Partida Rol por web

Cada uno de ustedes, después de haber pasado por varias dificultades, entre conocer a los guías, y encontrar pistas, habían bajado, ya fuera por escaleras o ascensor, y aparecido por diversas entradas que guiaban hasta un subterráneo, el cuál era muy grande, más grande que cualquier estacionamiento de autos que pudieran haber visto, incluso, el lugar era tan grande que se podría comparar con una cueva, de no ser por tener los bordes cincelados, haciendo que todo el lugar, pareciera tener casi trecientos metros de alto, y al menos unos 500 metros de ancho. Si miraban hacia el fondo de este no se veía el final, solo oscuridad, pero habían grandes luces a lo largo del camino que lo iluminaban. Allí, en el centro de este túnel, se reunían poco más de doscientas de personas, entre las cuales, estaban ustedes.

Al llegar a cada uno de ustedes se le entregó una placa con un número, que correspondía al número de participante que le había tocado, según lo que podían ver, este correspondía al orden de llegada, a simple vista se veía como una placa de plástico con números, pero si intentaban romperla o rallarla, no podían, por más fuerza que intentaran ponerle.

Las personas que estaban allí se veían de todas las edades, hombres y mujeres, con tatuajes, sin tatuajes, algunos con lentes, algunos con armas de fuego, e incluso algunos llevando cosas tan raras como anclas, no había discriminación alguna entre todos los participantes del lugar. Todos estaban allí por razones diferentes, algunos por dinero, otros por poder, otros por interés y finalmente, había algunos que allí solamente estaban por aburrimiento. La gran mayoría de los que allí se encontraban tenían entre los 20 y los 30 años, los más jóvenes, parecían ser solo unos niños, entre lo que destacaba, una niña que parecía menor de 15 años, la cual andaba con una hoz.

Mientras todos esperaban, había una atmósfera de mucha tensión en el lugar, casi nadie hablaba con nadie, y entre todos se estaban estudiando continuamente. Entre todo esto, cuando pasó un rato sin llegar nadie más por los ascensores, una niña, que parecía tener una edad a los 15 años, con un pelo largo amarrado y un vestido, se puso al frente de todo el grupo. Lo único que era diferente, era su mirada, la cual se veía con mucha determinación y sabiduría, además de una severidad increíble. Levantando la voz, les hablo de tal forma que escucharon todos ustedes, con absoluta claridad;

¡Escuchen, todos ustedes! Bienvenidos al Examen de Cazador número 289, mi nombre es Biscuit Krueger, y seré la examinadora de la primera fase de su examen de cazador. Por ahora, correremos hasta alcanzar el inicio del que será su primera prueba. ¡Síganme! 

Tras eso, ella comenzó a trotar a paso normal en dirección a la oscuridad del túnel.

Ivrels sonreía su número de participante, el 13, ese número le encantaba y coincidía con su edad, aunque no es que le importara en exceso le parecía curioso que coincidiera con ambas cosas ¿Número de la suerte? ¿O su condena?

- nya~ - bostezaba con un medio ronroneo en espera de que empezará lo que fuera que tuviera que hacer, según tenía entendido, hacía lo que le pedían y ganaba dinero para su familia, aunque antes tenía (al parecer) que hacer unas pruebas que demostraran que era capaz de estar a la altura.

Cuando casi se le cerraban los ojos llegó una niña, quizás de su edad o cerca de ella. Decía ser la examinadora por lo que esperaba que significara que a su edad podía estar igualmente preparada, que más que la edad importaran las aptitudes obtenidas y... Que obviamente ella misma las hubiera alcanzado.

Primera prueba: Correr... ¿O eso no era una prueba si no un juego para ver quién se lo tomaba mínimamente en serio? No le importaba llegaría al final y su montaña seguiría siendo el hábitat de su familia. Se agachó para ponerse a cuatro patas y tomó su guadaña con la boca. Medio segundo después se impulsó adelante manteniendo el filo de su arma adelante y su carrera cual felino siguiendo a su presa comenzó.

