Partida Rol por web

Habéis sido elegidos por vuestros señores como las representaciones del clan o familia, en la corte de invierno que ese año anunció con tanto esmero la familia Shinjo del Clan del Unicornio. 

Shiro shinjo es un castillo peculiar, pues no se parece a ninguno de los que hayáis visto u oído. Su arquitectura es extraña, inspirada en las tierras de mas allá de las montañas de la gran muralla del norte, con formas casi esféricas en sus tejados y torres altas que se estrechan.

En si el palacio no es muy grande, pero dispone de bastantes espacios para la comitiva y no faltan sirvientes que atienden bien las necesidades.

Ya ha transcurrido la mayor parte del invierno y a parte de algunas danzas y actuaciones, la familia Shinjo y en general el clan Unicornio, no ha sabido entretener a sus invitados con especial interés. El aburrimiento de la corte se hace palpable e incluso han surgido algunos conflictos acallados rápidamente, justo hasta la noche, después de la cena y de la actuación de una joven unicornio y su biwa....

Después de los aplausos a la doncella la mano derecha del Daimio pide silencio para su señor. Las voces se van acallando poco a poco en la sala.

-Honorables invitados, debo anunciar un cambio de planes para el día de mañana.- La gente comienza a murmurar pero Shinjo Torami no le da importancia. -He cancelado las actuaciones, aunque no los juegos de mañana para aquellos que no deseen venir, pues tendremos, según nuestros astrólogos, un buen tiempo que nos acompañará durante todo el día.- Algunas voces siguen cuchicheando y el Daimio alza un poco la voz. -Mañana habrá una cacería.- Las voces se acallaron de inmediato. -Será un juego. Un juego de habilidad táctica, valor y esfuerzo. Nos juntaremos en equipos de cinco y aquél equipo que consiga la presa más feroz e inusual será el ganador de la cacería de la corte en Shiro Shinjo.-

Ahora, en vez de murmullos, se oyen voces de aprobación y todos los bushis asienten emocionados al ver una salida al aburrimiento de esa corte. Incluso algún shugenja se suma a las voces que hacen planes para la cacería de mañana.

Ide Zhuo se pintó la cara de gris. A la antigua usanza de los Moto, untando ceniza machacada sobre su rostro. Entrego su daisho, guardando en su obi su preciada cimitarra orgullo de su familia. La espada, más que ella misma, representaba a los Moto y por esa razón le parecía adecuado tenerla. Se presentó un tanto informalmente a los otros visitantes y manteniendo la etiqueta que le habían inculcado a golpe de abanico con los anfitriones. Pero sus palabras de presentación fueron las mismas para todos;

— Soy una humilde servidora de la familia Ide, quien debe todo lo que es a Moto Zhu-senséi. Hija adoptiva de Ide Kachiko-sama e Ide Ken-sama.

Los entretenimientos parecían más para matar el rato, hasta que por fin se anunció una cacería. Zhuo pensó que ofrecería la vida de sus presas a las fortunas que representaban a los Dioses de la Muerte.

Ya habíamos pasado bastante tiempo en la corte y parecía que nuestro anfitrión se había quedado sin ideas.

-Una cacería.- dije en voz baja a la persona que estaba sentada a mi lado, aunque más hablé para mí que para él.

Siempre había considerado la caza como algo que hacen los demás para traerme comida a mí, pero estaba claro que era un cambio de rutina y quien sabe...

Estaba claro quién iba a ganar el juego. Los unicornio son famosos por conocer cada piedra de su territorio, así que los Shinjo sabían donde encontrar la mejor presa. Pero no estaba interesado en ganar, ni siquiera en cazar. Lo consideré una buena oportunidad de tener un baño forestal. Así que permanecí sentado, me fijé por si veía un grupo que no tuviera esperanza de ganar, uno formado por cortesanos o jóvenes sin mucha idea de caza, como yo.

Cuando Jinn-Kuen me pidió que viniera a la corte en Shinjo Kyuden, jamás imaginé que pudiera ser tan aburrida. Todos mis esfuerzos se centraban en evitar cualquier mínimo incidente que involucrara a alguno de los miembros de mi clan, pero incluso estos escaseaba, consiguiendo que el tiempo en la corte fuera pasando de aburrido a tedioso. Al menos hasta el anuncio de Shinjo Torami de una cacería.

