuir con mis ahorros. La moto fue un regalo de Anthony, el anciano profesor de universidad. Sabía que iba a necesitar un vehículo para poder trabajar con él, así que me lo proporcionó. Es un hombre solitario, sin familia y tampoco tiene muchos gastos, por lo que pensó que de esa forma se aprovecharía mejor el dinero. Vive por y para su investigación y por eso se puso en contacto conmigo, el mejor arqueólogo. No iba a dejar que el futuro de su investigación se fuera al traste por no gastarse algo del dinero que tenía ahorrado en una moto.

Van apareciendo más chicas y no sé muy bien que hacer. El castillo es majestuoso, sublime, imponente, perfecto. Pero las chicas también lo son... Mi mirada se debate entre el edifico y las jóvenes. Admiro los torreones intentando imaginar dónde se encontrarían las habitaciones de los nobles que vivían antaño en el edificio. Me pregunto si tendrá mazmorras el castillo, sería perfecto! Busco con la mirada algún foso o algún conducto el la pared por donde echar aceite hirviendo desde el castillo en caso de ser atacados.

-Bueno, ya habrá tiempo de tratar cuestiones de trabajo más adelante.

-Venís todos por cuestiones de trabajo?-les pregunto, intentando disimular lo emocionado que me tiene el castillo.

Recorreis los terrenos exteriores del castillo atentos a los alrededores - a excepción de Gabriel, obnuvilado por otro tipo de bellezas- mientras la tormenta empieza a lo lejos y unas gotas de lluvia empiezan a caer. A la derecha y entre arbustos se puede divisar no sin dificultad una pequeña iglesia en cuyo pequeño jardín estarán los restos de los antepasados propietarios del castillo; a la izquierda parece un pequeño jardín con bancos de piedra desgastada por el paso del tiempo y una fuente amplia y de forma redondeada sin agua.

Ahora que el motor de los vehículos ha cesado se puede percibir el sonido del agua chocando con potencia contra las rocas lo que demarca la presencia de un acantilado justo detrás del edificio principal.

Entre presentaciones y observaciones llegais a las puertas del castillo, robustas y francamente enormes al tiempo que un gran rayo ilumina la fachada principal del castillo precediendo al atronador sonido de un trueno a tan solo dos segundos después de la descarga.

Las puertas están cerradas y al parecer no se abren como hicieron las de la verja.

Justo cuando el rayo ilumina el lugar, percibes que en una de las ventanas del segundo piso, una mujer parecía observaros. Pero con el segundo resplandor, compruebas que ha desaparecido.

¿Qué fue eso? Jurarías que has visto una sombra corriendo en la pared del castillo cuando el rayo iluminó la fachada. ¿Lo habrán visto los demás?

Acompañado de tan variopinto grupo y con mis maletas y las de Jennyfer llegamos a las puertas y al ver que éstas no se abrían miré ceñudo al cielo. -Bueno chicos, parece que la primera actividad en el castillo va a ser darnos una buena ducha al aire libre por guarretes. -bromeé riéndome para sacarle hierro al asunto. La verdad es que era bastante raro que las puertas no se abrieran ya que obviamente sabían que habíamos llegado pues las otras puertas no se habían abierto solas.Quizá la incipiente tormenta se ha cargado los sistemas de apertura automático.

-Quizás deberíamos llamar ¿no creéis? -pregunté al resto del grupo. -No creo que tarde mucho en caernos una buena encima y tiene pinta de que va a caer el triluvio universal. -me reí por lo bajo y observé al resto de mis compañeros.

Crono se quedó un momento observando. Si antes se habían abierto las puertas solas, suponía que el edificio tenía corriente eléctrica, y en tal caso quizá hubiera algún tipo de timbre. Aunque de todas maneras, quizá una aldaba antigua o una campana para hacer sonar. 

Aunque la verdad es que era evidente que el anfitrión sabía que estaban allí, si no no se hubieran abierto las puertas. O quizá fueran automáticas... en tal caso poca seguridad tenía el castillo...

Dejando a un lado esos pensamientos, se quedó tras sus nuevos compañeros, sin siquiera acercarse para poder ver mejor. Si podía verlo desde allí, perfecto, dudaba incluso si comentarlo en alto. No... no tenía intención de comenzar él ninguna conversación. Si le preguntaban, sería perfecto.

En vez de eso, cerró un momento los ojos para sentir en suave tacto de la lluvia sobre él. El sonido del agua rompiendo contra las rocas es rítmico y relajante, y los truenos, en vez de ser un elemento dusuasorio, son como las campanadas de un reloj llamado naturaleza. Todo funciona en perfecta sincronía, creando una sinfonía de sonidos inimitables. No hay mucha gente con el tiempo necesario para pararse un momento a escuchar el mundo, todos tienen sus quehaceres y sus prisas, a veces más interesados en los negocios que en pasar un momento de relax; pero Crono tenía quizá demasiados de esos momentos.

