Partida Rol por web

El soldado que se encuentra haciendo guardiay al cual le hablas se ve algo molesto, por lo que te contesta:

- ¿Y que crees tú que nos traería a este barrio? El Cesar viene en camino para armar una fiesta.

Habías escuchado antes acerca de las fiestas orgiasticas que daba Heliogábalo en el placio, que embriagaba a sus asistentes y les cubría con pétalos de rosa, pero hasta ahora nada acerca de visitas a las casas de putas de la Suburra. La verdad es que ese joven no tiene límites en sus extravagancias.

Justo estás por volver con soleana cuando frente al Lenosinio para un carro ricamente alhajado, tirado por dos bueyes coronados con girnaldas de flores y arreos con aplicaciones en oro. De él baja primero el joven Emperador, ahora no travestido, una mujer de vestido rojo encendido y muy guapa, seguida por otra igual de llamativa, pero de razgos orientales y piel aceitunada.

La respuesta del mortal no le gustó en absoluto, tanto por el tono de voz como por el contenido de sus palabras, aún con todo entendía perfectamente el por qué de la molestia, obligado como estaba a servir a un emperador que era la vergüenza de Roma.

-¿Y que cree usted que podría traernos aquí?, ¿mejor verdad?, no hay que perder las formas, no un pretoriano- corrigió mirándolo fijamente -le compadezco, hay cosas que la paga por generosa que sea no puede pagar honorable pretoriano- dijo mirando al prostibulo y luego al hombre.

La idea de acceder al prostibulo con Solena le era desagradable, meterla en una de las celebres orgías del emperador, eso era harina de otro costal, a punto estuvo de dar media vuelta para volverse a su villa, pero solo Neptuno sabría cuando tendría otra oportunidad de averiguar algo sobre El-Gabal y su culto.

-Espero que no haya problema alguno en acceder junto a mi acompañante al local- dijo mirando hacía Solena, espero la respuesta del hombre a lo cual le deseo buenas noches y un servicio tranquilo antes de volver con la joven y su criado.

Justo entonces lo vio, el carruaje del emperador parando junto al burdel, se fijó en las dos mujeres que bajaron del carruaje junto al emperador, una de ellas claramente extranjera, posiblemente de Egipto, la otra no sabría ubicarla. Estaba claro que al emperador le gustaba llamar la atención sea de una "forma" u otra, literalmente  ... .

-Parece ser que el emperador organiza una de sus orgías- dijo distraido mirando hacia el carruaje, luego miró a su chiquilla y a Ciceron, para comprobar la reacción de sus palabras -no me gusta la idea de meterte ahí con semejante depravado, pero debo ir- dijo mirando a su chiquilla con tono solemne no exento de malestar -si lo deseas, Ciceron puede acompañarte a casa, aunque prefiero que no te separes de mí por lo que pudiera pasar ... -  añadió con tono preocupado.

En que anda metida Neferu...Espere en el interio de mi litera, observando la escena, una vez el Emperador entro junto a su comitiva, descendi para acercarme a Thot-Neferu...como de costumbre su cuerpo estaba pintado completamente, sin duda era una de las mujeres mas hermosas de Roma...Buenas noches Neferu...acabo de llegar de mi villa a las afueras de la ciudad, y me han informado que me buscabas, veo que tramas algo grande...Mire en hacia la entrada...

Toth-Neferu se alegró visiblemente al ver a Megara, mostrando una gran sonrisa.

Tras bajar de la carroza, se aproximó a Megara, puso sus palmas sobre sendas partes anteriores del muslo antes de inclinarse levemente ante ella, a modo de saludo. Tras este respetuoso saludo, se incorporó y se acercó a ella dandole un beso en la mejilla: -La atención del César es fruto una mera casualidad. La fortuna me sonrió, y su excelencia parece interesada en los servicios de mi humilde casa.-

Hizo un gesto gentil de aproximarse a la bella mujer vestida de rojo, rodeándola la cintura, y aproximándola amorosamente con el brazo hacia Megara: -Rhea Placidia, te presento a Megara, una buena amiga de ilustre familia...- Luego, cogió a Megara de la mano con suavidad y le dijo: -...Placidia ha llegado recientemente del extranjero, y hemos intimado enseguida. Espero que ambas os hagáis también amigas pronto.-

Tras la presentación, dijo: -Por favor, pasemos dentro.- E hizo una señal para invitar a todo el mundo al interior. Un fresco jardín se encontraba ante el iluminado arco de entrada. Ya antes de acceder, algún esclavo salió a recibirlos.

