Partida Rol por web

La nave entró en la velocidad luz suavemente tras incluir las coordenadas de salto. Tattoine no había tardado en convertirse en una esfera dorada con retazos ocres cada vez más alejada, aunque los tripulantes aún tenían las botas cubiertas de polvo. El cálculo del viaje duraría unos momentos. Mientras esperaban los resultados de los vectores de salto había tiempo para hablar de todo lo que había sucedido.

Inmensidad... siempre era lo mismo, tras el peligro, Ophara sentía inmensidad. No sabía muy bien cómo describirlo, de hecho ni siquiera tenía muy claro cómo sentirlo, pero no existía otra palabra más acertada. Se tomó unos minutos de descanso mientras disfrutaba de su inmensa pequeñez en la galaxia: se dejó caer sobre el respaldo de la silla de mandos y cerró sus enormes ojos, pensativo.

Repasó mentalmente lo ocurrido: el mensaje de Roddo, la presencia de imperiales en el espacio, la pseudoreunión con final cuasitrágico (trágico completamnete para el gamorreano) y el subsiguiente caos hasta el tiroteo del hangar. Fragmentos de todo le venían a la cabeza, un blaster que casi le alcanza, el twi'lek borracho que aporreaba la puerta y que al final resultó no estar tan borracho, el rayo tractor, las puertas... todo fragmentos algo confusos de lo ocurrido. Era normal, cuando todo sucedía con tanta rapidez, Ophara, amante de la calma, el sosiego y el estudio pormenorizado de todo en general, siempre andaba medio perdido en casos de combate, a pesar de su fugaz experiencia militar en Dac.

Abrió los ojos y acercó la silla a los mandos: era hora de terminar el trabajo. Buscó en los archivos de la nave las coordenadas enviadas por el esbirro de Roddo y comenzo a calcular la astronavegación.

A mitad de los cálculos se paró, miró hacia arriba y suspiró

Mierda... con tanta historia no pude visitar el taller

 Aaaaaah, el espacio. La tranquilidad de un viaje sin posibilidades de sobresaltos, unos días sin que nadie pudiera acabar con su vida o intentara matarle. Pero también unos días en los que la convivencia en un espacio reducido tendía a sacar lo peor de él. Syrus encendió su reproductor de audio a tope y se aisló por completo en la torre de artillería, haciendo "una inspección de rutina". Una lástima que no diera tiempo a comprar hierbas del desierto. Con un poco de suerte el jefe preferiría ignorarle a él y su ruidosa música. Un poco de relax para variar...

Sicks se separó de los controles. Estaba desconcentrado y no podía pensar bien.

-¡Mierda!. Necesito dejar esto por un rato. Ya calcularé la ruta mas tarde.- Anduvo por los pasillos buscando al resto de la tripulación. Cuando vió a Ophara le comentó.

-Ophara, ¿te importaria usar el ordenador para hacer un barrido exterior del casco. No me gustaria que estuvieramos transmitiendo ninguna señal localizadora. Gracias.- Siguió por el pasillo hasta el cuarto de Syrus. Dió un golpe a la puerta con firmeza.

-¡Syrus!. Hay que rastrear la nave por si han puesto algo dentro. Empieza por el almacén. Yo empezaré por la cabina.- Al cruzarse con Seldon le dijo.

-No estaría mal echar un ojo a las comunicaciones y ver si lo de Tatooine ha tenido algún tipo de trascendencia. Ya sabes, hablar con tus amigos...- Y continuó examinando la nave.

Ok, Sicks, ahora me pongo a ello- Contestó Ophara mientras comenzaba a teclear en el mando de los sensores.

Jodido explotador -pensó para sí el ex-pandillero.

-Por supuesto, ya me encargo yo de mirar en los sitios sucios, no te preocupes, no me molesta mancharme ni arrastrarme por conductos en busca de algo que nadie pudo poner porque nadie entró, ¿verdad?

Rezongando y arrastrando los pies se dirigió al almacén a comenzar con su cometido.

Me revienta cuando me hace trabajar y tiene razón, así es difícil protestarle...

