Partida Rol por web

Trentos

Los panfletos circulaban por el Gremio. La noticia se había extendido como la pólvora y vosotros habíais contestado a la llamada. Algunos sois recién llegados, otros ya contáis con varias misiones a vuestras espaldas. Pero todos decidisteis embarcaros en esta nueva aventura.

Os tomó dos semanas finalizar el viaje en barco, pero allí estabais. La isla de Trentos, una isla solitaria en mitad del mar, pero no por ello carente de vida y movimiento.
El puerto era un hervidero de barcos mercantiles procedentes de numerosas partes del mundo y una pequeña ciudad se había formado en torno al puerto. En el mercado los vendedores acababan de montar sus puestos anunciaban sus mercancías a gritos; la pesca del día, frutas y verduras, carnes en salazón, telas exóticas, armas y armaduras, especias, vinos, aceites y todo tipo de alfarería. 
Los marineros subían y bajaban de los barcos, transportando toneles y cajas de mercancías. Los que no estaban trabajando, se los veía frecuentando burdeles, agazapados en el regazo de alguna fulana o ingiriendo alcohol en grandes cantidades.

El calor ya empezaba a ser sofocante, y eso que había amanecido hacía pocas horas. La humedad y el olor a salitre, mezclado con el de las especias y demás productos del mercado inundaban las calles. Por toda Trentos no se hablaba de otra cosa que no fueran las competiciones que se estaban sucediendo en el coliseo en las últimas semanas, en especial la de hacía dos días.
Al parecer no erais los primeros aventureros que habían llegado hasta aquella isla, ni seríais los últimos. En total habían sido tres los grupos de aventureros que se habían enfrentado al coliseo y ninguno había conseguido superar las cinco cámaras. El último grupo, La Compañía del Cuervo Tuerto, todavía permanecía en la isla.

Aún faltaban un par de horas para que se abriera la puerta del coliseo, por la que los aspirantes debían pasar para inscribirse. La imponente estructura del edificio se levantaba al sur de la ciudad, por lo que resultaba excesivamente sencillo localizarlo.

El viaje en barco había sido un poco más largo de lo esperado. Conforme nos vamos aproximando a la isla un cosquilleo en el abdomen comienza a ganar terreno ante las náuseas del meneo del barquito. Las ganas de llegar y de potar y ver de que seríamos capaces en ese desafío extremo crecían exponencialmente hasta que el barco amarró en el muelle.

De un salto, como cual grácil bailarín de ballet, bajé del barco y pisé tierra firme - Menos mal, ¡suelo firme bajo mis pies! - pensé mientras me incorporaba después de haber quedado agachado tras el gran salto hecho desde la borda del barco.

Me quedé mirándolo todo y observando la buena vida que llevaban algunillos - Déjate Zanros, hemos venido a lo que hemos venido... ¡¡a por la gloria!! - pensé mientras respiraba hondo hinchando mi cavidad toracica hasta su máximo tamaño. Luego eché un vistazo de reojo al barco para ver a los compis - Chicos, ya hemos llegado, dejad de potar por el otro lado de la borda y bajad aquí. Creo que ese edificio del sur es nuestro primer objetivo... ¡¡mirad, por ahí salen un grupo de guerreros!! ¿habrán conseguido hacer lo que nosotros venimos a hacer? -

El calor empezaba a apretar de lo lindo, un par de goterones de sudor comenzaron a bajar por mis sienes mientras comprobaba como los demás bajaban del barquito - ¡¡Vamos chicos, que Zanros está listo para lo que haga falta!! -

Keldron bajó del barco mas pálido de lo que venia siendo normal y es que aún tratándose de un tópico, los enanos no estaban echos para navegar. Sin embargo había conseguido reprimir las ganas de vomitar, por el simple hecho de no querer mancharse la barba, y es que el enano era orgullo y tozudo como el que mas.

No era típico de él buscar gloria en la arena, pero quizás pudiera recuperar algo de su honor perdido ayudando a su grupo a avanzar sin sufrir bajas. También seria un buen entrenamiento para poner a prueba sus habilidades.