Al traspasar la entrada, se encontraron un lugar en el que abundaban las zonas en penumbra, pobremente iluminadas y otras esquinas aún más oscuras. Parecia un efecto causado a propósito. Atendiendo a los clientes había hombres y mujeres, jóvenes en su mayoría, de diverso orígen, bien formados en general, y portaban ropas ligeras que mostraban bastantes zonas de su piél. La actitud hacia los clientes de los esclavos denotaba la naturaleza del local: Un lunapar.

Algunas efigies antropomorfas con cabeza animal decoraban las estancias, así como diversos útiles y otra decoración de origen egipcio. En el aire flotaban penetrantes aromas exóticos, y a través de los arcos de entrada a las diversas estancias se divisaba humo en alguna de ellas.

Solena se ha quedado un poco atrás, pero observa todo lo que ocurre desde su posición. Ella escucha acerca de volver a casa, pero niega con la cabeza, diciéndote:

- No te dejaré solo... verás, esas dos mujeres que bajaron del carro son como nosotros... no sé como lo sé, pero lo siento. También hay una mujer que acaba de bajarse de esa litera y que es un strigoi. Es mejor que yo te acompañe.

En efeto, una muejer de pelo rojo ha llegado y es recibida muy afectuosamente por la egipcia, entrando las tres detras del emperador al local.

Rhea tambien saluda a Megara con un beso, pero no agrega nada. Es una mujer hermosa, de grandes ojos pardos y piel trigueña. Pero Megara, como lo ha sentido antes Neferu, se da cuenta de que algo depredador se desprende de sus movimientos felinos y ojos precabidos. Si se le pudiera hacer una comparación, ese como esos leopardos que los reyes de orientes suelen tener como mascotas, hermosos, elegantes y estilizados, pero no por ello menos letales.

El interior del lupanar estaba listo para la fiesta, lleno de hermosos esclavos de ambos sexos sirviendo manjares, dejándose tocar y sonriendo a los clientes. Pero la estrella de todo esto era Heliogábalo, quien se encontraba reclinado sobre unos cojines bebiendo y compartiendo con unos hermosos esclavos. El problema es que con los pretorianos el resto de los clientes que habitualmente asisten a ese lugar no sabían qué hacer y muchos optaron por retirarse.

Megara saludo a la mujer de forma fria, algo en ella le inquietaba, pero si Neferu tenia bajo control todo, ella no pondria objeción, todo le parecia una extraña situación, agradecio que Quintus su esposo se encontrara en casa, sin duda aboreceria las acciones del emperador; el Lunapar no contaba con toda la concurrencia como de costumbre pero la presencia del Emperador era mas que suficiente...Megara a ratos obserbaba a la mujer que le acompañaba...su gracia le hacia recordar a cierta criatura felina que formaba parte de los cambios de su nueva vida y todo lo que ese nuevo mundo ocultaba a los ojos de los simples mortales...

Mi curiosidad crecio un poco, volvi a acercarme a Neferu...y al odio le susurre...¿Que planes tienes querida, una fiesta de despedida a la solteria del emperador...y con una mujer como principal espectaculo?...dudo mucho que a su prometido eso le agrade...ahora dime en que te soy util, sabes que no me agradan mucho estas fiestesitas y tengo asuntos importantes que atender...

En realidad preparar algunas cosas para su esposo, otras para la boda del emperador y sus propios asuntos eran cosas de mayor importancia que compartir un noche bizarra con el Emperador...alguien a quien sin duda le arrancaria la cabeza ella misma si pudiese...en realidad puede, pero hay ciertas apariencias que cuidar y su posición politica y social eran de mas valor que la vida del excentrico emperador...

Asintió quedo con la cabeza las palabras de Solena, sin duda su percepción le sería de utilidad, además no quería dejara sola sin su atención siendo tan joven como era.

-Ciceron, quedate aquí con los caballos, cuando lleguemos a la villa podrás satisfacer tus necesidades- prometió con tono no exento de misericordia.