En ese preciso momento, lo primero que hice fue girarme sonriente para mirar a Hida Kowa. Sabía que el viejo sanyaku estaría encantado con el anuncio y que no dudaría en presentarse voluntario... a pesar de que lo máximo que podría hacer sería lanzar algún nage-yari con su único brazo bueno, pero falta de entusiasmo no era algo que pudieran achacarle.

Sin embargo no podía olvidar que nos encontrábamos en las tierras del Unicornio y, más importante aún, en mitad del invierno. Cada grupo necesitaría de algún samurái de dicho clan que nos sirviera de guía o éste pequeño entretenimiento podría terminar siendo catastrófico, así que no podía quedarme en silencio.

- Suena muy emocionante Shinjo-sama, pero sería prudente que todos los grupos cuenten con algún guía de vuestro clan. Estarán conmigo en que nadie querrá arriesgarse a algún percance por perderse en la nieve.

Expongo educada e invitando al resto de integrantes de la corte a pronunciarse al respecto, aunque claro, siempre podría haber algunos samuráis temerarios que prefiriesen demostrar su gran valor y falta de intelecto.

Aquella corte de invierno era la primera con la que había sido honrado, sin embargo no era lo que esperaba el Doji. Desconocía lo que consistía una corte de invierno salvo lo que relataban las historias, sin embargo esta era... Vulgar. Así se le podría definir en una simple palabra.

-Entretenimientos mundanos que se están alejando de la belleza de las artes y de lo que se espera de una corte-. Juzgaba duramente en su fuero interno mientras respondía a la oferta de su compañero con una sonrisa al tiempo que levantaba humildemente su vaso. Tras una leve inclinación de cabeza se acercó el líquido espirituoso a sus labios, fue en ese momento cuando el anfitrión Shinjo Torami-sama empezó a reclamar su atención.

Una mirada y su atención fue lo que le dedicó. Así debía responder en la corte, así se lo habían inculcado. Sin embargo en aquel lugar destinado a los servidores del último hijo de Amaterasu no sólo había hombres... Había seres más parecidos a las bestias quienes seguían hablando y murmurando. Como buenamente pudo disimuló una muestra de asco forzando así su sonrisa en una mueca un tanto extraña.

-Una cacería-. Le dijo a su compañero, un samurái bastante dicharachero del clan león quien gustaba de utilizar demasiadas palabras innecesarias. -Una corte para bushis es lo que es esto... Tan centrados están con sus caballos que han olvidado la etiqueta-. Estoy seguro de que será una actividad interesante en el que el arte podrá manifestarse de las formas más extrañas, ¿no cree Ikoma Kansuke-san? Mintió al tiempo que levantaba la copa de sake en dirección a su anfitrión, una forma elegante de saludo con el que pretendía mostrarle su interés por participar al tiempo que le recordaba el regalo con el que le había agasajado al llegar a 'La corte'

La llegada a tierras Unicornio por parte de Yûki resultó todo lo apasionante que cabría esperar, pues como le pareció reconocer en algunos de sus sueños, los paisajes eran amplios y desnudos, carentes en su mayoría de las entrañas salientes de la tierra en forma de escarpados terrenos de las tierras Dragón. Se trataba de una basta región donde los tesoros de los Unicornio, sus caballos, podían trotar y galopar líbremente disfrutando del aire puro de sus llanuras y la libertad que ofrecía a todo espectador que tratase de sentir, de algún modo, su armonía. Estas nuevas sensaciones no pasaron inadvertidas para el joven monje, que trató de aprender y disfrutar desde el primer segundo de hasta que tubiera que marcharse, de la esencia de esos territorios.

El castillo Shinjo era impresionante tanto en arquitectura como por el colorido llamativo que adornaba cada una de las paredes de los edificios. Estaba claro que Yûki no era un experto en esos campos, pero quedó impresionado por la estabilidad de sus torres, a pesar de que no se parecieran a grandes trazos a los pocos que había conocido en su corta vida. El trato de los Unicornio fue cortés aunque un tanto distante, puede que los anfitriones se sorprendieran de la llegada de un Ise Zumi, tanto como éste le sorprendieran los ropajes llamativos y cargados de los Unicornio.

