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El eco del Diablo

El Eco del Diablo

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23/08/2018, 02:59
Lotus of the seas

Siguiendo las instrucciones de Réjane Mats cortó el sonido, cerró las compuertas y los postigos. Todas las cerraduras electrónicas del barco quedaron bloqueadas. Nadie podía salir de los camarotes. El hacker dio poder a los equipos de asalto para ir abriendo las puertas una a una desde sus propias terminales.

Los dos helicópteros de ataque hicieron fuego contra el pájaro monstruoso que saltó hacia babor –alejando así el fuego de los helicópteros de la posición de Ellen– tratando de alzar el vuelo sin éxito y cayendo estrepitosamente en una cubierta inferior, a unos pocos metros del mar. Allí quedó inerte.

Ramos utilizó palabras tajantes para disipar dudas.

–No ha podido marcharse. Ha muerto.

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23/08/2018, 03:07
Lotus of the seas

Réjane ordenó –a pesar de un desacuerdo gestual del viejo Tobías– que capturaran a Ellen con vida. Mats activó el sistema anti incendios y la extracción de aire para la evacuación de los gases.

Tras acribillar desde los dos helicópteros de asalto a los que todavía luchaban en la cubierta de las piscinas apareció el tercero, de transporte, y comenzó el abordaje. Los soldados iban equipados con máscaras anti-gas y se organizaron en grupos de cinco a diez.

Tras tres horas de esporádicos tiroteos en pasillos y cubiertas el barco quedó asegurado y sin peligro de hundirse y la ayuda médica estaba de camino.

Había habido diez bajas en el equipo de asalto: en el ataque al teatro, antes de abatir a Nao, un grupo de soldados se habían disparado entre ellos.

Notas de juego

Este era el último de mi turno.

Ya podéis postear.

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23/08/2018, 04:02
Mats Bergstrøm

Asisto a la debacle que tiene lugar en el Lotus of the Seas con una tensión y una ansiedad casi insoportables. En parte para protegerme del horror que estoy presenciando, me centro en seguir las órdenes que me son transmitidas con la mayor rapidez y eficacia de la que soy capaz. Uno a uno, voy dando acceso a los hombres de Ramos a los distintos salones y estancias del trasatlántico, que van siendo asegurados lenta pero implacablemente. Todos somos testigos de situaciones verdaderamente cruentas, un horror prolongado y mortificante que parece no tener fin; en un momento dado, varios de nuestros soldados parecen enloquecer y llegan a dispararse entre ellos, provocando numerosas bajas. Pero finalmente, tras unas interminables y angustiosas tres horas, todo queda en calma, o al menos, en toda la calma que puede quedar después de la carnicería ocurrida.

Emocionalmente exhausto, me saco los cascos y los dejo caer sobre la mesa. No sé si tengo frío o calor, si quiero llorar o reír. Lo único que sé es que hemos frustrado los planes de esos genocidas, aunque solo sea temporalmente. Me giro hacia mis compañeros, e intento decir algo, pero ninguna palabra me viene a la boca. Al final decido sonreírles, por menos ganas que tenga. Hemos ganado una batalla; no merecen caras largas por mi parte.

Se acabó —digo de repente, después de un rato de silencio. «Por ahora». Me pongo de pie—. Se ha acabado. Lo hemos conseguido. Sé que estas palabras son un pobre consuelo viendo lo que ha ocurrido, y lloraremos por los caídos y por sus familias. Pero les hemos dado una oportunidad a muchas de las personas inocentes que viajaban en ese barco. —Se me escapa un sonido parecido a la tos, que no es otra cosa que el espasmo del llanto intentando abrirse paso; lo contengo, pero mi voz se agrava—. Yo… No sé si significará algo, pero estoy orgulloso de vosotros. De verdad. De todos vosotros. Y de Ramos, y de sus hombres, y de los que no han podido estar aquí hoy. —Aprieto los dientes, y suelto un largo suspiro por la nariz. No sé qué más decir, así que decido terminar repitiendo solemnemente—: Se acabó.

Ligeramente aturdido, camino hacia cada uno de mis compañeros, los viejos y los nuevos, para felicitarlos personalmente por el esfuerzo y el sacrificio. ¿Habrá merecido la pena? Solo el tiempo lo dirá.

Al cabo de un rato, tomo mi teléfono y escribo un mensaje. Hay alguien a quien quiero dar las noticias, que por momentos me saben más dulces o más amargas.

Notas de juego

Una pregunta: ¿Se supone que ahora todo este marrón se hará público? Siendo un trasatlántico, estando involucrado el ejército y yendo para allá los servicios médicos, parece solo cuestión de tiempo.

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23/08/2018, 04:13
Mats Bergstrøm

El móvil de Arthür empezó a sonar al recibir una serie de mensajes de texto. Eran de Mats.

