Partida Rol por web

Tras dejar a sus compañeros en la comisaría Gutierrez, Monteros y Montalbano se fueron hacia Leganés en busca del dueño del coche. Lo encontraron trabajando en una imprenta del barrio. Era un hombre de unos cuarenta años aunque se conservaba en forma y con una larga melena rubia, barba y camiseta jevi ochentera daba la sensación de tener unos cuantos años menos. Estaba reparando una máquina que parecía haber vomitado tinta roja por todo aquel garaje que hacía las veces de imprenta.

- Pues joder, que quieren que les diga.- dejó a un lado un trapo empapado de tinta de aspecto sanguinoliento sobre un taburete - Algún capullo yonki supongo. Lo dejo siempre ahí aparcado.- se aproximó a la entrada, señalando un callejón con cuesta cercano donde varios vehículos estaban estacionados - A un puto tiro de piedra. Me lo robaron delante de mis putas narices, nada más dejarlo por la mañana supongo. Me fui adentro a cambiar. Bueno, yo no me enteré hasta el mediodía cuando fui a pillarlo para ir a casa a comer. Me cago en sus muertos. Supongo que si me lo hubieran robado a otra hora lo vería pasar o algo. No sé... desde aquí veo bien la calle como pueden comprobar. Pero tampoco estoy todo el puto rato mirando si un capullo me ha robado el coche.

El tipo escupió en el suelo y cogió una llave inglesa para reparar la máquina pero la alzó amenazadoramente al aire:

- Que sé que no ha sido ninguno de los colgados del barrio. Que esos si hacen algo saben que los trinco y le saco a hostias lo que valiese el coche, que poco era pero era mío. Les he preguntado a todo, ya se lo dije a vuestros compañeros cuando cursé la denuncia. Y aunque el detective insistía en que tenían que haber sido unos yonkis yo te digo que no joder. Que si eran serían de fuera del barrio, pero esta peña se controla entre ellos. Se habrían enterado. Y les hubieran dado unas buenas hostias. Aquí no se roba a los vecinos, hostia.

Por el camino puso La Cope no excesivamente alta mientras mentalmente repasaba los últimos hallazgos: dos cámaras de seguridad pillando in fraganti a dos tipos al parecer diferentes. Después de la sequía que habían sido las escenas del crimen, aquello parecía un diluvio de felicidad. Al menos ahora tenían algo de lo que seguir tirando.

Una vez en la imprenta, tuvo cuidado de no pringarse los zapatos de rojo y mantuvo la libreta en la mano mientras aquel jevi les relataba lo sucedido.

- Putos yonkis... - masculló Gutierrez, quien había pasado épocas investigando en barrios aún peores que aquel durante los ochenta.

Miró hacia afuera, a la calle, mientras repasaba las palabras del tipo.

- Sobre cámaras mejor nos ahorramos preguntar, ¿no? - preguntó mientras señalaba a la calle con su viejo lapicero y dando por hecho que en un barrio así los gitanos se habrían llevado hace tiempo cualquier cable de cobre a la vista. - ¿Quizá alguno de esos tirados a los que preguntaste vio algo?

Repasó mentalmente el camino que habían hecho de vuelta.

- ¿Quizá algún banco o similar que pueda haberles grabado mientras se daban el piro? - se fiaba más de una grabación que la palabra de un drogata aunque aún no descartaba tener que ir a rebuscar entre la escoria.

- Por esta zona no va a encontrar bancos amigo. Aquí hace tiempo que con el rollo de cerrar sucursales se fueron los pocos que había. Y de cámaras... en fin, que no, que esto no es el centro.

Se asomó a la entrada señalando la cuesta en la que había aparcado el coche desaparecido.

- Si sigue por ahí van a dar un solar a medio construir que lleva abandonado desde finales de los noventa. Suelen estar allí reunidos. El Poncho y sus colegas, digo. Son los drogatas del barrio. A mí me dijeron que no vieron nada y no tengo motivos para no creerles pero yo que sé. Igual con la autoridad se les suelta más la lengua.

Se giró para mirar la máquina que parecía desangrarse.

- Y encima ahora esto. Joder, que tengo que entregar unos carteles para la corrida del viernes y este chisme se atasca cada dos por tres. Puta vida tío, puta vida...- dijo recogiendo del suelo la llave inglesa y acercándose con cuidado al monstruo de metal.