Sin embargo no era el único representante Dragón en la corte, Kitsuki Akemi, una muchacha de mirada risueña y sonrisa sincera se encontraba en la ciudad esperando a la llegada del monje. Tras las presentaciones y pasar algo de tiempo el uno en compañía del otro, cada uno entendió el rol que debía tomar en los encuentros que se sucederían. Esta era la segunda corte de invierno a la que Kitsuki representaba al Clan y al parecer no se le daba nada mal. Controlaba las idas y venidas de cortesanos con destreza y utilizaba la palabra de una manera muy acertada, sin faltar al respeto, pero sin dejar que le pasara nadie por encima. El joven monje solamente trató de no ofender a nadie en sus escasas intervenciones o expresiones de su rostro y fue todo lo educado que le habían enseñado. Asistió a todos y cada uno de los eventos que los anfitriones organizaban y, aunque a la mayoría de presentes les parecía una corte de lo más aburrida, a Yûki le parecía agradable que ofrecieran todos sus esfuerzos para que la estancia fuera lo más agradable posible.

El resto del día, Yûki; aprovechaba para ejercitarse y meditar en los jardines del castillo. Además, pidió permiso para visitar las bibliotecas de la ciudad, así como los Templos del territorio. Al atardecer de algunas jornadas, se sentaba a ver desaparecer Amateratsu frente a una taza de té caliente o participando en alguna partida de go.

Aquel día como en todos desde su llegada, amaneció temprano para ejercitarse, realizar sus plegarias matutinas y sus ejercicios físicos y mentales, para dar la bienvenida a un nuevo día. La noticia de la cacería pilló a los Dragón totalmente fuera de juego, era una actividad que levantó los ánimos de los bushis presentes en la corte y agitó las mentes astutas de los cortesanos. Sin embargo, no era una actividad que entusiasmara en gran medida al Ise Zumi. Kitsuki-sama y él se miraron durante unos segundos mientras los presentes susurraban y comentaban entre ellos. Finalmente, el moje asintió aceptando la prueba como parte de su cometido en representación de su Clan y su Señor.

Era su primera experiencia en solitario. Hasta hoy Mausuko siempre había asistido a todas las cortes en compañía de su familia. Pero esta era la primera desde que pasó su gempuku. Ya como samurai adulta tenía que ser capaz de representar a su familia. Esta idea no le hacía mucha gracia pues pensaba que todo el postureo de los cortesanos era innecesario. De todas formas era lo que le habia tocado y tenía que adaptarse. 

Para su grata sorpresa la corte no estaba siendo nada aburrida. Apresar de las caras largas de los cortesanos, las actividades insulsas le permitían retirarse durante largos periodos de tiempo a sus aposentos a estudiar. Incluso llegó a conocer a Isawa Asami-sama una gran shugenja con la que podía debatir y cuestionar las cosas que iba estudiando.

Al escuchar las palabras de Shinjo Torami sobre la cacería no sabía muy a qué atenerse. La actividad en si no le llamaba para nada la atención. Pero por otro lado estaba representando a su familia. Familia de exploradores, aunque no fuera su campo no podía no participar, aun sabiendo que supondría tener que hacer un teatrito justificando su derrota mientras alaba al ganador fingiendo interés en la actividad. - Bueno, esperemos un poco a ver como se desenvuelve esto - Pensó para sí mientras esperaba las siguientes palabras de Shinjo Torami.

Zhuo se sentía pequeña entre tanta gente, y tanta clase. No conocía a nadie entre aquellas cuatro paredes y por ello sonrió sin alegría al compararse con su yegua, Kimagurema (Caprichosa), encerrada con otros ponis que relincharían y cocearían demandando todo el pasto de su propiedad.

— Las fortunas dan pañuelos a quien no tiene mocos. — Murmuró aquella alegoría que venia a decir que siempre reciben más, los que menos lo necesitan. Y no necesitaba conocer a algunos para adivinar que su estatus era superior al de ella. Una de esas personas era Shinjo Torami. Un hombre apuesto que fuera el karo o el mismo Khan (daimyo), Zhuo se guardaría mucho de preguntarle nada una vez anunció la cacería. Para su sorpresa, una Yasuki (creo) le soltó lo que debía de hacer a alguien con mayor estatus...

Yasuki Ashikako dijo;

- Suena muy emocionante Shinjo-sama, pero sería prudente que todos los grupos cuenten con algún guía de vuestro clan. Estarán conmigo en que nadie querrá arriesgarse a algún percance por perderse en la nieve.

