Partida Rol por web

Aldara y Gustavo se prepararon para el viaje. Según el Google Maps eran unas 6 horas aproximadamente así que si se apuraban estarían allí a media tarde. Aunque el registro solo trabajaba de mañana podían solicitar la colaboración de los agentes en la ciudad para que alguien les permitiera acceder a su interior. Con un poco suerte, tirando de la carta de caso importante, incluso podrían conseguir el milagro de que un funcionario realizase unas cuantas horas extras.

Mirando en el Google Maps también comprobaron que la localidad de Boiro, mencionada en los informes, distaba poco más de una hora y media de Coruña. Y en medio quedaba Santiago. O sea, que lo complicado era llegar a Galicia, pero una vez allí las distancias no es que fueran especialmente abrumadoras.

Al final hubo suerte y a las 17:00 estaban aparcando el coche al lado del Registro Civil nº 1 de la Coruña, en un parking cercano. Cuando salieron se encontraron con el agente de enlace que les habían asignado que les acompañó al edificio. Estaba abierto hasta las 18:00 pero el enlace les presentó a Prudencio García, el funcionario que les ayudaría con lo que necesitasen, disponiendo del tiempo que necesitasen aunque se cerrasen las puertas.

Prudencio era uno de esos hombres que se tomaban las cosas con calma, funcionario de carrera de la vieja escuela. Parecía acostumbrado a trabajar en casos de investigación policial porque guardó la discreción necesaria para no preguntar directamente por el caso.

- Entiendo que debe ser algo urgente para que se hayan personado aquí, así que espero poder serles de ayuda. 

Les presentó una documentación en una carpeta de cartón.

- Esto es lo que les hemos mandado según su solicitud. Es un caso extraño porque tenemos a un bebé que nace en septiembre de 1967 del que se consigna su muerte en octubre de 1967. Pero a su vez tenemos el resto de documentación e historial que pertenecen a esa persona hasta la actualidad. Adelaida Menéndez Garrido. He buscado el acta original de fallecimiento pero sin éxito. En los años 70 se trasladó parte de la información de Santiago hasta aquí, sobre todo la referente precisamente a fallecimientos. Pero gran parte de eso no se llegó a informatizar, sobre todo en casos que no importaban. Como éste.

El hombre se frotó las manos.

- Verán: en los sótanos tenemos un montón de cajas sin clasificar. Supongo que es ahí donde quieren mirar. ¿No? Yo podría ayudarles - era evidente en el tono de su voz que no tenía ninguna gana de hacerlo - pero quisiera saber que buscamos exactamente. ¿El acta original del fallecimiento del bebé? ¿Pruebas de un caso de suplantación de identidad? 

- Es sencillo... dijo mirando el cartón externo ...si tenemos un fallecimiento al mes de vida, y tenemos después que su vida se continua, está la posibilidad de ser un error...o de que se haya pagado por asociar una persona B a la persona A...el primer dato que aparezca sobre Adelaida es el que debemos comprobar...si es cierto tenemos un hilo conductor hasta el hoy...sino debemos revisar todo hasta hallar una eventualidad en el registro.

El viaje se hizo largo. Y no debería de haberlo sido pero igualmente los paisajes castellanos fueron desgranando interminables minutos de silencio entre los dos agentes. Las conversaciones triviales se agotaron pronto y Gustavo se encontró con una compañera a la que apreciaba mucho como agente pero de la que sabía más bien poco. Un par de cafés en áreas de descanso y algo de cháchara al llegar a tierras gallegas dieron paso a más y más minutos de contemplación. 

Por fin el coche quedó estacionado en aquella plaza cercana a la zona portuaria y Gustavo se desperezó sin tratar de disimularlo al salir del mismo.

- Muchas gracias, señor García. - respondió Gustavo al funcionario que les dio la bienvenida. - Ciertamente, como indica mi compañera, la detective Seoane, lo que buscamos es la primera noticia que podamos encontrar sobre la falsa Adelaida. Pongamos que el bebé que murió era la verdadera y la otra, la falsa. Para entendernos. La posibilidad de que en verdad sea la misma y que se fingiera la muerte de un bebé también se nos ha pasado por la cabeza pero casi prefiero no parar a preguntarme porqué alguien hace algo así. La teoría de la suplantación de identidad es mucho más plausible.

El detective tomó aire por la nariz y lo exhaló sonoramente. Le había venido una idea.