Tendió el brazo a su joven chiquilla, para entrar juntos en el lupanar, haciéndose camino entre los pretorianos -tu don no te abandonado, al menos no del todo- comento distraído mirando al frente -haz buen uso de él, no estaremos entre amigos una vez entremos ahí, ¿aun eres capaz de averiguar intenciones tal como hiciste conmigo?-dijo parándose antes de entrar en el local mirándola a los ojos.

Neferu se sintió algo decaída al ver el desfile de clientes huyendo de los petrorianos imperiales.

Mientras hablaban, Neferu procuró que las tres se encaminaran a una discreta estancia aledaña, donde su conversación pudiera desarrollarse de manera más discreta. -¿Eso ha sido un reproche o reálmente te preocupas por mí, y por lo que el prometido del César pueda hacerme?- No había maldad en sus palabras, quizás se sentía algo dolida. -Lamento que creas que he planeado esto con alguna mala intención. En realidad, ignoraba que el emperador fuera a desposarse. Este lugar está muy lejos de los barrios de los notables. Más de lo que parece.-

-De todos modos, si ese prometido concoce bien a Helogábalo, no creo que sea otra mujer lo que le preocupe.- Neferu hizo un gesto hacia el arco que las separaba de la otra estancia, en la que Heliogábano gozaba de las atenciones de varios esclavos varones.

-Pero no es eso por lo que quería verte, si no otro asunto. Reciéntemente recibí la visita de un Lémur seguidor de esa religión cristiana.- Neferu pareció decir estas últimas palabras con algo de menosprecio. -Aunque dudo del poder de ese nuevo Dios, este Lémur es un Oráculo, y un espíritu situado al otro lado habló a través de él. El espíritu habló del despertar de alguien gracias a los sacerdotes de El-Gabal. El cielo se volverá oscuridad y la luna se tornara sangre.-

-Suena bastante parecido a las profecías sobre el regreso de mi dios Tifón**. No puedo negar que eso me complacería, tras tantos siglos de espera por parte de los nuestros...- Mostró una sonrisa.-El regreso de Mi Señor supondría un mundo de oscuridad en el que el reino físico y espiritual se aunarían, los seres como nosotros reinarían, y al fín todos serían libres de las cadenas con las que el dios-sol Ra les confina.-

-Pero no creo que sea él. No veo a Tifón, señor de la oscuridad, utilizando a los sacerdotes de un falso dios solar para llevar al mundo a las tinieblas. Además, tampoco he recibido visión alguna, lo cual me resulta extraño, siendo como soy una de las oráculos que Tifón usa como medio.-

-Me temo que es alguna otra entidad antigua la que está por despertar.-

Solena toma tu mano y los dos entran al edificio sin que ninguno de los guardias se oponga. No obstante, del interior algunos concurrentes salían raudos y cuando pasaban delante de ustedes bajaban la vista.

El interior de ese lugar estaba decorado a la usansa del oriente, con figuras de los dioses con cabeza de animal de los egipcios que tanta risa provocaban en los romanos. Tambien el aire estaba saturado de un aroma dulzón de inciensos y otras esencias.

Pero lo más llamativo son el sinnúmero de esclavos de buen ver y con poca ropa que pululaban entre los presentes prodigando atenciones. Y en un rincón, tendido entre hermosos efebos, estaba el emperador, disfrutando de la velada.

Mientras ustedes estaban conversando a parte, de esa estancia aún podían ver el exterior y a los que entraban al lenosinio. Entonces ven entrar a un sujeto vestido con una elegante toga y acompañado de una hermosa mujer de pelo dorado muy hermosa. Neferu había visto al hombre hablando con uno de los pretorianos afuera de la casa.

No parecen gente que se acercara a un lenosinio. Parecen una pareja de buena cuna y los hombre no llevan a sus mujeres a casas de putas. No obstante, Rhea les advierte:

- No bienen por carne fresca a este lugar. Son como nosotros.

Dos vampiros de visita.

Traspasado el umbral fue transportado a otro lejano lugar del imperio, un lugar donde la gente adoraba dioses con cabeza de animales, dominado primero por reyes egipcios, hicsos ,libios, por último antes de la llegada de Roma por los Ptolomeo, descendientes del general favorito de Alejandro Magno. Aún con todo, pese a ser un pueblo conquistado y dominado por extranjeros mantenía su esencia hasta el punto de cambiar a aquellos que los dominaban, ¿quién dominaba a quién?, eso le dio que pensar ... .