—Muy bien. Pues si tenemos noticias de su coche le informaremos. Muchas gracias por su colaboración— le espetó Guillermo dando por cerrada la conversación mientras miraba de reojo a sus compañeros suponiendo que no tenían nada más que añadir. 

Se dirigió afuera del taller para tener una imagen mas clara del sitio que aquel hombre les había señalado, llevó instintivamente la mano a su americana para coger el paquete de cigarrillos que no se encontraba allí. Una nueva frustración del día, con las que ya estaba empezando a acostumbrarse. Buscó en otro bolsillo un paquete de chicles y ofreció uno a sus compañeros. El se mandó uno a la boca y le mordió con rabia por ser un pálido sustituto del cigarrillo. 

—Vamos a cercarnos por ahí. No vaya a ser que al ladrón se le haya caído la cartera con el DNI— dijo Montalbano en tono sarcástico. Y se encaminó al sitio donde el sujeto señaló se encontraba aparcado el coche cuando se lo sustrajeron. Allí espero a que sus compañeros le siguieran y empezó a repasar los hechos. 

—Pillan un coche en una zona como esta. Lo usan para cometer un delito en el centro de Madrid. Lo siguiente es darse el piro fuera de la comunidad o mandar el coche al desguace. Sinceramente tengo más fe en encontrar la cara de pugil que tenemos en un bar de mala muerte que volver a encontrar el coche—

Decía esto mientras repasaba el callejón arriba y abajo esperando que la suerte le saltara a la cara. Era improbable, pero había que estar para que estas cosas ocurriesen. 

El trío de agentes examinó la cuesta donde había estado el coche robado. Ahora otros coches se apelotonaban aparcados en serie, uno tras otro, sin que nada revelase el lugar exacto donde habría estado el Laguna original. Echaron un vistazo a la zona pero era evidente que allí no iban a quedar pistas que seguir después de un día entero, tras pasar el servicio de limpieza. Y después de todo era el robo de un coche, no un asesinato donde pudiera haber huellas, sangre o algo parecido.

Lo que vieron desde aquella cuesta era, en lo alto, la figura de una construcción de hormigón a medio hacer en una calle transversal. Probablemente el solar que les había mencionado el dueño del coche.

—Bueno pues aquí no hay nada. ¿Probamos suerte con los Yonkis?— preguntó Guillermo renqueante por el esfuerzo de la cuesta.

—Si queréis... aún me quedan fuerzas para un par de pesquisas más chavalines—

Gutierrez rechazó el chicle con un gesto de la mano mientras sacaba un paquete de Ducados de la chaqueta y se encendía un arrugado cigarrillo, que ni se molestó en ofrecerle despues de lo tocapelotas que estaba su nuevo compañero.

Montalbano estaba completamente malhumorado y estuvo a punto de preguntarle si justo le tocaba la regla pero se calló por no molestar a Monteros.

- Tampoco esperaba cazarles en una cámara, dos veces, y aquí estamos, Cenicienta. - le respondió por contra mientras comenzaba a avanzar con paso decidido al solar de los yonkis, sabedor que aquel era un terreno en el que había sido capaz de moverse durante años y que seguramente fuese más capaz de obtener información allí que en un puto chalet en Galapagar.

Aquel era uno de esos solares que, como tantos otros, había empezado a construirse en un momento de prosperidad para luego detenerse en seco tras alguna crisis. Probablemente la empresa promotora había quebrado y nadie se hacía cargo de aquel esqueleto de cemento. Un lugar ideal para que una panda de tres yonkis estuviesen allí sentados, bebiendo unas latas de cerveza de un supermercado cercano. Ellos también eran desechos de una época de crisis, esqueletos vivientes que habían sobrevivido a la época de la heroína y cuya quiebra personal o moral imposibilitaba su reinserción en la sociedad.

Hablaban entre ellos con el clásico deje de colgado, arrastrando las palabras, pero se quedaron en silencio al ver llegar a los tres agentes.

- ¡Eh, eh! - Gutierrez comenzó a chasquear los dedos para llamar la atención del grupo mientras se acercaba. - Como alguno trate de darse el piro y me haga correr, me lo llevo pa'comisaria y le tengo dos días sudando el mono en una celda.

Gutierrez ya empezaba a notarse mayor para volver a correr detrás de alguien y menos aún por uno de esos deshechos que se habían lanzado por el tobogán de la droga.