 Zhuo esperó a la llegada de los guardias o alguna clase de reproche por parte del karo o Khan (Daimyo) Shinjo hacia la invitada, que parecía haber olvidado la diferencia de estatus y la etiqueta. Aunque los Unicornio en general eran bastante permisivos y dejados en el tema de la etiqueta, no solían serlo en lo que al trato y la diferencia de estatus.

Se acercó a una heimin y le mostró su taza negra vacía. El heimin, que era un anciano de tez aceitunada de las Tierras de Marfil, comprendió al instante que debía escanciar sake. Los kanjis en diversas botellas indicaban lo que supuso eran marcas o tal vez nombres de cosechas;  Dragón de Otoño, Sake Bahía Negra, Nieve de Flor de Cereza, etc. Le llamó la atención un sake gaijin cuyo olor a madera seca llenaba su olfato y la visión de que fuera de color rojo oscuro le hizo pensar por un momento que su fabricación incluía algún tipo de magia extranjera. Solicitó ese sake al que el heimin lo llamó "vino". Lo bebió con precaución. Como si fuera un liquido blasfemo cuya ingestión la transformase. Y lo hizo... el sabor llenó su boca con una sensación tan extraordinaria que por el breve periodo en que lo saboreaba todos sus sentidos parecían alterarse de una u otra manera. La música dejó de ser ruido ruido rutinario para convertirse en una melodía que en apariencia enlentecía el tiempo. Su piel parecía más sensible y podía apreciar la suave seda que acariciaba su piel y el frio recipiente que sostenía. Y con su vista pudo captar todos los matices del vino. Se preguntó si los gaijin también eran capaces de crear comida aun más deliciosa que los manjus (dulces artesanales típicos de Rokugan).

Alzó la mirada para apreciar una sonrisa del más puro blanco marfil que contrataba con la piel del heimin que respondió al instante como si hubiera sido capaz de leer los pensamientos de Zhuo.

- Ojo-sama (señora), si lo desea en la otra habitación hay banquillos con bandejas llenas de frutas. melones, sandías, peras... 

Zhuo trató de asimilar aquellos nombres que no le decían nada. Y ante otra heimin repitió aquel "mantra";

— Quiero un melones, sandías, peras...

Y ante su sorpresa, frutas del tamaño de una cabeza fueron de una bandeja a un plato, y en menos de lo que tardaba en parpadear, la heimin hizo catas una fruta con pulpa roja en su interior. "¡Ninjaaaaaaaaaaaaa!", se dijo a sí misma sabiendo que esos seres no existían. Se preguntó si tal pericia con el cuchillo no sería un desperdicio cortando frutas gaijin, en lugar cortar en lonchas finas a los enemigos de su clan. "Tanto que aprender y tan poco tiempo...". Ahora comprendía que tenía que hablar con otros rokuganeses y descubrir nuevos horizontes. Pero antes, se llevó aquel plato con la fruta al establo, para compartir aquellos manjares con la única criatura a la que le confiaba su vida, ¡Kimagurema!.

Su yegua se comió las frutas a gran velocidad, sin hacer ascos a las cáscaras. Un relincho satisfactorio le hizo comprender a Zhuo que podía tomar el pedazo que ella pretendía robarle. Y cuando lo hizo, su paladar descubrió nuevos sabores.

Al volver se encontró a una muchacha que, a juzgar por la bolsa llena de pergaminos, tenía que tratarse de una shugenja. El mon de dos pinzas entrecruzadas tenía que tratarse de una Kuni. Se acercó a ella, haciendo una reverencia:

— Hajime Mashite (Encantada de conocerte). Soy una humilde servidora de la familia Ide, quien debe todo lo que es a Moto Zhu-senséi. Hija adoptiva de Ide Kachiko-sama e Ide Ken-sama. Mi nombre es Ide Zhuo. ¿Con quién tengo el placer Kuni-sama?

La emoción de la cacería había acabado pronto, cuando una inexperta cortesana del clan del cangrejo le dijo al señor de Shiro Shinjo como debieran hacer las cosas. El silencio se extendió como la pólvora y la atenta mirada de Shinjo Torami se centró en la joven. Al instante uno de sus hombres se adelantó para increpar su actitud y falta de respeto pero Torami le detuvo con un gesto alzado de su mano. Observó el vestuario y estaba claro que le sorprendió ver a una joven tan bella en un kimono del cangrejo.