Aquel lugar era, como mínimo, asfixiante aún o debido a su tamaño, sin embargo lo hacía una buena madriguera artificial para hacer que aquellos que salieran lo hiciesen como dragones en vez de meras serpientes arrastrándose. Todo el tiempo mantuvo la mirada baja y su cabeza ligeramente agachada igualmente, pero mirando a través de los mechones frontales de su pelo a quienes le mirasen, manteniendo una distancia obvia. Esto era esencialmente un todos contra todos, o contra algo más. No pudo sin embargo evitar pensar en esa gran y afilada arma. ¿Acaso podría ser cortado por la guadaña? Miró el reflejo de su propio ser en aquel filo, como si pudiese decapitarlo en dos o si pudiese pararlo a secas, superando al emisario de la muerte cual forma tuviese. Sonrió pero apenas de lado, y brevemente, conteniéndose.

Parpadeó mirando hacia arriba cuando llegó la otra niña, la señorita examinadora. Habían preguntas pero no necesidad de abundancia en respuestas ni tiempo para las mismas. Ahora mismo era el momento del quiebre y el inicio. Al empezar a correr pensó que: "Nunca dijo que la siguiéramos de inmediato", y consideró quedarse parado, ahí en el tiempo que avanza junto al espacio sin piedad, pero si no podía seguirla en la oscuridad perdería. Todo era una chance de caer al precipicio y no poder arrastrarse hacia la cima. Abrió sus ojos de cajón, sintiendo el peso en sus brazos y en su cuerpo y entonces dió un paso, como de combate, para luego empezar a correr, una persecución más bien, el objetivo aún en la mira.

-¿Ser un rarito será una condición para tener la licencia de cazador?- pensó mientras veía a los demás participantes, algunos de ellos con apariencia extravagante u objetos en principio poco prácticos. Él no estaba equipado con semejantes artilugios pero tenía recursos mucho más útiles, además de que no creía que a ellos les molestara compartir esos artilugios.

Aunque habían luces que iluminaban ese lugar símil-cueva, había bastante oscuridad por lo que sintió que debía estar atento. Había escuchado que las pruebas en el examen eran extrañas e inesperadas, no debía ser tomado por sorpresa. De repente, aparece una niña que empieza a gritar y darles órdenes, parecía algo aristocrática por la apariencia de su ropa.

Cita:

Eso quería decir que seguirla no era ni siquiera la primer prueba. Entonces, ¿por qué los citaron allí y no en el lugar de la primer prueba? ¿Ya habrá empezado la primer prueba y era todo un engaño? ¿Esto sería otra prueba de las que tuvieron que sobrellevar y llegar hasta el Examen como los anteriores guías y pistas? Darle demasiadas vueltas a las cosas no era lo suyo.

Razo llegó, después de más tiempo del deseado al destino de todas las argucias que marcaban el examen de cazador. En su mente, había ido rápido y pese a que había tomado varias rutas sin salida, pensaba que todos los participantes lo harían parecido a él. Todo lo contrario, de todo el cupo de participantes llegó más tarde de la mitad, lo que podría significar que era del montón malo de dividirse en dos, pero bueno, sabía que si fuese fácil, todo el mundo sería un hunter. 

Mientras seguían llegando más y más participantes, deambula por la inmensa sala intentando examinar someramente a los demás participantes, evaluando su fuerza y habilidades y juzgando que harían allí, pero no quiso hablar con ninguno.

Cuando apareció la que se autodenomina como examinadora, Razo sonrió de que ya estaba un paso más cerca de cumplir su sueño pues, viendo que todos estaban tan perdidos como él, temió que fuera un error encontrarse allí y la prueba sería en otro lugar. Cuando pidió ser seguida, el joven se dispuso a intentar no perderla de vista, temiendo ser engullido por la oscuridad hacia la que se dirigían. 

Mmmmmmm, así que 111 no creí que me tomaría tanto trabajo llegar hasta aquí, si esto es solo para encontrar el sitio del examen creo que tendré que estar más atento. Mientras esos pensamientos recorrían su mente, sintió que era una buena idea dar un pequeño recorrido para observar al resto de participantes pero al ver a lo lejos como una niña portaba una hoz enorme mientras sonreía alegremente entendió que a este examen podría llegar cualquier tipo de persona.

