Partida Rol por web

La nave aterrizó en el atardecer de Anchorhead, pero no sólo eso, sino en un momento de inestabilidad meteorológica. En 22 días de trayecto la proverbial paciencia jedi se había puesto a prueba, y había servido también para recabar cierta información sobre el planeta de destino. Tatooine era un planeta alejado de todo, incluso de la posibilidad de la vida, y sin embargo, sus ardientes arenas castigadas por dos soles, mantenían una población continua de colonos y una razonable fauna que se resistía a extinguirse. Los afloramientos de poblaciones de ciudades eran continuos, y sin embargo, excepto por el esfuerzo de los colonos en establecer granjas de humedad, poco podía extraerse del planeta arenoso.

Sin embargo, cuando Ar-Han se hizo la idea de que encontraría un planeta cálido, más bien infernal, resultó que descendió a un planeta donde la estática de la atmósfera hizo complicado el aterrizaje, ya que era algo completamente inesperado, y entre las turbulencias, la nave se posó en el astropuerto de Anchorhead. De forma inesperada, en el mismo astropuerto, Ar-Hal vio una columna de humo negro que ascendía hacia la zona de corrientes y allí se difuminaba. Parecía como si en el mismo astropuerto hubiese habido un accidente, y de hecho, al salir del muelle de embarque, vio un grupo nutrido de curiosos alrededor de uno de los muelles, que estaban construidos como celdas rodeadas de una pared más o menos circular.

Uno de los sanitarios estaba cuidando a un twi´lek que parecía herido fuera del muelle, mientras del interior salían fuerzas de seguridad con aspecto de que algo o alguien se les había escurrido de entre las manos.

Elo se volvió para coger a Tock, sorprendido. Lo miró y pareció reconocerlo.

- Amigo mío, estás hecho un asco, ¿qué te ha pasado? ¿Te has enfadado con un bantha? Eh, vosotros - avisó a un grupo -, voy a atender a éste.

Un guardia se acercó.

- ¿Tiene algo que ver con esos que se han largado? Aquí ha pasado algo muy raro.

Elo se encogió de hombros.

- Oye, Tock, ¿sabes qué ha sucedido aquí? Un grupo de individuos se ha dado a la fuga después de haberse producido algunas irregulariades en el muelle de carga. ¿Tú sabes algo?

-Hasta donde yo sé, y espero estar en lo cierto, no tengo nada que ver con esto, viejo amigo, pero ya tendremos tiempo de hablar en cuanto haya descansado un poco- Le dijo a Elo con una sonrisa. Su mirada se dirigió al guardia de seguridad -Agente, no se preocupe que estaré bajo los cuidados de este muchacho y a su disposición por si necesitase interrogarme. Tenga por seguro que no me largaré de aquí. Él le dirá donde encontrarme.-

Dicho esto, se apoyó en su amigo Elo y comenzaron a caminar.

-Elo, tengo mucho que contarte...-

No le presté mayor atención al accidente, tenía un objetivo claro. La espada de luz del maestro Windu. Estaba seguro de que si Lando me había mandado aqui el sable no podía andar muy lejos. Tenía entendido que el lider de los Hutt había muerto no hace mucho a manos de Luke, asi que tendría que ocultar mi sable no solo a los restos de tropas imperiales que viese, sino también a cualquier cazarecompensas u hombre de los Hutt que viese. Afortunadamente yo me había criado como cazarecompensas, lo primero que haría sería ofrecer mi servicio a los Hutt. Escondí aun mas mi sable y y deje entrever mi pistola Blaster de forma casi fanfarrona, y me dirigi a una cantina a buscar informacion sobre donde podría encontrar trabajo para los Hutt como cazarecompensas.

Elo hizo una señal para que los demás se encargaran. De momento, el asunto era cosa del cuerpo de seguridad. Cuando todo estuviera en orden, informarían de la situación y de si hiciera falta la intervención del equipo sanitario.

Un mensaje llegó y Elo lo escuchó.

- Un par de muerto allí dentro, según parece. Bandidos, matones. Me alegra que no tengas nada que ver con eso, porque parece serio. Dime qué tienes que contarme, Tock.

La salida del astropuerto, metálica y grande, condujo a una plaza abierta tras la que había un buen número de cantinas y de tiendas de repuestos. Ar-Han eligió una de ellas. Entró y supuso que todas serían iguales a aquella. El olor mezclado de decenas de licores distintos, los clientes sonrientes o serios, solos o en compañía. Su único punto en común podría ser la bebida, pero en este caso había otro, todos tenían alguna relación con el astropuerto. O eran pilotos o personal de cargueros o simples viajeros...aunque se preguntaba uno quién elegiría esa roca arenosa como destino por puro placer.