- De hecho... cualquier documento que pueda enlaza ambas Adelaidas sería de gran ayuda. Quiero decir... la probabilidad de que la falsa Adelaida pudiera conocer a la verdadera se me hace bastante probable. Los padres podrían ser familiares, vecinos, amigos... Incluso un registro de niños huérfanos o abandonados, nacidos en esa franja, último trimestre del 67, sería muy interesante.

- O puede que se la vendieran, avisaran...y ese que le aviso supiera o conociera a la auténtica...España en estos temas estuvo bastante activo en esas fechas por lo que no sería mala casi ninguna teoría...esa es la peor parte de la investigación... comento con mi compañero mientras el funcionario nos indica el acceso a nuestra próxima ardua tarea ...de todas formas tampoco tenemos más indicios en el piso, pero si nuestros compañeros localiza algo allí puede que nos reduzca aquí y viceversa...

- Caray, vaya historia. Es casi de espías ¿eh?

No sabían si realmente el hombre estaba impresionado por la historia ya que su voz seguía con ese tono monocorde. De cuaquier forma los acompañó a los sótanos donde efectivamente, había un montón de cajas con material sin clasificar.

- Si no me equivoco los informes de esa época deberían estar por aquí.

Se internaron en medio de un laberinto de polvorientas estanterías.

En cuanto Prudencio les pasó varias cajas ambos agentes empezaron la labor de buscar el año y ubicación de cada historial. Llevaban casi tres horas desesperados, lamentando la falta de informatización esa zona, cuando Gustavo¹ dio con una pista. Se trataba del registro del nacimiento de otra Adelaida Menéndez Garrido en el Hospital de la Rosaleda en Santiago. Justo en enero de 1968. Pero lo que llamó la atención al detective fue el hospital y la firma que figuraba en el documento: Marcos Santellán. El detective había hablado con ese hospital el día anterior acerca de las irregularidades de esa época y de ese director. El mismo director que había firmado el fallecimiento de la primera Adela firmaba ahora un nuevo nacimiento, como si de un milagro se tratase.

El nombre de la madre era claramente extranjero Illyna Martyvona. Padre desconocido. Residencia desconocida. 

Gustavo empujó sus gafas de regreso al puente de su nariz con un gesto repetido. No podía creer lo que estaba leyendo. El famoso doctor Santellán, aquel que se suicidó corroído por la culpa o, ¿quién sabe? por el oprobio era quien se encontraba detrás de aquel caso de la falsa Adelaida. 

- Necesitamos saber todo lo que podamos de Illyna Martyvona. Es el nombre de la supuesta madre de Adelaida. La Adelaida falsa. La nuestra... la de Madrid.

Al menos ya había un hilo del que tirar.

Gustavo siguió la pista de la tal Illyna. Hay dos cosas que le llamaron la atención al detective: que la mujer lograse la adopción pese a no ser nacional - y no constaba ningún documento de la embajada - y que la niña mantuviese sus apellidos originales. No tenía demasiado sentido ninguna de las dos cosas. Al poco tiempo se tramita un visado hacia Londres para Adela y su madre adoptiva y sólo 18 años después, con la mayoría de edad de la primera, se tiene constancia de nuevos movimientos legales. Al parecer Adela hereda con la mayoría de edad una serie de propiedades que habían pertenecido a su madre adoptiva y se instala en Madrid. A partir de ese momento toda la documentación es la 'oficial' del caso. De la madre adoptiva no hay más referencias por haber estado fuera del país.

El agente cerró los archivos. Eran casi las nueve de la noche cuando terminó de seguir todo aquel extraño rastro. 

Gustavo cerró la carpeta y se dio en pensar unos minutos en todo aquel lío.

- Resulta que la madre rusa llegaba a la Galicia de los años setenta y adoptaba a una niña que había sido dada por muerta pero que, de hecho, no lo estaba. Luego se la llevaba a Londres y la niña, ya mayor de edad regresaba a España tras heredar propiedades de la tal Illyna.

Los ojos cansados del detective se posaron sobre su reloj de pulsera para descubrir que el día había literalmente volado.

- ¿Nos vamos al hotel...? - comentó a su compañera casi con un deje de ruego en la voz. - Estoy molido. Pienso que quizá mañana podríamos ver en el registro de la propiedad qué propiedades estuvieron a nombre de Illyna Martyvona. Si hacemos una cronología de esos bienes es probable que encontremos a quién pertenecieron antes. No sé... estoy hecho polvo.

Gustavo se puso en pié y se desperezó sin contemplaciones.