Para pasar el tiempo es mejor meditar, así evito preocuparme de más, pero mi comento de paz es interrumpido por la sonora voz de ¡una niña…! , un poco sorprendido me pongo en pie y sin objetar sus órdenes procedo a seguirla procurando no perderla de vita entre la multitud que ya la sigue.                     

Pipan llega a aquel sótano despreocupadamente, bajando por una de las escaleras mientras habla por teléfono móvil con sus padres a voz en cuello.

-Síii, sí, ya lo sé, pero es que he tomado una decisión y ahora no puedo echarme para atrás. Estaré bien, no hay de qué preocuparse. Por cierto, ¿podríais hacerme un pequeño favor? Si llegan unos hombres preguntando por mí y por unas cosas que tienen que recoger, ¿podríais guiarles hacia el saloncito azul al lado de mis aposentos y decirles que allí está todo?...Oh no, nonono, no estoy en ningún apuro, es sólo que le he dejado en garantía algunas cosas a un señor muy amable que me presentó Chiri porque hacía falta algo de dinero para gastos y el billete de dirigible hasta aquí...Nooo, lo único que hay son esas bagatelas que me regaló la tía Qrinyeta, que las guardé ahí para que no molestaran...¿¡Cómo!? ¿¡Pero a ti qué más te da, si siempre estabas quejándote de tenerlas en casa y me decías que las aceptara sólo para no hacerle el feo...¿¡QUÉ!? ¡Bueno, pues MUY BIEN!!- Con un pitido, la conversación se interrumpe -¡AAARGH!- y acto seguido él estrella el teléfono contra la pared.

Oh no. Otro teléfono a la porra.

Visiblemente enfurruñado, acepta la ficha -Gracias- y camina unos pasos mirándola entre la multitud, sin fijarse mucho en el entorno, con la otra mano agarrada a una de las tiras de su mochila Mmm ¿el ochentaynueve? Creo que no era uno de mis números afortunados para el horóscopo de esta semana.

Finalmente levanta la vista y contempla al resto de reojo, con un aire de ligero desprecio. Caray, vaya fauna.

Pero su humor mejora un poco cuando aparece la examinadora y proclama todo aquello antes de salir corriendo. ¡Por fin dan comienzo las pruebas!-¡Qué bien, una carrerita de calentamiento antes de empezar! -Sonríe, y echa a correr con el resto detrás de la minúscula figura, manos aferradas a las asas de la mochila mientras sus piernas se mueven adelante y atrás con zancadas rápidas y seguras. De momento el asunto parece fácil. Está acostumbrado a ejercicios atléticos. ¿Qué nos pedirán hacer en la primera prueba?

Dutch había llegado casi el último, no porque le hubiese costado seguir las pistas sino que como de costumbre se lo tomo con calma y sin prisas. 

Ciento sesenta y tres... me viene bien... que seremos? 200?

Al recibir la ficha pregunto... Cuanta gente esperan? unos 200? 300? bueno da igual y estoy aquí y eso es lo que importa y sin esperar respuesta entro despreocupadamente a aquella sala/cueva wow! dejo escapar al ver lo variopinto de la gente, no fue un grito pero tampoco fue precisamente bajo, al menos unos 10m a la redonda de el se pudieron percatar de su expresión mientras levantaba los lentes y daba una ojeada... Vaya panda de... se dio cuenta que tenia varios ojos puestos sobre si y dejo la frase sin completar mientras volvía a colocar sus lentes en su lugar.

Se dirigió hacia un pared cercana la puerta y se recostó de ella, dejando su mochila militar (típica bolsa de lona verde) entre sus piernas mientras bajo su lentes comenzaba a pasearse por todo el salón, analizando poco a poco a los participantes, había para todos los gustos, de todas las edades, formas y colores, por lo que sus alertas estaban en su máximo nivel. Creyó ver un rostro familiar pero de inmediato lo descarto.