El ordenador de salto estableció las coordenadas y lo hizo casi todo solo. Afortunadamente, pues Ophara sentía que su mente estaba distraída y aportó muy poco al estado de las cosas.

El androide de astronavegación, un modelo algo convencional pero fiable, confirmó una duración de 96 horas. Todo estaba ajustado. Cuando el mon Calamari vio finalmente el destino incluido, efectivamente se sorprendió...era Corellia.

Aquello no era un lugar deseable, de entre los muchos que no lo eran. Corellia aún pertenecía al Resto Imperial, y sus habitantes parecían razonablemente contentos con ello, o esa era la imagen que el Resto quería transmitir. Los sistemas de seguridad eran obviamente estrictos. Se hacían comprobaciones y más comprobaciones. Todo debía estar bien documentado e identificado. Sonaba a obsesión, pero sin duda no podía esperarse menos. La Nueva República necesitaba aquel bastión. Corellia era un planeta clave en la restructuración de las rutas de comercio, y el poder, influencia y recursos de sus ciudadanos más ricos podría establecer una sólida base política, necesaria en aquel precario equilibrio que mantenía. El Senado galáctico aún era débil, y muchas cosas podían pasar.

Tras la información, hubo que ponerse a trabajar. Los sistemas fueron escaneados varias veces. Se descubrieron tres anomalías menores. Una de ellas se mantuvo tras dos revisiones más exhaustivas. Siguieron el resto de las medidas protocolarias y encontraron un rastro informático débil.

La búsqueda tuvo que ser sutil. Syrus se rindió pronto, pero Ophara no, y el asunto comenzó a parecer serio. Tuvieron que hacer turnos para revisar los sistemas y ver dónde empezaba a fallar algo. Porque sólo sabían que algo no estaba bien, pero no sabían qué.

En el cuarto turno, 27 horas después del salto, Ophara descubrió dónde estaba el error. Eran las coordenadas que les habían indicado. El programa, que estaba encriptado, se había automodificado cuando se ejecutó, y luego había vuelto a encriptarse. Era delicado, sutil como una maldita brisa, e impredecible, mientras siguiera encriptado.

Ophara trató de explicárselo a sus compañeros. En lenguaje sencillo, el programa tenía unas coordenadas que habían cambiado al ser activadas. Se había indicado otro destino, y cuando la ejecución había terminado y el salto se programó, la información aparente volvió a ser la misma que esperaban...Corellia.

Si no lograban desencriptar la información de nuevo...llegaría a algún destino...pero no sabrián ni dónde ni cuando. Alguien estaba siendo muy cuidadoso.

Ahí vamos, rumbo a lo desconocido... Nunca mejor dicho, claro.

Una cosa era que ellos fueran dando tumbos por la galaxia, pero que ALGUIEN les estuviera mareando sin su permiso, eso ya pasaba de castaño oscuro, aunque quizás al mismo tiempo también era lo más conveniente.

Yo digo que deberíamos dejarnos llevar a donde sea: no estaría de más averiguar dónde nos mandan, pero no detendría el rumbo ni lo cambiaría ni nada parecido: dejémonos llevar... Es obvio que alguien se está tomando muchas molestias y dejando mucho dinero para que todo este asunto sea supersecreto, y me da que si nos desviamos del rumbo marcado pronto van a empezar a aparecer cazarrecompensas buscándonos. Y ya hay bastantes personas cabreadas con nosotros, no me apetece aumentar la lista, muchas gracias.

De una cosa sí podemos estar seguros: este trasto vale más de lo que pensábamos.

La idea de vendérselo a alguien distinto de quien les había contratado empezaba a parecer apetecible.

-Nunca me ha gustado el Sabbak ni me gustará jamas. Dejar las cosas al azar nunca ha sido para mi una "buena idea"...-

Si....alguien se ha tomado muchas molestias en ocultarlo todo. De todas formas prefiero posponer el salto un tiempo, al menos hasta que tengamos una ligera idea de por donde cae: no me gustaría aparecer en medio de un bastión imperial, de un campo de asteroides o en un bastión imperial dentro de un campo de asteroides...

Ophara comenzó a teclear en los controladores de la nave.