-Así debió vivir sus últimos días Marco Antonio en compañía de Cleopatra- recordó al libertino general mientras veía como esclavos y esclavas sexuales se ofrecían abiertamente a los clientes, parecía que allí en aquel extravagante sitio, nada estuviese fuera de lugar, ahora entendía porque era tan frecuentado por los patricios, ahora entendía que hacía allí el más degenerado de los romanos, el mismo emperador en persona.

Frunció el ceño, flexionó su mano cerrándola en un puño varias veces mientras veía como varios efebos se ofrecían al emperador, era consciente que a algunos hombres le gustaban los jovencitos, él por su parte nunca sintió curiosidad, pero una cosa era penetrar y otra bien diferente ser penetrado, los romanos, al menos los púdicos no veían con buenos ojos a estos últimos, un acto de sumisión deplorable poco propio de ciudadanos de un imperio que se extendía sobre casi todo el mundo conocido, menos aún si el que lo practicaba era el emperador, quién debía ser un modelo de conducta so pena ser imitados por otros muchos, eran malos tiempos para Roma.

Miró a la joven, su chiquilla, recordó cuanto dependía de él, no solo Roma, ahora tenía algo más por lo que luchar, algo más por lo que debía tener éxito, su progenie inmortal. Sonrió, dejando de prestar atención al emperador, para buscar a la vampira que regentaba el local.

Vio a una de las mujeres que había entrado junto al emperador, según Solena era una vampira, y por su porte y apariencia parecía egipcia, dedujo que debía ser la dueña del local, dirigirse a ella directamente no era propio de él, un optimitate y por añadido senador del senado eterno, busco con la mirada al que debiera de ser el o uno de los hombres de confianza de la egipcia, una vez localizado, lo llamó con un sutil gesto.

-Soy Lucio Cornelio Balbo Posidonio, decidle a vuestra ama que tengo asuntos que atender con ella- le dijo al hombre una vez se acercó.

Vio como el hombre se alejaba para colaborar su juicio, recibido el mensaje, volvió sus atenciones al local, buscando ahora rostros conocidos del senado.

El recien llegado se acerca al esclavo eunuco de Neferu y le dice con ese tono tan propio de un romano conquistador:

-Soy Lucio Cornelio Balbo Posidonio, decidle a vuestra ama que tengo asuntos que atender con ella.

El ghoul de inmediato se acerca a informar a Neferu, aunque ella y sus acompañantes ya le habían escuchado.

Megara sonrio ante las palabras de Neferu, se acerco y le dio un abrazo y un beso en la mejilla...Sabes que no desconfio de ti, hemos logrado tener una buena alianza y con el tiempo se ha transformado en una buena amistad, has sido mi compañera en mis mas oscuros deseos y conoces muy bien mis gustos, sabes como complacer mis placeres, asi como yo los tuyos, es solo que todo esto del Emperador me tiene de mal humor...Pero el asunto del Lemúr, me parecio extraño...Tienes razón, no creo que el regreso de tu Señor sea presagiado por algun oraculo distinto a sus seguidores...debes tener cuidado, muchos quisieran tener lo que has logrado, es mejor ser cautelosos, si deseas investigar al respecto, sabes que puedes contar conmigo...Acaricio su cabello...Esta noche te ves explendida...

Nuestra charla es interrumpida por la visita de un Posidonio...Curiosa reunion se ha formado en tu Lunapar...comente en voz baja y espere a que Neferu atendiera al Lasombra...

  Haciendo un gesto de disculpa a las dos lémures, Neferu salió un segundo de la estancia a recibir a los recién llegado, como dictaba la etiqueta. Se puso levemente en cunclillas ante el Optimate, la palma izquierda sobre el corazón y la cabeza mirando hacia el suelo, en señal de sumisión: -Que los dioses de mi tierra guien con mano fuerte a los amos conquistadores de allende el mar...- Su piel morena propia de una tierra muy al sur, completamente depilada, el penetrante aroma que despredía por algún aceite exótico y su menuda estatura eran mucho más destacables a tan corta distancia para el romano. Su más o menos correcta pronunciación del latín denotaba una buena educación en su tierra natal, Egipto. -...y a las bellas mujeres que gozan de su compañía.- Un gesto también de cortesía hacia la acompañante del Optimatre, fuese quien fuese aquella rubia de pelo dorado.