Mientras estaba ensimismado en sus pensamientos, una voz lo sorprende relativamente cerca... Así que correr, venga... Se puso su mochila al hombro cruzada en diagonal y emprendió su carrera a un paso comedido, no en toda su capacidad sino tratando de llevarle el ritmo a la chica, aunque debía decir que la veía extrañamente cómoda sobre todo para estar corriendo con esos atuendos tan pesados y calurosos, esto no era algo normal, a ver que pasa.

Kain llegó temprano al sitio de la prueba pero se asombró al ver que ya había una cantidad considerable de candidatos esperándolo. Le llamo la atención que hubiera más personas de su edad cosa que decidió aprovechar acercándose al grupo más numeroso de ellos pero sin tratar de iniciar ninguna conversación, su vigilancia se lo impedía y ciudad meteoro no era precisamente un lugar que te enseñaba a confiar en todas las personas a la primera oportunidad, sería bueno que se mezclara pasando desapercibido al menos mientras no tuviera que revelar sus habilidades y no había mucho chance de pasar desapercibido siendo un niño en pleno examen de cazador.

No iba a mentirse a sí mismo, se sentía algo nervioso por el examen y su supuesta dificultad y el que algunas personas destacaran tanto como la chica de la hoz hizo que se preguntara si estaría al nivel de sus hermanos. Sin embargo estaba decidido a llegar a hasta el final y no volvería sin una licencia de cazador para celebrar.

Al llegar la examinadora y volver a impresionarse por su aparente edad. Se preguntó ligeramente sobre si debería mantener el ritmo de los niños o sobresalir un poco, pero al no saber si esto también era evaluado decidió tratar de mantenerse lo más cerca posible a la examinadora.

El grueso del grupo comenzó la carrera, que se veía como cualquier otra, el problema empezó, cuando varios de ustedes sintieron que ya habían pasado varias horas, y la carrera continuaba sin verse ningún cambio en la longitud del túnel. Seguía viéndose una eterna oscuridad al fondo de este, y varios empezaban a mostrar signos y símbolos de cansancio. No habían muchas personas que siguieran muy de cerca a la examinadora a estar alturas, excepto por dos participantes, el 89 y el 37, los cuales, preparados por las circunstancias de la vida, no se habían cansado ni un poco con la carrera. ¿Quizás era la ropa de excursión? ¿Quizás era una infancia difícil? Solo ellos lo sabían.

Luego, a unos metros más atrás, ya venía un grupo más numeroso, llegando a las treinta personas, entre las que destacaba el participante 163, el cuál destacaba de todo el grupo, siendo el más alto de todos ellos. Luego, venía el grueso del grupo, donde, entre los primeros se encontraba el participante 137, el cuál llevaba varios vendajes en sus manos, siendo el que se veía más normal de todos los que allí se encontraban. Luego, en el grupo principal, y casi al final de este se encontraban los participantes 111 y 151, uno, el que parecía ser un monje que llevaba dos espadas terminadas en unas extrañas puntas en forma de gancho, y el otro parecía ser un tipo con muy malas pulgas, que se veía muy desordenado.

Atrás de todo este grupo, a unos 50 metros, iba un grupo de unas 15 personas, entre las cuales se encontraba el participante 143. Quizás no había sido una buena opción para él llevar un ancla, después de todo. Finalmente, mucho más atrás, iba una niña, de cabello blanco y una guadaña. ¿Quizás era el sueño lo que la mantenía tan atrás, o había sido, el caerse estrepitosamente en el piso al intentar agarrar el ritmo para alcanzar al resto? Solo ella lo sabía, pero si no comenzaba a avanzar, quedaría mucho más atrás que el resto.

La muchacha iba "corriendo" a cuatro patas con su guadaña en la boca, con los ojos entrecerrados, había llegado allí de las primeras y era normal que el sueño le pasará factura después de tan larga espera, pero entonces... ¡Patapum! Se dio de bruces contra el suelo dando una voltereta por el suelo.