«Hace dos noches hubo una lluvia de estrellas. Les pedí que estuvieses bien, que no te pasara nada».

«Espero que me hayan hecho caso, porque tengo que darte una noticia: se ha acabado. Nada acaba para siempre, pero hemos ganado la batalla.»

«Han pasado muchas cosas. Demasiadas como para contártelas por mensaje, la mayoría terribles. Hemos perdido a gente. Pero lo hemos conseguido».

«A ver si un día de estos nos vemos y hablamos. Se me va a olvidar tu cara. Bueno, ya hablamos».

Y, después de un lapso de tiempo algo más largo, un último mensaje:

«Jeg elsker deg».

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23/08/2018, 10:12
Elliot

Réjane escuchó lo que Elliot contó acerca de la palabra y en un instante el comisario dirigía de nuevo el ataque. Al volver de la cocina junto a la silla de Mats, el chico pudo ver las curvas de sonido de aquello que estaba emitiéndose por la megafonía. Había usado asiduamente programas de edición de sonido y reconoció de inmediato lo que debía ser el registro de un canto polifónico. ¿Cómo no lo había pensado? Indicó rápidamente lo que pasaba y se alegró infinitamente de que la propuesta de Daniel hubiera llevado a ese descubrimiento. Todo el barco debía estar escuchando ese sonido diabólico quedando expuesto al olvido o quién sabe a qué otro influjo perverso.

Las imágenes mostraron a Nao como la cantante. Elliot recordó a la chica al piano, su interpretación de Orfeo y Eurídice y su actitud excéntrica durante todo el tiempo que estuvo en la casa junto al faro. ¿Sabría ella que tal vez un rato después sería sacrificada? Elliot creía evidente que debía desconocerlo, así como lo que le había pasado a sus compañeras, lo cual hacía todo más cruel y malévolo si cabe. Pero, ¿dónde estaba Agathe? Su odio hacia ella no hacía más que crecer y crecer por instantes.

El acompañante de Montillet acertó su ubicación y Mats pudo ofrecerles una instantánea de la mujer. Se había reservado un lugar privilegiado para ver las torturas de Ellen aunque por la imagen parecía inquieta por el desenlace. Tenía sus razones para estarlo. Instantes después recibió el primero de los impactos antes de que muchos de ellos acabaran con su vida, dejando estrellado contra una cubierta un despojo alado que manifestaba su naturaleza de arpía del infierno. Había muerto. Ahora se encontraría con la verdadera Justicia.

Cuando todo acabó Elliot se alejó del puesto de mando, apoyó la espalda contra uno de los muros de la sala y comenzó a respirar hondo; se sentía falto de aire, como si hasta ese momento hubiera estado conteniendo la respiración. Miró a sus compañeros y vio a Mats levantarse de su asiento y proclamar que había acabado. Habló de la supervivencia de inocentes, de orgullo hacia todos. Elliot le escuchaba reconociendo la verdad de sus palabras, pero aún así la sensación de horror ante todo lo sucedido era demasiado fuerte en ese momento como para poder asimilarlo. O tal vez no.

Se quedó mirando a su compañero mientras hablaba. Había algo en Mats, sus gestos, el tono de su voz, su presencia física sin duda, que hacía que Elliot sintiera que cuando hablaba de verdad, por así decir -cuando sentenciaba algo profundo como en este momento, o bien como cuando le habló de Sophie para que pudiera encontrarla-, sus palabras podrían llegar hasta el muro de roca de su mente si se lo permitiera y escribir en él de forma indeleble.

-Gracias a ti, Mats- dijo cuando su amigo terminó de hablar, inclinando levemente la cabeza en un gesto de reconocimiento-, sin ti no habría podido detenerse esto a tiempo.

Elliot buscó a Clementine entre los demás y fue hasta ella poniendo delicadamente la mano en su hombro. Queriendo saber si sería un gesto apropiado en un momento como éste, se colocó frente a la chica y buscando la respuesta en su mirada se acercó para abrazarla.

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23/08/2018, 21:09
Clementine Ouvrard

Era la primera vez en mi vida que veía un asalto de este tipo; mientras se desataba otro tipo de infierno a bordo, uno que pugnaba por arrastrar a los sectarios, deseé en lo más hondo de mi ser libertad para los inocentes y castigo para los culpables. Las imágenes que nos llegaban, los audios, parecían por momentos una puesta en escena del más retorcido de los artistas, había algo tan gótico y tortuoso en todo aquello; lo peor del ser humano. Varias veces tuve que apartar la mirada porque no podía soportarlo, la pared contra la me encontraba apoyada fue más útil de lo que hubiera podido imaginar minutos antes.