- Vamos a haceros un par de preguntas, vais a contestarlas tranquilamente mientras nos echamos un piti todos juntos y todos nos iremos contentos, ¿de acuerdo? - sacó el paquete de trujas y comenzó a encenderse otro cigarro mientras miraba al grupete. - Solo queremos saber qué le paso al coche del de la imprenta, se lo levantaron ayer por la mañana en sus morros y me juego dos pitis a que alguno de vosotros se piscó de algo.

- Eh, eh, eh... tranquilo jefe que los tiempos de los grises ya pasaron ¿eh? - dijo el que parecía llevar la voz cantante, el más mayor que ya peinaba canas en su estropajosa melena rubia - Que nosotros no fuimos, eso ya se lo dijimos al Seco. Ya le dijimos a vuestros colegas que no vimos nada y que ningún colgao se iba a llevar el buga del Seco. ¿Pá qué? Un buga desos no vale ni para desguazar, que ahora los de los desguaces andan muy finolis con lo que les entra, que los tenéis tó por el ordenador ese de los cojones de intené. Pero ellos emperraos en que tenían que ser yonkis los ladrones.

- Pa mí que tanto lo repetían porque ya lo habían puesto así en el informe.- dijo otro de largas barbas, estilo profeta demente - El de la nariz partía no hacía más que repetirlo. Que nos va a explicar a nosotros como va el tema de afaná coches el jodido. En los ochenta sí que era negocio joder, pero ahora no que tardas más en llevarlo a un desguace que en que aparezca la denuncia por tos laos.

- Y tanto que sí.- continuó el de la voz cantante - Que antes te lo levantabas y hasta podías cambiarlo por unas papelinas. Valía para un par de días... pero ahora nos tenéis jodíos eh. Hehehehe.- se rió - Putos pasmas, que parecíais tontos y vais ahora como si vinierais de una peli de esas de ciencia fisión, tós conectados con los móviles. Como el robocop aquel. ¿Os acordáis? Si joder, el que le metía un tiro en los güevos al otro...

- Pues tan conectados no han de estar.- agregó el tercero, un tipo calvo bastante más joven - Que si lo estuvieran no vendrían dos veces a preguntar lo mismo ¿no? Que era una puta mierda de Renault de los viejos. La hostia.. si llegan a levantar un Audi nos mandan aquí a los putos Geos.

Los tipos parecían divertirse con la situación. Si les había impuesto la presencia de Gutiérrez no precían demostrarlo. En realidad daba la sensación de que aquellos policías les estaban alegrando una tarde por lo demás aburrida.

Montalbano llegó jadeante detrás de Monteros cuando Gutierrez ya había empezado la faena. Respirando fuertemente se alejó un cuerpo de su compañero para que el humo del cigarrillo no le recordase otros tiempos. 

Ante las palabras del tercero se afanó en sacar una hoja doblada de uno de los bolsillos de la chaqueta. Con un solo dobles la fotocopia tenía la cara del cabrón que había bajado por el contenedor hacía la calle descolgándose por las paredes de al comunidad de Spinola. 

—¿Este es el compañero que les hizo esa pregunta?— La dijo al calvo fijándose muy bien en su reacción al ver la cara. 

El de las barbas miró la foto. Frunció el ceño y achinó los ojos esforzándose.

- Pollas, que mala es la foto ¿no? Pero yo creo que sí. Las barbas y la nariz partía... parece el mismo andobo. Aunque iba mejor vestío y algo más arreglado. ¿Tú que crees Hermo?

El tipo más joven y calvo se levantó para echar un ojo.

- Es el mismo. Sólo que aquí va en plan tirado. ¿De la secreta eh? Tenía pinta el capullo.

- Además ahora van todos con mierdas electrónicas de esas... - convino Gutierrez con los yonkis cuando empezaron con la cantinela de cualquier tiempo pasado fue mejor.

Cuando Montalbano sacó la foto y ellos reconocieron al tipo, Gutierrez dio un par de golpecitos al paquete para que un par de cigarros asomaran y tendió la mano hacia el grupo, ofreciéndoles.

- ¿Vino él solo? Porque ultimamente se están saltando lo de ir en parejas por los recortes de mierda... - dijo tratando de no dar excesiva importancia hacia el sospechoso. - ¿Y cuándo vino? Porque mira que me jode que me hagan venir para nada.

Los yonkis aceptaron los pitillos. Nuevamente fue el más viejo quien contestó:

- Vino con otro tipo. El otro daba escalofríos.