El golpe la desveló y se fijó en que casi todo el mundo estaba por delante de ella, aunque lo que le extrañaba era que algunos estuvieran atrás. La chica abrió bien sus ojos y sus pupilas comenzaron a buscar adaptarse a aquella oscuridad. "Flushh" con una velocidad que dejaba claro que quedarse atrás había sido cosa del sueño, su cuadrúpeda forma de correr le permitía dar zancadas bastante dignas. Recuperando parte del trayecto desperdiciado recompuesta después de su agradable siesta.

Seguramente por esa siestecita, no sentía el cansancio de correr por demasiado rato a pesar de que no era la más resistente de la familia. Sería peligroso estar delante de ella si su carrera les alcanzaba, pues su filosa arma apuntaba adelante, por suerte el lugar era ancho y la niña no dudaba en saltar a un lado y otro sorteando a quienes comenzaba a alcanzar.

Su carrera era grácil, y sin duda poco común, silenciosas sus zancadas pasaban de vez en cuando a algunos competidores que no se daban cuenta de que estaba ahí hasta que saltaba por encima de ellos o los adelantaba zigzagueante. Posiblemente si no estuviera vestida de blanco algunos de ellos ni siquiera se percatarían de su pequeña presencia.

Para Ivrels aquello no era una prueba, solo algo obvio que debía superar para llegar al lugar en el que si iniciarían las comprobaciones que evaluarían si era apta para aquel extraño trabajo. Después de todo, la niña de antes lo había dicho ¿No? Eso no era la primera prueba, seguramente el calentamiento, no querrían que los aspirantes se justificaran diciendo que les había dado un tirón por no haber podido prepararse.

Sin pensar en horas, minutos o segundos, solo siguió corriendo, no se le daban bien los horarios, solo dormía si tenía sueño o buscaba algún animalejo si tenía hambre, el resto del día era para jugar, entrenar o descansar en familia. Puesto que su hermosa familia de gatos no estaba allí, jugar en esa carrera y entrenar a la vez era una opción perfecta.

-¡Mierda, ya estoy muy atrás!- se dijo molesto.

El examen había comenzado pero no así la primera prueba según había dicho la examinadora, sólo estaban corriendo tras de ella. En ese momento se vió entre los más retrasados mientras ella se alejaba con un grupo aventajado, Jin se quedaba detrás con un tipo alto y calvo que parecía un monje, por su rostro casi inconmovible no le molestaba ir tan atrás como él. Pero a él si, no había ido al examen para fallar, y menos al principio de éste.

De repente, a su lado pasa un niña corriendo en cuatro patas y con una hoz en la boca. Vaya forma rara de avanzar-Está lleno de raritos este lugar- se dijo.

No se dejaría estar atrás de todos y menos que lo sobrepase una mocosa. Apuró su andar, se alejó del monje y dando zancadas largas mientras esquivaba otros participantes alcanzó la línea de la felina. tal vez no fuera un freak como el resto pero no era una persona normal y podía seguir ritmo que quería imponer la examinadora.

Pipan sonríe mientras mantiene la carrera. Está sorprendido pero satisfecho de ir en cabeza. Mira hacia atrás un momento con suficiencia, que la mayoría vayan tan por detrás le da confianza. ¡Esto va a ser pan comido!.

Devuelta la mirada al frente, continúa corriendo tras la pequeña figura, esforzándose por mantener el ritmo, botas bien atadas golpeando contra el suelo a ritmo regular. ¡Licencia de Hunter, allá voy!

La costumbre y un buen principio hacen que sobrelleve el esfuerzo continuado con dignidad, todavía puede hacer esto durante un buen rato. Pero llevar tanto tiempo corriendo le empieza a extrañar. Si estaba tan lejos, ¿por qué no nos han citado más cerca? Sin dejar de correr, junta las dos manos alrededor de su boca para hacer bocina y grita hacia la examinadora:
-¡Eeeh! ¡Señorita examinadora Biscuit Kruegeeer! ¿Queda mucho para llegar?