-Mis disculpas Yasuki-san, se que los cangrejo valoráis mucho la vida de vuestros compañeros de armas y no es para menos conociendo la gran tarea de preservar al imperio de la amenaza de las tierras sombrías, pero nuestra intención es que nadie sufra ningún percance. Sin embargo...- dijo adoptando una postura más propia de un kabuki que de un samurái-...se de alguien al que no le haría gracia perder un brazo. ¿No es así, Hida Kowa?-

La audiencia prorrumpió a reír al comprender lo gracioso de la situación. Incluso el Sanyaku Hida Kowa exhaló una carcajada que pudo oírse con total seguridad en el castillo Otaku. La gente admiraba como ese hombre había demostrado una total dignidad no solo al perdonar la falta, si no a utilizarla para aliviar el ambiente y conseguir que fuera pasada por alto.

En ese momento Shinjo Torami llamó a una joven. -Ide Zhuo-san, os declaro guía unicornio de nuestra cortesana cangrejo Yasuki y de sus amigos- dijo haciendo un ademán con la mano que abarcaba a aquellos cercanos a vosotros, una shugenja cangrejo con la que casualmente hablaba la unicornio, un grulla que observaba atento, otro grulla fácilmente reconocible de la familia Doji que conversaba con un bushi león, que al apercibirse de eso, dio un paso atrás alejándose del cortesano y un Ise Zumi que vagaba en el momento menos indicado por el lugar.

-Ide Shido Miko os ayudará en la tarea. Es un excelente rastreador.- Todos se quedaron mirando al raro grupo de caza. Esa misma noche entre rumores y cuchicheos conocisteis que alguien había apodado a vuestro grupo de caza como "los cazapeces". Las burlas y apuestas de que cazaríais un pez en vez de un conejo os acompañó toda la noche.       

El cortesano no pudo evitar reprimir una mueca de burla, tal vez una sonrisa de autosuficiencia al ver el patetismo de aquella criatura que no sabía comportarse de manera honorable ante su anfitrión. -Cangrejos... Tan acostumbrados están a la oscuridad que no saben si no cerrar los ojos en presencia de la luz de la corte-. Sentenció al tiempo que pensaba en un haiku que pudiese resumir aquella frase de una forma más elegante. Fue en ese momento cuando se percató de que Ikoma Kansuke había dado unos unos pasos hacia atrás y acababa de ser seleccionado por su anfitrión para la cacería.

-Domo arigato gozaimasu-. Respondió el cortesano con una profunda reverencia al tiempo que inclinaba su cabeza sobre sus manos las cuales tenían los pulgares ocultos como mandaban las leyes de la etiqueta. A continuación volvió a levantar la cabeza y ese instante habló: -Me honráis con vuestra elección al ser elegido para formar parte de este grupo Shijo Torami-sama. Confío en honraros a vuestra persona y a vuestros ancestros con una buena participación en la cacería-. A continuación volvió a hacer una segunda inclinación de cabeza, esta última menos pronunciada que la primera pero lo suficientemente profunda como para indicar respeto. Tras esa segunda reverencia se levantó sujetando su wakizashi la cual portaba para denotar su propio rango de samurái y se acercó un poco más a aquellas personas para volverse a arrodillar de cara a Shinjo-sama. No había ni rastro del Ikoma -al menos sabe comportarse-.

El cortesano Doji no alcanzaba a entender las razones de formar aquel grupo tan heterogéneo, tal vez buscaba la hermandad entre los diferentes clanes, una quimera en su modesta opinión. 

-Mi nombre es Doji Ryojiro, cortesano del clan Grulla. Se presentó al tiempo que inclinaba su cabeza levemente, una inclinación que mostraba educación hacia sus recién adquiridos compañeros. 

Un murmullo se escuchaba en el lugar, lo que atrajo la atención del cortesano, no obstante no sabía lo que podían estar comentando aquellas personas... Tal vez el siguiente grupo que había formado su anfitrión.

Si las palabras de alguno de los presentes, o siquiera sus burlas, surtieron algún efecto en mí, resultó inapreciable. Es más, incluso me uní con una sonrisa a las carcajadas que siguieron a la intervención del Unicornio, al fin y al cabo había conseguido lo que pretendía.

- Gracias Shinjo-sama.