En un momento miré a Réjane y me pregunté cómo demonios hacía para mantener la calma, ni qué hablar de Ramos y los suyos. Había en la habitación un silencio tenso y espeso que solo era habitado por los ecos de lo que acontecía a miles de kilómetros de distancia: melodías del horror, como el mentado canto polifónico, en un paisaje del infierno. ¿Qué es lo que me había dicho Eugene en nuestra primera y única cita? Siempre ha sido un error pensar que el cielo… o el infierno son lugares post mortem. Personas usadas como meros elementos de un ritual. Miré la piscina llena de cuerpos y me pregunté cuántas familias habían sido destrozadas.

Al ver a la soñadora y a Agathe caer no sentí la satisfacción que hubiera pensado, sentí algo que no esperaba y era compasión, aunque los gritos de Ellen me hacían desecharla inmediatamente había una parte de mí que quedaba irremediablemente desolada por todo cuanto presenciaba. Todo pasó rápidamente y con precisión milimétrica, salvo claro, cuando los soldados se atacaron entre sí.

Luego de tres horas el barco quedó asegurado. A medida que lo que sucedía a bordo iba tomando un cariz menos ominoso comencé a hacerme muchas preguntas: ¿Dónde estaban los otros sectarios, los ocho restantes? ¿estarían en barcos también? ¿Sabrían que había fracasado el ritual? ¿cuánto tiempo más tendríamos en realidad? Y más importante, ¿Podían ellos saber que habíamos sido nosotros?

Vi a Mats ponerse de pie y hablarnos desde el corazón, alentándonos, lo admiré profundamente por ser tan positivo y sus palabras me conmovieron de una forma que me resultó inexpresable. Sí, habíamos ganado esta batalla pero entonces, ¿Por qué me sentía tan devastada? ¿Sería esto como la felicidad, siempre fugaz, nunca completa? ¿O acaso era la realidad del ser humano andar siempre entre sombras, tanteando, buscando, rozando con los dedos, pero nunca llegando?

Sonreí con los labios cerrados y asentí a las palabras del pelirrojo y de Elliot, ni siquiera podía hablar y no podía entender por qué si no era la primera vez en mi vida que veía cadáveres y dolor, locura. En una guardia de urgencias se ve toda clase de cosas. No lo entiendo y por más que mi expresión no refleja cabalmente mi consternación, estoy entrenada para ello, sé que tengo heridas por esto, las siento en mi espíritu.

Mi profesor de la universidad me había dicho una vez que lo único certero en la vida era la muerte y de pronto esos cuerpos en la pantalla se tornaron lo más tangible para mí en aquella habitación mientras todo lo demás se me hacía borroso, por lo menos hasta que Elliot apareció frente a mí y me pidió permiso para abrazarme; dudando unos instantes se lo permití inclinándome hacia él.

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23/08/2018, 22:39
Clementine Ouvrard

Porque en medio de todo el sufrimiento y la violencia que habíamos presenciado su mano en mi hombro, ardiente, fue un ancla que de pronto me trajo a la realidad, al aquí y ahora, y me hizo abandonar la espiral de horrores en la que todavía transitaba mi mente. Le pedí con la mirada que me abrazara y luego apoyé mi rostro de lado sobre su pecho para que nadie pudiera verme, anhelaba sus brazos en torno a mí de una forma que me resultaba vergonzosa y que no hubiera podido predecir.

La verdad es que no me reconocía ya. Desde que habíamos experimentado la pérdida de memoria que no había logrado ser la misma de siempre, ya no podía ser tan fría ni tan cínica, ni refugiarme en todo aquello que me daba seguridad y esto que sentía, esto que no podía parar me daba un miedo terrible y un placer infinito.

No quería llorar. Desde muy pequeña había aprendido que a nadie le importaban mis lágrimas más que a mí misma, sin embargo me permití un suspiro cargado de palabras no dichas y un estremecimiento ligero, como sacudiéndome de encima aquella pesadilla que habíamos presenciado y vivido a la distancia. Quise que no me soltara jamás, quise que me besara y borrara de un plumazo las imágenes que pugnaban por volver a mi mente. Abrí las manos y las apoyé tímidamente sobre su pecho también y escuché el latido de su corazón al tiempo que cerraba los ojos -Gracias -susurré y luego agregué -No me sueltes todavía.

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24/08/2018, 00:24
Daniel Mallutz

Retengo el rostro fugaz de la perpetradora de la Ruina, mas como un recordatorio que como un trofeo, antes de que la abatieran.

El mecanismo del ataque ha ido bien coordinado y, con tantos ojos mirándolo la preocupación se convierte mas en que no se nos escape nada que en lo contrario.

Sobre el terreno, las reacciones son soportadas con la adrenalina y la tensión de la seguridad que un descuido te saca de la partida, para siempre. Media un océano de distancia y el peligro es que no filtras con la excitación la mirada.