Su compañero Zarnos era ruidoso, demasiado, pero al tratarse de un sacerdote rúnico se guardo las ganas de mandarle callar. Solo soltó un bufido cuando bajó del barco y se acercó donde él, para contemplar la ciudad.

-Me sorprende que esa "nuez" flotara. Los enanos somos duros como yunques pero también nos hundimos igual de bien. No entiendo porque Kennegan no nos teletransportó aquí directamente.

El cormyriano bajó de la embarcación empapado de sudor, vistiendo sus típicar ropas de entrenamiento y cargando en una gran mochila sus armaduras y armas. Se secó la frente y contempló el éxotico sitio al que habían arribado. Eran un grupo grande del gremio, muchas caras nuevas, todos parecían exitados por el reto al que se enfrentarían en aquella arena.

El señor de la guerra estaba consciente de que estaba allí para probar sus habilidades y ganar nuevas experiencias. Después de todo, los gladiadores disfrutaban de una reconocida reputación por su habilidad ganada en duras batallas contra la muerte. También se preguntaba la motivación de su compañero por querer volver a uno de esos sitios. Aunque boquiflojo y bromista, Travok había hablado pocas veces de su experiencia como gladiador.

Dio unos pocos pasos por el muelle atiborrado de gente y pudo escuchar la conversación del elfo encapuchado y el tosco enano.

-Me sorprende que esa "nuez" flotara. Los enanos somos duros como yunques pero también nos hundimos igual de bien. No entiendo porque Kennegan no nos teletransportó aquí directamente.

Sin cambiar su férrea expresión, el humano respondió con sequedad Supongo que el señor del gremio tiene asuntos más importantes que atender con ambas manos ajustó las correas de su equipaje y se lo acomodó Muchas cosas se oyen en los pasillos del viejo edificio, si uno se mantiene en silencio. Entre ella un asunto de gigantes que requerían héroes de leyenda. Miró al enano con sus ojos grises y fríos nosotros, estamos aquí simplemente en un entrenamiento un poco más movido de lo normal.

El viaje en barco no le habia sentado muy bien. Su rostro habia cogido un tono verdoso, paso el tiempo entre el camarote como dando de comer a los peces con lo que habia comido anteriormente.
Ya me lo dijo mi Tia Petunia, el lugar de un enano es con tierra firme en sus pies, el agua es para los peces.
Se alegro de tocar pies firmes una vez salido del barco, tanto su humor como su rubor habian vuelto a su estado natural.
Bien... cuando comemos? y bebemos, por supuesto, imagino que nos hablan preparado un buen banquete.
EHHH!!!! ESCUCHAD TODOS!!!! SOMOS LOS CAMPEONES DEL GREMIO DE LA ESPADA Y LA VARA.
Permanecio con los brazos en altos esperando los victores de los ciudadanos, pero lo unico que consigo es algunas miradas esquivas de algunos de ellos.
Vaya, aun no nos conoce.....Y cuando comemos y bebemos? antes habia que incribirse, alguien sabe por donde es?

Ya hemos llegado. - Digo con una voz tan profunda que parecía salir de la propia tierra. Saliendo del barco que para mi embargadura, parecia poco mas que una cajita de madera. Luego levando la vista hacia al cielo, para hacer una advertencia - ¿ Vas a portarte bien ? - Pregunto. Pero no al aire, sino a una pequeña hada que permanece sentada y encadenada a uno de mis cuernos.

Saviadarce miró al exterior y se tuvo que tapar la vista. Hacia mucho que no veía la luz del sol y le escocia a los ojos.

El minotauro le lanzó la advertencia y el pixie no dijo nada ... asintió levemente con la cabeza con los ojos vidriosos como si fuera a llorar en cualquier momento. Una de sus alas estaba desajustada, como rota y apenas se movía ... las otras, adormecidas por la inactividad parecían moverse en pequeños espasmos involuntarios.