Esta cantina tenía dos alturas, divididas por seis escalones que descendían hacia una barra. Quienes estaban junto a la barra permanecían de pie. Los que estaban en la parte de arriba disfrutaban de sillas y mesas donde hablar o beber. El tabernero era un hombre con aspecto de cansancio...de estar harto de muchas cosas.

Mire la gente de la cantina, a pesar de ser diferente de la de Corelia me parecio ver a los mismos perros con distintos collares, sonreí. Necesitaba saber de los negocios de los Hutt.

Baje la mirada intentando evitar los problemas, sin mirar a ningún lado agudicé mis sentidos e intente escuchar las conversaciones de los invitados, mientras paseaba discretamente por la taberna. Esperaba encontrar alguna pista que me llevase a los Hutt.

El gentío resonaba como una melodía mal ejecutada. Acentos estridentes, cadenciosos, suaves y ásperos, el lenguaje común era muy poco utilizado y apenas podía distinguirse. Después de un buen rato, algunos individuos, además del tabernero, parecieron reparar en Ar-Han. Un par de rodianos, un trandoshano, unos humanos yo el mismo tabernero lo miraron con aire sospechoso, pero nadie se acercó a él.

El tabernero, cuando Ar-Han se pasó cerca de la barra, lo abordó desde su lugar con voz grosera y alta.

- ¡Eh, tú! No queremos turistas por aquí. Si no pides algo para consumir, que aconsejo que te largues. Hasta que no consumas no eres cliente, y los que no sois clientes no tenéis derechos aquí dentro.

Elo, viejo amigo. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos; me alegra ver que te va bien.- Hablaba mientras caminaba apoyado sobre su amigo. –Durante este tiempo, como sabes, estuve trabajando para la banda de Adan, creyendo que lo que hacía estaba bien. Sé que en el fondo tú lo desaprobabas y, de aquella, fui demasiado tonto como para darme cuenta que debería haberte hecho caso.- Se tomó un par de segundos para reordenar la mente antes de continuar. – El caso es que durante mi estancia en la banda, sí que hicimos algunas cosas que se pueden considerar como buenas y es en parte por eso por lo que seguía con ellos. Con el paso del tiempo, Adan se fijó en mi y supongo que le gustó la manera en la que hacía las cosas y entonces decidió…- Le faltaban las palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar el horror de aquella cueva y, sobre todo, al acordarse de Kalira. Por un instante se preguntó qué habría sido de ella, si estaría bien en casa de Triska. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. -…decidió mostrarme algo que no te puedo contar para no meterte en líos compañero, pero lo que descubrí me abrió los ojos y esto es lo que obtuve a cambio. He estado al borde de la muerte en el desierto y he conseguido llegar aquí en un deslizador que he dejado tirado a las afueras de la ciudad. En ese momento me acordé de ti. Tengo la sensación que me siguen a todas partes… realmente debería estar muerto… lo malo es que ellos saben que no lo estoy.- Le temblaba la voz al hablar.- Tengo miedo, Elo, tengo miedo que vengan a por mí, a matarme o a hacerme yo qué sé qué barbaridades. Me duele todo, estoy agotado, no sé ni en qué día vivo… necesito descansar, pero también te necesito, viejo amigo, necesito dos ojos que cuiden de mí durante un tiempo, mientras me recupero. Espero que sepas perdonar a este estúpido Twi’lek que ha caído en lo más bajo. – Y se echó a llorar como hacía tiempo que no hacía, soltando toda la tensión, el miedo y la rabia acumulados desde que se despertó tirado y moribundo en las arenas del desierto.

El humano se sorprendió por la reacción de su antiguo amigo. Como un hermano protector, o quizá como lo que era, como un sanitario, lo ayudó a sentarse en un banco cercano, mirando a un lado y a otro.

- Tendré que reconocerte, pero creo que sólo tienes una tremenda paliza y cansancio debido a una actividad frenética continuada.

Tras un breve examen, asintió y corroboró su hipótesis.

- No tienes nada que no cure un descanso y un par de curas. Una costilla fisurada, eso sí, y algunos cortes que te trataré cuando entremos en la estación.

La estación, como la llamaban, estaba junto a uno de los edificios principales. Se trataba de un hospital con varios tanques de bacta listos para su uso, unas mesas, instrumental y equipo para hacer frente a una situación muy fea. Al menos había capacidad, por lo bajo, para tratar correctamente a una veintena de heridos de diversa gravedad.

Elo hizo una señal para que Tock se tumbase en una de las mesas y el twi´lek notó un familiar aroma a asepsia. Era una fragancia suave, agradable, que le sirvió casi de anestésico mientras Elo procedía a inmovilizar su costado derecho y a aplicar una serie de pinchazos en los que introdujo un líquido que al principio resultó molesto, pero que posteriormente refrescó la zona y suavizó la respiración del twi´lek, que ya no sentía tanto dolor. La mandíbula, la espalda, el cuello y el resto de lugares del cuerpo que tenía machacado fueron revisados uno por uno. Cuando se levantó de la camilla, una hora después, excepto por una ligera tirantez en las costillas, Tock se encontraba como nuevo.