- Joder si los daba.- confirmó el joven, que llamaban Hermo - Era alto y... raro. Joder. Desagradable. Te miraba como quien mira a un insecto. No habló en ningún momento y casi que mejor ¿eh? Me lo imaginaría hablando como un puto fantasma o así...

- Sí, sí.- dijo el mayor - La verdad es que ahora que lo pienso no me acuerdo de su jeta. Sólo de los putos ojos. Hostia que mal rollo solo recordarlo.

Lo sorprendente es que hablando entre ellos ninguno de los yonkis alcanzaba a describir al otro sujeto. Sólo remarcaban que era muy alto y que tenía una mirada que los asustaba. Pero no podían ponerse de acuerdo ni en el color del pelo, ni en sus facciones ¡ni siquiera en como iba vestido! Aquello era, cuanto menos, extraño.

Jodidos yonkis, se habían metido tanta mierda y habían pasado tantas veces el mono que eran incapaces de retener demasiada información de forma coherente... Gutierrez ni se molestó en sacar la libreta para anotar, en parte por evitar que los yonkis se acobardaran al ver aquello como algo más formal pero principalmente porque no le costaría recordar que el segundo sospechoso era alto y daba mal rollo.

- ¿Vinieron ayer por la tarde o ha sido hoy?* - trataba de hacer preguntar no demasiado complicadas que les pudieran dar alguna pista y entonces se dio cuenta de lo que les faltaba preguntar. - ¿Vinieron en el patrolo o trajeron el secreta?

Solo esperaba que no fuese un coche patrulla, lo último que les faltaba que es los sospechosos fueran del cuerpo, lo que justificaría la ausencia de pruebas físicas pero complicaría demasiado el tema.

- Andando. Vinieron andando como vosotros.- dijo el paisano de la voz cantante - Ayer al mediodía ¿no?

- Sí.- dijo el otro de pinta de profeta - Vinieron rápido de collóns. Que ya te digo... ¿qué pasa? ¿el Seco¹ tiene colegas en la pasma, no? Porque si no ya me dirás a mí que tanta movida por un coche de mierda.

- Que sí... hostia que rápido vais... denuncia y a las pocas horas ya estaban aquí.

Montalbano guardó silencio. La perspectiva no le gustaba nada. La posibilidad de que los hombres fueran del cuerpo estaba ahí y eso empezó a subirle la tensión. La ira se le acomodaba en el fondo del pecho y empezaba a no poder disimularla. Les dio la espalda a los yonkis mientras se dedicaba al puto chicle que no era un cigarrillo.

—Como esos hijos de puta sean de los nuestros me los cargo a esos desgraciados—

Respirando hondo logró contenerse. Ahora mismo necesitaba los sentidos despejados para desentramar las cosas. Esperó a que Gutierrez terminara con los yonkis para volver a Madrid.

Gutierrez sacó otro par de pitillos del paquete y se los pasó a los yonkis a modo de agradecimiento.

- Seguramente cualquiera podría decirles a estos que es de la pasma y no le darían demasiadas vueltas. - respondió a Montalbano. - Pero preguntemos a Seco si vio algo antes de irnos.

Miró alrededor y frunció el ceño.

- Podrían haber aparcado en cualquier lado y la cámara más cercana por esta zona puede estar a varias manzanas*... tuvimos mucha suerte con cazarles dos veces.

Gutierrez había leído sus pensamientos. Juntos bajaron hacia el taller de nuevo. Era hora de retomar las pesquizas por otro lugar.

—Si, si. No vamos a tomar la palabra de estos pobres diablos al pie de la letra— le reafirmó a su compañero —Ojalá no sea eso. Por que como sean colegas se nos complica todo por dos—

Se notaba ansioso. Probablemente fuera el mono de nicotina, pero ya la idea de tener las fotos de los sospechosos rondando de policía en policía no era muy alagueña. Si fuesen pasma podrían ponerles sobreaviso.

Camino de vuelta no pudo evitar coger el móvil y comprobar mensajes y llamadas entrantes. Finalmente llamó a la central para asegurarse de si había habido algún hallazgo en lo que llevaban de día.

Una llamada a la central confirmó que, de momento, no había novedades sobre el caso del robo del Laguna. Tampoco había ninguna identificación de los sospechosos de ambos casos. Lo que le sorprendió a Montalbano fue la preocupación que mostró uno de los coordinadores de archivo del caso principal:

- No damos localizado a Robledo. Nadie sabe donde demonios está. ¿Se ha puesto en contacto con alguno de vosotros?