Husmeó el aire medio incorporándose y un atisbo de sonrisa afloró en su rostro. La sonrisa desapareció enseguida cuando notó que Noostoron podía verla. Se sentó de nuevo con pesar en su rostro pero inquietud en sus pequeños deditos que tamborileaban en sus muslos, incapaces de ocultar su alegría contenida.

Aguardo la respuesta que en el fondo se que no va a llegar.  - Ve ... - Digo al final de unos largos segundos de espera, en lo que parece casi un gruñido.

Después de eso, ignorando por completo lo que hace la pequeña hada sobre mi cabeza, desciendo del barco hasta llegar a tierra firme. Observo la gente, las casas e inspiro profundamente el aire cargado de los aromas peculiares de este lugar. La gente pequeña se mueve a mi alrededor, todos tan atareados en sus quehaceres, que casi me resultan divertidos.
Pero en medio de la multitud, unos pocos llaman mi atención. Un grupo de combatientes se movían no muy lejos de aquí, la Compañía del Cuervo Tuerto.

Con grandes zancadas me acerco a ellos, esquivando la gente que no se ha apartado a tiempo, con gran soltura.

¡Eh! ... ¡Vosotros!. - Les llamo la atención desde varios metros de distancia, por si la imagen de un minotauro que sobresale 1 metro por encima de las cabezas de la muchedumbre no fuese lo bastante llamativa.

Saviadarce sonrió ante la noticia y con sus pequeñas manitas abrió el cerrojo que no se había atrevido abrir y que apresaba su pierna. Se frotó el tobillo magullado y aprovechó que el minotauro bajaba hacia el puerto para, de un salto, levitar hacia uno de los postes de amarre.

El vuelo era tosco, sus ala lisiada no le permitía una gran maniobrabilidad, pero llegó a su objetivo donde permaneció sentado y con una ancha sonrisa. ¡Al fin libre! ... al menos hasta que le volvieran a poner el grillete.

Observó con ojos joviales el agua del mar, el volar de las gaviotas, el transcurrir de los quehaceres humanos mientras se frotaba sus malheridos tobillos y muñecas o intentaba alisar su ala lisiada.

Un marinero se acercó al pixie sorprendido y a la vez disgustado por el mal trato que el minotauro había hecho pasar a la pequeña hada. Le acercó un dedo para acariciarle su pelo despeinado -Pobrecito, ¿estas bien?- 

Al escuchar la voz de cerca el pixie giró la cabeza rápidamente, sus pupilas contraídas y su expresión marmórea.

El grito del marinero resonó por todo el puerto mientras arrancaba a correr y desaparecía entre la multitud sosteniéndose una mano ensangrentada. Saviadarce se frotó la boca sonriente empapando su manga de sangre, sus ojos tan inocentes como hacia unos segundos mientras lanzaba el dedo recién arrancado al agua y continuaba contemplando los peces nadar.

Lanzó un pequeño gruñido de satisfacción y su ala se puso alienada como las demás, un engaño como tantos otros, y arrancó el vuelto para revolotear y posarse en uno de los cuernos del minotauro. Gruño de nuevo con mirada traviesa.

Travok saca una hoja de su bolsa y se pone al lado de Clevor
Según esto, formamos equipo con Noostoron y Saviadarce que viene juntos.... de pronto son interrumpidos por una voz ronca
Ey... Vosotros
Mira al minotauro de arriba abajo mientras dice
Tiiiiiiiiooooo, que grande eres

Clevor abrió los ojos al ver al diminuto ser arrancarle el dedo a un marinero, para luego volver a su expresión ceñuda. Aunque había cantidad de miembros peculiares en el gremio, no esperaba ver algo así... Tales creaturas no deberían ser aventureros... apretó los dientes. Los duendes traviesos no tenían honor ni sentido de la justicia. Hizo rechinar los molares y siguió con la vista al enorme minotauro que se movía impetuosamente entre la multitud, llevando a caótico ser en su cornamenta. Suspiró, intentado calmarse, su mente había juntado demasiadas tensiones al ver áquel desgraciado acto.