Razo se quedó rezagado respecto a los participantes que habían llegado a la sala y, aunque no desistió en el empeño, no estaba acostumbrado a moverse durante tanto tiempo por tierra y el cansancio empezaba a hacer mella en él.

Durante las horas de carrera, en su cabeza se rendía intermitentemente de aquella prueba, únicamente deseando ver la meta pero que, para su desgracia, no estaba a la vista. También fantasea a con nuevos nombres para su barco pero, poco a poco y viendo como cada vez estaba más y más predispuesto a rendirse, pensaba en planes alternativos para su nueva vida.

Quizás una vida como tendero en un puesto de takoyaki sería una mejor idea. 

El estar frente a tantas personas. Definitivamente lo inspiraba, tanto que en mi asombro me he retrasado enormemente en relación con los demás

Tanto potencial a mi alcance, tantas formas y seres vivos para explorar que podría definitivamente pasar una vida entre todas estas pruebas.

Imhotep luego de mentalizar tanto lo que podría y quería hacer finalmente acató las ordenes de aquella examinadora, no precisamente en su mejor forma física, pero no se perdería en el inicio tan pronto.

No Tendremos algún descanso??  - Se dijo para si mismo.

Kain logro fácilmente seguir a la examinadora, pues había aprendido que la velocidad era clave para su supervivencia ademas de que siempre disfrutaba de la sensación del viento al correr a grandes velocidades, esperaba llegar rápido a su destino pero sus esperanzas iban decreciendo cada vez que sentía que pasaban las horas, empezó a distraerse un poco con sus propios pensamientos y en como quería probar sus otras habilidades.

Pasado un buen tiempo, decidió volver a concentrarse y empezar a prestar atención a los otros participantes de nuevo. Al ver que la mayoría seguía atrás se decepciono un poco y pensó si de verdad eran tan fuertes como al principio le habían parecido y al escuchar que el único otro chico que estaba a su lado hablaba, enfoco toda su atención en él.

Aquel hombre de color que sobresalía por su altura en el segundo grupo, se le notaba cómodo con aquella carrera, ciertamente no era el mas rápido, pero si que podía decirse que era el mas fresco, quizás se podría decir que ni su respiración estaba afectada en demasía.

Llevaba un paso casi militar, las zancadas de la distancia justa para poder avanzar constantemente, sin acelerar demasiado pero sin disminuir la velocidad tampoco, era un paso constante, estable y con una respiración casi natural.

No estaba nada de mal el mantener el ritmo exacto que tenía ahora, la media, suficiente para poder estar a rango exacto de no seguir la cola de la señorita examinadora pero sí estar justo a distancia de 'vuelta de la esquina' como se diría en la urbe, cosa de no acelerar el ritmo pero tampoco perderlo en exceso. Al estar en el punto medio se mantiene una posición firme tanto en relación a esta carrera indefinida de tiempo al parecer (O de tiempo secreto, desconocido para todos excepto seguramente la misma examinadora) así como en relación a los demás. Kyo avanzaba con la guardia media, a veces brazos bajos, a veces altos en parte, como si estuviese trotando para practicar de forma normal en sus combates, sus vendas dándole algo de calor pero no excesivo. Había sufrido bastante tortura como para poder aguantar este tipo de actividad más o menos sin problema.

- ... -Parpadeó, como mirando alrededor pero sin preocuparse demasiado si nadie le daba atención específica, que era el caso.- Ok.

Asintió para sí mismo, confirmando la situación y viendo qué tanto podía mantener el ritmo de la misma forma sin mayor problema. Suponía que la inercia se mantendría estable si es que no idéntica situacionalmente al menos hasta que pasaran a una nueva fase propiamente tal, no esperano nada predecible (O impredecible) como trampas súbitas o una carrera de desgaste eterna. De momento mantuvo su mente en blanco al respecto como mejor pudo.

Mmmmm, nuevamente me toman la delantera, bueno al menos no estoy de último,  mientras reflexionaba en eso se percata de que a su lado hay un joven moreno, delgado y bastante más bajo que el, lo nota algo molesto quizá un poco frustrado por no estar en la delantera.