- Lo que sigue sin encajarme es el asunto del médico. ¿Por qué firmar el fallecimiento de una niña para que esta fuera adoptada si la pobre era huérfana? Quiero decir... en los casos de bebés robados lo que se hacía era fingir la muerte de estos para luego darlos en adopción. En este caso Adelaida era huérfana ya que sus padres aparecían como fallecidos en un accidente... 

- ¿Y no había nadie más?...¿y si legalmente no podía adoptar a la niña, pero necesitaba una?...estás pensando cosas muy legales y lógicas. No me parece correcto suponer que ahora vamos a empezar a encontrar cosas con sentido y formales.

- Vamos a ir a descansar...nos lo merecemos desde luego...pero yo no podré pegar ojo...¿dónde estábamos alojados?.

Un rato después estaban dejando sus maletas en las respectivas habitaciones de la pensión cercana a la Plaza de María Pita que habían alquilado. Se encontraba en una zona peatonal, no demasiado lejos del puerto. Había varios sitios cerca donde podrían cenar de raciones sin problemas y comprobar si la fama de que se comía bien en Galicia era fundada o no¹. Prudencio los había acompañado hasta allí con la promesa de que al día siguiente les ayudaría en la búsqueda de esos inmuebles.

La pensión era correcta: sin lujos pero limpia y con habitaciones bastante amplias. La noche se aproximaba nublada, con un viento frío del norte que calaba en los huesos. 

Mientras buscaban un sitio para cenar intentaban poner en orden sus descubrimientos actuales. Todo sonaba demasiado raro alrededor de Adelaida, todo parecía complicarse de forma continua.

Pasear por la Galicia nocturna no me era agradable, pero también había que decir que no había más paisaje nocturno que me gustara que la ventana de mi casa.

Aladara se había quitado los tacones y sustituido por zapato plano, y el traje por un vestido largo y negro, tapado por una chaqueta a la par...era mejor ir un poco discretos por lo que también dejo el cabello suelto, las gafas no me las quito...pues no me gustan las lentillas.

Galicia ofrecía una amplia gama de bares abiertos a esta hora...¿para qué?...no sé sabe...pero entramos a un pequeño bar cerca de una esquina, nos sentamos y pedí agua mineral para beber...ambos estabamos muy callados...casi como en una cita a ciegas...tampoco era preciso hablar del caso, y era mejor no hacerlo por si nos oye quien no debe...- ¿Has estado en Galicia antes, una recomendación?.

Galicia olía a humedad. Pero no esa humedad de las casas viejas y los muebles enmohecidos. A una humedad fresca y viva. Al aroma que impregna la tierra cuando la lluvia suave y copiosa la acaricia con su mano. El ambiente nocturno era fresco de modo que el policía se arrebujaba en su chaqueta de paño casi lamentándose de no haber traído al viaje un abrigo un poco más grueso.

- Marisco... sin duda. No te preocupes que no pienso pasarlo como "dietas de viaje". No creo que en administración nos lo consintieran. Pero aquí uno puede comer el mejor marisco por cuatro duros. so si conseguimos no meternos en un restaurante para turistas, en cuyo caso, bien merecido tendremos que nos den un buen sablazo. En cualquier caso jamás llegará a los precios que puedes encontrarte en Madrid.

Gustavo pidió una cerveza que casi apuró de un solo trago. A fin de cuentas, aunque estaban en una misión especial de la Policía, no se encontraban "de servicio" en aquel momento. Y aunque fuera un tecnicismo, Gus no estaba por la labor de que aquella cena fuera una cena de trabajo.

Y sin embargo, ¿de qué otra cosa podría hablar con Aldara? No la conocía de nada más que del trabajo. Jamás había intercambiado con ella una sola frase sobre sus gustos, aficiones, expectativas o proyectos. ¿Cómo iniciar una conversación...? El silencio cayó como un plomo sobre la mesa y ni siquiera un suave bullicio que se colaba desde las mesas colindantes hizo lo suficiente para que este no fuese particularmente molesto.

- Veamos... - intervino Gus tras uno pesados e incómodos minutos de mirar suelo y techo alternativamente - No tengo ningunas ganas de pasarme la cena hablando de Adelaida ni de crímenes de ningún tipo. Supongo que tu tampoco. Por otro lado tengo muchas ganas de decirte que vas muy guapa... pero no quiero que pienses que estoy intentando ligar contigo ni nada. Lo siento... soy un desastre. Desde que me divorcié creo que ya solo sé relacionarme con mi perro.