Quizá, las cosas no son como parecen... probablemente algo nuevo deba aprender. Torm, dame entereza. masculló para sí mismo.

Según esto, formamos equipo con Noostoron y Saviadarce que viene juntos....

Apretó el puño, sus nudillos se pusieron blancos mientras lo llevaba a su pecho con fuerza Entiendo, Travok, Torm y Moradín nos han puesto esta prueba. Su voz salió como conteniendo ira, algo trabada.

No perdamos tiempo espetó, cambiando de postura y se adelantó hacia la muchedumbre. 

Ey, vosotros  ... Tiiiiiiiiooooo, que grande eres.

Los berridos de un pequeño enano interrumpen mi paso, tardando un par de segundos en ver de quien se trata - Humm.... ¿ Gracias ? - Respondo un poco confuso por la situación, pero al mismo tiempo tratando de ser cortés. Sin embargo a los pocos segundos me decido seguir andando hacia la Compañía del Cuervo, antes de que los pierda de vista en la multitud.

Saviadarce mira hacia abajo desde uno de los cuernos y al ver que Noostoron deja atrás al enano suelta una carcajada burlona y le hace el pajarito con el dedo.

Esta demasiado lejos para cuando lanza un escupitajo que se pierde en el hombro de otro transeúnte. Lo que no parece importar al pixie que ahora se ríe de la nueva victima sin que esta sepa de que.

Estoy observando de reojo todo lo que va aconteciendo a mi alrededor, el grupo que parece salir de la arena cabizbajos, mis compañeros bajando del barco, la gente que hay en el muelle trabajando, los que hay en el muelle vagueando.... intento que todos mis sentidos perciban todo lo que acontece a mi alrededor.

Repentinamente, algo llama mi atención - ¿ese pajarito venía en el barco con nosotros......? que raro, no pensaba que fuera uno de los nuestros, venía con una argolla atada en un pie y pensaba que sería algún tipo de botín del capitán del barco o algo raro.... lo que no entiendo es ¿porque no se ha soltado en todo el viaje habiéndolo hecho con tanta facilidad como hace unos segundos? - pensaba mientras no dejaba de quitarle mis sentidos a ese extraño y pequeño ser que no se separa del grandullón.

De repente algo pasó que hizo que me sorprendiera de mala manera, me quedé totalmente boquiabierto al ver la increíble maniobra que había realizado el pajarito ese - ¡¿¡¿le ha arrancado un dedo a ese marinero y se ha quedado tan pancha!?!? madre mía que grupo con más diversidad tenemos - pensé al ver como aquella pequeña criatura se había vuelto en medio instante un pequeño demonio aterrador.

Mientras tanto, todos bajaban del barco y se preguntaban cual sería el siguiente paso - Señores, Noostoron ha tenido una buena idea... ¡vayamos a por el grupo que está saliendo del coliseo y preguntémosles a ver! - seguí los pasos del grandulón sin perder de vista el pajarillo que llevaba junto a él y que tan mala ostia gastaba.

Eso estuvo mal. - Gruño nuevamente sin que parezca que me dirijo a nadie en particular. - Seguramente necesitaba todos sus dedos para trabajar. Después iremos a buscarlo y le pedirás perdón.

Saviadarce se sienta enfurruñado entre los cuernos con las alas bajas como triste. Suelta un par de gruñidos y ronquidos mas parecidos a un animal que a una fata y se da la vuelta como mirando a otro lugar hundiendo su cabeza entre las rodillas pero mirando entre ellas.

Se percata que Zanros le mira, así que le dedica tres señas con las manos "tu" "dormir" y "degollar" y sonríe maliciosamente.

Mi mirada con la de Saviadarse se cruza y me doy cuenta de que sabe que la estoy observando. De repente hace unos pequeños gestos los cuáles son fáciles de identificar lo que me quiere decir - Menudo bicho está hecho este pequeño personaje, pero con la habilidad que ha demostrado tener al arrebatarle el dedo a marinero ese, en el combate tiene que ser letal e impredecible.... - pensé mientras me hacia los gestos.