No encuentro a Clementine después del fugaz intervalo que precedió al aterrizaje y Elliot convino con Rejane a desvelarle, a parte, la ultima pieza de vital importancia que le pesaba en el pecho.

Los últimos apuntes se ajustan en el ultimo instante. La tonada sacrílega en las voces de los altavoces y el fin de el hipnótico espectáculo en el cine. Rejane habla de misiles cuando vuelve y pienso que, si todo al final se va al carajo, no solo el helicóptero puede sufrir sus impactos.

Sin embargo finalmente se convierte en una simple y penosa operación de limpieza. De las malas cuando hay que hacerlas a tiros. Y con quintales de brochadas de Locura. Es la locura lo que lo hace mas insoportable.

Aunque no sea mi primer rodeo, contemplarlo a cinco pantallas en distintos grados de definición, no me deja impertérrito. En algún instante debo haber pasado por la cocina y hecho café por que una taza incólume ha acabado en mis manos, mas para ofrecer el libido recuerdo de algo cálido junto a la boca del estomago, que para beberlo. Se que ofrecí a los demás pero no recuerdo quien lo tomo o lo llego a declinar.

Al final son tres horas de violencia a súbitos tirones y que culmina como el inicio. Un disparo certero a una cabeza humana para descubrir que lo que todos nuestros instintos nos habían confirmado. Que la humanidad había volado mucho tiempo atrás bajo la superficie.

El gesto de Mats me pilla por sorpresa pero me es fácil entender la catarsis, ambiguamente satisfecha y funesta. Yo la había vivido en el pasado y tuve que decidir dejar el cuerpo. El nos ha sonreído sinceramente, no alegre si no consciente de el deber cumplido. Su "se acabo" despierta en mi esa reminiscencia de la brega con el limite pero, en el no veo la contingencia de que vaya a dejarse ganar.

Cuando empieza a repartir agradecimientos y Elliot le expresa su total reconocimiento de su vital actuación, lo refrendo con una sonrisa de respeto y un gesto de asentimiento de fraternidad.

No comento nada mas de momento por que, aunque su actitud es contagiosa, el vertiginoso paso de las emociones apuntando en contradictorias direcciones internas tiene que equilibrarse.

A flor de piel el conjunto de colmillos que tenuemente quedan resguardados quiere aun morder la cabeza del engendro que trepo hasta profanar al chica en el Ara de sacrificios, aun mediando centenas de kilómetros. El Lobo cree que con Ira suficiente no importara la distancia.

Espero a encontrar yo mismo mi centro y a dejar que Elliot sea el primero en acudir a Clementine.

No es una persona melindrosa ni pusilánime pero, por Dios, que para asumir esta Matanza una buen ayuda es preferible a la solitaria indefension del limite que no podamos reconocer de nuestras fuerzas. Mientras veo que mi compatriota le cede delicadamente el contacto y, le ofrece acrecentar el consuelo hasta un abrazo, yo miro atrás.

Escucho las ultimas voces en los altavoces y en los presentes y pienso en la Justicia no escrita que se ha llevado a cabo. Y en cierta culminación de venganza. Por Leah. Por la sentencia lenta que le habían impuesto al dejarla sola de nuevo con ella misma. Esa afrenta estaba ahora saldada. Con la Sentencia que a ella le hubiera gustado ayudar a traer. Se que desde alguna parte nos ha alentado. Lo hubiera hecho mejor si se tratara de dar tiros. Quizás lo ha sido con el de Ramos.

Me vuelvo para ver a Clementine, envuelta esta vez por Elliot casi una continuación inversa del intercambio de hace algunas horas y, veo a Mats escribiendo, lo que me recuerda que tengo que agenciarme uno de los teléfonos a la vez que sonrío tibiamente.

Con el temple notablemente estabilizado me acerco a ellos, fatigado pero evidentemente saciado. Deberíamos descansar. Quitarnos estas ropas o en mi caso quemarlas y darnos una ducha y limpiarnos esta mierda y dormir - digo honestamente experimentado que esa es la secuencia que el cuerpo te pide tras una impresión como esta - O quizás podemos preguntar si podemos ayudar en algo... - añado consciente de que implica mas choque con lo que ha pasado y que excede de lo que han pagado con creces ya. Pero...si se una cosa es que nunca acaba. No si haciendo un poco mas, estirándote un poco mas se salva a otra persona - Se me ocurre que podíamos preparar un equipo de diagnostico y triage on line. No se cuanto personal medico formaria parte del grupo de asalto pero... La cantidad de gente de ese barco. Si pudiéramos intercontectar lo que ha hecho Mats con los hospitales...Unos minutos de adelanto en el diagnostico son vitales ¿No? - trago saliva - pero sera duro... Esto es siempre duro.

El silencio me deja exhausto o es el desfallecimiento lo que me deja en silencio. Tras todo este tiempo no lo se.