Agradecí humildemente que accediera para luego ir a presentarme formalmente a los Grulla. Con suerte entre los Unicornio, el Kakita y, como no, con Hiruma Mausuko, pudiéramos dar más guerra de la que pudieran imaginar. Únicamente el Doji y el Togashi suponían una incógnita en la ecuación, pero todo a su tiempo, primero tocaba presentarse formalmente al resto del grupo.

Fue una pena que el Doji se me adelantara, pero me dio tiempo para intentar reconocer a los demás integrantes de mi grupo por algo más que sus vestimentas y nombres.

- Un placer Doji-san. Mi nombres es Yasuki Ashikako, lamento que debáis acompañarme en la cacería.

Me disculpo aunque sin borrar la sonrisa de mi cara. Estaba claro que no lamentaba la situación en absoluto, pero era lo que se esperaba que dijera y no podía darle más motivos a los Grulla para molestarse.

Nuestro anfitrión había decidido juntarnos, así que no había más que hablar. Hice una reverencia y me levanté. Me puse detrás de la cangrejo que me habían asignado. Con un poco de suerte pasaremos un día agradable. Pensé.

-Pobre, pobre, sí pobre,
la más pobre de las provincias,
y sin embargo,
siento este frescor.*-

Dije a mis futuros compañeros esperando que les ayudase en su camino como a mí me había ayudado.

-Kakita Takeshita, espero seros de ayuda.- dije haciendo una reverencia hacia la cangrejo. -Está claro que las fortunas nos han juntado en este día.- Añadí.

Lo que estaba claro es que no íbamos a ganar, así que había conseguido lo que quería.

Una leve sonrisa apareció en la cara de Mausuko al escuchar las palabras de Isawa Asami-sama, en ese momento la Shugenja Fénix se retiraba lentamente.

Una bushi Unicornio se acercó presentándose cómo Ide Zhuo y por una confusión lógica le cambió el apellido por el de los Kuni.

- Ide Zhuo-sama, aunque tenga los conocimientos de la escuela Kuni mis raíces son otras pues mi nombre es Hiruma Mausuko, descendiente de los grandes exploradores Hiruma. -
Comento Mausuko con una leve sonrisa mezcla de las últimas palabras de Asami y de la confusión de Ide Zhuo.

Justo cuando se disponía a continuar la conversación una algarabía por culpa de su compañera de clan se levanto y antes de que Mausuko se pudiera dar cuenta ya le habían asignado grupo para la caza. Erizándosele el pelo, pero intentando no mostrar su enfado, pues pretendía escaquearse del evento para poder continuar con sus estudios, hizo una reverencia a Shinjo Torami y levantando un poco la voz contestó. - Será un placer participar en la actividad, Shinjo Torami-Sama, y espero estar a la altura de mis antepasados.

La presentación del primer Gruja, no le causó excesiva simpatía, aunque sin duda como buen cortesano mantuvo los modales de una manera impecable, así como las palabras de Yasuki Ashikako, más cortantes al estar más influenciadas por el clan Cangrejo. Sin embargo el Kakita la alegró, aunque nunca se le había dado bien la poesía, siempre pensó que en ella había algo místico, cómo si cada vez que se recitara los kamis se alegraran, se asemejaba mucho a los rituales para invocarlos.

Aunque su insatisfacción por tener que participar la comía por dentro, la educación que había recibido de sus padres la hacia consciente que tenía que representar a su familia y ser educada. Se giro a sus nuevos compañeros de caza y se presentó:

- Hajime Mashite, compañeros, soy Hiruma Mausuko, estudiante de la escuela Kuni - dijo con una pequeña reverencia.

Hiruma Mausuko dijo:

- Ide Zhuo-sama, aunque tenga los conocimientos de la escuela Kuni mis raíces son otras pues mi nombre es Hiruma Mausuko, descendiente de los grandes exploradores Hiruma.

- ¡Aaaah!. - Fue todo lo que Zhuo fue capaz de responder. "Toma golpe de saya. Pa´que aprendas!", se dijo. 

Shinjo Torami dijo:

- Ide Zhuo-san, os declaro guía unicornio de nuestra cortesana cangrejo Yasuki y de sus amigos. Ide Shido Miko os ayudará en la tarea. Es un excelente rastreador.

   "Mieeeeeeeeeeeerdaa. Hijo de frutaaa!", pensó apretando los ojos a la vez que bajaba la cabeza y decía;

- ¡Como deseéis Gran Khan!. ¡Vivo para servirlo a usted y al clan! - Dijo en cambio.