Cuando se incorporó frente al Posidonio y su pareja tras el saludo, este pudo comprobar que el rostro de la jóven mujer estaba maquillado, y que portaba una elaborada peluca al modo egipcio, sin duda a costa de total falta de cabello en la cabeza.

-No tengo el placer de conoceros, pero alguien de vuestra posición es sin duda bien recibido en mi casa.- Dijo estas palabras con una amable sonrisa en la boca, aunque en el rostro de una serpiente, nunca se podía saber si su actitud era sincera. -Tengo otros ilustres invitados en mis aposentos, si os hace el placer de acompañarnos, podremos gozar todos de agradable compañía.- Neferu se inclinó servílmente mostrando con su desnudo brazo extendido la dirección hacia la entrada a una estancia aledaña, pobremente iluminada. Aquella sala estaba decorada con figuras al modo egpcio cercanas a las paredes: Estatuas antropomorfas con cabezas de animales, y algún que otro diván. Por lo menos, aquella estancia no mostraba tóxicas volutas de humo en el techo, ni salían jadeos o risas excitadas de ella, como las que parecían emerger de los arcos de entrada a otras estancias de la casa.

Dentro de aquella tranquila estancia esperaban otras dos mujeres:

   Una de ellas muy hermosa. Vestida al modo romano, pero con leves rasgos orientales. Sus movimientos y mirada eran felinos, como los de un ansiosa depredadora.

   La otra, una llamativa pelirroja de rasgos latinos, piél clara y porte mucho más aristocrático.

Toth-Neferu habló de nuevo para añadir: -Os presento a Rhea Placidia y a Megara Andreatos. Creo poder decir que cuento con la amistad de ambas, y espero que también pronto contaré con la vuestra, si los Dioses son benévolos conmigo...- Sus palabras seguían mostrando cortesia y sumisión a los que parecían claramente sus superiores.

Los modales de la egipcia le complacían, saber el lugar que ocupa cada uno es sumamente importante, y mostrar el respeto adecuado tanto o más, aunque claro ... detrás de una lengua de hiel muchas veces se ocultaba el veneno de un aspid.

-Mi chiquilla, Solena Lucia Posidonio- dijo con tono solemne cuando la egicpia se refirió a ella.

Estrecho los ojos mirando fijamente a la egipcia,y exaló un suspiro que no recordaba haber retenido, no tenía duda, simplemente era mera cortesía debido a su status como optimitae y poco o nada sabía de él, tal vez no había acudido a la persona adecuada después de todo, aún así optó por seguir adelante, nunca se sabía ... .

-Mi visita os atañe a vos, pero supongo que podemos demorarnos un poco más- dijo mirando a su chiquilla por un momento -acepto de buen grado vuestra invitación- asintió con un gesto de cabeza.

Comenzó a caminar en dirección a la habitación señalada por el desnudo brazo de la setita, una mueca de desagrado surcó su cara cuando escuchó el ruido de las habitaciones contiguas, pero nada dijo siguiendo adelante.

Asintió con un gesto a las presentaciones -mi joven chiquilla, Solena Lucia Posidonio- dijo señalando con su diestra a la bella joven de cabellos dorados -mi nombre es Lucio Cornelio Balbo Posidonio-dijo en último lugar tal como dictaba la etiqueta.

-Eso sería sumamente ventajoso para vos, ¿verdad?- dijo arqueando una ceja en respuesta a la declaración de Neferu -yo también lo espero- dijo dedicandole una enigmatica sonrisa.

Su mirada barrió la habitación -¿puedo?- dijo señalando un asiento, cuando obtuvo respuesta se desabrochó la capa carmesí dejandola sobre el respaldo para sentarse comodamente.

-Lo cierto es que me había oído hablar de esta casa, pero hasta ahora no he tenido curiosidad por visitarla- confesó con tono distendido -un pequeño exótico rincón del imperio, debéis de añorar bastante vuestra tierra- dijo mirando a la egipcia -os felicito, por momentos hacéis sentir al romano lo mismo que debiera sentir César y Marco Antonio durante su estancia en Egipto- exageró comparando la opulencia de los Ptolomeo con un lupanar de un barrio de Suburra.

-Perdondad que lo pregunte, pero ¿qué trae además de la amistad de una amiga a distinguidas damas a un lugar como éste?- miró a una y a otra en respuesta a su pregunta.