Para tratar de tranquilizarle Yoshi se muestra sereno, como si atuviera conforme con su posición, pero nota rápidamente como esta actitud disgusta un poco más al joven así que en vista de esto trata de entablar una conversación para limar cualquier aspereza sin embargo esta oportunidad se desvanece casi tan rápido como la niña que atraviesa entre medias de ambos corriendo zagas cual felino y con una enorme hoz en su boca.

 Yoshi, no alcanza a pronunciar palabra antes de que el joven aumente su ritmo y parta velozmente tras la niña.

No obstante al observar la actitud del joven y la niña, decide aumentar el ritmo y mostrar que en verdad desea convertirse en un hunter.                                        

La desesperación, de un examen que era legendario, empezaba a hacerse patente en los rostros de muchos participantes. Antes podían estar seguros de que habían pasado un par de horas, ¿Pero ahora? Fácilmente llevaban 4 o 5 horas corriendo, y aún no había un fin al túnel…hasta que efectivamente ocurrió un cambio.

Los que tenían una vista más fina lo podían ver, pero al final del túnel se empezó a ver lo que era… ¿una pared? No, cuando estuvieron a la suficiente distancia lo vieron, eran escaleras. Allí, los que estaban cerca de Biscuit pudieron escuchar una risa divertida de parte de ella, y cuando alcanzaron las escaleras, ella comenzó a correr de una forma mucho más rápida de lo que estaba trotando, casi saltando de a cuatro escalones para avanzar, y, si miraban hacia arriba, parece que ahora correrían lo que quedaba del trayecto cuesta arriba.

El grupo se fue compactando, y los que iban más atrás, tuvieron que comenzar a hacer un esfuerzo sobrehumano para poder alcanzar al grupo principal, o quedarían relegados de la prueba del cazador. Entre esos esfuerzos, destacaba una niña de cabello blanco, la cual corría en cuatro patas llevando una guadaña en la boca, pasando del final de la fila, a ser una de las primeras en alcanzar al grupo e ir a la delantera de este, dejando pasmados a muchos participantes que dejó atrás. Ante eso, el resto del grupo, comenzaron a avanzar. Aquel hombre de malas pulgas y cabello desordenado la alcanzó, y el monje que iba más atrás, como si su Dios le infundiera fuerzas, los alcanzó e incluso los sobrepaso, marcándosele los músculos del entrenamiento, mientras no sudaba ni una sola gota por el esfuerzo.

Los que iban adelantados del comienzo, mostraban lo mejor del grupo. El sujeto de camisa blanca y cabello negro se mantenía con tranquilidad al paso, mientras que el que iba con ropa de explorador, cuando Biscuit aumento el paso, no solo lo siguió, si no que se puso al lado de ella a correr, al punto que le hizo una pregunta y ella le respondiera;

-¡Solo un poco más, jovencito, y alcanzaremos la luz del sol! –

Dijo, riéndose, mientras avanzaba como si nada, y para sorpresa de ambos (y de él mismo) un hombre muy alto y de tez oscura se puso al lado de ambos. El participante 163, sin darse cuenta, debido a su tan buen estado físico no solamente había avanzado, si no que había dejado al resto de su grupo atrás e iba saltando los escalones y subiendo sin ninguna dificultad, incluso, sintió como la carrera le hizo revitalizar sus energías*.

El hombre del ancla había logrado retomar el paso, alcanzando al grupo principal, pero notoriamente el peso, y el subir escaleras, lo estaban haciendo sudar la gota gorda, al punto que iba usando su espíritu para subir, acompañado de otro hombre que casi se arrastraba, y cuyo traje se veía mojado en varias partes de todo lo que había sudado, mostrando en su cara un notable esfuerzo en aquella carrera. El participante  137, por su parte, si bien no iba de los últimos, notablemente estaba cansado por el esfuerzo que estaban haciendo, pero aún podía mantener el paso.

Y, cuando iban en la carrera, a lo lejos, hacia arriba, podían vislumbrar la luz, quedaba poco para descubrir cuál sería la verdadera prueba…