Sin pensarlo, me acerqué levemente hacia Noostoron e incliné levemente la cabeza hacia Saviadarse - Pequeñín, deja de arrancar dedos a inocentes y guarda tus habilidades y fuerzas, no es bueno que llamemos en demasía la atención, lo que se nos avecina no va a ser un dedo que se arranque tan facilmente, el grupito al que vamos a preguntar no parece tener muy buena cara.... - le comenté en tono serio.

La jugarreta de Saviadarce había echo huir despavorido, entre gritos de dolor, al incauto marinero que se había atrevido a tocarlo. Muchos de sus compañeros se reían de él, aunque otros miraban con recelo al pequeño pixie.

Noostoron había conseguido dar con la Compañía del Cuervo Tuerto. Al igual que vosotros, ellos tampoco pasaban desapercibidos entre los marineros y las prostitutas del puerto. Sus armas y sus relucientes armaduras llamaban mucho la atención. La gente común abría paso cuando veían acercarse al minotauro, que iba abriendo la marcha mientras les gritaba a los otros aventureros.

Cuando por fin los alcanzáis, un enano mira al enorme minotauro con descaro, mientras el resto de la compañía, una elfa y dos humanos, parecen seguir a lo suyo, absortos en sus pensamientos. - ¿Qué quieres, grandullón? - pregunta el enano sin demasiada cortesía. Va embutido en una cota de escamas y porta un enorme hacha afilada, lo que le otorga pinta de guerrero, fuerte y robusto, de pelo canoso y larga barba blanquecina. Su rostro está surcado por arrugas y lleva un parche en el ojo izquierdo - Mis cuervos y yo estamos ocupados en buscar un pasaje que nos saque de esta condenada isla.

me acerqué levemente hacia Noostoron e incliné levemente la cabeza hacia Saviadarse - Pequeñín, deja de arrancar...

Ehh! .. eh .. eh - Me aparto un poco del humano, volviendo a guardar distancias y sin dejarle terminar de decir lo que fuese que pretendía decirle. - ¿ Que haces, insensato ?.

Qué quieres, grandullón? ... Mis cuervos y yo estamos ocupados en buscar un pasaje que nos saque de esta condenada isla.

Os pido disculpas por interrumpiros, pero me gustaría ofreceros un trato que seguro no podréis rechazar. - Mi voz sigue sondando tan grave como el primer momento, pero el ritmo lento y sereno de mis palabras, delate una profunda tranquilidad interior. - Estaréis agotados y bien seguro os merecéis y habéis ganado un descanso. Dejad que mis compañeros se encarguen de la pesada tarea de buscar un barco ... mientras tanto os invito a unas bebidas y charlamos amistosamente. ¿ Que os parece ?

Cuando Zanros se acercó para hablarle Saviadarce, abre los ojos y muestra los dientes rabioso, está a punto de saltar con las manos extendidas cuando el minotauro hace un gesto atrás desquilibrandolo y lanzandolo hacia el otro cuerno.

El pixie gruñó con fiereza y cierto enfado, se acercó al cuerno mas cercano al sacerdote listo por si tenia que saltarle encima y hacerse una bañera con su cuenca ocular.

El minotauro empezó a hablar con otro enano y eso llamó la atención de la pequeña fata que pareció abstraerse completamente y con cara bondadosa y curiosa miró hacia abajo acercándose hacia el hocico del minotauro.

Al ver la cara del enano ejemplificó una escena el solo ... apunto al ojo sano del combatiente como si llevara una ballesta e hizo que disparaba, escenifico como al enano le explotaba el ojo y caía al suelo de dolor para levantarse a ciegas mientras la fata caminaba por entre el pelo del minotauro a tientas y haciendo su pequeña obra de teatro, al finalizarse tumbó de espaldas en la cabeza riéndose el solo.