Enviaré el programa en un ordenador sin conexión junto a un mapa de la galaxia conocida. De esta manera podré trabajar con el programa todo lo que quiera y no quedará rastro en la nave ni podrán averiguar de ningún modo que lo hemos desencriptado antes de saltar.

Se giró en su silla y comenzó a teclear en otro mando de sistemas

Sicks, necesito que me ayudes: manda una consulta a Cha Eering, es una compañera de universidad de Dac, sabe bastante más que yo de software de encriptación. Pidele que te envíe un resúmen de las últimas versiones creadas por Miradyne Limited, a partir de la 6.3, esto tiene su firma.

Le tendió un datapad

No te preocupes por la conexión, será segura: ella tiene más sistemas de seguimiento que yo. Cuando te lo entregue avísame y le echaré un ojo a ver si podemos acortar tiempo. Mientras tanto revisaré algunas líneas de código e intentaré averiguar dónde está la subrutina. Syrus, ayúdame: 4 ojos ven más que dos...

Sicks se puso a manejar el ordenador rapidamente, no era malo, y de echo, no se le daba mal. Siguiendo paso a paso las ordenes de Ophara, como buen soldado, sin rechistar.

Myradine... Yo con sus cosas estuve... comerciando una temporada.

A Seldon aún se le hacía raro decir que había "robado" o "traficado" con algo, aunque estuviera entre personas más que acostumbradas a ello.

Debía ser algo genético.

Sin que nadie se lo hubiera pedido, Seldon se sentó al frente de una cónsola y trató de echar una mano, aunque aquello se alejaba bastante de su especialidad; tampoco era TAN incompetente como para echar todo el proyecto al compactador de basuras, o al menos eso esperaba él.

-¿Os he contado nunca la batallita de cuando los imperiales trataron de cazarme a mi y al experto en asaltos informáticos Uric Brizombar? Fueron un par de días muy interesantes. Jugamos al gato y al ratón a través de rastreos de conexiones, cientos de hombres buscándonos, él hackeando sistemas de forma remota y yo pilotando el deslizador por sitios de lo más complicado... Creo que aprendí más de informática aquellos dos días que el resto de mi vida -dijo Syrus mientras tecleaba a toda velocidad en una de las consolas. A decir verdad, la historieta parecía tomar cierta verosimilitud por los comandos y atajos que iba tomando.

El trabajo en equipo era uno de los pilares básicos en la estructura del equipo que formaban los contrab...transportistas. Entre anécdotas y recuerdos, supieron comprender las órdenes de Ophara para optimizar el tiempo y la eficacia del plan de rastreo. La comunicación con Myradine fue complicada al principio, debido a un pequeño desajuste en la emisión que Sicks pudo solventar finalmente con la ayuda de Seldon. Cuando recibieron la respuesta, fue bastante reveladora. Los datos preeliminares sugerían una subrutina de tipo militar, utilizando un sistema de encriptación razonablemente arcaico para la época, pero reconocible como producto de una mente entrenada, seguramente (al 70% de seguridad) por el Imperio.

Entre Syrus y Ophara también hubo una sinergia muy útil. Descubrieron que la fuente había sido modificada de forma muy sutil, de modo que la emisión del origen del salto se modificaba indetectablemente durante un breve patrón de tiempo, extendiendo una orden una décima de segundo más de lo que se esperaba, algo que muchos ordenadores consideraban asumible siguiendo parámetros comunes. Era una forma de generalizar, pero básicamente implicaba que el lugar donde aparecerían estaba muy cerca del lugar original. Tan cerca como, según las mejores estimaciones, apenas a medio día de trayecto en vuelo sublumínico. Es decir, en el mismo sistema.

La última pesquisa fue reveladora. Las coordenadas introducidas indicaban sin lugar a dudas que el carguero se dirigía hacia Corellia...exactamente hacia Coronet, la capital del sistema. Un sector aún en posesión del Resto Imperial.

Después de todas aquellas averiguaciones, aún disponían de 15 horas antes de que la desaceleración se hiciera efectiva.

Básicamente, llevamos una caja del imperio, a un lugar del imperio, engañados sutilmente por alguien del imperio- Concluyó Ophara. La verdad, esto me gusta menos que dar de comer a un rancor...