"Éste lo que quiere es que espantemos a los bichos mientras su grupito los matan. Aunque habría que saber si matan a algún mal bicho de dos patas", Pensó.

"¿¡Un poema!?", se dijo sorprendida. No comprendía la poesía, pero pensó que sin duda era como una enfermedad contagiosa que afemina a los hombres y hace estúpidas a las mujeres. Por lo que miró a otro lado como si no lo hubiera oído.

- Sin duda vuestra poesía nos inspirará en los mejores momentos, Kakita-sama. - Mintió.

Yasuki Ashikato dijo:

- Un placer Doji-san. Mi nombres es Yasuki Ashikako, lamento que debáis acompañarme en la cacería.

- Esperemos Yasuki Ashikato-san que no tengamos que lamentar ninguno vuestra presencia. - Dijo sin mucho convencimiento. - ¿Por cierto, sabéis defenderos supongo?. He oído que hay bestias que se sienten sorprendidas y pugnan por su vida. Y unos segundos en el que tengáis algo de habilidad pueden salvaros la vida... Aunque con esas ropas puede que incluso las zarzas os arrebaten la vida. - Dijo con amabilidad advirtiendo a la comerciante.

A pesar de lo animada que me encontraba porque todo siguiera su cauce, lamenté enormemente la poesía del Kakita. Hubiera preferido mil veces que se tratara de un bushi en todos los sentidos, como los Daidoji, pero más parecía uno de esos famosos duelistas poetas.

¡Qué lástima!

Haciendo juego, nuestra futura guía resultaba encantadora, encajaba a la perfección con tanta inocencia e ingenuidad concentradas y sólo su senda resultaba algo incongruente en toda aquella pintura que era su persona.

- Encantada 

Me incliné formal ante la presentación el Grulla para luego repetir el proceso con la Unicornio conforme se dirigía a mí, respondiéndole con mi inpertérrita sonrisa.

- He peleado con criaturas de pesadilla Ide-san, creo que sabré manejarme con unas zarzas.

Respondo con contundencia a sus provocaciones.

La mirada melosa de Yûki se posó sobre los brazos extendidos del Señor de estas bastas tierras y siguió la ruta que tomaban. Las risas se sucedieron entre murmullos de aquellos que, bajo el punto de vista del Dragón, eran incapaces de escuchar y por lo tanto, entender el equilibrio de todas las cosas.

El monje ofreció una sonrisa ante la misiva de formar parte de un grupo tan variopinto y dispar. Después ofreció una reverencia pronuncia al anfitrión, a los asistentes de la sala y finalmente a los que por orden del Khan, formarían parte de su círculo en la actividad impuesta.

-“Buenas tardes, mi nombre es Togashi Yûki, es un honor y un placer poder contar con la compañía y el apoyo de tan ilustres samuráis. Espero poder aportar al grupo un punto de vista sereno e imparcial, allí donde el poder de nuestras palabras no pueda ser escuchado, allí donde los Kamis no respondan a nuestros ruegos, allí donde el corte del filo de nuestras espadas no pueda ser sentido”. 

Una suave sonrisa se dibujó en la comisura de los labios del monje, después de realizar una nueva reverencia a modo de saludo; tratando de transmitir su tranquilidad y confianza al grupo. Yûki sabía que el acero de los bushis era tan importante, como las palabras bien elegidas de los cortesanos, las plegarias a los Kami de los shugenjas y el equilibrio entre el Ging y el Yang ofrecido por la hermandad.

- Hajime Mashite. -Respondió cada vez que se presentaba uno de los samuráis acompañando aquellas palabras del apellido del interfecto con el sufijo san además de una suave reverencia indicando respeto.

-Haijme Mashite Togashi-san. Había oído de la sabiduría de los monjes. Me alegra comprobar que las palabras no os honran lo suficiente. -Indicó con una sonrisa.

-Esta noche estamos escuchando palabras hermosas -. Dijo en relación a los versos del cortesano como a las palabras del monje. -No soy muy ducho en el arte de la poesía más me gusta leer a los grandes compositores. Ruego que me disculpen por el pobre intento del que haré por estar a vuestra altura. -Dijo con modestia antes de improvisar un haiku:

Los copos caen

La veda es abierta

Arte y muerte