- Bien, te recomiendo que no hagas esfuerzos al menos durante un día, hasta que el efecto de tu costado se normalice. No es muy normal, pero podrían darse complicaciones. Te convendría dormir. ¿Tienes donde ir, Tock?

-Bueno... el recepcionista del astropuerto me recomendó ir a la zona cercana a la plaza que hay al salir de alli. Me dijo que era de las zonas más seguras, pero también de las que pedían más dinero, y como comprenderás...- Mientras decía eso, se llevó las manos a los bolsillos y los volvió del revés mientras sonreía tontamente.- Por cierto, ¿Se te ocurre alguna manera de ganar algún dinerillo por aquí?-

Perdón

Dije mirando al tabernero en tono conciliador

Ponme la especialidad de la casa.

Dije sentandome cerca de la barra.

Soy nuevo en el planeta y ando algo perdido, he venido en busca de trabajo

Elo sonrió.

- Veo que te persiguen los problemas, Tock. En eso no has cambiado nada - se encogió de hombros -. No te preocupes. Tengo donde caer muerto y siempre hay un lugar para un viejo amigo. Además, por cómo estás, sospecho que te conviene ocultarte un tiempo. ¿Qué me dices? Nunca he tenido un mayordomo. Además - añadió mirando hacia el cielo - parece que se está preparando una tormenta de arena. Ya sabes cómo se pone esto cada vez que cae una... y es curioso, pero últimamente no paran de generarse microtormentas aquí y allá. Ahora es menos seguro que nunca aventurarse fuera de las ciudades.

El cielo se había cargado de estática y pequeñas motas de arena comenzaban ya a practicar el ritual de la tormenta, alzándose del suelo como llamadas por un dios que sólo ellas conocieran, y ascendiendo hasta crear pequeñas nubecillas que enturbiaban la vista y saturaban el olfato.

El tabernero sonrió.

- ¿Quieres trabajo? ¿Y qué sabes hacer, muchacho? ¿Me has visto cara de dar trabajo a desconocidos?

Le acercó un vaso lleno de un líquido verduzco, bastante viscoso y con una espuma efervescente.

- Espero que puedas pagarla. Es más, hoy estoy generoso. Si consigues bebértela de un trago sin desmayarte, quizá sí valgas para algo y hablemos.

Mire al tabernero y sonreí. Conocia de sobra a tipos como él.

¿que se hacer?

Hice una pausa

¿Que sabe hacer todo el que busca trabajo en Tatooine?

No te pido que me des trabajo, solo si sabes donde puedo encontrarlo, creeme soy bueno haciendo lo que hago.

Cogí el vaso, a pesar de haberme juntado con calaña cuando trabajaba como mercenario nunca había sido muy adicto a la bebida, pero ese vaso no podia ser peor que lo que me hizo tragar Lando. Asi q lo cogi y me lo bebí de trago intentando mientras hacía de tripas corazón.

Tock rió ante el comentario de Elo y mientras hacia una reverencia dijo:

-Será un placer serviros, Maese Elo...¿por donde quiere que empiece?-

Después, comenzaron a caminar.

-Cuéntame, Elo. ¿Qué ha sido de tí durante todo este tiempo? parece que no te va mal del todo.-

El líquido descendió por la garganta de Ar Han como si utilizase garras para desplazarse. El joven notó que su faringe se comprimía y le faltaba la respiración. Comenzó a marearse y dejó caer el vaso vacío con fuerza en la barra, en uno de esos golpes que dan los bebedores para anunciar su proeza ante los demás. En su caso, lo hizo para intentar mantenerse consciente.

Tuvo que apoyar el otro brazo en la barra y dejar que su cuerpo se doblara y se convulsionara levemente. Finalmente, los temblores dieron paso a la calma y la respiración regresó a su estado normal. Aún le quemaba la garganta y no estaba seguro de qué saldría de ella si empezaba a hablar...pero ahí estaba, con un sorprendido tabernero delante de él y unos individuos en la barra que asentían no sin cierta sorpresa.

- Buen trago, amigo - dijo en tono familiar -. Desde luego no eres un idiota que se ha perdido por aquí por casualidad. No muchos aguantan una ronda de hasspagg de un golpe sin desplomarse. Dime qué quieres. A ésta, por supuesto, invita la casa.

A su lado, los rodianos, el trandoshano y los humanos asintieron e incluso levantaron la copa que bebían como señal de saludo a Ar-han. La camaradería entre borrachos, posiblemente...

En todo caso, el tabernero parecía bastante más dispuesto a ayudarle.