Al menos, fue suficiente para romper el velo de nerviosismo que le cubría y dejar que una furtiva sonrisa floreciera en sus labios.

Su primera sonrisa en la estancia en el castillo.

Tras la pregunta de un chico que, por qué no decirlo, estaba tremendo, se forzó a abrir la boca. Al menos ya estaba un poco relajado.

-Si... aunque creo que ya tienen que saber que estamos aquí.

Mientras avanzo, un chico nos pregunta si estamos aquí por trabajo. Alzo una ceja en gesto de duda. "¿Trabajo? ¿Qué trabajo? Precisamente he venido para desconectar de mi trabajo...", pienso para mis adentros. Niego levemente y contesto, antes de que un rayo me haga callar precipitadamente mientras me dirijo con el resto de grupo hacia las puertas del edificio:

- Yo al menos no tengo intención de trabajar -hago ademán de querer decir algo más pero tras un fuerte relámpago mi mutismo es repentino, con la vista puesta, aparentemente, sobre la fachada del edificio. Otro relámpago. Nada.

Inspiro honda y profundamente. Ya hemos llegado hasta las puertas del castillo y un chico consulta si llamar o no llamar a la puerta. "¿En serio?..." Sonrío y llamo a la puerta varias veces.

"¡Pum, pum, pum!"

- Primer gran dilema resuelto -digo a continuación, manteniendo mi sonrisa. Espero a que alguien venga a abrirnos.

Por lo visto ya estábamos todos y seguíamos en la entrada sin que nadie nos abriera las puertas para entrar, algunos decían que si habíamos venido por trabajo… dije mirando a Nick con voz calmada y sonriente. -Yo no he venido por trabajo, a lo que he venido es para despejarme unos días de tanto trabajo.

Estaba observando el cielo y se estaba poniendo totalmente nublado, el sol se estaba escondiendo cuando las nueves se quedan totalmente cubiertas de que vaya a llover se escuchaba de fondo el sonido de los relámpagos, me puse un poco tensa a escuchar los relámpagos, ya que era un sonido que me daba un poco de respecto, no me agradaba mucho que lloviera ya que no estábamos encubierto.

Escucho a uno de los invitados Gabriel que dijo que caerá un buen diluvio. Y asentía con la cabeza afirmando que si, cogí de mi bolsillo de mi pantalón el móvil y mire haber si tenía cobertura, tenia media rayita de cobertura espero que sea suficiente para tener contacto por si ocurriese algo inapropiado.

Mire el reloj y llevamos varios minutos a la espera que saliera alguien, ya estaba poniendo nerviosa una de la chicas tocaba con fuerza la puerta por si alguien nos abría, pero nada. Dije con un tono de nerviosismo. -Ha alguien le dijeron que estaría alguien del castillo esperándonos para entrar, o nos van a dejar aquí fuera con el diluvio que va a caer.
 

-De qué siglo será la iglesia? Posiblemente sea posterior al castillo, pero nunca se sabe. Tendré que preguntárselo al dueño, si es que se digna a aparecer.

Escucho la respuesta de Irina y Jessica y me sorprendo un poco. Yo había supuesto que me habían invitado aquí por cuestiones de trabajo. Pensaba que el propietario buscaba algún tipo de información sobre el pasado del castillo o sus antepasados. En fin, ya me dirá porque me ha invitado, tampoco me voy a quejar!

Se pone a llover mientras avanzamos hacia la entrada del castillo e intento apretar un poco el ritmo, no quiero llegar calado y manchando todo de barro. Sin embargo, no puedo evitar seguir observando semejante obra de arte bajo la luz de los rayos. Observo las viejas piedras y las ventanas, preguntándome si habrá sido reformado alguna vez. Al llegar nos la encontramos cerrada e Irina llama a la puerta.

Un nuevo rayo nos ilumina y... Que ha sido eso?

-Chicos? Habéis visto eso?-pregunto señalando la pared del castillo-Ahí, había una especie de sombra moviéndose...

Al momento me percaté del leve estremecimiento de la chica que había llamado a la puerta con tanto desparpajo. Quizá teme las tormentas, le pasa a mucha gente. Me acerqué un poco a la mujer y llamé su atención tocando levemente su hombro. -Disculpa... ¿Te ocurre algo? He visto que te estremecías con los truenos... Lo del Triluvio Universal era broma... no va a pasar nada. -sonreí de forma despreocupada. Estaba preocupado porque ella estuviera bien, no me gustaba que la gente que estaba a mi alrededor fuera desdichada. Igual me estaba metiendo donde no me llamaba nadie... pero yo era así y no podía evitarlo. Así me han educado... a comportarme como un caballero.

La frase de Nick me sorprendió e intenté vislumbrar la sombra a la que se refería pero no vi nada en absoluto. -¿Seguro que has visto algo? Igual ha sido un juego de sombras con la luz de los rayos.